¿La mafia rusa en México?/ Fred Alvarez, publicado en la revista mexicana Milenio, agosto de 2003
El lunes 9 de junio de 2003 Jorge A. Medellín y Silvia Otero, reporteros de El Univeral, publicaron en primera plana: La mafia rusa se afirma en México. Las fuentes para esa afirmación emanaron de “la Policía Federal Preventiva (de México), la Administración Antidrogas de Estados Unidos (DEA); el Departamento de Estado de ese país y la INTERPOL”. La agencia EFE, disemino la información un día después, revelando que “tras cinco años de implantación en México, el poderío de las mafias rusas ha crecido porque actúan secretamente y se aprovechan de la persecución policial a los carteles locales de la droga”.
Con mesura, José Luis Santiago Vasconcelos, entonces titular de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada de la Procuraduría General de la República(PGR) admitió que si bien se tiene conocimiento de la actividad de estos grupos en México, “hasta ahora no existe una investigación sobre el caso”. Dijo: “(Sabemos que operan) sobre todo en el corredor de Tijuana a San Diego, (pero) no existen ministerialmente indicios que revelen la actuación de esta gente en el país... aún”.
Empero, otro funcionario de la PGR –Héctor García Rodríguez, delegado en Chihuahua- , informó a Carlos Coria Rivas, corresponsal del periódico El Universal (13 de junio de 2003) que: “dentro de los movimientos del crimen organizado que se registran en Ciudad Juárez, luego del desmembramiento de los cárteles tradicionales de la droga, la "mafia rusa" podría estar operando en dicha frontera, por lo que la PGR realiza indagatorias para determinar sus actividades con precisión. No se volvió a tocar más el tema.
Dos meses después el tema regresa y lo encontramos en las primeras planas. Esta vez en un reportaje del Miami Herald, del 11 de agosto denominado: La mafia rusa penetra a los narcos de México: la investigación ahora realizado por Knight Ridder aporta que “la mafia rusa se han infiltrado en los debilitados carteles de la droga de México y están ayudándolos a introducir drogas ilegales de contrabando en Estados Unidos”. “Algunos de ellos están asesorando a los carteles de drogas mexicanos y lavando su dinero a cambio de que se les permita operar, dijo Steven W. Casteel, viceadministrador de inteligencia en la DEA, ante una audiencia del Comité Judicial del Senado celebrada en mayo en Washington. El pago por el lavado de dinero típicamente es del 30 por ciento o más.” No dice más de lo que se ha escrito, sólo que “los hampones rusos de la droga son más mezquinos y malvados” y “operan en un bajo perfil, no ostentan cadenas de oro y no cortan a la gente con sierras mecánicas o la tiran a los ríos”, según Bruce Bagley.
De hecho el autor de la investigación sobre la presencia de la mafia rusa en México es el profesor Bruce Bagley; ambos reportajes estan sustentados en el ensayo: La globalización y la delincuencia organizada (publicado en Foreign Affairs en Español, Abril-Junio 2003). Bruce Bagley hasta hace unas semanas estuvo en México como profesor visitante en la División de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas. Debo reconocer que es uno de los pocos especialistas sobre la materia. Señala en su ensayo con gran tino que “luego del derrumbe del imperio soviético en 1991, el nuevo Estado ruso que asumió el poder en Moscú fue desde el principio un estado débil, y su flaqueza institucional hizo de Rusia…, un semillero para la delincuencia organizada durante los años noventa.”
