El martes al medio día doña Clara González de Rojas había decidido quedarse en su apartamento. Las nubes grises que veía por la ventana y el fuerte viento que se había desatado anunciaban un día tormentoso y lúgubre. Abrigada de pies a cabeza, para contener el resfriado, se dedicó a arreglar sus papeles y a leer. Entonces recibió la llamada de una amiga que le dijo: "prende el televisor que están dando una muy buena noticia". Doña Clara no lo podía creer. Los periodistas estaban anunciando que las Farc liberarían a tres secuestrados: a la ex congresista Consuelo González de Perdomo, y a Clara Rojas y su hijo Emmanuel. "En ese momento, no sabía si llorar o reír", dice doña Clara. Su corazón de madre le decía que esta vez era cierto, que la libertad de su hija y su nieto estaba cerca. "El mensaje no dejaba lugar a dudas. Era muy específico".
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
23 dic 2007
Doña Clara de Rojas
El martes al medio día doña Clara González de Rojas había decidido quedarse en su apartamento. Las nubes grises que veía por la ventana y el fuerte viento que se había desatado anunciaban un día tormentoso y lúgubre. Abrigada de pies a cabeza, para contener el resfriado, se dedicó a arreglar sus papeles y a leer. Entonces recibió la llamada de una amiga que le dijo: "prende el televisor que están dando una muy buena noticia". Doña Clara no lo podía creer. Los periodistas estaban anunciando que las Farc liberarían a tres secuestrados: a la ex congresista Consuelo González de Perdomo, y a Clara Rojas y su hijo Emmanuel. "En ese momento, no sabía si llorar o reír", dice doña Clara. Su corazón de madre le decía que esta vez era cierto, que la libertad de su hija y su nieto estaba cerca. "El mensaje no dejaba lugar a dudas. Era muy específico".
Elecciones en E U
Publicado en EL PAÍS, 23/12/2007;
O sea, que si las clases dirigentes estadounidenses tuvieran un mínimo sentido autocrítico, dejarían de dar al mundo las lecciones que con tanta libertad reparten. En una serie de aspectos, numerosos aunque a veces sutiles, Estados Unidos está muy lejos de ser una auténtica democracia, si bien es cierto que parte del país está buscando de manera confusa la manera de ponerle remedio. ¿Qué nos enseña la campaña electoral actual sobre esa búsqueda de la autenticidad democrática?
En una cultura capitalista, la propia política es un negocio. Asesores, organizadores, publicistas… todos explotan la esfera pública en menoscabo de su carácter común. La senadora Clinton utiliza a Mark Penn como asesor político. Penn dirige una empresa especializada en grupos de presión, a la que sus clientes pagan millones, a veces obtenidos de manera sórdida. Penn es una máquina de hacer clichés, que tiene el aire de satisfacción propio de una élite a la que no le preocupan nuestras crecientes desigualdades económicas y sociales mientras le permitan aumentar sus ingresos. El hecho de que la senadora Clinton haya acudido a él ha reforzado las dudas entre los demócratas sobre sus convicciones.
El Partido Demócrata representaba en otros tiempos a la socialdemocracia estadounidense. Los debates suscitados por las iglesias, los grupos de interés y los sindicatos partidarios de políticas redistributivas respecto a asuntos como la desigualdad de acceso a la educación, la sanidad y la seguridad económica, son la prueba de que esa tradición socialdemócrata sigue existiendo. Ahora bien, ¿tiene la sociedad una memoria suficiente y coherente que le permita soportar la propagación constante de la ideología de mercado? Cuando daba clase, les pedía a mis alumnos que me escribieran la historia de sus familias; y muchos decían que sólo gracias a sus abuelos se habían enterado de todo lo que hizo el New Deal de Roosevelt.
El absoluto conformismo político de los medios de comunicación de Estados Unidos es, con honrosas excepciones, destructivo. Se presta una atención obsesiva a nimiedades, se ignora el escenario histórico de la campaña electoral, se pinta el mundo político como si fuera nuevo cada semana. Los periodistas, en general, no se enfrentan a las connotaciones ideológicas de sus teorías (o, mejor dicho, de las de sus jefes). Ignoran las dudas de la población e insisten en que es irrevocable el consenso sobre el actual modelo de capitalismo. Sin embargo, un grupo de estudios tan serio como el Pew Center descubrió, en primavera, que hay una considerable mayoría nacional partidaria de la intervención del gobierno para restaurar la igualdad económica. El estudio mostraba asimismo grandes dudas sobre la guerra permanente para obtener la hegemonía mundial, una posición que muchos miembros de la clase política consideran un dogma nacional sagrado.
