20 ene 2008

Venezuela y Colombia

Reportaje de Gonzalo Guillén de El Nuevo Herald. Lástima que las fuentes no tienen nombre ni apellido.
Acusan a Venezuela de proveer municiones a las guerrillas colombianas
Gonzalo Guillén (reportero) / Especial para El Nuevo Herald on line, 20/01/2008;
Venezuela suministra un flujo continuo de municiones para los cerca de 15,000 fusiles AK que poseen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), revelaron a El Nuevo Herald fuentes colombianas de inteligencia militar.
La denuncia se basa en los decomisos de municiones a los grupos guerrilleros en las regiones del nororiente del país, fronterizas con Venezuela, y en el testimonio de desertores de ese grupo guerrillero.
Las fuentes aseguraron que no sabían si ese suministro "es consecuencia de la creciente corrupción que existe entre las fuerzas militares y de policía de Venezuela o si se trata de una política de Estado del presidente Hugo Chávez''.
Román Ortiz, catedrático español y coordinador de seguridad y postconflicto de la Fundación Ideas para la Paz, advirtió a El Nuevo Herald que "si las FARC consiguen munición para esos fusiles AK, para los que no han encontrado un suministro fácil de munición desde que los compraron en el año 2000, la capacidad operativa de varios frentes importantes crecería de manera significativa''.
"Parece claro'', agregó, "que las FARC han encontrado facilidades para operar en Venezuela, incluso antes de la crisis entre el gobierno de Chávez y Colombia. Está claro que las FARC están usando el territorio venezolano como punto de tránsito de narcóticos y armas y para establecer bases de entrenamiento''.
El suministro de munición venezolana para los AK ha sido revelado, entre otros, por "más 10 miembros de las FARC'' de un grupo general de 95 que se han fugado de esa organización en los primeros 18 días del 2008 en los departamentos amazónicos de Vichada y Putumayo, así como el andino de Huila, aseguraron las mismas fuentes. Los desertores han dado sus versiones a la Fiscalía colombiana y solicitado reserva de sus identidades y protección para sus familias.
La única fábrica en Sudamérica que produce munición calibre 7.62 x 39mm para el AK es la estatal Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM), para lo cual en el 2005 puso en funcionamiento una moderna planta de producción.
Además, esta munición venezolana ‘‘deliberadamente no tiene números de serie ni marcas de identificación, como sucede con la munición que producen las industrias militares de Colombia o Brasil'', afirmó una de las fuentes consultadas.
Citando fuentes de inteligencia militar y diplomáticas europeas, el diario español El País publicó el 16 de diciembre un reportaje investigativo según el cual la cooperación de Venezuela con las FARC es "extensa y sistemática [...] en cuanto al transporte de la droga por aire, tierra y mar; el suministro de armas y la protección sobre el terreno que reciben de sectores de las fuerzas armadas''.
El reportaje, titulado El narcosantuario de las FARC, afirma: "Lo que aseguran un diplomático europeo y diversas fuentes oficiales a las que ha tenido acceso El País es que existe complicidad y compenetración de elementos importantes del Estado que preside Hugo Chávez en las actividades mafiosas y militares de la organización guerrillera más antigua del mundo. La conclusión a la que un diplomático europeo y todas las fuentes oficiales consultadas han llegado es que la complicidad es activa y constante a niveles operativos''.
Los AK de las FARC y el ELN, de los que se fabricaron 100 millones durante 60 años en plantas soviéticas y de otros países de la órbita de Moscú, usan la misma munición de los 100,000 AK-103 y AK-104 que compró Venezuela.
En febrero del 2004, cuando anunció la compra de los AK y el montaje de una planta de producción de munición, Chávez declaró: "Si al imperialismo se le ocurre meterse con Venezuela, tendrán que vérselas con el pueblo de [Simón] Bolívar, que está dispuesto a defender su soberanía y dignidad''.
Entonces, un comunicado del Departamento de Defensa de Estados Unidos, advirtió: "La compra ha creado interrogantes sobre el propósito final [de las armas]. Nuestra preocupación con esta compra de armas aumenta dada la tolerancia de Venezuela ante grupos como las FARC, el ELN y otros''.
Hasta que Venezuela comenzó a surtir de munición a las FARC y el ELN, estas dos guerrillas y los paramilitares, que tienen aproximadamente otros 5,000 AK, debían conseguirlos los cartuchos en el mercado negro, a un precio que podía llegar a $5.
La escasez y la carestía obligaron a estas organizaciones a restringir al máximo posible el uso de su parque, algo que compensaron con una estrategia de guerra que denominan "80-20'': 80 por ciento de uso de explosivos (minas antipersonales y morteros artesanales, entre otros) y solamente 20 por ciento de enfrentamiento con armas de fuego.
Según las fuentes de inteligencia consultadas, las FARC compran la munición venezolana a precios que no superan 50 centavos por unidad y "hay indicios'' que también "reciben suministros gratis''.
La mayor parte de la munición 7.62 x 39mm de las FARC y el ELN provenientes de Venezuela e incautadas en Colombia han caído principalmente en los fronterizos departamentos colombianos de Norte de Santander y Arauca, aseguraron las fuentes de inteligencia militares consultadas, que pidieron no ser identificadas porque no estaban autorizadas a comentar sobre el tema.
Uno de los primeros decomisos, de 8,500 cartuchos de munición 7.62 x 39. supuestamente venezolano cayó en poder de la Policía en mayo del 2006.
El mayor decomiso de municiones supuestamente venezolanas para fusiles AK practicado últimamente por el Ejército colombiano fue de medio millón de proyectiles, cerca al pueblo de El Billar, departamento de Caquetá.
Este golpe, en que también se incautó munición de otros calibres, aniquiló en el 2005 la capacidad de fuego del poderoso Bloque Sur, comandado por "Joaquín Gómez'', que ha vuelto a usar sus fusiles AK con munición que "se cree que está llegado de Venezuela''.
En el 2005, por orden del presidente Hugo Chávez, el Ministerio de Defensa de Venezuela compró 100,000 fusiles automáticos AK-103 y AK-104 y municiones --en cantidades no reveladas--, a la firma rusa Rosoboronexport, que ya ha recibido en su totalidad.
Próximamente, además de la fábrica de municiones, entrará en funcionamiento en Venezuela una planta de ensamblaje de fusiles AK-103 con capacidad para producir cerca de 25,000 unidades al año.
Chávez optó por comprar el parque AK-103 y 104 frente a otros productos bélicos que utilizan los principales ejércitos regulares en el mundo.
El Plan de Consolidación Estratégica de las Fuerzas Armadas 1998-2007, un informe oficial secreto que determinaba el tipo de armamentos que debería tener Venezuela, consideraba que el parque existente de los viejos fusiles belgas FAL, calibre 7.62 x 51mm, debían sustituirse por un arma moderna calibre 5.56 x 45mm, por tener mejor alcance, precisión y maniobrabilidad en el combate.
Tan pronto se adoptó la decisión de adquirir fusiles modernos calibre 5.56 x 45mm, la Dirección de Armamento de las Fuerzas Armadas Nacionales (DARFA) invitó a 17 compañías de todo el mundo a presentar sus fusiles automáticos. Nueve firmas lo hicieron: el FN FNC, belga, que ya se usa en Suecia e Indonesia; los modernos AK-101 y AK-102, versiones mejoradas del AK; el versátil AUG australiano, que ya usaba la policía secreta venezolana; los Galil AR y SAR NATO, israelíes, entre otros.
Sin embargo, el propio Chávez rechazó la amplia gama de modernos y versátiles fusiles calibre 5.56mm y tomó la decisión de comprar los modelos AK-103, versión estándar, y AK-104, versión compacta, ambos calibre 7.62 x 39mm.
Este tipo de munición sólo la siguen usando los ejércitos más atrasados del Tercer Mundo y grupos irregulares, como las FARC, el ELN o Sendero Luminoso.
Chávez renovó cerca de 60,000 fusiles FAL calibre 7.62 x 51mm que Venezuela había comprado a Bélgica en los años 50 y 60. Otros fueron fabricados por CAVIM en los años 70.
Hoy la mitad de esos FAL se han destinado a las reservas de las fuerzas armadas y el resto se supone que se almacenó para fines de recambio.
Se cree que algunos FAL que recientemente han sido encontrados en poder de las FARC con los números de serie borrados también provienen de Venezuela

El Padre General


El nuevo superior general de los jesuitas, Adolfo Nicolás, elegido el sábado pasado para guiar a la mayor orden religiosa católica en el siglo XXI, dijo en su homilía que la tarea de los jesuitas es anunciar la salvación a las naciones, pero no entendidas como territorios geográficos, sino como grupos humanos. "Los pobres, los marginados, los excluidos y disminuidos, éstas son las naciones" a las que se dirige la atención de la Compañía.
rRRRreconoció también la necesidad de replantearse la misión de la orden en el mundo de hoy. "Lo que tenemos que preguntarnos es ¿adónde debe ir nuestro servicio, nuestras energías?"
Homilía. Pendiente-

El sucesor de Arrupe


Crítico con el Vaticano/JUAN JOSÉ TAMAYO
Publicado en EL PAIS, 20/01/2008;
Ayer fue elegido Prepósito General de la Compañía de Jesús el palentino Adolfo Nicolás. 
¿Contra todo pronóstico? 
Yo creo que no. 
En la Congregación General de 1983, de la que era secretario general, fue uno de los nombres que más sonó para suceder a Arrupe, con el que mantiene no pocas similitudes: los dos son españoles; fueron destinados muy jóvenes, a Japón (Arrupe en 1938; de Nicolás, en 1961), donde echaron raíces; se comprometieron con la renovación de la Compañía de Jesús en una triple dirección: la inculturación de la fe frente al imperialismo cultural-cristiano occidental, la lucha por la justicia como criterio de verificación de la fe y el diálogo con el mundo moderno, caracterizado por la secularización. Hubiera sido un excelente continuador de la línea renovadora abierta por el padre Arrupe en sintonía con el concilio Vaticano II. Con la elección de Nicolás entonces, la confrontación Vaticano- Compañía de Jesús era más que previsible. Al final se impuso la proverbial prudencia jesuítica y fue elegido el holandés Kolvenbach, persona más dócil que podía recomponer las deterioradas relaciones con el Vaticano, sin por ello doblegarse servilmente a los vientos restauradores que corrían entonces. De hecho, durante el gobierno de Kolvenbach, numerosos jesuitas han seguido en la vanguardia de la liberación en el Tercer Mundo y en la elaboración de una teología crítica.

