23 jul 2011

Dos voces intensas de la poesía argentina

"si la palabra tiene valor
esta distancia lo probará
si la palabra es vida y los que la manejan viven en ella
ésta es la prueba...
Juana Bignozzi -
 Si alguien tiene que ser después Diana Bellessi - Variaciones de la luz
Dos voces intensas de la poesía argentina
EDGARDO DOBRY
Babelia, El País, 23/07/2011
Poesía. Nació en Buenos Aires en la década de 1930, militó en el Partido Comunista y perteneció, en los sesenta, cuando se publican sus primeros libros, al grupo poético El Pan Duro. Todos esos datos son también los de Juan Gelman, con quien, por eso, suele relacionarse la poesía de Juana Bignozzi. Pero las similitudes no van más allá: Gelman pertenece de pleno a la populosa poesía comprometida que, a la sombra de Neruda, de la revolución cubana y -al final- al exilio obligado por las cruentas dictaduras militares recorrió América Latina entre finales de los cincuenta y mediados de los ochenta. Bignozzi vivió en cambio un -deliberadamente- casi secreto destierro barcelonés a lo largo de treinta años (volvió a Argentina en 2004), en los que escribió poemas sólo lateralmente testimoniales, como el registro de una experiencia evaporada y dispersa entre viajes, museos, lecturas, recuerdos de amigos ausentes, reflexiones insinuadas en el soliloquio. Aunque a Bignozzi le tocó vivir varios capítulos de gran intensidad política -en Argentina y en Europa- sus poemas atraviesan la noticia para buscar el sesgo, menos interesada por la herida que por la cicatriz, por el acento épico que por la huella lírica, siempre más cerca de la cosa visible que del victimismo y la consigna, con una gramática nítida que prescinde de signos de puntuación, de neologismos, de retruécanos. Sus poemas de pocos versos, rasgo seguramente aprendido en los poetas italianos del siglo XX, a varios de los cuales tradujo, tienen una afilada precisión, nunca altisonante ni seducida por el lujo verbal. Así se volvió una de las voces más influyentes entre los poetas argentinos de las últimas promociones, al menos desde que la revista Diario de Poesía le dedicara un dossier en 1998.

Horror en la isla de Utoya

Horror en la isla de Utoya: "Debéis morir, debéis morir todos"
Disfrazado de policía, el noruego detenido sembró el pánico en la pequeña isla cercana a Oslo al disparar de forma indiscriminada
EL PAÍS - Madrid - 23/07/2011
"Debéis morir, debéis morir todos". Son las palabras que, según un testigo que sobrevivió a la matanza en la que fueron asesinadas al menos 84 personas, gritaba Anders Behring Breivik cuando, vestido con un traje de policía para saltarse las medidas de seguridad, comenzó a disparar a los cientos de jóvenes que participaban en el campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista de Noruega en la isla de Utoya, en el lago de Tyrifjorden . Un lugar que fue "un paraíso de juventud, ahora transformado en un infierno", según ha dicho emocionado el primer ministro noruego, Jens Stontelberg, al recordar todos los veranos que pasó allí de joven. "Lo que más me duele es que este lugar en el que he estado cada verano desde 1979, en el que he sentido alegría, compromiso y seguridad, ha sido golpeado por una brutal violencia".

Entrevista completa a Luis Garza L.C

¡Sorprendentes revelaciones sobre Maciel del padre Garza!
En la primera entrevista concedida tras su dimisión como vicario general afirma que aún no se han investigado las posibles complicidades. 
Luis Garza, L.C., es originario de Monterrey. Obtuvo un Bachelor of Science en Industrial Engineering en la Universidad de Stanford. Ingresó al noviciado de la Legión de Cristo en 1978. Durante su vida en la Legión obtuvo una licenciatura en filosofía y teología, seguido de un doctorado en Derecho Canónico. Fue ordenado sacerdote en 1985, y fue nombrado director territorial de México y Sudamérica de 1988 a 1991. Ha sido vicario general de la Congregación desde 1992 hasta julio  2011.

Evangelio siciliano/Israel Clarà

Evangelio siciliano/Israel Clarà 

                                                                  Para Caterina

He leído en la noche tu evangelio,
una herencia de cielos y de mares
robada a algún poeta transatlántico
que te habló entre rapsodias y bocetos
de los límites ficticios de la vida,
mientras los delineantes de los años
terminaban sus planos sin demora
para abrirte a un océano de hielo.
Conociste lugares inauditos,