23 mar 2008

Un fantasma recorre China...,

El del boicot de los juegs olímpicos.
Pekin acusó al Dalai Lama de orquestar "el terror" en Tíbet y en las provincias vecinas para boicoter los Juegos Olímpicos. El gobierno Chino considera que el Dali pretende "tomar los Juegos como rehén para forzar al Gobierno a hacer concesiones a la independencia", según el diario oficial del Partido Comunista Chino, El Diario del Pueblo.
"Debemos ganar la victoria final contra las fuerzas separatistas para asegurar unos exitosos Juegos Olímpicos con una situación social estable en la región autónoma de Tíbet", dijo el gobernador de la región, Qiangba Puncog, a la agencia oficial china Nueva China.
En tanto, Ma Ying-jeou el presidente electo de Taiwan, dijo que el Dalai "sería muy bienvenido"
. Un día después de ganar las elecciones aseguró que, si la situación en Tíbet empeora, consideraría el boicot a los Juegos Olímpicos en China.
El sábado, un grupo de 29 intelectuales chinos, encabezado por el escritor Wang Lixiong, pidió a Pekín en un manifiesto la apertura de diálogo con el líder espiritual de Tíbet y que se permita que las Naciones Unidas investiguen sobre el terreno acerca de las muertes en las revueltas.
Las acusaciones de China al Dalai Lama se producen después de que éste reiterara su rechazo a la violencia y de que mostrara su disposición al diálogo.
Tampoco gusto la visita que le hizo de la presidenta de la Cámara de Representantes de EE UU, Nancy Pelosi.
El eco de las revueltas en la región del Himalaya ha llegado hasta Roma. El Papa dedicó parte de su mensaje de Pascua y su llamamiento urbi et orbi a pedir el fin de la injusticia y la violencia en el mundo, refiriéndose expresamente a los disturbios en Tíbet, y también a Irak y Darfur.

Intelectuales de Johnson

Intelectuales/Salvador Pániker, filósofo, ingeniero y escritor
Publicado en EL PAÍS, 11/04/2006;
Leo que Joan Estelrich, en su diario, critica a Carles Riba, “siempre tan raquítico, tan incapaz de elogio, tan incapaz de gratitud, negando el pan y la sal a sus maestros y a sus compañeros…”. En fin, que Estelrich considera que Riba, a pesar de su categoría intelectual, era mezquino y envidioso. Y yo digo que vaya usted a saber. Es un asunto sumamente delicado ese de la demolición de algunos mitos. Por ejemplo, el señor Paul Johnson escribió hace algún tiempo un libro, titulado Intelectuales, en el que analizaba la vida, la obra y las mentiras de Rousseau, Ibsen, Marx, Tolstoi, Sartre, Bertrand Russell, entre otros. Era un libro ameno, documentado y escrito con buen ritmo. La idea maestra, según Johnson, era que todos estos “grandes hombres”, aunque tuvieran algún talento específico, fueron unos personajes falsos y monstruosamente egocéntricos, con una vida privada que desmentía sus escritos públicos; personas que amaban sus ideas, pero no al prójimo.
Se trataba, ya digo, de un libro ágil, brillante, perspicaz y que manejaba abundante documentación. Un libro útil. Ahora bien, en su empeño por derribar ídolos, Johnson, cuya crítica puntual era atinada, dejaba sin aclarar un punto esencial: ¿cómo unos personajes tan “falsos” habrían podido crear una obra tan solvente? El caso es que no basta con yuxtaponer, como él lo hace, la genialidad y la falsedad. Es preciso hilar más fino. Es preciso articular -y no sólo yuxtaponer- las distintas dimensiones de una personalidad humana. Además, hablando con rigor, pienso que ninguno de los personajes inventariados por Johnson -por cierto, sólo una mujer entre ellos- era un impostor. Sin duda cometieron imposturas, pero no eran impostores. Conviene distinguir entre nivel psicológico y nivel ontológico. Si había contradicción entre su vida y su obra -¿y dónde no la hay?- también esta contradicción formaba parte de un continuum creativo. En todo caso, su falsedad no era total, ni solía ser consciente, ni anulaba la autenticidad de su obra. Todos estos escritores, más allá de las posibles marrullerías de su vida cotidiana, se identificaban realmente con lo que escribían. Ahí no había fisura. E insisto en que las contradicciones y las “falsedades” de una vida también forman parte del sufrimiento y la suciedad que aboca a una obra creativa. Es el principio del order from noise (orden a partir del ruido).
Además, toda obra humana se inscribe en un contexto histórico-social determinado. Tomemos el caso de Baudelaire, prototipo de lo que alguien ha llamado “el artista como gamberro”, una especie, felizmente, en extinción. Baudelaire actuaba bajo la sombra final del satanismo romántico: se pintaba el cabello de verde, se drogaba, se emborrachaba, tenía una amante negra, escandalizaba al público con poemas sobre lesbianas. Lo cierto es que Baudelaire representaba un rol con ánimo de realimentar su inconformismo. Más exactamente: Baudelaire es el primer escritor conscientemente nihilista que, para escapar a su propia nada, se disfraza de algo, en su caso, de dandy. Es un animal lúcido, enfermo de sífilis, con alguna tentativa de suicidio en su historial. Consume opio, más para aliviar sus dolencias que por apetito de paraíso. No trata tanto de escandalizar al prójimo cuanto de tenerse en pie de alguna manera. Ello es que la lucidez, de entrada, es destructiva. El antídoto es la mística. La mística que también es una forma de lucidez. Y la mística de Baudelaire se resume en un famoso manifiesto: “Il faut vous enivrer sans treve. De vin, de poésie ou de vertu, à votre guise. Mais enivrez-vous”. (”Es preciso embriagarse sin tregua: de vino, de poesía o de virtud, a vuestro gusto. Pero embriagaos”). El caso es que Baudelaire publicó Les fleurs du mal un par de años antes de que Darwin sacara a la luz El origen de las especies, cuando estaba ya en el aire la más profunda orfandad del animal humano. Pues ya se sabe que fue Darwin, y no Nietzsche, el primero que mató a Dios. (Nietzsche sólo publicó la esquela, y el remate definitivo lo perpetró Saussure al señalar que el sentido no tiene su origen en ninguna esencia trascendental, sino en un mero sistema cerrado de signos). En todo caso, ya digo, el desencanto estaba en el aire, y el romanticismo tardío se nutrió de ello.
Pero Baudelaire también había expresado la exigencia de ser sublimes sin interrupción. Y he ahí lo relevante: sin interrupción, sin fisura en lo último. Creo, pues, que el señor Johnson no ha atendido suficientemente a ese “apetito de verdad total” que caracteriza a ciertos seres humanos, por falsa que su vida pueda parecer. Johnson no advierte ese “candor de la verdad”-verdad que puede ser literaria, moral o del tipo que fuere- y que convierte a quienes lo tienen en personajes muy vulnerables -lo cual explica muchas de sus miserias-. Ciertamente, Johnson admite -faltaría más- un apetito parcial de verdad en muchos escritores; así, hablando de Hemingway apunta que hubo algo que nunca le faltó: integridad artística. Ahora bien, sucede que cuando se quiere ser íntegro en algo, se genera una tendencia a querer ser íntegro en todo. Aunque luego no se consiga. Y este llamémosle instinto de totalidad indivisible es lo que finalmente caracteriza al hombre real, por mucho que parcialmente fracase.
Tocante al inevitable egocentrismo del “gran hombre”, o de la “gran mujer”, también ahí la articulación es clara. Ninguno de los grandes creadores tiene un bajo concepto de sí mismo. ¿Cómo va a tenerlo? Ahora bien, este plus de autoestima pide también un plus de afecto y reconocimiento por parte del prójimo. El llamado egocentrismo de los “grandes” arranca de ahí. Otra cosa es el egocentrismo de los que sin ser grandes se creen (o se fingen) grandes -que también abunda-. Y otra cosa es también lo poco de fiar que son los grandes creadores cuando se ponen a pontificar sobre cuestiones públicas o políticas.
Apetito de verdad, entrega incondicional a algo, y no forzosamente a la propia obra. Es el caso de Tolstoi, que sólo a breves temporadas escribió. Tolstoi, que quiso que, en seguida después de su boda, su esposa leyera sus diarios. La mujer quedó horrorizada, el matrimonio comenzó mal. Es un ejemplo de ese peligroso “candor de la verdad” antes mentado. Johnson apunta que si Tolstoi hubiese sido un hombre sensato, habría vendido su gran latifundio y se habría concentrado en escribir libros. Pero Johnson se equivoca: si Tolstoi hubiese sido un hombre sensato, no habría escrito ni una línea. Las contradicciones de la vida privada de un creador son indisociables de su obra. La vida de un ser humano real nunca es reducible a una ecuación lineal; al contrario, es caótica, imprevisible, no-lineal.
Johnson, pues, simplifica cuando tiende a encontrar explicaciones ruines y egocéntricas para los grandes impulsos generosos. Así, según él, si Tolstoi quiere vivir evangélicamente y renunciar a sus bienes, será por su afición a los gestos teatrales. Pero eso es reduccionismo parcial. Empeñado en desmitificar a sus héroes, Johnson no advierte la grandeza de las equivocaciones, de las obsesiones, de los desvaríos. Establece una fisura entre la vida cotidiana del creador y su vida artística, sin advertir que esa misma supuesta fisura es cibernética, retroactiva, creadora de nueva complejidad, y que, en rigor, no hay tal fisura, sino sólo contradicciones. Lo cual es muy distinto.
Pongamos, pues, las cosas en su punto. Es higiénico y sensato denunciar a los intelectuales fabricantes de utopías capaces de sacrificar a las personas en nombre de las ideas.
Las atrocidades cometidas en el siglo XX nos han inmunizado contra esta clase de prestigios. Ahora bien, aquí sólo se trata de salvar la última autenticidad de los verdaderos creadores. Volvamos al desiderátum de Baudelaire. Obviamente, no se puede ser sublime sin interrupción, pero lo que sí cabe es ese mentado apetito permanente de “verdad total”, un apetito que subyace incluso debajo de las mentiras y las bellaquerías. Y eso es lo que finalmente cuenta.

