3 may 2013

Mensaje de Barack Obama estudiantes mexicanos


El presidente Barack Obama dirigió un discurso a estudiantes mexicanos en el Museo de Antropología, en el marco de su visita oficial a nuestro país, Viernes 3 de mayo de 2013
El discurso íntegro en español e ingles:
 ***


¡Hola! ¡Buenos días! Es un gran gusto estar nuevamente en México lindo y querido. Traigo conmigo los saludos y la amistad del pueblo de los Estados Unidos, incluyendo a decenas de millones de orgullosos mexicano-americanos.
Esta es mi cuarta visita a México siendo Presidente. Cada vez que vengo, me siento inspirado por la cultura de ustedes, por la belleza de esta tierra y, sobre todo, por el pueblo mexicano. Ustedes han recibido amistosamente a mi esposa Michelle aquí. Ustedes han recibido amistosamente a nuestra hija Malia y a sus compañeras de clase en Oaxaca. Y, como padre orgulloso, les puedo decir que ella está mejorando muchísimo su español. También ayuda que ella sea más inteligente que yo.
 Es un honor estar nuevamente en la Ciudad de México, que es una de las grandes ciudades del mundo. Es un placer estar entre amigos. Resulta propio que nos reunamos en este gran museo, que celebra las civilizaciones antiguas de México y los logros de estas en las artes y la arquitectura, la medicina y las matemáticas. En épocas modernas, la mezcla de las culturas y las tradiciones de ustedes fue expresada en los murales de Rivera, las pinturas de Frida, la poesía de Sor Juana y los escritos de Octavio Paz.
 En algún momento Paz escribió palabras que capturan el espíritu de nuestra reunión en el día de hoy, en este lugar que celebra el pasado de ustedes, pero que esta mañana está lleno de ustedes, los jóvenes que moldearán el futuro de México. Paz dijo que "La modernidad no está afuera sino adentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer."