Nuevo Papa negro


"Ego Peter-Hans Kolvenbach S.J., auctoritate Sedis Apostolicae et universae Societatis, Reverendum Patrem Adolfo Nicolás declaro electum in Praepositum Generalem Societatis Jesu, in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti".
(foto de la agencia EFE)
"Gracias a Dios es la mejor elección", es el comentario del padre Paolo Molinari S.I., postulador general de la Compañía de Jesús, tras la elección este sabado 19 de enero del nuevo prepósito general de esta orden, del padre Adolfo Lorenzo Nicolás.
En efecto, el padre Nicolás, de 71 años, es el sucesor número 29 del fundador de la orden jesuita; es originario de la región de Toledo, Castilla (Villamuriel, Palencia, España) fue elegido prepósito general de la Compañía de Jesús; sustituye al sacerdote holandés Peter-Hans Kolvenbach, de 80 años, quien presentó su renuncia tras estar casi 25 años al frente de la orden fundada por san Ignacio de Loyola.
Los 217 electores, reunidos desde el pasado 7 de enero en su 35 Congregación General, eligieron en el segundo escrutinio -se necesitaban al menos 109 votos- al padre Nicolás.
El nuevo prepósito es considerado un hombre progresista, alejado de la dura ortodoxia que muestra en cuestiones trascendentales Benedicto XVI.
Ha ejercido buena parte de su ministerio sacerdotal en Japón. Hasta ahora era moderador de la Conferencia de Provinciales de Asia Oriental, residiendo en Filipinas
En este cargo, que es de por vida, el sacerdote será superior de los 19,564 jesuitas extendidos en 127 países.
El nuevo padre general entró en la Compañía el 15 de septiembre de 1953 a la dad de 17 años en el noviciado de Aranjuez, estudió en el colegio de los Areneros de Madrid, Filosofía en Alcalá, y Teología en Japón, país donde ha permanecido hasta finales de los años noventa.
Su formación la ha desarrollado en Aranjuez, Japón y Roma.
En 1964 llegó a Tokyo para estudiar Teología. Allí fue ordenado sacerdote el 17 de marzo de 1967 y pronunció los últimos votos en la Compañía el 5 de octubre de 1976, también en Tokyo.
Entre 1968 y 1971 estudió Semiología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Y desde 1971 hasta 2002 ha sido profesor de Teología en la Universidad Sofía de Tokio.
El nuevo padre general ha sido provincial y moderador de todos los responsables de las provincias de Asia Oriental y Oceanía; que se extienden desde Myanmar hasta Timor Oriental, pasando por Corea, Vietnam hasta llegar incluso a la provincia de China.
Habla español, japonés, inglés, francés e italiano.
Hace 30 años los jesuitas alcanzaron a ser 36 mil miembros en todo el mundo. Ahora son meso de 20 mil integrantes implicados en labores de educación, ayuda a los refugiados y otros servicios sociales en 127 países, en 69 de los cuales tiene centros educativos.
Algunos conocen al padre general como Papa Negro porque, como el pontífice, ejerce influencia en todo el mundo y suele mantenerse en el cargo de por vida, pero sobre todo porque su sotana es negra, frente a la vestimenta blanca del Papa.
Insisto el padre Nicolás no es un teólogo identificado con las tesis de Benedicto XVI, más bien sus posiciones ideológicas son encontradas. Benedicto XVI es consciente de que los jesuitas, con una importante presencia misionera en el mundo, las 200 universidades y 700 bajo su control, son una fuerza imprescindible para la Iglesia pero, al mismo tiempo, un peligro potencial.
Por lo pronto ¡Felicidades al nuevo padre general!
Un cónclave sin fumata blanca, nota de Lola Galán, El País, 20/01/2008;
El cónclave se desarrolló ayer de acuerdo con el esquema previsto en la Fórmula, los estatutos por así decir de la compañía. Su parecido con el cónclave cardenalicio para elegir un Papa es enorme. La elección del superior general se produjo después de que la Congregación General, reunida desde el 7 de enero, en Roma, votara favorablemente, una semana después, la petición de renuncia planteada por Kolvenbach.
De esta forma se entró en la siguiente fase, los cuatro días de las llamadas murmuraciones, que la Fórmula señala. Es decir, días de intercambio de impresiones, de reflexión y análisis. Terminado ese plazo, el quinto día se eligió al nuevo prepósito.
La jornada de ayer comenzó con una misa a las 8 de la mañana en la Iglesia del Espíritu Santo, próxima a la plaza de San Pedro, a la que asistieron los 217 electores, antes de entrar en el aula para proceder a la elección. La gran diferencia con un cónclave es, sobre todo, estética y simbólica. El aula de las deliberaciones para elegir al sucesor de Kolvenbach es austera y está presidida por el gran marcador electrónico que ha funcionado hasta ahora en las votaciones efectuadas; los delegados visten de paisano en su mayoría y algunos llevan ordenador portatil. Y, lo que es más importante, una parte de los electores representa a las bases de la gran comunidad jesuita, mientras el acceso a los cónclaves está restringido a los cardenales de menos de 80 años. Por lo demás, la reserva es tan total como en la Capilla Sixtina, aunque falten magnificencia y boato.
Reunidos en el aula donde se celebran las sesiones de esta 35ª Congregación General, los delegados cantaron el Vini Creator Spiritus, el himno inspirador que recitan también los cardenales en cónclave, antes de sentarse a escuchar la exhortación a cargo del jesuita Jacques Gellard, que dirigió las sesiones. Después, cada elector rezó durante una hora y más tarde se votó. El superior saliente, Peter-Hans Kolvenbach, el secretario de la Congregacion, Orlando Torres, y su asistente Ignacio Echarte, recogieron y contaron las papeletas. En la primera votación nadie alcanzó los 109 votos necesarios (mayoría simple). Fue en la segunda cuando se produjo la elección de Adolfo Nicolás, que será el encargado de guiar a la compañía en el siglo XXI. Tampoco hubo, naturalmente, fumata blanca para anunciar al nuevo superior, sino comunicado y nota biográfica.
El padre Nicolás concelebrará hoy una misa en la Iglesia del Gesù, algo así como la basílica de San Pedro para los jesuitas, el lugar donde Ignacio de Loyola redactó las Constituciones de la orden fundada en el siglo XVI. Precisamente, su último sucesor pasará mañana por la habitación de San Ignacio. El más anciano leerá el texto en el que San Ignacio fija las cualidades que debe poseer el elegido. Después, entrarán en materia, con reuniones que duran más de dos meses. En este plazo y, bajo la guía de Adolfo Nicolás, los delegados pasarán revista a los once postulados que resumen las 400 propuestas recibidas de los jesuitas de todo el mundo, y que abordan los grandes retos de la Compañía en el nuevo siglo.
Carta del Papa Benedicto XVI al padre Peter-Hans Kolvenbach, S.I., fechada el viernes 18 enero 2008, todavía prepósito general de la Compañía de Jesús.
* * *
En ocasión de la 35ª Congregación General de la Compañía de Jesús, es mi vivo deseo hacer llegar a Usted y a cuantos toman parte en la Asamblea el más cordial saludo, unido a la seguridad de mi afecto y de mi constante cercanía espiritual. Sé lo importante que es para la vida de la Compañía el acontecimiento que se está celebrando, sé también que, por ello, ha sido preparado con gran cuidado. Se trata de una ocasión providencial para imprimir a la Compañía de Jesús aquel renovado impulso ascético y apostólico que es deseado por todos, para que los Jesuitas puedan llevar a cabo plenamente su misión y afrontar los desafíos del mundo moderno con aquella fidelidad a Cristo y a la Iglesia que distinguió la acción profética de San Ignacio de Loyola y de sus primeros compañeros.
El Apóstol escribe a los fieles de Tesalónica que les ha anunciado el evangelio de Dios, «animándoos y conjurándoos - precisa él - a comportaros de manera digna de aquel Dios que os llama a su reino y a su gloria» (1 Ts 2,12), y añade: «Precisamente por esto también nosotros damos gracias a Dios continuamente porque, habiendo recibido de nosotros la palabra divina de la predicación, la habéis acogido no como palabra de hombres, sino cual es en verdad, como palabra de Dios, que actúa en vosotros que creéis» (1 Ts 2,13). La palabra de Dios, por tanto, primeramente es «recibida», es decir escuchada, después, penetrando hasta el corazón, es «acogida» y quien la recibe reconoce que Dios habla por medio de su enviado: de este modo la palabra actúa en los creyentes. Como entonces, también hoy la evangelización exige total y fiel adhesión a la palabra de Dios: adhesión, ante todo, a Cristo, y escucha atenta de su Espíritu que guía a la Iglesia, dócil obediencia a los Pastores que Dios ha puesto para guiar a su pueblo y prudente y franco diálogo con las instancias sociales, culturales y religiosas de nuestro tiempo. Todo esto presupone, como es sabido, una íntima comunión con Aquél que nos llama a ser sus amigos y discípulos, una unidad de vida y de acción que se alimenta de su palabra, de contemplación y oración, de separación de la mentalidad del mundo y de incesante conversión a su amor para que sea Él, Cristo, quien viva y actúe en cada uno de nosotros. Está aquí el secreto del auténtico éxito del empeño apostólico y misionero de todo cristiano, y aún más de cuantos son llamados a un servicio más directo del Evangelio.
Tal convicción está ciertamente bien presente en cuantos toman parte en la Congregación General, y siento la urgencia de reconocer el gran trabajo ya realizado por la comisión preparatoria que a lo largo del año 2007 ha examinado los postulados llegados de las Provincias y ha indicado los temas a afrontar. Querría expresar mi agradecimiento en primer lugar a Usted, querido y venerado Padre Prepósito General, que desde 1983 está guiando de modo iluminado, sabio y prudente la Compañía de Jesús, tratando por todos los modos de mantenerla en el cauce del carisma ignaciano. Usted, por razones objetivas, ha pedido varias veces ser exonerado de su cargo, asumido con gran sentido de responsabilidad en un momento no fácil de la historia de la Orden. Le expreso el más vivo agradecimiento por el servicio prestado a la Compañía y, más en general, a la Iglesia. Mi sentimiento de gratitud se extiende a sus más directos colaboradores, a los participantes en la Congregación General y a todos los Jesuitas esparcidos por todas las partes del Planeta. A todos y a cada uno llegue el saludo del Sucesor de Pedro, que sigue con afecto y estima el múltiple y apreciado trabajo apostólico de los Jesuitas, y alienta a todos en el camino abierto por el santo Fundador y recorrido por grupos innumerables de hermanos dedicados a la causa de Cristo, muchos de los cuales han sido inscritos por la Iglesia en el catálogo de los beatos y de los santos. Que ellos protejan y sostengan a la Compañía de Jesús en la misión que desarrolla en esta nuestra época, marcada por numerosos y complejos desafíos culturales y religiosos, difíciles.
Y precisamente a este propósito, ¿cómo no reconocer la valiosa contribución que la Compañía ofrece a la acción de la Iglesia en varios campos y de muchas maneras? ¡Contribución verdaderamente grande y benemérita, que sólo el Señor podrá recompensar debidamente! Como mis venerados Predecesores, los Siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II, también yo aprovecho la oportunidad de la Congregación General para poner de relieve tal aportación y, al mismo tiempo, para ofrecer a vuestra reflexión algunas consideraciones, que os sirvan de aliento y estímulo para realizar cada vez mejor el ideal de la Compañía, en plena fidelidad al Magisterio de la Iglesia, tal como se describe en la siguiente expresión que os es bien familiar: «Militar para Dios bajo la bandera de la cruz y servir sólo al Señor y a la Iglesia su esposa, bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra» (Litt. Ap. Exposcit debitum, 21 julio 1550). Se trata de una «peculiar» fidelidad, sancionada también, para no pocos de vosotros, por un voto de obediencia inmediata al Sucesor de Pedro «perinde ac cadaver». De esta vuestra fidelidad, que constituye la señal distintiva de la Orden, la Iglesia tiene aún mayor necesidad hoy, en una época en que se advierte la urgencia de transmitir, de manera integral, a nuestros contemporáneos, distraídos por tantas voces discordantes, el único e inmutado mensaje de salvación que es el Evangelio, «no como palabra de hombres, sino cual es en verdad, como palabra de Dios», che opera en los que creen.
Para que esto suceda es indispensable, como ya recordaba el amado Juan Pablo II a los participantes en la 34ª Congregación General, que la vida de los miembros de la Compañía de Jesús, como también su investigación doctrinal, estén siempre animadas de un verdadero espíritu de fe y comunión en «dócil sintonía con las indicaciones del Magisterio» (Insegnamenti, vol. I, pp. 25-32). Deseo vivamente que la presente Congregación General reafirme con claridad el auténtico carisma del Fundador, para alentar a todos los Jesuitas a promover la verdadera y sana doctrina católica. Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, he podido apreciar la valiosa colaboración de Consultores y expertos Jesuitas, que, en plena fidelidad a su carisma, han contribuido de manera considerable a la fiel promoción y recepción del Magisterio. No es éste ciertamente un empeño fácil, especialmente cuando se está llamado a anunciar el Evangelio en contextos sociales y culturales muy diversos y hay que confrontarse con mentalidades diferentes. Aprecio, por tanto, sinceramente tal esfuerzo realizado al servicio de Cristo, esfuerzo que es fructuoso para el verdadero bien de las almas en la medida en que uno se deja guiar por el Espíritu Santo, y permanece dócil a las enseñanzas del Magisterio, refiriéndose a los principios clave de la vocación eclesial del teólogo expuestos en la Instrucción Donum veritatis.
La obra evangelizadora de la Iglesia cuenta, por tanto, mucho con la responsabilidad formativa que la Compañía tiene en el campo de la teología, de la espiritualidad y de la misión. Y, precisamente, para ofrecer a toda la Compañía de Jesús una clara orientación que la sostenga en una dedicación apostólica fiel y generosa, podría resultar muy útil que la Congregación General reafirme, en el espíritu de San Ignacio, la propia adhesión total a la doctrina católica, en particular sobre puntos neurálgicos hoy fuertemente atacados por la cultura secular, como, por ejemplo, la relación entre Cristo y las religiones, algunos aspectos de la teología de la liberación y varios puntos de la moral sexual, sobre todo en lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y a la pastoral de las personas homosexuales.
Reverendo y querido Padre, estoy persuadido que la Compañía advierte la importancia histórica de esta Congregación General y, guiada por el Espíritu Santo, quiere una vez más, como decía el amado Juan Pablo II en enero de 1995, reafirmar, «sin equívocos y sin dudas, su específico camino hacia Dios, como lo trazó San Ignacio en la Formula Instituti: la fidelidad amorosa a vuestro carisma será fuente segura de renovada fecundidad» (Insegnamenti, vol. XVIII/1, 1995, p. 26). Resultan además muy actuales las palabras que mi venerado Predecesor Pablo VI os dirigió en otra ocasión análoga: «Todos debemos velar para que la adaptación necesaria no se realice con detrimento de la identidad fundamental, de la esencialidad de la figura del jesuita, como se describe en la Formula Instituti, como la historia y la espiritualidad de la Orden la proponen y como la interpretación auténtica de las necesidades mismas de los tiempos parece reclamar hoy. Aquella imagen no deber ser alterada, no debe ser desfigurada» (Insegnamenti, vol. XII, 1974, pp. 1181-1182).
La continuidad de las enseñanzas de los Sucesores de Pedro es prueba de la gran atención y cuidado que ellos mostraron respecto de los Jesuitas, su estima por vosotros y el deseo de poder contar siempre con la aportación preciosa de la Compañía para la vida de la Iglesia y para la evangelización del mundo. Confío la Congregación General a la intercesión del santo Fundador y de los santos de la Orden, a la materna protección de María, para que todo hijo espiritual de San Ignacio pueda tener ante los ojos «primero a Dios, y luego el modo de ser de este su instituto» (Formula Instituti, I). Con tales sentimientos aseguro un constante recuerdo en la oración e imparto de corazón a Usted, Reverendo Padre, a los Padres de la Congregación General y a la entera Compañía de Jesús una especial Bendición Apostólica.
Del Vaticano, 10 Enero 2008
Benedictus XVI
[Traducción del original italiano distribuida por la Curia General de la Compañía de Jesús

