12 sept 2008

Grupos ¿armados?

Grupos efímeros/Jorge Lofredo, Investigador, Centro de Documentación de los Movimientos Armados
Publicado en Excelsior (www-exonline.com.mx), 11 y 12 de septembre de 2008;
Más allá de las organizaciones político-militares conocidas hasta hoy, existe otro fenómeno que dice de sí mismo representar uno similar.
La historia reciente permite repasar una nutrida lista de estos grupos (¿organizaciones
político-militares revolucionarias?) en distintos puntos de la geografía mexicana y momentos disímiles: no los unifica la producción de acciones militares o proclamas (hay ejemplos tanto de uno como de lo otro); su anuncio no coincide necesariamente con tiempos electorales y las situaciones de alta conflictividad social tampoco son el contexto obligado de su emergencia. Hay, sin embargo, dos características que los igualan: lo efímero de su existencia y la reivindicación del acto.
Son grupos que, aparentemente, comienzan y acaban su existencia en una única acción. Fugazmente se dan a conocer mediante un escrito o hecho, “firmado” por alguna sigla de la que anteriormente no se ha tenido referencia, y luego no vuelve a saberse de ellos. (Existen también ejemplos inversos, pues se han realizado acciones típicas de guerrilla y en zonas bajo su influencia que no han sido reivindicadas.) No obstante, cabe preguntarse qué expresan, qué lógica representan y a qué o quiénes responden. Más específicamente, la interrogante que aquí procurará abordarse es la siguiente: ¿qué hay, en esta materia, “más allá” del Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR -EPR ) y otras organizaciones reconocidas?
Grosso modo, dos son las líneas generales que pueden definir a estos grupos: (1) “revolucionarios” o (2) “no revolucionarios”, y dentro de éstos también pueden especificarse distintas perspectivas que los definen o niegan como tales.
Así, y sin aspiración de exhaustividad, entre los “revolucionarios” pueden diferenciarse en (1a) organizaciones político-militares nuevas o embrionarias; (1b) nuevos desprendimientos de organizaciones político- militares; (1c) siglas creadas ex profeso por organizaciones político- militares reales; (1d) grupos u organizaciones que se asimilaron o integraron a instancias mayores; y/o (1e) grupos de autodefensa que se presentan a sí mismos como organizaciones revolucionarias o con la estructura de una organización político-militar.
Por el lado de los grupos “no revolucionarios” pueden enumerarse a los (2a) grupos creados para infiltrar a organizaciones político-militares reales; (2b) grupos paramilitares o de corte delincuencial, autodenominados revolucionarios; (2c) reivindicaciones falsificadas por instancias gubernamentales o grupos de poder para imponer el miedo dentro de una circunstancia determinada, una provocación, o para desviar el eje de atención de otros problemas; y/o (2d) para socavar las estructuras de organizaciones sociales, populares o revolucionarias reales.
Conviene anteponer una observación: las organizaciones políticomilitares “revolucionarias” de las que aquí se hace referencia no pueden definirse exclusivamente por la posesión o tenencia de armamento, sino por la decisión previa de su uso con un objetivo político revolucionario. Por otra parte, los grupos “no revolucionarios” pueden ser o no “grupos armados”, pero se definen por la existencia previa de organizaciones político-militares. Su incidencia y alcances, sean cual fuese sus objetivos, están íntimamente condicionados con la presencia de guerrilla en el lugar.
La facilidad con la que puede redactarse un escrito y distribuirse en medios electrónicos a nombre de cualquier sigla, real o inventada, es un factor que favorece la proliferación de esta actitud. De hecho, las organizaciones conocidas también apelan a esta circunstancia, tanto por tener asegurado un público cautivo a quienes se le remiten los textos, como así también por los niveles de seguridad que provee, pues no requiere presencia ni el transporte de los comunicados hasta las redacciones de los medios. Esto genera sospechas y suspicacias acerca de su autenticidad y que en algún reciente momento también alcanzaron al EPR. Julio Hernández López, por ejemplo, señaló que “pudo haber sido enviado por cualquier ocioso desde una dirección de internet creada y abandonada luego de hacer los envíos, o provenir de sótanos gubernamentales encargados de crear más confusión”. (“Literatura turbia”, en La Jornada, 20 de julio de 2007.)
