Poniatowska, entre dos mundos
1A propósito de la reedición de su novela Paseo de la Reforma, Poniatowska rememora su propio despertar a la realidad de los más pobres. Foto: Héctor García
Francisco Morales V.
Reforma, Cd. de México (09 mayo 2021).- A 25 años de su publicación, Paseo de la Reforma se siente como una novela que sólo pudo haber sido escrita por Elena Poniatowska; es decir: por una escritora cuya biografía y obra han discurrido equitativamente entre dos mundos, o dos caras, del mismo México.
Prueba de ello es el protagonista del libro, Ashby Egbert, un joven "fifí" de las Lomas de Chapultepec con la vida resuelta y educación en el extranjero que, tras un accidente casero, tiene un encontronazo con un mundo que para él siempre había sido invisible.
Mientras sus padres se encuentran de viaje en otro país, Ashby se electrocuta tratando de ayudar a su nana y es internado de emergencia en el Hospital Obrero, en un cuarto compartido con el resto de los quemados.
Para Poniatowska, quien creció en el mismo ambiente de privilegio que su personaje, este evento funciona en la historia como un despertar forzado a la realidad desfavorecida del México de los años 50.
"A mí siempre me interesó un México que no se parecía al mío, porque mi mundo era previsible; en las conversaciones podía yo, no adivinarlas, pero sí saber más o menos qué iban a hablar en las casas donde yo comía", cuenta la autora en entrevista.
Una vez consciente del mundo de quienes siempre consideró tan solo integrantes de la servidumbre, Ashby, un joven tradicionalmente apuesto y atlético, pero sensible y con inclinaciones literarias, decide que la vida real está afuera de las esferas de la alta sociedad.
Reeditada por Alfaguara para conmemorar su aniversario, la novela muestra la familiaridad de su autora con el ambiente de la alta burguesía mexicana de mediados del siglo pasado, pero también con el mundo proletario y campesino que descubrió a través de su labor periodística.
"El mundo de la calle, el mundo que yo conocí cuando me hice periodista, se lo tengo que agradecer muchísimo al periodismo, fue un mundo muy sorprendente; fui a conocer lugares que jamás habría conocido", detalla la autora de La noche de Tlatelolco.
Paseo de la Reforma
A 25 años de su primera edición, con...
Las disquisiciones morales y sociales del protagonista, además, se enmarcan en una historia de amor que atraviesa el mundo de la intelectualidad mexicana de medio siglo que Poniatowska conoció como periodista y escritora.
Ashby, revela la autora, está basado en algunos aspectos de la vida de Archibaldo Burns, un director de cine y escritor de origen aristocrático que, según se cuenta, perdió la cabeza y la fortuna por un enamoramiento tórrido.
En la novela, esta figura está representada por Amaya Chacel, una luchadora social que se ha convertido en el centro de gravedad en las reuniones de los escritores y pensadores mexicanos, quienes no pueden evitar caer rendidos ante su presencia enigmática.
La mujer que es el objeto del amor de Ashby, quien logra abandonar la frivolidad del club hípico al comenzar a publicar reseñas de libros en la prensa, fue reconocida por un amigo cercano de Poniatowska.
"A mí siempre me interesó un México que no se parecía al mío, porque mi mundo era previsible; en las conversaciones podía yo, no adivinarlas, pero sí saber más o menos qué iban a hablar en las casas donde yo comía"
"El mundo de la calle, el mundo que yo conocí cuando me hice periodista, se lo tengo que agradecer muchísimo al periodismo, fue un mundo muy sorprendente; fui a conocer lugares que jamás habría conocido"
"(Carlos) Monsiváis la reconoció. Me dijo que se parecía mucho el personaje a Elena Garro, que era una mujer que, en esa época, era muy atractiva, suscitaba muchísimas pasiones, era una mujer muy guapa y siempre hacía una aparición sensacional donde ella iba", confiesa la autora.
Además de la filosa inteligencia y la gran cultura de la autora de Los recuerdos del porvenir, Poniatowska insertó otro rasgo de Garro en el personaje de Amaya que la vuelve completamente reconocible para aquellos que la conocieron.
"Era una mujer que también atraía la atención porque, de todas las mujeres que yo he conocido, nadie ha hablado tan bajito con ella, hablaba tan bajito que casi te tenías que sentar encima de ella, acercarte muchísimo a ella", explica la novelista.
Tras la aparición de Amaya en las reuniones de Ashby con toda la intelectualidad mexicana -en las que Poniatowska también critica a esa otra élite- el mundo del protagonista da un vuelco que lo aproxima todavía más al México de las injusticias sociales.
Entre mítines estudiantiles, conflictos agrarios y un peligroso acercamiento con las guerrillas urbanas, los mundos de Amaya, la novela hace una radiografía de la desigualdad social de un país que, aunque con algunos progresos, no ha podido erradicarse.
"Yo sigo creyendo que hay un abismo entre una clase social y otra en México, que es muy difícil que los de la colonia Bondojito tengan todos los privilegios de la gente que vive en la calle Rubén Darío en Polanco, por ejemplo", comenta la escritora.
Esta forma de ubicar la escala social geográficamente es precisamente la que anima la elección del título, Paseo de la Reforma, como la avenida que retrata la historia entera del País, pero también su afán europeizante y sus profundas diferencias sociales.
"Un emblema de una clase social muy afortunada, muy privilegiada; era la avenida de los privilegios", define Poniatowska.
En estos días de pandemia, la escritora se concentra en terminar el segundo volumen de El amante polaco, el libro en el que traza la historia de su estirpe, los Poniatowski.
"Me estoy apurando, me estoy apurando ya para entregarlo, pero como también hago entrevistas, hago periodismo y luego me hablan y a veces doy conferencias hasta por la pantalla y ese tipo de cosas, quita mucho tiempo.
"Ya no tengo la fuerza de antes, que antes yo era un dinamo, pero ahora no tanto", confiesa la autora.
Para los estándares de cualquier periodista, sin embargo, el ritmo de trabajo de Poniatowska continúa siendo el de un dinamo que jamás se detiene, ya sea con sus libros todavía por escribir, o como los que reciben una segunda oportunidad, como Paseo de la Reforma.