2 oct 2011

Buscaglia asegura que en México operan 167 grupos de paras

La multiplicación de los “paras”
Ricardo Ravelo, reportero.
Proceso # 1822, 2 de octubre de 2011;}
La incapacidad del aparato de seguridad del Estado sigue dando frutos: es el caso de la formación de cuerpos paramilitares, como los autodenominados Matazetas, quienes se atribuyeron la masacre de 35 personas en Boca del Río, Veracruz. Aunque el gobierno de Felipe Calderón niega que existan grupos de este tipo, el experto Edgardo Buscaglia asegura que en México operan 167 de ellos. Se trata, dice, de sicarios formados en la milicia o en las policías y que no sólo trabajan para los cárteles, sino para gobiernos estatales o empresarios.
El vacío de poder que priva en México, la simulación electoral, el financiamiento de las campañas políticas por el narcotráfico y la acelerada pérdida de los controles territoriales por parte del Estado son “el caldo de cultivo más eficaz para la proliferación de los grupos paramilitares en el país”, plantea Edgardo Buscaglia, asesor de las Naciones Unidas, director del Centro de Desarrollo Económico y Derecho Internacional de la Universidad de Virginia y profesor de derecho internacional en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Señala que mientras el presidente Felipe Calderón continúe combatiendo al crimen organizado “de manera sesgada”, sin golpear “el nervio financiero de la mafia”, poderes como el paramilitarismo seguirán arrancando “pedazos del Estado” hasta que México se precipite al abismo, como pasó en Afganistán, Kosovo y, en los años ochenta y noventa, en Colombia, país donde esos grupos se popularizaron con el nombre de “paras”.
A Buscaglia no le sorprende la aparición del grupo paramilitar autodenominado Los Matazetas, que irrumpió en el escenario nacional tras la matanza de 35 presuntos integrantes del cártel de Los Zetas en el puerto de Veracruz, pues afirma que aunque el gobierno federal niegue la presencia de paramilitares en México, este fenómeno existe desde hace mucho tiempo.
Según el experto, en México operan 167 grupos paramilitares que son financiados por empresarios empeñados en proteger “vida y propiedad”, garantías que ya no puede otorgar el Estado mexicano, y en otros casos –asegura– son pagados por los propios gobernadores, quienes ante la incapacidad de otorgar seguridad a la gente, pagan a estos grupos armados para limpiar territorios y salvar los mercados de la droga que hoy ve amenazados el cártel de Sinaloa, la organización criminal que el propio gobierno federal pretende consolidar en el territorio mexicano.
Explica: “Los grupos paramilitares en México existen desde hace mucho tiempo. Los Zetas, por ejemplo, son una expresión del paramilitarismo ligado a un grupo criminal, en este caso al cártel del Golfo. Los Zetas y todo lo que se desprende de ellos –policías, mercenarios y otros grupos – llevan a cabo tácticas militares de protección, control territorial y de mercados, y su función primordial es limpiar los territorios en beneficio de los grupos que les pagan.
“Lo que hoy preocupa, y mucho, es la proliferación de estos grupos paramilitares, que el gobierno quiere ocultar porque ya refleja una fragmentación cada vez mayor de la estructura del Estado. Existen porciones del Estado que han sido compradas al por mayor por grupos empresariales oligopólicos y monopólicos; otros pedazos del Estado están en manos de grupos ilegales desde hace 10 años, cuando inició la caótica transición política que viene conduciendo al país no a una democracia participativa, sino a lo que yo llamo una mafiocratización”.
De acuerdo con Buscaglia –también profesor de Economía y Derecho del Crimen e investigador de la Universidad de Stanford–, el proceso de fragmentación del Estado ha derivado en un rompecabezas en el cual “cada trozo le pertenece a un cártel. Por ello, el gobierno de Calderón no puede proteger vida y propiedad, y ese vacío que deja el Estado es aprovechado por los grupos paramilitares”.
