31 jul 2011

Albricias veraniegas, agudo lector

Albricias veraniegas, agudo lector/Juan Goytisolo, escritor
Publicado en EL PAÍS, 29/07/11;
Uno.- A la vista de cuanto ocurre en la desdichada Europa del euro, ante cosas que todo el mundo ve pero nadie sabe o puede poner remedio, la mejor receta para salir del tobogán de la crisis sobre el que nos deslizamos en vísperas del gran batacazo sería exigir la dimisión colectiva de sus 27 gobiernos y amén de encomendar las almas a Dios y a su santa Iglesia, confiar nuestro destino a las sibilas y augures de las agencias calificadoras de riesgo Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch con la esperanza última de que nos conduzcan si no a todos, al menos a un núcleo selecto, al goce tangible de algún paraíso fiscal.
Dos.- Su Santidad Benedicto XVI va a pisar “la viña devastada por los jabalíes del laicismo”. Su próximo viaje pastoral a Madrid será la ocasión de mostrarle que aún quedan almas sencillas y buenas fieles a su sabia doctrina. Como el presupuesto de 50 millones de euros previsto para la Jornada Mundial de la Juventud, de la Fundación Madrid Vivo, subvencionada por las grandes entidades financieras, y el precioso sostén moral de la docta e incorruptible presidenta de la capital (¡la pobre no tiene “ni un puto duro”!) resultan quizás insuficientes en razón de los fastos del acontecimiento y el alojo de decenas de millares de peregrinos que a lo largo del trayecto previsto cicatrizarán con sus vítores las heridas abiertas en el corazón del Pontífice por los desmanes laicos, se abre paso la idea de una colecta en los barrios más castigados por la crisis cuyo lema, “Una perlita más para la tiara del Papa”, mostraría que también los humildes son capaces de rascarse los bolsillos y sacrificar unos euros a favor del atribulado ocupante de la Silla de Pedro. Que sólo coticen los ricos, y las familias hipotecadas y en paro queden excluidas de los inmensos beneficios espirituales condignos a la visita, sería a todas luces injusto y contrario a la enseñanza milenaria de la Iglesia en pro de los desvalidos.
Tres.- En mis lejanos tiempos de bachiller, el profesor de historia evocaba con sentimiento el espolio de los bienes del clero (léase la desamortización) llevada a cabo por “el judío” Mendizábal. Ciento setenta y pico años después, la Iglesia, injustamente desposeída, ha adoptado las medidas oportunas para resarcirse de tal atropello. Inspirándose en el ejemplo de los oligarcas rusos de Yeltsin, ha inscrito a su nombre, al amparo de la derogación de una cláusula de la Ley y el Reglamento Hipotecario por el Gobierno de José María Aznar, no sólo centenares de templos parroquiales, basílicas y ermitas navarras con todos sus enseres y objetos de culto, sino también casas, almacenes, garajes, viñedos (no sé si devastados por los jabalíes laicos), frontones y olivares considerados de domi-nio público pero formalmente inmatriculados.
“¿Cómo se ha hecho usted dueño de semejante fortuna?”, preguntaron a un conocido magnate ruso. “Muy sencillo. Era el director de un gran consorcio estatal y lo puse a mi nombre”.
Según leo en la prensa, la diócesis de Navarra ha puesto también a su nombre, sin que nadie lo advirtiera, el patrimonio comunal de centenares de parroquias (1.087 propiedades) y su norma se ha extendido al parecer al resto de España. Escaldada por el fiasco de la cartera de fondos de riesgo del arzobispado de Valladolid, Nuestra Santa Madre apuesta hoy por lo sólido: lo inmobiliario. Venta, alquiler o hipoteca llaves en mano.
Cuatro.- Por si la tentativa de sentar en el banquillo al juez Baltasar Garzón denunciado por la Asociación Manos Limpias (con Ariel) y Falange Española (sí, la de siempre) no bastara, lo acaecido con el Diccionario Biográfico General de la Lengua Española, editado por la Real Academia de la Historia, es un ejemplo de la vuelta salvífica a las virtudes prístinas y a las más puras esencias patrias. Los criterios políticos, sociales y religiosos de antaño vuelven por sus fueros tras varias décadas de negativismo y decadencia. Franco no fue un dictador sino un pelín autoritario y sus bien probadas virtudes castrenses salvaron a España del totalitarismo estaliniano. La Guerra Civil impuso el triunfo de los sanos principios hispanos frente a las soflamas de los descreídos. Un florilegio de los millares de entradas sobre personajes y acontecimientos del siglo XIX y primera mitad del XX nos procuraría otras muchas verdades macizas como las piedras de nuestras catedrales.
A la falta de una Ley de Libertad Religiosa y de Conciencia para no incomodar al Vaticano, escribe Juan José Tamayo (Capillas en la Universidad, EL PAÍS, 24/6/ 2011) no ha habido en España una verdadera transición: “Estamos muy lejos de pasar del Estado confesional al Estado laico”.
¡Tápate los oídos, lector! No escuches los cantos de sirena de quienes desean arrastrarnos al abismo. Acude a la capital a recibir a Su Santidad, como antes lo hiciste en Santiago y el País Valenciano. Muéstrale con tu ejemplo que tampoco en Madrid faltan santos.
Cinco.- Las noticias que llegan de México son asimismo alentadoras. Conforme al corresponsal de este periódico, Pablo Ordaz, los rezos fervorosos de dos obispos habrían contribuido tal vez al milagro de dejar en libertad a Jorge Hank, exalcalde de la piadosa ciudad de Tijuana, cuyo arsenal de armas de todo calibre, incautado por el Ejército, destinaba sin duda a defender a los feligreses de aquellos de las arremetidas y trampas de Satanás.
Y como las venturas no suelen venir solas, leemos también que el obispado de Alcalá de Henares, alarmado sin duda por las palabras de Demetrio, obispo de Córdoba, quién en una homilía cuya paternidad me atribuyen algunos agudos lectores, revelaba el plan secreto de la Unesco de convertir el 50% de la humanidad al homosexualismo en un plazo de 20 años, ha colgado en su página web una guía de lecturas y consejos destinados a probar a los que padecen ya de tan extendido mal “que es posible la esperanza”.

