13 ago 2013

¿Marihuana para uso medicinal?

Otra opinión
¿Marihuana para uso medicinal? ¡Lo que quieren es drogarse! / Howard C. Samuels
Legalizing pot isn’t about medicine, it’s about getting high
CNN | 12 de agosto de 2013

A primera vista, mi hijo de once años parece un chico común. Le encanta el béisbol y el baloncesto, juega Xbox con sus amigos y publica fotografías inofensivas del perro en su página de Instagram. En vista de estas características ordinarias, podrás imaginar mi sorpresa cuando, mientras veíamos las noticias, me preguntó (así, nada más): “Si la marihuana es tan mala, ¿por qué quieren legalizarla?”.
Y así, se fue por la borda la larga charla que mi esposa y yo habíamos tenido con nuestros hijos acerca de las drogas.
Les habíamos explicado los efectos nocivos de la marihuana. Similar al tabaco, el fumar marihuana introduce en tu cuerpo alquitrán, monóxido de carbono y otros agentes causantes de cáncer.
Ni mi esposa ni yo esperábamos que los fumadores de marihuana sin escrúpulos interceptaran a nuestro hijo en la calle mientras promovían una petición afuera de una tienda y le dieran un discurso que contradecía todo lo que tratábamos de enseñarle.

Resulta que los fumadores de marihuana no eran precisamente el problema sino el síntoma. Déjame decirte por qué.


Si tienes fiebre, vas al médico y te dice que tienes neumonía, ¿le pides que trate la fiebre o la neumonía? La mayoría le pediríamos que tratara la neumonía porque la neumonía es el problema, la fiebre es el síntoma.
Ocurre lo mismo con el argumento sobre la legalización de la marihuana. No me interesa concentrarme en el síntoma, quiero erradicar el problema. El problema es que de verdad estamos considerando la legalización de la marihuana.

Si analizamos el asunto de la marihuana para uso medicinal en Los Ángeles (en donde vivo), podremos ver a dónde nos lleva la legalización. En mi experiencia, aquí cualquier persona puede conseguir una tarjeta de autorización para el uso medicinal de la marihuana: solo necesitas entre 25 y 100 dólares (de 300 a 1,200 pesos) y la destreza para convencer a los demás.
Simplemente haces una cita con alguna empresa, les explicas tu problema y las razones por las que necesitas la tarjeta (sin necesidad de ofrecer pruebas médicas) y te entregarán una con validez de un año. Es un sistema ineficaz y mal regulado.

¿Por qué hay personas tan apasionadas por la legalización de la marihuana? Porque cuando fumas marihuana, te drogas. Fríes tu cerebro. Por eso, los pacientes a los que atiendo en mi centro de tratamiento lo llaman “hornearse”. La gracia de la marihuana es drogarse.

No tengo nada en contra de quienes la fuman. De hecho, creo que es un crimen meter a prisión a alguien por hacerlo. Honestamente, ¿en verdad es necesario meter a un muchacho idiota de una fraternidad en una celda junto a un monstruo porque lo atraparon fumando marihuana en Mardi Gras? Kevin Sabet, exasesor de la Oficina de Políticas Nacionales para el Control de las Drogas de la Casa Blanca, da en el blanco cuando dice que es necesario mejorar los procesos penales por posesión de marihuana, pero que la legalización es una medida excesiva.

Quienes promueven la iniciativa gustan de afirmar que la marihuana es parecida al alcohol. Aunque el alcohol es legal, es responsable de decenas de miles de muertes al año por accidentes automovilísticos u otros sucesos desafortunados relacionados con el consumo de alcohol. Pero no podemos retroceder en ese tema porque está demasiado arraigado en nuestra sociedad.

Dicen que debería legalizarse porque las personas mayores y los niños que tienen padecimientos como glaucoma, cáncer o convulsiones intratables la necesitan.

Es doloroso ver sufrir a los demás. No me opongo a ayudar a la gente. En un mundo perfecto, una mujer que tiene cáncer debería poder obtener una receta médica, ir a la farmacia, comprar su marihuana medicinal, ir a casa y recuperarse de su última ronda de quimioterapia. Pero no vivimos en un mundo perfecto y no necesitas tener un doctorado para darte cuenta de que las personas que no usan la marihuana con fines médicos explotan el espíritu del argumento solo para drogarse.
Aprobar la legalización de la marihuana en nuestra cultura sería como usar gasolina para apagar un incendio, porque atrofia el desarrollo.

