Comunicado de la Secretaría de la Defensa Nacional, sobre los hechos de la Joya de los Martínez, Sinaloa.
COMUNICADO DE PRENSA No: 068
Lomas de Sotelo, D.F., a 11 de junio de 2007.-
En relación a los hechos suscitados el día 1/o. de junio del presente año en el municipio de Sinaloa de Leyva, Sin., la Secretaría de la Defensa Nacional, informa lo siguiente:
El día de ayer, el Juez Militar adscrito a la III Región Militar con sede en Mazatlán Sin., resolvió dentro del término constitucional ampliado, la situación jurídica de 3 oficiales y 16 de tropa, a quienes les dictó:
AUTO DE FORMAL PRISIÓN como probables responsables en la comisión del delito de VIOLENCIA CONTRA LAS PERSONAS, causando homicidio y lesiones calificadas, para el siguiente personal:
- Capitán 2/o. de Caballería CÁNDIDO ALDAY ARRIAGA, Comandante de la Base de operaciones “ALDAY” en la fecha.
- Teniente de Caballería JOSÉ ALEJANDRO ZAVALA GARCÍA.
AUTO DE FORMAL PRISIÓN como probables responsables en la comisión del delito de VIOLENCIA CONTRA LAS PERSONAS, causando homicidio y lesiones, para el siguiente personal:
- Teniente de Transmisiones ENRIQUE GALINDO ÁVILA.
- Sargento 2/o. de Caballería ARTURO GARCÍA MORENO.
- Sargento 2/o. Mecánico Automotriz SARAIN DÍAZ VELÁZQUEZ.
- Cabo de Caballería JUAN CARLOS MALDONADO RAMÍREZ.
- Cabo de Caballería ANTONIO CASTILLO MARTÍNEZ.
- Cabo de Caballería GUSTAVO CASTILLO RAMÍREZ.
- Cabo de Caballería BENITO SÁNCHEZ GIRÓN.
- Cabo de Caballería ISMAEL ORTEGA GONZÁLEZ.
- Cabo de Sanidad ELADIO PÉREZ ARRIAGA.
- Soldado de Caballería JOSÉ PAULINO HERNÁNDEZ.
- Soldado de Caballería FRANCISCO VÁZQUEZ ESPARZA.
- Soldado de Caballería GUILLERMO ALEJANDRO VELASCO MAZARIEGOS.
- Soldado de Caballería CALIXTO GARCÍA HERNÁNDEZ.
- Soldado de Caballería FRANCISCO RAMÍREZ JIMÉNEZ.
- Soldado de Caballería ARGENIS CAMARILLO DE LA CRUZ.
- Soldado de Caballería HÉCTOR JIMÉNEZ CENTENO.
- Soldado de Transmisiones JOSÉ ABAD VEGA TRUJILLO.
Con motivo de lo anterior, se continuará con la instrucción del proceso penal militar, en contra del citado personal.
Por otra parte, esta Secretaría se encuentra integrando la documentación correspondiente para hacerla llegar a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, con la finalidad de contribuir a la transparencia de los acontecimientos, manteniendo la apertura en todo sentido.
La Secretaría de la Defensa Nacional, ratifica el compromiso de no tolerar conductas que atenten contra la población civil con estricto apego al marco legal vigente y respeto a los derechos humanos, con el fin de que se haga justicia en contra de quien o quienes resulten responsables.
Fuente: Dirección General de Comunicación Social. Tels. 5557-1370 y 5557-8971 comunicacion@mail.sedena.gob.mx www.sedena.gob.mx.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
11 jun 2007
Venezuela vista por Alejandro Toledo
Venezuela: cuando el silencio conspira contra las demcracias/Alejandro Toledo, ex presidente del Perú
Tomado de ABC, 09/06/2007;
La democracia política sólo podrá enraizarse en América Latina cuando esté acompañada de la democracia económica y social. Estas tres, cuando aterrizan en el campo de las acciones concretas a nivel micro, sí pueden ser capaces de lograr crecimientos económicos sostenidos, eliminar los altos niveles de pobreza, desigualdades y exclusiones que enfrenta nuestra región.
El ruido de las calles y la impaciencia de los estómagos latinoamericanos exigen que, más allá del «chorreo» del crecimiento, estas democracias entreguen deliberadamente resultados tangibles para todos (empleo digno, salud y educación de calidad, etc.), comenzando con esos ciento diez millones de mujeres y hombres atrapados por el hambre, que en estos mismos momentos tratan de sobrevivir con menos de un dólar al día. Esto es necesario decirlo en voz alta y sin la complicidad del silencio.
Las evidencias del mundo democrático muestran con claridad que, para producir estos resultados urgentes, hay que trabajar simultáneamente en el fortalecimiento de las instituciones democráticas, que éstas funcionen con independencia; en el respeto absoluto a los derechos humanos; que los gobernantes rindan cuentas de sus decisiones y que se tenga un absoluto respeto por la libertad de expresión y de prensa.
Cuando se acalla una voz, todos enmudecemos. Cuando se mutila un pensamiento crítico, todos perdemos un poco de conciencia. Y cuando se cierra un espacio de expresión de las ideas, de alguna manera todos terminamos encerrados en las mazmorras de las dictaduras. Algo de eso está ocurriendo en esa Venezuela que queremos y que la reconocemos como parte intrínseca de la gran patria latinoamericana. El autoritarismo populista nos quiere convertir a los iberoamericanos en ciudadanos del silencio. Eso no lo podemos permitir, porque la mordaza es la partida de nacimiento del autoritarismo populista.
Hoy, la conciencia democrática de América está más vigilante que nunca. Y si acaso sea necesario volver a alzar nuestra voz caminando con firmeza en las calles para impedir el triunfo de las fuerzas que buscan imponer el silencio, lo haremos todos juntos, en solidaridad continental, juntando voces de todas las sangres y colores.
Tenemos que estar alertas. Cuando se prohíbe la palabra en alguno de nuestros países, la tentación del silencio puede propagarse en otros territorios, sobre todo en aquellos líderes que buscan estar permanentemente entretenidos por los halagos de las ilusiones estadísticas pasajeras.
Hoy, los ciudadanos libres de la Venezuela hermana están precisamente en las calles, enfrentando a las fuerzas represivas, y son los estudiantes los que enarbolan las banderas de la libertad y los que, con coraje y generosidad, rehúsan hipotecar el futuro, aceptando el silencio del presente.
El presidente Hugo Chávez se ha convertido en nuestro continente en una figura desestabilizadora que silencia a los que piensan diferente y sólo vive para escuchar su propia voz, ver su propia imagen multiplicada mil veces en las cadenas de televisión que controla y dirige. Ignora que la verdadera revolución de nuestra época consiste precisamente en escuchar la voz del otro, no en acallarla a punta de represiones o decretos supremos.
El enemigo común de toda la gran patria latinoamericana es la pobreza, la desigualdad y la exclusión, y no los pensamientos disidentes. El hambre no se combate cercenando ideas opositoras. El desempleo no desaparecerá de nuestras naciones exiliando a todos los que piensan distinto a nosotros. No hay pan sin libertad, no hay patria sin democracia.
El cierre de RCTV no puede dejarnos indiferentes. Ni tampoco las amenazas de cerrar a otros medios que formulan opiniones distintas. Los que hemos luchado en las calles para conquistar la democracia o aquellos que nos hemos jugado enteros en defensa de los derechos humanos, no podemos ser indiferentes. Los que enfrentamos a los autoritarismos, hoy estamos otra vez de pie, convocando a la solidaridad continental.
Doy testimonio personal que para recuperar la democracia es indispensable el apoyo solidario y sin ambigüedades de las naciones democráticas y de los propios medios de comunicación del mundo.
Por eso, debemos exigir a todas las fuerzas democráticas iberoamericanas enarbolar la defensa de la democracia en el continente y el respeto escrupuloso a la Carta Democrática Interamericana, que en su artículo cuarto demanda a sus estados miembros «el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa».
Soy respetuoso de las decisiones internas de cada país en nuestra región. Sin embargo, porque sé que la democracia no tiene fronteras -asi como los derechos humanos y la libertad de expresión tampoco tienen color-, digo con claridad que no hay espacio para la ambigüedad frente a este atropello contra la libertad de expresión en Venezuela o en cualquier otro lugar de la región.
Los latinoamericanos esperan que sus jefes de estado, sus parlamentos, sus fuerzas políticas, la sociedad civil, y las propias organizaciones gremiales de los medios de comunicación, se pronuncien claramente en contra de esta grave violación de uno de los componentes esenciales de toda democracia: el derecho a pensar distinto. Cuidado, el silencio o la ambigüedad pueden ser una señal de complicidad.
Al compartir con ustedes mis convicciones democráticas y de justicia social, lo hago en ejercicio de mi derecho democrático como ciudadano de América Latina. Y con ellas, no ofendo ni insulto a nadie. Más aún, siempre seré respetuoso de aquellas opiniones distintas a las mías, pero jamás estaré de acuerdo con aquellos que prefieren el silencio en lugar de la palabra, la mudez en lugar de las voces disonantes.