Las pruebas de Bagley
En entrevista con El Universal, Bagley explica que las mafias rusas que operan en México tienen en Baja California uno de sus principales puntos de operación para el desembarco de heroína y armas procedentes de Europa Oriental. Sin embargo, el profesor al referirse a la presencia de la mafia rusa en México, señala que “hay pruebas (¡no dice en su ensayo cuales, desafortunadamente!) de que la participación rusa está creciendo en otras empresas delictivas latinoamericanas como prostitución, trata de blancas, pornografía infantil, usura, extorsiones, secuestros, fraudes con tarjetas de crédito, fraudes informáticos, falsificaciones y robo de autos”. Subscribe que “los informes de Interpol indican que diversas organizaciones delictivas rusas, que operan literalmente a través de cientos de pequeñas células, participan en una amplia gama de actividades ilegales en México. grupos de la mafiya como Poldolskaya, Mazukinskaya, Tambovskaya e Izamailovskaya”. Pero más aún – abunda- “también hay informes de que la banda Solntsevskaya, que tiene su base en Moscú, opera en México, lo mismo que otras bandas de Chechenia, Georgia, Armenia, Lituania, Polonia, Croacia, Serbia, Hungría, Albania, Rumania y Corea.
El Svesda Maru ¿prueba contundente?
Dice Bruce- con quien tuve la oportunidad de charlar ampliamente, después que compartimos en la radio una mesa de discusión sobre las elecciones del 6 de julio--, que “el 3 de mayo de 2001, la Guardia Costera de Estados Unidos detuvo (frente a la costa del Pacífico mexicano, 1000 km al sur de Acapulco) a un barco pesquero tripulado por rusos y ucranianos, con bandera de Belice, llamado Svesda Maru, con 12 toneladas de cocaína colombiana. Para Bagley ello es una prueba concluyente de la presencia de la mafiya en el tráfico de cocaína a México. Precisa: “Las 12 toneladas de cocaína se encontraron en los tanques de combustible del barco sólo después de que un ingeniero experto en estructuras de la Guardia Costera estadounidense efectuara resonancias en las diversas cavidades del navío.” En efecto, resultó ser la mayor captura de cocaína en la historia marítima de Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses sostienen – según Bagley- que la tripulación, compuesta por ocho ucranianos y dos rusos, “debe haber tenido permiso del cártel de Tijuana.”
Señala que “de acuerdo con un vocero de la DEA –no dice quien, después se sabe por el reportaje del Miami Herald, que fue Errol Chávez, el jefe de la oficina de la DEA en San Diego - las nacionalidades de la tripulación del Svesda Maru demostraron (ojo) que había una asociación directa entre grupos del crimen organizado ruso y miembros de la banda de los Arellano Félix. Concluye que “según se ha sabido, funcionarios estadounidenses del sur de California sospechan (ojo suponen) que los tripulantes rusos y ucranianos del Svesda Maru pertenecerían a una sociedad del crimen organizado ruso con base en Los Angeles, donde viven entre 600 y 800 conocidas figuras de la delincuencia rusa, sobre todo en las áreas norte y oeste de Hollywood.”.
En efecto, hay datos que señalan que ese decomiso de la armada norteamericano colocó a los EE UU con cifras record de decomiso de cocaína. Un texto en ingles de la oficina antidrogas señala que fueron trece no doce las toneladas decomisadas. Obviamente no se habla en el boletín de la agencia antidrogas del vínculo México-Rusia. Aunque no descarto que ello sea así. Empero, el profesor de Miami especialista en el tema de seguridad nacional no presenta desafortunadamente, datos duros que en mucho ayudarían a las autoridades en el esclarecimiento del tema.
Le preguntaría al profesor Bagley –aunque ya se lo hice en una entrevista- ¿El hecho de que el beliceño Svesda Maru haya sido detenido en aguas mexicanas y con tripulación rusa y ucraniana permite afirmar de la presencia de la mafia rusa en México? ¿Y que tal si el buque cargado con cocaína lo hubieran capturado en aguas norteamericanas y con tripulación canadiense? ¿Con ello se podría concluir de la presencia de la mafia rusa en EEUU y de Canadá? (Personalmente el profesor me dio una amplia charla sobre su ensayo y me proporciono un documento más amplio en ingles sobre el tema, el cual estoy leyendo con interés).