¿Puede una minoría activa dinamizar la oposición latente de la mayoría pasiva? Internet ha producido resultados ambiguos. Ha sido tan útil para los fanáticos de la derecha como para los críticos de la izquierda. En ocasiones, ha facilitado la movilización en los barrios y la recaudación de numerosas cantidades pequeñas de dinero para determinados candidatos y determinadas causas. Ha sido más fácil activar opiniones y alianzas que ya existían que construir otras nuevas. La ausencia de un gran partido político nacional de afiliación general, de grandes sindicatos y de movimientos sociales de masas, favorece la discontinuidad y la fragmentación en la política. Hay pocos indicios de que las elecciones de 2008 vayan a suponer un aumento notable de la participación respecto a la media reciente, situada en torno al 50%.
La invención de la conciencia sigue adelante. Las patologías sexuales de una parte de la cristiandad norteamericana y las ilusiones de “individualismo” se unen para convertir los “valores” en tema electoral. No las opiniones económicas, socialese internacionales del candidato, sino si es la persona adecuada para los intereses espirituales del tercio premoderno del país; y muchos otros, pese a la situación de la economía, temen el estigma de la “dependencia” y, por consiguiente, se alinean con sus antagonistas económicos.
A ello hay que añadir el culto a la personalidad. Los medios de comunicación suelen burlarse de los candidatos más inteligentes (Jimmy Carter y posteriormente Al Gore y John Kerry) y dicen que son personas con las que la gente no simpatizaría en un bar. Y a ello añade el cotilleo y el voyeurismo, cayendo en el nivel más bajo de nuestra cultura común.
Mientras tanto, la guerra de Irak ha desaparecido en gran medida del debate, debido al fraude del “refuerzo”; en realidad, las victorias militares se han logrado pagando a los baazistas y a los jefes tribales suníes. Pero la gente tiene bastante con sus propios problemas cotidianos y no se deja llevar por fantasías de grandiosidad imperial ni por la indignación moral ante los crímenes del imperio. En realidad, el imperialismo estadounidense, se llame como se llame, es algo que se acepta, con resignación o con escepticismo, pero se acepta.
Aun así, los candidatos que más apoyo obtienen hoy son los que prometen el “cambio”. Eso explica el éxito de Obama cuando afirma que Clinton es demasiado washingtoniana (dice que está haciendo una campaña de libro de texto, pero que necesitamos un nuevo libro). El simpático gobernador Huckabee de Arkansas parece un personaje de una película satírica sobre la política estadounidense, pero este pastor baptista asusta a sus oponentes, que disponen de mucho más dinero, cuando les califica de figuras rutinarias. Ningún republicano se declara heredero de Bush, claro está; todos evitan mencionar su nombre.
Los votantes en Iowa el 3 de enero y en New Hampshire cinco días después son unos pequeños segmentos del electorado total en dos Estados pequeños y nada representativos. El resto del país no está dedicando todavía mucha atención ni energía a la campaña. Lo único que puede decirse es que algunos ciudadanos de Iowa y New Hampshire, cuando exigen a los candidatos respuestas a preguntas muy serias, están demostrando tener más responsabilidad que nuestra cínica clase política, sorprendida al ver a unos ciudadanos que tienen sus propias ideas y están buscando unos candidatos auténticos. No está claro que nuestro sistema político sea capaz de ofrecérselos.
Fascinante fascismo
Publicado en EL PAIS, 23/12/2007;
Fascinante fascismo". Con estas palabras calificó la gran escritora norteamericana Susan Sontag la película del director alemán Hans-Jurgen Syberberg Hitler (1977). Con 22 capítulos, en cuatro partes y con siete horas de duración, la obra de Syberberg, indica el crítico David Thomson, es "la suma de imágenes, fantasmas e interpretaciones" sobre el dictador nazi. Con ello, el director quisiera estudiar las maneras como hemos tratado de asimilar, olvidar o reformar "el más espantoso evento de nuestro tiempo": la dictadura hitleriana.
En su clásico estudio Técnica del golpe de Estado, el escritor italiano Curzio Malaparte atribuye a Napoleón Bonaparte la invención del golpe de Estado moderno, que consiste en guardar las apariencias de la legalidad, aprovechar los errores del adversario y precipitar los acontecimientos frente a un Estado que siempre quiere ganar tiempo. El ideal del golpista es usar las instituciones democráticas a fin de convertirlas en la primera víctima de la violencia autoritaria.
Aunque el fascismo puede llegar al poder por la fuerza (Mussolini, Franco, Pinochet), la situación más llamativa es cuando lo hace por la vía legal. El caso clásico lo ofrece Adolfo Hitler. ¿Cómo condujo un demagogo febril a la dictadura, la guerra y la derrota a la nación de Bach, Goethe y Schiller? Aprovechando, en primer término, el resentimiento alemán creado por la derrota bélica en 1918 y las condiciones punitivas impuestas, con ceguera, por el Tratado de Versalles en 1919.