Aquellos que amamos la libertad, estamos listos para impulsar cualquier jornada en solidaridad con el pueblo venezolano. Y en ese empeño, espero que tú también estés conmigo.
Por Alejandro Toledo, ex presidente del Perú (ABC, 09/06/07): La democracia política sólo podrá enraizarse en América Latina cuando esté acompañada de la democracia económica y social. Estas tres, cuando aterrizan en el campo de las acciones concretas a nivel micro, sí pueden ser capaces de lograr crecimientos económicos sostenidos, eliminar los altos niveles de pobreza, desigualdades y exclusiones que enfrenta nuestra región. El ruido de las calles y la impaciencia de los estómagos latinoamericanos exigen que, más allá del «chorreo» del crecimiento, estas democracias entreguen deliberadamente resultados tangibles para todos (empleo digno, salud y educación de calidad, etc.), comenzando con esos ciento diez millones de mujeres y hombres atrapados por el hambre, que en estos mismos momentos tratan de sobrevivir con menos de un dólar al día. Esto es necesario decirlo en voz alta y sin la complicidad del silencio. Las evidencias del mundo democrático muestran con claridad que, para producir estos resultados urgentes, hay que trabajar simultáneamente en el fortalecimiento de las instituciones democráticas, que éstas funcionen con independencia; en el respeto absoluto a los derechos humanos; que los gobernantes rindan cuentas de sus decisiones y que se tenga un absoluto respeto por la libertad de expresión y de prensa. Cuando se acalla una voz, todos enmudecemos. Cuando se mutila un pensamiento crítico, todos perdemos un poco de conciencia. Y cuando se cierra un espacio de expresión de las ideas, de alguna manera todos terminamos encerrados en las mazmorras de las dictaduras. Algo de eso está ocurriendo en esa Venezuela que queremos y que la reconocemos como parte intrínseca de la gran patria latinoamericana. El autoritarismo populista nos quiere convertir a los iberoamericanos en ciudadanos del silencio. Eso no lo podemos permitir, porque la mordaza es la partida de nacimiento del autoritarismo populista. Hoy, la conciencia democrática de América está más vigilante que nunca. Y si acaso sea necesario volver a alzar nuestra voz caminando con firmeza en las calles para impedir el triunfo de las fuerzas que buscan imponer el silencio, lo haremos todos juntos, en solidaridad continental, juntando voces de todas las sangres y colores. Tenemos que estar alertas. Cuando se prohíbe la palabra en alguno de nuestros países, la tentación del silencio puede propagarse en otros territorios, sobre todo en aquellos líderes que buscan estar permanentemente entretenidos por los halagos de las ilusiones estadísticas pasajeras. Hoy, los ciudadanos libres de la Venezuela hermana están precisamente en las calles, enfrentando a las fuerzas represivas, y son los estudiantes los que enarbolan las banderas de la libertad y los que, con coraje y generosidad, rehúsan hipotecar el futuro, aceptando el silencio del presente. El presidente Hugo Chávez se ha convertido en nuestro continente en una figura desestabilizadora que silencia a los que piensan diferente y sólo vive para escuchar su propia voz, ver su propia imagen multiplicada mil veces en las cadenas de televisión que controla y dirige. Ignora que la verdadera revolución de nuestra época consiste precisamente en escuchar la voz del otro, no en acallarla a punta de represiones o decretos supremos. El enemigo común de toda la gran patria latinoamericana es la pobreza, la desigualdad y la exclusión, y no los pensamientos disidentes. El hambre no se combate cercenando ideas opositoras. El desempleo no desaparecerá de nuestras naciones exiliando a todos los que piensan distinto a nosotros. No hay pan sin libertad, no hay patria sin democracia. El cierre de RCTV no puede dejarnos indiferentes. Ni tampoco las amenazas de cerrar a otros medios que formulan opiniones distintas. Los que hemos luchado en las calles para conquistar la democracia o aquellos que nos hemos jugado enteros en defensa de los derechos humanos, no podemos ser indiferentes. Los que enfrentamos a los autoritarismos, hoy estamos otra vez de pie, convocando a la solidaridad continental. Doy testimonio personal que para recuperar la democracia es indispensable el apoyo solidario y sin ambigüedades de las naciones democráticas y de los propios medios de comunicación del mundo. Por eso, debemos exigir a todas las fuerzas democráticas iberoamericanas enarbolar la defensa de la democracia en el continente y el respeto escrupuloso a la Carta Democrática Interamericana, que en su artículo cuarto demanda a sus estados miembros «el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa». Soy respetuoso de las decisiones internas de cada país en nuestra región. Sin embargo, porque sé que la democracia no tiene fronteras -asi como los derechos humanos y la libertad de expresión tampoco tienen color-, digo con claridad que no hay espacio para la ambigüedad frente a este atropello contra la libertad de expresión en Venezuela o en cualquier otro lugar de la región. Los latinoamericanos esperan que sus jefes de estado, sus parlamentos, sus fuerzas políticas, la sociedad civil, y las propias organizaciones gremiales de los medios de comunicación, se pronuncien claramente en contra de esta grave violación de uno de los componentes esenciales de toda democracia: el derecho a pensar distinto. Cuidado, el silencio o la ambigüedad pueden ser una señal de complicidad. Al compartir con ustedes mis convicciones democráticas y de justicia social, lo hago en ejercicio de mi derecho democrático como ciudadano de América Latina. Y con ellas, no ofendo ni insulto a nadie. Más aún, siempre seré respetuoso de aquellas opiniones distintas a las mías, pero jamás estaré de acuerdo con aquellos que prefieren el silencio en lugar de la palabra, la mudez en lugar de las voces disonantes. Aquellos que amamos la libertad, estamos listos para impulsar cualquier jornada en solidaridad con el pueblo venezolano. Y en ese empeño, espero que tú también estés conmigo. "
Tomado de ABC, 09/06/2007;
La democracia política sólo podrá enraizarse en América Latina cuando esté acompañada de la democracia económica y social. Estas tres, cuando aterrizan en el campo de las acciones concretas a nivel micro, sí pueden ser capaces de lograr crecimientos económicos sostenidos, eliminar los altos niveles de pobreza, desigualdades y exclusiones que enfrenta nuestra región.
El ruido de las calles y la impaciencia de los estómagos latinoamericanos exigen que, más allá del «chorreo» del crecimiento, estas democracias entreguen deliberadamente resultados tangibles para todos (empleo digno, salud y educación de calidad, etc.), comenzando con esos ciento diez millones de mujeres y hombres atrapados por el hambre, que en estos mismos momentos tratan de sobrevivir con menos de un dólar al día. Esto es necesario decirlo en voz alta y sin la complicidad del silencio.
Las evidencias del mundo democrático muestran con claridad que, para producir estos resultados urgentes, hay que trabajar simultáneamente en el fortalecimiento de las instituciones democráticas, que éstas funcionen con independencia; en el respeto absoluto a los derechos humanos; que los gobernantes rindan cuentas de sus decisiones y que se tenga un absoluto respeto por la libertad de expresión y de prensa.
Cuando se acalla una voz, todos enmudecemos. Cuando se mutila un pensamiento crítico, todos perdemos un poco de conciencia. Y cuando se cierra un espacio de expresión de las ideas, de alguna manera todos terminamos encerrados en las mazmorras de las dictaduras. Algo de eso está ocurriendo en esa Venezuela que queremos y que la reconocemos como parte intrínseca de la gran patria latinoamericana. El autoritarismo populista nos quiere convertir a los iberoamericanos en ciudadanos del silencio. Eso no lo podemos permitir, porque la mordaza es la partida de nacimiento del autoritarismo populista.
Hoy, la conciencia democrática de América está más vigilante que nunca. Y si acaso sea necesario volver a alzar nuestra voz caminando con firmeza en las calles para impedir el triunfo de las fuerzas que buscan imponer el silencio, lo haremos todos juntos, en solidaridad continental, juntando voces de todas las sangres y colores.
Tenemos que estar alertas. Cuando se prohíbe la palabra en alguno de nuestros países, la tentación del silencio puede propagarse en otros territorios, sobre todo en aquellos líderes que buscan estar permanentemente entretenidos por los halagos de las ilusiones estadísticas pasajeras.
Hoy, los ciudadanos libres de la Venezuela hermana están precisamente en las calles, enfrentando a las fuerzas represivas, y son los estudiantes los que enarbolan las banderas de la libertad y los que, con coraje y generosidad, rehúsan hipotecar el futuro, aceptando el silencio del presente.
El presidente Hugo Chávez se ha convertido en nuestro continente en una figura desestabilizadora que silencia a los que piensan diferente y sólo vive para escuchar su propia voz, ver su propia imagen multiplicada mil veces en las cadenas de televisión que controla y dirige. Ignora que la verdadera revolución de nuestra época consiste precisamente en escuchar la voz del otro, no en acallarla a punta de represiones o decretos supremos.
