Legalizar
la amapola para fines médicos/RICARDO
MEJÍA BERDEJA |
La Silla Rota, | 2016-03-20 00:00:00
México
y el estado de Guerrero deben convertir una amenaza en una oportunidad. Ya se
ha pagado una cuota de sangre altísima y las consecuencias del prohibicionismo
extremo están a la vista.
El
consumo de drogas no es una situación nueva para la humanidad; desde un sentido
estricto, podríamos afirmar que todas las culturas han recurrido al uso de
sustancias que alteran la conciencia.
Sin
embargo, las consecuencias del consumo de estupefacientes en otras épocas,
difiere de las consecuencias que enfrentamos en la actualidad.
El
siglo XIX marcó un punto de inflexión en el consumo de drogas luego de la
crisis de opio en China, que llevó a la creación de un consenso punitivo sobre
la oferta y la demanda de estupefacientes, nacido en la Convención
Internacional del Opio de 1912, desarrollado paso a paso entre 1949 y 1961, y
asumido por todos los países signatarios de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) en 1998.
A
partir de ese entonces, el consumo de narcóticos en México se ha visto envuelto
en un halo de perjuicios y censura que han sancionado negativamente su
condición terapéutica.
La
historia oficial se ha empeñado en sepultar los capítulos de nuestra historia
en que eran legales algunas drogas que hoy son prohibidas, soslayando también
el hecho de que durante la Colonia, las drogas eran permitidas y no producían
corrupción ni violencia.
En
el siglo XIX tampoco producían corrupción ni violencia. La discusión sobre las
drogas se centraba en la salud, era una discusión farmacológica, más
propositiva.
Sin
embargo, grupos del poder fáctico vieron en las drogas un gran negocio. Aunado
a las presiones del gobierno de Estados Unidos para imponer en México la
política prohibicionista, el presidente Lázaro Cárdenas tuvo que recular, a
pesar de que había legalizado el consumo de drogas durante algunos meses en
1940.
Los
resultados mexicanos en detenciones, decomisos o capturas de capos son
notables. La irrelevancia de esos logros, también. Todas las operaciones
policiacas, las detenciones, campañas y muertes, no han servido para reducir el
flujo nacional e internacional de estupefacientes producidos de manera ilegal
en nuestro país.
Según
la Organización de la Naciones Unidas, en 2008, diez años después del acuerdo
universal de prohibición, entre 155 y 250 millones de personas eran
consumidoras de estupefacientes, es decir, entre 3.5% y 5.7% de la población
mundial.
La
tendencia prohibicionista, por otro lado, creó mercados muy rentables para los
traficantes nacionales y los proveedores internacionales, añadiendo daños
colaterales, principalmente en los países productores, convirtiéndolos en
verdaderos escenarios de la “guerra contra las drogas”.
Según
un reporte de la organización Human Rights Watch, la guerra contra los cárteles
del narcotráfico en México de 2006 a 2012, dejó más de 60,000 muertos. Sin
embargo diferentes estimaciones hablan de más de 100 mil personas asesinadas en
esta batalla incesante.
Otra
de las consecuencias derivadas de la prohibición de drogas en México, es la
crisis humanitaria que viven cientos de miles de desplazados internos por la
violencia en el marco del combate al narcotráfico.
La
Comisión Mexicana para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH)
calcula que al menos existen 281 mil desplazados por culpa de la violencia
relacionada con grupos criminales. Sin embargo, este conteo se realizó tomando
en cuenta éxodos de comunidades completas y no contempla el registro de casos
“gota a gota”, que por su naturaleza, se trata de personas o familias que se
mueven pero no dejan rastro para no ser perseguidas.
Guerrero,
se ha vuelto la zona más violenta de México. Según datos oficiales, su tasa de
homicidios en 2014 fue de 47 asesinatos por cada 100.000 habitantes, el triple
que la media nacional.
Los
resultados de la estrategia prohibicionista, comparados con los altos costos
que ha cobrado, hacen evidente su ineficacia en la lucha contra las drogas. Por
ello, es necesario plantear una nueva ruta desde un enfoque sanitario que
regule la producción, procesamiento, distribución, venta y consumo del opio y
sus productos derivados, para emplearse como medicamentos analgésicos
contra el dolor que supera el umbral de
acción de los calmantes tradicionales, siguiendo el modelo de éxito empleado en
la India, el mayor productor legal a nivel mundial y el único que produce opio
a la manera tradicional de la incisión.
Al
respecto, la Organización Mundial de la Salud, ha sostenido que los
medicamentos derivados de los opiáceos como la morfina, la oxicodona, el
fentanilo y la buprenorfina resultan más eficientes que los analgésicos comunes
como el paracetamol o los fármacos antiinflamatorios no esteroideos en el
tratamiento del dolor moderado a intenso[i].
Sin
embargo, los beneficios terapéuticos de los medicamentos derivados del opio no
han logrado superar las barreras impuestas por el consenso punitivo del uso de
drogas, abonando al desabasto mundial de medicamentos contra el dolor[ii].
Por
ello, con la intención de promover el acceso a medicamentos derivados del opio
que atiendan la demanda existente en nuestro país y para impactar el mercado
ilegal de la amapola, los diputados de Movimiento Ciudadano en Guerrero
propusimos, a través de una iniciativa legislativa que buscamos haga suya la
legislatura local y que se presente al Congreso de la Unión, en términos del
artículo 71 de la Constitución Federal, una modificación gradual al marco
normativo, modificando en una primera etapa tres instrumentos legales, a decir:
Ley General de Salud, el Código Penal Federal y el Código Federal de
Procedimientos Penales.
Con
ello, existe la posibilidad jurídica para que nuestro país legisle para regular
el cultivo y producción de materias primas, importación y exportación de
medicamentos derivados del papaver somniferum o adormidera.
Por
otra parte, la regulación del cultivo de amapola presupone beneficios
económicos para Guerrero, pues las condiciones económicas, geográficas y
físicas del estado lo convierten en el más importante productor de amapola y de
goma de opio ilegal en nuestro país.
Con
la legalización de la siembra de amapola, es esperable que se generen
beneficios económicos para los agricultores que la cosechen, asimismo se prevé
que la producción se realice en lugares donde ya existe un conocimiento de su
producción, genere un aumento de empleos y de las rentas que se generen por
esta nueva actividad lícita.
El
momento que actualmente enfrentamos nos obliga a tomar medidas extraordinarias
que venzan paradigmas morales en beneficio de realidades que ética y
numéricamente beneficien a nuestro país.
Han
sido largos años de violencia y estrategias fallidas que han cobrado la vida de
miles de mexicanas y mexicanos sin que hasta ahora se realice una verdadera
transformación legal que produzca seguridad y prosperidad en nuestro país.
@RicardoMeb
@OpinionLSR
[i]
Escalera Analgésica de la Organización Mundial de la Salud.
[ii]
Según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, existen 5,500
millones de personas (tres cuartas partes de la población mundial) no tienen
acceso a medicamentos contra el dolor.
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