29 ene 2008

Yihadismo paquistaní

Yihadismo paquistaní en Barcelona/Fernando Reinares, director del Programa sobre Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos
Pblicado en EL PAÍS, 29/01/2008;
Es preciso ir más allá de la polémica suscitada en torno a la reciente detención en Barcelona de doce individuos, diez de los cuales han sido ya imputados en la Audiencia Nacional por su presunta integración en las redes del terrorismo internacional y por estar preparando atentados tanto dentro como fuera de esa ciudad. Los hechos son exponente de un problema de radicalización violenta y reclutamiento yihadista que afecta a las comunidades inmigrantes de origen paquistaní en España. Esto sorprenderá a muchos, pues la amenaza que ese terrorismo supone para nuestro país suele asociarse con grupos norteafricanos. Magrebíes son la gran mayoría de los detenidos en España por su implicación en actividades de terrorismo yihadista y entre quienes perpetraron el 11-M. Aquí viven unos 800.000 marroquíes y decenas de miles de personas más nacidas en otros países de la ribera sur del Mediterráneo con poblaciones predominantemente musulmanas. Paquistaníes hay algo más de 50.000, de los que quizá entre un tercio y la mitad estén en Barcelona.
Pero ocurre que la diáspora paquistaní en sociedades occidentales, además de reflejar la diversidad social y política del país de procedencia, es especialmente permeable a las ideas yihadistas y a la infiltración de organizaciones terroristas relacionadas con Al Qaeda. En el Reino Unido, donde hay no menos de 700.000 paquistaníes o británicos descendientes suyos, lo saben muy bien. Los atentados del 7 de julio y otros sucesos posteriores están ahí. Ahora bien, el problema afecta también a otros países europeos, como España, donde aquellas comunidades paquistaníes son más reducidas. En 2003, un paquistaní fue detenido en Logroño, donde habitan miles de compatriotas suyos, y condenado tres años después por utilizar el locutorio que regentaba para enviar dinero a miembros de Al Qaeda e incluso haber realizado pagos para la comisión del atentado suicida que tuvo lugar en la isla de Djerba en 2002. En 2004, esta vez en Barcelona, fueron detenidos otros diez paquistaníes, cinco de ellos condenados el pasado año por financiación del terrorismo yihadista y delitos conexos. Algún paquistaní más ha sido detenido en Madrid, sospechoso de ligámenes con el terrorismo yihadista.
¿A qué obedece esa receptividad hacia las doctrinas y los actores del terrorismo yihadista en las colectividades de origen paquistaní asentadas entre nosotros? Para empezar, Pakistán es el epicentro ideológico, organizativo y en buena medida operativo del terrorismo global. En dicho país se reubicó Al Qaeda tras perder su santuario de Afganistán a finales de 2001, concretamente en los territorios tribales al noroeste del país, donde la autoridad estatal es prácticamente inexistente y aquella estructura terrorista se beneficia tanto de una orografía montañosa como de la tolerancia de una población local de etnia pastún y afín a Tehrik e Taliban (Fuerza de Talibán), que ejerce sus dominios algo más al sur, siempre junto a la frontera occidental del país, en Waziristán. Allí están sus líderes, dispone de centenares si no miles de miembros y continúa planificando atentados, a veces para ser cometidos por sus propios elementos pero mucho más a menudo facilitando que lo hagan grupos afiliados o células locales relativamente autónomas.
Pakistán es, por otra parte, el país del mundo donde tiene su base un mayor número de organizaciones terroristas asociadas con Al Qaeda. Algunas de ellas adheridas desde su inicio al Frente Islámico Mundial para la Yihad contra Judíos y Cruzados, creado a instancias de Osama bin Laden en 1998. Entre esos grupos cabe mencionar Lashkar e Tayiba (Ejército de los Puros), Harakat ul Yihad al Islami (Movimiento de la Yihad Islámica), Harakat ul Muyahidín (Movimiento de los Combatientes Sagrados), Jaish e Muhammad (Soldados de Mahoma) y Lashkar e Yangvi (Ejército de Yanngvi). Unos llevan a cabo actos de terrorismo en el propio país, que durante este año pasado se cuentan por centenares, pero otras han extendido sus actividades hacia Asia del Sur, Asia Central o el Sureste Asiático. Sin olvidar los acreditados ligámenes que unas u otras de esas organizaciones tienen en Norteamérica y Europa, donde es altamente probable que dispongan de células durmientes constituidas por individuos de origen básicamente paquistaní o surasiático, a los cuales habrían entrenado en habilidades terroristas y adoctrinado en el ideario yihadista.