Hacia la libertad

El policía colombiano Jhon Frank Pinchao publicará un libro sobre los nueve años cautivo de la guerrilla de las FARC hasta que en mayo logró escapar e incluirá detalles de los momentos que compartió con otros rehenes, como la ex candidata presidencial colombo-francesa Ingrid Betancourt.
En un capítulo del libro titulado Mi fuga hacia la libertad,
e la editorial Planeta, publicado este domingo 20 de enero en exclusiva por el diario El Tiempo, describió un intento de fuga de Betancourt y del ex senador Luis Eladio Pérez.
Pinchao cuenta que antes de intentar fugarse, Betancourt sufrió acoso sexual de parte de un guerrillero, cuando ella estaba en un letrina en media de la maleza.
Pero, más interesante es la siguiente entrevista:
La sociedad se moviliza contra las condiciones de vida de los secuestrados retenidos por la guerrilla de las FARC
FRANCISCO PEREGIL (ENVIADO ESPECIAL)
El País, - Pitalito - 20/01/2008;
Consuelo González de Perdomo pisó el viernes su casa por primera vez en seis años y cuatro meses. Una casa colonial de techos enormes y patio con porche cuajado de plantas en Pitalito, un pueblo cafetero de 120.000 habitantes. "Era la casa de los abuelos de mi esposo". Ayer visitó la tumba de su marido, quien falleció en 2003, durante su cautiverio. Por el patio corretea ahora una nieta rubia que nació mientras ella estaba en cautiverio.
Consuelo llegó en un avión fletado por el Gobierno. De no ser así, habría tenido que viajar 45 minutos en avión desde Bogotá a Neiva y desde allí, más de tres horas en auto hacia Pitalito. Fue en esa carretera donde la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) la secuestraron justo un día antes de fue fuesen derribadas las Torres Gemelas, el 10 de septiembre de 2001. "Aún no me atrevo a pasar por ese sitio. He de volver a la normalidad poquito a poco".
Pregunta. -Extrañó que usted no llorase en Caracas. Pero en cuanto pisó Pitalito se echó a llorar. ¿Qué se le pasó por la mente en uno y otro momento?
Respuesta. No sé cómo definir esos sentimientos. Sentí una alegría inmensa de volver a estar con mi mamá, con mis hermanas. Pero sentí también una tristeza inmensa por mis compañeras. Porque pensé que salíamos todos. Pensé que llegamos a Pitalito y los otros dos militares venían conmigo. Por eso pedí que me acompañaran en el carro con la mamá de ellos. Pensé que la vida tiene que darles esa oportunidad. Con uno compartí tres años y con otro seis. Ahora voy a compartir con sus familiares días enteros para contarles qué piensan ellos, cuáles son sus sueños...
P. ¿Quiénes fueron sus amigos durante el cautiverio?
R. Con quien más compartía era con el doctor Alan Jara y el capitán William Donato. El coronel Mendienta también colaboró mucho con sus voces de ánimo. Los vi por última vez el 20 de diciembre. Ya se podrán imaginar la alegría, pero también la tristeza que sentimos. William tiene una afección renal. Va a cumplir 10 años de secuestrado. Se le inflaman los tobillos, los pies, a veces sufre de una alergia que no se sabe qué le provoca.
P. Su aspecto es bueno. ¿Le dieron mejor comida antes de liberarla?
R. Tengo desnutrición, falta de calcio y un problema de tiroides que no tenía. Pero por lo demás estoy bien. Nos enteramos del gesto de las FARC en un comunicado el 17 de diciembre por la radio. Pero las FARC no nos lo notificó hasta el 20. A partir de ahí no hicimos sino caminar. Nunca fuimos tratados especialmente. Soy hipertensa, pero a veces sin síntoma. Tuve el medicamento por periodos. Tenía precauciones para no abusar de las harinas, en hacer mi caminata diaria de más de una hora. La angustia era permanente, pero los compañeros me decían que no me entristeciera porque se me elevaba la tensión.
P. ¿Llegó a mantener cierto grado de conversación o debate con miembros de la guerrilla?
R. Cuando podíamos medio conversar con ellos, aprovechaba la oportunidad para preguntarles por qué habían ingresado al abismo y la respuesta era casi general: o porque habían sufrido la pérdida de un ser querido o porque no habían podido estudiar o porque la guerrilla era la solución a sus problemas. Lo que sí es cierto es que desde el guerrillero raso hasta el más representativo está en la tarea de capacitarse, de estudiar su plataforma política. Quieren un compromiso profundo.
P. ¿Cree que están convencidos de llegar al poder?
R. Los que me vigilaban, sí.
P. ¿Ha sufrido pesadillas?
R. En ningún momento. Estando secuestrada soñaba al principio que las FARC me daban un permiso para visitar a mi familia y que regresaba. Y luego me soñaba libre.
P. ¿Peligró su vida?
R. Una vez sentimos el vuelo de aviones de las Fuerzas del Estado. Sobrevolaban insistentemente. Nos angustió tanto a todos que pensamos que era el último momento de vida. La guerrilla nos sacó de aquel sitio.
P. ¿Cuál ha sido el trato más vejatorio que ha presenciado?
R. No fue conmigo. Pero el hecho de encadenar a los compañeros me parece degradante, humillante. Últimamente estaban encadenando también a los civiles. A algunos, durante la noche.
P. ¿Sabe algo de Ingrid Betancourt?
R. Hace tres años que no la veo. No sé cuál será su estado de ánimo. A medida que pasan los días se asumen actitudes diferentes. El año que estuve cerca de ella estaba también muy delgada, pero con ánimo. Cuando me veía triste, era Ingrid la que me decía tranquila, que de aquí vamos a salir. Ahora no sé.
P. Usted reprocha a Uribe la opción del rescate militar de secuestrados. ¿Le ha logrado convencer durante las tres horas que estuvo reunida con él?
R. El presidente se ha comprometido a trabajar intensamente por el acuerdo humanitario. Le dije que era una carrera contra el reloj, contra la muerte. La situación es tan difícil que si no hacemos algo rápidamente, difícilmente podrán resistir.
P. Usted era congresista liberal antes del secuestro. ¿Piensa continuar en política? ¿Uribe le ha ofrecido algún puesto?
R. No creo que el presidente me ofrezca cargos. La tarea que tengo por la búsqueda del intercambio es la que emprenderé. Si sigo en política más adelante deberé decidirlo con mis hijas.
P. ¿Por qué no quiso asistir al congreso de víctimas contra el terrorismo en España?
R. Porque tenía que visitar a mi mamá y venir a mi pueblo.
P. ¿Qué sentimientos le inspiran las FARC?
R. Compasión, porque aun así ellos creen que están luchando por algo válido. Yo considero que los mecanismos que utilizan son equivocados y no guardan coherencia. El secuestro afecta a la integridad humana.
P. A Chávez se le agradece las gestiones para su liberación. Pero también le critican las declaraciones sobre las FARC. ¿Qué piensa usted al respecto?
R. Las FARC, en su comunicado, dijeron que nos liberan en desagravio a Chávez. Y también es verdad que Chávez ha declarado que las FARC están equivocadas en los secuestros. Estoy segura de que cualquier manifestación que hace Chávez lo hace pensando en la liberación de los secuestrados. No veo que estas discusiones entre Uribe y Chávez vayan a afectar a la tarea que pueda hacer Chávez por los secuestrados.
P. ¿Qué piensa de la gestión de Uribe?
R. Ha logrado resultados en seguridad, pero esa fortaleza le da autoridad para que tome la decisión de lograr el intercambio humanitario.
P. ¿Conoció a algún dirigente de las FARC?
R. Hace cuatro años el Mono Jojoy nos visitó. Comentó que se había decidido tomar pruebas para tranquilizar a las familias.

