18 jul 2010

El presidente en su laberinto

Presidentes/Luis Rubio
Reforma, 18 Jul. 10;
Todos los presidentes se creen destinados a cambiar el futuro y dejar un legado de dimensiones históricas. Sin embargo, muy pocos, en el mundo entero, lo logran. La contradicción entre los grandes planes y ambiciones con que comienza un periodo gubernamental y la pobreza con que suelen terminar es patente. Pero la causa de la contradicción es menos clara.
Inevitablemente, los planes iniciales rápido chocan con la terca realidad y el periodo gubernamental, que parece largo al inicio, pronto se convierte en una vorágine de problemas cotidianos que absorben a los gobernantes de una manera casi fatal, al punto el tiempo se evapora y la perspectiva se torna confusa. De pronto, el presidente comienza a preocuparse por el legado que dejará y, cada vez más, por la forma en que concluirá su periodo. Ese momento se torna crucial: atrás quedaron los grandes objetivos y lo único importante es cerrar bien. Lamentablemente, para entonces es difícil comprender la diferencia entre lo deseable y lo posible. Lo necesario es recapacitar para construir lo mejor que se pueda en el poco tiempo que queda, pero eso no siempre es fácil y los riesgos se comienzan a apilar.
El problema es generalizado. Nadie puede imaginar que presidentes tan ambiciosos y grandilocuentes como Echeverría, Menem, Bush (W) o Salinas planearon acabar tan mal como lo hicieron. Terminaron mal porque sus planes no eran realistas o porque perdieron contacto con la realidad. Todos estaban seguros de que tendrían un final feliz y no vieron más allá de su retórica. La realidad acabó siendo otra. Lo más increíble es que ni siquiera tuvieron la capacidad para comprender el efecto que las circunstancias tendrían sobre su propio futuro personal.
La realidad acaba mal por muchas razones, pero la principal es el dogmatismo. Los presidentes se aferran a sus planes y convicciones y se rodean de gente que no hace sino empinarlos. Adrián Lajous, ese gran funcionario de otros tiempos, capturó la esencia: "El presidente vive aislado detrás de un muro de cinco metros de altura. Los escogidos que entran a Los Pinos suelen llegar con el pulso alterado y el aliento entrecortado. Muchos se acercan al presidente encorvando los hombros y secándose el sudor de las manos. La mayoría trata de adivinarle el pensamiento para decirle lo que quiere oír. Lee en la prensa que es un genio. Cuando sale de Los Pinos, le sueltan palomas, le avientan confeti, le tocan el Himno Nacional y hasta disparan veintiún cañonazos en su honor. Este grado de obsecuencia le llega a distorsionar un poco la visión hasta al más realista".
Lo interesante es que hay presidentes que acaban bien, o razonablemente bien, circunstancia que lleva a preguntar qué es lo que hicieron distinto. Parte de la respuesta sin duda tiene que ver con la personalidad de cada individuo. En Brasil, por ejemplo, Collor de Mello acabó muy mal en tanto que Cardoso se dedicó a transformar estructuras con ánimo de construir un mejor país en el largo plazo. Un poco como Zedillo en México, Cardoso acabó bien pero sin pena ni gloria. Sin embargo, ambos han crecido en estatura en el curso del tiempo porque se preocuparon más por el futuro de su país que por el propio. Ambos le entregaron el gobierno a un partido distinto al suyo sin necesariamente proponérselo. Independientemente de la grandeza o pequeñez de sus logros, sus gobiernos terminaron bien por una sola razón: porque no se aferraron a lo que existía o a sus propios dogmas personales o partidistas. En el caso de Brasil, Lula continuó la estrategia iniciada por Cardoso, dándole las enormes oportunidades que ahora está cosechando.
Lo que coincide en quienes han terminado con saldos positivos es que siguieron una lógica constructiva y abandonaron el propósito de que su partido o delfín preserve el poder; su lógica fue la de avanzar objetivos sustantivos que a la distancia acrecientan su valía. Vencieron la tentación de ser presidente del país para servir objetivos partidistas y superaron rencores y agravios históricos frente a adversarios políticos: tomaron decisiones clave para los ciudadanos. Es decir, los exitosos son aquellos que procuran un liderazgo capaz de inspirar, pero también de escuchar y brindar confianza a sus interlocutores.
Acaban bien quienes construyen apoyos y consensos en torno a sus proyectos, a la vez que saben adaptarse y cambiar de dirección cuando se atora la carreta. Ninguna de las dos cosas es fácil y menos cuando las circunstancias son difíciles. Clinton inició su gobierno con grandes proyectos pero, cuando fue reprobado en las elecciones intermedias, de inmediato dio la vuelta: de haberse aferrado a su estrategia inicial, lo más probable es que habría terminado siendo un presidente de un solo periodo. Maestro del pragmatismo, Clinton comprendió que había que virar y acabó robándole la agenda a sus contrincantes, logrando un excepcional éxito económico y político. Su secreto fue ver hacia el futuro en vez de a la siguiente elección.
Estamos ante el umbral del último tercio del gobierno del presidente Calderón. La tesitura, luego del más reciente resultado electoral, no podía ser más clara y ominosa. Los dos años que restan del sexenio podrían igual ser el comienzo de una nueva era de transformación que dos laaaaargos años de parálisis, rijosidad y conflicto. Como alguna vez dijo Einstein, es demencial esperar resultados distintos si se insiste en hacer lo que no ha funcionado. El presidente Calderón tiene que decidir si va a intentar algo distinto (me refiero a la política, no a las drogas), susceptible de arrojar mejores resultados en lo que le queda del sexenio o aferrarse al mismo equipo de personas y a las mismas políticas que no han tenido efectos positivos para sus programas, para su partido o para sí mismo. Evitar que gane el PRI no puede ser una estrategia de gobierno y su costo sería inconmensurable.
Dos años parecen pocos, sobre todo porque incluyen toda la parafernalia de la contienda presidencial. Sin embargo, hay muchos países, como Australia, donde el periodo de gobierno es casi tan corto. Desperdiciar este tiempo en más de lo mismo constituiría un verdadero crimen, además de harakiri para el propio presidente. Los próximos dos años en nuestro país son la última oportunidad para construir una institucionalidad que permita ir acercándonos más a naciones como Chile, donde la alternancia de partidos en el gobierno no se traduce en caos o venganzas interminables. Mejor forzar al PRI a un régimen institucional que tratar de impedir su retorno, mejor acabar con la perversa lógica de reinventar al país cada seis años y heredarle el gobierno a los cuates.

