El País, 5 de agosto de 2012
Los antitaurinos catalanes se niegan a aceptar que las corridas de toros sean consideradas como cultura por el sufrimiento que infligen a un animal. No tiene precedente el criterio de esgrimir un juicio de valor moral para decidir de la pertenencia de una cosa a la “cultura”. El equívoco nace de esa actitud, tan del PSOE de González, de privilegiar la Cultura como cosa excelsamente democrática, y así se ha popularizado la manía de estar viendo cultura por todas partes, con nuevas y baratas invenciones; y a la mera palabra “cultura” se le cuelga impropiamente una connotación valorativa de cosa honesta y respetable.