El especialista concluye en su investigación que: "Los estados débiles son el contexto ideal para el florecimiento del crimen organizado.” “Por lo tanto, en casi toda América Latina y el Caribe, la dinámica globalizadora generó en las últimas dos décadas condiciones casi ideales para que la inserción y rápida difusión de la delincuencia organizada transnacional.” Léase la mafia rusa.
Me permito diferir respetuosamente del profesor Bagley. Las pruebas – estas sí- sobre la presencia de la mafia rusa, por lo menos en el blanqueo de dinero en el mundo occidental no se iniciaron en países débiles o democracias emergentes como las de América Latina. El antecedente documentado –este sí- de su presencia, es curiosamente en sociedades sólidas como EE UU y Europa -sobretodo en España y Suiza, un ejemplo, el denominado Yelsingate.(*)
Un reportaje publicado en La Opinión de Los Ángeles el 18 de agosto del 2002, firmada por Lucy Komisar - una periodista radicada en Nueva York- e Iván Feranec –reportero de la agencia checoslovaca de noticias CTK- denominado: La mafia rusa en Nueva York, afirmaba que en 1999 el Departamento de Justicia norteamericano había calificado al escándalo de lavado de dinero del Banco de Nueva York de "sólo" una maquinación rusa para evadir el pago de impuestos.
Señala el reportaje que en agosto de 1999, los investigadores revelaron que los rusos habían lavado al menos 7,000 millones de dólares a través de cuentas en Nueva York. Los rusos Peter Berlin y Lucy Edwards, fueron hallados entonces culpables de lavado de dinero, empero, llegaron a un acuerdo fuera de tribunales para agilizar los trámites judiciales.
El FBI trasmitió la información a investigadores franceses e italianos, quienes se percataron de que el lavado de dinero que estaban investigando era parte de una red gigantesca con presencia en varios países.
Una nota del The New York Times, publicado en español en el madrileño El País el 20 de agosto de 1999, firmada por R. Bonnner y T. L. O'brien, señaló que la mafia rusa podía estar detrás de una operación de blanqueo a gran escala realizada a través del Banco de Nueva York. Y no era cualquier cosa ya que de octubre de 1998 a marzo de 1999 más de 4,200 millones de dólares habían pasado por una sola cuenta de la entidad repartidos en más de 10,000 transacciones. Lo que tenemos entre manos –dijo un alto funcionario del gobierno-, es la penetración de la mafia rusa en una gran organización estadounidense. En efecto, el FBI confirmó que se trató de una de las mayores sumas de dinero blanqueado en los EEUU.
Se supo que fueron dos mujeres casadas con empresarios rusos las encargadas de intervenir en las transacciones, que se realizaban a nombre de una compañía llamada Benex, relacionada ésta con Semyon Yukovich Mogilevich una de las figuras clave en la mafia rusa.
Ese mismo año la magistrada Carla del Ponte, confirmó que la mafia rusa había conseguido infiltrarse en aproximadamente 300 compañías de Suiza, haciendo circular 27,000 millones de dólares al año en el sistema bancario suizo.
Sin embargo, según el reportaje de Komisar y Feranec en el 2002 había nuevas pruebas que demostraban “que a través de las cuentas del Banco de Nueva York se movilizaban las ganancias de organizaciones criminales rusas provenientes de operaciones como el tráfico de drogas, armas y personas, además de extorsión, asesinatos por contrato y fraude.”
La información arrojó que: “en 1996, los grupos del crimen ruso comenzaron a usar al Banco de Nueva York para lavar 3,000 millones de dólares anualmente. (Y) los fondos se canalizaron a Europa y se invirtieron en negocios legítimos, o se devolvieron a empresas controladas por la mafia en Rusia.”
El fiscal italiano Enrico di Nicholas, coordinador de Operación Telaraña en Europa, pidió al magistrado encargado de la investigación en Bologna, Paolo Giovagnoli, que expidiera orden de arresto contra 101 personas, entre las que estaban Berlin y Edwards.