¡Ojalá dicha lectura y la del entendido autor de Camino y santo de la Iglesia, Monseñor Escrivá de Balaguer, animen a los numerosos miembros del cuerpo pastoral aquejados de esa dolencia a seguir unos cursillos prácticos de castidad compartida “dentro del más exquisito respeto a sus personas” como reza la web diocesana caritativamente consagrada a tan doloroso tema.
Seis.- Aconsejamos finalmente al lector que, tutelado por la Trinidad de las ya citadas agencias calificadoras de riesgo, y renunciando a las rebajas veraniegas de bañadores, cremas solares, sombreros de rafia y pareos, desee vitorear a Su Santidad a lo largo del trayecto en papamóvil con aire acondicionado (será en Madrid, será en agosto) hasta el lugar en el que se celebre la ceremonia inaugural del Congreso, el uso del pack del peregrino promocionado por Robert Juan Cantavella en su devota novela El Dorado en donde hallará asimismo la lista de prodigios que favorecieron material y espiritualmente a las fuerzas vivas y autoridades del País Valenciano.

ISLAMOFOBIA: EL ENEMIGO EN CASA

ISLAMOFOBIA: EL ENEMIGO EN CASA/ Josep Ramoneda
Publicado en EL PAÍS, 29/07/11):
En los años treinta era el antisemitismo, ahora es la islamofobia la que canaliza los resentimientos, los miedos y las paranoias de una Europa en crisis económica, política y moral. Las dos acciones terroristas de Noruega son una señal que no debería pasar desapercibida: el peligro también está en casa. A primera hora de la tarde del pasado viernes, cuando empezaron a llegar las noticias de un coche bomba en Oslo, los primeros datos concordaban con los prejuicios establecidos: terrorismo islamista. Pero poco después, cuando se conoció que un francotirador estaba ejecutando una masacre en la isla de Utoya, se empezó a comprender que los prejuicios no ayudan al conocimiento y que la realidad a menudo no encaja con las sospechas preestablecidas. 

¿Qué leen los escritores?

¿Qué leen los escritores?/Winston Manrique Sabogal
Publicado en El País Semanal, 31/07/2011
Es el tiempo en que los escritores cumplen promesas y toman atajos hacia la felicidad. Cuando se acercan a otros autores para saldar cuentas consigo mismos y ser lo que más les gusta: lectores. Cuando no importa pecar de optimistas al cargar con más libros de los debidos, y comprobar que la ilusión siempre es más grande que la realidad. Diecinueve narradores y poetas de medio mundo comparten con nosotros cuáles son las lecturas que suelen preferir en verano, cuáles son los destinos literarios a los que prefieren llevar de vacaciones su imaginación.