Y es que a la reproducción de una subcultura yihadista dentro y fuera de Pakistán contribuyen decisivamente no pocas de las miles de madrazas o escuelas coránicas que hay en el país. En muchas se adoctrina a niños y adolescentes en una concepción rigorista, fundamentalista y antirracional del credo islámico, influenciada por una corriente estricta de pensamiento religioso denominada deobandi, asimilable al wahabismo saudí, hegemónica en algunas provincias, compatible con la ideología común a Al Qaeda y los demás componentes del movimiento yihadista global. A esos centros religiosos, que reciben chiquillos y muchachos del propio país a cuyas familias no se les ofrece escolarización pública, son también enviados temporalmente numerosos hijos o nietos de inmigrantes paquistaníes que viven en Europa, sustrayéndolos así de la educación que les correspondería y propiciando su radicalización. También acuden desde distintos lugares del mundo jóvenes musulmanes y conversos en proceso de radicalización, que resuelven su crisis de identidad haciendo suya una mentalidad extremista.
Pero si de propiciar la radicalización violenta en la diáspora paquistaní se trata, es menester aludir al Tabligh Jammaat, muy presente entre los surasiáticos de observancia suní que viven en Europa Occidental. Los postulados del Tabligh coinciden con el movimiento yihadista global en sus objetivos y, si bien no abogan por el uso de la violencia, tampoco es infrecuente que los individuos detenidos en Europa por actividades de terrorismo yihadista hubiesen estado o continuasen estando vinculados a congregaciones de aquella entidad fundamentalista. Como tampoco es inusual que los grupos y organizaciones relacionadas con Al Qaeda utilicen las reuniones y los viajes organizados por el Tabligh para detectar individuos susceptibles de ulterior radicalización y reclutamiento. En este sentido, el Tabligh actúa como una agencia inhibidora de la efectiva integración social de los inmigrantes paquistaníes o de sus descendientes y propicia ámbitos de radicalización aprovechables por los terroristas. No es extraño que la presunta célula yihadista desmantelada en la capital catalana este mes se desenvolviera bajo el influjo del Tabligh.
Por si fuera poco, aquel paquistaní detenido en Logroño en 2003, cuantos lo fueron en 2004 en Barcelona, el jefe y buena parte de la célula que acaba de ser desmantelada en el barrio de El Raval ya en 2008, al igual que tantos inmigrantes paquistaníes en España, proceden del Punjab, región fronteriza con la India y el disputado territorio de Jammu y Cahemira. Esta provincia destaca por la hegemonía de la estricta corriente deobandi, por ser desde los años noventa escenario habitual de violencia entre facciones suníes y chiíes, así como por la frecuente actuación de grupos y organizaciones relacionadas con Al Qaeda, que cuentan en la zona con infraestructura y se desenvuelven con extraordinaria facilidad debido a los niveles de apoyo que disfrutan entre la población local. En Lahore y otras ciudades de esa provincia paquistaní estuvieron entrenándose, seis meses antes del 7 de julio de 2005, al menos dos de los terroristas que perpetraron los atentados suicidas de Londres. ¿Anduvieron por allí algunos de los detenidos la semana pasada? ¿Habrá ahora, en aquel lugar del mundo tan alejado de este, paquistaníes domiciliados en Barcelona o en Logroño? ¿Haciendo qué?