–¿Cómo surgen los grupos paramilitares en México? ¿De dónde vienen? –se le pregunta.
–Muchos son mexicanos, provienen de las propias policías o del Ejército. En otros casos son traídos del extranjero y contratados por los empresarios o algunos gobiernos estatales.
“El caso de las policías municipales que controlan el mercado de migrantes en una determinada región y la práctica de entregarlos a Los Zetas para asesinarlos son ejemplos claros de táctica paramilitar. Su tarea es controlar un mercado y así favorecer a los grupos que les pagan. En México hay una mezcla de grupos paramilitares: los pagados por empresarios, y los tradicionales, que pertenecen a los cárteles de la droga, como fue el caso de Los Zetas del cártel del Golfo”.
Negociador de las Naciones Unidas en países como Afganistán y Nigeria, Buscaglia sostiene que la desarticulación del gobierno y el desorden que priva en todo el país aumenta la percepción de inseguridad entre la gente y en la clase empresarial, a la que hoy ve paralizada y sumida en su interés de proteger sus negocios:
“El escenario de México es harto complicado. Estamos más cerca del abismo que antes, y este proceso está sujeto a un efecto multiplicador, pues cuanta más percepción de inseguridad tienen los empresarios, más están dispuestos a pagar a compañías privadas estadunidenses para que les provean de cinco a 10 mercenarios que protejan su patrimonio y su vida, lo que genera más paramilitarización.”
Según Buscaglia, varios factores favorecen la proliferación de los grupos paramilitares: “El gobierno federal no puede controlar la embestida criminal debido a que su estrategia para enfrentar la tragedia social y política que vive México es mediática. Además, es claro que el presidente Calderón está muy mal asesorado, pues sus asesores extranjeros y nacionales tienden a negar lo que todo mundo ve, y esta postura miope refleja el temor a que se desate un potencial bloqueo del flujo de inversiones extranjeras, con lo cual se les caería el modelo político-empresarial mafioso que prevalece en México desde los años ochenta.
“Y es que hay grandes inversiones en determinados sectores protegidos de la economía que han sido protegidos por el partido en turno, llámese PRI, PAN o PRD, aquí no hay ideología, porque en México la simulación electoral es un deporte nacional, pues los candidatos de todos los partidos están manejados por los mismos focos de poder.
“A mí me han dicho que la simulación electoral es una falacia, porque en México se celebran elecciones. Ante esto yo digo que, en efecto, los candidatos van a elecciones, pero están previamente pridigitados por esos factores de poder que están tras bambalinas, y esos factores de poder son los que han generado la fragmentación del Estado, que es responsable de la paramilitarización que estamos viviendo.”
–En Colombia y otros países de Latinoamérica hay grupos paramilitares desde hace décadas. ¿Qué otras causas dan origen a ese fenómeno desestabilizador?
–En Colombia el paramilitarismo fue auspiciado por el propio Estado; era una paramilitarización centralizada. En México la paramilitarización es un síntoma del Estado débil y fallido, y se prohija por el vacío de poder y la falta de legitimidad del gobierno federal.
“Yo no encuentro palabras para expresar lo que se vive en México. Pienso en casos como el de Rusia, donde hay una delincuencia organizada consolidada y gestionada por el Estado. En ese país, si alguien es víctima de un delito y por causalidad le corresponde al grupo criminal protegido, al agraviado se le puede procesar con una causa penal por denunciar. Ese no es el futuro que se quiere en México, aunque por desgracia la estrategia del gobierno federal, por acción u omisión, conduce al país a una situación similar a la de Rusia.”
Fenómeno de la descomposición
La aparición en Veracruz del grupo paramilitar Los Matazetas causó revuelo en el país y fuera de él, pero no es el único que opera en el territorio mexicano. Desde 2005, la descomposición de las corporaciones policiacas estatales y federales, así como la disputa territorial de los cárteles, han propiciado la formación de los llamados comandos de la muerte o núcleos paramilitares al servicio del narcotráfico.