Un juez ordena que se revele el testimonio secreto de Nixon

Un juez ordena que se revele el testimonio secreto de Nixon
Después de dimitir en 1974, explicó en un juicio a algunos de sus colaboradores por qué una secretaria borró de unas cintas una conversación crucial en una eventual recusación en el 'caso Watergate'
DAVID ALANDETE | Washington 30/07/2011

Más información, menos conocimiento

Más información, menos conocimiento/ MARIO VARGAS LLOSA
La imparable robotización humana por Internet cambiará la vida cultural y hasta cómo opera nuestro cerebro. Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos nosotros
El País, 31/07/2011
Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".
Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.
Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.
Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.
Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.
No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la "inteligencia artificial" que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado "la mejor y más grande biblioteca del mundo"? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?
No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: "Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos". Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para "informarse". Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: "Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros".
Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y Paz o El Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?
La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce "la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos". En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.
Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la "inteligencia artificial" es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.

Entrevista a Nicholas Carr

Dice Vargas Llosa que Nicholas Carr  fue en su juventud un voraz lector de buenos libros.  Luego, descubrió el Internet, y sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red. Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector.  Preocupado, se fue a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, y ahí a lo largo de dos años, escribió el polémico libro Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Taurus, 2011.
Alfonso Armada lo entrevistó hace meses para el l periódico español ABC, 01/03/2011
Acaba de cruzar el Atlántico y de pasar la noche encerrado en un avión, pero mantener a raya el cansancio parece otro rasgo de elegancia de este atilado escritor estadounidense que se ha atrevido en «Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?» (Taurus) a cuestionar la bondad absoluta de la red. Se explica con la misma claridad con la que escriba. Plantea que el uso constante de la web acaso esté afectando de forma profunda a nuestra biología cerebral y alterando la forma en que pensamos.
Dice Carr de sí mismo que no es ningún cruzado, pero que las múltiples ventajas y utilidades de internet tienen como contrapartida el triunfo de la superficialidad y la distracción. Carr teme que la facilidad de la web nos indisponga mentalmetne para la concentración que exige el pensamiento crítico y profundo, «internet hace que disfrutemos de ser superficiales».
-¿Podría calificarse su voz de alarma sobre lo que internet está supuestamente haciendo con nuestras mentes como una derivación de la pugna que señaló Umberto Eco entre apocalípticos (los que denostaban la cultura de masas) e integrados (los que la celebraban)?
-Espero que cumpla esa función. Mi libro ofrece un visión idealizada de lo que era la vida intelectual en el mundo occidental. Un pensamiento profundo y solitario. Las nuevas tecnologías nos están alejando de ese ideal, de una forma de pensar completamente distinta de la tradicional. Ahora es mucho más utilitaria. Era un pensamiento más profundo.
-¿Estamos despreciando las viejas humanidades, la filosofía, la filología... como algo que no tiene una rentabilidad inmediata?
-Sin duda. Como sociedad estamos devalúando lo que solía ser central al pensamiento intelectual, que era el pensamiento profundo y creativo de los científicos y pensadores, que iba mucho más allá de solucionar problemas concretos. Nos estamos cada vez más de la imagen que esculpió Rodin en «El pensador», la imagen de alguien entregado a la tarea de pensar. Esa imagen parece completamente pasada de moda. Nuestro ideal de pensamiento humano ha cambiado.
-Mentes más superficiales, incapaces de pensar profundamente, de analizar y concentrarse... ¿Las consecuencias sociales de todo esto son para preocuparse?
-Sí. Creo que lo que sabemos acerca de la mente es que buena parte de las más profundas, conceptuales, críticas y creativas vías de pensamiento son solo posibles cuando nos aislamos, nos alejamos de todo tipo de distracciones. Ahora somos inducidos a participar en esa distracción permanente, a asumir más y más distracciones. Sacrificamos algunas de las bases del pensamiento profundo por algo más banal, más superficial.
-Por su formación y su estilo de escritura no parece amigo de las teorías de la conspiración, pero de su libro podría deducirse que los cambios que está provocando en la biología del cerebro y en nuestra forma de pensar está creado ciudadanos más propensos a la manipulación política