El enemigo común de toda la gran patria latinoamericana es la pobreza, la desigualdad y la exclusión, y no los pensamientos disidentes. El hambre no se combate cercenando ideas opositoras. El desempleo no desaparecerá de nuestras naciones exiliando a todos los que piensan distinto a nosotros. No hay pan sin libertad, no hay patria sin democracia.
El cierre de RCTV no puede dejarnos indiferentes. Ni tampoco las amenazas de cerrar a otros medios que formulan opiniones distintas. Los que hemos luchado en las calles para conquistar la democracia o aquellos que nos hemos jugado enteros en defensa de los derechos humanos, no podemos ser indiferentes. Los que enfrentamos a los autoritarismos, hoy estamos otra vez de pie, convocando a la solidaridad continental.
Doy testimonio personal que para recuperar la democracia es indispensable el apoyo solidario y sin ambigüedades de las naciones democráticas y de los propios medios de comunicación del mundo.
Por eso, debemos exigir a todas las fuerzas democráticas iberoamericanas enarbolar la defensa de la democracia en el continente y el respeto escrupuloso a la Carta Democrática Interamericana, que en su artículo cuarto demanda a sus estados miembros «el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa».
Soy respetuoso de las decisiones internas de cada país en nuestra región. Sin embargo, porque sé que la democracia no tiene fronteras -asi como los derechos humanos y la libertad de expresión tampoco tienen color-, digo con claridad que no hay espacio para la ambigüedad frente a este atropello contra la libertad de expresión en Venezuela o en cualquier otro lugar de la región.
Los latinoamericanos esperan que sus jefes de estado, sus parlamentos, sus fuerzas políticas, la sociedad civil, y las propias organizaciones gremiales de los medios de comunicación, se pronuncien claramente en contra de esta grave violación de uno de los componentes esenciales de toda democracia: el derecho a pensar distinto. Cuidado, el silencio o la ambigüedad pueden ser una señal de complicidad.
Al compartir con ustedes mis convicciones democráticas y de justicia social, lo hago en ejercicio de mi derecho democrático como ciudadano de América Latina. Y con ellas, no ofendo ni insulto a nadie. Más aún, siempre seré respetuoso de aquellas opiniones distintas a las mías, pero jamás estaré de acuerdo con aquellos que prefieren el silencio en lugar de la palabra, la mudez en lugar de las voces disonantes.
Aquellos que amamos la libertad, estamos listos para impulsar cualquier jornada en solidaridad con el pueblo venezolano. Y en ese empeño, espero que tú también estés conmigo.
Por Alejandro Toledo, ex presidente del Perú (ABC, 09/06/07): La democracia política sólo podrá enraizarse en América Latina cuando esté acompañada de la democracia económica y social. Estas tres, cuando aterrizan en el campo de las acciones concretas a nivel micro, sí pueden ser capaces de lograr crecimientos económicos sostenidos, eliminar los altos niveles de pobreza, desigualdades y exclusiones que enfrenta nuestra región. El ruido de las calles y la impaciencia de los estómagos latinoamericanos exigen que, más allá del «chorreo» del crecimiento, estas democracias entreguen deliberadamente resultados tangibles para todos (empleo digno, salud y educación de calidad, etc.), comenzando con esos ciento diez millones de mujeres y hombres atrapados por el hambre, que en estos mismos momentos tratan de sobrevivir con menos de un dólar al día. Esto es necesario decirlo en voz alta y sin la complicidad del silencio. Las evidencias del mundo democrático muestran con claridad que, para producir estos resultados urgentes, hay que trabajar simultáneamente en el fortalecimiento de las instituciones democráticas, que éstas funcionen con independencia; en el respeto absoluto a los derechos humanos; que los gobernantes rindan cuentas de sus decisiones y que se tenga un absoluto respeto por la libertad de expresión y de prensa. Cuando se acalla una voz, todos enmudecemos. Cuando se mutila un pensamiento crítico, todos perdemos un poco de conciencia. Y cuando se cierra un espacio de expresión de las ideas, de alguna manera todos terminamos encerrados en las mazmorras de las dictaduras. Algo de eso está ocurriendo en esa Venezuela que queremos y que la reconocemos como parte intrínseca de la gran patria latinoamericana. El autoritarismo populista nos quiere convertir a los iberoamericanos en ciudadanos del silencio. Eso no lo podemos permitir, porque la mordaza es la partida de nacimiento del autoritarismo populista. Hoy, la conciencia democrática de América está más vigilante que nunca. Y si acaso sea necesario volver a alzar nuestra voz caminando con firmeza en las calles para impedir el triunfo de las fuerzas que buscan imponer el silencio, lo haremos todos juntos, en solidaridad continental, juntando voces de todas las sangres y colores. Tenemos que estar alertas. Cuando se prohíbe la palabra en alguno de nuestros países, la tentación del silencio puede propagarse en otros territorios, sobre todo en aquellos líderes que buscan estar permanentemente entretenidos por los halagos de las ilusiones estadísticas pasajeras. Hoy, los ciudadanos libres de la Venezuela hermana están precisamente en las calles, enfrentando a las fuerzas represivas, y son los estudiantes los que enarbolan las banderas de la libertad y los que, con coraje y generosidad, rehúsan hipotecar el futuro, aceptando el silencio del presente. El presidente Hugo Chávez se ha convertido en nuestro continente en una figura desestabilizadora que silencia a los que piensan diferente y sólo vive para escuchar su propia voz, ver su propia imagen multiplicada mil veces en las cadenas de televisión que controla y dirige. Ignora que la verdadera revolución de nuestra época consiste precisamente en escuchar la voz del otro, no en acallarla a punta de represiones o decretos supremos. El enemigo común de toda la gran patria latinoamericana es la pobreza, la desigualdad y la exclusión, y no los pensamientos disidentes. El hambre no se combate cercenando ideas opositoras. El desempleo no desaparecerá de nuestras naciones exiliando a todos los que piensan distinto a nosotros. No hay pan sin libertad, no hay patria sin democracia. El cierre de RCTV no puede dejarnos indiferentes. Ni tampoco las amenazas de cerrar a otros medios que formulan opiniones distintas. Los que hemos luchado en las calles para conquistar la democracia o aquellos que nos hemos jugado enteros en defensa de los derechos humanos, no podemos ser indiferentes. Los que enfrentamos a los autoritarismos, hoy estamos otra vez de pie, convocando a la solidaridad continental. Doy testimonio personal que para recuperar la democracia es indispensable el apoyo solidario y sin ambigüedades de las naciones democráticas y de los propios medios de comunicación del mundo. Por eso, debemos exigir a todas las fuerzas democráticas iberoamericanas enarbolar la defensa de la democracia en el continente y el respeto escrupuloso a la Carta Democrática Interamericana, que en su artículo cuarto demanda a sus estados miembros «el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa». Soy respetuoso de las decisiones internas de cada país en nuestra región. Sin embargo, porque sé que la democracia no tiene fronteras -asi como los derechos humanos y la libertad de expresión tampoco tienen color-, digo con claridad que no hay espacio para la ambigüedad frente a este atropello contra la libertad de expresión en Venezuela o en cualquier otro lugar de la región. Los latinoamericanos esperan que sus jefes de estado, sus parlamentos, sus fuerzas políticas, la sociedad civil, y las propias organizaciones gremiales de los medios de comunicación, se pronuncien claramente en contra de esta grave violación de uno de los componentes esenciales de toda democracia: el derecho a pensar distinto. Cuidado, el silencio o la ambigüedad pueden ser una señal de complicidad. Al compartir con ustedes mis convicciones democráticas y de justicia social, lo hago en ejercicio de mi derecho democrático como ciudadano de América Latina. Y con ellas, no ofendo ni insulto a nadie. Más aún, siempre seré respetuoso de aquellas opiniones distintas a las mías, pero jamás estaré de acuerdo con aquellos que prefieren el silencio en lugar de la palabra, la mudez en lugar de las voces disonantes. Aquellos que amamos la libertad, estamos listos para impulsar cualquier jornada en solidaridad con el pueblo venezolano. Y en ese empeño, espero que tú también estés conmigo. "
La agenda mundial la dicta el miedo
La política del miedo/Antoni Segura, catedrático de historia contemporánea y director del Centre d’Estudis Històrics Internacionals de la Universidad de Barcelona
Tomado de EL PAÍS, 09/06/07;
Amnistía Internacional es una organización independiente que vela por los derechos humanos y que se financia con las aportaciones de 2,2 millones de personas. Sus informes son rechazados por los regímenes totalitarios, constituyen una fuente de legitimidad para quienes luchan por las libertades y resultan molestos para algunos Estados democráticos que aplican políticas poco acordes con dichos derechos.