La reacción contra estos hechos creó una masa ciudadana descontenta que dio lugar a tropas de asalto armadas para defender a la Alemania derrotada y revertir las condiciones de Versalles. Hitler aprovechó el resentimiento elevado a la categoría de patriotismo y lo sometió a sus intereses. Dos caminos se le abrían a Hitler. Uno, tomar por la fuerza el poder, basado en sus tropas de asalto. El otro, llegar al poder por la vía electoral, "la conquista legal del poder", indica Malaparte, asegurando así "la simpatía de la masa electoral" y "la adhesión de la inmensa mayoría de la clase media".
Hitler optó por la segunda vía a fin de ganar las elecciones, convertirse en dictador plebiscitario, someter brutalmente a sus propios partidarios (Ernst Rohm), arrasar con sindicatos, prensa y partidos políticos y establecer un Estado totalitario ufano de serlo y proclamarlo: Hitler nunca pretendió, una vez usada la democracia, ser un demócrata.
¿Qué era Hitler según Malaparte? Un hombre débil que se refugiaba en la brutalidad para enmascarar sus propias debilidades, su egoísmo morboso, su orgullo desmedido pero sin fundamentos. Conducido más por sus pasiones que por sus ideas, Hitler era un hombre devorado por los celos. Celoso, sobre todo, de quienes le elevaron al poder.
El dictador (o el aspirante a serlo) teme el orgullo de quienes lo combaten y sólo ama a quienes puede despreciar. El dictador (o el aspirante a serlo) ambiciona corromper, humillar, envilecer y esclavizar a un pueblo en nombre de... escoja usted, lector, las máscaras retóricas que más le convengan a quienes aspiran al poder autoritario en nuestros días, en nuestros países. A veces, escudados en la legitimidad electoral, en realidad disfrazan su violencia autoritaria.
Hay que celebrar, pues, que el hombre fuerte acepte la derrota pero hay que tomar con un granito de sal su sinceridad y fortalecer a la democracia ganando terrenos de libertad no cediéndole espacios al jefe máximo, y demostrando que, al final de cuentas, el emperador está desnudo y sólo nosotros -los ciudadanos- podemos prestarle la ropa.
Musulmanas
- Musulmanas en el olvido/Dolors Bramon, profesora de estudios islámicos
EN SU PRÁCTICA religiosa, la principal dificultad será el rezo en la mezquita. En su país, hay mezquitas solo para mujeres o entran en las de los hombres por una puerta distinta, utilizan una sala reservada o se colocan detrás. Pero aquí, y con muy pocas excepciones, se las excluye con la excusa de que no hay espacio suficiente ni siquiera para los hombres. La marginación de las musulmanas en Barcelona se manifestó en la retransmisión televisiva de la Fiesta del Sacrificio al final de la peregrinación a La Meca, el 10 de enero de 2006. Los medios de comunicación hicieron notar la ausencia de mujeres y acusaron a los musulmanes catalanes de discriminación y de machismo.
HAY ASPECTOS muy duros de la vida de algunas mujeres cuyo origen no se puede achacar al islam. Uno de ellos es el de la mutilación genital. En España, donde la población de riesgo practica la modalidad menos grave o ablación de clítoris, se detectaron los primeros casos en los años 90. Desde entonces, ha habido una lucha eficaz y las lesiones contra la integridad corporal o la salud física y mental de las personas ya está tipificada en el Código Penal. Pero algunas niñas han sido interceptadas a punto de viajar a sus países, donde era muy probable que las mutilaran, y no se puede bajar la guardia: hace poco se ha impedido que otras dos salieran por El Prat. Hay noticia de matrimonios forzados. Ojalá la mayor información que adquirirán las musulmanas restablezca su derecho inalienable a escoger a su pareja.Acabo con una referencia a la violencia de género. Breve porque no es propio ni exclusivo del islam. Una vez más, hay que pensar en las dificultades que supone para las víctimas el desconocimiento del idioma, el miedo a que se descubra que carecen de papeles y el rol negativo que desempeñan algunos dirigentes del islam.
La NIE de la CIA
Todo el mundo ha reproducido la ya famosa frase del documento en la que se afirma «estimamos con una gran seguridad que en otoño de 2003, Teherán detuvo su programa de armamento nuclear». Frase de arranque rotunda, pero que quienquiera que se tome la molestia de leer las nueve páginas del NIE (en realidad sólo tres, porque las cinco primeras se dedican a cuestiones metodológicas y la última a una comparación entre esta versión y su anterior de 2005), verá que se matiza muy mucho en los párrafos subsiguientes hasta difuminarse del todo en su relevancia.