En 1996, tras desertar del Ejército por razones hasta ahora desconocidas, surgió la organización armada Los Zetas, una de las expresiones más acabadas del paramilitarismo en México. Agrupados en torno del entonces jefe del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas, este grupo comenzó a sembrar violencia.
Pronto dio muestras de su poder: levantones, secuestros, matanzas y extorsiones fueron las modalidades criminales que pusieron en práctica y que hasta hoy los caracterizan, pues fue el núcleo armado ligado al narcotráfico que mejor diversificó sus actividades ilegales. Actualmente son reconocidos por la DEA como un cártel independiente y con presencia en una veintena de entidades.
En 2005 surgió en Guerrero otro núcleo llamado El Comando Negro, liderado por agentes de la Agencia Federal de Investigación (la AFI que encabezaba Genaro García Luna, en aquel tiempo la corporación policiaca “modelo” del sexenio de Vicente Fox). Esos agentes federales estaban adscritos a la delegación de la PGR en Acapulco. Según la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/106/2005, los policías, que actuaban como secuestradores y sicarios en sus tiempos libres, estaban al servicio del cártel de los hermanos Beltrán Leyva.
De acuerdo con la indagatoria citada, los agentes federales participaron en el secuestro de un grupo de zetas que fueron entregados a Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, quien junto con otros pistoleros los interrogó en una casa de seguridad mientras los grababan. En el video, que fue entregado a la PGR y después difundido por internet, se observa cómo alguien encañona a uno de los presuntos zetas y le dispara en la cabeza. Todos fueron asesinados de la misma forma.
Por aquellos años, el cártel de Sinaloa, que encabeza Joaquín Guzmán Loera, creó su propio grupo paramilitar: Los Pelones. Era un equipo armado que se enfrentó a Los Zetas para expulsarlos del estado de Guerrero y así ocupar esa codiciada plaza. En ese estado era común ver a grupos ligados a los cárteles de la droga desatando balaceras y matanzas sin que ninguna autoridad les pusiera freno. Hasta la fecha ocurre.
En 2008 surgió el grupo denominado La Policía del Calendario, cuyos integrantes presuntamente tienen formación militar y están al servicio exclusivo de Ismael El Mayo Zambada, uno de los pilares del cártel de Sinaloa.
Esos paramilitares no aparecieron en video como Los Matazetas. Están mencionados en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/256/2008, integrada por la PGR en contra del presunto narco colombiano Ever Villafañe Martínez o Marco Antonio Espinoza Tovali. La compañera sentimental de éste, Altagracia Espinoza Aguilar, refiere ahí que tanto ella como su novio fueron secuestrados por La Policía del Calendario el 30 de julio de 2008, cuando circulaban por la carretera libre a Cuernavaca, Morelos.
Ella declara que los sicarios al servicio de El Mayo la torturaron al tiempo que le mostraban fotografías de Arturo Beltrán Leyva, capo que presuntamente estaba relacionado con Villafañe y a quien Zambada pretendía eliminar.
Además, a principios del presente año, el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS) denunció que en Chiapas operan grupos paramilitares que tienen asoladas a poblaciones como Las Perlas, en el municipio de Altamirano, y El Carrizal, comunidad de Ocosingo.
En un comunicado, ese frente denunció que los paramilitares están encabezados por Humberto Castellanos y acusaron al gobernador de Chiapas, Juan Sabines, de auspiciar el surgimiento de este tipo de organizaciones en todo el estado “para acallar a los grupos de campesinos disidentes”.
El 23 de septiembre, dos días después de que fueron arrojados 35 cadáveres de presuntos zetas en plena zona turística de Veracruz-Boca del Río, apareció en el portal conocido como El Blog del Narco un video en el que cinco personas encapuchadas, desarmadas y totalmente vestidas de negro hablan sobre ese hecho y hacen pública la existencia de su nueva organización: Los Matazetas.