Jorge Manzanera

Como buen politico mantiene un perfil bajo y no se expone en los medios.
Depende institucionalmente del Guillermo Anaya Llamas, secretario General del PAN
Jorge Manzanera Quintana: el operador oscuro del PAN
Perfil elaborado por Ernesto Núñez para el Suplemento Enfoque de Reforma, 20/01/2008;
Germán Martínez ha rescatado como operador electoral a uno de los personajes más polémicos del PAN, y lo convirtió en su mano derecha. En el 2000, Manzanera crea el lema "Para que vivas mejor", que seis años después usó Felipe Calderón en su campaña presidencia
Pocos panistas pueden presumir una trayectoria como la de Jorge Manzanera Quintana. Con 46 años de edad, ha transitado de la ultraderecha al felipismo, de la grilla local a la operación de grandes campañas. Ha participado en elecciones al menos dos veces en cada estado de la República y ha asesorado a más de mil candidatos. Fue jefe, amigo, colaborador o subordinado de los personajes más famosos y disímbolos del PAN; desde Luis H. Álvarez hasta Manuel Espino, pasando por Francisco Barrio, Carlos Castillo Peraza, Felipe Calderón, Luis Felipe Bravo Mena y Germán Martínez, entre otros.
Tiene su propio despacho de asesoría en campañas y se especializó en algo que pocos panistas aceptan: trabajar siempre tras bambalinas resistiéndosse a ser candidato, diputado, alcalde o funcionario de gobierno.
Mapache o estratega, yunque u operador de los doctrinarios, "dhiaco" o calderonista, ultra o moderado, a Manzanera es difícil encasillarlo en alguno de los tópicos con los que se define a los panistas. Hoy sale de la oscuridad para ocupar nuevamente un cargo formal en el PAN. Como secretario general adjunto de Germán Martínez, está destinado a convertirse en el operador clave del blanquiazul durante el próximo trienio.
Los orígenes
Hijo de una familia de ingenieros radicados en la capital chihuahuense, Manzanera empezó a actuar en política como líder estudiantil del Tecnológico de Chihuahua. Durante el movimiento postelectoral de 1986 se sumó a las acciones de resistencia civil para denunciar el fraude contra Francisco Barrio. En 1988, el dirigente estatal Raymundo Gómez lo invitó a afiliarse al PAN. En una meteórica carrera, se convirtió primero en oficial mayor y en 1991 en presidente del Comité Directivo Estatal (CDE). Desde ese cargo, en 1992 coordinó la segunda campaña de Barrio por la gubernatura.
Su secretario general en el CDE fue Manuel Espino, un panista nacido en Durango y radicado en Ciudad Juárez, donde era secretario del PAN municipal. Con él compartía la militancia en la asociación Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC), presunta fachada del Yunque.
Manzanera recomendó a Espino para que Barrio lo designara delegado del gobierno estatal en Ciudad Juárez, cargo del que fue despedido tras un escándalo por la presunta entrega irregular de licencias para vender alcohol. Removido por el entonces secretario de Gobierno de Barrio, Eduardo Romero, Espino encontró cobijo en Manzanera, quien maniobró para hacerlo candidato plurinominal a la Cámara de Diputados en 1994.
Identificado con el panismo más conservador, Manzanera apoyó al guanajuatense Alfredo Ling Altamirano en 1993, cuando contendió con el yucateco Carlos Castillo Peraza por la presidencia nacional del PAN.
En 1994, cuando buscó la reelección en el PAN de Chihuahua, Manzanera fue derrotado por Javier Corral Jurado. Pero a pesar de perder esas dos apuestas, Manzanera fue invitado a sumarse al equipo de Castillo Peraza en 1995, como director de Organización del CEN del PAN. En ese cargo conoció a miembros del equipo del entonces secretario general partidista, Felipe Calderón, con quienes se identifica a grado tal, que para la segunda mitad del año ya trabaja con ellos en la campaña de Calderón por la gubernatura de Michoacán, en donde el PAN perdió contundentemente. Ese año, cuando se conoce la noticia de que Castillo Peraza no buscará la reelección, Manzanera monta en el departamento que compartía con otros chihuahuenses como César Jáuregui Moreno, Alejandro Villalobos y Javier Rodarte, un "cuarto de guerra" para dirigir la campaña de Calderón por la presidencia del partido.
Entre los felipistas que deciden enfrentar a Ernesto Ruffo -quien llegaba a la contienda como favorito tras haber sido el primer gobernador emanado de Acción Nacional- destacaba Manzanera como uno de los más aguerridos.
Ganando la dirigencia panista, Calderón lo nombró secretario de Elecciones del CEN, en marzo de 1996.
Triunfos y derrotas
Una de las primeras decisiones que empujó desde su nuevo cargo fue la de nombrar a Espino delegado del CEN del PAN en Sonora, para enfrentar al entonces gobernador Manlio Fabio Beltrones, de quien se decía que tenía infiltrado al panismo local.
Con una operación que implicó la destitución y renovación de varios cuadros del panismo sonorense, Espino retomó el control del partido, y en las elecciones de 1997 el PAN se colocó en segundo lugar con más del 32 por ciento de los votos, ganó seis distritos de mayoría y 17 alcaldías.
Además de otras acciones de este tipo en diversos estados, en su paso por la secretaría de Elecciones del PAN (marzo de 1996 a octubre de 1998), Manzanera cosechó tres triunfos significativos: las gubernaturas de Querétaro y Nuevo León en 1997, y la de Aguascalientes en 1998. Pero tuvo dos derrotas emblemáticas en la historia de Acción Nacional: la de 1997 en el Distrito Federal, donde Castillo Peraza había arrancado en primer lugar, y la de Chihuahua en 1998.
En las elecciones federales de 1997, con Manzanera al frente del área electoral, el PAN se colocó como segunda fuerza en porcentaje de votación (26 por ciento) y tercera en la Cámara de Diputados, con 121 curules.
El 8 de octubre de 1998, Manzanera fue destituido de la Secretaría de Elecciones tras una evaluación de su desempeño hecha por el CEN. Manzanera fue sustituido por un Consejo Electoral encabezado por el diputado federal Emilio González Márquez, quien coordinó la campaña que llevó a la gubernatura de Jalisco a Alberto Cárdenas y que hoy es gobernador de su entidad.
En medio de duras críticas hacia su operador electoral, Calderón calificó como "muy positivo" el trabajo realizado por Manzanera, pues finalmente aportó un dato más a su currículum: al llegar Felipe a la dirigencia, en 1996, el PAN gobernaba el 24.40 por ciento de la población, y al dejar el CEN en 1999 gobernaba al 41.48 por ciento.
Docsa, refugio y negocio
ras su salida del CEN del PAN, Manzanera fundó la empresa Docsa -Desarrollo y Operación de Campañas SA-, despacho independiente que empezó a cobrar a los panistas lo que antes Manzanera ofrecía como un servicio del CEN hacia sus candidatos: estrategias de comunicación, asesoría jurídica electoral, estudios de opinión pública, medios y producción publicitaria, creatividad e identidad gráfica, asesoría en sistemas e informática, e imagen pública para candidatos y gobiernos.
En 1999, apoyó a Luis Felipe Bravo Mena para buscar la dirigencia del PAN, y éste lo incluyó en su Comité Ejecutivo Nacional, aunque sin cartera específica. Ese año se integró una comisión especial electoral para pelear la gubernatura del estado de México bajo la coordinación de Pancho Barrio. Desde esa comisión, Manzanera entabla relación con el dirigente del PAN mexiquense, Francisco Gárate Chapa, quien un año más tarde lo contrata como asesor del Comité Directivo Estatal.
En el 2000, Manzanera crea el lema "Para que vivas mejor", que seis años después usó Felipe Calderón en su campaña presidencial. Según una nota de Reforma de mayo del 2000, el Comité Estatal blanquiazul trató de darle una imagen institucional a su campaña a través de un logotipo naranja que representaba una familia de cuatro integrantes y la leyenda: "Para que vivas mejor". Esto y la aplicación de estudios de opinión y otras técnicas de marketing político fueron responsabilidad de un grupo de operadores coordinados por Jorge Manzanera y Alejandro Villalobos, ex director de Procesos del CEN blanquiazul.
En el 2002, cuando Bravo Mena buscó la reelección al frente del PAN, Manzanera fue propuesto por José Antonio Lozano Gracia como coordinador de la campaña interna, pero el nombramiento no se concreta y quien aparece en su lugar es Manuel Espino, quien para entonces era nuevamente diputado federal y ex funcionario de Los Pinos. Espino hizo ganar a Bravo Mena y fue nombrado secretario general del PAN. Para este segundo mandato al frente del PAN, Bravo Mena llama a la Secretaría de Estudios del CEN a Germán Martínez, operador felipista que acababa de regresar de España, donde estudió un posgrado. Electo diputado federal en el 2003, Martínez vislumbró la posibilidad de lanzarse por la dirigencia nacional panista.
Acudió al despacho de Manzanera, ubicado en la colonia del Valle, para armar una estrategia. Ambos estudiaron las posibilidades, hicieron el mapa de los consejeros nacionales que elegirían al nuevo líder en el 2005, e incluso diseñaron una imagen para la campaña. Pero Calderón los frenó en enero del 2005, cuando pidió a Martínez declinar a favor de Carlos Medina.
Espino gana la dirigencia y Manzanera vuelve a replegarse. Salva la campaña El chihuahuense reaparece hasta febrero del 2006, de la mano de Martínez, quien lo incorpora a la campaña de Calderón, que para entonces atravesaba por un momento crítico.
Con 10 puntos abajo de Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial acepta a Manzanera de regreso en su equipo, pero evita hacer público su nombramiento y aclarar cuáles serían sus funciones. Lo cierto es que cuando se rediseñó la campaña de Calderón, con la salida del publicista Francisco Ortiz y la reestructuración del equipo comandado por Juan Camilo Mouriño, Manzanera saca del baúl aquel lema que usó para las campañas locales del Edomex en el 2000: "Para que vivas mejor". El lema sufre una leve modificación, transformándose en "Para que vivamos mejor" y sustituye al de "Pasión y valor por México". En marzo, tras una intensa difusión de ese lema y de spots negativos en contra del candidato del PRD, la campaña de Calderón comienza a recuperarse.
Pero ése no fue el único servicio prestado por Manzanera. En mayo, cuando se empezó a cuestionar públicamente a Calderón por la participación del consultor español Antonio Sola en su campaña, Manzanera sacó un conejo de la chistera: un contrato firmado a mediados del 2005 entre Sola y la consultora Docsa, que a su vez fue contratada por el PAN para brindar servicios especializados.
Mouriño pudo entonces argumentar que Sola era sólo un empleado de una empresa que prestaba sus servicios al PAN, y negó que el español formara parte del equipo del candidato: "Entiendo que trabaja para una empresa que presta servicios al PAN desde hace tiempo; lo que está claro es que cumple con los requisitos de ley, y trabaja legalmente para una empresa mexicana" (Reforma, 20 de mayo del 2006).
Manzanera y Sola tenían oficinas en el comité de campaña, donde era común verlos antes de que el PRD denunciara ante el IFE la participación de un consultor extranjero con Calderón.
Manzanera era el coordinador de la estructura electoral, desarrollaba labores de estrategia y organización, y participaba con Germán Martínez en la defensa jurídica del voto.
Operador de Los Pinos Con Calderón en la Presidencia, Manzanera siguió operando a la sombra, hasta que Espino lo denunció públicamente.Tras la derrota del PAN en Yucatán, Espino aseguró que un equipo coordinado por Mouriño desde la Oficina de la Presidencia, y encabezado por Manzanera, había intervenido en las elecciones yucatecas sin coordinarse con el PAN, lo que afectó gravemente al partido. Espino mantuvo esta acusación hasta el final de su periodo.
En la última entrevista que ofreció como líder panista (Enfoque 714, 2 de diciembre del 2007), acusó a Manzanera de haber echado a perder muchas de las estrategias del CEN del PAN en Michoacán, Puebla y Veracruz.
Los panistas cercanos a Espino atribuyen a Manzanera la operación política que permitió a los felipistas dominar en la elección de nuevos consejeros nacionales del PAN, entre enero y junio del 2007, para colocar posteriormente a Germán Martínez en la dirigencia. Llevaron al CEN la acusación de que Manzanera había intervenido para favorecer al candidato de Los Pinos para ocupar la dirigencia de Acción Juvenil y derribaron dicha elección, que posteriormente fue repuesta por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
La versión de que Manzanera era el operador de Los Pinos no fue desmentida por Martínez o la Presidencia. Al contrario, en un claro mensaje a Espino, Martínez decidió sacar a Manzanera de la sombra para llevarlo a trabajar a su lado como secretario general adjunto, y ha colocado a sus dos colaboradores más cercanos en áreas estratégicas del partido: Alejandro Villalobos como secretario de Elecciones y Javier Rodarte como secretario de Fortalecimiento Interno.
Tras media década de trabajo casi clandestino, Manzanera está de regreso con la mira puesta en el 2009.

