7 ago 2006

Libano e Israel

Carlos Martínez Assad quizá el más lucido de los intelectuales -de origen libanes- mexicanos, escribió el siguiente texto hoy en el Correo Ilustrado de La Jornada; es un comentario a un artículo de Arnoldo Kraus
Arnoldo Kraus:

Tu artículo Israel, del 2 de agosto, es una de las más lúcidas reflexiones sobre la desgracia que sufren en nuestros días quienes son prenda de intereses ajenos. Aunque hay varios puntos para una rica discusión, a tu dolor quiero agregar el testimonio del día de hoy aparecido en un diario libanés.
La señora Amal Hamdoun, que se ha negado a abandonar su casa en Nabatiyé, le pregunta al mundo: "¿Todos nosotros somos terroristas? porque de otra forma no puede explicarse: los israelíes han bombardeado cuatro veces mi barrio desde los años 80 y esta vez han vuelto por séptima ocasión"; sí, siete veces la aviación israelí ha lanzado bombas sobre el que fuera hermoso barrio Baydar en apenas tres semanas.

Ella piensa que debido a que en el vecindario vivía un miembro de Hezbollah, cuya única manifestación de su presencia son los retratos de los líderes religiosos chiítas.
El reportero agrega, allí han muerto treinta y cinco personas, sesenta han sido heridas y la mitad de sus antiguos habitantes ha abandonado el poblado.
Así es, la geopolítica pierde eficacia explicativa y racionalidad cuando escuchamos a quienes la padecen.
Te saluda cordialmente.
Carlos Martínez Assad
El articulo a que hace referecnia Carlos:
Israel/ Arnoldo Kraus
Lamentablemente, aunque ya sea una triste costumbre, la guerra que se lleva a cabo en Líbano contra Hezbollah y, hasta que se demuestre lo contrario, contra Siria e Irán, ha hecho que Israel y los islamistas sean noticia cotidiana, motivo de editoriales y encabezados en las primeras planas de buena parte de la prensa nacional e internacional. Nefasto honor: al lado de todos los análisis y opiniones queda la destrucción, el daño ambiental, la muy cuestionable palabra civilización y montones de muertos, la mayoría inocentes.

Nadie merece morir sin razón y nadie debe vivir bajo la amenaza persistente de la guerra. Nadie merece pervivir con la sensación de ser un pueblo humillado, como es el caso del pueblo palestino, cuyo nefando presente tiene, al menos, tres razones: sus propios gobernantes, que siempre han robado y que no han construido las bases para sembrar una vida mejor; los países árabes, que los han utilizado y asesinado cuando les ha convenido; e Israel, cuyos gobernantes no han entendido que mientras no exista una nación palestina libre e independiente no habrá paz.
Ningún país merece tampoco, como es el caso de Israel, ser la única nación en el mundo cuya faz sobre la Tierra desea ser borrada, ya sea por los islamistas de siempre o por Mahmoud Ahmadinejad, el presidente iraní, quien, a sus peroratas acostumbradas, agregó hace pocos días una invitación a la canciller alemana, Angela Merkel, para acabar con Israel y con el pueblo judío. Bien dice Carlos Mendo en El País cuando afirma que "Israel es el único país del mundo que no puede permitirse el lujo de aceptar una derrota militar. Francia se tragó la humillación de Argelia y Estados Unidos salió trasquilado de Vietnam y ahí siguen". Para finalizar con la apología de lo que no se merece el ser humano, es el ser víctima, en todos los aspectos, de las decisiones o caprichos de otras fuerzas y de otras personas que miran por sus intereses sin importar quienes fallecen en el camino.