La cultura del cariño

'Admimados' o la cultura del cariño/Manuel Cruz
Publicado en El País, 29/01/2008;
Para Sami Naïr
No creo estar extrapolando (y, por tanto, generalizando de manera abusiva) una experiencia de carácter meramente personal al decir que en los últimos tiempos parece haberse extendido de manera notable el uso, en situaciones y contextos distintos a los habituales hasta ahora, de términos con connotaciones sentimentales (cuando no afectivas). ¿Quién no ha recibido una respuesta del tipo "atenderemos su propuesta de publicación con cariño", o escuchado un comentario de parecido tenor en alguna ocasión ("nuestra editorial tiene la política de mimar a sus autores", por poner otro tipo de ejemplo, que recuperaremos al final)? El asunto podría no dar mucho de sí (y quedarse en uno de esos episodios pintorescos que, de cuando en cuando, se producen inopinadamente en cualquier lengua, como esa manía, que parece haberse consolidado por completo entre nosotros, de llamar tema a cualquier cosa de la que se hable), si no fuera porque tiene todo el aspecto de resultar sintomático o indicativo de una transformación en el imaginario colectivo de nuestras sociedades.
Y es que no deja de ser curiosa esa aparente inversión de papeles, según la cual una esfera pública, como es la del trabajo, parece haberse contaminado de un lenguaje y unas categorías inicialmente destinadas al ámbito de lo privado, en tanto que este último parece regirse cada vez más por lógicas importadas del mundo de la empresa. A esto último ya se había referido, entre otros, Robert Nozick en 1974 al escribir en su ya clásico Anarquía, Estado y Utopía "toda persona es una empresa en miniatura", pero tal vez no había tenido todavía la oportunidad de comprobar los devastadores efectos que sobre los individuos desarrolla semejante transformación. Cosa que sí ya han podido comprobar autores tan diferentes como el francés Alain Ehrenberg (en su libro La fatigue d?être soi. Dépression et société, 1998) o, más recientemente, la socióloga eslovena Renata Salecl (en su obra On Anxiety) y la marroquí Eva Illouz (en las conferencias Adorno de 2004, publicadas en castellano con el título de Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo).
Todos ellos han observado, desde sus particulares perspectivas, cómo ese modelo de vida, cada vez más difundido en nuestros días, según el cual uno debe gestionar la propia existencia con los mismos criterios con los que gestionaría su empresa (si la tuviera) acaba siendo fuente inexorable de ansiedad y frustración. Máxime teniendo en cuenta que semejante ideal de constituirnos en dueños de nuestra propia empresa vital triunfa en un mundo como el que vivimos, en el que los individuos disponen de escasísimas posibilidades de incidir realmente en el desarrollo social y político de su entorno.
Tal vez una de las pruebas más claras de dicha contaminación economicista de la esfera privada la podamos encontrar en la creciente fragilidad de los vínculos interpersonales -incluyendo en este capítulo incluso los más íntimos-. Como ha señalado el prolífico (y omnilicuador, dicho sea de paso) Zygmunt Bauman, la penetración de la lógica del consumo también en este ámbito explica en gran medida la volatilidad de tantas relaciones de pareja, que pasan a ser consideradas por los miembros de la misma como un objeto de consumo vital más y, en cuanto tal, se abandonan en el momento en el que dejan de proporcionar la satisfacción para la que fueron adquiridas, sin que existan, en una sociedad de consumidores que devalúa la durabilidad, la permanencia, y en la que lo viejo es asimilado a inservible, argumentos para perseverancia alguna.
De ser cierto lo anterior, cobraría sentido la hipótesis de que los individuos, desengañados de poder encontrar aquello que anhelaban donde siempre había estado, se han lanzado a buscarlo a campo abierto, esto es, en las diferentes regiones que configuran el territorio de lo público. No habría que descartar que un fenómeno tan popularizado (y democratizado) en el mundo de hoy como la aspiración a la fama deba ser interpretado bajo esa clave, la de obtener el nivel básico, elemental, de existencia que los demás debieran proporcionarnos a través del mecanismo del reconocimiento, esto es, de unas relaciones intersubjetivas mínimamente satisfactorias, sustituyéndolo por el mecanismo de la mera visibilidad que proporcionan los medios de comunicación de masas. Y lo que vale para la fama probablemente valga para esa otra variante levemente desplazada de lo mismo que es la celebridad.
De lo que resultaría entonces que entre la voluntad de ser famosos de los de abajo y las ansias de pasar a la posteridad de los de arriba la diferencia sería tan sólo de grado, pero que, en el fondo, ambos andarían persiguiendo -con desigual consciencia- lo mismo. En último término, nada significativo separa, por poner dos ejemplos sólo en apariencia bien distintos, el anhelo de mucha gente corriente de participar en un reality show televisivo del empeño de tantos autores en verse comentados en el suplemento literario de algún diario nacional de gran tirada.
