¿Y
si Francisco quiere decir lo que dice?/Jorge Marirrodriga
El
País |31 de diciembre de 2014
Desde
su mismo comienzo, el cristianismo presenta una disociación entre su mensaje y
lo que se entiende de éste. Aunque Cristo le explicó claramente a Pilatos —con
ejemplo incluido— que su reino no era de este mundo, el mismo gobernador romano
ordenó clavar en lo alto de la cruz un cartel con la expresión “rey de los
judíos” como motivo de la condena a muerte. Y el cortocircuito de compresión se
repite a menudo desde entonces entre quienes se situaron a la cabeza de la
institución fundada por Jesús y las sociedades a las que se dirigen. Desde
Simón, un pescador galileo al que se le impuso el nombre de Cefas (Piedra) a
Jorge, un porteño que trabajó como portero de discoteca —“patovica de boliche”,
en sus propias palabras— antes de entrar en el seminario y que adoptó el nombre
de Francisco al llegar al papado.
A
diferencia de todos sus predecesores, Francisco tiene a su disposición una
tecnología capaz de hacer llegar su mensaje a todos los rincones del planeta,
sin intermediarios y de manera