19 ene 2007

Asesinato de Hrant Dink



¡Un hecho condenable!


Este viernes 19 de enero fue asesinado en Estambul de cuatro balazos el periodista armenio Hrant Dink; tenia 53 años y dirigía la revista Agos.
Fue víctima de las leyes contra la libertad de expresión ya que había sido juzgado en su país en varias ocasiones por hacer referencia al genocidio armenio (la muerte de más de un millón de miembros de esta comunidad a manos de las tropas otomanas durante la I Guerra Mundial).
Dice Lluís Foix que al genocidio armenio "hay que situarlo en la histórica pugna entre los nacionalismos turco, armenio y kurdo. Turquía sobrevivió al Imperio Otomano con la creación de una nación con un régimen laico y occidentalizado. Los kurdos, repartidos entre Irak, Siria, Irán y Turquía son una nación sin estado. Armenia formó parte de la antigua Unión Soviética y desde la recuperación de su soberanía nacional no ha establecido relaciones con Turquía."
Para Recep Tayyip Erdogan, primer ministro turco ¡el hecho es un golpe a la democracia!
En una primera reacción oficial, y ante las cámaras de TV declaró que las balas que mataron al periodista "fueron disparadas contra todos los turcos como nación, contra su unidad, contra su paz y estabilidad y contra la libertad de pensamiento y democracia". Señaló: "he dado órdenes para encontrar lo antes posibles al asesino o a los asesinos que planearon este acto".
El primer ministro consideró muy significativo el momento de este atentado, cuando la cuestión de los armenios figura en la agenda de muchos países y parlamentos. Erdogan se refería a países como Argentina y Francia, que han aprobado leyes nacionales aludiendo a la matanza de varios cientos de miles de armenios entre 1915 y 1917, perpetrada por el Imperio Otomano, predecesor de Turquía, que se niega a aceptar que se tratara de un genocidio.
Apenas una hora después de que el atentado fuera perpetrado por desconocidos, cientos de personas se congregaron en el lugar del asesinato para aplaudir en medio de sollozos y proclamar el eslogan "Viva la hermandad de los pueblos".
La policía busca a un joven de entre 18 y 19 años, considerado por testigos oculares como autor del atentado.
Erdal Dogan, el abogado de Hrant Dink, declaro que su cliente había recibido muchas amenazas y que le había explicado que "quieren sumir al país en el caos antes de las elecciones presidenciales -previstas para comienzos de mayo- y están dispuestos a arrastrarme a mí".
En su último artículo, titulado 'La paloma temerosa de su situación espiritual', Dink comentó que había recibido muchas cartas con amenazas y que había solicitado ayuda al fiscal del Estado, pero que no había obtenido ninguna respuesta positiva al respecto.
Murat Kapayalcin, ex ministro turco de Exteriores y dirigente del Partido Socialdemócrata turco (SHP), indicó que no podía haber un objetivo mejor que Dink para los enemigos del proceso de acceso de Turquía a la Unión Europea (UE). En
efecto, la UE ha protestado contra esta ley y contra los procesos judiciales, pues deja en manos de los tribunales cuál es el límite de la libertad de expresión.
Mehmet Agar, ex ministro del Interior y jefe del Partido del Camino Recto (DYP), explicó que estas balas fueron disparadas contra "nuestra voluntad de convivir juntos, que ha existido durante siglos". Destacó que este atentado se ha perpetrado cuando Turquía estaba en el proceso de democratizarse más profundamente y subrayó que "la era de asesinatos políticos debe tocar a su fin. Los asesinos o los que están detrás de ellos deben ser detenidos inmediatamente".
El reportero armenio fue condenado en 2006 a seis meses de cárcel, aunque la sentencia fue aplazada, por haber insultado el "espíritu turco", según el artículo 301 del Código Penal turco, que prohíbe mancillar el honor el país.
Empero, el periodista Hran Dink estaba considerado como un elemento conciliador en la comunidad armenia y, según opinó la prestigiosa periodista turca Zeynep Gogus, era el intelectual más influyente de su etnia en Turquía.
La muerte de quien era portador del prestigioso premio alemán 'Henri Nannen' por su compromiso en pro de la libertad de prensa, "es el mayor golpe que se puede asestar al diálogo entre turcos y armenios" en este país, corroboró Gogus.