Narcomensajes

Narcomensajes: tomar la medida a los medios
Los medios no son simples intermediarios entre los hechos y el público, sino mediadores, como ha definido Javier Darío Restrepo.
Pascal Beltrán del Río
A la memoria del doctor Guillermo Ortiz Collazo.
Los medios de comunicación que aún difunden narcomensajes suelen argumentar en su defensa que éstos forman parte de “la realidad” y que ellos no tienen por qué ocultárselos a lectores, televidentes o internautas.
Sostienen, falsamente, que ellos no discriminan a la hora de informar, como si nada tuvieran que ver en la jerarquización de las noticias que dan a conocer o como si todos los datos e imágenes que recogen sus reporteros cupieran en el noticiario o la edición.
Pasan por alto que los medios no son simples intermediarios entre los hechos y el público, sino mediadores, como ha definido atinadamente el especialista colombiano Javier Darío Restrepo.
Olvidan que los narcomensajes se publican casi siempre sin el menor contexto, sin datos de quién lo colocó en la vía pública y por qué; y que serían invisibles para la mayoría de la población si no llegaran a las pantallas o a las páginas de diarios y revistas.

Columna de Naturaleza política

Columna De Naturaleza Política/ Enrique Aranda,
Excélsior, 2010-07-18
Más allá de confirmar nuestro adelanto del viernes, en el sentido de que la sustitución de Fernando Gómez Mont y Gerardo Ruiz Mateos, en Gobernación y Economía, no serían los únicos cambios en el equipo íntimo de Los Pinos, lo único cierto es que la separación -ese día, precisamente- de su vocero de siempre, Maximiliano Cortázar, no hace más que evidenciar que tanto este movimiento, como los primeros, tienen el mismo origen: la descarnada lucha por el control del proceso sucesorio que enfrenta al equipo presidencial.
Entre el miércoles y la fecha, efectivamente, no son pocas las voces que en el entorno de la casa presidencial, se han dejado escuchar para revelar primero, y celebrar (algunas) después, que el jefe del Ejecutivo "haya decidido evidenciar su hartazgo" por las diferencias que enfrentan a los suyos y, luego, adoptar medidas orientadas "a retomar todos los hilos." con miras a evitar que el último tramo de su gobierno pueda verse inmerso en una suerte de caos generalizado producto de tales pugnas.
Que el referido ex vocero presidencial mantenía, particularmente en los últimos meses, una relación caracterizada por el enfrentamiento con la otrora jefe de la oficina de la Presidencia, la Chica Poderosa Patricia Flores Elizondo, a nadie sorprende hoy. Menos, cuando a la luz de los últimos acontecimientos es posible referir que tanto la salida de ésta, como la de aquél, no se explican sino a la luz del escalamiento de la referida confrontación.
Una confrontación que, se aventura ahora, parece haber dejado a Cortázar -uno de los más cercanos y leales colaboradores del presidente Calderón, sin lugar a dudas- al margen de una administración sexenal en la que, en algún momento, se le llegó a candidatear para la dirección general del Fondo Nacional para la Promoción del Turismo (Fonatur) o, más recientemente, para ocupar la principal oficina de Pronósticos Deportivos.
Es tal el nivel de las especulaciones que, en su momento, suscitó el pleito Max-Paty Flo, y ahora el futuro de ambos personajes, que ya hoy se refiere que, en el cortísimo plazo, el ex vocero presidencial reaparecerá en el ámbito político, ahora como titular de Comunicación Social del partido del gobierno para, hipotéticamente, comenzar a trabajar en el armado de la campaña de uno de los precandidatos presidenciales del blanquiazul. del secretario Ernesto Cordero, para ser más claros, a quien los más identificaron como uno de los grandes beneficiarios de los cambios del miércoles.
Asteriscos
* Intensa, gran presión, se asegura, la que se ejerce sobre la actual coordinadora de la fracción azul en la Cámara de Diputados, Josefina Vázquez Mota, para que revoque su anunciada decisión de no buscar la candidatura de Acción Nacional, ni de éste en alianza con sus amiguitos de turno., para competir por la gubernatura del Estado de México el próximo 2011.
Veámonos el lunes, con otro asunto De Naturaleza Política.