También dijeron ser miembros del Cártel de Jalisco Nueva Generación, un brazo del cártel de Sinaloa que, según las autoridades, proviene de la célula que encabezó Nacho Coronel, muerto el 29 de julio de 2010 durante un enfrentamiento con el Ejército en el municipio jalisciense de Zapopan.
La aparición de este grupo paramilitar que dice tener la misión de limpiar al estado de Veracruz de los grupos que extorsionan y secuestran –además de “respetar a los poderes ejecutivos” tanto federal como estatal y comprender que las Fuerzas Armadas no puedan actuar al margen de la ley–, causó temor porque aviva la sospecha de que los grupos paramilitares empiezan a suplantar al Estado en tareas de esta naturaleza.
Los Matazetas ofrecieron una “disculpa” al pueblo veracruzano por la violencia que se ha desatado, al tiempo de que se adjudicaron la muerte de los 35 presuntos zetas. Sin embargo, el gobierno de Veracruz niega la existencia del grupo paramilitar y de manera conjunta con la PGR investiga la masacre.
Por su parte, el gobierno federal reconoció la existencia del grupo, pero tuvo el cuidado de no referirse directamente a él como Matazetas. El 27 de septiembre, sin entrar en detalles, el secretario de Gobernación, José Francisco Blake, leyó un comunicado en el que expuso que el gobierno federal es el que encabeza la lucha contra el crimen organizado con fundamento en la ley y a través de las instituciones formalmente constituidas para ello.
Sin nombrar a los Matazetas, cuyo video han visto más de 65 mil personas en internet, Blake Mora añadió: “Cualquier otra expresión al margen de la ley que pretenda erigirse en combatiente del crimen carece de legitimidad necesaria y, con independencia de la causa o motivación, enfrentará la fuerza del Estado”.
Un día después, el 28 de septiembre, Alejandra Sota Mirafuentes, vocera del gobierno federal, negó que en el país operen paramilitares, y se refirió implícitamente a Los Matazetas al reiterar: “Todo grupo que actúa al margen de la ley, que pone en riesgo la tranquilidad, la seguridad y la dignidad de las personas, será perseguido y llevado ante la justicia.
“Veracruz no será la excepción. La ubicación geográfica de Veracruz lo convierte en un punto estratégico para redes criminales. Su infraestructura portuaria y su colindancia con Tabasco y Chiapas, estados fronterizos con Guatemala, y por el otro lado con Tamaulipas, la frontera con el mayor intercambio comercial con Estados Unidos, hacen de la entidad un paso codiciado para el trasiego de drogas hacia el centro y norte del país.”
Edgardo Buscaglia cuestiona que el gobierno federal no reconozca directamente a los grupos paramilitares, pues señala que en varias entidades del país ya suplantaron al propio Estado:
“Hay diversos grupos paramilitares que ofrecen resolver homicidios, cobrar una deuda o investigar casos de desapariciones. Esto es evidente en Guerrero, en Durango y en Sinaloa, bolsones territoriales donde ya es claro el Estado fallido. De seguir esa orgía de corrupción y de financiamiento electoral por parte del narco, y en este caos institucional, no veo para México otro fin que precipitarse a un abismo como el que vive Afganistán.”
–¿Qué pasa con las clases empresarial y política? ¿Están dormida?
–Tratan de proteger sus propios intereses pero no se dan cuenta de que colectivamente están perdiendo todo. Eso en teoría de los juegos se llama “el dilema del prisionero”. La reacción de los empresarios vendrá cuando el narco les penetre sus círculos sociales, les derribe sus aviones o les haga estallar bombas en sus casas o empresas, como pasó en Colombia.
“La clase empresarial actuará cuando sienta tanto dolor y sufrimiento como los padres o las madres de Ciudad Juárez que han perdido a sus seres queridos, y vivan el calvario de no encontrarlos.”

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