Lo que ahora sucede entre Hezbollah e Israel es producto de esos intereses y de esos propósitos; la mayoría de los muertos son el resultado del juego que se dicta desde Irán y Siria. A diferencia de lo que sucede con los palestinos, donde la miopía de dirigentes árabes e israelíes ha contribuido al desastre que circunda la vida de ese pueblo, en el caso de la guerra contra Hezbollah, estoy convencido de que Israel no es el responsable: ha actuado en defensa propia
Habían pasado seis o siete años sin incidentes en la frontera entre Israel y Líbano. Durante ese tiempo se eligió nuevo gobierno en el país árabe, mejoró la economía, se retiró Siria de las tierras que ocupaba en Líbano -el sueño de la Gran Siria sigue vigente-, se asesinaron algunos dirigentes cristianos, y se permitió que se armase, poco a poco, con la anuencia de los dirigentes políticos de Líbano y de la Organización de Naciones Unidas el movimiento islamista Hezbollah. Se calcula que poseen aproximadamente 13 mil misiles, cuyo alcance varía entre 25 y 200 kilómetros.
Siendo Israel un país pequeño, cuyo territorio es menor que el Estado de Morelos, es comprensible que el terror será la tónica entre los israelíes hasta que se logre un acuerdo de alto al fuego. Así como se sabe la procedencia de los misiles -Siria e Irán-, se sabe también que el silencio de las naciones que permitieron que Hezbollah se armara es la causa de la nueva confrontación.
Con las cifras anteriores no pretendo minimizar el poderío del Ejército de Israel, que es mucho mayor que el del grupo terrorista, ni desdeñar ni una de las vidas de los libaneses asesinados. La diferencia estriba, sin embargo, en que los islamistas tienen distribuido su arsenal en las casas y en los edificios de la población civil mientras que el material bélico israelí se encuentra bajo resguardo militar. Esa es una de las razones por las cuales han muerto tantos libaneses inocentes, cuyas muertes duelen igual -lo digo en voz alta- que las de los civiles judíos.
Es veraz que han perecido mucho más libaneses que judíos, afirmación cierta y dolorosa -todas las vidas de personas inocentes valen lo mismo. Aunque esa diferencia y esas muertes no tienen justificación alguna, es innegable que el Estado hebreo, que cuenta con menos recursos económicos que sus vecinos árabes, se ha preocupado por proteger a sus habitantes, lo que no ha hecho Hezbollah al esconder sus misiles en la casa de personas inocentes. Bueno sería que el dinero del petróleo se destinase a mejorar la miseria de los árabes y no a fabricar y distribuir misiles.
Me duele Israel y me duele Líbano. Me enferman los fundamentalistas judíos no menos que los islamistas: son similares. Me duele que los movimientos pacifistas en Israel fracasen y que no tengan símiles en los países árabes. Me preocupa que en las naciones árabes no exista disenso contra sus jerarcas ni periódicos como el israelí Haaretz, que se permite criticar a diestra y siniestra al gobierno de Israel. Lo que más duele son las muertes inútiles y el dolor de sus deudos, judíos y árabes por igual. Lo que es insoportable es enterarse de las muertes de niños y niñas, libaneses, palestinos e israelíes. Y lo que nunca dejará de herir y de corroer es la insoportable inutilidad de la palabra y de la razón.

La salud de Fidel


Comentado este lunes 7 de agosto en la tercera emisión de Imagen Informativa 90.5 de FM que conduce Jorge Fernández Menéndez,
El estado de salud de Fidel Castro es "un secreto de Estado", por lo que las autoridades cubanas no suministran ninguna información, aunque proliferan los comentarios de personas destacadas del régimen que aseguran que está recuperándose. Incluso sus amigos como el presidente venezolano Hugo Chávez y hasta algunos de sus críticos como Norberto Fuentes coinciden y que la intervención intestinal a la que fue sometido- por cierto se dio “en el quirófano que para su uso existe en el Palacio de la Revolución.”- fue un éxito.