Habría que señalar si acaso, por lo que respecta al segundo grupo, que disponíamos de pistas suficientes para habernos dado cuenta antes de la naturaleza profunda de sus aspiraciones. Lo había declarado Federico García Lorca: "Escribo para que me quieran", aunque, años después, Gabriel García Márquez contribuyó enormemente a difundir la frase, introduciendo una modulación sin duda interesante: "Escribo para que me quieran más mis amigos". Pero se conoce que tales pistas no fueron adecuadamente valoradas, tal vez porque se las consideró como meras boutades brillantes, o como simples ejercicios autoirónicos por parte de escritores de sobrada notoriedad.
Todo lo cual nos devuelve de alguna manera al principio, a aquel ejemplo de los mimos que entonces se puso entre paréntesis y que ahora resultará de utilidad colocar en primer plano. En pocas palabras, lo que para muchos parece estar en juego, en el fondo, no es tanto ser admirados, como, si se me permite el neologismo, ser admimados, esto es, recibir el mínimo de calor y afecto que todo ser humano necesita. Que necesita como el aire que respira, o, tal vez mejor, como el aire que permite volar a la paloma kantiana. Venga, un abrazo.

Pepé Alcaraz: por los caminos del sur


Coloco en esta bitácora con mucho gusto el texto que me acaba de enviar mi amigo Pepé Alacaraz. Nuevamente sale a caminar. Ahora por los caminos del sur, y...¡por la Unidad del PRD!
Dice:
Muy distinguidos amigos, les hago llegar una propuesta y una invitacion. Un mejor pais es el sueño de todos los mexicanos, ha sido, es y sera una aspiracion y lucha permanente.
Un mejor PRD, en principio, supongo que solo interesaria a sus simpatizantes y militantes, Yo creo sin embargo, que independientemente del partido en el que milites, conviene a todos, por MEXICO, tener mejores partidos, mas unidos y fuertes, mas propositivos, mas comprometidos. Por eso digo que a la sociedad conviene, participe o no, un PRD unido y combativo, que se convierta en un factor de estabilidad del pais, de equilibrio.
Resulta que me voy a caminar por la UNIDAD del PRD, por MEXICO. Estas invitado. Turismo extremo. Si estas perdido internamente, ahi te encuentras, porque habra tiempo suficiente para relexionar mientras caminas horas y horas, sin poder platicar con nadie, porque todos estaran haciendo los mismo y no es lo mismo caminar unos cuantos pasos o kilometros que 50 diarios... por 30 dias, al caer la tarde, caes redondo y donde caigas, te duermes por el agotamiento, sin importar cuantos moscos o bichos raros haya en tu alrededor... y otra vez, por la mañana, a las 6 horas a mas tardar, para que te rinda el dia, volver a caminar... Esa es la cuestion...
Tu puedes ayudarnos a que estos Sueños de Esperanza, como yo les llamo, se conviertan en una posibilidad...
¿como puedes ayudar?... reenviando el escrito adjunto a quienes sean, en algo estaran de acuerdo; invitando a la discucion del tema; difundiendo en los medios... caminando... pero lo peor que puedes hacer, como digo en el escrito, querido compa de mi dividido partido, de mi partido pais, sera guardar silencio y esperar que el destino nos rebase... porque ciertamente, ya nos alcanzo... Un dia tus hijos, que viviran en Mexico, podran pensar que tal vez su padre, su madre, pudo haber hecho algo mas por esa casa donde viven y donde viviran sus hijos...
Un abrazo con mi corazon...