-Hay dos fuerzas operando. Por una parte hay más información, más gente logra obtener información que antes era mucho más difícil de conseguir, pero al mismo tiempo, al estar más informados, es mucho más difícil que se dejen manipular. Al mismo tiempo internet también tiende a propiciar más manipulación por parte de las grandes corporaciones, centrándose sobre todo en la parte comercial y publicitaria. Hay esta tensión constante en internet, entre liberación y pretensiones de control por parte de poderes centralizados o corporaciones.
-Tenemos mucha información pero perdemos capacidad para hacer deducciones complejas
-No creo que teniendo más información seamos capaces de desarrollar pensamientos complejos. Solía asumirse que el pensamiento tenía dos etapas: la de búsqueda de información, y pensar de forma profunda y creativa a partir de la información recopilada, aportando tus propias visiones, tus propias deducciones. Hoy parece que estamos perdiendo la segunda parte, nos quedamos en la primera, como si no fuera necesario extraer deducciones o conclusiones originales. Las nuevas tecnologías nos instan a buscar, pero no a reflexionar.
-¿Estamos más cerca del mundo feliz de Huxley que del Gran hermano de Orwell?
-Creo que sí. Lo que ves en internet es gente que disfruta de la distracción, el entretenimiento, la diversión. No se trata de un Gran Hermano imponiendo algo, somos nosotros, quizá disfrutando de ser superficiales. Internet desincentiva el pensamiento profundo. Internet consigue que nos desentendamos del pensamiento crítico acerca de lo que está haciendo internet, porque dedicamos todo el tiempo a los placeres, a picotear informaciones o interactuar socialmente.
-¿Es el triunfo del marketing sobre la substancia?
-De manera creciente -como vemos en Facebook y otras redes sociales-, el marketing y la publicidad se han incrustado en nuestra vida social, e incorporado a nuestra vida íntima. Y eso al margen de que haya también componentes de marketing en el constante envío de mensajes. Lo curioso es que lo estemos haciendo de forma voluntaria. Hemos dejado de resistirnos, nos estamos abriendo constantemente.
-¿Podrían haber triunfado las revoluciones árabes sin las redes sociales?
-Es difícil de saber. Está claro que redes como Twitter y Facebook han jugado un importante papel, y que han ayudado a organizarse y a luchar. Pero ha habido también revoluciones en el pasado sin disponer de este tipo de tecnologías, por lo que es difícil determinar el grado de importancia que han tenido. Pero está claro que internet tiene un lado liberador y otro controlador, y lo que hemos visto en Egipto y Libia es el lado liberador, orillando al poder central y el control estatal. Internet tiene dos lados, en cuanto a sus implicaciones sociales, políticas e intelectuales.
-¿Cómo lleva su matrimonio con la tecnología? ¿Sigue ajeno a Twitter, Facebook entre paréntesis, el correo electrónico racionado...?
-Todavía uso mucho internet. Lucho con ello. Cancelé mis cuentas en Facebook y Twitter porque aunque entiendo el valor que la gente obtiene de ello me parece que esas tecnologías son las más activas a la hora de distraernos, de interrumpirnos constantemente, extrayendo bits de información. Pero todavía uso internet para búsquedas, investigación y entretenimiento. Es una lucha. Aunque sientes que eres un esclavo de la tecnología es muy dificil pararlo.
-¿Con su mensaje se siente como una especie de misionero predicando en tierra hostil?
-Sí, creo que es extraño, porque soy alguien que ha sido un gran utilizador de internet.
-¿Como un adicto?
-De alguna manera. Mi experiencia personal me ha llevado a una cierta desilusión. Alguien que lo ha utilizado mucho y ha llegado a darse cuenta de que lo que estaba perdiendo era más importante que lo que ganaba. En los veinte años que llevamos desde que se invento la world wide web ha habido una suerte de triunfalismo, de utopía, y no hemos pensando críticamente sobre los efectos que puede tener en nosotros. Espero que ahora surja un nuevo pensamiento crítico.
-Desde el punto de vista neurológico y cerebral ¿es lo mismo leer un libro de papel que un e-book o un periódico en papel que en internet?
-No, creo que es muy diferente. Creo que leer en una pantalla, aunque sea la misma cosa, es una experiencia muy diferente que leer un libro. Un libro es una tecnología, del mismo modo que internet es una tecnología. Cuando abres un libro la característica esencial es que te aislas del entorno y de todo tipo de distracciones. Enfocas tu atención en una historia o en un argumento por un período de tiempo, lo que para los seres humanos es una forma innatural de pensar. El libro nos enseña a prestar atención. En el momento en que lo pones en la pantalla ya no aislas al lector de otras distracciones, con todos los mensajes, vídeos, audios, email, facebook... Pierdes el tipo de concentración en el texto y recibes muchos más estímulos y distracciones. Es evidente que resulta mucho más difícil leer en una pantalla y sumergirse de forma profunda que en una página de papel.
-¿La absorción y el alimento para el cerebro son muy diferentes?
-Sí.
-En su libro utiliza una palabra que parece obsoleta en el discurso actual, alienación. ¿Piensa que algunas de las intuiciones o deducciones de Marx siguen siendo útiles para analizar la beneficiosa alianza entre capitalismo, mercantilismo y tecnología?
-Utilizo la palabra más en un sentido social que desde un punto de vista político tradicional. A medida que adoptamos una nueva tecnología que amplía algún aspecto de nuestro cuerpo o de nuestra mente al mismo tiempo nos distanciamos de nuestra capacidad natural. Cuando alguien va en un coche en vez de andar va más rápido, pero se aliena del paisaje. Del mismo modo, vemos esto al usar la tecnología para ampliar nuestra mente o nuestro sistema nervioso. Nos parecemos más a máquinas. Si pensamos como máquinas perdemos la conexión entre nuestra mente y nuestro proceso biológico natural.