Sin embargo, esta idea pierde fuerza cuando estos grupos u organizaciones no utilizan, o su actividad transcurre por fuera de, los medios electrónicos. Los ejemplos no son pocos, pero de ninguna manera significa que una acción política o militar con presencia efectiva sea “revolucionaria” por esta única circunstancia, sino que sólo la continuidad política-militar anterior y posterior puede validarla como tal. Ello marcaría una primera distancia entre organizaciones reales y ficticias.
Y si se invierte esta fórmula, puede afirmarse que no todas las organizaciones que recurren a los medios electrónicos son falsas ni necesariamente provienen de los “sótanos gubernamentales”. La primera conclusión será, entonces, que la utilización de medios electrónicos no alcanza para definir la veracidad de una organización.
Más allá del EPR y de las otras organizaciones más conocidas, pueden ofrecerse algunos ejemplos para avanzar en la cuestión.
Del Comando Popular Clandestino (CPC) se conoce un solo comunicado, el que ha sido repartido en las inmediaciones del mercado de Huejutla (Hidalgo) en diciembre de 2005. En esa ocasión, el EPR le dedicó un texto completo donde lo definió de “paramilitar” y como faceta de la “guerra contrainsurgente” en el estado.
Otro caso para mencionar es el del Ejército Revolucionario del Sureste (ERS ), donde esta vez fue distribuido por medios electrónicos, aunque también aparecieron pintas en distintos puntos de la ciudad de Oaxaca. En una parte de su único texto conocido, se refieren a sí mismos no como “ERS ”, sino como “EPR ”. En este sentido, puede notarse que se trata de una manipulación del propio EPR o bien una burda manipulación externa para desprestigiarlo. En aquel contexto, 2 de octubre de 2001 y cinco días antes de la realización de elecciones estatales, existían muchos sectores interesados en esa coyuntura para infundir temor o inhibir el voto, o agregar una cuota mayor de incertidumbre a la coyuntura.
No obstante, es sabido que las organizaciones político-militares se manifiestan en situaciones similares, dando a conocer su ideario y posiciones políticas. Si estos anuncios resultan una puesta en escena de otras fuerzas o de intenciones ajenas a cualquier actitud “revolucionaria”, entonces la pregunta de fondo sobre ellos deberá correrse hacia otra interrogante: ¿quién y para qué se hacen estas presentaciones? o ¿qué se procura ocultar: hechos políticos, delictivos o ambos? Una segunda conclusión hace hincapié en que los actos electorales tampoco condicionan directamente los tiempos en los que deciden darse a conocer.
En pleno conflicto social oaxaqueño, donde la entrada de las fuerzas federales ya estaba decidida, la Organización Revolucionaria Armada del Pueblo de Oaxaca (ORAPO) hizo detonar tres artefactos explosivos de poca intensidad en sucursales bancarias de la capital de esa entidad el 2 de octubre de 2006. No ha vuelto a saberse sobre esta organización ni las estructuras clandestinas conocidas se han expedido sobre el tema. Lo cierto es que aquella actuación intentó radicalizar al movimiento social antes que una provocación directa para la intervención de las corporaciones de seguridad.
En enero de 1997, en cambio, el Ejército Justiciero del Pueblo Indefenso (EJPI ) se responsabilizó por el “ajusticiamiento” de “cuatro rateros” en Ocotequila y Oztocingo, Guerrero. Al año siguiente, un segundo y último comunicado reivindicó un ataque a la comandancia de la Policía Judicial de Tlapa. En marzo de 1999, el Comando Campesino Insurgente (CCI) realizó su único llamado a la lucha armada desde Ometepec, en el mismo estado. Estos ejemplos se repiten, pero muestran que los momentos de alta conflictividad social no son detonadores para la emergencia de este tipo de anuncios.
