16 oct 2022

El 'samurái' que salvó a la familia Madero en 1913

El samurái de la Revolución

Carlos Almada reconstruye las acciones de Horiguchi Kumaichi, encargado de Negocios de Japón durante la Decena Trágica, que permitieron salvar la vida de la esposa, padres y dos hermanas de Francisco I. Madero

Erika P. Bucio


R Reforma, 9 de octubre de 2022

Durante la Decena Trágica en 1913, la familia del Presidente Francisco I. Madero logró salvar la vida al refugiarse en la Embajada de Japón, por iniciativa del Encargado de Negocios Horiguchi Kumaichi (1865-1945), quien llegó a poner a su esposa e hijos como escudo humano para proteger sus vidas.

Una acción incomprensible para la mente occidental, pero no para un hombre que por su modesto origen samurái antepuso el honor a su vida y la de los suyos.

En Un samurái en la Revolución Mexicana (Debate), el exembajador de México en Japón Carlos Almada relata cómo el encargado de negocios ad interim de Japón, acogió y salvó a la esposa, padres y dos hermanas del Presidente Madero en febrero de 1913.

"(Horiguchi) actuó con sentido del honor, de amistad y de justicia", asegura Almada en entrevista.

A pesar de que Horiguchi fue condecorado con el Águila Azteca en 1934, la máxima distinción otorgada a un extranjero por el Gobierno mexicano, y haber sido honrado por el Senado, el recuerdo de su acción heroica se fue diluyendo con el tiempo.

La familia del asesinado Presidente nunca quiso hablar sobre la Decena Trágica, era un tema evitado en casa de los Madero. De hecho, el exembajador en Japón está casado con María del Carmen Madero, su abuelo, Julio, fue hermano del Presidente.

Almada reconstruye la acción heroica de Horiguchi al acceder al diario del diplomático japonés, en una versión en español localizada por la historiadora Graziella Altamirano en el Archivo Histórico Diplomático "Genaro Estrada", traspapelado en el expediente de Manuel Calero, primer Secretario de Relaciones Exteriores de Madero.

La lectura de ese diario le abrió preguntas, entre ellas, ¿por qué lo hizo? Las respuestas se las fueron dando el contacto con sus descendientes, documentación a la que tuvo acceso en Japón, la visita a su ciudad natal Nagaoka y su historia familiar. Se entrevistó además con miembros de las familias Madero y Horiguchi.

El exembajador en Japón confiesa haberse sentido perplejo con la lectura del diario, que le sirve como eje narrativo para el libro, cuando Horiguchi anota el sábado 15 de febrero que antepuso su familia como escudo para proteger a la familia Madero.

Ambas familias temían "ser asesinadas de un momento a otro". Eran fuertes los rumores de que sería bombardeada la legación y ante el peligro, los padres del Presidente Madero pensaron en ir al Castillo de Chapultepec, y aunque el diplomático intentó disuadirlos, fue en vano.

"Entonces para su mayor tranquilidad los hice acompañar por mis familiares (para) protegerlos pensando (...) que los familiares de un diplomático (con su inmunidad) no serían molestados en lo más mínimo (...) y además, por si era efectivo el rumor de ataque a la legación, que (los míos) no se encontraran en peligro", anota Horiguchi.

Narra que esa noche más de 20 personas salieron de la embajada en tres automóviles, unas iban tendidas en el suelo y otras agachadas para evitar ser blanco de las balas.

"Todas ellas se imaginaron no estar vivas al oír el zumbido de los proyectiles sobre sus cabezas. Después de un rato en el que temían ser muertas de un momento a otro, llegaron al Castillo con la velocidad que le permitían los coches, sin más consecuencias que el susto".

Fue así como la familia Horiguchi actuó como escudo protector, con la bandera japonesa, de la familia Madero.

También la comunidad japonesa en México corrió riesgos enormes para "alimentar a la familia Madero en medio de la batalla y se armó con fusiles y katanas para defenderla". La propia hija del embajador, Iwako, junto con Antonieta Rivas Mercado, también refugiada, se encargaron de organizar la ayuda.

"Sin caer en arquetipos, esto no es una película de Kurosawa ni una novela épica japonesa, son valores que se transmitieron por generaciones, los Horiguchi fueron samurái por nueve generaciones en el señorío feudal de Nagaoka".

De noble linaje

Horiguchi Kumaichi no se hizo samurái como su padre por las reformas de la era Meiji (1868-1912), es decir, la supresión del feudalismo japonés en 1868, la eliminación del shogunato de la familia Tokugawa, que habían sido los dictadores militares de Japón desde el siglo 17, y la restauración de la autoridad imperial.

Japón entra en un proceso acelerado de modernización y se suprimen las castas samurái, las familias de los samuráis que representaban entre el 7 y 8 por ciento de la población de Japón tienen que encontrar otras formas de sobrevivir, unos "entran con éxito a los negocios y a las profesiones liberales, mientras que otros se derrumban en la escala social".