La principal reflexión de la secretaria general de AI, Irene Khan, sobre el informe de 2007 (2006) es que la agenda mundial la dicta el miedo, lo que genera inseguridad, intolerancia y el menoscabo de los derechos humanos en nombre de la seguridad. El miedo al “otro”, al terrorismo, a las armas de destrucción masiva, fomentado por dirigentes sin escrúpulos, nos aboca al callejón sin salida de la conculcación del Estado de derecho y los derechos humanos, de las desigualdades, de la xenofobia y de la violencia. La política del miedo se justifica por la amenaza de grupos armados que también conculcan los derechos humanos. Unos y otros se retroalimentan y el miedo paraliza las mentes y otorga el poder a quienes lo saben manipular.
En las sociedades desarrolladas, el miedo a una invasión de inmigrantes produce leyes de extranjería cada vez más restrictivas, que afectan incluso a los refugiados y asilados políticos. Los efectos perversos de la globalización -desigualdad y polarización social- engendran una falsa dicotomía -el miedo de los ricos a la emigración no regulada y el de los pobres al capitalismo desenfrenado- que podría superarse promoviendo “los derechos económicos y sociales”.
Es, sin embargo, en la lucha contra el terrorismo “donde brotan las manifestaciones más dañinas del miedo”, pues justifica la discriminación y la xenofobia y la persecución de la disidencia. El cierre de diarios, los asesinatos de periodistas e intelectuales, la islamofobia y el antisemitismo están a la orden del día en muchos países. Paralelamente, crecen las manifestaciones antioccidentales que, a menudo, son hábilmente manipuladas por regímenes autoritarios. Al mismo tiempo, se promulgan leyes restrictivas de las libertades, se mantienen situaciones de clara irregularidad jurídica (Guantánamo) o se permiten “cárceles secretas”, donde se practica la tortura con toda impunidad. Pocos gobiernos escapan a estos comportamientos: unos alentándolos fuera de sus fronteras; otros poniéndose al servicio de aquéllos. Los gobiernos deben garantizar la seguridad, pero no a costa del Estado de derecho y los derechos humanos, ni adoptando unas políticas antiterroristas ineficaces.
Además, el miedo supone un retroceso en la lucha por la igualdad de género. Se le utiliza para criminalizar a las defensoras de los derechos humanos que sufren una doble persecución -como activistas y como mujeres- por parte de unos Estados autoritarios que no consienten la crítica, ni el desafío a unas “estructuras de poder patriarcales que sojuzgan a las mujeres, toleran la discriminación y favorecen la violencia de género”. Asesinatos, violaciones, discriminación legal, laboral y educativa siguen siendo “los abusos más graves y habituales que se cometen contra los derechos humanos”. “¿Dónde están los recursos para combatir el terror sexual contra las mujeres?”. Eso sí, gastamos energías en discutir sobre el velo de las mujeres musulmanas, que se ha convertido “en símbolo de opresión” para unos y en “atributo esencial de libertad religiosa” para otros. Es inadmisible que se obligue a las mujeres a llevar velo en Arabia Saudí o en Irán, pero también que se prohíba por ley llevar la cabeza cubierta en Turquía o en Francia. “Es un desatino que un trozo de tela es un obstáculo serio para la armonía social… Los gobiernos y los líderes religiosos tienen la obligación de crear un entorno en el que toda mujer pueda tomar esa decisión” libremente.
Por último, el menoscabo de los derechos humanos propicia la aparición de grupos violentos que cuentan con apoyos crecientes entre poblaciones sometidas a todo tipo de abusos. En Afganistán, la no reconstrucción del país y la ausencia de un Estado de derecho han generalizado la inseguridad, la corrupción, la miseria y las víctimas de las operaciones militares de tal manera que los “talibanes se han aprovechado del vacío político, económico y de seguridad para controlar amplias partes del sur y el este del país”. En Irak, la ocupación ha desembocado en una violencia que “se ha cebado con los derechos humanos y el derecho humanitario” sin que el Gobierno ni las fuerzas de ocupación hagan nada por impedirlo -más bien al contrario-, mientras el país se desangra en una guerra sectaria y el mundo se ha convertido “en un lugar menos seguro”. En Gaza y Cisjordania, la población vive atrapada entre las luchas de las milicias de Hamás y Fatah, los bombardeos israelíes, las restricciones a la libertad de circulación, la expansión de los asentamientos y la construcción del muro. Todo ello ha estrangulado la economía y ha radicalizado a una población que no ve el final de la ocupación. En Líbano, el riesgo de la violencia sectaria es cada vez mayor tras la guerra de Israel contra Hezbolá del 2006. Hay analistas que ya pronostican “un panorama aterrador de Estados que se desintegran, desde el Hindu Kush hasta el Cuerno de África”.
Sin embargo, advierte Irene Khan, no debemos dejarnos invadir por el “síndrome del miedo” y apostar por un “enfoque basado en la sostenibilidad y no en la seguridad”, porque la “estrategia sostenible fomenta la esperanza, los derechos humanos y la democracia… La sostenibilidad requiere un fortalecimiento del Estado de derecho y de los derechos humanos, en el ámbito nacional e internacional”. Y concluye: “El poder de las personas transformará el rostro de los derechos humanos en el siglo XXI. Más que nunca, la esperanza está viva”. Quizás todavía estemos a tiempo.
Tomado de EL PAÍS, 09/06/07;
Amnistía Internacional es una organización independiente que vela por los derechos humanos y que se financia con las aportaciones de 2,2 millones de personas. Sus informes son rechazados por los regímenes totalitarios, constituyen una fuente de legitimidad para quienes luchan por las libertades y resultan molestos para algunos Estados democráticos que aplican políticas poco acordes con dichos derechos.
La principal reflexión de la secretaria general de AI, Irene Khan, sobre el informe de 2007 (2006) es que la agenda mundial la dicta el miedo, lo que genera inseguridad, intolerancia y el menoscabo de los derechos humanos en nombre de la seguridad. El miedo al “otro”, al terrorismo, a las armas de destrucción masiva, fomentado por dirigentes sin escrúpulos, nos aboca al callejón sin salida de la conculcación del Estado de derecho y los derechos humanos, de las desigualdades, de la xenofobia y de la violencia. La política del miedo se justifica por la amenaza de grupos armados que también conculcan los derechos humanos. Unos y otros se retroalimentan y el miedo paraliza las mentes y otorga el poder a quienes lo saben manipular.
En las sociedades desarrolladas, el miedo a una invasión de inmigrantes produce leyes de extranjería cada vez más restrictivas, que afectan incluso a los refugiados y asilados políticos. Los efectos perversos de la globalización -desigualdad y polarización social- engendran una falsa dicotomía -el miedo de los ricos a la emigración no regulada y el de los pobres al capitalismo desenfrenado- que podría superarse promoviendo “los derechos económicos y sociales”.
Es, sin embargo, en la lucha contra el terrorismo “donde brotan las manifestaciones más dañinas del miedo”, pues justifica la discriminación y la xenofobia y la persecución de la disidencia. El cierre de diarios, los asesinatos de periodistas e intelectuales, la islamofobia y el antisemitismo están a la orden del día en muchos países. Paralelamente, crecen las manifestaciones antioccidentales que, a menudo, son hábilmente manipuladas por regímenes autoritarios. Al mismo tiempo, se promulgan leyes restrictivas de las libertades, se mantienen situaciones de clara irregularidad jurídica (Guantánamo) o se permiten “cárceles secretas”, donde se practica la tortura con toda impunidad. Pocos gobiernos escapan a estos comportamientos: unos alentándolos fuera de sus fronteras; otros poniéndose al servicio de aquéllos. Los gobiernos deben garantizar la seguridad, pero no a costa del Estado de derecho y los derechos humanos, ni adoptando unas políticas antiterroristas ineficaces.
Además, el miedo supone un retroceso en la lucha por la igualdad de género. Se le utiliza para criminalizar a las defensoras de los derechos humanos que sufren una doble persecución -como activistas y como mujeres- por parte de unos Estados autoritarios que no consienten la crítica, ni el desafío a unas “estructuras de poder patriarcales que sojuzgan a las mujeres, toleran la discriminación y favorecen la violencia de género”. Asesinatos, violaciones, discriminación legal, laboral y educativa siguen siendo “los abusos más graves y habituales que se cometen contra los derechos humanos”. “¿Dónde están los recursos para combatir el terror sexual contra las mujeres?”. Eso sí, gastamos energías en discutir sobre el velo de las mujeres musulmanas, que se ha convertido “en símbolo de opresión” para unos y en “atributo esencial de libertad religiosa” para otros. Es inadmisible que se obligue a las mujeres a llevar velo en Arabia Saudí o en Irán, pero también que se prohíba por ley llevar la cabeza cubierta en Turquía o en Francia. “Es un desatino que un trozo de tela es un obstáculo serio para la armonía social… Los gobiernos y los líderes religiosos tienen la obligación de crear un entorno en el que toda mujer pueda tomar esa decisión” libremente.