Un cierto rubor ajeno

Un cierto rubor ajeno/Gregorio Morán
Publicada en LA VANGUARDIA, 17/07/10;
No es verdad que los pueblos tengan los dirigentes que se merecen. Hay que ser muy hijo de la gran puta para pensar que Catalunya tiene los políticos que se merece. Sería demasiado fuerte. Yo creo que este país nuestro se merece otra cosa y que no saldrá de la corrupta mediocridad en la que le metió el pujolismo, y que consumó un tripartito de trileros, mientras no se subleve contra la casta, y la barra o la arrincone, y convierta la actividad política en un juego legal y no en una timba de profesionales del fraude.
No exagero ni un ápice; los que exageran y son desmesurados y demagogos y cínicos son ellos. Maestros del doble lenguaje y discípulos de ese Gran Tartufo que sigue siendo Pujol. Permítanme que les vuelva a colocar en el lugar del delito, porque delito es el engaño y la estafa. Miles de personas salieron el pasado sábado a manifestarse.
Da lo mismo si fueron cien mil, que quinientos mil; cuando mucha gente sale a la calle es porque le da la gana, porque está en su derecho y sobre todo porque cree que hay motivo para protestar.
¿Por qué protestaban? ¿Por el Estatut? Por ese juguete de playmóbil no hubieran salido a la calle ni sus promotores. Se hizo una manifestación porque una parte de la población se sintió ofendida, incluso humillada. ¿Y por quién?
¿Por el Tribunal Constitucional?
La indignación era fruto de un cabreo acumulado que se iba hinchando un día sí y otro también, con la contribución de la farándula de aduladores del poder en que se ha convertido buena parte del oficio periodístico, ahora que todos somos columnistas de opinión.
Nadie en su sano juicio hubiera salido a la calle para defender un Estatut que fue aprobado por una ridícula minoría de catalanes tras un parto, muñido por una minoría parlamentaria que supo manejar el chantaje, mientras el resto se dejaba hacer, en la idea andreottiana de que el poder sólo desgasta a quien no lo tiene. Pues ahí estamos, manifestándonos por el honor y la dignidad de Catalunya y su derecho a decidir. ¿Y quién ha puesto el honor y la dignidad de Catalunya en almoneda? Los mismos que han animado a la gente a manifestarse. Porque hay un pequeño detalle que nuestros brillantes comentaristas han omitido en los fastos y las metáforas. Entre la manifestación pro Estatut del 11 de septiembre de 1977 y ésta del 2010, hay un abismo, o lo que sería una diferencia esencial. En septiembre del 77, señores, todos los que ahora hinchan el pecho de memoria olvidan que todos entonces eran oposición. Todos eran aspirantes del sistema que habían inaugurado las urnas en el mes de junio con una victoria aclaparadora,valga el catalanismo. Esa victoria democrática era de la izquierda catalana y no nacionalista, porque entonces mezclar ambas cosas hubiera dado risa a los miles de manifestantes. ¡Hasta dónde hemos llegado de autoengaño para olvidarnos de lo obvio!
La manifestación del pasado sábado, independientemente de lo que podía ser la voluntad íntima de cada manifestante, era una manifestación oficial. Un aplec sin sardanas, al que contribuyeron los voceros institucionales, la propaganda oficial. Incluso hubo quien se quejó de que los futbolistas catalanes de la selección española no hubieran sido debidamente presionados para que se declararan catalanistas afectos.¡Qué fácil sería encontrar similitudes con referéndums hoy día innombrables pero muy presentes en nuestra memoria! ¡Cuántas cosas quedaron al descubierto por la arrogancia del poder! La instrumentalización de los medios de comunicación en primer lugar. ¿No tendrán un gesto de rubor los supuestos garantes de la libertad y las buenas costumbres, escaqueándose de responder a casos flagrantes de manipulación oficialista? Ni uno de ellos moverá una ceja, porque hay que decirlo alto y claro, de ese modo que alguien antes decía que se hablaba en catalán: las instituciones que se han creado en Catalunya desde el poder, todas, sin excepción que yo sepa, han sido constituidas no para promoción de la libertad informativa, ni de las artes, ni de las letras, ni de la lengua, sino principalmente, y en algunos casos exclusivamente, para galanura y elogio del poder. Eso sí, pagando el gasto. ¿Que eso también ocurre en otras partes? ¡Yamime da una higa ese argumento mafioso! Yo estoy hablando de nosotros, que nos consideramos tan la hostia como para que nos tengan envidia, o miedo, o todas esas cursilerías de satrapillas de la oficina de la Generalitat que cultiva nuestra inconmensurable autoestima.