A los grupos efímeros —aquellos que nacen y mueren en un mismo y único acto— no se los puede definir sólo por oportunismo electoral, por la seguridad que provee la difusión de sus proclamas a través de medios electrónicos ni tampoco por su aparición durante el desarrollo de procesos de conflictividad social (Excélsior, 11 de septiembre de 2008). La línea divisoria entre los revolucionarios y no revolucionarios continúa siendo, no obstante, difusa.
Si el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR -EPR ), y aún sus fracturas, alcanza para confirmar la existencia de organizaciones guerrilleras contemporáneas en México, los grupos efímeros no hacen sino agregar una cuota muy alta de sospecha acerca de la propia existencia de aquellas. Debe considerarse que administraciones federales han puesto en duda la cantidad de organizaciones de este calibre, con la excepción de zapatistas, eperristas y a los que se le suma el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI ). De aquí se desprende que la aparición de estos otros grupos no alcanzan a poner en duda a las demás, pero sí imantan un halo de incertidumbre.
Y la importancia de todo esto reside en el objetivo que se han impuesto.
Por ejemplo, es de notar que en distintos escritos (aunque mediante uno en particular lo expresó con meridiana claridad) el EPR señaló uno de esos riesgos: la infiltración. “Advertimos a nuestro pueblo —subrayó la organización en su comunicado del 12 de mayo de este año— que el gobierno está creando pequeños grupos que propagandísticamente dicen ser poderosos y muy fuertes política y militarmente sin que se note más que en unos cuantos escritos incoherentes sobre la lucha armada en México, esto lo requiere el Estado para infiltrar a organizaciones que hacen un esfuerzo por intentar ser revolucionarios. ¡Cuidado!, los que dicen ser organizaciones revolucionarias son sólo individuos. Como ejemplo, la supuesta organización revolucionaria [en referencia al Ejército Villista de Liberación Nacional (EV LN)] que existía y causó la detención de Jacobo Silva Nogales y Gloria Arena Agis.
Todavía cuando el comandante Antonio Silva Nogales no había roto con el EPR , señalaba riesgos similares. Sobre el ya mencionado EJPI , y en referencia al “ajusticiamiento” de las dos personas en Guerrero, aclaraba: “tenemos conocimiento de que individuos igualmente vestidos con ropa similar se presentan ante la población de comunidades alejadas y se hacen pasar por unidades de nuestro ejército, hablándoles de la lucha e invitándolos a unirse al EPR y realizan propaganda en la que piden cooperación económica. […] Sabemos que, al igual que nosotros, se mueven por el monte en pequeñas unidades simulando ser guerrilleros y reclutando campesinos que se sumen a ellos creyendo que realmente se trata de nuestro EPR ” (PDPR -EPR , 3 de enero de 1997).
Aún así, las organizaciones reconocidas coinciden e insisten en señalar que es una posibilidad cierta la existencia de grupos de estas características.
En efecto, Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR -EP ) señaló en una entrevista que data de febrero de 2006: “No tenemos ninguna relación con las organizaciones que menciona en su pregunta, incluso, no contamos con indicios firmes sobre su existencia. Aunque esto no quiere decir que no existan o que no hayan existido. Por experiencia propia sabemos que no es fácil mantenerse y resistir como estructura revolucionaria armada. En todo caso, de existir algunas de las estructuras mencionadas, corresponde a ellas afirmarse efectivamente cuando así lo consideren y no necesariamente con la acción de las armas”.
Cuatro meses después, el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MR LCB), ofrece otra visión de la misma cuestión: “El surgimiento de las organizaciones revolucionarias, es un proceso natural, producto de condiciones económicas, políticas y sociales. El desarrollo y consolidación es un proceso que presenta dificultades que no todos pueden superar, que depende de capacidades, de circunstancias en las que se puede detener o extraviar el camino y de lo que nadie está exento. La historia presenta muchos casos así, incluso de organizaciones que en algún momento se veían muy desarrolladas y estaban a punto de tomar el poder, o lo tomaron y creyeron y dijeron que estaban construyendo un paradigma social y después de ello vino un declive y eso no es el final, los pueblos tienen que volver a buscar caminos para su liberación. Mientras las condiciones existan no importa cuantas veces se tropiece volverán a surgir luchadores sociales que de acuerdo con las necesidades, capacidades y circunstancias trazarán la estrategia que consideren apropiada hasta obtener el mundo más vivible que buscamos”.