Por último, el menoscabo de los derechos humanos propicia la aparición de grupos violentos que cuentan con apoyos crecientes entre poblaciones sometidas a todo tipo de abusos. En Afganistán, la no reconstrucción del país y la ausencia de un Estado de derecho han generalizado la inseguridad, la corrupción, la miseria y las víctimas de las operaciones militares de tal manera que los “talibanes se han aprovechado del vacío político, económico y de seguridad para controlar amplias partes del sur y el este del país”. En Irak, la ocupación ha desembocado en una violencia que “se ha cebado con los derechos humanos y el derecho humanitario” sin que el Gobierno ni las fuerzas de ocupación hagan nada por impedirlo -más bien al contrario-, mientras el país se desangra en una guerra sectaria y el mundo se ha convertido “en un lugar menos seguro”. En Gaza y Cisjordania, la población vive atrapada entre las luchas de las milicias de Hamás y Fatah, los bombardeos israelíes, las restricciones a la libertad de circulación, la expansión de los asentamientos y la construcción del muro. Todo ello ha estrangulado la economía y ha radicalizado a una población que no ve el final de la ocupación. En Líbano, el riesgo de la violencia sectaria es cada vez mayor tras la guerra de Israel contra Hezbolá del 2006. Hay analistas que ya pronostican “un panorama aterrador de Estados que se desintegran, desde el Hindu Kush hasta el Cuerno de África”.
Sin embargo, advierte Irene Khan, no debemos dejarnos invadir por el “síndrome del miedo” y apostar por un “enfoque basado en la sostenibilidad y no en la seguridad”, porque la “estrategia sostenible fomenta la esperanza, los derechos humanos y la democracia… La sostenibilidad requiere un fortalecimiento del Estado de derecho y de los derechos humanos, en el ámbito nacional e internacional”. Y concluye: “El poder de las personas transformará el rostro de los derechos humanos en el siglo XXI. Más que nunca, la esperanza está viva”. Quizás todavía estemos a tiempo.
Pakistán
¿Fase decisiva en Pakistán?/Walter Laqueur, director del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington.
Tomado de La Vanguardia, 10/06/2007;
Traducción de José María Puig de la Bellacasa.
Llegan noticias alarmantes de Pakistán. Partes del país, como la frontera noroccidental y Waziristán ya no están en manos del gobierno, sino de los islamistas y de diversas tribus. El presidente Musharraf dice que el país afronta la crisis más grave de su existencia. Se registran enfrentamientos sangrientos en las calles de las grandes ciudades, el barco de Musharraf se hunde e incluso sus aliados le abandonan, afirma la oposición. ¿Debería ello ser motivo de preocupación para Europa? Conviene tener en cuenta que Pakistán posee bombas nucleares y ya sabemos a qué manos podrían ir a parar si el país se desintegra. Pakistán ha sido el principal infractor a la hora de transferir tecnología nuclear militar a otros países.
El éxodo masivo es otro problema. La embajada pakistaní en Grecia ha declarado que 10,000 pakistaníes han pasado de contrabando a Turquía en espera de trasladarse a Grecia y de allí a Italia, España y otros países europeos. Y, según se nos dice, esto es sólo el principio.
Otras voces afirman que no debería exagerarse. Pakistán - razonan- ya ha padecido otras crisis cada cinco o siete años desde su fundación. La oposición democrática encabezada por Benazir Butto y Nawaz Sharif se halla presta a tomar el poder cuando Musharraf abandone la escena. La situación económica dista de ser desesperada (con una tasa de crecimiento alrededor de un 7% en el 2007). En cuanto al supuesto peligro islamista, responde a la invención del mando militar pakistaní y más concretamente de los servicios de inteligencia (ISI): sin su contribución, la verdad es que vendría a ser poca cosa. Los británicos crearon el ISI en 1948 pero es un Estado dentro del Estado.
¿Dónde reside la verdad? Es indudable que Pakistán atraviesa serios apuros y que las elecciones de finales de este año no solucionarán los problemas del país, como tampoco el acceso de otro general a la jefatura del Estado. Cuando nació el país, sus fundadores como Mohamed Jinnah querían un país laico con igualdad de derechos para todos los ciudadanos. Pero no es eso lo que ha sucedido. Porque durante la mayor parte del tiempo han gobernado los militares, la minoría chií ha sido perseguida, la educación de la juventud depende de extremistas religiosos y en las madrazas (escuelas religiosas) se predica la guerra santa.
El peligro procede del interior, no de India. Lo último que India desea es integrar otros 160 millones de musulmanes. El norte del país se halla ampliamente en manos de los talibanes, que predican una forma especialmente fanática del islam que no contempla la educación en el caso de la mujer. Doscientas mujeres profesoras y maestras han sido asesinadas los dos últimos años. Estos elementos han empezado a imponer el terror religioso en algunas ciudades, incluso en Islamabad, la capital. Es cierto que los islamistas contaron al principio con un notable respaldo de las fuerzas armadas (y aún lo reciben hasta cierto punto), pero han escapado al control del ejército y se han reforzado, convirtiéndose en fuerza aparte con su propio programa y sus propios objetivos.
En tales circunstancias, poco ha podido hacer Musharraf contra los terroristas y los talibanes. EE UU ha sido acusado de apoyar una dictadura que tampoco ha podido ayudar gran cosa en la guerra contra el terrorismo. Pakistán es una dictadura militar pero relativamente moderada; la prensa, por ejemplo, es casi libre. En cuanto a la oposición democrática,no habría que hacerse ilusiones. Cuando Nawaz Sharif era primer ministro fue evidente la política agresiva contra India (recuérdese la breve guerra de Kargil)y bajo Benazir Bhutto prestó gran ayuda a los talibanes en Afganistán, que ella consideraba factor estabilizador. Hacían tantas concesiones a los extremistas islamistas, como los actuales líderes militares. En cuanto a la corrupción, es discutible si un Pakistán democrático ha sido (o sería) mejor que la dictadura militar.
Puede ser pronto para considerar a Pakistán un país fallido pero desde luego se halla sumido en un trance muy apurado y puede representar un peligro para el mundo circundante y el mundo exterior en general. Es posible que carezca de importancia quién gobierna Waziristán, una lejana y montañosa área que nadie nunca ha llegado a controlar plenamente (ni siquiera Alejandro Magno). Pero importa quién tiene las llaves de las bombas atómicas. Se extiende entre los pakistaníes en el extranjero cierta inclinación a la violencia; por ejemplo, entre quienes viven en Gran Bretaña, como han puesto de manifiesto las últimas detenciones y juicios.
Algunos observadores occidentales, como el conocido historiador británico William Dalrymple, han minimizado la importancia del adoctrinamiento practicado en las escuelas religiosas cuyo número ha crecido exponencialmente en los últimos años. Otros razonan que no hay nada de malo en que un Gobierno pakistaní aliente a los talibanes autóctonos moderados en contraposición con los talibanes extremistas controlados por extranjeros. Los titulados de las madrazas - arguye Dalrymple- no constituyen un peligro para nadie porque carecen de los conocimientos y preparación técnica necesarios para llevar a cabo ataques terroristas a gran escala en Occidente. No obstante, en estos tiempos tampoco es menester poseer tanta pericia a tal propósito, y en cualquier caso los islamistas pakistaníes son bastantes fuertes en politécnicos de ciudades y localidades como, por ejemplo, Lahore.
Las próximas semanas y meses en Pakistán serán de vital importancia.
Tomado de La Vanguardia, 10/06/2007;
Traducción de José María Puig de la Bellacasa.
Llegan noticias alarmantes de Pakistán. Partes del país, como la frontera noroccidental y Waziristán ya no están en manos del gobierno, sino de los islamistas y de diversas tribus. El presidente Musharraf dice que el país afronta la crisis más grave de su existencia. Se registran enfrentamientos sangrientos en las calles de las grandes ciudades, el barco de Musharraf se hunde e incluso sus aliados le abandonan, afirma la oposición. ¿Debería ello ser motivo de preocupación para Europa? Conviene tener en cuenta que Pakistán posee bombas nucleares y ya sabemos a qué manos podrían ir a parar si el país se desintegra. Pakistán ha sido el principal infractor a la hora de transferir tecnología nuclear militar a otros países.
El éxodo masivo es otro problema. La embajada pakistaní en Grecia ha declarado que 10,000 pakistaníes han pasado de contrabando a Turquía en espera de trasladarse a Grecia y de allí a Italia, España y otros países europeos. Y, según se nos dice, esto es sólo el principio.
Otras voces afirman que no debería exagerarse. Pakistán - razonan- ya ha padecido otras crisis cada cinco o siete años desde su fundación. La oposición democrática encabezada por Benazir Butto y Nawaz Sharif se halla presta a tomar el poder cuando Musharraf abandone la escena. La situación económica dista de ser desesperada (con una tasa de crecimiento alrededor de un 7% en el 2007). En cuanto al supuesto peligro islamista, responde a la invención del mando militar pakistaní y más concretamente de los servicios de inteligencia (ISI): sin su contribución, la verdad es que vendría a ser poca cosa. Los británicos crearon el ISI en 1948 pero es un Estado dentro del Estado.