Shakespeare, Cervantes y Bloom

Don Quijote después de cuatro siglos/Harold Bloom es autor, entre otros ensayos, de El canon occidental: la escuela y los libros de todas las épocas.
Publicado en EL PAÍS, 27-02-2005;
La típica pregunta de la isla desierta ("¿si pudiera llevarse un solo libro, cuál sería?") no tiene una respuesta universal, pero los lectores más constantes y dotados de más juicio escogerían entre tres: la Biblia inglesa autorizada (la Biblia del rey Jacobo), las Obras completas de Shakespeare y el Quijote de Miguel de Cervantes. ¿Resulta extraño que la fecha de publicación de los tres rivales sea prácticamente simultánea? La Biblia del rey Jacobo apareció en 1611, seis años después de que se publicara la primera parte de Don Quijote, en 1605 (la segunda parte salió una década después, en 1615).
En 1605, Shakespeare igualó la grandeza de la obra maestra de Cervantes con El rey Lear, a la que siguieron Macbeth y Antonio y Cleopatra. James Joyce, al hacerle la pregunta de la isla desierta, dio una respuesta magnífica: "Me gustaría poder decir Dante, pero tengo que quedarme con el inglés, porque es más rico". Se puede percibir cierto resentimiento irlandés ante Shakespeare y una envidia personal por el público que tenía Shakespeare en el Globe Theatre, que se manifiesta en una obra aún poco leída (salvo por los especialistas y unos cuantos entusiastas), Finnegans Wake. En los países de habla inglesa, la Biblia se lee, a Shakespeare se le lee y se le representa, pero Cervantes parece tener menos presencia de la que tenía en otro tiempo. Han sido numerosas las buenas traducciones al inglés desde la de Thomas Shelton, en 1612 -que Shakespeare conocía sin duda-, pero la extraordinaria versión de Edith Grossman, publicada en 2003, merece ser leída por los que no podemos absorber con facilidad el español de Cervantes.
Cervantes (1547-1616) murió el mismo día que Shakespeare (1564-1616), e indudablemente nunca oyó hablar del dramaturgo inglés. Shakespeare tuvo una vida tan corriente y anodina que no puede haber ninguna biografía suya que resulte atractiva. Los hechos importantes se pueden contar en unos cuantos párrafos. Cervantes, por el contrario, vivió una existencia difícil y violenta y, sin embargo, todavía no existe en inglés ningún relato de su vida que le haga justicia. Sólo el resumen parece un guión de Hollywood. Los especialistas no se ponen de acuerdo en si la familia de Cervantes era de "cristianos viejos" o "nuevos", los judíos conversos que se hicieron católicos en 1492 para evitar ser expulsados. Quien deseaba entrar en el ejército imperial español tenía que jurar que era de sangre "sin mancha", y así lo hicieron Cervantes y su hermano, pero llama la atención que un héroe que perdió para toda la vida el uso de la mano derecha en la gran batalla naval de Lepanto contra los turcos, en 1571, nunca recibiera la menor promoción por parte del rey Felipe II, ferozmente católico.
Hasta que llegó a una vejez relativamente cómoda gracias al tardío mecenazgo de un noble, la historia personal de Cervantes es un desfile de privaciones. Enviado al exilio en 1569, tras participar en un duelo, fue a Italia y un año después se alistó en el ejército conjunto hispano- italiano para luchar contra el Imperio Otomano bajo las órdenes de don Juan de Austria, el hermano bastardo de Felipe II.
Recuperado en parte de las heridas sufridas en Lepanto, pero aún maltrecho, Cervantes participó en varias batallas navales más hasta 1575, año en el que los turcos le capturaron; soportó cinco años de esclavitud en Argel, y Felipe II se negó a comprar su libertad. En 1580, por fin, su familia y un monje amigo pudieron rescatarle. Sin poder obtener empleo del rey, Cervantes inició una precaria carrera literaria, con repetidos fracasos como dramaturgo. La desesperación le llevó a hacerse recaudador de impuestos, pero en 1598 le encarcelaron, acusado de desfalco. En la cárcel empezó a escribir el Quijote, terminado en 1604 y publicado al año siguiente por un editor que estafó a Cervantes y no le pagó sus derechos. El libro, magnífico, se convirtió en un éxito inmediato, pero eso sirvió de poco a la hora de cubrir las necesidades de Cervantes y su familia.
En 1614 apareció una falsa segunda parte del Quijote, pero Cervantes publicó la suya en 1615. Un año después, el mayor autor de la lengua española murió y fue enterrado en una tumba sin nombre. Al leer el Quijote, no estoy convencido, en absoluto, de que tengan razón los estudiosos que consideran religiosos tanto al autor como al libro, aunque sólo sea porque pierden de vista su ironía que, a menudo, es demasiado amplia para captarla. Claro está que también muchos estudiosos nos dicen que Shakespeare era católico, y yo tampoco me lo creo demasiado, porque sus alusiones suelen hacer referencia a la Biblia de Ginebra, una versión muy protestante. El Quijote, como las últimas obras de Shakespeare, me parece más nihilista que cristiano; dos de los mayores creadores occidentales parecen insinuar que el destino final del alma es la aniquilación. ¿Qué es lo que hace del Quijote la única obra capaz de rivalizar con Shakespeare por la suprema gloria estética? Cervantes tiene una comicidad soberbia, igual que Shakespeare, pero el Quijote tiene de comedia tan poco como Hamlet. Felipe II, que agotó los recursos del imperio español en defensa de la Contrarreforma, murió en 1598, diez años después del fracaso de la Armada Invencible, destruida por las galernas y los marinos ingleses.
La España que aparece en el Quijote es la posterior a 1598: empobrecida, desmoralizada, dominada por el clero, con la tristeza de haberse perjudicado a sí misma un siglo antes al expulsar o forzar a la clandestinidad a sus vastas y productivas comunidades judía y musulmana. En el Quijote, como en Shakespeare, hay que leer, en gran parte, entre líneas. Cuando el jovial Sancho Panza grita que él es cristiano viejo y odia a los judíos, ¿pretende Cervantes, con su sutileza, que lo leamos sin ironía? El contexto del Quijote es la miseria, salvo en las casas de los nobles, que son bastiones de burla y racismo en los que se somete al maravilloso Don Quijote a terribles bromas pesadas. La novela de Cervantes (que es el nacimiento del género) es memorable por dos fantásticos seres humanos, Don Quijote y Sancho Panza, y por la relación afectuosa e irascible entre ellos. No existe una relación así en Shakespeare: Falstaff es afectuoso y el príncipe Hal, irascible, y Hamlet, en Horacio no tiene más que a un adorador. En una ocasión dije que Shakespeare nos enseña a hablar con nosotros mismos, pero Cervantes nos enseña a hablar entre unos y otros. Aunque uno y otro construyen realidades capaces de darnos cabida a todos, Hamlet es, en definitiva, un individuo indiferente hacia sí mismo y hacia los demás, mientras que el hidalgo español es un hombre que se preocupa por sí mismo, por Sancho y por quienes necesitan ayuda.
Maestros de la representación, tanto Shakespeare como Cervantes son vitalistas, de ahí que Falstaff y Sancho Panza tengan la alegría de vivir. Pero dos autores tan modernos son, al mismo tiempo, escépticos, y por eso Hamlet y Don Quijote están llenos de ironía, incluso en medio de la locura. El padre castellano de la novela y el poeta y dramaturgo inglés comparten un entusiasmo y una exuberancia que constituyen su talento genial, superior al de todos los demás, en cualquier otra época y en cualquier otra lengua.
Para Don Quijote y Sancho, la libertad es una función del orden de juego, que es desinteresado y precario. El juego del mundo, para Don Quijote, es una visión depurada de la caballería, el juego de los caballeros errantes, las bellas damiselas virtuosas y en peligro, los magos poderosos y malvados, gigantes, ogros y búsquedas idealizadas. Don Quijote está valerosamente loco y es obsesivamente valiente, pero no se engaña a sí mismo. Sabe quién es, pero también quién puede ser si quiere. Cuando un cura moralista acusa al hidalgo de que no vive en la realidad y le ordena que se vuelva a casa y deje de viajar, Don Quijote le replica que, para ser realistas, como caballero errante, ha corregido entuertos, castigado la arrogancia y aplastado a diversos monstruos.
¿Por qué tuvo que esperar la invención de la novela a Cervantes? Ahora, en el siglo XXI, da la impresión de que la novela sufre una larga agonía. Nuestros maestros contemporáneos -Pynchon, Philip Roth, Saramago y otros- parecen forzados a volver a la picaresca y al romance, las formas precervantinas. Shakespeare y Cervantes crearon gran parte de la personalidad humana tal como la conocemos, o, al menos, las formas de representar esa personalidad: el Poldy de Joyce, su Ulysses irlandés y judío, es al mismo tiempo quijotesco y shakesperiano, pero Joyce murió en 1941, antes de que el Holocausto de Hitler llegara a conocerse del todo. En nuestra era de la información y el terror permanente, es posible que la novela cervantina se haya quedado tan anticuada como el drama shakesperiano. Me refiero a los géneros, no a sus maestros supremos, que nunca pasarán de moda.
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Dice Bloom que Shakespeare creo a Rosalinda, a Falstaff, a Hamlet, a Yago, a Lear, a Macbeth, a Clopatra, pero se niega a crearse a sí mismo en sus sonetos (...) Podría ser que su alejamiento de sí mismo sea una insinuación que nos hace para que podamos tolerar los sufrimientos formidables que son el don estético que nos hacen sus tragedias"."
En tanto, agrega, el aporte de Cervantes a la creación fue el coraje quijotesco -literal, moral, viisioario-. Cervantes comparte con Shakespeare y con Dante una característica peculiar de la Keter o corona cabalística: la audacia de Adán temprano por la mañana (como la llamó Walt Whitman), la participación de la voluntad o dseo divino que los cabalistas denominaron Razon. Todas las emanaciones literarias adicionales irradian de Cervantes, como lo hacen de Shakespeare; Bloom, Harold, Genios, Ed Anagrama, 2005.
Pero una precisión a Blomm se dice que el Día Internacional del Libro se conmemora el 23 de abril porque ese día, de 1616, fallecieron los dos más grandes escritores de la literatura universal: Cervantes y Shakespeare. Pero tan errónea es esa coincidencia como la mayoría de las teorías sobre los paralelismos en su vida y obra.
Muchos expertos -entre ellos Blomm-, a lo largo de la historia han comparado y encontrado similitudes entre Don Quijote y Hamlet o el rey Lear, entre Sancho y Falstaff, en la novedosa mezcla de géneros que utilizaron los dos genios o, simplemente en su contemporaneidad de vida y de muerte.
Pero, en realidad, las semejanzas entre ambos genios son escasas.
El error más difundido es el de la fecha de su muerte, como lo afirma Bloom. Siempre se ha sostenido que ambos murieron el 23 de abril de 1616, pero ninguno lo hizo. Cervantes falleció el 22 y fue enterrado el 23, mientras que la diferencia de fechas es aún mayor con Shakespeare, ya que en aquella época Inglaterra se regía por el calendario juliano, por lo que en realidad su muerte se produjo un 3 de mayo.
Nunca se encontraron; Cervantes nunca oyó hablar de Shakespeare, es más puede que ni siquiera leyera "El Quijote"; sus vidas son totalmente opuestas; uno es novelista y el otro dramaturgo; drama frente a comedia; no hay influencias directas del uno en el otro.
Más diferencias que semejanzas.
"Las coincidencias son mínimas. El único dato seguro es que Shakespeare leyó la primera parte del Quijote y que hay una obra perdida de la que se conserva un resumen" en la que el inglés -junto a un colaborador- retoma el personaje de Cardenio, que aparece en un episodio de la principal obra de Cervantes.
"Todo lo demás son conjeturas", afirma el director del Departamento de Filología Española y sus didácticas de la Universidad de Huelva, Luis Gómez Canseco, autor, junto a Zenón Luis-Martínez, de "Entre Cervantes y Shakespeare: Sendas del Renacimiento".
Incluso más escéptico se mostró el profesor Michael Bell, del departamento de Literatura inglesa y comparada de la Universidad de Warwick (centro de Inglaterra), que asegura que "sería muy complicado" probar que el genio inglés leyera la obra del español.
Pero la realidad no ha desalentado la imaginación de otros escritores que en los tiempos actuales han tratado de buscar o inventar relaciones, encuentros o influencias entre los dos genios.
Carlos Fuentes, por ejemplo, recogió en un libro de ensayos publicado en 1988 una teoría bastante extendida que afirma que "quizás ambos fueran la misma persona".
El británico Anthony Burgess da en su cuento "Encuentro de Valladolid" su visión de una hipotética reunión entre los dos escritores.
O Tom Stoppard, el dramaturgo británico, que recreó la conversación que podrían haber sostenido Shakespeare y Cervantes si el español hubiera formado parte de la delegación de su país que acudió a Sommerset House de mayo a agosto de 1604 para negociar la paz entre los dos países.
Y la película española "Miguel y William", que fantasea, en tono de comedia, con un encuentro de Miguel de Cervantes y William Shakespeare, en la España de finales del siglo XVI.
Estas fantasías tienen una base, para algunos excesiva, y es el hecho de que en la biografía de Shakespeare existe un periodo, en la década de 1590, en el que no se sabe qué hacía ni dónde se encontraba.
Frente a estos datos que forman parte de la fantasía, el profesor Bell considera que lo verdaderamente importante es la coincidencia en los estilos y contenidos de las obras de ambos escritores. "Ambos produjeron figuras que en cierta manera sentaron las bases fundacionales de los iconos", como es el caso de Hamlet o Don Quijote, y además lo hicieron "con apenas unos años de diferencia".
Y los dos utilizaron una estructura de tramas y subtramas, en las que siempre incluían partes de comedia.
Pero esas similitudes de estilo se debieron probablemente al simple motivo de que los dos escritores coincidieron en una época y tuvieron "influencias culturales parecidas", además de las mismas "lecturas", lo que les llevó a ofrecer "soluciones literarias paralelas", según Gómez Canseco.
A su juicio eso es lo importante y no el hecho de que Shakespeare pudiera haber leído el Quijote, lo que "no es especialmente significativo".
Tampoco es especialmente significativo que el "Día del Libro" se fijara sobre una premisa errónea porque, aunque el 23 de abril de 1616 no murieron ni Cervantes ni Shakespeare, sí lo hizo el Inca Garcilaso de la Vega y también en esa fecha nacieron Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo.