¿Qué es lo que dice el NIE?
Primera gran contradicción. Si el programa militar nuclear está parado del todo, ¿cómo es posible que Irán siga desarrollando tecnologías para poder fabricar una bomba atómica? En segundo lugar, aunque en su farragosa introducción el NIE dice querer centrarse en capacidades y no en intenciones, siempre más complejas de valorar, la realidad es que se centra mucho más en éstas que en las primeras. Así, explica el alto en el programa nuclear como una reacción de los ayatolás ante «un mayor escrutinio y presión» internacional. A alguien en la CIA se le ha borrado la memoria. El escrutinio comenzó tras que, en agosto de 2002, el Consejo Nacional para Resistencia Iraní pusiera en evidencia las actividades de enriquecimiento de uranio en la planta de Natanz así como las de obtención de plutonio en Arak, ignoradas hasta ese momento por los inspectores de la OEIA. La presión internacional no se iniciaría hasta la carta que los 3 (Londres, París y Berlín) enviaron a Irán en el verano de 2003. Y las sanciones no han hecho sino ponerse en práctica desde finales del año pasado. Por lo tanto, es poco creíble que los ayatolás se decidieran a detener su programa nuclear clandestino por lo que dice el NIE. Hay otras razones más poderosas como el hecho de que la coalición internacional se hubiera decidido finalmente a deponer a Sadam; que los marines hubieran llegado a Bagdad en sólo 18 días, sin apenas bajas; que los tambores de guerra resonaran contra Damasco por su ayuda a los colaboradores de Sadam; y que los inspiradores de la guerra contra el terror en Washington tuvieran en su punto de mira a Teherán. Eso, el miedo a enfrentarse a la maquinaria bélica norteamericana, es mucho más convincente que lo que sugiere la CIA.
Tercer gran problema de esta estimación de inteligencia: se refiere exclusivamente al programa militar nuclear clandestino. Lo cual tiene varias inmediatas implicaciones. La más grave, que en contra de lo que los inspectores de Viena han sostenido (a saber, la imposibilidad de conocer si Teherán desarrollaba su programa de enriquecimiento de uranio con fines civiles o también militares) salta en pedazos. El Irán de los ayatolás ha querido la bomba y ha violado abiertamente sus compromisos con el régimen de no proliferación del que es signatario, desarrollando un programa militar y secreto. Segunda gran implicación. De lo que habla este NIE no es de lo que la comunidad internacional viene hablando en los últimos años. Nadie en el OIEA ni en el Consejo de Seguridad está criticando a Irán por sus actividades militares clandestinas, sino por su programa declarado de enriquecimiento y su empecinamiento en no renunciar a él. Irán tiene derecho a la energía nuclear para usos pacíficos, pero nada en el Tratado de No Proliferación le otorga derecho alguno a desarrollar por sí misma el ciclo de enriquecimiento de uranio y mucho menos el de plutonio, cuya única finalidad sólo puede ser la militar. Dicho de otra manera, es el temor y la sospecha por parte de la comunidad internacional de que Irán, pillada ya in fraganti en sus mentiras, esté engañando de nuevo sobre sus intenciones respecto de sus desarrollos nucleares. Teherán no necesita la escala que conocemos de su programa para fines científicos.
Cuarta disparidad, la brecha que se abre con este NIE entre la comunidad de inteligencia americana y sus homólogos franceses, británicos e israelíes quienes ya se han desmarcado del optimismo del nuevo documento. ¿Qué saben o creen saber los americanos que el resto desconoce? La CIA nunca se ha mostrado muy competente a la hora de saber sobre el Oriente Medio. El último fiasco, el de las armas de destrucción masiva de Sadam. Y resulta poco creíble que la CIA haya conseguido empotrar a alguno de sus agentes en el estamento gubernamental iraní en los dos últimos años (puesto que en el NIE de 2005 estaban convencidos de todo lo contrario). Es de temer que este NIE se base en los servicios de un desertor del otro bando. En febrero de este año Ali Reza Asghari, número dos en el ministerio de defensa en Teherán, desapareció durante una visita a Turquía para reaparecer en Estados Unidos de la mano de los servicios de inteligencia. Desgraciadamente estos supuestos mirlos blancos no siempre son lo que aparentan y la CIA lo debía de saber a estas alturas, tras el fiasco de las armas de Sadam causado por su dependencia de una única fuente, un iraquí cuyo nombre clave era, paradójicamente, «Bola con efecto» y que se dedicó a contar en más de cien informes lo que creía que querían oír los agentes y analistas americanos.