Fenando Savater, entrevista

No soy idiota: Fernando Savater
Nayeli Ceceña Álvarez, entrevista a filósofo español.
Publicado en el suplemento Enfoque de Reforma, 20/01/2008;
Un filósofo en política.
En la Grecia antigua se llamaba idiotas a quienes creían que la política era asunto sólo de los políticos, pues no entendían lo que era vivir en democracia
Nayeli Ceceña Álvarez(20 enero 2008).- Más que filósofo, el español Fernando Savater prefiere describirse como profesor de filosofía. Sin embargo, son múltiples las facetas que lo definen y tareas que lo ocupan: novelista, escritor dramático, traductor, catedrático, activista político, ensayista y autor de artículos periodísticos.
Conocido por utilizar un lenguaje simple y claro en sus escritos e intervenciones públicas, Savater sostiene que "a veces hay que repetir las cosas fundamentales para que no se olviden del todo", como expresó el 29 de septiembre durante su intervención en la presentación oficial del nuevo partido de la escena política española, Unión, Progreso y Democracia (UPyD).
En su libro más reciente, Diccionario del ciudadano sin miedo a saber, el catedrático asegura que "en una democracia, políticos somos todos" y advierte que "uno de los mayores peligros de las democracias es que se configure una casta de 'especialistas en mandar', o sea políticos profesionales que se conviertan en eternos candidatos de los partidos a ocupar los cargos electivos". Para luchar contra ello propone "abrir las listas de los partidos o incluso fundar otros nuevos que sirvan como alternativa a los ya existentes". Las elecciones generales españolas están programadas para el 9 de marzo y, aunque Savater no figura en las listas del nuevo partido es, junto con el escritor Mario Vargas Llosa, uno de los personajes clave dentro de sus filas, encabezadas por la ex eurodiputada socialista Rosa Díez.
En entrevista para Enfoque en su departamento de Madrid, Savater habla sobre su papel en la política, explica su visión de la democracia y desarrolla la postura de UPyD a unos meses de la contienda electoral.
'Lo menos que puedo hacer es hacer política'
-¿Qué hace un filósofo en la política?
-Los filósofos, o los profesores de filosofía, somos ciudadanos como los demás. En una democracia todos somos políticos. Lo raro es que a la gente le asombre que las personas hagan política, puesto que en una democracia, precisamente, todos tenemos la obligación de ser políticos. La diferencia entre una democracia y una dictadura es que en la dictadura sólo hacen política unos cuantos y en la democracia tenemos todos la obligación de hacer política. Los griegos tenían la palabra idiota para el que no quería meterse en política porque no entendía lo que significaba vivir en democracia. Yo he estado en política desde siempre. En la época de Franco era más difícil porque te metían en la cárcel, y ahora afortunadamente es más sencillo, salvo en el País Vasco donde te pueden pegar un tiro. De modo que, como filósofo, estaría bueno que después de haberme pasado la vida reflexionando sobre los valores, la sociedad y la convivencia, diera ejemplo no metiéndome en política, siendo idiota en el sentido griego del término. Lo menos que puedo hacer es hacer política.
-¿Cómo se define usted? ¿O es que ya no hay lugar para las definiciones ideológicas?
-Lugar, sí, pero las definiciones ideológicas normalmente te las ponen los demás, que se pasan la vida definiéndote y poniéndote nombres. Muchas de esas definiciones son formas de no pensar. Al utilizar izquierda, derecha, fascista, bolchevique, no se piensa. Lo importante es explicar las razones, hacer argumentaciones de lo que uno piensa y de lo que uno quiere, no poner un rótulo y esconderse detrás.
América Latina y la democracia mexicana
-¿A dónde va la democracia?
-La democracia va evolucionando con las personas. La democracia no es nada, somos nosotros. Los seres libres nunca se preguntan qué va a pasar, sino qué vamos a hacer. De modo que lo importante no es hacia dónde va la democracia, sino hacia dónde vamos nosotros utilizando la democracia como instrumento político.
-Usted ha sugerido que en América Latina se anhela la democracia, mientras que en Europa existe cierto hastío hacia ella.
-Es verdad que a veces nosotros ya con democracias más maduras, más experimentadas, conocemos también los aspectos rutinarios y menos entusiasmantes de la democracia. Los aspectos burocráticos, los aspectos un poco miserables que tiene la vida colectiva -no la democracia, sino la vida colectiva-. Y en América Latina, como por desgracia normalmente todavía las democracias son frágiles, hay más afán de la democracia, más lucha por la democracia, más vocación democrática, precisamente porque ahí todavía se está viviendo la ilusión de conseguir democracias plenas, que funcionen bien y que tengan una función social completa.
-¿Cómo define la democracia mexicana?
-México tiene un problema muy grave que es la corrupción. Sobre todo quiero decir la impunidad de la corrupción. Personas corruptas hay en todos los países, pero lo grave es que esas personas estén impunes, que no haya nunca un escarmiento claro a los que hayan cometido delitos de corrupción. Eso es un problema porque eso hace que la gente se desvincule de la democracia, que no se lo crea y que la vea como una ficción, como un teatro. Por eso la tarea importantísima en este momento en México es acabar y extirpar todo atisbo de corrupción. A partir de ahí, evidentemente México es un país muy complejo, con muchas desigualdades todavía, es un país que tiene grandes bolsas de pobreza y algunos de los millonarios más grandes del mundo. Las sociedades muy desequilibradas, muy polarizadas, son sociedades inseguras. La mejor forma de buscar seguridad es buscar justicia porque las sociedades son más seguras cuanto más justas son. Y, claro, cuanta más injusticia, más inseguridad. Si se quiere conseguir una sociedad segura, en la que la gente pueda estar por la calle tranquilamente y no tema a la delincuencia, lógicamente, en cuanto aumente la justicia y se compensen las desigualdades y los vacíos educativos, se podrá conseguir. Todo eso es importante rehacerlo. Sobre todo, insisto, acabar con esa corrupción que pervierte lo demás.
Se puede ser progresista de izquierda o de derecha
¿Es mera suerte o cómo explica que apenas echa a andar un partido y ahora resulta que, ya sean los socialistas o los derechistas, tendrán que negociar con él?
-Nosotros esperamos eso. Esperamos tener suficiente representación en el Parlamento como para que quien gane mayoritariamente las elecciones tenga que contar con nosotros. De hecho, las ideas que propusimos en nuestro manifiesto electoral -una reforma constitucional para delimitar las funciones del Estado y de las autonomías, una reforma de la Ley Electoral, una reforma que garantice el uso del castellano en la educación, etcétera- han sido incorporadas, por supuesto sin citarlas, por el Partido Popular (PP), al cual, por cierto, en su época no le faltaron años para llevarlas a cabo y no lo hizo. Ahora Mariano Rajoy (presidente del PP y candidato a la Presidencia del gobierno español) las ha incorporado a su discurso, lo cual revela que lo que decimos tiene cierto eco. Si fueran cosas disparatadas o que no interesasen a nadie, nadie las recogería. Sin embargo, el hecho de que nos hemos encontrado con medio manifiesto nuestro en las últimas declaraciones de Rajoy es tranquilizador. Por lo menos desapercibidos no pasamos, aunque nos hagan el silencio y nos hagan el apagón informativo.
-¿Esa situación refleja un descreimiento en los partidos?
-A veces hay aburrimiento de partidos que ya, más que litigar por el bien público, están litigando por su propia supervivencia. Hay algunos partidos que dan la impresión de que lo que les interesa es el partido, ganar ellos, colocar a su gente, tener poder e influencia y tener acceso a las fuentes económicas, y ya lo de la gente es una cosa que la tienen a beneficio de inventario. Eso hace que mucha gente se desentienda y busque fórmulas nuevas, gente distinta, menos burocracia, unas propuestas más imaginativas. Eso es lo que nosotros hemos intentado ofrecer.
-¿En qué han fallado el PSOE y el PP?
-De cada uno se puede señalar una lista. Fundamentalmente el PSOE ha fallado en su política frente a los nacionalismos y su política territorial. Por razones de oportunismo político se ha apoyado de manera desmedida en los nacionalismos y ha tolerado, y alentado, la postura nacionalista en muchos campos, llevando al país a una situación complicada porque hoy, efectivamente, los nacionalismos tienen peso e importancia y se ha creado una especie de sentido común de que hay que ser nacionalista de algún sitio. Lo más grave no es que los nacionalistas en sí sean nacionalistas, sino que todos los que no lo eran o no lo son tengan que poner cara de nacionalistas y portarse como nacionalistas de su región o ciudad para no sentirse desplazados por los demás. Eso es un gravísimo error. La izquierda debería ser lo más alejado del nacionalismo. El PSOE debería dar una visión internacionalista, cosmopolita, unitaria, que no ha dado.
En cuanto a la derecha, tiene unas posturas muy conservadoras, próximas al clericalismo. Consideran que todavía España tiene que ser monocromáticamente católica obligadamente, que la materia Educación para la Ciudadanía, por ejemplo, que es una cosa de sentido común, es una agresión a los curas y al derecho de los padres a educar en la religión. Y luego tienen una serie de asuntos, de costumbres, como oponerse a cualquier utilización de células embrionarias para cuestiones médicas, lo cual a estas alturas del siglo XXI ya es un poco retrógrado.
-¿En qué coinciden con el PSOE?
-En general en nuestra política. La política de UPyD en el terreno social, en el de los servicios públicos, etcétera, es una política más bien de izquierda. La mayoría de las personas que estamos ahí o que hemos pensado los planteamientos, creemos que la sociedad no es simplemente un conjunto de individuos que no tienen nada que ver unos con otros, sino que es eso: una sociedad. Es decir, somos socios, y por lo tanto, estamos para ayudarnos, para colaborar, para mostrar solidaridad. Creemos que la esfera pública hay que defenderla, que hay que defender los derechos públicos, la educación, la sanidad, que todo eso no se puede dejar a la privatización ni al deseo de grupos de cada uno. En el campo de las costumbres y en el de las asistencias sociales tenemos más que ver con el PSOE que con partidos de derecha.
- ¿Y con el PP?
-En la defensa de la idea de una unidad del país, de la patria, la idea de unos símbolos compartidos que deben ser defendidos. En la idea de una lucha contra el terrorismo, sin ningún tipo de concesión política ni de reconocimiento político al adversario terrorista y una postura más firme frente al nacionalismo. Eso lo han hecho mejor, a ratos porque tampoco siempre, pero lo han hecho mejor los políticos del PP. Ahí coincidiríamos más con ellos. De hecho, en muchas de las luchas del País Vasco hemos coincidido.
-UPyD apuesta por el progreso, ¿qué es ser progresista?
-Es tener como ideal la lucha contra los tres males fundamentales que aquejan hoy a los ciudadanos, que son la tiranía, la miseria y la ignorancia. En unos países hay más tiranía, es decir, más falta de libertades formales. En otros países lo peor es la miseria que naturalmente no deja a la gente reflexionar y vivir socialmente de una manera digna. Y en otros sitios lo peor es la ignorancia, personas que, como no tienen instrucción ni educación y viven con ideas del siglo XII en el siglo XXI, difícilmente logran encontrar solución a sus problemas. Progresista es el que lucha contra esas tres lacras y, en cambio, reaccionario es el que fomenta esas lacras. Hay gente de izquierda que fomenta las tiranías, como el caso de Fidel Castro y el caso de China. Hay otros que por intereses económicos, no les importa la miseria ajena, siempre que ellos tengan buenos negocios. Y hay otros que confían en la ignorancia para poder vender su populismo, su demagogia y sus engaños. No solamente no les molesta la ignorancia, sino que les viene bien, les favorece. Se puede ser reaccionario de izquierdas o de derechas, lo mismo que se puede ser progresista de izquierdas o de derechas.
-¿Qué es lo nuevo que ofrece UPyD a los españoles?
- Lo nuevo es intentar aprovechar aspectos positivos de la izquierda y aspectos positivos de la derecha. Es decir, no pensar nuestras posturas políticas simplemente diciendo esto es lo que conviene al partido, porque acabamos de empezar, sino creemos que ésta es la oferta social y no nos importa si unos dicen "es que eso es de derecha" o "es que eso es de izquierda". Muy bien, pues nos parece bien aunque sea de derecha o de izquierda. Rechazar ese tipo de marbetes, de lemas que te dejan sin discurso. Nosotros vamos a defender nuestro discurso porque creemos que eso es lo que es bueno y sin importarnos que sea calificado por algunos de derecha o de izquierda.
-¿Cuál es su mercado de votantes?
-En este país todavía hay un 40 por ciento de gente que por una u otra razón no vota. Para empezar, sin necesidad de ir a los votantes tradicionales del PSOE y el PP, tenemos los que ya no votan a ninguno de los dos partidos. Hay gente que por desinterés no ha votado hasta ahora y otros que fueron muy activos políticamente y que lo han ido dejando por decepción, por desengaño. A esa gente es a la que en primer lugar quisiéramos darle un partido que votar. A la gente que dice "es que a mí no me convence ninguno". Pues vamos a darles una nueva opción. Luego hay mucha gente del PSOE que no está de acuerdo con la política que está siguiendo el gobierno actual y hay mucha gente de derechas que no está de acuerdo con posturas retrógradas y clericales de su partido. Con esa gente también confiamos para que busquen una alternativa en nosotros.
Fernando Fernández Savater.
Nació en: San Sebastián, España, el 21 de junio de 1947.
Formación académica: filósofo por la Universidad Complutense de Madrid. Doctor Honoris Causa por varias universidades de Iberoamérica, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México.
Obra: es autor de más de 50 libros, entre los que se encuentran Ética para Amador (1991), Los caminos para la libertad: ética y educación (2003) y Diccionario del ciudadano sin miedo a saber (2007).Premios: Premio Nacional de Ensayo (1982), Ortega y Gasset de periodismo (2000), el Grinzane Cavour a la lectura (2003) y el premio Sajarov del Parlamento Europeo a la defensa de los derechos humanos, recibido en nombre de la plataforma cívica contra el terrorismo Basta Ya (2000).
Militancia: Unión, Progreso y Democracia, partido creado en septiembre de 2007.
consulte: http://www.upyd.es/