El limbo en el limbo

Paraíso encontrado, limbo perdido/Harold Bloom, crítico literario estadounidense, profesor de la universidad de Yale.
Publicado en EL MUNDO, 02/01/2006;
Siento el tremendo pesar, tanto personal como literario, de que, si el Papa Benedicto XVI se sale con la suya, quizás dentro de un año, más o menos, el limbo estará en el limbo (que es donde estaba). Este tema me trae a colación un recuerdo. Paseaba por Broadway en una gélida mañana del Upper West Side [el barrio de Nueva York al oeste de Central Park] en 1972 cuando me encontré de bruces con un buen conocido mío, el novelista Anthony Burgess, y le entregué a petición suya la botella de Fundador que acababa de comprar en una tienda de licores de por allí cerca. Con la ropa hecha una pena y los ojos semicerrados bajo el sol después de una noche dedicado a escribir, Burgess necesitaba medicación inmediata.
Por si fuera poco, él era quien me había descubierto este tonificante brandy español apenas unas semanas antes, así que insistí en que se quedara la botella no sin que antes él le hubiera atizado dos tientos prodigiosos en plena calle. Cuando me di la vuelta, camino otra vez de la tienda de licores, oí que me gritaba: «¡Esta deuda se saldará, Bloom! ¡Cuando llegues al limbo, allí te estaré esperando con una botella de Fundador!».
Católico romano no practicante (como su ídolo, James Joyce), Burgess era excesivamente optimista acerca de nuestro encuentro en la otra orilla, puesto que ninguno de nosotros reunía las condiciones para optar al limbo, un estado que la Iglesia, en gran medida a instancias de Tomás de Aquino, preveía para los niños sin bautizar y para los patriarcas hebreos que habían precedido a Jesucristo.
Por supuesto, Dante fue mucho más lejos que Aquino en el Canto IV de su El infierno y metió con calzador en el limbo a los filósofos y los poetas del mundo antiguo; por encima de todos, a su mentor amadísimo, Virgilio, pero también a Homero, Horacio, Ovidio y otros, e incluso a personajes literarios como Héctor y Eneas. Bastante más sorprendente resulta que Dante admitiera también a tres musulmanes: el guerrero Saladino y los filósofos Avicena y Averroes.
El limbo goza de una rica historia literaria, en cuyo honor espero que el Papa y su Comisión Teológica Internacional se abstengan de condenar al destierro a este ámbito tan agradablemente ambiguo.
Es posible que el infierno, el purgatorio y el cielo parezcan unos destinos definidos y delimitados de un modo excesivamente estricto si no cuentan con el concurso del limbo como interesante escolta. En el Orlando Furioso, la obra del Renacimiento italiano original del poeta Ludovico Ariosto, el caballero Astolfo visita el limbo de la luna y descubre que ha ido a parar allí todo aquello de lo que la tierra no quiere saber nada: personas de talento metidas en jarrones con sus nombres, sobornos colgados de ganchos de oro y muchas más cosas.
En su Enrique VIII, Shakespeare se refiere al «limbo de los padres» como sinónimo de prisión mientras que, en El paraíso perdido, John Milton nos habla del paraíso de los tontos como «un limbo vasto y anchuroso» en el que los vientos arrastran de acá para allá cogullas, capuchas, hábitos, reliquias, rosarios, indulgencias, indultos y bulas papales.
El poeta satírico del siglo XVIII Alexander Pope desarrolla los temas de Ariosto y Milton en El rizo robado, en el que el limbo lunar contiene «sonrisas de rameras y lágrimas de herederos».
Mucho más sombrío es el Limbo del poeta romántico Samuel Taylor Coleridge, más famoso por El cantar del viejo marino y Kubla Khan. El limbo de Coleridge no está en la luna, y tampoco en las fronteras del infierno, sino en la línea fantasmagórica que hay entre lo que es y lo que no es, las pesadillas de un adicto al opio en plena vigilia. «La única realidad, ¡esto! En la guarida del limbo / aterroriza a los fantasmas, igual que aquí los fantasmas aterrorizan a los hombres».
Los motivos del Vaticano para modificar su teología son bienintencionados, sin duda alguna: los conversos africanos y asiáticos cuyos niños mueran antes de ser bautizados tendrán la seguridad de que es el paraíso, no el limbo, lo que les espera a los niños que pierdan.
En cualquier caso, los no católicos como yo mismo no tenemos por qué meternos en cuestiones que sólo son del interés de los fieles. Así y todo, hace unos días recibí una llamada anónima de una mujer que me aseguró que mi libro más reciente me iba a enviar al infierno sin ningún género de dudas. Yo preferiría el limbo, aunque sólo fuera por compartir otra vez con Anthony Burgess una botella de Fundador.