El mismo el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, justifica el hermetismo en torno a la salud del líder por la "amenaza", dice, de EE UU. "Somos discretos y no informamos de las cosas que no son indispensables en un momento determinado", ha añadido en una entrevista con el canal oficial Cubavisión Internacional.
Pero el hermetismo eficaz de las autoridades cubanas lleva precisamente a la proliferación de rumores tanto en Cuba como en el extranjero.
Y es que Jorge, hasta la noche del sábado 5 de agosto, la versión más coherente de lo ocurrido sigue siendo el documento titulado Proclama del Comandante en Jefe al Pueblo de Cuba, firmado al parecer del mismo puño y letra de Castro a las 6:22 p.m. del lunes 31 de julio, y dado a conocer poco más tarde en televisión por Carlos Valenciaga, Miembro del Consejo de Estado y Jefe de Despacho del Comandante en Jefe.
Y si lo analizas detenidamente la letra es irregular síntoma del parkinson que aqueja al Comandante.
Pero realmente su verdadero estado de salud y su paradero son una incógnita y además de que el sucesor Raúl tampoco ha aparecido en público desde que asumió el poder.
Y es que desde el segundo comunicado del día 1 de agosto, no se ha emitido ningún parte médico ni se ha divulgado ninguna información oficial sobre el estado de salud.
En tanto, Washington vigila minuciosamente la situación en la Isla y estan listo para la transisión.
El gobierno del presidente George W. Bush, que en los últimos cuatro años se ha estado preparando para una "transición hacia una Cuba libre".
Y este lunes el presidente Bush, ha dicho - en su rancho de Crawford en Texas- que son los ciudadanos cubanos - y sólo ellos en primera instancia- los que decidirán el futuro de la Isla.
Dijo que Cuba "tiene la posibilidad" de transformarse en otro tipo de sociedad, pero corresponde solamente al pueblo cubano decidir, en tanto los exiliados podrán intervenir después.

Sus declaraciones ratifican las efectuadas ayer por la Secretaria Rice, en las que aseguraba que EE UU está dispuesto y preparado para ayudar a la sociedad cubana en su lucha por el cambio pero no se plantea en ningún momento forzar ese cambio. Y subrayó que la idea de que de alguna forma EE UU va a invadir Cuba "es simplemente rocambolesca".

¡Y es que el factor EE UU asusta!
Y claro, después de 47 años enfrentados a Washington, en Cuba hay un incuestionable sentimiento nacionalista, y hasta los más críticos (como la Iglesia Ctólica) se oponenen a la intervención de Washington.

Y además los legisladores de EE UUde origen cubano estan listos para asistir al pueblo cubano en una potencial transición de gobierno.

Curiosamente el decaimiento en la salud de Fidel Castro, que le obligó a transferir temporalmente sus poderes a su hermano Raúl, se produce justo a tres semanas después de la publicación de un segundo informe de la llamada Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre, que George W. Bush creó hace casi cuatro años.
En efecto, el pasado lunes 10 de julio EE UU declaró que podría rehabilitar a una Cuba Pos-Fidel Castro en 18 meses siempre que un gobierno de transición esté dispuesto a facilitar una transformación democrática.
El presidente norteamericano aprobó entonces un programa de 80 millones de dólares para impulsar la democratización de Cuba enfatizando el compromiso con ''una transición, no una sucesión'' en la isla tras la desaparición de Fidel Castro.
Pero no sabemos hasta cuando: quizás Fidel Castro goza de cabal salud; pero también alguién ha dicho que los en los regímenes totalitarios, la salud del líder supremo, más que un secreto de Estado, es un instrumento de dominio.

Y acuérdate históricamente, los gobernantes comunistas han gozado de una excelente salud hasta el mismo día de su muerte.
Y bueno Jorge, todos sabemos que los festejos de cumpleaños de Fidel fueron cancelados...,, más bien pospuestos.
El Comandante en Jefe cumple 80 años de edad el próximo domingo 13 de agosto. Y lástima, porque acuérdate que el presidente de Bolivia, Evo Morales, había anunciado que entregaría a Fidel Castro un pastel de harina de hoja de coca.

Será para otra ocasión.