¿Dónde reside la verdad? Es indudable que Pakistán atraviesa serios apuros y que las elecciones de finales de este año no solucionarán los problemas del país, como tampoco el acceso de otro general a la jefatura del Estado. Cuando nació el país, sus fundadores como Mohamed Jinnah querían un país laico con igualdad de derechos para todos los ciudadanos. Pero no es eso lo que ha sucedido. Porque durante la mayor parte del tiempo han gobernado los militares, la minoría chií ha sido perseguida, la educación de la juventud depende de extremistas religiosos y en las madrazas (escuelas religiosas) se predica la guerra santa.
El peligro procede del interior, no de India. Lo último que India desea es integrar otros 160 millones de musulmanes. El norte del país se halla ampliamente en manos de los talibanes, que predican una forma especialmente fanática del islam que no contempla la educación en el caso de la mujer. Doscientas mujeres profesoras y maestras han sido asesinadas los dos últimos años. Estos elementos han empezado a imponer el terror religioso en algunas ciudades, incluso en Islamabad, la capital. Es cierto que los islamistas contaron al principio con un notable respaldo de las fuerzas armadas (y aún lo reciben hasta cierto punto), pero han escapado al control del ejército y se han reforzado, convirtiéndose en fuerza aparte con su propio programa y sus propios objetivos.
En tales circunstancias, poco ha podido hacer Musharraf contra los terroristas y los talibanes. EE UU ha sido acusado de apoyar una dictadura que tampoco ha podido ayudar gran cosa en la guerra contra el terrorismo. Pakistán es una dictadura militar pero relativamente moderada; la prensa, por ejemplo, es casi libre. En cuanto a la oposición democrática,no habría que hacerse ilusiones. Cuando Nawaz Sharif era primer ministro fue evidente la política agresiva contra India (recuérdese la breve guerra de Kargil)y bajo Benazir Bhutto prestó gran ayuda a los talibanes en Afganistán, que ella consideraba factor estabilizador. Hacían tantas concesiones a los extremistas islamistas, como los actuales líderes militares. En cuanto a la corrupción, es discutible si un Pakistán democrático ha sido (o sería) mejor que la dictadura militar.
Puede ser pronto para considerar a Pakistán un país fallido pero desde luego se halla sumido en un trance muy apurado y puede representar un peligro para el mundo circundante y el mundo exterior en general. Es posible que carezca de importancia quién gobierna Waziristán, una lejana y montañosa área que nadie nunca ha llegado a controlar plenamente (ni siquiera Alejandro Magno). Pero importa quién tiene las llaves de las bombas atómicas. Se extiende entre los pakistaníes en el extranjero cierta inclinación a la violencia; por ejemplo, entre quienes viven en Gran Bretaña, como han puesto de manifiesto las últimas detenciones y juicios.
Algunos observadores occidentales, como el conocido historiador británico William Dalrymple, han minimizado la importancia del adoctrinamiento practicado en las escuelas religiosas cuyo número ha crecido exponencialmente en los últimos años. Otros razonan que no hay nada de malo en que un Gobierno pakistaní aliente a los talibanes autóctonos moderados en contraposición con los talibanes extremistas controlados por extranjeros. Los titulados de las madrazas - arguye Dalrymple- no constituyen un peligro para nadie porque carecen de los conocimientos y preparación técnica necesarios para llevar a cabo ataques terroristas a gran escala en Occidente. No obstante, en estos tiempos tampoco es menester poseer tanta pericia a tal propósito, y en cualquier caso los islamistas pakistaníes son bastantes fuertes en politécnicos de ciudades y localidades como, por ejemplo, Lahore.
Las próximas semanas y meses en Pakistán serán de vital importancia.
Una política colonial para Irak
De nuevo, una política colonial para Irak/RAMI G. KHOURI, director del Instituto Issam Fares en la Universidad Americana de Beirut.
Tomado de El País, 12/06/2007;
La responsabilidad de Estados Unidos y Gran Bretaña en el desastre de Irak es algo en lo que no se piensa mucho ahora, cuando se habla cada vez más de abandonar a los iraquíes y dejar atrás otra tragedia más en Oriente Próximo.
Estados Unidos ha cambiado tantas veces y de forma tan brusca su estrategia en Irak, y los argumentos para justificar su presencia allí, que hace falta una conexión en directo con la Casa Blanca para mantenerse al día de las novedades en la línea quebrada de su política. El último mensaje que quiere transmitir Estados Unidos -no está claro si es una nueva estrategia, una nueva amenaza, un nuevo globo sonda o simplemente una muestra de gran frustración- es que se le está agotando su paciencia con Irak. Si los iraquíes no ponen orden en su casa y aprovechan la "oportunidad democrática" que tienen ante ellos, los estadounidenses emprenderán la marcha. Se lo oímos decir a altos funcionarios norteamericanos, importantes columnistas y políticos, y es lo más parecido a un consenso que hay en Estados Unidos respecto a Irak: quieren abandonar el caos que ellos mismos crearon.
Es una actitud comprensible por parte de los estadounidenses, porque a ningún país le gusta que maten a sus soldados ni malgastar su dinero en la guerra civil de otro país. Pero lo que no es creíble en el caso de EE UU -ni de su compinche, el Reino Unido- es que pretenda ser un espectador inocente que intenta quitarse de en medio ante una refriega entre "árabes que llevan siglos matándose unos a otros". Decir que los iraquíes son "vándalos incorregibles" y "fanáticos religiosos", incapaces de aprovechar la "oportunidad" que les han proporcionado las fuerzas de Estados Unidos y Gran Bretaña, al tiempo que se afirma que el ataque angloamericano tiene intenciones puras y constituye una estrategia valiente, no es más que una nueva distorsión y un análisis tremendamente injusto y erróneo por parte de los mercachifles engañabobos que dominan la toma de decisiones políticas en Londres y Washington.
Esta arma intelectual de destrucción masiva contribuye a agravar la situación de muerte, sufrimiento, miedo e inestabilidad que las políticas angloamericanas han provocado en todo Oriente Próximo.
Desde el punto de vista histórico, las políticas de EE UU y Gran Bretaña en Irak son uno de los ejemplos más flagrantes de abuso de poder colonial y neocolonial. Los occidentales llegan a ciertos países, por ejemplo Irak, como quien va a un parque de atracciones, un centro comercial o un casino: deciden cómo quieren pasar el tiempo, consiguen lo que quieren, van de juego en juego y de tienda en tienda y se marchan cuando se aburren, se sienten frustrados o no les queda nada que ganar, y todo ello sin pensar en la situación que dejan para el pueblo iraquí.
La amenaza estadounidense de marcharse de Irak es fácil de entender desde el punto de vista político, pero difícil de justificar desde el punto de vista moral. ¿Tiene EE UU alguna responsabilidad en la destrucción, el despilfarro y el miedo que han padecido los iraquíes en los últimos cuatro años? ¿Y qué decir de la nueva cohorte de terroristas y casi anarquistas que han adquirido inspiración y experiencia a base de luchar contra los estadounidenses e instigar el caos en Irak? ¿La reciente lucha abierta entre chiíes y suníes es un fenómeno propio de Irak, o no deberíamos preguntarnos si las políticas de EE UU y Gran Bretaña han provocado la situación actual del país y son parcial o totalmente responsables de haber desencadenado este nuevo tipo de lucha étnica y sectaria en la región?
El Gobierno de Bush no puede pretender jugar con los árabes como si fueran yoyós y que el mundo permanezca pasivo y no haga más que jalear su infantilismo. Bush, Condoleezza Rice, Dick Cheney y otros hablan constantemente del error que ha sido apoyar a dictadores árabes desde hace 60 años y de que ahora han pasado a apoyar la libertad y la democracia en el mundo árabe. Pero últimamente da la impresión de que el proceso de impulso de la democracia se ha interrumpido, o al menos ha quedado marginado, a medida que la democracia árabe ha producido vencedores como Hamás. Estados Unidos ha aparcado discretamente esa estrategia y ha decidido volver a buscar la estabilidad y a luchar contra unos rivales iraníes que sus propias políticas en Irak y Palestina han ayudado a vigorizar. Y dice que su paciencia tiene un límite y que piensa marcharse de Irak si la situación no mejora. Ese cambio de parecer selectivo e interesado, disfrazado de gran estrategia y con un toque de aprobación divina, es el peor tipo de colonialismo y neocolonialismo, todo junto.
Los británicos tienen en Irak un historial parecido, que exige pedir alguna responsabilidad histórica. Ellos se inventaron Irak en los años veinte, ofrecieron su apoyo a ese Estado y a sus tiranos durante gran parte del siglo XX, lo atacaron y destruyeron en 2003, trataron de reconstruirlo a su imagen y semejanza y ahora amenazan con largarse a toda velocidad.