 Por eso es que quería tener esta oportunidad de hablar con ustedes hoy. Ustedes viven en la intersección de la historia a la que Paz se refirió. El honor y el patrimonio de ustedes, que tiene miles de años, pero ustedes también son parte de algo nuevo, una nación que se está rehaciendo a sí misma. Y a medida que nuestro mundo moderno cambia alrededor de nosotros, es el espíritu de la juventud, el optimismo y el idealismo de ustedes que impulsarán al mundo hacia adelante.
 Ustedes ven la diferencia entre el mundo como es ahora y el mundo como debe ser; entre las actitudes antiguas que pueden impedir el progreso y la nueva manera de pensar que nos permite conectarnos y colaborar con otras culturas. Eso incluye la manera en que consideramos la relación entre nuestras dos naciones.
 A pesar de los fuertes lazos y valores que compartimos, a veces las actitudes, en ambos países, están aferradas a los viejos estereotipos. Algunos estadounidenses solo visualizan a México citado en titulares sensacionalistas de violencia y de gente que cruza la frontera. Es posible que algunos mexicanos piensen que los Estados Unidos no respetan a México, que nosotros tratamos de imponernos a la soberanía mexicana o, por el contrario, que queremos mantenernos al margen de la situación. Y, en ambos países, esas distorsiones pueden fomentar mitos y malentendidos que solo dificultan el hecho de poder progresar juntos.
He venido a México porque es hora de dejar a un lado las predisposiciones mentales de antaño. Es hora de reconocer las nuevas realidades, incluyendo el progreso impresionante en el México de hoy. Ya que, incluso a medida que los mexicanos continúan haciendo sacrificios valientes por la seguridad de su país; incluso a medida que los mexicanos en las áreas rurales y en los barrios no lejos de aquí luchan por darles una mejor vida a sus hijos...también es obvio que está emergiendo un nuevo México.
 Yo veo a un México que está solidificando su democracia. Ciudadanos que dan a conocer su opinión y expresan claramente que la violencia y la impunidad no son aceptables. Una prensa valiente que se esfuerza por hacer que los líderes rindan cuentas de sus acciones. Una sociedad civil robusta, incluyendo a los valientes defensores de los derechos humanos que exigen dignidad y un estado de derecho. Partidos políticos que compiten vigorosamente, que transfieren el poder pacíficamente, y forjan el acuerdo del que depende el progreso. Y aun cuando la labor de perfeccionar la democracia no se termina nunca, como bien lo sabemos en nuestros dos países, ustedes van adelante en pleno conocimiento de la verdad que una vez dijera Benito Juárez: "la democracia es el destino de la humanidad".
 Veo a un México que está creando nueva prosperidad. Que está comerciando con el mundo. Convirtiéndose en una potencia manufacturera, desde Tijuana y Monterrey hasta Guadalajara y a través de las mesetas centrales; un líder global en los automóviles y los electrodomésticos y los productos electrónicos. Pero además un centro de innovación de alta tecnología, que produce el software y los equipos computarizados de nuestra era digital. Un hombre en Querétaro habló en nombre de un número creciente de mexicanos cuando dijo que "No hay motivo de ir al extranjero en busca de una vida mejor; aquí hay buenas oportunidades".
 De hecho, veo a un México que ha sacado a millones de la pobreza. Debido a los sacrificios de otras generaciones, una mayoría de los mexicanos ahora puede considerarse a sí misma de clase media con una calidad de vida con la que sus padres y sus abuelos solo podían soñar. Esto incluye las nuevas oportunidades para las mujeres, que están demostrando que, cuando se les da la oportunidad, ustedes también pueden moldear el destino de su país.
 En ustedes, la juventud de México, veo a una generación empoderada por la tecnología. Creo que puedo ver a algunos de ustedes escribiendo tuits y enviando watsaps ahora mismo. Y ya sea aprovechando los medios sociales para preservar las lenguas indígenas o defendiendo el futuro que ustedes desean, ustedes están dejando claro que la voz de ustedes se escuchará.
Y veo a un México que está ocupando su lugar merecido en el mundo. Defendiendo la democracia en nuestro hemisferio. Compartiendo su pericia con sus vecinos en todas las Américas, cuando estos encaran terremotos y amenazas a sus ciudadanos o cuando van a las urnas a emitir sus votos. Ustedes se han unido a las filas de las economías mayores del mundo, y fueron la primera nación de América Latina en ser sede de una reunión del G-20, que representa otro paso seguro en el escenario mundial.
Al igual que México está experimentando una transformación, también la están experimentando los lazos entre nuestros dos países. Como Presidente, me he guiado por una proposición básica, ya que en esta relación no hay un socio mayoritario ni minoritario. Somos dos socios en igualdad de circunstancias; dos naciones soberanas que tienen que colaborar entre sí en aras de un interés y un respeto mutuos.
 Tal como colaboré con el Presidente Calderón, le he reafirmado al Presidente Peña Nieto que la gran alianza entre nuestros dos países no solo continuará, sino que se hará aun más sólida y aun más amplia. En mi tiempo compartido con el Presidente Peña Nieto, he podido apreciar su profundo compromiso con México y el futuro de este. Compartimos la creencia de que, como líderes, la misión que nos guía es mejorar las vidas de nuestros pueblos. Así es que estamos de acuerdo en que la relación entre nuestras naciones tiene que definirse, no por las amenazas que encaramos, sino por la prosperidad y la oportunidad que podemos crear juntos. Y, si tenemos la seria intención de ser socios igualitarios, entonces ambas de nuestras naciones tenemos que reconocer nuestras responsabilidades.
 Aquí en México, ustedes han emprendido reformas ambiciosas, para hacer que su economía sea más competitiva y que sus instituciones sean más responsables de sus acciones hacia ustedes, el pueblo. A medida que ustedes intentan lograr esas reformas, sepan que tienen el apoyo sólido de los Estados Unidos. Ya que, independientemente de si están interesados en servicios básicos, o intentando abrir un nuevo negocio, nosotros compartimos la creencia de ustedes de que deben poder lograr su cometido sin tener que pagar un soborno. Y cuando mexicanos talentosos como ustedes se imaginan su futuro, deben tener todas las oportunidades de tener éxito aquí mismo en el país que ustedes aman.