Proceso entrevista a Brian Latell

El reportero de Proceso J. Jesús Esquivel entrevista a Brian Latell autor de After Fidel :

Revista Proceso No. 1553, 7 de agosto del 2006

La circulación en Estados Unidos del libro Después de Fidel, escrito por el exagente de la CIA Brian Latell, ha avivado la inquietud por la situación en Cuba y por la contradictoria personalidad de Raúl Castro, a quien su hermano Fidel delegó provisionalmente el poder. Aunque no se desconoce que Raúl, de 75 años de edad, es quien podría dirigir finalmente los destinos de la isla, detrás de él se encuentra un grupo compacto de militares, quienes además de apoyarlo entrarían a su vez en el juego de la sucesión.
WASHINGTON.- Raúl Castro “es ampliamente conocido como uno de los promotores –dentro del régimen de Cuba– más persistentes de la liberalización de reformas económicas”, concluye llanamente Brian Latell en su libro Después de Fidel.
Exencargado del área de América Lati-na de 1990 a 1994 en la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y un ávido investigador de la trayectoria de Fidel Castro desde principios de la década de los sesenta, Latell expone los pros y contras de Raúl Castro como heredero directo e indudable del poder en Cuba después de la muerte de Fidel.“Como líder, Fidel nunca ha vacilado en sus decisiones y algunos de los más altos funcionarios del gobierno cubano dudan sobre si su hermano (Raúl) será lo suficientemente fuerte para sobrevivir mucho tiempo después de que asuma el poder”, subraya Latell en su libro de 273 páginas publicado por la editorial Palgrave MacMillan y cuya traducción al español saldrá a la venta en las próximas semanas.
La incógnita sobre la permanencia de Raúl al frente del gobierno de Cuba, según Latell, no tiene que ver con una falta de apoyo dentro del régimen, ya que el hermano de Fidel cuenta con el respaldo incondicional de “sus amigos”, los jefes militares de las fuerzas armadas que están bajo su mando. El problema, dice, es su personalidad. “El sentimiento compasivo de Raúl contrasta con la imagen de Raúl El Te-rrible (mote que recibió por su decisiones de fusilar o aniquilar a los enemigos de la Revolución Cubana desde los años de lucha en la Sierra Maestra)”, escribe el exagente de la CIA convertido en investigador asociado del Instituto para Cuba y de Estudios Cubano-Americanos de la Universidad de Miami.
En entrevista con Proceso, explica: “A Raúl le falta experiencia en el manejo de crisis, crisis internas, crisis internacionales y políticas. Raúl lo entiende perfectamente bien; también entiende que no tiene el carisma de Fidel; no es muy simpático, pero él lo entiende perfectamente”. Y añade: “La gente cubana se siente incómoda con Raúl, le tiene miedo; la mayoría de los cubanos percibe a Raúl como Raúl El Terrible”.
Identificado por el autor como “el tercer hombre más poderoso de Cuba (después de Fidel y Raúl)”, el general Abelardo Colomé Ibarra, titular del Ministerio del Interior, miembro del Buró Político y del Consejo de Estado de Cuba, “será uno de los dos o tres garantes más confiables y potentes de la sucesión de Raúl después de que Fidel esté incapacitado como líder. Y con las manos de Colomé en muchos de los niveles del voltaje de poder en toda la isla, Raúl tendrá los medios para identificar y neutralizar a cualquiera que cometa la osadía de oponerse a su ascenso”.Aunque Latell insiste en que el general Colomé es un “consumado raulista”, revela el nombre de otros militares que formarán el triunvirato de la vieja guardia que será la garantía de la supervivencia del gobierno de Raúl: general Julio Casas Regueiro, viceministro del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar); general Álvaro López Miera, jefe del personal de Minfar, y el general Ulises Rosales del Toro, encargado de la industria azucarera de la isla.