Pepe Alcaraz

Mamá Africa

Pretendientes de un continente/Andrea Noferini, Università degli Studi di Firenze
Publicado en LA VANGUARDIA, 27/01/2008;
Mama África -parafraseando una canción del controvertido músico jamaicano Peter Tosh- se encuentra hoy bajo las atentas miradas de unos ávidos e interesados pretendientes que ven sus mil millones de habitantes y sus inmensos recursos naturales como una más que atractiva prebenda nupcial. Recientemente, Estados Unidos ha incrementado su presencia en el continente, ya que en la actualidad el 15% de sus importaciones de petróleo procede de países africanos. Al mismo tiempo, China está ofreciendo ingentes cantidades de dinero fresco que seducen a las nuevas generaciones de líderes africanos bastante más que la moralizante ayuda financiera europea. Europa. Esta última, por su implicación colonial, comparte todo un pasado con los países africanos y sigue siendo el principal socio comercial y donante de África con un gasto equivalente a 35.000 millones de euros en el 2006. De todas formas, su influencia en lo que consideraba hasta hace poco su coto reservado se encuentra en declive y expuesta a las políticas más arriesgadas de sus competidores. Quizás por eso, la segunda cumbre UE-África celebrada en Lisboa el 8 y 9 de diciembre del 2007 deba leerse como un intento de reforzar las relaciones entre los dos continentes en el futuro próximo. De hecho la cumbre reanuda las relaciones iniciadas en El Cairo en el año 2000, relaciones que durante estos siete años han estado marcadas, entre otros aspectos, por la tensión entre Inglaterra y su ex colonia Zimbabue en materia de derechos humanos.
¿Por qué entonces Mama África despierta hoy las ávidas miradas del primer mundo? ¿Y de qué tipo de atenciones se trata? ¿De un retorno de tipo neocolonialista? ¿De simple hambre de mayor integración económica? ¿O de una cruzada desarrollista para alcanzar los declamados objetivos del milenio?
No es ninguna novedad que Estados Unidos, Europa, China e India, todos necesitan los recursos africanos para alimentar sus sistemas económicos. África sigue siendo un mercado donde abastecerse de materias primas y alimentos, básicamente. En el año 2005, por ejemplo, sólo las ventas de crudo cubrieron la mitad de los 230 billones de dólares de las exportaciones africanas.
África es un continente lleno de contrastes y profundas desigualdades. En un escenario de pobreza extrema, el 10% de los países africanos más ricos presentan niveles de renta per cápita 18 veces superiores al 10% de los países más pobres. De todas maneras, al margen de las muchas áreas que aún representan el cliché de la tragedia africana, Mama África ofrece hoy nuevas armas de seducción que le podrían resultar útiles en el momento de negociar una estrategia de desarrollo con sus numerosos pretendientes. En primer lugar, hemos visto por primera vez a 16 países (35% de la población africana) crecer con tasas superiores al 4% anual durante casi una década, quedando así demostrado que el crecimiento sostenido en África no es ninguna quimera. En segundo lugar, y más allá de que los recientes episodios en Kenia demuestren lo contrario, el germen de la democracia se ha expandido lentamente en toda la región. El número de países que han mantenido elecciones multipartidistas ha pasado de 3 en el 1975 a 40 en el 2005. Actualmente, la búsqueda de un modelo más efectivo de gobernación forma parte de la agenda política regional. En este sentido, por ejemplo, será estimulante seguir la evolución de la cooperación China-África en torno al modelo de desarrollo. Africanos y chinos pueden compartir la percepción común de que las experiencias históricas de Occidente en materia de estrategias de desarrollo han fracasado en muchas regiones del continente e intentar un camino alternativo.
Por su parte, la UE - con la declaración de Lisboa surgida de la cumbre UE-África- ha ofrecido establecer una nueva relación de igualdad con el continente africano, en reemplazo de la tradicional relación paternalista “beneficiario-donante”. El objetivo es una asociación estratégica entre iguales en cuatro pilares clave: paz y seguridad, derechos humanos y gobernanza, comercio e integración regional, y cuestiones de desarrollo. Los países africanos saben que tarde o temprano tendrán que aceptar las reglas del libre comercio e ir sustituyendo el antiguo régimen comercial no recíproco, por acuerdos de libre comercio - bajo la bandera del multilateralismo propugnado por la Organización Mundial del Comercio. De todas formas, en Lisboa el desencuentro en materia comercial y la no firma de los nuevos acuerdos de liberalización económica (EPA, por sus siglas inglesas) entre la UE y algunos países africanos (Senegal, Nigeria y Sudáfrica, entre otros) representa una primera señal de la renovada contundencia de Mama África. Como explicó Amy Barry, portavoz de Oxfam, durante los días de la cumbre: “Es su forma de demostrar con hechos la declaración de que ahora somos socios de igual a igual”.