Esa unanimidad patriótica sólo la concede el poder, la casta, el oficialismo. No manden más gente a la universidad de Laval, ni al Quebec, ni al País Vasco. Buenos Aires es el destino ideal. La clase política se ha vuelto peronista sin saberlo, y como peronismos hubo muchos y aún quedan más, podemos estar contentos; podemos ser al mismo tiempo del poder y de la oposición, institucionalistas e independentistas, esquerranos y mundialistas, populistas y radicales… Los fondos públicos bien repartidos dan para mucho.
¡Qué papelón el de nuestros intelectuales independientes! “Desfilar reivindicando lo que somos y lo que queremos ser”, escribía Joan Subirats. Ramoneda nos advierte del dilema del siglo: o federalismo o independentismo. Ay, los federalistas. El federalismo en España tiene una prueba del algodón. El Cantón Murciano. ¿Usted está dispuesto a compartir los mismos derechos y deberes que el Cantón Murciano? ¡Hombre, tampoco es eso! Pues si no es eso, no hay federalismo posible. El federalismo en España es la más atractiva de las construcciones políticas y la más imposible, y si no que se lo pregunten al pobre Pi i Margall y la puta vida que le dieron aquí y allá. Podría seguir con una lista de las ínclitas plumas ubérrimas, al estilo de Rubén, pero ya uno se va cansando de hacer amigos. La vida intelectual en Catalunya de hoy está construida sobre la base de la complicidad. Un tarannà cultural, dicen.
Tenemos un problema con la historia. El pasado, nuestro pasado, no deja de cambiar. Lo están manipulando tanto que se han perdido las coordenadas y la gente se mueve con una especie de GPS de historiografía condensada. Nuestro entrañable monje Ragué acaba de descubrir que Jaime Balmes era independentista. ¿Saben ustedes que no hay ningún archivo en Catalunya que disponga de la colección del diario Arriba?¿40 años de historia del franquismo borrados? ¿Por desapego, por dejadez, por mala conciencia? Eso es lo que consiente que haya leído en un diario catalán que Eduardo Aunós era un heterodoxo. ¿Eduardo Aunós? Me hizo dudar. ¿Sería aquel mismo Aunós que fue ministro con Primo de Rivera y con Franco, aquel de quien se decía que de haber leído todos los libros que firmó hubiera tenido una gran cultura?
Después de la manifestación del sábado pasado, donde hubo quien “desfiló reivindicando lo que somos y lo que queremos ser”, ¿saben ustedes lo primero que hizo esa clase política que se jactó del éxito de la convocatoria que marcaba “un antes y un después”? Lo primero que hicieron es echarse atrás en la firma de un acuerdo por el que se podían convocar referéndums. Es precioso, no me digan que no. Convocan una manifestación por el derecho a decidir, por la dignidad del pueblo soberano, y lo primero que hacen al día siguiente es desdecirse.
Por todo eso me ha parecido una gran idea promover una manifestación que encabecen Millet, Montull – sin olvidar a sus señoras, catalanistas de pro-,y también Luigi,el primer gran experimentador de la transversalidad política en Catalunya, y Muñoz, el ex alcalde ilustrado, y los prohombres Prenafeta y Macià Alavedra, sin señoras, que las pobres ya han sufrido lo suyo con la pena del telediario. Con ese personal ya hay suficiente para sostener la pancarta con un lema rotundo: “España nos roba”. En tres idiomas: catalán, inglés y castellano, por ese orden. La idea no es mía, qué más quisiera yo que tener tan buenas ideas. Se la debo a Arnau Guasch y Oriol Sans, a quienes no conozco de nada. Y me quito el sombrero. Este país tiene futuro mientras haya gente con ideas y con valor para expresarlas.

