La
cuestión Armenia/Alejandro Jalón
Observatorio
PSyD | 13 de mayo de 2015
El
24 de abril de 1915 cientos de intelectuales armenios fueron ejecutados en una
acción planeada por el gobierno turco para descabezar a la sociedad armenia.
“Un
millón y medio de armenios fueron masacrados o enviados a la muerte durante los
últimos días del Imperio Otomano… El Medz Yeghern es un capítulo devastador de
la historia de los armenios que debemos mantener vivo en la memoria en honor de
aquellos que fueron asesinados y de esta forma no repetir los graves errores
cometidos en el pasado”.
Las
palabras de Barak Obama antes de ser elegido presidente representan la visión
de un actor a priori neutral sobre un hecho histórico espeluznante. Más difícil
es comprender, también a priori, que precisamente aquel que perpetró la masacre
acepte, e incluso apruebe, una descripción tan esclarecedora. Y es que Turquía
daría por buena casi cualquier descripción siempre y cuando se evite una
palabra: genocidio.
El
concepto de genocidio fue desarrollado por el jurista judío-polaco Raphael
Lemkin en 1944 en su intento de describir lo más específicamente posible la
agresión que estaba sufriendo su pueblo por la Alemania nazi: “la aniquilación
planificada y sistemática de un grupo nacional, étnico, racial o religioso, o
su destrucción hasta que deja de existir como grupo”. A diferencia de otro tipo
de matanzas es clave el concepto de planificación y organización del crimen,
así como la voluntad de acabar con un grupo humano por el hecho de serlo.