¿Pero por qué todo este lío ahora? La CIA dice que se debe a unos nuevos y más eficientes procedimientos para la elaboración de sus estimaciones y de su trabajo con otras agencias adoptados a comienzos de año. Pero rara vez se hace algo en el mundo de la inteligencia que sea inocente. La CIA ha estado jugando a la oposición con el presidente americano en venganza ante las numerosas críticas por sus todavía mayores fallos de los últimos años. Sus consecutivos informes sobre el terrorismo global y la estrategia en Irak se han revelado más políticos que analíticos, destinados a mermar la posición de George W. Bush. Este NIE prosigue en la misma senda. Y aunque los críticos de la Casa Blanca se abalancen a abrazar ahora a la CIA, será el comportamiento de los ayatolás lo que acabe poniendo las cosas en su sitio. Como el propio NIE reconoce, nada hace pensar en estos momentos que el régimen de Teherán haya abandonado ninguno de sus principios y objetivos.Si yo fuera George W. Bush despediría de inmediato a los responsables de la inteligencia americana y no alteraría en nada la actual política de presión sobre Irán porque este NIE sólo apunta a que los ayatolás, libres de sanciones, construirán su bomba. El drama de la CIA es que cuenta demasiadas cosas, pero que cada vez cuenta menos para ayudar a informar las decisiones políticas. Con NIE como éste, no es para extrañarse.
Acteal a 10 años
- A 10 años de Acteal/Ana Laura Magaloni
Publicado en Reforma, 22/12/2007;
Hoy, 22 de diciembre, se cumplen 10 años de la masacre de Acteal. También se cumplen 10 años para los 70 indígenas que están en la cárcel acusados de haber perpetrado esa matanza. Todos ellos, víctimas y acusados, continúan atrapados en la red de un sistema de justicia autoritario e ineficaz. El saldo de este aniversario luctuoso es desolador: a las víctimas no se les ha hecho justicia y 66 de los acusados son meros chivos expiatorios. Una vez más Acteal nos permite apreciar con nitidez la extraordinaria precariedad de las instituciones penales en México. En el proceso penal de Acteal no se trata, por lo tanto, de tomar partido entre zapatistas o priistas, o entre evangélicos o católicos. Tampoco se trata de revisar la historia oficial y encontrar sus huecos e inconsistencias. En el juicio de Acteal se trata de colocar en el banquillo de los acusados al propio sistema penal mexicano y de exigir, aunque hayan pasado 10 años, que la Procuraduría y los jueces penales hagan el trabajo que no han hecho hasta ahora.
¿Qué no hizo la PGR en el caso de Acteal? Simple y llanamente no hizo su trabajo. En vez de investigar el crimen, buscó acallar el escándalo internacional fabricando culpables. El trabajo elemental de cualquier Ministerio Público es armar el rompecabezas delictivo, construir una tesis del caso que permita saber qué pasó y quién es un presunto responsable y aportar al juez la evidencia que corrobore esa tesis. Nada de ello sucedió en el proceso judicial de Acteal. La tesis de la PGR no concuerda con la evidencia que ella misma aportó. El expediente judicial está repleto de contrasentidos e incongruencias. No hay manera de que pase el mínimo estándar de una investigación criminal profesional.
Así, por ejemplo, la tesis de la PGR es que al menos 90 agresores llegaron a Acteal y abrieron fuego contra 300 indígenas que oraban en la ermita. Sin embargo, la ermita mide 12 metros cuadrados, los peritos de la PGR no encontraron impactos de bala en la misma y, finalmente, es completamente ilógico que esa dinámica del crimen no haya provocado más muertes de las 45 personas masacradas. En segundo término, la tesis de la PGR sostiene que todos los acusados perpetraron la matanza con armas de fuego. Sin embargo, las pruebas de rodisonato de sodio que aportó la PGR, a través de las cuales se determina si una persona accionó o no un arma de fuego, fueron negativas para los primeros 24 acusados; al resto no se les aplicó esa prueba, pues fueron aprehendidos varias semanas después de los hechos. La PGR, además, sólo encontró 50 casquillos de balas percutidos de 8 tipos de armas distintas, lo cual no concuerda con el número de agresores que según la PGR perpetraron la matanza. Finalmente, las armas que aportó la PGR como prueba, según el análisis de balística, no son las armas con que se llevó a cabo la matanza.
El hecho de que la evidencia "dura" no concuerde con la tesis de la PGR hace que la única "prueba" para imputar la responsabilidad penal a los acusados sea los testimonios de los habitantes de Acteal. Estos testigos en su primera declaración afirman lo que es razonable que suceda en una situación como la que padecieron: "no pude ver", "me escondí al escuchar los disparos", "oí gritos y disparos y busqué un refugio", "no pude ver la cara de los agresores pues estaban encapuchados" y un largo etcétera. Sin embargo, algunos días después de que se rindieron estos testimonios, la PGR elabora una lista con fotos y nombres de 124 personas y le solicita a esos mismos testigos que "amplíen su declaración" apuntando quiénes de las personas que estaban en "la lista" participaron en los hechos de Acteal. A la cuarta declaración, los testigos terminan señalando con nombre y apellido a esas 124 personas de las cuales hoy 70 están en prisión.