De la alternancia al lodazal

De la alternancia al lodazal
Hoy las elecciones se ensucian con lodo y sangre.
Ernesto Núñez
Reforma, Ciudad de México (4 julio 2010).- Del 2 de julio del 2000, al 4 de julio del 2010. De la fiesta de la democracia, al lodazal. Del cambio, al regreso del PRI. De la alternancia, a las campañas sin propuestas ni alternativas. De la caída del PRI, a la contienda entre priistas y ex priistas. Del poder de los ciudadanos expresado en las urnas, al poder del narco influyendo en las elecciones locales.
A 10 años de una fecha histórica por la derrota de un régimen que gobernó México durante 71 años, el estado de la democracia mexicana puede evaluarse en función de los síntomas que manifiesta en las elecciones locales que tendrán lugar este domingo:
Las campañas se han caracterizado por la guerra sucia, el espionaje, la guerra de encuestas, la denostación entre candidatos y dirigentes de partidos, y la ausencia de propuestas.
Ante el avance registrado por el PRI entre 2007 y 2009, PAN y PRD se aliaron para competir juntos en seis estados (Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Tlaxcala –esta última coalición se anunció hace apenas siete días–). En la mayoría de esos estados, o al menos en los que tienen posibilidades de triunfo, postulan a ex militantes del PRI, ofrecidos a la ciudadanía como la mejor alternativa para acabar con los cacicazgos locales.
El tricolor echa mano del poder de sus gobernadores, que en los últimos tres años han logrado acaparar casi todos los espacios de poder a nivel local: controlan los congresos locales, los institutos electorales, los órganos de fiscalización, los medios de comunicación locales, además de los cuantiosos presupuestos transferidos por la Federación que les permiten operar a favor de sus candidatos.
En esta campaña, el candidato del PRD a la gubernatura de Quintana Roo, Gregorio Sánchez, fue a la cárcel por supuestos vínculos con el narco; al aspirante priista a gobernador de Sinaloa, Jesús Vizcarra, se le señaló como compadre del narcotraficante El Mayo Zambada; al candidato del PAN a la alcaldía de Valle Hermoso Tamaulipas, Mario Guajardo, lo asesinaron el 13 de mayo, y al candidato del PRI a la gubernatura de dicho estado, Rodolfo Torre Cantú, lo emboscaron y acribillaron seis días antes de las votaciones.
Al gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, se le exhibió dando órdenes a funcionarios de su administración para operar en favor del candidato del PRI a la gubernatura, Javier Duarte. Los audios de las conversaciones telefónicas en las que Herrera se jactaba de estar "en la cima del pinche poder", fueron presentados a los medios por el dirigente nacional del PAN, César Nava, quien no explicó el origen de las mismas.
A Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, también le fue intervenido su teléfono y el resultado fue una grabación que se difundió de manera anónima, en la que se muestra abiertamente como el jefe de la campaña del priista Eviel Pérez Magaña.
El PAN sugirió al electorado de Veracruz y Oaxaca castigar el comportamiento de sus gobernadores, y pidió a las autoridades investigar de oficio su conducta. Al no obtener respuesta, presionó para que renunciara la titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, Arely Gómez. Cuatro días antes de los comicios en los que se renovarán mil 502 cargos de elección popular, la fiscalía que deberá atender las denuncias de esta jornada electoral quedó descabezada .
El PRI acusó al PAN de utilizar al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) para espiar a sus gobernadores.
En Hidalgo, la candidata Xóchitl Gálvez denunció amenazas, acoso, agresiones, "hackeo" de sus redes sociales y la puesta en marcha de un operativo de compra del voto. Todo, a cargo del gobernador priista Miguel Osorio Chong.
En Puebla, el candidato aliancista Rafael Moreno Valle se quejó del apoyo del gobernador Mario Marín a su delfín, Javier López Zavala, quien acusó a su contrincante de contar con el apoyo del gobierno federal y, de paso, criticó sus preferencias sexuales.
