19 dic 2007

Sarkozy en México en 2008

El Presidente Calderón sostuvo una conversación telefónica con el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy
Este martes, 18 de Diciembre, el Presidente de México, Felipe Calderón, sostuvo una conversación telefónica con su homólogo francés, Nicolás Sarkozy.
Entre otras cosas charlaron sobre el caso de las personas secuestradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y respecto de las que el Mandatario francés realiza gestiones a favor de su pronta liberación.
Dice un comunicado de Los Pinos que "el Presidente Calderón reiteró, como lo hizo la semana pasada en su comunicación telefónica con el Presidente Álvaro Uribe, su condena y repudio a estos hechos y la total disposición del Gobierno de México para acompañar los esfuerzos de Colombia y de la comunidad internacional en favor de la inmediata liberación de estas personas como un acto humanitario. Asimismo, el Presidente de México reconoció los esfuerzos que realizan el Presidente Álvaro Uribe y las autoridades de Colombia en favor de la paz y la solución al conflicto."
"Los Presidentes Calderón y Sarkozy acordaron mantener comunicación sobre este importante asunto que es del interés de la comunidad internacional, en estrecha coordinación con el Gobierno de Colombia."
"E Presidente Nicolás Sarkozy confirmó con mucho gusto la aceptación de la invitación que le hizo el Presidente Calderón para que realice una Visita Oficial a México durante 2008, con objeto de dar un impulso a las excelentes relaciones que mantienen nuestros países."

Franz Kafka


Kafka revisitado/Ángel Rupérez, escritor y profesor de Teoría de la Literatura en la Universidad Complutense de Madrid
Publicado en EL PAÍS, 18/12/2007;
El más asombroso milagro que ha tenido lugar en Praga en los últimos tiempos es que Kafka, su ciudadano más universal, no ha muerto. Ni siquiera los censores consiguieron que muriera al prohibir sus libros durante buena parte de la larga y negra dictadura comunista. ¿Por qué? Porque su espíritu andaba por allí, por las calles que había pisado mucho antes de que ellos existieran y vinieran a echar todos los cerrojos del mundo sobre las creaciones libres de los escritores incompatibles con sus dogmas. No muere quien ha besado su ciudad con su aliento hasta en los días más oscuros de su vida. Y quien la ha pisado con su calzado animado por el afán de vivir, tampoco muere. Y quien muere y resulta que deja una obra monumental y grandiosa, aun en su más estricta pudibundez y discreción, tampoco muere, porque una de las funciones de las obras principales, como sabemos, es abolir la muerte.
Sin embargo, la cosa más asombrosa en relación con este praguense insondable es que apenas se refirió a su ciudad en sus escritos de ficción. Una ciudad tan embrujadora no se cuela por las entretelas de sus novelas y cuentos tan fantásticos y tan realistas a la vez. Es casi inevitable preguntarse el porqué de esa ausencia, y más si tenemos en cuenta que el escritor pocas veces se alejó de esa ciudad -para morir sí-, por más que soñara con frecuencia con vivir muy lejos de ella (hasta soñó con Latinoamérica para cumplir ese sueño). Lo más probable es que la ciudad que era su amor fuera también, y tal vez sobre todo, su prisión. Por tanto, el acto de inventar historias sería una forma de simbolizar la prisión pero sin necesidad de mencionar los nombres concretos de las cancelas de hierro que aherrojaban sus moradas. Y, sin embargo, la ciudad se rinde hoy día explícitamente al hijo superlativo que en su día tan sólo fue valorado por unos pocos. Incluso se ha llegado a abrir recientemente un museo dedicado expresamente al escritor, situado en la isla de Kampa, junto al soñador río Moldava, con todo el universo kafkiano convertido en laberíntica galería que nos ofrece el itinerario de su vida, sus azares editoriales y la simbología más claustrofóbica y sombría de sus escritos.
Misterio y zozobra totales, por lo tanto, anejos muchas veces a la más genuina creación literaria. El escritor más esencialmente vocacional pugna en vida por abrir un espacio suficiente a su actividad creativa al mismo tiempo que se gana la vida como abogado en una oficina dedicada a la cobertura legal de los accidentes laborales. Se amontonan los papeles en la mesa de la oficina y es un hombre muy riguroso en el ejercicio de su labor profesional. Es además afable y conserva su empleo cuando en Praga la minoría de lengua alemana cae en desgracia y los judíos son presa de todas las sospechas y relegaciones. Detesta a su padre por frío e incapaz de comprender el sentido de su vocación artística. Se baña en el río cuando hace bueno y le encanta remar en plácidas barcas. Publica sus primeras narraciones con el editor Kurt Wolff, hace algunas lecturas públicas de sus obras, mantiene relaciones sentimentales bastante insatisfactorias y muere pronto, víctima de la tuberculosis que había contraído años antes. Y pide a su amigo, el gran Max Brod, que queme todos sus escritos inéditos (y, por suerte para todos, no le obedeció). A su entierro acudieron unas cien personas y sus padres publicaron enseguida una esquela en el periódico local en la que se reconocía su condición de abogado pero ¡¡no la de escritor!!
Misterio y zozobra: la obra escondida de ese hombre en cierto modo escondido es una de las más grandes escritas jamás y no sólo en el siglo XX. Praga se rinde a su estela pero el viajero y amante de sus libros persigue su aliento antes de que fuera tan universal. Aquel día en que -tal como relata en su Diarios- fue a recoger a su hermana pequeña al colegio y se asombró por el atardecer otoñal que caía sobre el río Moldova o aquel día en que fue al café Louvre a conversar con sus amigos e hizo gala de uno de sus grandes talentos: saber escuchar. O aquel otro en que se dejó retratar en la Plaza Vieja casi como si fuera un dandi (¿y no lo era en el fondo?). Aquel hombre silencioso y afable, aquel genio oculto, aquel insondable escritor necesita que lo rescatemos de los turísticos itinerarios de las guías sin alma para situarlo en la encrucijada de su existencia más misteriosa, la que se ensanchaba cuando escribía de espaldas al mundo, robándole horas al sueño, enfrentándose con portentosa vocación a la indiferencia e incomprensión de su padre, sin saber que lo que tiene el mundo de inaccesible sinsentido sería simbolizado para siempre por sus inmortales narraciones.