La creación de Irak, el apoyo al país, su destrucción y el intento de volver a crearlo ahora constituyen un cúmulo de muestras de incompetencia y bravuconería colonial que pasará a los libros de historia como una gran tragedia -puede que incluso un crimen- cuyo coste ha sido muy elevado, sobre todo para la población de Irak y Oriente Próximo.
La combinación de herencias y políticas de los Gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña nos lleva, este verano, a la fase más reciente en este trágico proceso en el que las potencias occidentales juegan con los árabes como más les conviene. Ésta es una de las razones por las que el mundo árabe soporta una mezcla de tiranos locales y lacayos de Occidente y, en cambio, no tiene casi líderes normales y eficientes ni una ciudadanía estable y satisfecha.
© Rami G. Khouri / Agence Global. 2007.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
Tomado de El País, 12/06/2007;
La responsabilidad de Estados Unidos y Gran Bretaña en el desastre de Irak es algo en lo que no se piensa mucho ahora, cuando se habla cada vez más de abandonar a los iraquíes y dejar atrás otra tragedia más en Oriente Próximo.
Estados Unidos ha cambiado tantas veces y de forma tan brusca su estrategia en Irak, y los argumentos para justificar su presencia allí, que hace falta una conexión en directo con la Casa Blanca para mantenerse al día de las novedades en la línea quebrada de su política. El último mensaje que quiere transmitir Estados Unidos -no está claro si es una nueva estrategia, una nueva amenaza, un nuevo globo sonda o simplemente una muestra de gran frustración- es que se le está agotando su paciencia con Irak. Si los iraquíes no ponen orden en su casa y aprovechan la "oportunidad democrática" que tienen ante ellos, los estadounidenses emprenderán la marcha. Se lo oímos decir a altos funcionarios norteamericanos, importantes columnistas y políticos, y es lo más parecido a un consenso que hay en Estados Unidos respecto a Irak: quieren abandonar el caos que ellos mismos crearon.
Es una actitud comprensible por parte de los estadounidenses, porque a ningún país le gusta que maten a sus soldados ni malgastar su dinero en la guerra civil de otro país. Pero lo que no es creíble en el caso de EE UU -ni de su compinche, el Reino Unido- es que pretenda ser un espectador inocente que intenta quitarse de en medio ante una refriega entre "árabes que llevan siglos matándose unos a otros". Decir que los iraquíes son "vándalos incorregibles" y "fanáticos religiosos", incapaces de aprovechar la "oportunidad" que les han proporcionado las fuerzas de Estados Unidos y Gran Bretaña, al tiempo que se afirma que el ataque angloamericano tiene intenciones puras y constituye una estrategia valiente, no es más que una nueva distorsión y un análisis tremendamente injusto y erróneo por parte de los mercachifles engañabobos que dominan la toma de decisiones políticas en Londres y Washington.
Esta arma intelectual de destrucción masiva contribuye a agravar la situación de muerte, sufrimiento, miedo e inestabilidad que las políticas angloamericanas han provocado en todo Oriente Próximo.
Desde el punto de vista histórico, las políticas de EE UU y Gran Bretaña en Irak son uno de los ejemplos más flagrantes de abuso de poder colonial y neocolonial. Los occidentales llegan a ciertos países, por ejemplo Irak, como quien va a un parque de atracciones, un centro comercial o un casino: deciden cómo quieren pasar el tiempo, consiguen lo que quieren, van de juego en juego y de tienda en tienda y se marchan cuando se aburren, se sienten frustrados o no les queda nada que ganar, y todo ello sin pensar en la situación que dejan para el pueblo iraquí.
La amenaza estadounidense de marcharse de Irak es fácil de entender desde el punto de vista político, pero difícil de justificar desde el punto de vista moral. ¿Tiene EE UU alguna responsabilidad en la destrucción, el despilfarro y el miedo que han padecido los iraquíes en los últimos cuatro años? ¿Y qué decir de la nueva cohorte de terroristas y casi anarquistas que han adquirido inspiración y experiencia a base de luchar contra los estadounidenses e instigar el caos en Irak? ¿La reciente lucha abierta entre chiíes y suníes es un fenómeno propio de Irak, o no deberíamos preguntarnos si las políticas de EE UU y Gran Bretaña han provocado la situación actual del país y son parcial o totalmente responsables de haber desencadenado este nuevo tipo de lucha étnica y sectaria en la región?
El Gobierno de Bush no puede pretender jugar con los árabes como si fueran yoyós y que el mundo permanezca pasivo y no haga más que jalear su infantilismo. Bush, Condoleezza Rice, Dick Cheney y otros hablan constantemente del error que ha sido apoyar a dictadores árabes desde hace 60 años y de que ahora han pasado a apoyar la libertad y la democracia en el mundo árabe. Pero últimamente da la impresión de que el proceso de impulso de la democracia se ha interrumpido, o al menos ha quedado marginado, a medida que la democracia árabe ha producido vencedores como Hamás. Estados Unidos ha aparcado discretamente esa estrategia y ha decidido volver a buscar la estabilidad y a luchar contra unos rivales iraníes que sus propias políticas en Irak y Palestina han ayudado a vigorizar. Y dice que su paciencia tiene un límite y que piensa marcharse de Irak si la situación no mejora. Ese cambio de parecer selectivo e interesado, disfrazado de gran estrategia y con un toque de aprobación divina, es el peor tipo de colonialismo y neocolonialismo, todo junto.
Los británicos tienen en Irak un historial parecido, que exige pedir alguna responsabilidad histórica. Ellos se inventaron Irak en los años veinte, ofrecieron su apoyo a ese Estado y a sus tiranos durante gran parte del siglo XX, lo atacaron y destruyeron en 2003, trataron de reconstruirlo a su imagen y semejanza y ahora amenazan con largarse a toda velocidad.
La creación de Irak, el apoyo al país, su destrucción y el intento de volver a crearlo ahora constituyen un cúmulo de muestras de incompetencia y bravuconería colonial que pasará a los libros de historia como una gran tragedia -puede que incluso un crimen- cuyo coste ha sido muy elevado, sobre todo para la población de Irak y Oriente Próximo.
La combinación de herencias y políticas de los Gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña nos lleva, este verano, a la fase más reciente en este trágico proceso en el que las potencias occidentales juegan con los árabes como más les conviene. Ésta es una de las razones por las que el mundo árabe soporta una mezcla de tiranos locales y lacayos de Occidente y, en cambio, no tiene casi líderes normales y eficientes ni una ciudadanía estable y satisfecha.
© Rami G. Khouri / Agence Global. 2007.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
RCTV; Reporteros sin Fronteras
Hugo Chávez o el advenimiento de una monarquía mediática/ROBERT MÉNARD Y BENOÎT HERVIEU, de la organización Reporteros sin Fronteras; los autores sostienen que el presidente venezolano ha actuado contra los medios de comunicación privados incumpliendo la legislación de su país e instaurando un nuevo modelo de régimen.
Tomado de El País, 12/06/2007 ,
Hugo Chávez mantuvo su palabra. El 27 de mayo de 2007, a medianoche, dejó de emitir Radio Caracas Televisión (RCTV) -la televisión más antigua y más popular de Venezuela- oficialmente por falta de renovación de la licencia de emisión, que finalizaba ese mismo día. ¿Simple medida administrativa? No, una artimaña de calendario para una actuación política, anunciada por el propio jefe del Estado. "No habrá más concesiones para ese canal cómplice del golpe de Estado que se llama Radio Caracas Televisión", había advertido el inquilino del Palacio de Miraflores cuando felicitó las Navidades al Ejército, el 28 de diciembre de 2006.
En 2002 hubo tres canales que apoyaron el golpe. De ellos, sólo RCTV se mantuvo después como oposición
El Gobierno cuenta ahora con una veintena de radios, cinco canales públicos de televisión y otros dos privados
Víctima de un intento golpista que le apartó del poder entre el 11 y el 13 de abril de 2002, Hugo Chávez había intentado a su vez, el 4 de febrero de 1992, un golpe de Estado "bolivariano" que fue rápidamente abortado y del que, por otra parte, en febrero pasado celebró el decimoquinto aniversario. Desde entonces, el teniente-coronel de paracaidistas convertido en presidente se ha cuidado mucho de distinguir entre "golpes" e "insurrecciones populares"; entre "buenos" y "malos" golpes de Estado.
Pero admitámoslo. Sí, Hugo Chávez, presidente electo, fue víctima de un golpe de Estado en 2002. Y sí, ese golpe de Estado fue ampliamente un asunto de los grandes medios de comunicación privados -y entre ellos RCTV- y de una oposición que no siempre tiene muy en cuenta la legitimidad democrática.
Pero, ¿cómo explicar que en cinco años no se les haya abierto ningún procedimiento judicial a esos medios que propiciaron el golpe, ni a sus direcciones? Según la ley, para negar a RCTV el derecho a seguir emitiendo durante otros 20 años se requiere una condena judicial por "falta grave". Y eso no ha ocurrido en ningún momento. Primer incumplimiento del derecho.