¿Cómo puede ser que la PGR le apueste a ganar el juicio con un trabajo de investigación tan mal hecho? La respuesta es simple: los jueces penales no le exigen más para condenar a un acusado. En México, con investigaciones criminales tan mal hechas como la de Acteal, las procuradurías ganan al menos 85 por ciento de los juicios. El estándar de prueba que exigen los jueces es muy bajo y, aunque las procuradurías presenten acusaciones con tantos huecos y contrasentidos como la del juicio de Acteal, los jueces le terminarán dando la razón al Ministerio Público.
No comprendo por qué las organizaciones civiles que han acompañado y defendido a las víctimas de Acteal consideran que este caso es una excepción a la regla con la que funciona el sistema penal. ¿Qué les hace afirmar con tanta vehemencia que en este caso la PGR sí acusó a los culpables? ¿Por qué para estos acusados no es relevante que la PGR demuestre con pruebas su acusación? ¿Por qué se les puede catalogar a todos los acusados de "paramilitares" si ni siquiera se demostró que accionaron un arma de fuego? Mientras que la culpabilidad y la inocencia de los acusados de Acteal se discuta en la arena política e ideológica y no a partir de las pruebas y el proceso judicial, el sistema penal mexicano podrá seguir siendo lo que es: una fábrica implacable y sistemática de injusticias que lo que viene a garantizar casi de forma infalible es la impunidad.
Acteal: verdad y justicia denegadas/Miguel Angel de los Santos
Publicado en La Jornada, 23/12/2007;
En la investigación de los hechos ocurridos en Acteal el 22 de diciembre de 1997, la Procuraduría General de la República ignoró las evidencias que constataban la actuación de un grupo paramilitar.
Un día después de la matanza, la PGR atrajo la investigación de los hechos ocurridos en Acteal y de todas las averiguaciones previas originadas en los meses previos en la región de Chenalhó. Los sobrevivientes de Acteal relataron que quienes los atacaron vestían de negro, algunos se cubrían el rostro con pasamontañas y portaban un pañuelo o listón amarrado en la cabeza. Estas descripciones constan en la recomendación numero 1/98 emitida por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Las mismas descripciones se aportaron en hechos previos, de los cuales también tuvo conocimiento la PGR: en el expediente penal número 230/98 se consigna que el día 10 de octubre de 1997 se llevó a cabo una emboscada en la comunidad de Chimix, municipio de Chenalhó, en la que resultó muerto César Santiz Pérez y lesionadas dos personas. Los lesionados y testigos describen que sus atacantes “salieron de entre el monte (y eran) aproximadamente unas 15 personas, por lo que empezaron a correr el de la voz y sus acompañantes, ya que dichas personas vestían de color negro y algunos usaban pasamontañas, todos portando armas largas de fuego…” No obstante esta narración, que sugiere la actuación de un grupo organizado, fue juzgado Cristóbal Gutiérrez Gómez, base de apoyo zapatista.
En el expediente penal número 169/98 se consigna que el día 17 de diciembre de 1997 se llevó a cabo una emboscada en el paraje Kestic, municipio de Chenalhó, en la que resultó muerto Agustín Vázquez Secum. Algunos testimonios y declaraciones de sobrevivientes relatan que la emboscada la realizó un grupo de aproximadamente siete personas que se cubrían el rostro con pasamontañas, vestían de azul y portaban armas de grueso calibre. Juan Luna Vázquez, base de apoyo zapatista, fue juzgado como probable responsable del crimen de Agustín Vázquez Secum, crimen que, según la PGR, fue el detonante que motivó se perpetrara la masacre de Acteal. Las evidencias en contra de Juan Vázquez resultaron insuficientes y sospechosas (los testigos afirmaron que lo reconocieron porque al disparar se le cayó el pasamontañas, circunstancia que no pudieron probar en el proceso penal) y por ello el juez primero del ramo penal de Tuxtla Gutiérrez lo absolvió.
El móvil de la venganza en los hechos de Acteal se debilita si consideramos que quienes causaron la muerte de Vásquez Secum supuestamente estaban identificados; además, como aquí se demuestra, existían antecedentes de la actuación de un grupo con vestimenta y modo de operar característico. Cabe la posibilidad de que el modo de operar atendiera a la estrategia de atacar a personas vinculadas al PRI y responsabilizar a zapatistas para generar reacciones en contra de estos últimos.