The Vatican's Relative Truth

The Vatican's Relative Truth/John L. Allen Jr., the senior correspondent for The National Catholic Reporter and author of The Rise of Benedict XVI
THE NEW YORK TIMES, 19/12/2007;
Pope Benedict XVI has offered a couple of recent previews of what’s likely to be his core message to the United Nations next April, the projected highlight of his first visit to the United States. Last Tuesday, the pontiff released the text of his annual statement for the Vatican’s World Day of Peace, raising typical papal concerns like poverty and disarmament, but also a defense of the family based on heterosexual marriage and, in the section reflecting Benedict’s budding environmentalism, a reminder of human supremacy over the animal kingdom.
Ten days earlier in Rome, Pope Benedict offered a more targeted message in a meeting with Catholic nongovernmental groups that work with the United Nations, delivering a stern warning against the “bitter fruits” of “relativistic logic” and a “refusal to admit the truth about man and his dignity.” Given the titanic battles the Vatican has waged against certain United Nations agencies over abortion and birth control, his comments were quickly spun by the Italian press as a major papal “attack” ahead of next year’s General Assembly address.
But if the pope’s words have fed expectations of a “High Noon”-style showdown, they are likely to be dashed. Benedict had no intention of making an anti-United Nations jeremiad. Like every pope since the birth of the United Nations in 1945, Benedict supports robust global governance, in a fashion that has long bewildered neoconservative critics of the United Nations in the United States and elsewhere. If there was anything remarkable in what he said, it’s only that the Vatican’s public-relations crew still hasn’t found a way to keep the pope from making cosmetic missteps that distract attention from his message.
While the Vatican may have its differences with United Nations agencies over sex, it also sees the organization as the lone realistic possibility for putting a human face on international politics and economics — what Pope John Paul II called a “globalization of solidarity.”
Moreover, Benedict undeniably has a point about relativism. From China to Iran to Zimbabwe, it’s common for authoritarian regimes to argue that rights like freedom of the press, religion and dissent represent Western — or even Anglo-American — traditions. If human rights are to be protected in a 21st century increasingly shaped by non-Western actors like China and the so-called Shiite axis from Lebanon to Central Asia, then a belief in objective truth grounded in universal human nature is critical. That’s hardly just a Catholic concern, but no one on the global scene is making the argument with the clarity of Benedict XVI.
Part of the problem is that so far, this cerebral pope has a track record of blurring such compelling arguments during his biggest turns on stage. When he visited Auschwitz in May 2006, for example, he offended some Jews by asserting that the Nazis tried to destroy Christianity too. Four months later, he set off a firestorm among Muslims with a lecture at the University of Regensburg by quoting a 14th-century Byzantine emperor to the effect that Muhammad brought “things only evil and inhuman,” such as “his command to spread by the sword the faith he preached.” And in Brazil last May, the pope incensed indigenous people in Latin America by suggesting that Christianity was not imposed on them.
In each case, Benedict was actually trying to make a deeper point worth hearing. In Auschwitz, his contention was that objective truth grounded in God is the only bulwark against the blind will to power; his Regensburg address was devoted to reason and faith, arguing that reason shorn of faith becomes nihilism, while faith without reason ends in fanaticism and violence; and in Brazil, he argued that since Christ embraces all humanity, he cannot be foreign to anyone’s spiritual experience.
Those ideas, however, were overshadowed by a few throwaway phrases that betray a worrying insensitivity to how unfamiliar audiences are likely to hear what he says. One would think that by now the lesson would have been learned, but all evidence is to the contrary. While it was intended to strike a tone of sympathy and common human concern, the speech to the nongovernmental groups instead came off as a screed.
Benedict’s trip to the United Nations in April will be his most important voyage to date, and his best opportunity to address the community of nations. He clearly has something valuable to say, a message that focuses on what he has termed a “dictatorship of relativism” menacing not just the Catholic Church or institutional religion, but everyone, especially the most vulnerable. The question is whether he’ll be able to find a language to ensure that what he pitches is also what people catch.
At this stage, the odds that he’ll succeed seem, well, only relatively good.

