La pasión de Concha Urquiza
Javier Sicilia
La Jornada, 13 de junio de 2011
La vida de Concha Urquiza (1910-1945), al igual que su obra, fue breve. Sin embargo, medir su intensidad con las categorías del cronos, es impreciso. Hay vidas longevas que son estériles. Hay otras, en cambio, que en la brevedad de su destello acumularon y expresaron siglos de sabiduría. Concha Urquiza no sólo pertenece a esta categoría, sino también a otra, que en nuestro país ha sido tan poco explorada como profunda: la de los místicos. ¿Realmente lo fue? Si entendemos la palabra como algo que define a seres laterales que, tocados por un misterio que los sobrepasa, se apartan del mundo, no. Pero si la entendemos como una experiencia de lo inefable que trastoca al ser, al grado que desde entonces su vida se construye en una búsqueda por darle contenido y sentido, Concha Urquiza lo fue y en grados que resuenan en la vertiginosidad de su existencia y en la breve intensidad de su obra.