No obstante las evidencias que indican la presencia de un grupo paramilitar, la PGR evitó investigarlos y en todos los casos en que las víctimas estaban vinculadas al PRI, involucraba a quienes se identificaban como zapatistas en el afán de esconder la presencia paramilitar y fortalecer su hipótesis que sugiere como móvil de los hechos ocurridos en Acteal, la venganza.
En cuanto a la posibilidad de que se diera una confrontación entre zapatistas y un supuesto grupo de autodefensa, como sugiere la revista Nexos, la hipótesis resulta absurda y descabellada. Basta leer los dictámenes médicos sobre las personas lesionadas, así como de quienes perdieron la vida, para comprender la dinámica de los hechos: muchas personas adultas recibieron disparos en la espalda, los glúteos y las piernas, los niños y niñas los recibieron en la cabeza o el rostro. No se necesita ser criminalista para concluir que quienes sufrieron estas lesiones fueron alcanzadas por disparos hechos mientras huían buscando no ser alcanzados por las balas, lo que resulta incompatible con haberse encontrado en medio de dos fuegos. También resulta incompatible con esta hipótesis las lesiones con armas punzocortantes causadas a las víctimas. Varias de ellas presentan lesiones propias de reacciones defensivas utilizando los brazos y las manos.
Lo ocurrido en Acteal y los hechos previos revelan la actuación de un grupo paramilitar, que al igual que lo hacía la organización Paz y Justicia en la zona norte de Chiapas, desplegaba una política de ataque sistemático a comunidades y personas vinculadas al EZLN. Quizá por ello, el gobernador del estado durante su reciente informe de gobierno se refirió a la masacre de Acteal como un crimen contra la humanidad. Desde luego que el hecho de que el mandatario defina la masacre de tal modo, conlleva la necesidad de una investigación imparcial y objetiva que revele la verdad de lo ocurrido y consigne a los responsables, incluyendo aquellos que desde los niveles más altos del gobierno diseñaron esa política.
Hasta hoy, ni el gobierno federal ni el del estado han mostrado un interés genuino por investigar seriamente los hechos. Sólo han respondido a los reclamos sociales que se intensifican cada aniversario, y han reciclado una y otra vez la Fiscalía Especial para el caso Acteal. El décimo aniversario de la masacre debería ser la oportunidad para que las instancias de justicia informaran el avance real de las pesquisas y mostraran verdadera voluntad de investigar objetivamente los hechos.
Sólo de esta manera el gobierno federal cumpliría con sus obligaciones internacionales y nacionales en materia de derechos humanos que le imponen la investigación eficaz de las violaciones a las garantías fundamentales, respetando el derecho a la verdad y la justicia de las víctimas, sus familiares y la sociedad que ha resultado agraviada por tan horrendo crimen.
La opinión de Arnaldo Córdova
El gobierno de Estados Unidos ha convertido la lucha en contra del terrorismo en una guerra global en contra del terrorismo y, con ello, ha causado a la humanidad sufrimientos indecibles e indescriptibles; el gobierno panista de México ha hecho de la lucha en contra del crimen organizado y, en especial, del narcotráfico, una guerra total en contra del crimen organizado. Nadie puede saber hasta qué punto con exactitud estamos o nos han involucrado en la primera, pero estamos en la segunda y podemos ver que los frutos que cosecha el bushismo los está produciendo entre nosotros el panismo en el gobierno: sufrimiento atroz de las poblaciones pobres del campo, asesinatos inexplicados, injusticias sin cuento por la malísima administración de justicia y acusaciones sin fundamento, para no mencionar sino sólo lo que nos resulta evidente.
La reforma judicial, a partir de una iniciativa presidencial, discutida y aprobada con modificaciones por la Cámara de Diputados, vuelta a discutir y a modificar por la de Senadores y que, finalmente, deberá volverse a discutir en la primera, una vez que termine el receso constitucional, es un mazacote de parches que a veces son contradictorios entre sí, algunos positivos y esperados desde hace tiempo, otros, de verdad alarmantes, porque son abiertamente violatorios de los derechos humanos, como se ha denunciado con amplitud. Está lejos de ser lo que esperábamos, tanto en lo positivo como en lo negativo. Es, por decir lo menos, una reforma rala e inconsistente.
La reforma judicial es un antiguo reclamo, casi tan antiguo como la misma reforma política y hasta con planteamientos muy parecidos, porque nuestro sistema de administración de justicia siempre ha sido un asco y no puede seguir como está. Y, desde antiguo también, se ha procurado hacer énfasis en que se trata de una operación integral, que tiene que reformarlo todo porque, si es parcial e incompleta, es equivalente a poner manzanas podridas en un barril con manzanas sanas. No puede hacerse una reforma a base de retazos mal agregados a un cuerpo enfermo y totalmente deteriorado. Sólo recordaré algunas de las muchísimas propuestas que se han hecho.