La comunidad armenia en Turquía está formada por unas 60,000 personas, cuya mayoría está concentrada en Estambul y se dedica al comercio.
En los últimos meses, una quincena de intelectuales de esta comunidad habían roto el tabú que rodea la matanza de armenios y se enfrentaban por ello al peligro de ir a la cárcel. “Aún no hay libertad total -decía Dink en diciembre-, pero el tabú se está resquebrajando”. “Hay progreso gracias a las negociaciones con la UE”, añadía.
Agos es la única revista armenia de Turquía tiene un tiraje de 6,000 ejemplares.
Turquía es un país fundamentalmente musulman; los armenios son cristianos. El artículo 301 del Código Penal turco, aprobado en junio del 2006, castiga con cárcel los “insultos a la identidad nacional.
Entre los intelectuales perseguidos por este delito se encuentra Orhan Pamuk, uno de los más respetados en su país y ganador el año pasado del Premio Nobel de Literatura. ¿Su crimen? Afirmar en un periódico suizo: “30,000 kurdos y un millón de armenios fueron asesinados y nadie se atreve a hablar de ello”. Aunque el Nobel, fue exculpado quedan casi dos centenares de causas abiertas por delitos de opinión contra intelectuales turcos.
En los últimos meses, una quincena de intelectuales turcos han roto el tabú que rodea la matanza de armenios y se enfrentaban por ello al peligro de ir a la cárcel. “Aún no hay libertad total -decía Dink en diciembre-, pero el tabú se está resquebrajando”. “Hay progreso gracias a las negociaciones con la UE”, añadía.
El Gobierno de erdigan ha dicho que nadie irá a la cárcel por expresar su opinión.
¡Descanse en paz Hrant Dink!
El periódico El País que empieza a circular este sábado 20 de enero, dedico un editorial al terrible hecho: Tragedia en Estambul; dice:
El periodista turco Hrant Dink era un hombre inmensamente valiente como director de un semanario armenio en Estambul. Dink era un destacado intelectual de ciudadanía turca y el más importante de nacionalidad armenia en Turquía, así como un valedor de la honestidad y la libertad de pensamiento y expresión como instrumentos para dirimir y solucionar conflictos políticos presentes. Pagó esta valentía con meses de cárcel y procesamientos diversos. Y sin embargo ahora, tras su trágica muerte ayer bajo los disparos de unos sicarios ante la Redacción de su semanario, toda la Turquía decente, no sólo la pequeña comunidad armenia concentrada especialmente en Estambul, debería guardar luto y considerar su muerte como una tragedia nacional. Como lo debe hacer Europa y todos cuantos crean en la palabra y la libertad.
Asesinado a tiros en Estambul el periodista que desafió el nacionalismo turco
El primer ministro Erdogan ha anunciado ya dos detenciones y calificado este crimen como una "traición al pueblo turco". Esto le honra, pero no será suficiente. Durante casi tres décadas los periodistas han sido en Turquía el objetivo favorito del terrorismo de los extremistas de derecha y de izquierda, tantas veces infiltrados y condicionados por fuerzas exteriores deseosas de desestabilizar a este miembro de la OTAN vecino de Irak, Rusia, el Cáucaso y los Balcanes.
Los que le han matado pueden ser los mismos que amenazan de muerte al premio Nobel de la Paz Orhan Pamuk. Son los nacionalistas que intentan mantener a Turquía cautiva de su trágica historia con el negacionismo de la matanza de armenios de 1915. Esta obsesión del ultranacionalismo turco es inútil y venenosa en su contumacia, además de nefasta para la candidatura al ingreso en la Unión Europea. Es tan cierto que murieron cientos de miles de armenios en una operación genocida del Ejército de un desarbolado Estado turco como que más de cinco millones de judíos murieron bajo el nazismo alemán. Negar estos hechos es incluso delito en algunos sitios -algo claramente discutible-, pero es, en cualquier caso, estúpido e inútil en todos. Turquía es una gran nación que surgió de las cenizas del gran imperio otomano y sus ciudadanos actuales tienen la misma responsabilidad en dichos crímenes que los alemanes de hoy: ninguna. Pero sí tienen la asignatura pendiente de reconocer su pasado para no ser manipulables en su futuro. Dink cumplió, en este sentido, con su deber. Lo ha pagado con la vida. Erdogan aún no cumple del todo con suficiente honestidad ante la historia y el futuro.
Erdogan califica de golpe a la democracia turca el asesinato de un periodista armenio en Estambul