Las Milicias Insurgentes Ricardo Flores Magón, en una entrevista de mayo de 2007, agregan: “En concreto a los grupos mencionados en la pregunta no los conocemos. Lo que sí hemos sabido es de otros grupos que han aparecido a lo largo de estos diez años, que han sido sistemáticamente acosados por los servicios de inteligencia y cuyos miembros terminaron siendo totalmente aniquilados por el mal gobierno”.
Cabe recordar que en un primer momento, el EPR definió su proyecto como la unidad de 14 agrupaciones desconocidas, pero en septiembre de 2005 se desdijo, cuando admitió que, en realidad, se trataba de la continuidad histórica del Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo-Partido de los Pobres (PR OCUP-PD LP). En otro documento posterior, Tendencia desmintió la autocrítica ensayada por el PDPR - EPR . Por otra parte, debe considerarse que la coordinación que TDR -EP y el MR LCB establecieron públicamente desde junio de 2006, incluyen organizaciones de la cuales nada se sabía con anterioridad, situación que — salvo contadas excepciones— continúa de la misma manera. Son los casos del Colectivo Revolucionario Francisco Javier Mina, Organización Insurgente 1º de Mayo, Brigada de Ajusticiamiento 2 de Diciembre, Brigadas Populares de Liberación y Unidad Popular Revolucionaria Magonista.
Aaún cuando los grupos “efímeros” se vinculen con organizaciones ya conocidas, su condición “efímera” permanece inalterable, debido a que no han narrado y permitido comprobar la historia que sustente sus objetivos, posicionamientos políticos e ideario. No sólo son tales únicamente por comenzar y concluir su actividad a un solo acto, sino también reafirman esa característica cuando supeditan la totalidad de su proyecto a una entidad mayor. De esta manera no expresan política por sí mismos, sino a través de la organización de la que forman parte. De esta manera se hace posible también comprenderlas con un perfil fantasmal, perfil con el que deberán romper al expresar una historia propia y una proyección a futuro que reafirme su verdadera condición de “revolucionarios”.
No obstante, las condiciones de “efímero” y “revolucionario” no son necesariamente excluyentes, pero del primero es imposible confirmarlo.
En este sentido y sólo a modo de ejemplos ilustrativos, es imposible confirmar los fines del Ejército Armado del Pueblo, que dio a conocer un único anuncio en octubre de 2006 en Tlapa; o del Movimiento Armado Revolucionario- Frente Revolucionario Patriótico Nacional —que se dio a conocer a través de un video donde los milicianos realizaban prácticas de tiro y ejercitación en una zona boscosa— en julio de 2006 en Oaxaca; o igualmente de la Convención Popular Insurgente, en el mismo estado, que difundió dos escritos entre enero y agosto de 2007”.
Podría continuarse esta lista, pero resta agregar un ejemplo que forma parte de las mismas interrogantes que siguen sin respuesta. En octubre de 2005 se da a conocer el primer comunicado del Comité de Resistencia Popular Viva Villa, mediante el cual aseguró ser un desprendimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionaras del Pueblo (FARP ), y que se involucra directamente en la discusión que en ese momento se produjo entre organizaciones político-militares provenientes del EPR . Un año después, se conoce su segundo texto, pero un tiempo después que se sabrá que el Comité ingresará al MR LCB y cuyo líder también se convertirá la única cabeza visible del Lucio Cabañas, cuando hasta ese momento nunca se había conocido el nombre de guerra de ninguno de los miembros del MR LCB.
Otra conclusión que puede desprenderse a partir de estos ejemplos es que aún relacionados con entidades mayores y reconocidas, no alcanza para desprenderse de su condición de “efímeros”, con el agravante que en diferentes ocasiones han servido como objeto de desprestigio contra el movimiento guerrillero, entendido éste como la totalidad de las organizaciones revolucionarias de existencia comprobada.

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