Fictional nightmare becomes Congo reality

Fictional nightmare becomes Congo reality/Simon Tisdall
Published THE GUARDIAN, 19/12/2007:
John le Carré’s latest novel, The Mission Song, describes an MI6-backed plot to mount a coup in the eastern Great Lakes region of the Democratic Republic of the Congo (DRC). An anonymous business syndicate, eyeing the mineral riches of North and South Kivu provinces, encourages rival militia leaders to join forces under the auspices of a sinister populist, Mwangaza the Enlightener.The fictitious plotters’ idea is to throw off the authority of the “fat cats” in the far-off capital of Kinshasa, weaken Rwandan influence, and set up some sort of autonomous, ostensibly democratic state. But ethnic and personal rivalries, spiced with incompetence and rank treachery, ultimately reduce the plan to chaos.
Direct comparisons between Le Carré’s story and current, real-world, North Kivu are problematic. But there are striking similarities. A charismatic rebel general, Laurent Nkunda, is fighting President Joseph Kabila’s government in Kinshasa. Supporters say he is the indigenous Tutsi population’s only defence against Hutu Interahamwe fighters spawned by the 1994 Rwandan genocide. Critics dismiss him as an opportunistic warlord.
Nkunda is opposed by an alliance of the Congolese army, the Rwandan FDLR and Patriotic Resistance militias, and local Mai Mai groups. After a ceasefire collapsed this autumn, detachments of the UN peacekeeping force, known by its French acronym, Monuc, have also backed up government forces around the provincial capital, Goma.
But to the dismay of the UN, the EU and aid agencies, Nkunda is not merely holding out. In the past week, he has decisively routed Kabila’s 20,000-strong army. The conflict, now lacking any obvious military or other solution, suddenly threatens to rekindle the civil war that in theory ended in 2003, and spark a new regional free-for-all for land, oil and minerals.
The chaos Le Carré conjured in North Kivu is now a cruel reality. António Guterres, the UN refugee agency chief, warned during a visit this week of an accelerating humanitarian catastrophe.
Forty thousand people have fled their homes in the Goma area in the past month and unknown numbers have died. More than 400,000 have been displaced in the past year; nearly a million overall are in need of assistance. Supposedly non-permanent UN refugee camps are already overcrowded, and are used for recruiting by both sides.
Both government and rebel forces are accused of the worst excesses against civilians. “Every time these belligerents fight each other, they have killed, raped and looted civilians,” said Anneke van Woudenberg of Human Rights Watch. And both sides are using child soldiers. “Hundreds of boys and girls continue to be sent to the front line by armed groups in North Kivu … Others are used for logistical tasks or as sex slaves,” a UN statement said. Meanwhile, diseases including cholera, meningitis and measles are taking a growing toll among the uprooted.
“We know how much you have suffered. Members of your families have been killed, your homes have been burned and you have lost your harvest,” Guterres told refugees near Goma. As UN officials reported it, a one-eyed woman replied: “I was not born with one eye. The rebels attacked us one night, tied us up and beat us. They gouged out my eye and raped me.”
As the crisis deepens, Monuc, with 4,500 of its 17,000 troops in North Kivu, is facing familiar criticism for failing to protect civilians. The related failure to disarm and deport Hutu militias in Kivu - a key rebel demand - and the collapse in May of a so-called “mixage” process to integrate Nkunda’s troops into the regular army have speeded the descent into darkness. More broadly, the crisis threatens the western-constructed edifice that finally produced democratic elections last year and security and economic reforms.
Regional analysts fear prolonged fighting in North Kivu could provoke another intervention by Rwanda’s Tutsi-led government and trigger a wider conflagration. So far that repeat nightmare has been avoided. But peacekeeping troops are needed in Darfur and Monuc’s security council mandate expires on December 31. The mission is costing an estimated $3m a day. By now, the international community had hoped the Congo would have calmed down. Instead it is boiling over.
The likelihood is the UN will stay. It will have no choice. But if the Congo is ever to be truly fixed, a brand new mission song may be needed.