El periodista Lluís Foix, escribió para La Vanguardia (19/01/2007);
Genocidio armenio
Un editor turco-armenio ha sido asesinado delante de la sede de su periódico. Hrant Dinks tenía 53 años y dirigía el semanario Agos, editado en turco y en armenio. Hace más de un año fue condenado por insultar a la identidad turca al publicar un artículo en el que trataba de las matanzas de más de un millón de armenios hace noventa años en la I Guerra Mundial.
Dink ha sido uno de los muchos escritores y periodistas que han sido condenados por hablar de lo que se conoce como el genocidio de los armenios. El artículo 301 del Código Penal convierte en delito el insultar a la identidad turca. Casi todas las penas se han referido a la matanza de armenios por el gobierno de los "jóvenes turcos", aliado con Alemania y por lo tanto en guerra contra los rusos.
El flamante Premio Nobel de Literatura, Orham Pamuk, un escritor excelente con el que me he deleitado leyendo su libro Estambul, fue sometido a juicio hace poco más de un año por haber declarado en un periódico suizo que ningún turco estaba dispuesto a tratar los penosos episodios sobre las matanzas de armenios y kurdos que formaban parte del ya decrépito Imperio Otomano al final de la Gran Guerra.
Los turcos niegan que fuera un genocidio pero admiten que las matanzas entraban dentro de la estrategia de la guerra. Lo cierto es que cientos de miles de armenios y unos 30.000 kurdos fueron asesinados por el ejército turco que consideraba que los armenios hacían causa común con los rusos.
Los historiadores occidentales en general consideran probado el genocidio armenio. Los países que lo han reconocido oficialmente son: Armenia, Argentina, Austria, Bélgica, Canadá, Chipre, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Países Bajos, Noruega, Líbano, Lituania, Polonia, Portugal, Rusia, Eslovaquia, Suecia, Suiza, Uruguay, Ciudad del Vaticano y Venezuela.
Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel no lo aceptan oficialmente aunque admiten las matanzas. En octubre de 2006 el parlamento francés presentó un proyecto que prevé condenar hasta con un año de prisión y 45.000 euros de multa a los que nieguen la existencia del genocidio armenio.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, condenó el asesinato de Dink diciendo que era una "bala disparada contra la democracia y la libertad de expresión en Turquía". Las "manos oscuras" que habían asesinato al periodista serían llevadas a los tribunales. Dos sospechosos han sido detenidos.
El genocidio hay que situarlo en la histórica pugna entre los nacionalismos turco, armenio y kurdo. Turquía sobrevivió al Imperio Otomano con la creación de una nación con un régimen laico y occidentalizado. Los kurdos, repartidos entre Iraq, Siria, Irán y Turquía son una nación sin estado. Armenia formó parte de la antigua Unión Soviética y desde la recuperación de su soberanía nacional no ha establecido relaciones con Turquía.
Son heridas sangrientas de la historia. No se quiere reconocer los hechos por motivos nacionales, ideológicos y políticos. La Turquía moderna arrastra esta pesadilla al no querer reconocer lo que pasó.
Es imposible que acepte la verdad histórica porque durante generaciones la unidad nacional ha querido ser impuesta por ley, al margen del reconocimiento de unos hechos tan lamentables.
Hoy he almorzado con un judío neoyorkino. Me comentaba que uno de los países europeos en los que se encuentra más cómodo es Alemania. Me acordaba de lo que ha escrito el ex canciller Helmut Schmidt cuando decía que la principal causa de las diferencias entre alemanes y japoneses es que a los japoneses les ha faltado el sentido de la culpabilidad y a los alemanes no.
Europa está dividida sobre si Turquía puede formar parte de la Unión. Las negociaciones están en curso pero un pretexto para cerrarles la puerta será el de la Constitución turca en la que los militares tienen un papel decisivo, los derechos humanos y la situación de los kurdos.
También habrá que incluir el reconocimiento de los hechos que ocurrieron en la Gran Guerra. Negar la historia es ser víctima de ella. Tengo todas las dudas para que la actual Turquía forme parte de la Unión Europea.

La estrategia de Bush

  • La nueva estrategia de Bush en Irak/Marco Vicenzino, fue director adjunto del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington, fundador y director del Global Estrategic Project y analista de medios como la BBC y The New York Times.