-Memoria y disco duro se han convertido en el lenguaje coloquial casi en sinónimos. ¿En el lenguaje comienzan todas las perversiones?
-Así es. Una de las maneras más profundas en que la nueva tecnología nos cambia es introduciendo nuevas metáforas para entendernos a nosotros mismos, y esas tienen que ver con nuestra parte física o nuestra identidad intelectual. Cuando se introdujo el reloj mecánico empezamos a hablar de cómo trabajamos bajo esa pauta. Lo que vemos hoy es que la metáfora dominante para la mente es el ordenador y la gente no puede distinguir su propia memoria de una base de datos. A medida que la metáfora se hace más sólida la gente empieza a pensar de la misma manera y cuando la metáfora se hace literal no ves ninguna necesidad de ejercitar tu memoria porque piensas que internet es tu propia memoria, lo cual es una completa distorsión de lo que ocurre, de la parte de experiencia.
-¿El desprestigio de la memoria es una catástrofe?
-Todo lo que biológicamente sabemos de la memoria es que solo a través de una rica memoria personal obtendrás riqueza intelectual, conocimientos, porque establece conexiones entre lo que conoces, has vivido, has experimentado. Cuando solo te basas en conexiones externas pierdes tu propia identidad, y acabas teniendo una personalidad más plana.
-¿Es el algoritmo de Google la nueva piedra de Roseta, el genoma de nuestro cerebro adaptado a las necesiaddes tecnologicas y productivas de la nueva sociedad?
-Creo uno de los grandes problemas de la gente utilizando buscadoers para descubrir informacion es que pierden de vista el hecho de que los buscadores están determinados por la popularidad. Si crees que internet va a abrir un nuevo mundo en todas direcciones y que uno puede explorarlas de forma personal, en la medida en que usamos los mismos buscadores llegaremos a los mismos sitios. Y esa será la búsqueda que obtenga más popularidad, algo que la tecnología no hace sino retroalimentar.
-¿Tiene el mismo efecto para la mente ver muchas horas el canal de televisión Fox que leer el «New Yorker»?
-Creo que tienen efectos diferentes. Sabemos que nuestra mente se adapta a diferentes ambientes, y cada medio crea ambientes diferentes.
-Desde el punto de vista de un periodista, ¿es mejor proporcionar informaciones profundas, ecuánimes y documentadas para crear buenos ciudadanos que mensajes claros y directos que provocan emociones inmediatas?
-Eso es una tendencia mucho más antigua que la de internet, lo que hacen los medios al alejarnos del pensamiento critico y convertir todo en mensajes simples. Eso ha estado ocurriendo desde hace mucho tiempo. Pensamos que internet iba a contrarrestar esa tendencia proporcionando a la gente más información, pero lo que hemos visto es simplemente una continuación de esa tendencia, con el picoteo rápido y superficial de información.
-¿Internet es un espejo de una sociedad que busca la satisfacción inmediata de deseos sin esfuerzo, y eso propicia nuevas frustraciones?
-Una cosa que hace internet es encoger el tiempo entre acto y respuesta. En todo. Responder a una pregunta, encontrar algo... Y esa tendencia hace que el cerebro espere siempre una satisfacción inmediata. Los medios corrigen nuestra percepción del tiempo.  Intenet hace que deseemos respuestas instantáneas, lo que hace mucho más difícil un pensamiento lento, contemplativo y profundo, porque nos están entrenando para lo contrario, para surfear.
-¿Está asustado de los peligros de internet, de su lado oscuro?
-Estoy preocupado. Siempre hay un peligro de ser un alarmistas ante las nuevas tecnologías. Pero una de las caraterísticas del ser humano es nuestra capacidad de adaptación, y nos adaptaremos. Para mí, decir que nos adaptamos debe dar a paso a otra pregunta: si adaptarse es un proceso de cambio, ¿entonces en qué nos convertiremos? Mucha gente dice no te preocupes, nos adaptaremos, a lo que yo respondo: ¿En qué nos vamos a convertir?
-¿Qué hacer? ¿Leer libros?
-Creo que como individuos necesitamos asegurarnos de que tenemos oportunidades para implicarnos en formas más concentradas de pensamiento: leyendo un libro, mediante una conversación intensa con otra persona, sin consultar tu i-phone o lo que sea, caminar, volver a entrar en contacto con la naturaleza... Cualquier cosa que nos pueda dar un descanso, un corte frente al permanente bombardeo informativo, tecnológico. Es importante para mantener un balance de la forma en que pensamos. Si perdemos formas más contemplativas de pensamiento vamos a perder algo verdaderamente importante.
-¿Quién es Nicholas Carr?
-No soy un cruzado. Soy un escritor interesado en explicar cosas complicadas que ocurren hoy día sobre las que a veces no pensamos con la suficiente profundidad.
La Británica, no la Wikipedia
Nicholas Carr (nacido en 1959) no es miembro del comité editorial de Wikipedia, sino de la Enciclopedia Británica, y ese rasgo ya es una declaración de intenciones. Ex director de la "Harvard Business Review", escribe sobre tecnología, cultura y economía. Sus libros, que manejan con soltura y elegancia la divulgación y el trasfondo docucental, han sido traducidos a veinte idiomas. Antes de este "Superficiciales.  ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?", ha publicado "El gran interruptor" y "Las tecnologías de la información. ¿Son realmente una ventaja competitiva?". Ha escrito para medios como "The New York Times", "The Guardian", "The Atlantic" o "Die Zeit", entre otras publicaciones