La memoria que nos ciega

La memoria que nos ciega/Fernando García de Cortázar, catedrático de Historia Contemporánea. Universidad de Deusto
Publicado en ABC, 28/01/08):
Dos años después de que la revolución socialista de 1848 anunciara en París que algo nuevo y desafiante levantaba su bandera en Europa, Tocqueville, protagonista y testigo de los hechos, escribía sus memorias de aquel tiempo de vísperas, y anotaba: «Siempre he observado que en política, muchas veces resulta perjudicial tener demasiada memoria».
Las escenas de pánico conservador y ebullición popular que acababa de vivir en primera línea afirmaban en el alma desilusionada de Tocqueville, demócrata liberal y a la vez fino aristócrata, esta opinión. Se lo decían sus ojos y sus oídos: el peso de 1789, y de los acontecimientos sangrientos de 1793, había gravitado como una pesadilla sobre la mayoría de los espíritus de 1848. Todos los personajes principales de aquel drama reciente habían actuado y seguían actuando absorbidos por los recuerdos de un pasado que les impedía contemplar cara a cara el presente, incapaces de arrancarse las máscaras de La Fayette, Danton, St. Just, Napoleón… de barruntar las consecuencias de su acción, de enfrentarse a la gran novedad que les saltaba a los ojos. El resultado es ya conocido: ante la posibilidad de que volviera Robespierre a cortarles la cabeza a los franceses, la elección popular de Luis Napoleón, el posterior golpe de Estado de éste, la anulación de la vida política bajo la caricatura de un nuevo imperio napoleónico.
Nos gusta pensar que el conocimiento de la historia es un excelente radar para no caer en las mismas trampas del pasado, que la historia es una escuela para despertar a la acción sabia o prudente, que el recuerdo de los errores de ayer puede reducir la capacidad de provocar estragos catastróficos en quienes hoy ocupan altos cargos de responsabilidad política. No obstante, como advierte Tocqueville, muchas veces la imagen evocada de los hechos pretéritos arroja una luz engañosa sobre el presente. Nos deslumbra. Nos arrebata de la realidad, siempre cambiante. Nos aleja del trasfondo y de la sustancia misma de los problemas de nuestro tiempo.
Podría escribirse un inmenso relato de todas las equivocaciones que así se han engendrado las unas a las otras. Es, por ejemplo, Carlos X de Francia, provocando la revolución de 1830, porque había tenido ante sus ojos la debilidad del guillotinado Luis XVI. Es Luis Felipe de Orleáns, el más perspicaz de todos, creyendo que, para permanecer en el trono, le bastaba infringir la legalidad sin violarla, y que, siempre que él se moviese dentro del círculo de la Carta constitucional, los franceses tampoco se saldrían del mismo.
Pero dejemos a un lado a los príncipes de Europa, a quienes más de una vez ha perdido su prodigiosa vanidad. Acerquémonos al siglo XX, que es una época aterradora. Podemos ver entonces al gran olvidado de todas las efemérides de la revolución rusa, Kerenski, jefe del gobierno provisional de marzo a noviembre de 1917. Para alegría de Lenin y de los bolcheviques, Kerenski se empeñó en resucitar el llamamiento jacobino a un combate de resistencia patriótica contra Alemania cuando todo indicaba que la exigencia de Paz, Pan y Tierra era lo único que movilizaba realmente a las masas rusas. Su hundimiento fue tan desastroso como largo su posterior olvido.
No mucho después, podemos ver a Neville Chamberlain, primer ministro británico en 1938, decidido a soportar todo de Adolfo Hitler y de Mussolini porque su antecesor en 1914, al no querer soportar nada, había abierto las puertas a una guerra espantosa: así, con su mejor sonrisa, en nombre de la paz en Europa, del apaciguamiento, Chamberlain accede a que Checoslovaquia sea dividida y sacrificada y acepta que Mussolini invada Etiopía o que las armas y el dinero alemán e italiano ayuden a desguazar la República española. Si esperamos un poco más, vemos al fanático y aventurero nazi iniciar la guerra más devastadora que ha conocido el mundo. Vemos a las tropas de Hitler entrando en París.