Tomado de EL MUNDO, 18/01/2007);

El reciente discurso del presidente Bush sobre la nueva estrategia en Irak no ha ofrecido ninguna sorpresa. Una parte considerable de lo que iban a ser sus líneas fundamentales se había ido dando a conocer en las semanas previas al discurso. Mediante filtraciones y breves declaraciones oficiales en público, el Gobierno había ido preparando poco a poco al Congreso y a la opinión pública norteamericana sobre lo que cabía esperar de esta nueva estrategia.
Las declaraciones del presidente Bush sobre Irak han adquirido en los últimos meses un tono más sobrio, en particular a raíz de la derrota de los republicanos en las elecciones de congresistas de mitad de mandato. No obstante, no hay que echar en saco roto el hecho de que su alocución del 10 de enero sobre la nueva estrategia constituye su reconocimiento más exhaustivo y más realista de las dificultades existentes sobre el terreno en Irak.
Aunque las medidas propuestas en relación con la seguridad puedan dar sobre el papel la impresión de que, hasta cierto punto, son sensatas, se han quedado sin respuesta algunas preguntas fundamentales como, por ejemplo, las siguientes: ¿Existe la voluntad de reconciliación política entre los iraquíes? ¿Puede sobrevivir el Gobierno iraquí y pueden sus fuerzas de seguridad demostrar su autosuficiencia a largo plazo?
No serán muchos los que estén en desacuerdo con la afirmación del señor Bush de que «nada más que los iraquíes pueden poner fin a la violencia sectaria y proporcionar seguridad a los suyos». Sin embargo, su afirmación de que «en su inmensa mayoría los suníes y los chiíes de Irak quieren seguir viviendo unidos en paz» sigue siendo objeto de debate en estos momentos, particularmente después de los sucesos trágicos y las matanzas del año 2006, que el señor Bush ha reconocido que han demostrado ser una estrategia beneficiosa para los insurgentes. Por si fuera poco, el grado y el alcance del apoyo popular al Gobierno actual siguen siendo discutibles.
Es posible que la nueva estrategia de seguridad permita ganar tiempo para intensificar la instrucción del Ejército iraquí, que ha demostrado escasa mejoría a lo largo de todo este tiempo, pero resulta enormemente dudoso que ese ejército pueda asumir para noviembre de 2007 la responsabilidad de la seguridad en todas las provincias. Es más, las fuerzas policiales siguen infestadas de corrupción, sectarismo e incompetencia. Esperar de ellas una mejora del tipo que sea a corto plazo son ganas de confundir los deseos con la realidad.
En cuanto a la afirmación de que «Irak aprobará un conjunto de leyes para que los ingresos del petróleo sean compartidos entre todos los ciudadanos», el problema va a seguir siendo tremendo. La polarización, el sectarismo y la intransigencia de carácter político son las características predominantes a todos los niveles de poder. Los kurdos en el norte y los chiíes en el sur están dando muestras abundantes de su reticencia a compartir proporciones importantes de los ingresos futuros del petróleo y están cada vez más resueltos a conseguir mayores cuotas de autonomía a expensas del Gobierno central y de los iraquíes del centro del país y del oeste predominantemente suní.
El presidente Bush ha afirmado asimismo que el Gobierno iraquí va a gastar 10,000 millones de dólares de sus propios presupuestos en proyectos de reconstrucción e infraestructura que crearán nuevos puestos de trabajo. Lo más probable es que los sabotajes y las intimidaciones sigan obstaculizando esos esfuerzos, especialmente en el centro y el oeste del país.
Además, tampoco está nada claro que otros 20,000 soldados más vayan a ser capaces de ocupar militarmente las zonas de Bagdad que se encuentran libres de insurgentes, sobre todo si se tiene en cuenta el número de habitantes de la capital.
Las referencias del presidente a Siria e Irán en el contexto geográfico del conflicto actual han sido coherentes con declaraciones oficiales anteriores que equivalían a un rechazo de las propuestas de la comisión Baker-Hamilton en el sentido de que se comprometieran más activamente. Sin embargo, la breve mención del presidente a los problemas de Turquía con los kurdos ha proporcionado a la opinión pública norteamericana una cierta visión, aun limitada, de una realidad que se deteriora a ojos vistas y ha subestimado públicamente el grado de sentimiento antiestadounidense que ha crecido de manera exponencial en los últimos años en Turquía, un país que tradicionalmente ha sido un aliado incondicional de los Estados Unidos. Ha habido quizás una cierta tendencia a sobrevalorar el grado en que las decisiones que se adoptan en Washington, Londres, Damasco o Teherán pueden llegar a influir en el curso de los acontecimientos que se suceden en Irak y, al propio tiempo, una cierta tendencia a minusvalorar el grado en que las decisiones que se toman en Ankara pueden influir en la futura sucesión de acontecimientos en el norte de Irak.