En 2002 hubo tres canales nacionales privados de televisión que apoyaron el golpe de Estado: Venevisión, Televén y RCTV. Después, los dos primeros juraron fidelidad a Hugo Chávez, mientras que el tercero siguió manteniendo su línea de oposición. Merced a un gran azar jurídico, Venevisión, cuya concesión finalizaba el mismo día que la de RCTV, consiguió el derecho a seguir emitiendo durante cinco años más. Está claro que existen dos pesos y dos medidas. Segundo incumplimiento.
El 25 de mayo de 2007, y en menos de 48 horas, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela ordenó el embargo del material de RCTV para dárselo al nuevo canal público Televisora Venezolana Social (Tves), que le sucede en el segundo canal. Pero es que la ley orgánica de telecomunicaciones, del 12 de junio de 2000 -aprobada ya durante el mandato de Hugo Chávez-, establece que el material pertenece a los medios de comunicación, y que sólo las frecuencias son propiedad del Estado. Tercera denegación de justicia.
Finalmente, la alta jurisdicción venezolana crucificó a RCTV el pasado 27 de mayo al destituir a la magistrada encargada de que se aplicaran las medidas de protección al canal, y a su personal. Cuarto incumplimiento, esta vez del derecho internacional. Porque Venezuela, en tanto que país miembro de la Organización de Estados Americanos (OEA), debe atenerse a la jurisprudencia de las instituciones que dependen de ella.
Recientemente, Hugo Chávez advirtió que eventualmente podría terminar con otras concesiones, antes de la fecha inicial de expiración. El ataque iba dirigido a Globovisión, que ahora es el único canal considerado cercano a la oposición, pero que sólo emite en Caracas y cuatro ciudades de los alrededores.
Las numerosas reacciones internacionales al caso de RCTV no han hecho más que afianzar al presidente bolivariano en su lógica. Quien le critica es golpista. Quien se opone al cierre de RCTV -incluso entre quienes le apoyan- pretende su caída o su muerte. La invocación del golpe de Estado de 2002 le sirve de coartada para hacerse con el control autoritario del espacio público, y sobre todo mediático. Ahora, Hugo Chávez cuenta con la benevolencia del principal diario nacional, Últimas Noticias, una veintena de radios, cinco canales públicos de televisión y dos privados. También es el protagonista de su propio programa -Aló Presidente- en el canal estatal Venezolana de Televisión. Dispone, en fin, de poder para requisar todos los medios audiovisuales, radios y televisiones, tanto públicas como privadas, para retransmitir sus discursos íntegros gracias a ese famoso sistema de las cadenas que, entre 1999 y el primer trimestre de 2007, ha utilizado en 1.542 ocasiones. Hugo Chávez ha totalizado 1.000 horas en antena, a las que hay que añadir otras 1.000 horas de su programa Aló Presidente, en el mismo periodo.
Con el cierre de RCTV, ¿Hugo Chávez ha dado un primer paso hacia una "dictadura", como le acusan sus detractores? La realidad es mucho más matizada. Pero, en todo caso, ha ratificado un nuevo modelo de régimen: la monarquía mediática.
Tomado de El País, 12/06/2007 ,
Hugo Chávez mantuvo su palabra. El 27 de mayo de 2007, a medianoche, dejó de emitir Radio Caracas Televisión (RCTV) -la televisión más antigua y más popular de Venezuela- oficialmente por falta de renovación de la licencia de emisión, que finalizaba ese mismo día. ¿Simple medida administrativa? No, una artimaña de calendario para una actuación política, anunciada por el propio jefe del Estado. "No habrá más concesiones para ese canal cómplice del golpe de Estado que se llama Radio Caracas Televisión", había advertido el inquilino del Palacio de Miraflores cuando felicitó las Navidades al Ejército, el 28 de diciembre de 2006.
En 2002 hubo tres canales que apoyaron el golpe. De ellos, sólo RCTV se mantuvo después como oposición
El Gobierno cuenta ahora con una veintena de radios, cinco canales públicos de televisión y otros dos privados
Víctima de un intento golpista que le apartó del poder entre el 11 y el 13 de abril de 2002, Hugo Chávez había intentado a su vez, el 4 de febrero de 1992, un golpe de Estado "bolivariano" que fue rápidamente abortado y del que, por otra parte, en febrero pasado celebró el decimoquinto aniversario. Desde entonces, el teniente-coronel de paracaidistas convertido en presidente se ha cuidado mucho de distinguir entre "golpes" e "insurrecciones populares"; entre "buenos" y "malos" golpes de Estado.
Pero admitámoslo. Sí, Hugo Chávez, presidente electo, fue víctima de un golpe de Estado en 2002. Y sí, ese golpe de Estado fue ampliamente un asunto de los grandes medios de comunicación privados -y entre ellos RCTV- y de una oposición que no siempre tiene muy en cuenta la legitimidad democrática.
Pero, ¿cómo explicar que en cinco años no se les haya abierto ningún procedimiento judicial a esos medios que propiciaron el golpe, ni a sus direcciones? Según la ley, para negar a RCTV el derecho a seguir emitiendo durante otros 20 años se requiere una condena judicial por "falta grave". Y eso no ha ocurrido en ningún momento. Primer incumplimiento del derecho.
En 2002 hubo tres canales nacionales privados de televisión que apoyaron el golpe de Estado: Venevisión, Televén y RCTV. Después, los dos primeros juraron fidelidad a Hugo Chávez, mientras que el tercero siguió manteniendo su línea de oposición. Merced a un gran azar jurídico, Venevisión, cuya concesión finalizaba el mismo día que la de RCTV, consiguió el derecho a seguir emitiendo durante cinco años más. Está claro que existen dos pesos y dos medidas. Segundo incumplimiento.
El 25 de mayo de 2007, y en menos de 48 horas, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela ordenó el embargo del material de RCTV para dárselo al nuevo canal público Televisora Venezolana Social (Tves), que le sucede en el segundo canal. Pero es que la ley orgánica de telecomunicaciones, del 12 de junio de 2000 -aprobada ya durante el mandato de Hugo Chávez-, establece que el material pertenece a los medios de comunicación, y que sólo las frecuencias son propiedad del Estado. Tercera denegación de justicia.
Finalmente, la alta jurisdicción venezolana crucificó a RCTV el pasado 27 de mayo al destituir a la magistrada encargada de que se aplicaran las medidas de protección al canal, y a su personal. Cuarto incumplimiento, esta vez del derecho internacional. Porque Venezuela, en tanto que país miembro de la Organización de Estados Americanos (OEA), debe atenerse a la jurisprudencia de las instituciones que dependen de ella.
Recientemente, Hugo Chávez advirtió que eventualmente podría terminar con otras concesiones, antes de la fecha inicial de expiración. El ataque iba dirigido a Globovisión, que ahora es el único canal considerado cercano a la oposición, pero que sólo emite en Caracas y cuatro ciudades de los alrededores.
Las numerosas reacciones internacionales al caso de RCTV no han hecho más que afianzar al presidente bolivariano en su lógica. Quien le critica es golpista. Quien se opone al cierre de RCTV -incluso entre quienes le apoyan- pretende su caída o su muerte. La invocación del golpe de Estado de 2002 le sirve de coartada para hacerse con el control autoritario del espacio público, y sobre todo mediático. Ahora, Hugo Chávez cuenta con la benevolencia del principal diario nacional, Últimas Noticias, una veintena de radios, cinco canales públicos de televisión y dos privados. También es el protagonista de su propio programa -Aló Presidente- en el canal estatal Venezolana de Televisión. Dispone, en fin, de poder para requisar todos los medios audiovisuales, radios y televisiones, tanto públicas como privadas, para retransmitir sus discursos íntegros gracias a ese famoso sistema de las cadenas que, entre 1999 y el primer trimestre de 2007, ha utilizado en 1.542 ocasiones. Hugo Chávez ha totalizado 1.000 horas en antena, a las que hay que añadir otras 1.000 horas de su programa Aló Presidente, en el mismo periodo.
Con el cierre de RCTV, ¿Hugo Chávez ha dado un primer paso hacia una "dictadura", como le acusan sus detractores? La realidad es mucho más matizada. Pero, en todo caso, ha ratificado un nuevo modelo de régimen: la monarquía mediática.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
La novia de Culiacán, una misionera de paz
Guadalupe Leyva, o mejor conocida como «Lupita, la novia de Culiacán» es una leyendas de de la capital del estado. La novia de Culiacán, un...
-
Socorro Romero Sánchez: "La Señorita, u na empresaria mexicana impulsada por su fe". Socorrito vive en el corazón de Tehuacán, viv...
-
Un general, Secretario de Seguridad Pública de Quirino Dice semanario Rio Doce, a 27 de diciembre de 2016 Genaro Robles Casillas ...
-
Carta de pésame/ Guadalupe Loaeza Reforma, 20 septiembre 2011 Querida Antonieta: Esta es la segunda vez que te escribo; la primera fu...