Oda a Whitman



Oda a Walt Whitman/ Pablo Neruda
Yo no recuerdo
a qué edad,
ni dónde,
si en el gran Sur mojado
o en la costa
temible, bajo el breve
grito de las gaviotas,
toqué una mano y era
la mano de Walt Whitman:
pisé la tierra
con los pies desnudos,
anduve sobre el pasto,
sobre el firme rocío
de Walt Whitman.
Durante
mi juventud
toda
me acompañó esa mano,
ese rocío,
su firmeza de pino patriarca, su extensión de
pradera,
y su misión de paz circulatoria.
Sin
desdeñar
los dones
de la tierra,
la copiosa
curva del capitel,
ni la inicial
purpúrea
de la sabiduría,

me enseñaste
a ser americano,
levantaste
mis ojos
a los libros,
hacia
el tesoro
de los cereales:
ancho,
en la claridad
de las llanuras,
me hiciste ver
el alto
monte
tutelar. Del eco
subterráneo,
para mí
recogiste
todo,
todo lo que nacía,
cosechaste
galopando en la alfalfa,
cortando para mí las amapolas,
visitando
los ríos,
acudiendo en la tarde
a las cocinas.
Pero no sólo
tierra
sacó a la luz
tu pala;
desenterraste
al hombre,
y el
esclavo
humillado
contigo, balanceando
la negra dignidad de su estatura,
caminó conquistando
la alegría.
Al fogonero,
abajo,
en la caldera,
mandaste
un canastito
de frutillas,
a todas las esquinas de tu pueblo
un verso
tuyo llegó de visita
y era como un trozo
de cuerpo limpio
el verso que llegaba,
como
tu propia barba pescadora
o el solemne camino de tus piernas de acacia.
Pasó entre los soldados
tu silueta
de bardo, de enfermero,
de cuidador nocturno
que conoce
el sonido
de la respiración en la agonía
y espera con la aurora
el silencioso
regreso
de la vida.
Buen panadero!
Primo hermano mayor
de mis raíces,
cúpula
de araucaria,
hace
ya
cien
años
que sobre el pasto tuyo
y sus germinaciones,
el viento
pasa
sin gastar tus ojos.
Nuevos
y crueles años en tu patria:
persecuciones,
lágrimas,
prisiones,
armas envenenadas
y guerras iracundas,
no han aplastado
la hierba de tu libro,
el manantial vital
de su frescura.
Y, ay!
los
que asesinaron
a Lincoln
ahora
se acuestan en su cama,
derribaron
su sitial
de olorosa madera
y erigieron un trono
por desventura y sangre
salpicado.
Pero
canta en
las estaciones
suburbanas
tu voz,
en
los
desembarcaderos
vespertinos
chapotea
como
un agua oscura
tu palabra,
tu pueblo
blanco
y negro,
pueblo
de pobres,
pueblo simple
como
todos
los pueblos,
no olvida
tu campana:
se congrega cantando
bajo
la magnitud
de tu espaciosa vida:
entre los pueblos con tu amor camina
acariciando
el desarrollo puro
de la fraternidad sobre la tierra.

Hacia el boicot de la olimpiada

Berlín, agencia EFE
El presidente del Parlamento Europeo, Hans Gert Pöttering, amenazó hoy a China con el boicot a los Juegos Olímpicos de Pekín por la sangrienta represión contra la población tibetana e instó a su gobierno a negociar con el Dalai Lama.
"No podemos descartar un boicot a las Olimpiadas. Queremos que los Juegos se celebren con éxito, pero no si el precio para ello es el genocidio cultural de los tibetanos del que habla el Dalai Lama", dijo el político en declaraciones que publica mañana el dominical "Bild am Sonntag".
"Pekín debe decidirse y negociar de inmediato con el Dalai Lama. Si no hay señales de acercamiento, consideraré legítimo las medidas de boicot", añadió Pöttering, de la Unión Democráta Cristiana (CDU) de la canciller Merkel.
El presidente del Parlamento anunció que el próximo miércoles se abordará la situación en el Tíbet en la cámara europea y dijo que aconsejará a "los países de la UE" que "se pronuncien con una sola voz por la defensa de los Derechos Humanos".
El gobierno de Berlín ha emplazado al chino a dar cuentas de lo que ha sucedido en Tíbet. Según el ministro de Asuntos Exteriores, Franz Walter Steinmeier, China debe ser más abierta con la opinión pública, sobre todo con vistas a los Juegos Olímpicos. "Hacer espectáculos brillantes para la televisión mientras en el propio país reina el caos, eso es algo que ya no puede funcionar hoy en día", recalcó Steinmeier, en declaraciones al diario "Bild".