“Sus seguidores leales saben que Raúl nunca les hará demandas fanáticas. Valoran el hecho de que la búsqueda de la fama personal y la gloria nunca han sido una de las motivaciones de Raúl, que su retórica nunca ha sido apocalíptica como en el caso de Fidel y que su estilo es más relajado, menos confrontador y que delega autoridad, mantiene relaciones genuinas de colaboración, regularmente solicitando consejo a sus subordinados, como lo ha hecho por varias décadas durante el trabajo con sus socios” dentro de las fuerzas armadas.Latell dice a Proceso que ha mantenido conversaciones con miembros de los gobiernos cubano y estadunidense, cuyos nombres omite por razones de seguridad, quienes le han asegurado que, una vez confirmado como nuevo líder supremo de Cuba, Raúl cambiará inmediatamente algunos de los preceptos tradicionales del radicalismo de Fidel para ganar la simpatía del pueblo cubano, consolidar el apoyo de las fuerzas armadas, e incluso para flexibilizar la política aislacionista que Estados Unidos mantiene sobre Cuba. “Hay una posibilidad grande, tal vez una cruda posibilidad de que Raúl vaya a buscar mejores relaciones con Estados Unidos”, anota el ahora académico de la Universidad de Miami.
Sin embargo, en su libro sostiene que la clave de la permanencia del gobierno de Raúl será su relación con los generales del triunvirato porque éstos saben que el heredero de Fidel “ha hecho de los militares lo más cercano a una verdadera meritocracia entre las instituciones revolucionarias de Cuba”. La gran prueba de fuego para un gobierno cubano en manos de Raúl sería sobrevivir a una etapa de crisis de corto tiempo para canalizar las reacciones tanto del pueblo cubano como de la comunidad internacional, en especial del exilio cubano en Estados Unidos y del gobierno de ese país. “El mismo Fidel reconoció hace un tiempo que el corto plazo, después de que conceda el poder, será el tiempo más peligroso”, acota.
Los generales
El papel de los generales o jefes de las fuerzas armadas de Cuba será crucial para mantener y sostener a un gobierno de Raúl Castro, el tiempo que dure, porque de acuerdo con Latell, el poder e influencia de éstos podría contener cualquier movimiento dentro de la isla o proveniente del exterior para derrocarlo. “Después de unos seis o siete meses de poder en manos de Raúl, ocurrirá la probabilidad de que Raúl cambie las perspectivas de la política cubana, haciéndola más liberal, más flexible mediante reformas económicas similares a las de China; con un comunismo a favor del libre mercado”, dice Latell a Proceso.
En este sentido, Después de Fidel destaca un aspecto importante y clave en el futuro de Cuba respecto de la personalidad de Raúl. “Que es un hombre preocupado por el bienestar social y económico de los cubanos y que simpatiza con la idea de mejorar las relaciones con Estados Unidos, y que con base en ello confía en que en algún momento Washington determine levantar el embargo económico” que impuso sobre la isla. Escribe Latell que esta idea no es exclusiva de Raúl:“Las fuerzas armadas consideran que una mejora en las relaciones con Estados Unidos es un componente necesario para el futuro económico y estabilidad de Cuba, y que daría oportunidad de saltar hacia una mejor comunicación con Estados Unidos. Los cubanos estarían ansiosos de mejorar la cooperación en asuntos operacionales, casi con certeza estarían dispuestos a un intercambio de visitas militares y a aceptar cátedras de militares estadunidenses en el Colegio de Defensa Nacional”.
En el capítulo Más que suficientes cañones, el autor desliza que, si bien es “casi imposible comprobarlo”, con mucha antelación Fidel Castro ha venido preparando los escenarios para la entrega del poder a su hermano Raúl. “Se han venido haciendo los preparativos para una transición tranquila y los militares a todos los niveles cuentan con todos los incentivos para mantenerse unidos como si fuera la única estrategia para preservar sus puestos. Las élites civiles, individuos o alianzas concebibles, no podrán retar a los militares mientras éstos se mantengan unidos... Con un personal de entre 50 o 60 mil efectivos, la institución militar es la más poderosa, competente e influyente en Cuba, y también la más rica”.