La historia, la novela y la biografia


Narrar la vida/Enrique Krauze
Tomado de Letras Libres, enero de 2008, http://www.letraslibres.com/
Siempre a remolque de la historia y de la novela, la biografía ha conocido nombres ilustres como los de Plutarco y James Boswell. No obstante, es un género que, salvo excepciones, no ha brillado en la tradición hispánica. Enrique Krauze nos ofrece una compacta “biografía de la biografía”.
Tres disciplinas literarias se disputan, como celosas hermanas, el arte de narrar la vida: la historia, la novela y la biografía. No son las únicas ni las más remotas. La tradición oral, las antiquísimas escrituras, las baladas populares, las crónicas, son sus parientes cercanas, pero sólo aquellas tres compiten por la atención permanente del lector. Según “Google”, la historia lleva la delantera con 979 millones de entradas, seguida de lejos por la novela con 179 y por la biografía, que alcanza los 144. (La autobiografía, que narra la vida propia y que merece una consideración aparte, tiene sólo 21.) La proporción, por supuesto, es engañosa: a diferencia de la historia o la biografía, pocas novelas se titulan como tales, por lo cual su frecuentación es seguramente mayor. Pero más allá de la medición cibernética, hay entre las tres hermanas diferencias penosas. La historia no sólo es la más antigua, respetada, arraigada, sino también la más pródiga en ámbitos culturales y nacionales, en especialidades y subgéneros y, por supuesto, en autores. La novela es la hermana sexy: joven (tiene apenas unos cuantos siglos), conserva aún la frescura de los tiempos en que contaba las hazañas de los caballeros andantes, y los ingenios de Cervantes. Los novelistas son acaso más venerados que los poetas y dramaturgos. La biografía, en cambio, es la hermana pobre y desangelada. Casi tan vieja como la historia, alguna vez compitió con ella al tú por tú, pero hace al menos dos siglos que vio pasar su momento de esplendor. Ahora vive confinada en una rica habitación de la casa de Occidente, el cuarto anglosajón, y hace tímidos paseos por los barrios aledaños. Sus autores clásicos se cuentan con los dedos de las manos. De hecho, se dice que sólo ha conocido dos etapas: su “Viejo Testamento”, presidido por Plutarco, el biógrafo del poder; y su “Nuevo Testamento”, oficiado por James Boswell, el biógrafo del saber. La historia de su ascenso y decadencia parece una novela del desencanto. Vale la pena esbozarla en una sumarísima biografía de la biografía
A la perdurable genealogía de nuestro padre Plutarco (46-120 d.C.), griego en tiempos de dominación romana y autor de las célebres Vidas paralelas, dediqué hace años un ensayo titulado “Plutarco entre nosotros” (Travesía liberal, 2003). Allí recordé que el secreto de su influencia está en su indagación moral, su búsqueda diferenciada de la virtud en los hombres que actuaban en el escenario brutal de la vida pública. El método que discurrió, como se sabe, fue la comparación entre cincuenta personajes griegos y romanos: “Mediante este método de las Vidas [...] adorno la mía con las virtudes de aquellos varones [...] haciendo examen, para nuestro provecho, de las más importantes y señaladas de sus acciones.” Plutarco estableció claramente su oficio como un quehacer distinto al del historiador: “Escribo vidas, no historias.” Una generación más tarde, los despliegues y excesos del trono imperial inspiraron a otro biógrafo, Suetonio (70-160 d.C.), cuya obra, Las vidas de los césares, trascendió su tiempo e incluso ha llegado a nuestros días a través de Roma, una exitosa serie de la televisión inglesa. En aquellos retratos implacables, Suetonio no busca ya (porque manifiestamente no cree en ellos) los rasgos admirables de sus personajes, sino sus frecuentes vicios, bajezas y pasiones. Es el creador de la biografía crítica.
La Edad Media abandonó este tipo de biografía aristotélica –ejemplar o polémica, pero realista– para dar pie a una vertiente, digamos, platónica del género: la narración del vínculo entre el hombre y Dios. La “biografía del poder” abrió paso a la “biografía del creer”, en sus dos variantes: la autobiografía de tensión interior, expiatoria y confesional, tal como la practicó San Agustín, y la hagiografía. Las vidas eran ejemplares no por sus virtudes o frutos terrenales, sino por la concordancia de ambos con el diseño divino. El género viajó de maneras extrañas a través de los siglos. A partir de la Revolución Francesa, los estados nacionales, urgidos de una religión cívica que legitimara su poder, adoptaron la hagiografía como método oficial, haciendo un desfavor mayúsculo al prestigio de la biografía clásica. Los héroes se convirtieron en santos laicos, con sus vidas ejemplares prodigadas en estampas, altares y relatos sobre su devoción, su fe y hasta su martirio, no en el nombre de Dios y la religión sino de la patria. Los regímenes totalitarios en el siglo XX fueron aún más lejos: resucitaron a plenitud la hagiografía (y su espejo, la demonología) para apuntalar la servidumbre del individuo ante el Estado.
En el Renacimiento, Plutarco fue muy leído. “Es nuestro breviario”, proclamó Montaigne, artífice de la moderna conciencia individual. También la era isabelina sintió su influjo. Shakespeare llevó a Plutarco al teatro en Julio César y Antonio y Cleopatra. Sus dramas históricos ingleses tienen un aire de biografía política y de enseñanza moral. En Enrique IV, Parte II, un personaje llega al extremo de atribuir a la biografía facultades taumatúrgicas: “Hay una historia en la vida de todos los hombres/ que perfila el rostro de los tiempos idos./ Sabiéndola observar, un hombre puede profetizar...”
Así como la fama e influencia de Plutarco llegó hasta la Ilustración, la era de Boswell tuvo precursores desde la Antigüedad. Quizá quepa remontar el origen de la biografía del saber a Diógenes Laercio, autor del siglo III que había escrito útiles compendios de la doctrina de los pensadores cuya vida reseñaba, desde los presocráticos hasta los escépticos de la época helenística, y conformó un corpus imprescindible en los estudios renacentistas. En la Baja Edad Media, Boccaccio escribió una vida de Dante y Petrarca emuló a Suetonio con sus Vidas de romanos ilustres. Ya en pleno Renacimiento, Giorgio Vasari reunió las Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos (1542-1550). A partir del siglo XVII, el género floreció aún más, ligado al desarrollo del espíritu científico. Uno de sus exponentes fue el anticuario y arqueólogo inglés John Aubrey (1626-1697), quien con el mayor rigor empírico (confiando en lo visto antes que en lo oído, y recogiendo con meticulosidad de entomólogo los datos más personales), compuso las curiosísimas Vidas breves de decenas de personajes, la mayor parte ingleses, colegas suyos en la primera sociedad científica de Occidente, la Royal Society (1662): Robert Hooke, creador del reloj de péndulo; Francis Potter, que practicó por primera vez la transfusión de sangre; John Pell, que inventó el signo de división en la aritmética, y varios más, como el filósofo Hobbes, el químico Bayle, el astrónomo Halley. Aunque esta narración de vidas prendió particularmente en Inglaterra, tuvo artífices en otros países. Ejemplo al azar: en Holanda, maestra del retratismo pictórico, dos contemporáneos de Spinoza, los ministros protestantes Lucas y Colerus, escribieron sendas biografías del impecable filósofo.
En la Ilustración, la biografía en todas sus variantes alcanzó su cenit. Dejó su carácter plutarquiano e “inspiracional” y adoptó los patrones racionales y empíricos de la época, aplicados a la conducta, las motivaciones y las pasiones del hombre. Su epígrafe pudo haber sido el primer verso del Essay on man, de Alexander Pope: “The proper study of mankind is man.” Había también en ella un sano germen de individualismo democrático y, por tanto, de tolerancia, que no pasó inadvertido a uno de los hombres emblemáticos del siglo XVIII, el doctor Samuel Johnson, omnisciente autor del Dictionary of the English Language (1755), de quien se decía que no leía libros sino bibliotecas: “A todos nos impulsan los mismos motivos, a todos nos decepcionan las mismas falacias, nos anima la esperanza, el peligro nos obstruye y el deseo nos amarra: a todos nos seduce el placer.” Francia e Inglaterra se hermanaron –por una vez– en la narración de vidas. Voltaire escribiría la biografía de Luis XIV y –junto con Diderot– varios ensayos biográficos en la Encyclopédie (1765). D’Alembert compuso sus “Encomios” de los miembros de la Académie Française a la que pertenecía, textos que Lytton Strachey –acaso el biógrafo más original de la primera mitad del siglo XX– consideraba magistrales. Pero Inglaterra, quizá por su orientación protestante, llevaba la delantera. En el arranque de su asombroso sacerdocio intelectual, Johnson narró la vida de su desdichado amigo, el poeta Richard Savage, y en sus años de madurez (aunque Johnson, en realidad, nació maduro) escribió sus célebres Lives of the poets. En el periódico The Rambler que editó en su juventud, había publicado tres ensayos sobre el género que constituyen (aún ahora) una cartilla del arte biográfico. La biografía, a su juicio, era el género humanístico por excelencia:
Ningún otro género vale más la pena que la biografía. Nada puede ser más dulce o más útil, y nada puede encadenar un corazón de modo más irresistible, o propagar más ampliamente asuntos ejemplares sobre cualquier situación, que la biografía.
Un joven escocés llamado James Boswell (1740-1795) leyó esas prescripciones y quedó convertido. Boswell no sólo siguió las enseñanzas de su maestro: lo siguió a él, literalmente, paso a paso, frase a frase, libro a libro, en reuniones, fiestas, conferencias, diálogos, en casas, caminos y pubs, a lo largo de treinta y dos años, al cabo de los cuales publicó su The Life of Samuel Johnson (1791), acaso el mayor monumento biográfico en la historia:
No concibo modo más prefecto de escribir la biografía de alguien que la de relatar todo lo importante en su vida, pero entretejiéndolo con lo que en privado escribió, dijo y pensó, de modo que se pueda imaginar a la persona, verla viva y revivir con ella cada escena, tal como sucedió en cada etapa de su vida [...]
Lo notable de aquel libro no era sólo ese acucioso rescate de la vida cotidiana de Johnson acompañado del examen crítico de sus obras o la publicación de sus cartas, sino algo más novedoso, que Richard Holmes –quizá el más distinguido biógrafo inglés de nuestro tiempo– atribuye a la incipiente sensibilidad romántica: la conexión emotiva con el personaje, la comprensión de su alma. Un sólo ejemplo, entre una infinidad, es la mención de la melancolía, condición permanente en Johnson pero acentuada a raíz de la muerte de su esposa, en 1752 (Johnson tenía 43 años), y comunicada a Boswell por la versión de “su fiel sirviente negro”, el jamaiquino Francis Barber, que fue su albacea: “Vivía en una gran aflicción.” Más de un siglo después de publicada la obra, Lytton Strachey se asombraba de que un hombre como Boswell, “vago, lascivo, alcohólico y esnob”, hubiera podido alcanzar uno de los éxitos intelectuales más grandes en la historia de la civilización. Lo explicaba así: “Con persistencia increíble, había llevado a cabo la enorme tarea que se había propuesto hacía treinta años. Todo lo demás se había esfumado. Estaba exhausto hasta el límite, pero su obra estaba ahí. Era la creación de su insaciable apetito de vivir, tan insaciable que provocó su destrucción. La misma fuerza que produjo La vida de Johnson precipitó a Boswell en la ruina y la desesperación.” Al releer esa biografía, se tiene la impresión de que la obra maestra del doctor Johnson no fue su Diccionario, sus ensayos o sus biografías, sino su propio personaje, Johnson, creado pacientemente por él para ser objeto de la biografía que Boswell, mirándolo vivir, hilvanaba. O que el verdadero genio no era tanto Johnson sino Boswell, el ardiente y laborioso Boswell, que lo retrató con genialidad.
Anticuada y antigua, a lo largo del siglo XIX la biografía palideció pero no se extinguió. Como sus músicos o poetas, todas las culturas europeas dieron sus biógrafos nacionales, pero la capital de la biografía siguió siendo Inglaterra. No obstante, en la era victoriana, las biografías se contagiaron del aire de los tiempos: se volvieron condescendientes, profusas, hipócritas, discretas. Al despuntar el siglo XX la tendencia se corrigió. En Cambridge, el grupo literario e intelectual de Bloomsbury produjo al menos un genio indisputado: Lytton Strachey, que en sus Eminent Victorians retrató, con ironía malévola y una prosa irresistible, a los personajes adorados por los tiempos idos. (Uno de ellos era el general Gordon, que murió destrozado en Sudán por las huestes delirantes del “Mahdi”, una suerte de Osama Bin Laden de fines del siglo XIX. La opinión victoriana lo consideraba un héroe. Strachey, creador de la biografía despectiva, reveló que era tan fanático como su teológico enemigo.) Para el talante inglés, escribir biografía podía ser un pasatiempo semejante al de pintar acuarelas o tocar el violonchelo. Por eso, apenas sorprende que la novelista del grupo, Virginia Woolf, no esquivara el género y aun ensayara con él nuevas formas, como ocurrió en su obra Orlando. Otro caso notable es el del famoso economista J.M. Keynes, que escribió unos elegantes Essays in biography, entre los cuales sobresale un retrato de Isaac Newton, en el que revela la inclinación absorbente de aquel pionero científico por la alquimia.
Incitada por las nuevas corrientes psicoanalíticas, en la Europa continental la biografía tuvo un pequeño repunte: quiso rastrear los motivos y las causas de la conducta humana. ¡Y vaya que había fenómenos nuevos que reclamaban explicación! Esa dilucidación nunca llegó, pero la desconcertante autodestrucción de Europa en la Primera Guerra; el malestar, la desesperanza, la exaltación, el miedo del período de entreguerras, y la reincidencia en la barbarie en la Segunda Guerra Mundial produjeron una suerte de repliegue o exilio interno que favoreció el escape hacia la biografía. Ése fue el caso de tres autores de ascendencia judía (nacidos en la década de 1880) que, desde su marginalidad y nostálgicos de una Belle Époque que se desvaneció ante sus ojos, se dieron a la tarea de escrutar el alma de figuras políticas y literarias del pasado: André Maurois, Stefan Zweig y Emil Ludwig. Los tres fueron muy leídos en su tiempo, pero no lo sobrevivieron.
En la segunda mitad del siglo XX, se acentuó el predominio anglosajón en la biografía. Además del culto interior al género y de la notable vitalidad e inventiva con que se practica, Inglaterra ejerce casi un imperialismo biográfico. Los mejores cultivadores de España –con excepciones solitarias, como el doctor Gregorio Marañón– son émulos de Boswell: Paul Preston (Franco, Juan Carlos), Ian Gibson (Lorca, Machado), John H. Elliott (el Conde Duque de Olivares). Por lo que respecta a la historia iberoamericana, la tendencia no cambia, como atestigua la reciente biografía de Bolívar escrita por John Lynch, o la vida de Borges por Edwin Williamson (aunque de pronto nos hemos llevado una sorpresa mayúscula: Bioy Casares convertido en el Boswell de Borges).
En el otro polo del mundo anglosajón, el género es particularmente popular, lo cual no significa que haya recuperado en absoluto su perdido lustre.
En Estados Unidos, es verdad, hay un “Biography Channel”, acompañado por una revista ilustrada de gran tiraje. Se publican biografías de políticos, artistas, escritores, empresarios, deportistas, actores. La inmensa mayoría son meros productos comerciales: narraciones ligeras, sensacionalistas, colmadas de mentiras, chismes y nimiedades, subliteratura efímera. Por fortuna, también se escriben biografías serias y sólidas, y existen asimismo revistas especializadas en personajes históricos (como The Abraham Lincoln Quarterly), así como sitios de internet que enriquecen el conocimiento de las personas.
Han pasado dos mil años y la biografía sigue viva, pero, a diferencia de la historia y la novela, su panteón –como se ha visto– es increíblemente reducido. Plutarco está olvidado; Boswell nunca ha dejado de reimprimirse en Inglaterra (y curiosamente, ahora mismo circula una nueva y magnífica versión española de Miguel Martínez-Lage, editada por El Acantilado), pero sería engañoso pensar que su “Nuevo Testamento” goza de buena salud. A despecho de su popularidad, la biografía –hay que reconocerlo– es una rama modesta del árbol intelectual de Occidente. Esta condición se comprende mejor al examinar con mayor detenimiento su difícil relación con sus poderosas hermanas: la novela y la historia. Frente a ellas hay que entenderla, y salir también en su defensa, porque el tipo de narración que propone tiene sentido, y da sentido... a la vida.