¿Saben por qué no vemos a la gente que fuma marihuana en las calles? Porque están en casa fumando y viendo televisión o jugando videojuegos todo el día. ¿Tienen idea de cuántos adictos a la marihuana encuentro en mi centro de rehabilitación a diario? Hablan de querer ser productivos. Sin embargo, la marihuana mata sus motivaciones, destruye la capacidad de la gente para salir a trabajar y hacer una carrera. Provoca que no quieran hacer nada más que estar tirados por allí todo el día. ¿Eso es lo que quieres para tus hijos? ¿Eso es lo que quieres para tus seres queridos?

¿Y cómo venderías la marihuana? Acabamos de iniciar una época en la que sabemos que fumar tabaco es dañino, pero ahora los anunciantes tienen que vender un producto nuevo.

¿A quién crees que le van a vender su producto? Ciertamente ni a ti ni a mí, porque no somos tan estúpidos como para creer sus mentiras; sabemos demasiado. Van a hacer lo que las empresas cigarreras hicieron en la década de 1980 y le van a vender esto a los jóvenes.

La sola idea me enferma. Sé lo que la marihuana hace con la mente humana porque empecé a fumarla cuando tenía 15 años. Literalmente me arrebató la motivación para participar en mi propia vida. Me parecía que estaba perfectamente bien estar sentado comiendo galletas todo el día y viendo televisión, drogándome con mis amigos.

Pero, ¿salir a ganarme la vida y hacer algo con ella?

Todo eso lo haría después, cuando pasaran los efectos de la marihuana. Pero entonces, fumaba más y pensaba: “¿Para qué molestarse?”… finalmente, empecé a inyectarme heroína. Si mi familia no hubiese intervenido y pedido ayuda profesional, probablemente seguiría vagando sin rumbo por las calles, buscando ese “viaje perfecto” tan escurridizo.

Aunque solo cuentes a la marihuana en tu repertorio de drogas ilícitas de consumo, nunca tendrás resultados positivos. Nunca.

Además, pregunto a quienes abusan de la marihuana: ¿En realidad son tan débiles? ¿En verdad se sienten tan incómodos consigo mismos que no pueden manejar su vida ni tener experiencias reales sin estar drogados? ¿Les es realmente imposible vivir sin una droga? Porque si es así, me rompe el corazón y me dan lástima, porque eso no es vida.

Mi hijo va a conocer la verdad sobre ustedes. Va a saber que cada vez que se le acerquen con el argumento sobre la legalización de la marihuana, lo que realmente hacen es pedirle que vote a favor de que ustedes pasen el resto de su vida “horneados” en su sofá, demasiado drogados como para salir a jugar con sus propios hijos o hacer las cosas que siempre soñaron.

A mi hijo le diré que eso solo significa que tendrá un contrincante menos en su camino hacia una vida exitosa y satisfactoria.

Solo tengo una cosa más que decirle a los fumadores de marihuana que defienden apasionadamente su derecho a fumarse la vida: sigan soñando.
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At first glance, my 11-year-old son seems like your everyday, all-American kid. He loves baseball and basketball, plays Xbox with his friends when they come over, and posts innocuous pictures of the family dog on his Instagram feed. Given these mundane facts about the boy, you can imagine my surprise when, while watching the news (again, seemingly from out of nowhere) he asked me, “If pot is so bad, why are they trying to legalize it?”

 

And, just like that, the long and involved talk my wife and I had given our children about drugs was tossed out the window.

 

We had explained the harmful effects of marijuana. Like cigarettes, smoking marijuana introduces tar, carbon monoxide and cancer-causing agents into your body.

 

Neither my wife nor I anticipated that our son would be stopped on the street by unscrupulous potheads petitioning outside of the local grocery store and being fed a line of rhetoric that went against what we were trying to teach him.

 

It turns out that potheads weren’t exactly the problem; they were the symptom. Let me tell you why.

 

If you have a fever and you go to the doctor and he tells you that you have pneumonia, do you ask him to treat the fever, or do you ask him to treat the pneumonia? Most of us would ask him to treat the pneumonia because the pneumonia is the problem; the fever is the symptom.

 

It’s the same way with the argument about the legalization of marijuana. I’m not interested in focusing on the symptom; I want to eradicate the problem. And the problem is that we’re even considering legalizing marijuana at all.