La investigación contra la mafia rusa comenzó en 1998 cuando la policía rusa pidió al FBI que ayudara en la búsqueda del pago de rescate de un hombre de negocios secuestrado. El dinero pagado (300 mil dólares) había sido transferido de un banco en San Francisco, a través del Banco de Nueva York, a una cuenta de paraíso fiscal y finalmente al banco Sobin en Moscú. Sobin estaba bajo el control de Aleksandr Mamut, un banquero que era el jefe de administración del entonces presidente Boris Yeltsin.
Señala La Opinión que el fiscal Di Nicholas, pidió entonces que se detuvieran a tres altos personajes del mundo del crimen. Pero curiosamente los arrestos no se llevaron a cabo. Di Nicholas reveló que gran parte del dinero sucio de narcotráfico, prostitución, comercio ilegal de objetos preciosos y arte, extorsión y lavado de dinero provenía de Semyon Yukovich Mogilevich, un hombre de negocios asentado en Budapest. Añadió el fiscal que Mogilevich operaba en Los Ángeles, Miami, Philadelphia y San Diego, así como en Moscú, Praga y Tel Aviv.
En junio del 2002, en una conferencia sobre lavado de dinero celebrada en la Institución Brookings de Washington D.C., el procurador de Distrito de Nueva York, Robert Morgenthau, cuestionó al Departamento de Justicia, señalando que si realmente había "investigado a fondo" el caso. Un alto funcionario en la oficina de la Procuraduría dijo que el Departamento de Justicia no iba a proporcionarles información y les aconsejó que dejaran de investigar el caso. La pregunta sencilla es ¿por qué?
El debate en México sobre esta y otras mafias apenas inicia y hay mucho que investigar: mi modesta opinión se basa en información secundaria. Por ejemplo, en los últimos años ha habido una gran deportación de mujeres rusas y la Secretaría de Gobernación debe informar al respecto. Juan María Alponte, escribió en El Universal (16 de junio de 2003), que “Los grupos mafiosos del antiguo bloque del Este constituyen tres millones de personas divididas en 5 mil 700 gangs o bandas delictivas de las cuales, al menos 200, tienen una organización altamente sophisticated con estructuras en 29 países”.
En efecto, la mafia rusa -como la coreana por decir otra-, esta con nosotros desde hace tiempo y no nos hemos dado cuenta hasta donde opera. Falta inteligencia en la investigación, sin duda. Sin embargo, una vez publicada la nueva Ley Orgánica y el Reglamento Interior de la PGR se acaba de crear la Subprocuraduría de Investigación en Delincuencia Organizada, que cuenta con unidades especializadas para profundizar en la investigación de estos tipos de delincuencia; es decir, delincuentes que están tanto e operaciones de lavado de dinero, trafico de humanos, trafico de armas, terrorismo y de delitos contra la salud, entre otra. ¡Enorme responsabilidad de la nueva institución!
Lo que es un hecho es que los interese de la mafia rusas en otros países son amplios, abarcan desde el sector energético, bancario, inmobiliario, la construcción y la industria farmacéutica, además de los medios de comunicación y el negocio publicitario. Por lo menos ese era el interés de Konstantín Yákovlev asesinado el pasado mes de mayo después de varios atentados. Yákovlev, era uno de los padrinos del mundo delictivo de San Petersburgo. Se dice que “fue para San Petersburgo lo que Al Capone para Chicago”.
*K.S.KAROL, señaló en un artículo (El País, 16 septiembre 1999) que el escándalo del blanqueo de dinero negro ruso en los bancos norteamericanos debería llamarse Yeltsingate más que Rusiagate. El principal protagonista de este enorme asunto no es un conocido mafioso, Semione Moguilevski, que vive tranquilamente en Moscú, sino, aunque parezca imposible, Pável Borodín, brazo derecho del presidente ruso e inamovible tesorero del Kremlin, apodado El Bolsillo de Borís Yeltsin.
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