En el colmo del absurdo, en Aguascalientes el PAN denunció que el gobernador Luis Armando Reynoso Femat, del PAN, apoya al candidato del PRI, Carlos Lozano.
En el último mes de campaña, panistas y perredistas multiplicaron sus denuncias por el uso electoral de los recursos de las arcas estatales para favorecer al PRI. La dirigencia nacional priista y sus gobernadores acusaron al PAN y al presidente Felipe Calderón de manipular el programa Oportunidades y usar a los delegados de dependencias federales como operadores políticos del blanquiazul.
Las autoridades electorales fueron denostadas, al exhibirse los vínculos entre los consejeros electorales y los gobernadores.
Para financiar estos procesos, se destinaron 3 mil 712 millones de pesos (distribuidos entre el gasto de los institutos electorales locales y el financiamiento que se otorga a los partidos). El IFE distribuyó 32 mil 251 spots de 20 segundos entre todos los partidos en los 14 estados.
Aún así, partidos y candidatos se acusaron de rebasar los topes de campaña.
En esta atmósfera transcurre la pelea por la reconfiguración del mapa político del país, de cara a las elecciones presidenciales del 2012.
Según lo dicho por los propios partidos y candidatos en los seis meses que duraron las precampañas y campañas, los casi 30 millones de electores convocados hoy a las urnas deberán elegir al menos malo entre una pléyade de candidatos denostados por sus contrincantes.
Se agotó la vía electoral
Para el investigador de El Colegio de México Sergio Aguayo todo esto que se vive es la consecuencia lógica de una crisis sistémica, un proceso de degradación que transcurrió en paralelo a la transición.
"Cometimos un error al concentrarnos tanto en la democracia electoral", concluye el académico, "le dimos prioridad suponiendo que después de que hubiera alternancia vendría la democratización de la economía, de la sociedad, en fin. Era el primer paso, creíamos".
Es una historia muy compleja –relata Aguayo– pero se puede resumir en una gran equivocación: otorgarle a los partidos políticos el protagonismo del proceso democrático.
Según Aguayo, tras cada crisis y movilización social vino una reforma electoral como respuesta. Ocurrió con la reforma política de 1977, que respondió al movimiento del 68 y la guerrilla de los años setenta, y se repitió con la reforma de 1996 tras el levantamiento zapatista de 1994 y la movilización de Alianza Cívica en favor de procesos electorales ciudadanos y confiables.
"A partir de 1997 viene una distribución sin precedentes del poder en cuatro niveles: el poder político, económico, el coercitivo o de las armas y el poder informativo. Y toda esta redistribución afecta cómo se realizan las elecciones.
"A partir de entonces, en las elecciones no se disputa quién va a ocupar cargos; es algo más que eso: las urnas son uno de los espacios donde estos grupos de poder se disputan las cuotas de cargos, presupuestos, negocios. Y eso me lleva a una conclusión terrible: por el momento la vía electoral está agotada, no está funcionando, al menos no para lo que sirve en una democracia, porque en las elecciones lo que observamos en este momento es una disputa feroz por los cargos, en la cual no existe autoridad capaz de frenar la intervención del gobierno, la guerra sucia, el ingreso ilegal de recursos... los institutos electorales están acorralados y sometidos, son irrelevantes", explica.

En el proceso electoral del 2000, Aguayo alcanza a identificar tres factores que considera esenciales para el desarrollo de la democracia electoral en los años siguientes: 1) el régimen fue tomado por sorpresa, 2) el presidente Ernesto Zedillo tenía un compromiso real con la democracia y 3) el PAN y Vicente Fox desplegaron la primera campaña negativa en la historia de México, en ese caso en contra del PRI.

En el 2006, la guerra sucia se intensificó y, a diferencia de lo que ocurrió en el 2000, en el proceso que llevó a Felipe Calderón a la Presidencia los árbitros electorales fallaron.