Más información, menos conocimiento

Más información, menos conocimiento/ MARIO VARGAS LLOSA
La imparable robotización humana por Internet cambiará la vida cultural y hasta cómo opera nuestro cerebro. Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos nosotros
El País, 31/07/2011
Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.

Diálogo en El Alcázar

Indignados, exigentes, sabedores /Miguel Ángel Granados Chapa
Reforma, 31 Jul. 11
La movilización surgida hace cuatro meses, tras el asesinato de Juan Francisco Sicilia y seis personas más, no camina en pos de logros mezquinos que se satisfacen con dinero o dádivas. Su propósito es despertar conciencias
La lejanía entre los legisladores y los gobernados es uno de los graves defectos de nuestro sistema político. El gobierno autoritario, como lo quisieron los regímenes de otras épocas, prefiere tratar con súbditos y no con ciudadanos, que al madurar saben que su condición de fuente formal del poder los autoriza a exigir, y no meramente a pedir y menos aún a rogar atención a sus problemas.

Los objetivos del verano/JENNY MOIX

Los objetivos del verano/JENNY MOIX
Publicado en El País Semanal, 31/07/2011;
Las olas del mar, la blanquísima arena y la sombra de la palmera formaban el decorado de la discusión entre Paco y Carmen. En esa playa de Cuba, el matrimonio pasaba sus vacaciones y daba vueltas a lo que les acababan de ofrecer: vacaciones a tiempo compartido. Pagando una suma que les parecía un chollo, podían pasar una semana de vacaciones en lugares paradisiacos como aquel durante muchos años. Parecía una buena oferta, pero tenían que decidirse "ya". El vendedor les apremiaba. Es la estrategia, ya que se sabe que el ambiente vacacional nos hace ver las cosas de un modo diferente y por eso fuerzan a los potenciales clientes a decidirse en pleno relax veraniego.