Por supuesto, España no ha sido ni es ajena al hechizo negativo que el exceso de ayer puede ejercer sobre los actores del presente. La misma revolución de octubre de 1934, que contribuyó a deteriorar la Segunda República, se hizo, por ejemplo, mirándose en la Comuna de París y, sobre todo, en la cercana resistencia de los obreros vieneses a Dollfuss. Y sin ir tan lejos en el tiempo, durante las negociaciones con los terroristas de ETA Zapatero trató de encajar el cuadro irlandés en el marco del País Vasco, ignorando que si bien la humanidad es siempre la misma, las disposiciones de los individuos, así como los incidentes de la historia, difieren sin cesar. Hasta tal punto no quiso ver lo que sus ojos veían, hasta tal punto no quiso ver que cuanto más se complacía al submundo político y moral de Otegi más se alejaba y se oscurecía el final soñado, que después del atentado de Barajas y de dos víctimas mortales, el presidente de Gobierno se parecía al hombre que se niega a creer que el fuego haya prendido en su casa, mientras él tenga la llave en su bolsillo.
Ridiculez, mezquindad, necedad hasta la desesperación son los errores que asaltan por todas partes a quien se niega a mirar la realidad directamente a los ojos. Muchos de los peligros que hoy nos acechan, muchas de las bufonadas que debemos soportar, muchos de los problemas que nos inmovilizan en los rostros del pasado y nos desarraigan de los temas de nuestro tiempo, tienen su razón en las mascaradas de la historia. Como hemos podido comprobar durante la última legislatura, tan pesada en conmemoraciones y efemérides de la guerra civil de 1936, no son pocos los que aún luchan con entidades imaginarias, vestigios de épocas pasadas, o fantasmas engendrados por la manía de repetir un inveterado y rancio repertorio de gestos y actitudes.
La imagen más negra del pretérito aún esculpe los actos y discursos de parte de nuestra izquierda, que se engaña a sí misma o quiere engañarnos a los demás interpretando, frente a Rajoy, el papel del héroe antifascista de los años treinta o del opositor franquista de los sesenta.
Y apenas pasa un día sin que al lehendakari Ibarretxe haya que explicarle que España es un país tan democrático y moderno como Francia o Alemania, con las mismas garantías procesales que cualquier otro Estado de Derecho de su entorno, y más descentralizado, más tolerante y más abierto de costumbres que muchas de las naciones que forman hoy parte de la Unión Europea.
Cuánto dolor nos ahorraríamos, por ejemplo, si los dirigentes nacionalistas del País Vasco dejaran de confundir la democracia con la realización de sus mapas mesiánicos. Cuántos equívocos desaparecerían del raquítico escenario actual si nuestros representantes políticos ahogaran en sus actos y palabras el recuerdo del franquismo y vieran en los nacionalismos periféricos lo que son hoy. No una búsqueda de entendimiento ni una diversidad perseguida. Tampoco la conciencia de unos pueblos nobles y oprimidos. Y sí, en cambio, una idolatría hegemónica que se repliega sobre supuestos agravios históricos para perpetuarse en el poder. Sí, un movimiento que devora a personas y dirigentes pero que siempre se alimenta de las mismas ilusiones y de las mismas quejas contra la supuesta e irreal ocupación española.
La historia, en efecto, es conocimiento del mundo, pero también puede convertirnos en la mujer de Lot cuando hacemos de su influjo mítico el eje principal de nuestra existencia o cuando tomamos a sus personajes y ejemplos por la única brújula cierta de nuestros pasos. Ha paralizado y confundido a revolucionarios, monarcas e impávidos ministros. Hoy, en España, sigue haciéndolo. Por desgracia, buena parte de nuestra clase política es muy dada a trasladar a la historia el espíritu de partido, y a la política la luz engañosa de la historia. Por desgracia … porque vivir y pensar hasta el fondo los problemas de nuestro tiempo es encarar la realidad sin máscaras ni fórmulas hechas con retazos de otros días.