"Hoy vemos lo mismo, magnificado: una degradación sistémica en la que ya no existe ni siquiera ánimo de simular procesos democráticos, hay un cinismo exacerbado", concluye Aguayo.

El dato:

Sergio Aguayo prepara dos libros que se publicarán en septiembre:
La transición: historia documental 1910-2010. FCE y Colmex.
La cruda: guía para resistir la democracia fallida. Taurus.

Conózcalo:

Nombre: Sergio Aguayo Quezada.

Formación académica: licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México. Maestría y doctorado en la Universidad Johns Hopkins.

Actividad actual: profesor e investigador de El Colegio de México. Columnista en Reforma .

Trayectoria fuera de la academia: presidió la Academia Mexicana de Derechos Humanos, fue parte de la Coordinación Nacional de Alianza Cívica y actualmente preside Fundar, centro pionero en investigación aplicada.

Contra el populismo penitenciario

Contra el populismo penitenciario/Ramon J. Moles Plaza, director del Centre de Recerca en Governança del Risc de la Universidad Autónoma de Barcelona
Publicado en EL PAÍS, 17/07/10;
Desde el año 2000, el número de reclusos en España ha aumentado un 65,1%, lo que nos sitúa a la cabeza de Europa en tasa de presos por cada 100.000 habitantes: 153,6. Según datos oficiales, en 2009 había en las cárceles españolas 76.090 internos, el doble de los que había en 1990. De ellos, un 22%, está en prisión preventiva, esto es, a la espera de un juicio que resuelva sobre su situación. Mantener a un recluso en España cuesta de media 54,79 euros al día y contamos con un presupuesto que ha pasado del equivalente en pesetas a unos 689 millones de euros del año 2000 a casi 1.250 millones de euros en 2010. Curiosamente, las medidas alternativas a la prisión salen muchísimo más baratas: tan solo cuestan tres euros por persona y día. Aún más, según datos del Consejo de Europa publicados en 2005, el tiempo medio de estancia en prisión en España se duplicó desde 1996 (9,7 meses) hasta 2004 (16,7 meses).
Y todo esto a pesar de que España se sitúa en una tasa de criminalidad comparada de 45,8 por cada 1.000 habitantes, una de las tres más bajas de Europa y muy por debajo de la media europea de 69,1, situándose en 2009 al mismo nivel que en el año 2000. El Eurobarómetro de otoño de 2009 indicaba además que la percepción de la delincuencia como problema en España era de 11,0, la segunda más baja de Europa y muy lejos de la media de la UE de los 27 situada en 19,0. En resumen, en 10 años la criminalidad ha permanecido estable en cotas muy reducidas, su percepción por la población es muy baja y, sin embargo, en 20 años se ha duplicado la población penitenciaria.
¿Cuál puede ser el motivo de esta incoherencia? Parece que las sucesivas reformas del Código Penal como respuesta a lo que se ha dado en llamar “alarma social” podrían explicar en parte este hecho. Tengo para mí, sin embargo, la convicción de que existen razones más profundas que tienen que ver sobre todo con el “populismo penitenciario” de una clase política que reacciona a golpe de encuesta, alimentada a su vez por unos medios de comunicación que tienden a incrementar una alarma social que, cada poco tiempo, justifica la exigencia del endurecimiento de las normas penales a pesar del elevadísimo coste de este modelo populista basado en la testosterona parlamentaria.
La política penitenciaria no puede administrarse a base de modificaciones reactivas del Código Penal que, además de resultar carísimas, resultan ineficaces. Aunque resulte obvio, es preciso reiterar que las políticas preventivas ahorran recursos, mientras que las represivas encarecen costes. Existen ámbitos (salud pública, prevención de peligros laborables, seguridad viaria) donde ha quedado probado cómo las políticas de prevención del tabaquismo, de la obesidad, de la siniestralidad laboral o de los accidentes de tráfico ahorran no solo vidas (lo más importante) sino también dinero. Sin embargo, la visión hoy dominante se basa en la represión penal mediante un amplio uso de los ingresos en prisión. Este círculo vicioso conduce al desastre -nuestra práctica en España lo está demostrando- en términos de sostenibilidad social y económica y, esencialmente, de resocialización.
