La
figura de Dámaso López, ‘El Licenciado’, emerge en el cartel de Sinaloa un año
después de la detención del narcotraficante más buscado de México
JUAN
DIEGO QUESADA
El País, Eldorado 3 FEB 2015
En
una peluquería de a dos dólares el corte cuelga de la pared una fotografía de
Benjamín Gil, una leyenda del béisbol mexicano. El dueño no pierde más de cinco
minutos en cada cliente. Aplica la maquinilla sin piedad en las cabezas de
hombres con botas y sombrero vaquero que llegaron con greñas y se marchan como
reclutas. En medio de la faena explica cómo funcionan las cosas por aquí. “Él”,
dice retocando unas patillas, “ya sabe que usted está ahí, sentadito en ese
sofá”. En este pueblo llamado Eldorado, la presencia de Dámaso López Núñez, El
Lic, uno de los herederos de Joaquín El Chapo Guzmán, es invisible pero en
ocasiones se materializa: el barbero señala a la calle, en concreto a una
camioneta blanca de cuya ventanilla asoma un tipo que toma notas mientras echa
un vistazo. Al sentirse observado, emprende la marcha y desaparece.