 

Let’s take a look at the medical marijuana issue in Los Angeles (where I live) and we can see where legalization takes us. It has been my experience that anyone can get a medical marijuana card in L.A.; all you need is $25-$100 and the ability to lie about needing it. You just make an appointment with some company, walk in and state your problem(s) and why you need a card (with no proof of medical conditions whatsoever) and you will be prescribed a card that is good for one year. It’s a toothless system that isn’t well-regulated.

 

Why are some of the people who petition for legalizing marijuana so passionate about it? Because when you smoke pot, you get loaded. You fry your brain. That’s why the patients I see in my treatment center call it “getting baked.” Pot is all about getting really high.

 

Now, I have nothing against people who smoke pot. In fact, I believe it is a crime to put someone in prison for smoking pot. Honestly, do we really need some idiot frat boy to get picked up during Mardi Gras for smoking pot and find himself locked in a cage with a monster for six months? Kevin Sabet, a former senior adviser to the White House Office of National Drug Control Policy poses a terrific point when he says that criminal processing for possession of marijuana needs improvement, but legalization is a step too far.

 

Marijuana supporters like to argue that marijuana is similar to alcohol. While alcohol is legal, it also accounts for tens of thousands of deaths every year in car accidents or other drinking-related misfortunes. But we can’t turn the clock back on that one because it’s too embedded in our society.

 

Supporters of marijuana say that marijuana should be legalized because old people and women and children who have ailments like glaucoma or cancer or intractable seizures need it.

 

It is painful to watch people suffer. I am not against helping people. In a perfect world, a woman suffering from cancer should be able to get a prescription from her doctor, go to a pharmacy, acquire her medical marijuana, go home and recuperate from her last round of chemotherapy. But we don’t live in a perfect world, and you don’t need a Ph.D. to see that the spirit of that argument is being exploited by people who aren’t using the marijuana for medical reasons at all; they are using it to get high.

 

Introducing legalized marijuana into our culture would be like using gasoline to put out a fire, because it stunts growth.

 

Do you know why we don’t see potheads out in public? It’s because they’re sitting at home smoking weed and staring at their television sets or playing video games all day. Do you have any idea how many marijuana addicts I encounter at my rehab on a daily basis? They talk about wanting to be productive. But what pot does is it kills their motivation — it destroys people’s ability to go out and work and to have a career. It makes them want to do nothing but lie around all day. Is that what you want for your children? Is that what you want for your loved ones?

 

And how do you market marijuana? We have only just now moved into an era where cigarette smoking is commonly known to be harmful, but now advertisers have a new product to sell. Who do you think they’re going to market their product to? Not you or me, because we’re not stupid enough to believe the lie; we know too much. They’re going to follow in the footsteps of the cigarette companies in the 1980s and market this stuff to young people.

 

The very idea of that sickens me. I know what marijuana does to the human mind because I started smoking weed when I was 15 years old. It literally robbed me of my motivation to participate in my own life. I was absolutely OK with sitting around all day eating cookies and watching television and getting high with my friends. But, to go out and earn a living and do something with my life? That was all stuff that I was going to do later after I came down off of the marijuana. But, then I’d smoke some more and think, “Why bother?” . . . and, eventually, I started shooting heroin. If my family had not intervened and sought professional help, I would probably still be wandering aimlessly through the streets today; searching for that elusive “perfect high.”

 

Even if you only stay with marijuana in your repertoire of illicit drugs to abuse, it will never yield positive results. Ever.

 

And, I posit this to marijuana abusers everywhere: Are you really that weak? Are you really that uncomfortable in your own skin that you can’t handle living your life or having real experiences without being high? Is it really impossible for you to live life without a drug? Because, if it is, it breaks my heart and I feel sorry for you. Because that’s no way to live.

 

And my kid, he’s going to know the truth about you. He’s going to know that every time you approach him arguing for the legalization of marijuana, what you’re really doing is asking him to vote to make it OK for you to spend the rest of your life half-baked on your sofa, too stoned to go out and play with your own kids or do the things you’ve always dreamed of doing. To my kid, I’m going to say that this means one less competitor on his road to a successful and fulfilling life.

 

And, to the potheads who are so passionate about being allowed to smoke their lives away, I have only one thing to say: Dream On.

 

Howard C. Samuels escribió el libro Alive Again: Recovering from Alcoholism and Drug Addiction. Es fundador y presidente del Centro de Tratamiento The Hills en Los Ángeles.

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