Aunque es obvio que hoy por hoy no es posible renunciar al papel punitivo del Estado, también lo es que en el abordaje de la criminalidad el derecho penal debiera ser el último recurso al que acudir, debiendo primar las estructuras administrativas de carácter preventivo, esto es, basadas en la prevención de peligros y la gobernanza de riesgos, en la medida en que la evitación del daño es infinitamente mejor y más barata que su reparación. Por no reiterar ejemplos anteriores: es objetivamente mejor evitar los daños derivados de la corrupción mediante un eficiente sistema de gobernanza de su riesgo que andar a la greña en comisiones de investigación y juzgados de instrucción para intentar reparar lo que no tiene remedio: la pérdida de confianza. Sin embargo, en nuestro sistema domina hoy la penalización de conductas, probablemente como materialización del populismo penitenciario al que me refería. Para justificarlo se dirá, por ejemplo, que gracias a esta política se ha reducido la siniestralidad viaria aunque está por ver si esta relación directa existe como única explicación del fenómeno. Lo que sí está claro es que, mientras tanto, las cárceles se llenan, por ejemplo, entre otros, de acusados de violencia sexista sin que las cifras de casos de agresión contra las mujeres disminuyan como consecuencia del endurecimiento penal. Se tendrá, pues, que arbitrar soluciones que resulten más eficaces que la cárcel para proteger a las mujeres de acciones perpetradas por violentos.
El ordenamiento jurídico se basa en la equidad fundamentada en la defensa de valores ampliamente consensuados a nivel de pacto de Estado que no debieran verse sesgados por el oportunismo electoral. La finalidad de la política penitenciaria es la rehabilitación social del penado, no su incapacitación perpetua mediante juicios mediáticos. Impartir justicia no consiste en convertir a las víctimas en verdugos. El estatus de víctima tiene un límite: el que establece el Estado de derecho dictando justicia, no venganza. En este sentido no es de recibo, por ejemplo, que los partidos políticos, en plena vorágine electoralista, otorguen protagonismo injustificado más allá de la sede judicial a las víctimas de delitos -por ejemplo, nombrando como asesores a familiares de víctimas- pues ello no hace más que retroalimentar el “populismo penitenciario”.
Para atajar el desbordamiento de las prisiones, la Administración, en primer lugar, debiera ser más eficiente tanto en el diseño y aplicación de políticas preventivas y de gobernanza de riesgos como en el uso del derecho administrativo sancionador, porque su legitimidad se basa en el poder de hacer cumplir las normas. En segundo lugar, para aumentar este cumplimiento se requiere un ordenamiento jurídico de calidad, con normas precisas y claras: diversos estudios de la OCDE sobre calidad normativa sitúan a España en un discreto lugar del ranking europeo. En tercer lugar, debieran implementarse medidas alternativas a la reclusión que contribuyan a descongestionar nuestro sistema penitenciario: es preciso dotar un sistema alternativo con criterios y medios más allá de las declaraciones de buenas intenciones. Finalmente, urge reconsiderar el uso de la prisión provisional para evitar que sea una suerte de condena anticipada resultado de la alarma social y del populismo penitenciario.
Diversas experiencias avalan estos planteamientos. La más reciente en los Países Bajos. Desde los años cincuenta hasta los ochenta del pasado siglo, Holanda consiguió reducir la población penitenciaria hasta niveles ínfimos basándose en que la prisión debe utilizarse como “último recurso” en el sistema penal. A partir de los años ochenta se inició una nueva etapa -parecida a lo que sucede hoy en España- que convirtió la prisión en un sistema de “defensa social” en el que se pasó de una media de 30 presos por cada 100.000 habitantes en 1985 (la tasa europea más baja) a una media de 120 presos por cada 100.000 habitantes en 2005. Como tampoco en España, esta evolución no tuvo nada que ver con la evolución de la criminalidad, que se mantuvo siempre estable. Sin embargo, hoy, Holanda, tras recuperar el discurso de que el sistema penal es el último recurso y haber implementado políticas preventivas y de gobernanza de riesgos acordes con ello, ha iniciado la desocupación de ocho prisiones y, para evitar la pérdida de los 1.200 puestos de trabajo de vigilante, se plantea importar presos de Bélgica y Alemania a cambio de dinero -generando ingresos en vez de costes-. Lo que demuestra el cambio de tendencia holandés es que el populismo penitenciario no solo no es eficaz, sino que conduce a una insostenible espiral de despilfarro económico. Afortunadamente, la opinión pública y el poder judicial holandés así lo comprendieron, iniciando una vuelta atrás en el camino represor. En fin, o empezamos a aplicar políticas preventivas o al final el populismo penitenciario nos llevará a todos a la cárcel.

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