 En los Estados Unidos, reconocemos nuestras responsabilidades también. Entendemos que la causa básica de mucha de la violencia aquí, y de tanto sufrimiento para tantos mexicanos, es la demanda de drogas ilegales, incluyendo en los Estados Unidos. Ahora bien, yo no creo que legalizar las drogas es la respuesta; en lugar de ello, creo en un enfoque general, no solo de cumplimiento del orden, sino de educación, prevención y tratamiento. Y vamos a continuar esforzándonos en ello, puesto que las vidas de nuestros hijos y el futuro de nuestras naciones dependen de esto.
 Reconocemos que la mayoría de las armas que se usan para cometer la violencia aquí en México provienen de los Estados Unidos. En los Estados Unidos, nuestra Constitución nos garantizar el derecho individual de portar armas, y como Presidente yo hice un juramento de respetar ese derecho y así lo haré por siempre. Al mismo tiempo, como lo he dicho en mi país, continuaré haciendo todo lo que tenga a mi alcance para aprobar reformas de sentido común sobre las armas que logren que estas no lleguen a manos de gente peligrosa; reformas que salven vidas en ambos de nuestros países. Mientras tanto, continuaremos aumentando la presión a los traficantes de armas que traen armas ilegales a México, y continuaremos colocando a estos delincuentes donde pertenecen, que es tras las rejas.
Reconocemos nuestra responsabilidad, como nación que tiene la creencia de que todas las personas han sido creadas iguales, de tratarnos los unos a los otros con dignidad y respecto. Esto incluye reconocer cómo los Estados Unidos se han fortalecido con las extraordinarias contribuciones hechas por los inmigrantes de México y por los estadounidenses de ancestro mexicano.
Los mexicano-americanos enriquecen nuestras comunidades, incluyendo a mi ciudad natal de Chicago, donde uno puede caminar por barrios tales como Pilsen y La Villita, que están repletos de murales de patriotas mexicanos; cuando un puede parar en una fonda o escuchar los ritmos de baladas intemporales, y donde nos inspiramos con la inmensa fe de nuestras gentes en iglesias tales como Nuestra Señora de Guadalupe.
Estamos agradecidos a los mexicano-americanos en todos los segmentos de nuestra sociedad; por enseñar a nuestros hijos, manejar nuestras empresas, servir con honor en nuestra fuerza militar, hacer descubrimientos científicos, y defender la justicia social. Como le dijo el Dr. Martin Luther King a César Chávez, somos "hermanos en la lucha por la igualdad". De hecho, sin el fuerte apoyo de los hispanos, incluyendo a tantos mexicano-americanos, yo no estaría ante ustedes aquí hoy como Presidente de los Estados Unidos.
 Nuestro futuro compartido es uno de los motivos de que nosotros en los Estados Unidos también reconozcamos la necesidad de reformar nuestro sistema de inmigración. Somos una nación de leyes y, como toda nación, tenemos la responsabilidad de garantizar que se cumplan nuestras leyes.
 Pero también sabemos que, como nación de inmigrantes, el sistema de inmigración que actualmente tenemos en los Estados Unidos no refleja nuestros valores. Este separa a las familias cuando debería reunirlas. Ha llevado a millones de gente a vivir en las sombras. Nos priva de los talentos de tantos jóvenes, no obstante el hecho de que sabemos que los inmigrantes siempre han sido un motor de nuestra economía; que han iniciado algunas de nuestras mejores empresas y han sido pioneros de nuevas industrias.
 Ese es uno de los motivos por el que yo tome acción para eliminarles la sombra de la deportación a los DREAMers, que son los jóvenes que fueron llevados a los Estados Unidos siendo niños. Y por eso es que estoy colaborando con nuestro Congreso para aprobar una reforma migratoria de sentido común. Una reforma que continúa fortaleciendo la seguridad de la frontera y fortaleciendo la inmigración legal, de manera que los ciudadanos no tengan que esperar durante años para traer a su familia a los Estados Unidos. Una reforma que hace que todos rindan cuentas de sus acciones, de manera que los inmigrantes puedan cumplir con las leyes y que a estos no se les explote ni se abuse de ellos. Más que todo, una reforma que les ofrezca a millones de personas indocumentadas un camino para ganarse la ciudadanía. Y me siento optimista de que, después de muchos años de intentarlo, finalmente vamos a lograr hacerlo.
Obviamente, queremos colaborar con el gobierno mexicano en todos los asuntos relacionados con una frontera bien regulada. Pero creo también que la solución a largo plazo al reto de la inmigración ilegal, para que no tengamos que lidiar con esto década tras década, es un México creciente y próspero que cree más empleos y oportunidades aquí mismo.
Estoy de acuerdo con el estudiante mexicano que dijo que, "Siento que puedo lograr el mismo nivel que cualquier otra persona en el mundo." Así es que creo firmemente que...juntos, podemos lograr más. Juntos, podemos lograr más. Así es que durante el resto de mi tiempo hoy, quiero concentrarme en cinco áreas en las que podemos hacer más.
Primero, hagamos más por expandir la industria y el comercio que crean los buenos empleos para nuestra gente. Ya nosotros compramos más de las exportaciones de ustedes que cualquier otro país. Le vendemos más de nuestras exportaciones a México que a Brasil, Rusia, India y China, tomados en conjunto. Las compañías mexicanas están invirtiendo más en los Estados Unidos, y somos el inversionista extranjero mayor en México, porque creemos en México, y queremos ser un aliado en el éxito de ustedes.
Guiados por el nuevo diálogo económico que el Presidente Peña Nieto y yo anunciamos ayer, hagamos más para desatar el verdadero potencial de nuestra relación. Continuemos invirtiendo en nuestras carreteras, puentes y fronteras de manera que podamos comerciar de manera más rápida y más económica. Ayudemos a nuestras pequeñas empresas, que emplean a la mayor parte de nuestros trabajadores, a acceder a nuevos mercados, que son los mercados grandes que están solo al cruzar la frontera. Empoderemos a nuestros empresarios jóvenes a medida que estos crean nuevas empresas que pueden transformar la manera en que vivimos. Y hagamos realidad la Alianza Transpacífica, este año, de manera que nuestras dos naciones puedan competir y ganar en los mercados de rápido crecimiento en la región de Asia Pacífico.