El libro de Latell ha recibido varios reconocimientos nacionales e internacionales, sobre todo porque utilizó documentos de inteligencia tanto de Cuba como de Estados Unidos, y ha cobrado relevancia a raíz de la intervención quirúrgica a la que fue sometido la semana pasada el legendario líder cubano, situación que obligó a Fidel a delegar el poder a su hermano Raúl, cinco años menor que él. Esta coyuntura muestra un escenario de crisis para Cuba. Y es que, incluso no descarta la muerte de Raúl, quien el pasado 3 de junio cumplió 75 años. “El régimen de Castro estaría al filo de la desintegración. La muerte de Raúl arrojaría a una lucha simultánea por el poder a las tres líneas de sucesión más críticas del país: al Partido Comunista Cubano, al gobierno y al Ministerio de Defensa”. Latell sostiene que en los más altos mandos del gobierno y ejército cubano no existe un consenso interno sobre quién reemplazaría a Raúl como jefe de las fuerzas armadas: “El general Colomé Ibarra, que es el militar de más alto rango, no tiene la capacidad de ocupar un puesto más alto que el que ostenta; el general Casa probablemente sería una elección polarizante por las manchas de corrupción que se ha ganado por su forma de actuar y ejercer el poder que le corresponde”.
Sin Raúl en el escenario, Latell vaticina una crisis similar a la que ocurrió en 1988 en China con las protestas estudiantiles en la plaza Tiananmen, con una gran diferencia: Que los militares cubanos probablemente no estarían dispuestos a disparar indiscriminadamente contra los manifestantes civiles. “Un escenario de pesadilla para Cuba y Estados Unidos es la anarquía en la isla que inevitablemente resultaría en una masiva migración marítima de cubanos al estado de la Florida”, vaticina Latell, y agrega: “Habría llamados políticos influyentes para una intervención estadunidense o internacional, que sería la peor situación para los dos países. El temor a una crisis así, es probablemente la razón fundamental por la cual Raúl y el alto comando (de Cuba) cabildearon, erróneamente hasta el momento, para acercarse a las fuerzas armadas de Estados Unidos”.
Los fracasados intentos de Raúl para establecer contacto con el Pentágono son comparados por Latell con el que se dio a finales de 2003, poco después de que el gobierno de Estados Unidos decidió llevar como prisioneros a la base militar de Guantánamo a presuntos terroristas detenidos en Afganistán y posteriormente en Irak. “Raúl le dijo a unos reporteros que si los miembros de Al Qaeda detenidos en Guantánamo lograran escapar al territorio estadunidense, él daría garantías de que serían detenidos y regresados a Guantánamo”, relata Latell.
Como líder supremo del gobierno cubano, Raúl determinaría como principal objetivo el acabar o reducir significativamente el embargo económico de Estados Unidos a la isla.Respecto al futuro de Cuba y de los hombres que podrían ocupar el poder en la isla después de Raúl, Latell señala básicamente a cuatro personajes de la vida política cubana:
1.- “Nadie, con la posible excepción del exministro del Interior, Ramiro Valdés, ha parecido tener una oportunidad de suplantar a Raúl en la línea de sucesión”.
2.- “Carlos Lage, secretario y primer vicepresidente del Consejo de Ministros, miembro del Buró Político y del Consejo de Estado, disfruta de la confianza de Fidel, mayormente en el manejo de los asuntos económicos, desde hace varios años y más que cualquier otro funcionario. Evidentemente, Lage también trabaja bien con Raúl”.
3.- Ricardo Alarcón, el presidente de la Asamblea Nacional, ha desarrollado un número considerable de papeles prominentes como diplomático y estadista, y es miembro del Buró Político. Pero al igual que otros subordinados civiles que son obsequiosos y dóciles ante su presencia (la de Fidel), él no se ha ganado el suficiente respeto de Raúl y los generales como para ocupar un puesto de más autoridad”.
4.- Felipe Pérez Roque ha sido uno de los colaboradores favoritos de Fidel en los últimos años. Inicialmente, el objetivo clave para el régimen sucesor será el de mantener las apariencias de una continuidad fidelista, en lo más posible, pero los generales raulistas, cinco de los cuales son parte del Buró Político, podrían ser los que tomarían la decisión final sobre quién debe gobernar –en el caso de la ausencia de Fidel y Raúl, en cualquier orden–, de acuerdo con las conclusiones del libro Después de Fidel.
“Por ello, un régimen raulista estaría noblemente comprometido a mantener el orden y las expectativas populares de un cambio político verificable”, acota Latell, y por ello insiste en que aun con Raúl como máximo líder del gobierno cubano y por la presión de los generales, él estaría obligado a gobernar con un balance preciso y equilibrado, actuando con sabiduría para anular el descontento civil con una mejora en los niveles de vida pero sin abrir rápidamente los valores de la revolución.