Nafissatou Diallo vs DSK

Nafissatou Diallo traslada el campo de batalla contra DSK a la opinión pública

La camarera recurre a los medios para recobrar el crédito de su denuncia

DAVID ALANDETE - Washington -
El País, 31/07/2011
Con su honradez en duda, la limpiadora que acusa al exdirector del FMI Dominique Strauss-Kahn de agresión sexual ha contraatacado esta semana con una campaña en los medios. Nafissatou Diallo, de 32 años, ha concedido entrevistas, ha comparecido en conferencias de prensa, ha dicho que no busca dinero y que su vida es un calvario desde que denunció al político socialista francés y aspirante a la candidatura presidencial. "Me llaman prostituta", dijo el jueves. "Esto no se lo deseo a nadie".

Berganza, un pícaro en la política

Berganza, un pícaro en la política/Miguel Ángel Granados Chapa
Revista Proceso # 1813, 31 de julio de 2011;
Confieso que he vencido un rubor al escribir estas líneas. Un espacio tan valioso como las páginas de Proceso debería ser empleado para abordar temas de trascendencia, los que preocupan a los lectores de esta revista, es decir, a los ciudadanos que desean participar en la vida pública y lo hacen a partir de informaciones y análisis que merecen su confianza. Pero el examen de la picaresca política nacional a través de un espécimen que la sintetiza y representa es también una labor de interés público. Aspiraría a que después de conocer la vida de un pícaro los electores se abstuvieran de llevar a las cámaras o a la función pública a alguien más con las mismas características. 

Crisis en la PGR; renuncian 20 delegados estatales

MÈXICO, D.F. (apro).- Por diferencias con la titular de la Procuraduría General de la República (PGR), al menos 20 delegados estatales renunciaron en bloque el pasado viernes 29.
Aunque la noticia no se ha dado a conocer de manera oficial, APRO logró confirmar la renuncia masiva de los funcionarios, algunos de los cuales temen que la procuradora Marisela Morales vaya a enderezar averiguaciones previas en su contra.

Sobre Todo México es de la DEA

Sobre Todo México es de la DEA
De José Luis Marmolejo García
La Redacción
Revista Proceso # 1813, 31 de julio de 2011;
 Palabra De Lector
Señor director:
En el número 1812 de Proceso se publicó la nota titulada Todo México es de la DEA, firmada por Jorge Carrasco Araizaga, donde se alude a mi persona y se me atribuyen diversas conductas. Deseo aclarar que todas las afirmaciones al respecto son falsas.
Durante mi gestión como titular de una unidad de investigación de la SIEDO no se permitió que ningún funcionario o policía cometiera actos de tortura ni violatorios de los derechos y garantías en contra de los testigos, presentados o detenidos.

Respuesta de Hugo Eric Flores

En torno a La secta que infiltró al gobierno
Respuesta de Hugo Eric Flores Cervantes
La Redacción
Revista Proceso 31 de julio de 2011;
Sección Palabra De Lector
Señor director:
En el reportaje La secta que infiltró al gobierno (Proceso 1812), el periodista Arturo Rodríguez García hace distintas menciones de mi persona, por lo que le solicito publicar las siguientes aclaraciones en su prestigiado medio.
1. Asegura que a través de mi persona los pastores Alejandro y Rosi Orozco se han acercado al gobernador Enrique Peña Nieto. Hace más de cuatro años que no los veo y que no sé absolutamente nada de ellos. Nunca los acercaría con nadie después de conocerlos. Está claro, difiero absolutamente de ellos en medios y en fines.
2. Sugiere que Carlos Rivera Morales, colaborador en mi breve función en la Semarnat, es mi conexión con ellos. Aclaro que dicho personaje –quien seguramente es prestanombres– me fue recomendado por los señores Orozco y no tuvo ni tiene ninguna relación conmigo.

¿Por qué te vas? Jeannete


¿Por qué te vas?/José Luis Perales

Hoy en mi ventana brilla el sol
y un corazón
se pone triste contemplando la ciudad
Por qué te vas
Como cada noche desperté
pensando en ti