Segundo, no solo nos vendamos más cosas el uno al otro, sino que creemos más cosas juntos. Habiendo muchas de nuestras compañías que tienen operaciones en ambos países, actualmente las piezas se envían de ida y de vuelta a través de la frontera a medida que se ensamblan. De manera que, día a día, los trabajadores estadounidenses y mexicanos están construyendo cosas juntos: autos, aviones, computadoras, satélites.
Creo que esto solo es el principio. Dadas las habilidades que tienen nuestros trabajadores, incluso tiene más sentido que las compañías de alrededor del mundo establezcan sus operaciones en nuestros países. A medida que México hace reformas, podremos hacer aun más negocios juntos. Y mientras más colaboren nuestras compañías entre sí, más competitivas serán y más productos le venderemos al mundo.
Tercero, a medida que aseguramos nuestro futuro económico, aseguremos nuestro futuro energético, incluyendo la energía limpia que necesitamos para combatir el cambio climático. Nuestras naciones están bendecidas con una belleza natural ilimitada, desde nuestras zonas costeras y tierras de cultivo hasta los bosques tropicales de ustedes. Y tal como la ciencia del cambio climático es innegable, tal es el hecho de que nuestras economías tienen que hacerse más "verdes".
 En los Estados Unidos, hemos hecho compromisos históricos con la energía limpia y renovable, y hemos reducido nuestras emisiones de contaminación peligrosa provocada por el carbono. Aquí en México, ustedes son líderes en la eliminación de las emisiones de carbono y en ayudar a los países en vías de desarrollo a hacer lo mismo. Juntos, continuemos creando nuevas alianzas de energía limpia que aprovechen la energía eólica y solar y los buenos empleos que estas conllevan. Continuemos invirtiendo en edificios ecológicos y tecnologías de redes inteligentes para que logremos que nuestro planeta sea más limpio y más seguro para las generaciones futuras.
 Cuarto, y esto es parte de mantenernos competitivos también, hagamos más juntos en la educación de manera que nuestros jóvenes tengan los conocimientos y las habilidades para tener éxito. Aquí en México ustedes han logrado un progreso importante, ya que más niños permanecen durante más años en la escuela, y números sin precedentes de estudiantes como ustedes están obteniendo una educación universitaria.
 Solo háganse la idea de cuánto podrían hacer juntos los estudiantes de nuestros dos países y cuánto podrían aprender los unos de los otros. Por eso es que el Presidente Peña Nieto y yo anunciamos una nueva alianza de educación superior; para exhortar a una mayor colaboración entre nuestras universidades y nuestros estudiantes. Vamos a concentrarnos en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Eso es parte de mi iniciativa más extensa denominada 100,000 Strong in the Americas. Queremos tener 100,000 estudiantes de los Estados Unidos que estudien en América Latina, incluyendo a México. Y queremos tener a 100,000 estudiantes de América Latina, incluyendo a mexicanos como ustedes, que vengan a estudiar a los Estados Unidos.
Por último, para contribuir a dinamizar las carreras de ustedes y expandir las industrias del futuro, invirtamos realmente en la innovación, las investigaciones y el desarrollo. Aquí en México, ustedes ahora son un líder global en la graduación de ingenieros y técnicos. Uno de los científicos más importantes de México, Rafael Navarro-González, está ayudando a analizar los datos del Rover en el suelo de Marte.
Juntos, tengamos presente que cada dólar y cada peso que invirtamos en las investigaciones y el desarrollo genera un rendimiento mucho mayor a nuestras economías, es decir, más empleos y más oportunidades. Así es que forjemos nuevas alianzas en áreas tales como la aeroespacial, TI, nanotecnología, biotecnología y robótica. Respondamos a la esperanza de una joven estudiante en el Instituto Politécnico Nacional que habló en nombre de muchos de la generación de ustedes, que están tan ansiosos de dejar su marca. Ella dijo que, "ofrézcannos empleos para ser creadores". Ofrézcannos empleos para ser creadores.
México, yo sé que hay algunos, en este país y en otras partes, que se muestran escépticos ante el progreso de ustedes; que dudan de la capacidad de ustedes para aprovechar al máximo este momento. Ellos opinan que los factores adversos que ustedes encaran son demasiado fuertes. Dicen que México ha estado anteriormente en la misma situación, con las miras en un horizonte prometedor, al borde de una gran posibilidad, para después perder el rumbo.
La realidad es que nada es inevitable. El progreso y el éxito jamás están garantizados. El futuro con que ustedes sueñan, el México que ustedes se imaginan, tienen que ganárselo. Y nadie más puede hacerlo por ustedes. Ustedes son los únicos que pueden ganárselo. Tal como lo escribió Nervo en "La Raza de Bronce": tú eres el sueño. Tú eres el sueño.
Ya que, al igual que fueron los patriotas, tanto jóvenes como viejos, quienes respondieron al llamado cuando el Padre Miguel Hidalgo repicó la campana de la iglesia hace dos siglos, ustedes, sus vidas, en un México libre, son el sueño que ellos se imaginaron. Y ahora les toca a ustedes mantener vivas esas virtudes por las que lucharon tantas generaciones de mexicanos.
Ustedes son el sueño; la generación que puede defender la justicia y los derechos humanos y la dignidad humana, aquí en casa y alrededor del mundo.
Ustedes son los creadores, los constructores, los escaladores, los luchadores que pueden lograr el progreso y la prosperidad que elevarán al pueblo mexicano durante las generaciones futuras.
Ustedes son los hombres y las mujeres que impulsarán a esta nación hacia arriba a medida que México ocupa su lugar merecido en el mundo, a medida que ustedes entonen orgullosamente: "que en el cielo tu eterno destino por el dedo de Dios se escribió".
Ustedes son el sueño. Este es el momento de ustedes. Y, a medida que ustedes aspiren al futuro que saben que es posible, siempre tengan en mente que su mayor aliado, la nación que más que cualquier otra celebra el éxito logrado por ustedes, es su vecino más cercano y su mejor amigo, los Estados Unidos de América.
 ¡Que viva México! ¡Que vivan los Estados Unidos! ¡Que Dios los bendiga!