Para empezar, ya desde los años 80 se planteó la necesidad de conformar una magistratura nacional lo mejor integrada en los niveles federal y local, basada en un servicio civil de carrera que prepare y reclute a los mejores. Integrada de verdad, de manera que haya una circulación creadora de lo local a lo federal, formando un registro nacional de méritos y cualidades de los juzgadores, con datos que deberán proporcionar los tribunales superiores de los estados y los tribunales del sistema federal. Mucho se ha avanzado en ello. Tenemos ya algo que se parece a un servicio civil de carrera, pero apenas estamos en los comienzos.
Se ha planteado, asimismo y desde hace muchísimo tiempo, que el Ministerio Público se refunde como una institución totalmente autónoma de los poderes ejecutivos y se integre también mediante la formación de un auténtico servicio civil de carrera. La Procuraduría General de la República y las de los estados deben convertirse en otra cosa: en oficinas jurídicas de los gobiernos, pero no jefaturar de ninguna manera a los agentes del Ministerio Público, que deben ser totalmente independientes y con la policía judicial a sus órdenes. Está bien que se fortalezcan las facultades del Ministerio Público, pero es muy poco y, más bien, lo que se está proponiendo es ampliar sin medida las facultades indagatorias y persecutorias de las policías, lo que resulta pésimo.
En alguna ocasión, cuando apenas había yo ingresado a la Facultad de Derecho, leí un resumen de una conferencia que había dictado el ilustre penalista mexicano don Raúl Carrancá y Trujillo. Nunca he olvidado lo que decía: el agente del Ministerio Público (al que los abogados y tinterillos llaman siempre “señor ministerio público”) no es un policía; es, guardando sus facultades de investigación y persecución del delito, el representante de la sociedad y, en cuanto tal, también un juez que, como todos, debe ser imparcial, probo, justiciero y, no estaría mal, también piadoso. Lo que más necesitamos, un verdadero Ministerio Público, es lo que menos se nos da con esta sábana llena de agujeros.
Sergio García Ramírez ha puesto el dedo en la llaga. Ahora estamos convirtiendo ese horroroso hallazgo de los últimos tiempos, el “arraigo”, forma de detención absolutamente arbitraria que, hasta hace poco, al menos necesitaba de la autorización de un juez, en una institución constitucional, que puede ir de los 40 días a los 80. Con justa razón, García Ramírez pide que no nos den gato por liebre: eso es una detención anticipada y sin defensa alguna. Nadie puede ni siquiera imaginarse lo que será de su persona si un día unos policías ignorantes y atrabiliarios se presentan en su casa y empiezan a registrarla. Antes sabía a quién recurrir. Ahora ya no sabrá a quién. Con la reforma, bastará que el policía informe, post factum, a un juez de su allanamiento, si le viene en gana y, si no, pues que Dios ampare a su víctima.
Y hay muchas otras monstruosidades que nuestros senadores y diputados panistas y priístas están convirtiendo en instituciones constitucionales que me gustaría tratar, pero el límite de espacio es tiránico. Debo referirme, empero y por último, a los juicios orales. Muchos no saben lo que es eso, porque no se les ha explicado adecuadamente y la mejor información que tienen es de las películas gringas que, a decir verdad, no son un buen material. Son sencillos y, además, no hace falta mucho para instruirlos, ni en medios ni en tiempo. En eso, sus críticos lo están exagerando todo. Por si fuera poco, permiten, ni más ni menos, resolver un asunto, por complicado que sea, en muy poco tiempo. Eso sí, hay que saber hacerlos y la reforma, francamente, da pena. Se excusan porque no sabemos cómo hacerlos, pero nos los imponen. A saber qué resultará de todo esto.
¡Ah!, a propósito, ¿y el Ejército? Pues nada, de eso no se nos dice ni media palabra. ¿Qué hay de sus incursiones en las zonas rurales en plan de guerra y de sus operativos en contra del narcotráfico y del crimen organizado, de sus pavorosos retenes en los caminos? ¡Nada! Y, ¿los derechos humanos? Primero combatir al narcotráfico y al crimen organizado. De eso se trata. Los revolucionarios franceses inscribieron en su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que una sociedad que no protege los derechos fundamentales de la persona humana y no tiene un sistema de división de poderes en el Estado no tiene Constitución. A eso estamos llegando.
La biométrica y el FBI
El gigantesco complejo subterráneo donde el FBI almacena su base de datos se ubica en el estado de Virginia Occidental (este) y según el Washington Post ya tiene recabados 55 millones de grupos de huellas dactilares electrónicas.
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