Benedicto XVI a Bartolome I

Mensaje del Papa Benedicto XVI a Su Santidad Bartolomé I, arzobispo de Constantinopla, patriarca ecuménico ortodoxo, con motivo de la fiesta de San Andrés, celebrada el 30 de noviembre.
* * *
A Su Santidad BARTOLOMÉ I Arzobispo de Constantinopla Patriarca ecuménico
La fiesta de san Andrés apóstol, hermano de san Pedro y patrono del Patriarcado ecuménico, me brinda la oportunidad de transmitir a Su Santidad mis mejores deseos, acompañados de mi oración, de una abundancia de dones espirituales y bendiciones divinas.
«Alegraos en el Señor siempre; os lo repito: alegraos» (Flp 4, 4).
Estas palabras de san Pablo nos exhortan a compartir nuestra alegría en esta feliz ocasión. La fiesta de san Andrés, al igual que la de san Pedro y san Pablo, nos permite cada año expresar nuestra fe apostólica común, nuestra unión en la oración y nuestro compromiso común de fortalecer nuestra comunión.
Una delegación de la Santa Sede, encabezada por mi venerado hermano el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, participará en la solemne Divina Liturgia que usted, Santidad, presidirá juntamente con los demás miembros del Santo Sínodo.
Conservo en mi corazón vivos recuerdos de mi participación personal, el año pasado, en la celebración de esta fiesta en el Patriarcado ecuménico, y recuerdo con profunda gratitud la afectuosa acogida que me dispensaron en esa ocasión. Aquel encuentro, la presencia de mi delegado este año en El Fanar y la visita de una delegación de la sede de Constantinopla con motivo de la fiesta de san Pedro y san Pablo, en Roma, son signos auténticos del compromiso de nuestras Iglesias por una comunión aún más profunda, reforzada por relaciones personales cordiales, por la oración y por el diálogo de caridad y verdad.
Este año damos gracias a Dios en particular por el encuentro de la Comisión mixta, que tuvo lugar en Rávena, ciudad cuyos monumentos hablan de forma elocuente de la antigua herencia bizantina que nos ha transmitido la Iglesia indivisa del primer milenio. Que el esplendor de esos mosaicos impulse a todos los miembros de la Comisión mixta a dedicarse a su importante tarea con renovada determinación, fieles al Evangelio y a la Tradición, siempre atentos a lo que inspira hoy el Espíritu Santo a la Iglesia.
Aunque el encuentro de Rávena no careció de problemas, pido sinceramente a Dios que dichos problemas se puedan aclarar y solucionar cuanto antes, a fin de que se dé una participación plena en la undécima sesión plenaria y en las sucesivas iniciativas orientadas a proseguir el diálogo teológico con caridad y comprensión mutuas.
En efecto, nuestro compromiso en favor de la unidad responde a la voluntad de Cristo, nuestro Señor. En estos primeros años del tercer milenio, nuestros esfuerzos son más urgentes a causa de los numerosos desafíos que todos los cristianos debemos afrontar y a los que debemos responder con una sola voz y con convicción.
Por eso, deseo asegurarle una vez más el compromiso de la Iglesia católica de promover relaciones eclesiales fraternas y perseverar en nuestro diálogo teológico, con el fin de acercarnos a la comunión plena, como afirmamos en nuestra Declaración común publicada el año pasado al concluir mi visita a Vuestra Santidad.
Una vez más, nos impulsan las palabras de san Pablo a los cristianos de Filipos, con las que los exhorta a buscar la perfección a través de la imitación de Cristo, y les recuerda: «Sigamos adelante desde el punto a donde hayamos llegado» (Flp 3, 16).
Con estos sentimientos de afecto fraterno en el Señor, lo abrazo a usted, Santidad, y a todos los miembros del Santo Sínodo. Saludo también a los fieles ortodoxos, orando para que la paz y la gracia del Señor estén con todos vosotros.
Vaticano, 23 de noviembre de 2007
Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana

Agencia Zenit

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