* * *
 Remarks for President Barack Obama
National Museum of Anthropology
Mexico City, Mexico
Friday, May 3, 2013
 Hola!  Buenos dias!  It is wonderful to be back in México, lindo y querido.  I bring with me the greetings and friendship of the people of the United States, including tens of millions of proud Mexican Americans.
This is my fourth visit to Mexico as President.  Each time, I’ve been inspired—by your culture, by the beauty of this land, and most of all, by the Mexican people.  You’ve welcomed my wife Michelle here.  You’ve welcomed our daughter Malia and her classmates to Oaxaca.  And as a proud dad, I have to say—her Spanish is getting pretty good.  It helps that she is smarter than me.
It is an honor to be back in Mexico City—one of the great cities of the world.  Es un placer estar entre amigos.  It’s fitting that we gather at this great museum, which celebrates Mexico’s ancient civilizations and their achievements in arts and architecture, medicine and mathematics.  In modern times, your blend of cultures and traditions found its expression in the murals of Rivera, the paintings of Frida, the poetry of Sor Juana and the essays of Octavio Paz.

Paz once spoke words that capture the spirit of our gathering today—in this place that celebrates your past, but which this morning is filled with you, the young people who will shape Mexico’s future.  “Modernity,” Paz said, “is not outside us, but within us.  It is today and the most ancient antiquity; it is tomorrow and the beginning of the world; it is a thousand years old and yet newborn.”