En el frente interno de los Estados Unidos, es posible que el discurso del presidente Bush haya supuesto la última oportunidad que ha tenido de presentar ante el Congreso y, por encima de todo, ante la opinión pública norteamericana una nueva estrategia sobre Irak (con resultados visibles). En los Estados Unidos, la opinión pública se ha ido hartando progresivamente de que se intensifique aún más la intervención en Irak, sobre todo después de que los resultados raramente hayan estado a la altura de las expectativas de los primeros momentos y de las declaraciones optimistas. Llegar a ofrecer resultados requiere tiempo y hay muy pocas probabilidades de que el tiempo de que se dispone con el actual calendario político (que se dirige a toda velocidad hacia las elecciones de 2008) permita que una nueva estrategia rinda dividendos políticos.
Además, el ambiente que prevalece en su gran mayoría en todo el espectro político es más bien pesimista, lo que no hace sino reflejar la idea general de que hace ya mucho tiempo que se desvanecieron las oportunidades de inducir un cambio de verdadero calado en Irak.
De acuerdo con este punto de vista, la nueva estrategia no es simplemente más que un intento inútil y sin esperanza de parar el reloj. A estas alturas, la situación es irreversible. Los errores y los fracasos de enorme gravedad cometidos a lo largo de la primera fase del conflicto y el caos consiguiente han llevado la situación, ya desde hace mucho tiempo, a un punto en el que no cabe marcha atrás.
El presidente ha subrayado que «este nuevo enfoque se produce tras consultas con el Congreso sobre los rumbos diferentes que podíamos adoptar en Irak». No obstante, tras abandonar la Casa Blanca, horas antes del discurso del presidente, la dirección del grupo demócrata en el Congreso dejó bien claro que su reunión con el presidente no había pasado de ser una notificación de la nueva estrategia, en modo alguno una consulta. Los demócratas se han mantenido efectivamente unidos en la oposición, particularmente durante la pasada campaña electoral, pero una vez en el poder han vuelto a mostrarse divididos sobre cómo proceder en el tema de Irak. Aunque los demócratas han criticado en su mayor parte la nueva estrategia, las divisiones entre ellos y su incapacidad para tomar la iniciativa en relación a Irak se reflejan en su tendencia a aprobar mociones que expresan su insatisfacción con el statu quo siempre que no sean vinculantes.
Aunque este Congreso de mayoría demócrata tiene técnicamente la facultad de abrir o cerrar el grifo para hacer sentir su influencia en la política exterior y en la de Irak, en estos momentos va a mantener una escasa disposición a emplearla por miedo a ser calificado de antipatriota, lo que va a restar al partido oportunidades de ganar el verdadero premio, las elecciones de 2008, es decir, hacerse con la Casa Blanca y aumentar su mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
Si la nueva estrategia del presidente empezara a abrirse paso en Irak en las semanas y en los meses venideros, los demócratas podrían sentirse más envalentonados hasta llegar a proponer medidas más proactivas que fueran más allá de meras mociones no vinculantes.
El presidente terminó su alocución con una observación, la de que «a lo largo de toda nuestra historia, los norteamericanos hemos plantado cara siempre a los pesimistas y hemos visto cómo se imponía nuestra fe en la libertad». También puede afirmarse con toda validez que, a lo largo de su historia, los logros más grandes de los Estados Unidos se han obtenido en la mayor parte de los casos gracias a la capacidad de diferenciar entre lo que se podía conseguir siendo realistas y lo que iba más allá de sus posibilidades.
La capacidad para discernir estas diferencias ha reforzado los fundamentos de la república y ha garantizado el interés de la nación a largo plazo en los momentos más turbulentos. El liderazgo político exige capacidad para comprender los límites de cada uno, moverse astutamente dentro de ellos y colaborar de manera eficaz con los demás para contribuir a ampliar la influencia propia más allá de las fronteras de dichos límites.

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