Mary Ann Glendon

La nueva embajadora de Estados Unidos en el Vaticano, sustituyó a Francis Rooney.
Entrevista a Mary Ann Glendon/por la agencia ZENIT.org
Glendon, de 70 años es profesora de Derecho en la Universidad de Harvard, y presidente de la Academia Pontificia para las Ciencias Sociales; en 1994, Juan Pablo II la nombró para presidir la delegación de la Santa Sede ante la IV Conferencia sobre las Mujeres de la ONU en Pekín. Es autora de varios libros entre ellos, La transformación del Derecho de Familia.
-¿Tras representar al Vaticano por tantos años, qué supone representar a Estados Unidos ante la Santa Sede?
-Mary Ann Glendon: Muchos de los trabajos que he hecho a lo largo de los años como voluntaria laica para la Santa Sede han sido académicos más que de representación --ha supuesto usar mi preparación en derecho y ciencias sociales para preparar estudios y documentos para la Academia Pontificia de Ciencias Sociales y para el Consejo Pontificio para los Laicos. De manera que la gran oportunidad para mí será la transición de la vida académica a la vida pública.
Por una coincidencia, en el momento en que recibí la llamada preguntándome si quería ser embajadora de Estados Unidos ante la Santa Sede, estaba en medio de la escritura de un libro, El foro y la torre, sobre personajes históricos, como Platón, Edmund Burke y Max Weber, que estaban divididos entre la filosofía y la política.
Espero que mi larga experiencia de trabajo con oficiales de la Santa Sede me sirva para asumir la responsabilidad de reforzar la ya sólida relación entre Estados Unidos y la Santa Sede.
-¿Cuáles son las principales prioridades en las que le gustaría centrar su trabajo?
-El cercano 25 aniversario de las relaciones diplomáticas formales entre Estados Unidos y la Santa Sede en enero del año próximo coincide con el 60 aniversario de dos documentos que encarnan el compromiso común de Estados Unidos y la Santa Sede en la protección de la dignidad humana: la Declaración universal de los Derechos Humanos y la Convención sobre Genocidio.
El equipo de la embajada, grupo enormemente dotado y con energía, y yo estamos trabajando mucho para preparar una serie de cuatro foros de un día que conmemorarán estos aniversarios.
El primero será en mayo en la Universidad Regina Apostolorum y se titula Latinoamérica y el proyecto de derechos humanos internacionales: ayer, hoy y mañana. Tenemos previstos compromisos de una estupenda serie de oradores incluyendo al presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, profesor Paolo Carozza, y el hijo del brillante diplomático cubano Guy Perez Cisneros, que fue el principal líder de las delegaciones latinoamericanas y caribeñas en la conferencia fundacional de la ONU en 1945.
Los otros foros se celebrarán en invierno cerca de los aniversarios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención sobre Genocidio, el 10 y el 11 de diciembre respectivamente. El primero se titula Para todos, en cualquier lugar, y será dedicado al dilema de la universalidad de los derechos humanos en el mundo caracterizado por la diversidad cultural y religiosa.
El segundo conmemorará la Convención sobre Genocidio y probablemente invitaremos a gente para reflexionar sobre la noción de vidas reputadas «indignas de vivir», una perniciosa noción que se mantiene y resurge con nuevas formas.
La cuarta conferencia probablemente será en enero de 2009, cerca del 25 aniversario de la actual formalización de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y la Santa Sede y servirá como celebración de esta relación, que empezó informalmente hace 230 años, y desde sus inicios tuvo el objetivo de liderar y proteger la dignidad humana y la libertad.
-¿Cuáles piensa que son los mayores desafíos de su nuevo puesto?
-Ciertamente uno de los mayores desafíos para los embajadores de Estados Unidos en estos días es proporcionar la mayor información posible sobre los valores y políticas estadounidenses, así como contrarrestar malentendidos y estereotipos negativos sobre nuestro país y su gente.
Para mí en especial, otro desafío consiste en regular la rotación de los funcionarios del servicio público de un puesto a otro. Habrá algunos cambios de personal aquí en la embajada en los próximos meses. Esto es completamente diferente a los marcos de larga duración que uno encuentra en el mundo académico y en el Vaticano.
-Zenit ha hablado con anteriores embajadores sobre los nexos entre las políticas estadounidenses y los valores de la Santa Sede. ¿Cuáles cree que son las áreas más importantes de acuerdo? ¿En cuáles áreas quisiera ver mas unidad?
-Hay ya gran unidad en nuestro compromisos compartidos para proteger la dignidad humana, para promover los derechos humanos, especialmente la libertad religiosa, reforzar el consenso moral global contra el terrorismo, y contra el mal uso de la religión como pretexto para la violencia terrorista, promover el diálogo entre las diversas confesiones y culturas, combatir el tráfico de personas, y buscar modos creativos de mejorar las vidas de quienes sufren por la pobreza, hambre y enfermedad.
Sobre la segunda pregunta, después de sólo dos semanas es un poco pronto para decirlo, pero es estimulante ver cómo, en los pasados 25 años, el conjunto de intereses comunes ha seguido ampliándose. Espero construir sobre la fuerte relación establecida por mis distinguidos predecesores.
-¿Qué piensa sobre la próxima visita de Benedicto XVI a Estados Unidos y cuáles piensa que serán los principales temas de este viaje?
-La preparación es alta en ambos lados del Atlántico. El Papa dijo durante mi ceremonia de credenciales que estaba atento a este viaje a Estados Unidos, y de su discurso en aquella ocasión se puede ver que está muy interesado en la manera en que fe y razón se han entrelazado en nuestra experiencia democrática.
También sabemos por sus escritos que está muy intrigado por ciertos contrastes entre América y Europa, y ciertas realizaciones distintivas de la cultura estadounidense. Parece intrigado por nuestra versión de la relación Iglesia-Estado y cómo ésta parece ser compatible con una gran vitalidad religiosa.
Todos nos preguntamos cuáles serán los temas de los que hablará. Cada uno está esperando y especulando intensamente. Creo que todo lo que uno puede decir es que cualesquiera que sean los temas que él quiera subrayar, serán de mucho alimento para reflexionar a partir del pensamiento de este brillante estudioso que ha asumido con facilidad el papel de líder espiritual, cuya voz moral resuena en todo el mundo.
No me sorprendería que -como Tocqueville en sus reflexiones sobre Democracia en América-- los discursos del Papa en Estados Unidos contuvieran mucho material que ya ha dirigido a Europa.
-Muchos estadounidenses, como el resto del mundo, tienen una gran devoción por el Papa Juan Pablo II. ¿Cómo piensa que será la acogida a Benedicto XVI?
-Uno puede especular basándose en la manera en que el Papa Benedicto ha sido recibido por audiencias que acuden a conocerle por primera vez aquí en Italia y en otros países.
Desde el momento en que pronunció su homilía en el funeral del Papa Juan Pablo II -y yo estaba allí ese día- la gente de todo el mundo estaba conmovida y asombrada de su elocuencia pastoral. Habían visto a un hombre que la mayoría había conocido, principalmente a través de sus escritos, como una persona verdaderamente académica. Pero ese día y desde entonces, hemos llegado a conocerle como un humilde pastor, como se llamó a sí mismo, y un sabio profesor que puede hablar claramente y profundamente a la vez en modos que son accesibles a cada uno.
Agencia Zenit, Carrie Gress, traducido del inglés por Nieves San Martín

McGivney hacia los altares


Michael J, McGivney, fundador de los Caballeros de Colón ha sido declarado -según decreto papal- venerable, paso que los acerca a la beatificación, abierta desde diciembre de 1997.
"Todos los miembros de los Caballeros de Colón estamos profundamente agradecidos a Su Santidad por este reconocimiento de nuestro fundador", dijo el caballero supremo, Carl Anderson.
McGivney nació en Connecticut en 1852 de padres nativos de Irlanda e inmigrantes a los Estados Unidos. Desde temprana edad sintió la llamada al sacerdocio y en 1877 fue ordenado en Baltimore, Maryland. En 1988 fundó la organización laical.
Los Caballeros de Colon t
ienen su sede central en New Haven:
Es considerada la organización católica más grande del mundo, con más de 1,7 millones de miembros varones en EE UU, Canadá, Centroamérica, las Islas del Caribe, Filipinas, Guam y recientemente Polonia.
Para ser declarado betao, se requier ahora que se reconozca un milagro atribuido a su intercesión.

¡Los inmigrantes no existen!

¡Los inmigrantes no existen!/Tahar Ben Jelloun
Publicado en la sección Babelia de El País, 22/03/2008;
Los inmigrantes no existen. Al menos, a juzgar por las novelas francesas de los últimos tiempos. En cambio, las páginas de periódicos y revistas hablan de ellos, sobre todo, cuando se producen dramas y crisis. Es más, se habla más de los clandestinos que de los inmigrantes establecidos legalmente. Si caracterizamos al escritor como testigo de su época, los escritores franceses de hoy no están siendo testigos de la realidad de la inmigración.
La primera novela editada sobre el tema, Les Boucs, la escribió en 1956 un marroquí, Driss Chraïbi (1926-2006), y no ha envejecido. A finales de los sesenta, Claire Etchérelli publicó Elisa o la verdadera vida (Premio Fémina 1967), una novela que contaba la historia de amor entre un inmigrante argelino y una joven francesa. En 1985, Michel Tournier publicó La gota de oro, nombre del barrio árabe de París; es la historia de un joven campesino del sur de Marruecos que va a París en busca de una foto que le ha hecho un turista. También puede mencionarse Desierto, de J. M. Le Clezio, en la que una joven deja el Sáhara para ir a trabajar a Niza.
Desde entonces, nada más, o casi nada. Son los hijos de los inmigrantes los que toman la pluma para dar testimonio. Y esa literatura testimonial, sobre todo centrada en la condición de la mujer, no ha tenido mucho éxito. ¿Quiere eso decir que a los franceses no les interesa ese aspecto de la sociedad de su país?
El inmigrante es víctima de una imagen confusa, distorsionada y, a menudo, contradictoria. Tal vez sean el cine y la música (principalmente el rap) los que mejor trato le han dado. El mejor documental sigue siendo el de Yamina Benguigui, francesa de origen argelino, Mémoires d'immigrés. Después se ha pasado a la ficción, en la que aborda lo mismo desde diversos aspectos. Sin embargo, ¿cómo es posible que los escritores y cineastas franceses más importantes, reconocidos y famosos no presten atención a los asuntos relacionados con la inmigración? Por supuesto, no vamos a exigir a ningún gran autor que escriba una novela o una obra de teatro sobre el tema. La libertad es fundamental para el proceso creativo. Pero es evidente que no es una de sus grandes preocupaciones. Quizá porque los inmigrantes se han vuelto o invisibles o molestos. El racismo está presente, cultivado y desarrollado pese a la lucha de las asociaciones antirracistas. Lo mismo podría decirse de la clase obrera en general. Hay miedo a hacer novela social o, peor aún, psicológica. Lo mismo ocurre en Alemania, donde la inmigración turca no penetra en la imaginación de los autores alemanes importantes. En el Reino Unido existen hijos de inmigrantes -como Hanif Kureishi (de padres paquistaníes), Zadie Smith (padre británico, madre jamaicana) y Ben Okri (Nigeria)- que, al escribir sobre sí mismos, son testigos indirectos de la situación de los inmigrantes. Pero no podemos decir que su literatura sea un "reflejo de la inmigración".
Por el contrario, la cuestión del islamismo, inquieta a los intelectuales europeos; los novelistas ingleses Martin Amis e Ian McEwan predican odio al islam, hasta el extremo de asimilar el islamismo radical con el nazismo.
En Alemania, algunos intelectuales han tratado de hacer de la cultura occidental una lithkultur, que significa literalmente "la cultura que guía", es decir, la cultura dominante, forzosamente superior a las demás.
Los inmigrantes no sólo contribuyen al desarrollo económico de Europa, sino que cambian su paisaje humano, aportan otras lenguas y culturas y crean mestizaje. Ésa es la realidad. Que no es pasajera ni superficial. Seguro que muchos escritores ven la inmigración de esta última manera, es decir, como una especie de mal necesario, una cosa llamada a desaparecer. Pues es urgente decirles que se equivocan. Los inmigrantes están ahí para quedarse, ellos también practican el sexo, y de ahí nacen niños, y éstos ya no son inmigrantes, sino europeos que vivirán en Europa y formarán parte del imaginario europeo, un tejido formado por distintos materiales y colores diversos.
Para terminar, una observación personal: desde que descubrí, a finales de los años sesenta, cómo trataba Francia a sus inmigrantes, no he dejado nunca de escribir sobre esa situación. He escrito ensayos y novelas cuyo tema central es el inmigrante, la soledad, el racismo. Para mí fue natural dedicar una gran parte de mi trabajo a esa realidad cambiante y poco apreciada, por no decir maltratada. Ha sido una manera de sentirme lo más próximo posible a mi tiempo.