That’s why I wanted this opportunity to speak with you today.  You live at the intersection of history of which Paz spoke.  You honor your heritage, thousands of years old, but you are also part of something new, a nation remaking itself. And as our modern world changes around us, it is the spirit of young people, your optimism and idealism, that will drive the world forward.

You see the difference between the world as it is and the world as it ought to be; between old attitudes that can stifle progress and the new thinking that allows us to connect and collaborate across cultures.  That includes how we think about the relationship between our two nations.

Despite the deep bonds and values we share, attitudes—in both countries—are sometimes trapped in old stereotypes.  Some Americans only see the Mexico depicted in sensational headlines of violence and border crossings.  Some Mexicans may think America disrespects Mexico, that we seek to impose ourselves on Mexican sovereignty, or, alternatively, wish to wall ourselves off.  And in both countries, such distortions can breed myths and misunderstanding that only make it harder to make progress together.

I have come to Mexico because it is time to put old mindsets aside.  It’s time to recognize new realities, including the impressive progress in today’s Mexico.  For even as Mexicans continue to make courageous sacrifices for the security of your country; even as Mexicans in the countryside and in neighborhoods not far from here struggle to give their children a better life…it’s also clear that a new Mexico is emerging.

I see a Mexico that is deepening your democracy.  Citizens who are standing up and saying that violence and impunity is not acceptable.  A courageous press working to hold leaders accountable.  A robust civil society, including brave defenders of human rights who demand dignity and rule of law.  Political parties that compete vigorously, transfer power peacefully, and forge the compromise on which progress depends.  And even as the work of perfecting democracy is never done—as we know in both our countries—you go forward knowing the truth that Benito Juarez once spoke: “democracy is the destiny of humanity.”

I see a Mexico that is creating new prosperity.  Trading with the world.  Becoming a manufacturing powerhouse—from Tijuana and Monterrey to Guadalajara and across the central highlands—a global leader in automobiles and appliances and electronics.  But also a center of high-tech innovation, producing the software and hardware of our digital age.  One man in Querétaro spoke for an increasing number of Mexicans.  “There’s no reason to go abroad in search of a better life,” he said. “There are good opportunities here.”

Indeed, I see a Mexico that has lifted millions from poverty.  Because of the sacrifices of generations, a majority of Mexicans now call themselves middle class, with a quality of life that your parents and grandparents could only dream of.  This includes new opportunities for women, who are proving that—when given the chance—you can shape the destiny of your country, too.

In you, Mexico’s youth, I see a generation empowered by technology.  I think I see some of you tweeting and WhatsApping right now.  And whether it’s harnessing social media to preserve indigenous languages, or speaking up for the future you want, you’re making it clear that your voice will be heard.  

And I see a Mexico that is taking its rightful place in the world.  Standing up for democracy in our hemisphere.  Sharing your expertise with neighbors across the Americas—when they face earthquakes or threats to their citizens or go to the polls to cast their votes.  You’ve joined the ranks of the world’s largest economies, and became the first Latin American nation to host the G-20, another confident step on the world stage.

Just as Mexico is being transformed, so too are the ties between our two countries.  As President, I’ve been guided by a basic proposition—in this relationship there is no senior partner or junior partner.  We are two equal partners—two sovereign nations that must work together in mutual interest and mutual respect.

Just as I worked with President Calderon, I have reaffirmed with President Peña Nieto that the great partnership between our two countries will not simply continue, it will grow even stronger, even broader.  In my time with President Peña Nieto, I’ve come to see his deep commitment to Mexico and its future.  We share the belief that as leaders our guiding mission is to improve the lives of our peoples.  And so we agree that the relationship between our nations must be defined—not by the threats we face—but by the prosperity and opportunity we can create together.  And if we are serious about being equal partners, then both our nations must recognize our responsibilities.