La razón principal del ocaso de la biografía en el siglo XIX está en el ascenso irresistible, en toda Europa, de su deslumbrante hermana, la novela. El ideal de Boswell –hacer la historia universal de una vida– podía alcanzarse con mayor plenitud por la vía de la imaginación, cuya obvia ventaja residía, naturalmente, en la libertad. Allí no había necesidad de someterse a restricciones de veracidad fáctica, imprescindibles en toda biografía, pero muchas veces inasequibles para el biógrafo. Allí la razón ilustrada y la pasión romántica se acompañaban con una tensión creativa impensable dentro de los límites y las formas cronológicas de la biografía. Para colmo, los propios novelistas consagrados contribuyeron desde entonces a demeritar la biografía. La sentían enferma de necrofilia, una variante ampliada de la obituaria. (Había un grano de verdad: en su juventud, Johnson se había especializado en escribir epitafios en verso.) Los literatos resentían también lo que para ellos era una “mórbida curiosidad” por lo privado, y temían que su veredicto manchara sus reputaciones. Según recuerda Holmes, Kipling decretó que la biografía era un género de “canibalismo humano”. Wilde decía que todo biógrafo era un Judas. Flaubert se preciaba de que su única biografía fuera Madame Bovary y creía advertir una envidia patética en los biógrafos. Se llegó a decir que “el biógrafo es un novelista sin imaginación”. Y Marcel Proust escribió un libro contra Saint-Beuve, el biógrafo por excelencia de la literatura francesa del XIX, acusándolo de pretender suplantar al autor, con una obra sobre el autor.
A finales del siglo XIX, Marcel Schwob (1867-1905), excéntrico cuentista francés, psicólogo, historiador, formuló en el prólogo a sus Vidas imaginarias (1896) una especie de utopía para biógrafos que tuvo efectos desalentadores. Schwob deslinda el género de toda pretensión científica: “El arte está en oposición con las ideas generales, no describe sino lo individual, no desea sino lo único. No clasifica, desclasifica.” Con ese criterio, descarta “las chismografías” de Suetonio como meras “polémicas rencorosas”, y, aunque encomia el “buen genio” de Plutarco, le reprocha su método: “Imaginó ‘paralelos’, ¡como si dos hombres propiamente descritos pudieran parecerse!” Su autor preferido entre los clásicos, por su amor a la minucia, era Diógenes Laercio. “El sentimiento de lo individual –apuntaba Schwob– se ha desarrollado más en tiempos modernos.” Se refería a Boswell, cuya obra habría sido perfecta “si no hubiera juzgado citar la correspondencia de Johnson y las digresiones sobre sus libros”. Le parecía superior John Aubrey, aunque “el estilo de este anticuario no esté a la altura de su concepción”. Pero ¿en qué consistía ese instinto biográfico que reclamaba Schwob? Para ilustrarlo, curiosamente, no refería a un escritor sino a un pintor japonés, Hokusai: “Esperaba llegar, cuando tuviera ciento diez años, al ideal de su arte. En ese momento, decía, cualquier punto, cualquier línea trazados por su pincel estarían vivos. Por vivos, entended individuales.” Hay que aclarar que a Schwob no le interesaba la nariz de Cleopatra o la embriaguez de Alejandro Magno o la enfermedad de Napoleón en Waterloo. Esos hechos individuales, que modificaron o habrían podido modificar los acontecimientos, le parecían importantes para la historia, no para la biografía. El buen biógrafo debía buscar lo absolutamente único, irrepetible, inexplicable: la bolsa de cuero llena de aceite que Aristóteles acostumbraba llevar sobre el estómago (Diógenes Laercio), el aburrimiento de Hobbes al combatir las moscas que se posaban sobre su calva (Aubrey), las cáscaras secas de naranja que Johnson solía conservar en sus bolsillos (Boswell). Así pues –concluía Schwob, en el extremo opuesto a Plutarco– “el ideal del biógrafo sería diferenciar infinitamente el aspecto de dos filósofos que hubieran inventado aproximadamente la misma metafísica”.
Borges decía que la lectura de las Vidas imaginarias de Schwob fue el punto de partida de su narrativa fantástica. Lo cual es un dato revelador sobre los límites de la biografía. El encuentro poético que pedía Schwob –el milagro de aprehender la particularidad de una vida– sólo podía alcanzarse a través de la literatura en estado puro. También de la pintura, como en los retratos flamencos, en Velázquez o Goya. No hubo, nunca habría, un Hokusai de la biografía.
Pero había y hay una gloria particular en narrar una vida, en esa “novela de la realidad” que es la biografía. Plutarco, biógrafo del poder, había escrito: “Muchas veces una acción momentánea, un dicho agudo, una niñería sirven más para calibrar las costumbres que las batallas en las que mueren miles de hombres.” El doctor Johnson, biógrafo del saber, había prescrito: “Mirar hacia lo doméstico; exhibir los detalles nimios de todos los días, allí donde... los hombres brillan unos sobre los otros por su prudencia y virtud.” Las costumbres y la virtud. El gusto por lo particular, característico del biógrafo, no conduce a la revelación, pero ha sido siempre el núcleo de un conocimiento que abona a la historia y a la moral. Un saber y una sabiduría. Madame Bovary y todas las vidas imaginarias representan quizá más cumplidamente el tejido de la complejidad humana, pero el doctor Johnson y todas las vidas reales merecen también un acercamiento propio.

“... y al sentir el rechazo de su joven hermana cortejada por todos, la biografía tuvo un episodio de locura: quiso hacer un pacto de sangre con la filosofía para dar un golpe de Estado doméstico a su hermana mayor, la historia.” Así habría narrado un novelista del XIX el drama de la biografía. Pero los hechos son ciertos y el hombre que los llevó a cabo fue también, como Boswell, un volcánico escocés: Thomas Carlyle. El plan fracasó. Su filosofía de la historia, centrada en la teoría del “héroe”, resultó letal para el prestigio de la biografía.
En la superficie, On heroes, hero worship, and the heroic in history (1841) parecería una reivindicación del género. En realidad era su exacerbación irracional. “Los Grandes Hombres”, escribió, “son los textos inspirados –actuantes, hablantes– de ese divino libro de revelaciones [...] que algunos llaman historia...” Carlyle pensó que los “grandes hombres” eran las fuerzas motrices, nada menos que las causas de la marcha histórica. “El culto de los héroes –apuntó– es un hecho invaluable, el más consolador que ofrece el mundo hoy. [...] La más triste prueba de pequeñez que puede dar un hombre es la incredulidad en los grandes hombres.” La derivación política de esta terrible doctrina es bien conocida: Carlyle es un ancestro del nazismo. Escribe Goebbels en su diario: “El Führer conoce el libro [de Carlyle] muy bien: Le repetí algunos pasajes y lo conmovieron hondamente.” El culto carismático cobró decenas de millones de víctimas; y en nuestro siglo, por lo visto, seguirá cobrándolas. Pero su mera persistencia no avala la tesis ni el método de Carlyle, el biógrafo que envenenó la biografía.
La hipótesis de su admirador Ralph Waldo Emerson era más inocua y más sugerente. Sus “hombres representativos” no son imperiosos sino sólo significativos, encarnaciones individuales de la colectividad que la interpretan y le dan un rumbo. El componente metafísico de esta idea es evidente, pero ¿cómo negar –por ejemplo– que Jean Sibelius representa el alma finlandesa? ¿O que Benito Juárez –como pensó Justo Sierra– encarna una zona profunda del alma mexicana? Hay, me parece, en la teoría emersoniana un núcleo de verdad. Nada más.
¿Cómo terminó finalmente la relación entre las hermanas? La novela siguió reinando indisputada. La historia condescendió a convivir con la biografía. Para los espíritus serios y sensatos, la indagación sobre “el papel del hombre en la historia” fue de nuevo un tema propio de la filosofía de la causalidad histórica, inútil como premisa de narración biográfica. Descartado el concepto del “heroísmo”, el estudio del liderazgo abrió un horizonte amplio para la biografía. En la “biografía del poder” del siglo XX, Churchill no fue un superhombre, fue un líder que, con clarividencia y valor, incidió en el destino de Occidente. En el extremo opuesto estaban, por supuesto, Hitler, Mao, Stalin, líderes también –que Carlyle habría venerado–, pero que era preciso abordar con nuevas herramientas teóricas de investigación, y con los archivos que se fueron abriendo (y siguen abriéndose) al paso del tiempo. En esa renovación constante del conocimiento, en ese carácter abierto que tiene la biografía, ha visto Richard Holmes, con razón, su ventaja, acaso su única ventaja, sobre la novela.
Por lo que respecta a la legitimidad de la “biografía del saber” y su provecho como disciplina complementaria de la historia, Bertrand Russell escribió una justificación que me parece perfecta: “Creo que si los cien hombres de ciencia más capaces del siglo XVII hubieran muerto en la infancia, la vida del hombre corriente en todas las comunidades industriales actuales habría sido completamente distinta de la que es. Y si Shakespeare y Milton no hubieran existido, no creo que algún otro hubiera escrito sus obras.”
“No hay historia, sólo biografía”, proclamó Carlyle. La frase es evidentemente falsa. También su inversa lo es.

Al salir de la casa de las tres hermanas, recuerdo, entre una galería de autores incidentales o apologéticos, a los escasos oficiantes genuinos de la biografía en México. Su solitario trabajo (que deslindo de la autobiografía) merecería, a su vez, tratamiento histórico. Aunque existieron antecedentes notables en los siglos XVI y XVII, quizá el primero fue el jesuita Juan Luis Maneiro, autor de las Vidas de mexicanos ilustres del siglo XVIII. Maneiro pudo haber dado inicio a una tradición humanista clásica en la biografía, pero su propuesta quedó trunca por la condición de exilado en la que escribía. La estafeta fue retomada magistralmente, a mediados del siglo XIX, por dos grandes autores que no pertenecen al panteón oficial: José Fernando Ramírez (con su Vida de Motolinía) y sobre todo Joaquín García Icazbalceta, autor de decenas de biografías puntualísimas sobre personajes de la Conquista y el Virreinato y, sobre todo, de la magistral Vida de Don Fray Juan de Zumárraga. En las décadas finales del siglo XIX, Francisco Sosa realizó una obra profusa y no despreciable, pero sesgada hacia las vidas ejemplares. Al comenzar el XX, Justo Sierra escribió una gran biografía de Juárez sobre premisas emersonianas –sosteniendo la “representatividad” de Juárez como emblema del alma profunda y el destino liberal de México. En respuesta, Francisco Bulnes publicó una vida polémica, tan ácida como las de Strachey, pero desprovista de elegancia y gracia. En la etapa moderna –y a riego de incurrir en omisiones– creo que merecen citarse las biografías de José Fuentes Mares y tres grandes obras, una por cada década: Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe de Octavio Paz (1983), el Hernán Cortés de José Luis Martínez (1990) y la Vida de Fray Servando de Christopher Domínguez Michael (2005).
Don Luis González (nuestro inolvidable doctor Johnson) advertía a sus discípulos, en una remota clase de 1970: “Pocas veces se ve un historiador metido a biógrafo.” Conmigo sí se vio, y nunca le pedí perdón por mi pecado. Con todo, quiero pensar que no habría condenado el modesto credo biográfico que ahora desprendo de mis lecturas y mi propio trabajo. Creo, con Plutarco, que la biografía puede complementar el conocimiento de la historia y orientar la vida moral. Creo también, con Suetonio, que puede ser ácida e implacable, sobre todo con las personas del poder. Creo, con Diógenes Laercio, que debe recrear sobre todo a las personas del saber, en las que –como John Aubrey– la lente microscópica suele distinguir rasgos esenciales: la buena voz, la panza prominente, la miopía y hasta el estreñimiento. Creo, con Boswell, en la frecuentación directa, curiosa, puntillosa, obsesiva, pero también maliciosa y crítica, de las cartas, los diarios íntimos, las memorias, los testimonios orales de los biografiados y, en condiciones ideales, de los biografiados mismos. Creo que el buen estilo de una biografía puede aproximarla un poco al ideal pictórico de Schwob. Creo en la frase de Strachey: “La discreción no es la parte mejor de la biografía.” Hasta ahí mis clásicos, que leo y releo con anacrónica fascinación.
En cuanto a mi propia experiencia, quiero creer que existe la imaginación biográfica. Radica, por un lado, en comprender los motivos de los personajes y tratar de recrear sus pensamientos y sentimientos. Y consiste, también, en ver las opciones vitales que se abrían ante ellos cuando el pasado era presente. Esta reconstitución imaginaria de la incertidumbre es acaso la operación más difícil, y en ella fincan muchos críticos la supuesta limitación ontológica de la biografía: describir una vida de la que se sabe de antemano el desenlace. Pero, de ser cierta, esa objeción no sólo desmentiría el género de la biografía, sino también el de la historia. Sobre el lugar de la explicación en la biografía, pienso que la irracionalidad y el azar juegan un papel central en la vida humana, y por ello dudo que la conducta sea propiamente “explicable”. Pero creo también que es posible entrever el “sentido” de una existencia, descubrir conexiones entre hechos remotos y presentes, dar con ciertas claves ocultas (aun para el propio sujeto, o sobre todo para el propio sujeto) que de pronto pueden aclarar, con una honrada, pulcra, verosímil y evocadora narración, ese misterio, ese milagro que es una vida, una vida humana. ~