La opinión de Arnaldo Córdoba

¿Derecha progresista, izquierda retrógrada?/Arnaldo Córdoba
Publicado en La Jornada, 23/03/2008
El oscurantismo es, entre otras cosas, el engaño sistemático en la interpretación de lo que piensan o proponen los contrarios y se presenta como lo opuesto de lo que ellos son o sugieren. Hoy la moda es, de nuevo, exhibir a la izquierda mexicana como retrógrada y a la derecha como la más progresista, la que quiere el bien del país y su desarrollo, como dice Juan Camilo Mouriño.
Hace dos semanas, Enrique Krauze publicó un artículo en el que desliza la siguiente tesis: los conservadores del siglo XIX mexicano eran proteccionistas; los liberales estaban por la libertad de comercio y la apertura al extranjero; luego los revolucionarios se hicieron proteccionistas y, hoy, la izquierda, de nuevo, se presenta como proteccionista. Recuerdo que, en los años cincuenta y sesenta, nuestros grandes historiadores llegaron a sugerir que, muchas veces, los conservadores tenían propuestas más avanzadas que los liberales en materia de desarrollo económico.
Sin afirmarlo, pero sugiriéndolo, Krauze siente que su derecha “liberal” es heredera de los liberales mexicanos del siglo XIX. No nos ha dicho qué piensa del voto particular de Ponciano Arriaga en el Constituyente de 1856-1857, sobre la cuestión de la tierra, que hizo que don Jesús Reyes Heroles (el grande) bautizara aquel movimiento de ideas como liberalismo social.
Krauze y Mouriño se ostentan como progresistas. Pero, ¿en qué consiste su progresismo? Piensan como los ideólogos del porfirismo: puesto que en México no hay suficiente capital, hay que traerlo de afuera. Los retrógrados revolucionarios mexicanos pensaban lo mismo, sólo que eso, según ellos, se debía hacer bajo reglas que evitaran se pusiera en peligro la soberanía de la nación. Para Krauze y Mouriño, como para sus congéneres del pasado, hay que traerlo y ya, sin restricciones estúpidas que lo puedan asustar, porque, entonces, volaría el pájaro.
Nunca hablan de las reglas y condiciones que se deben plantear a la iniciativa privada para que explote nuestras riquezas nacionales ni, mucho menos, se refieren a exigencias puramente técnicas que es indispensable pensar con cordura y con sentido común. Adrián Lajous nos entregó, hace dos sábados, un excelente ensayo sobre el petróleo en el que, sin adoptar posición ideológica ninguna, sólo nos ilustra sobre el hecho, técnicamente fundado, de que explorar, por ahora, en aguas muy profundas requiere de medios que no existen y, luego, iniciar su explotación, igualmente sin esos medios, sería una locura. Adrián se pregunta qué empresa privada (nacional o extranjera) se echaría el compromiso de llevar a cabo esas tareas haciéndose cargo de los riesgos que ello comporta.
Para nuestros derechistas mexicanos, López Obrador y la izquierda mexicana son retrógrados sólo porque defienden los principios constitucionales en los que se inscribe el deber de defender la soberanía de la nación, pero nos dicen que no quieren reformar la Constitución (sólo quieren anularla mediante leyes secundarias que violan su letra y su espíritu). Es típico de la derecha reaccionaria y pro imperialista nunca hablar de soberanía nacional. Ese no es su tema. Su tema es más bien el entreguismo sin barreras de los bienes comunes de los mexicanos a la iniciativa privada y, si ésta es extranjera y, en especial, española y franquista, cándidamente nos preguntan, “pero, ¿eso qué tiene de malo?” Una cuestión que tampoco la izquierda ha sido muy apta para rebatir.
Para esos derechistas no tiene ningún significado el que casi toda la banca privada esté en manos de extranjeros, ni les inquieta mínimamente el volumen de sus ganancias colosales con las que nos están sangrando. El grupo City Corp tiene en Banamex su única sucursal productiva en el mundo y los españoles ganan más con su banca aquí que en España. No les importa que todas las ramas importantes de nuestra economía estén en manos de compañías extranjeras. Hace tiempo nos pusieron de ejemplo a Corea del Sur. Ahora el gran ejemplo es Brasil. Deberían referirse a lo que esos países hicieron y hacen para preservar su independencia.
Es de reiterarse que la izquierda no está pidiendo, nunca lo ha pedido, que se expropie a ningún privado, aunque a algunos de ellos, como las grandes compañías de telecomunicaciones, se les podría hacer eso con la mano en la cintura si se respetaran y se aplicaran los principios constitucionales que, entre otras cosas, prohíben los monopolios. Pero, además, ¿cuándo, los derechistas nos han tratado con seriedad el problema de la pobreza? Como lo postulaban sus antecesores porfirianos, eso ya se verá después. Con el resultado de que ya no hay en su ideario una propiedad responsable de su función social, como lo marcan nuestra Carta Magna, su legislación civil y lo sostuvieron, muy firmemente, los principios de doctrina del PAN de 1939.
Frente a esta derecha depredadora, franquista y pro yanqui, sólo la izquierda se opone. Ella está haciendo conciencia en el pueblo empobrecido para que luche por su nación y contra los ladrones que la están saqueando. Habría que imaginar un México de hoy sin esa izquierda y sin su líder, tan sólo con el PAN y con el PRI en el poder. Eso es lo que éstos sueñan. Para la derecha, su máxima es el saqueo indiscriminado de todo el que se deje; para la izquierda, se trata de defender del saqueo lo que es nuestro, de enfrentar a sus enemigos (porque son eso) y poner en claro que aquí hay una fuerza que está empeñada en impedirlo.
PS. A mi artículo del domingo pasado le puse por título “El sentido de la democracia”. Todavía no sé qué quiere decir el que pusieron mis editores, “Reconocer y oponerse”, que, además, no guarda relación alguna con lo que allí escribí.