Here in Mexico, you’ve embarked on ambitious reforms—to make your economy more competitive and your institutions more accountable to you, the people.  As you pursue these reforms, know that you have the strong support of the United States.  Because whether you’re looking for basic services, or trying to start a new business, we share your belief that you should be able to make it through the day without paying a bribe.  And when talented Mexicans like you imagine your future, you should have every opportunity to succeed right here in the country you love.    

In the United States, we recognize our responsibilities as well.  We understand that the root cause of much of the violence here—and so much suffering for many Mexicans— is the demand for illegal drugs, including in the United States.  Now, I do not believe that legalizing drugs is the answer; instead, I believe in a comprehensive approach—not just law enforcement, but education, prevention and treatment. And we’re going to keep at it—because the lives of our children and the future of our nations depend on it.

We recognize that most of the guns used to commit violence here in Mexico come from the United States.  In America, our Constitution guarantees our individual right to bear arms, and as President I swore an oath to uphold that right—and I always will.  At the same time, as I’ve said back home, I will continue to do everything in my power to pass common sense gun reforms that keep guns out of the hands of dangerous people—reforms that will save lives in both our countries.  Meanwhile, we’ll keep increasing the pressure on the gun traffickers who bring illegal guns into Mexico, and we’ll keep putting these criminals where they belong—behind bars.

We recognize our responsibility—as a nation that believes that all people are created equal—to treat one another with dignity and respect. This includes recognizing how the United States has been strengthened by the extraordinary contributions of immigrants from Mexico and by Americans of Mexican heritage.

Mexican Americans enrich our communities, including my hometown of Chicago, where you can walk through neighborhoods like Pilsen and La Villita, dotted with murals of Mexican patriots, where you can stop at a fonda or hear the rhythms of timeless ballads, and where we are inspired by the deep faith of our peoples at churches like Our Lady of Guadalupe.

We’re grateful to Mexican Americans in every segment of our society—for teaching our children, running our companies, serving with honor in our military, making breakthroughs in science, and standing up for social justice.  As Dr. Martin Luther King told Cesar Chavez, we are “brothers in the fight for equality.”  Indeed, without the strong support of Hispanics, including so many Mexican Americans, I would not be standing before you today as President of the United States.    

Our shared future is one of the reasons that we in the United States also recognize the need to reform our immigration system.  We are a nation of laws, and like every nation we have the responsibility to ensure that our laws are upheld.

But we also know that, as a nation of immigrants, the immigration system we have in the United States now doesn’t reflect our values.  It separates families when we should be reuniting them. It’s led to millions of people living in the shadows.  It deprives us of the talents of so many young people—even though we know that immigrants have always been an engine of our economy; starting some of our greatest companies, pioneering new industries.

That’s one of the reasons I acted to lift the shadow of deportation from DREAMers—young people brought to the United States as children.  And that’s why I’m working with our Congress to pass common sense immigration reform.  Reform that continues to strengthen border security and strengthen legal immigration, so citizens don’t have to wait years to bring their family to the United States.  Reform that holds everyone accountable— so immigrants get on the right side of the law and so immigrants are not exploited and abused.  Most of all, reform that gives millions of undocumented individuals a pathway to earn their citizenship.   And I’m optimistic that—after years of trying—we’re finally going to get this done.

Obviously, we seek to work with the Mexican government on all issues related to a well-regulated border.  But I also believe that the long-term solution to the challenge of illegal immigration—so we’re not dealing with this, decade after decade—is a growing, prosperous Mexico that creates more jobs and opportunity right here.

I agree with the Mexican student who said, “I feel like we can reach the same level as anyone in the world.”  And so I firmly believe…juntos, podemos lograr más.  Together, we can achieve more.  So with the remainder of my time today, I want to focus on five areas where we can do more.

First, let’s do more to expand the trade and commerce that creates good jobs for our people.  We already buy more of your exports than any other country.  We sell more of our exports to Mexico than we do to Brazil, Russia, India and China—combined.  Mexican companies are investing more in the United States, and we’re the largest foreign investor in Mexico—because we believe in Mexico, and we want to be a partner in your success.