Las FARC llaman a un Acuerdo Nacional

Las FARC-EP llaman a los colombianos a un Gran Acuerdo Nacional
A los pueblos de Nuestra América
Comunicado del Secretariado de las FARC-EP
Luego de los dolorosos sucesos del Ecuador en los que resultó muerto el Comandante Raúl Reyes, y en el que también cayeron algunos de sus escoltas y una decena de civiles, las FARC desean hacer las siguientes precisiones:
1. La operación militar llevada a cabo por el Comando Sur del ejército de los Estados Unidos y sus subalternos colombianos, fue una flagrante violación a la ley internacional, a la soberanía y al territorio de una República hermana, un agravio inadmisible a la dignidad de todo un país y a la conciencia latinoamericana. Ni los más rebuscados argumentos como los de defensa preventiva, persecución en caliente o guerra al terrorismo, esgrimidos por el gobierno de Colombia, pudieron justificar tan execrable acción. No habrá patente de corso para que el gobierno de Colombia actúe como el "Israel" de Latinoamérica, bajo el nuevo concepto imperial gringo de la soberanía limitada. Es en la práctica la conclusión del grupo de Río, reunido en Santo Domingo.
2. De ninguna manera aceptamos el chantaje que se pretendió montar contra los gobiernos de Ecuador y Venezuela a través de un computador que, ni con blindaje especial, hubiese podido resistir el bombardeo que pulverizó todo a su alrededor. Lo que Uribe busca con las "bombas inteligentes" de los Estados Unidos es desviar la atención del país que le exige renunciar a la Presidencia de la República por genocida, narco mafioso y paramilitar.
3. Con la honrosa excepción de la organización danesa "Guerreros y Amantes" que hicieran una donación simbólica a las FARC, no hemos recibido ni dólares ni armas de nadie. Aquí el único que ha aportado millones y millones de dólares y armas de destrucción de todo tipo, es el gobierno de los Estados Unidos para que el de Colombia dispare contra su propio pueblo, en el marco de su política de predominio mundial y de recolonización neoliberal. ¿Quién legitimó esto? ¿Qué derecho pueden invocar para oprimir y masacrar a un pueblo, como lo están haciendo con Colombia? Lo ético sería ayudar al débil, no al poderoso. La ayuda debiera ser para los oprimidos, no para los opresores. Nadie que tenga conciencia puede permanecer impasible ante ese crimen continuado que significa el apoyo militar y económico de Washington a sus títeres de Colombia. Que cese ya de llamarse terrorismo a la guerra de los débiles contra la opresión y guerra al terrorismo de los Estados poderosos contra los pueblos.
4. Toda la maquinaria mediática fue activada para mentir y vomitar fuego contra Ecuador y Venezuela; y también contra las FARC. ¿Les inquieta acaso el resurgimiento de sus cenizas de la Colombia de Bolívar? Se dirigen a la opinión pública de nuestros países y del mundo como si se tratara de una masa desprovista de raciocinio. Sólo países desarrollados, como Estados Unidos y otros, tienen las condiciones y la tecnología requerida para procesar uranio, y no una guerrilla que aún pelea por la dignidad de un pueblo con fusiles y hasta con palos. Podemos decir con el Libertador Simón Bolívar que "nosotros no tenemos más armas para hacer frente al enemigo que nuestros brazos, nuestros pechos, nuestros caballos y nuestras lanzas". Lo que está claro es que los Estados Unidos están buscando cualquier pretexto para agredir a Venezuela y robar así el petróleo que no han podido sustraer de Irak.
5. Para nadie es un secreto que las FARC son una guerrilla bolivariana. Y que no solamente con Chávez, sino con la gran masa de pueblos y de la gente pensante de Nuestra América, coincidimos en el ideario bolivariano. En Bolívar y en nuestros próceres nos encontramos todos; no en la Doctrina Monroe, ni en la de Seguridad Nacional, o de Seguridad Democrática, que son doctrinas foráneas, de los gringos, fundadas en sus políticas geoestratégicas de expolio y dominación. Los pueblos esperan a Bolívar y a sus héroes de la independencia porque son ellos su única esperanza de dignidad y soberanía, de justicia social, unidad y paz, sagrados bienes que les han sido arrebatados por siglos. Desde luego no nos cansaremos de agradecer al Presidente Chávez su apostolado por la paz, su persistencia humanitaria en el canje de prisioneros, su convicción de que el camino de la paz empieza por el reconocimiento de las FARC y del ELN como fuerzas beligerantes, y su oferta del territorio de Venezuela, como escenario para la paz entre el gobierno de Colombia y las insurgencias de las FARC y del ELN. Chávez entiende que la paz de Colombia es la paz de Venezuela, y es también la paz del continente.
6. La profunda crisis estructural de Colombia no se podrá superar mientras exista un gobierno narco paramilitar y pro yanqui que le tenga miedo al canje y a la paz, o que viva arrebatado por la ilusión de una derrota militar de la guerrilla, que no se dará nunca. Convocamos de nuevo a los colombianos a un Gran Acuerdo Nacional que nos permita estructurar una alternativa política de gobierno, con banderas programáticas que privilegien el bien común, la soberanía, la democracia, la patria… Un nuevo gobierno que actuando con la divisa de la paz, regrese sus tropas a los cuarteles, mande para su casa a los gringos y convoque el diálogo de paz con la insurgencia, garantizando la participación en el mismo de las organizaciones políticas y sociales del país. El acuerdo de paz que surja de esa mesa deberá ser refrendado por una Asamblea Nacional Constituyente que de fuerza constitucional al futuro de paz y dignidad de Colombia. Entre tanto, el pueblo deberá profundizar la resistencia, marchando contra el terrorismo de Estado, la narco para política, la injusticia social, la entrega de nuestra soberanía y levantado su voz por la paz y la unidad gran colombiana.
7. Exigimos al señor Uribe presentar a los 11 detenidos que reconoció tener en su poder ante el Presidente Rafael Correa el día de los hechos y pedimos a la comunidad internacional su más resuelta solidaridad para evitar que este episodio desemboque en un nuevo caso de desaparición forzada.
Por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, Marzo 14 de 2008
Fuente: Cedema.org. tomado de Redresistencia.info

10 razones para no hacer dieta


10 razones para no hacer dieta
Consideradas casi un ritual por aquellos que luchan contra los kilos, cada vez surgen desde la ciencia más voces contrarias a las dietas clásicas y restrictivas. Por qué es mejor olvidar viejos mitos y aprender a comer... que vivir a lechuga y agua
Publicado en La Nación, Domingo 23 de marzo de 2008
10 ideas falsas
1. Hacer dieta es la mejor manera de perder peso. En realidad, casi siempre ocurre lo contrario. De hecho, una revisión de investigaciones internacionales publicada el año pasado por la revista American Psychologist concluyó que las dietas hipocalóricas (menos de 1000 calorías diarias) no son efectivas en el largo plazo. Según este trabajo, que incluyó 30 estudios con 2 mil pacientes, entre el 35 y el 70 por ciento de ellos recuperaron al año los kilos que habían bajado. Por otra parte, según señala el doctor Alberto Cormillot, “las dietas, si no están acompañadas de un trabajo de reeducación y contención, suelen fracasar. El mejor tratamiento consiste en cambiar la química y los hábitos, algo que no se modifica simplemente con una dieta”.
2. Todo es cuestión de calorías ¡Abajo la tablita! O, mejor dicho, hay que armar otra, que preste atención no sólo a las calorías, sino también al poder de saciedad de los alimentos, que se mide según un nuevo parámetro: el índice glucémico (IG). “Se trata de un indicador de la capacidad de los comestibles de elevar el azúcar en sangre después de ser ingeridos”, explica la nutricionista Mónica Katz. Cuanto más alto sea ese pico y cuanto menor sea el tiempo en alcanzarlo, más rápida será la secreción de insulina por parte del organismo y menor su poder de producir saciedad. Por lo tanto, a igual número de calorías, es mejor un alimento con bajo índice glucémico (que provoca mayor saciedad). Por ejemplo, el pan fresco en lugar de tostado, o una banana antes que una manzana.
3. Para adelgazar hay que eliminar pan, pastas y postres. Otro mito que cae. “Las dietas que prohíben alimentos están destinadas al fracaso”, dice Cormillot. Y numerosos estudios científicos lo avalan: según recientes investigaciones, se necesitan 19 alimentos diferentes por semana para no tener carencia de nutrientes. Además, toda dieta debe tener 50% de hidratos de carbono: legumbres, cereales, frutas, verduras y pastas. De la mano de este nuevo concepto, algunos alimentos “malditos”, como los fideos, son con justicia reivindicados: es que la culpa no era de ellos, sino de las salsas. Hoy se pueden incluir en el menú una o dos veces por semana, con algún aliño liviano (de tomates o crema). Los que quieren adelgazar deben preferir los “moñitos” o “tirabuzones” a los spaghetti largos, ya que tienen un índice glucémico más bajo, y por eso mismo causan mayor saciedad.
4. Para bajar de peso hay que eliminar grasas y aceites. Grave error: si el cerebro no recibe grasa y glucosa, dispara la sensación de hambre. “El hipotálamo no sabe de dietas: si le faltan hidratos o lípidos, pone al organismo en sistema ahorro, para que consuma menos”, dice la doctora Katz. Además, los aceites proveen ácidos grasos esenciales, que el organismo no los fabrica (y los incorpora mediante alimentos) para la formación de las hormonas y las membranas de las células. Los lípidos también participan en la absorción y el transporte de vitaminas liposolubles y son fuente de energía. Lo que sí es cierto es que hay que consumirlos con moderación (aportan 9 calorías por gramo) y preferir los de origen vegetal (girasol, maíz, soja, uva, canola, oliva y chía). Otras grasas menos saludables pero que igualmente se pueden consumir en forma ocasional son manteca, margarina, mayonesa y cremas.
5. Hay que comer hidratos de carbono y proteínas en comidas diferentes. Las llamadas “dietas disociadas” han resultado ser una estafa para muchos nutricionistas. No hay ninguna prueba de que comer hidratos de carbono y proteínas por separado sea bueno para la digestión o ayude a bajar de peso. Además, muchos de los alimentos más beneficiosos (las frutas secas, las legumbres, etc.) contienen ambos elementos a la vez. ¿Cómo hacemos para separarlos? Una vez más, la mejor dieta es aquella que incluye la mayor variedad de alimentos, y aquí la regla del 5 x 5: cinco porciones al día de frutas y verduras combinando cinco colores según la estación y la imaginación. Salirse de la mixta-de-lechuga-y-tomate- con-manzana-de-postre, para sumar más verde (rúcula, espinaca, zapallito), rojo (cerezas, frutillas), violeta (repollo, uvas, berenjena), amarillo (morrón, pomelo), naranja (naranjas, duraznos, calabaza) y blanco (papa, mandioca).
6. Los alimentos dietéticos ayudan a hacer dieta. Atención: son un arma de doble filo. Muchos estudios demuestran que, con la excusa de que son “light, bajas calorías, dietéticos”, la gente tiende a consumirlos en mayor cantidad que si se tratara de productos normales. Sin defenestrarlos, el doctor Cormillot recomienda acudir a ellos, pero con cautela. “Light no siempre es sinónimo de dietético –advierte–. Generalmente, los productos light tienen un 30 por ciento menos de calorías o la mitad de las grasas que su versión original.” Pero no son cero calorías. Del mismo modo, no es lo mismo “light” que “bajas calorías”, porque existen alimentos “light” reducidos en sodio, pero con la misma cantidad de grasas e hidratos. O sea, hay que leer las etiquetas y prestar atención a las porciones.
7. Adelgazar es una cuestión de voluntad. Lamentablemente, esta concepción errónea, que no toma en cuenta que la obesidad es una enfermedad crónica y compleja, ha traído mucho sufrimiento a quienes la padecen. La obesidad tiene muchos componentes de adicción en los que se involucran factores bioquímicos, emocionales, culturales y genéticos. La psicóloga Teresa Panzitta afirma que lo fundamental es distinguir las sensaciones de hambre y saciedad (a menudo tergiversadas en el obeso) y el registro de un “stop”, que existe, pero que no puede aceptar. “Esta es la sensación de frustración que aparece cuando sienten que siguieron comiendo y en realidad no se sintieron satisfechos. Uno está lleno, pero no es eso lo que buscaba”, afirma.
8. Para quemar calorías hay que anotarse en un gimnasio o salir a correr. No necesariamente. De hecho, pensar esto es la mejor manera de postergar el inicio de un programa de descenso de peso. Lo que cuenta hoy es un “estilo de vida activo” que implique moverse aun sin zapatillas ni jogging. Así como se ha instalado la idea de dosificar las comidas durante el día, otro tanto debe hacerse con la actividad física. Lo ideal es hacer 30 a 40 minutos diarios de ejercicio, repartidos en seis oportunidades: al levantarse, antes de ir al trabajo (dejar el auto o bajarse del subte o colectivo unas 10 cuadras antes), en el trabajo dos veces (movimientos de pies y de hombros que se pueden hacer en la silla, caminar un rato, subir y bajar la escalera), al volver a casa y por la noche, por ejemplo, levantando las piernas mientras miramos tele. Si estos movimientos se hacen con música, tanto mejor. “Bailar es la mejor receta”, asegura Cormillot.
9. Para adelgazar no hay que comer de noche. Esta idea no tiene ningún sustento científico. Si bien se recomienda cenar frugalmente (por ejemplo, evitar carnes grasosas o salsas pesadas), y separar la comida de la hora de dormir, irse a la cama con hambre es sinónimo de ganarse un insomnio (o un atracón nocturno). En realidad, las calorías no saben de horarios y se queman y almacenan durante las 24 horas. Además “durante la noche hay un aumento de la grelina, una sustancia que favorece el depósito de grasa y se segrega en el estómago cuando está vacío”, explica la doctora Katz. Por otra parte, “cuando no hay presencia de nutrientes en el estómago también bajan los niveles de leptina, que es la hormona que disminuye el hambre y aumenta el gasto metabólico”.
10. Si se duerme menos, se adelgaza. Hoy se duerme, en promedio, seis horas diarias, dos menos que en los años 70. Y quedarse despierto mirando televisión, chateando, o salir hasta la madrugada, aunque tengamos que ir al trabajo o al colegio a las 8, se paga con kilos de más en la balanza. Diversas investigaciones (entre ellas, una de la Universidad de Bristol, en Gran Bretaña, que revisó una decena de estudios anteriores) demuestran que dormir menos de 7 horas se relaciona con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad. “Esto ocurre justamente porque en las personas con hábitos nocturnos y que duermen en forma insuficiente aumenta la grelina y disminuye la leptina”, explica Katz. Y como se vio en el punto anterior, el cóctel de grelina en alza y leptina en baja favorece la obesidad en lugar de combatirla.
10 razones para no hacer dietas
1. Cuanto más rápida es la dieta, más velozmente se recupera el peso perdido Es el famoso “efecto rebote”. O subir como en avión lo que se bajó trabajosamente por la escalera. Para evitarlo, hay que tratar de ir más despacio y paso a paso: “Hoy, el éxito de un tratamiento para adelgazar implica perder el 10% del peso inicial y mantenerlo por lo menos un año”, dice la nutricionista Mónica Katz. El abordaje moderno es ir por etapas. Así, el cuerpo y la mente se adaptan al nuevo estado.
2. Después de la privación, llega el atracón. Dice la nutricionista Mónica Katz: “Cualquier dieta que uno haga y luego deje, vuelve a subir. Y cuanto más estricta haya sido la dieta, mayor será la suba de peso. Porque hay una revancha del cuerpo y de la mente”. Por otra parte, confirma la psicóloga Teresa Panzitta: “Toda restricción incrementa el deseo”. Por eso, hacer dietas restrictivas provoca un aumento de los pensamientos obsesivos respecto del cuerpo y de la comida, y con esto se genera un círculo vicioso de prohibiciones y atracones difícil de cortar.
3. Vivir a dieta hace funcionar al organismo en “modo ahorro”. Desde el punto de vista fisiológico, el organismo está preparado para la escasez, no para la sobreabundancia de alimentos y estímulos como la que existe hoy. “Esto hace que, ante la falta de alimentos, el metabolismo se vuelva automáticamente más lento para gastar menos calorías”, explica la nutricionista Mónica Katz. Y, a la vez, dispara señales de hambre para alertarnos de que debemos comer para recargar energías.
4. La mayoría de las dietas no son saludables. Según el metaestudio publicado por American Psychologist, “las dietas hipocalóricas no aportan la cantidad de nutrientes necesarios para un buen funcionamiento del organismo”. Y adicionalmente a esto, “tampoco generan mejoras en los niveles de colesterol, hipertensión o glucosa en sangre”. Razón de más para no embarcarse en ellas.
5. Muchas dietas van a contramano de las costumbres y los hábitos sociales. Comer es un hecho social que va mucho más allá de lo fisiológico. Implica sentarse a la mesa y compartir con otros. El hecho de comer cada vez más solos y apurados, o frente al televisor en lugar de hacerlo a una mesa, también predispone a la obesidad, ya que se pierde la noción de las porciones y las cantidades. Por otra parte, toda dieta que implique horarios o tipos de alimentos diferentes de los que consumimos habitualmente se vuelve muy difícil de seguir y rápidamente se abandona.
6. Cuando una dieta fracasa, sobrevienen la frustración y la culpa. Estos sentimientos disparan el deseo de comer como forma de expiación, lo que no hace sino “alimentar” un fatídico círculo vicioso. “Si bien existe una luna de miel”, en la que la dieta se cumple y se baja de peso, después el obeso no aguanta más y vuelve a subir”, dice la psicóloga Panzitta. “Y esto no le pasa porque se autoagrede, es transgresor o se porta mal. Le pasa porque el estar permanentemente a dieta hace que surjan actos de rebeldía por la comida. Por eso, muchas conductas compulsivas se originan, en realidad, en años y años de dietas.”
7. Las personas delgadas no viven a dieta. Simplemente adquirieron hábitos saludables de alimentación, que van desde la compra de los alimentos hasta la forma de cocinarlos, la de comerlos, y el equilibrio entre las calorías que ingieren y las que consumen.
8. Las dietas provocan estrés. Nuestro organismo está preparado para estresarnos frente a la falta de alimento. Pero este mecanismo de supervivencia que nos salvó de morir de hambre en el pasado, hoy se nos vuelve en contra por la superabundancia de alimentos y los múltiples estímulos que nos incitan a comer (la publicidad, los medios, el aburrimiento). Y este estrés, que se suma al estrés cotidiano de nuestra vida, hace que paradójicamente recurramos a la comida como forma de calmarnos. Con lo que, otra vez, alimentamos el círculo vicioso.
9. El descenso de peso logrado por las dietas raramente se mantiene en el tiempo. Y esto lo saben muy bien todos los gorditos, que conocen y han probado todo tipo de dietas. Con cualquiera de ellas se puede bajar de peso. Lo difícil es mantenerse. Volviendo al metaestudio de American Psychologist: “A los cuatro años de haber emprendido la dieta, entre uno y dos tercios de las personas recuperaron más peso que el que tenían antes de empezarlas”. Francamente, desmoralizador.
10. La obesidad es demasiado compleja para curarla con una dieta. La obesidad tiene componentes genéticos, hereditarios, culturales, hormonales, metabólicos y emocionales, que requieren un trabajo interdisciplinario. En tanto, “el éxito de un tratamiento para adelgazar es la distancia entre nuestras expectativas y el resultado –dice Mónica Katz–. Por lo tanto, hay que plantearse objetivos reales y no ideales, preparar un ambiente seguro (sin tentaciones a la vista), y saber que, como todo aprendizaje, requiere tiempo y esfuerzo. No hay magia.”
Por María Naranjo, La Nación de B As. 22/03/2008;