Guided by the new economic dialogue that President Peña Nieto and I announced yesterday, let’s do more to unlock the true potential of our relationship.  Let’s keep investing in our roads, bridges and border crossings so we can trade faster and cheaper.  Let’s help our smaller businesses, which employ most of our workers, access new markets—the big markets right across the border.  Let’s empower our young entrepreneurs as they create the startups that can transform how we live.  And let’s realize the Trans-Pacific Partnership, this year, so our two nations can compete and win in the fast-growing markets of the Asia Pacific.     

Second, let’s not just sell more things to each other, let’s build more things together.  With many of our companies operating in both our countries, parts are now being shipped back and forth across the border as they’re assembled.  So every day, U.S. and Mexican workers are building things together—cars, aircraft, computers, satellites.

I believe this is only the beginning.  Given the skills of our workers, it makes even more sense for companies from around the world to set up shop in our countries. As Mexico reforms, we’ll be able to do even more business together.  And the more that our companies collaborate, the more competitive they’ll be and the more products we’ll sell to the world. 

Third, as we secure our economic future, let’s secure our energy future, including the clean energy we need to combat climate change.  Our nations are blessed with boundless natural beauty—from our coastlines and farmlands to your tropical forests.  And just as the science of climate change is undeniable, so is the fact that our economies must become greener.

In the United States, we’ve made historic commitments to clean and renewable energy, and reduced our emissions of harmful carbon pollution.  Here in Mexico, you’re a leader in cutting carbon emissions and in helping developing countries do the same.  Together, let’s keep building new clean energy partnerships by harnessing wind and solar and the good jobs that come with them.  Let’s keep investing in green buildings and smart grid technologies so we’re making our planet cleaner and safer for future generations.

Fourth—and this is part of staying competitive, too—let’s do more together in education so our young people have the knowledge and skills to succeed.  Here in Mexico you’ve made important progress—with more children staying in school longer, and record numbers of students like you getting a university education.

Just imagine how much the students of our two countries could do together and learn from each other.  That’s why President Peña Nieto and I announced a new partnership in higher education—to encourage more collaboration between our universities and students.  We’re going to focus on science, technology, engineering and math.  It’s part of my broader initiative called 100,000 Strong in the Americas.  We want 100,000 students from the United States studying in Latin America, including Mexico.  And we want 100,000 Latin American students—including Mexicans like you—to come study in the United States.

Finally, to help energize your careers and spark the industries of the future, let’s truly invest in innovation, research and development.  Here in Mexico, you’re now a global leader in graduating engineers and technicians.  One of Mexico’s leading scientists, Rafael Navarro-González, is helping analyze data from the rover on Mars.

Together, let’s remember that every dollar and every peso that we invest in research and development returns so much more to our economies—more jobs, more opportunity.  So let’s forge new partnerships in areas like aerospace, IT, nanotechnology, biotechnology and robotics.  Let’s answer the hope of a young woman—a student at the National Polytechnic Institute—who spoke for many in your generation, so eager to make your mark.  She said, “give us jobs as creators.”  Give us jobs as creators.

Mexico, I know there are those—in this country and beyond—who are skeptical of your progress; who doubt your capacity to make the most of this moment.  They say the headwinds you face are just too stiff.  They say Mexico has been here before, eyes fixed on a bright horizon, on the verge of great possibility, only to be blown off course.

It is true that nothing is inevitable.  Progress and success is never guaranteed.  The future you dream of, the Mexico you imagine—it must be earned.  And no one else can do it for you.  It can only be earned by you.  You are the future.  As Nervo wrote in “La Raza de Bronce”—tu eres el sueño.  You are the dream.

For just as it was patriots, young and old, who answered the call when Father Miguel Hidalgo rang that church bell two centuries ago, you—your lives, in a free Mexico—are the dream they imagined.  And now it falls to you to keep alive those virtues for which so many generations of Mexicans struggled.

You are the dream—the generation that can stand up for justice and human rights and human dignity, here at home and around the world.

You are the creators, the builders, the climbers, the strivers who can deliver progress and prosperity that will lift up the Mexican people for generations to come.

You are the men and women who will push this nation upward as Mexico assumes its rightful place in the world, as you proudly sing: “in heaven your eternal destiny was written by the finger of God.”

You are the dream.  This is your moment.  And as you reach for the future you know is possible, always remember that your greatest partner—the nation rooting for your success more than anyone else—is your closest neighbor and strongest friend, the United States of America.

Viva México!   Viva los Estados Unidos!   Que Dios los bendiga!   

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