Horiguchi asciende por la vía de la educación, la única posible para alguien como él, proveniente de Nagaoka, ciudad derrotada en la guerra civil, estudia Derecho en la que sería después la Universidad de Tokio y forma parte de la primera generación de diplomáticos de carrera en Japón.

"Sin las reformas de la era Meiji, Horiguchi hubiera sido un samurái más, de bajo rango, un arcabucero, y habría heredado la función de su padre porque la sociedad feudal se reproducía cíclicamente en cada generación", expone Carlos Almada.

Incluso fue becado para estudiar por los poderosos de su ciudad, deseosos de recobrar el prestigio de la ciudad.

Al acoger a los Madero, Horiguchi nunca consulta a su gobierno si los debe mantener en la sede diplomática. En el telegrama enviado al Ministro de Relaciones Exteriores de Japón Kato Takaaki, solo pregunta sobre el tratamiento que debe dar a los refugiados.

Horiguchi es muy cuidadoso con las palabras, resalta Almada, al calificarlos como refugiados le "restó toxicidad política" a la presencia de la familia Madero.

Informa que "en la mañana del día 9 de febrero, en esta ciudad (...) un grupo armado se levantó teniendo a la cabeza a Félix Díaz, quien estaba en prisión por haber fracasado con la rebelión en Veracruz". No menciona que se trata del sobrino del expresidente Porfirio Díaz. Ni reportó la toma de la Ciudadela ni su visita, acompañado de su esposa, a Sara Pérez de Madero en el Castillo de Chapultepec.

Al comparar el diario con los telegramas que intercambia con su cancillería queda claro que una cosa es lo que Horiguchi piensa y teme, y otra, lo que informa a su gobierno.

"Nunca miente, pero nunca dice toda la verdad", destaca Almada. "Con su silencio y discreción pretende proteger a los refugiados".

El autor reconstruye los trágicos y sangrientos hechos del 9 al 18 de febrero de 1913 en la Ciudad de México, entre el golpe que intenta el General Bernardo Reyes con Félix Díaz y Manuel Mondragón y el golpe de Estado del 18 de febrero de Victoriano Huerta que significó la "liquidación de la revolución maderista" y los asesinatos del Presidente Madero y su Vicepresidente José María Pino Suárez.

En 1949, el poeta y traductor Horiguchi Daigaku, hijo mayor del diplomático japonés, publicó en un ensayo: "¿Por qué fueron los Madero a refugiarse a ese sitio? Tal vez porque confiaban en nosotros por la amistad que teníamos desde antes, además, ellos creían que era el refugio más seguro y confiable donde su vida no peligraba".

Los padres, la esposa y los familiares más cercanos de Madero salen de México primero a Cuba y después a Nueva York, y viven varios años en el exilio antes de regresar al País.

En el caso de Horiguchi, un "benévolo protector en México" se volvió refugiado en su propio país en 1945. Los bombardeos sobre Tokio en marzo, al final de la Segunda Guerra Mundial, destruyeron casi toda la capital.

Viudo y enfermo, el diplomático abandonó Tokio y se instaló con la familia de su nuera Masano, esposa de su hijo Daigaku, cerca de Nagaoka, su ciudad natal, bombardeada el 1 de agosto y unas mil 500 personas murieron esa noche.

Nada quedó prácticamente de lo construido. "Igual que durante la batalla de Hokuetsu, cuando él tenía dos años y medio". Horiguchi Kumaichi nació y murió como refugiado. Partió ese otoño, a los 80 años.

Ante Victoriano Huerta

Otro pasaje del diario de Horiguchi Kumaichi que asombró a Carlos Almada corresponde al 19 de febrero de 1913. Ante los rumores de que la legación de Japón iba a ser bombardeada como una forma de presión a Francisco I. Madero, ya prisionero por el golpe de Estado dado por Victoriano Huerta, el diplomático japonés se presenta ante el General para exigirle que aclare los rumores.

"Es educado pero muy firme, le hace sentir a Huerta que hay una preocupación real y necesita una aclaración, Huerta le da explicaciones y él (Horiguchi) le dice que actúa con base en un adagio japonés que dice que no se puede matar al pájaro perseguido que se refugia en casa propia", explica Almada.

Le ofrece a Huerta que, si se encontrara en una situación similar, le dará la protección necesaria a él y a su familia, y no le permite que mande soldados a la legación.

Ese mismo día, el diplomático japonés le pide tener acceso al Presidente preso ya por más de 24 horas en Palacio Nacional y, sorpresivamente, Huerta acepta. Madero y Horiguchi se dan un fuerte abrazo, el Presidente le agradece lo hecho por su familia.

Los riesgos de enfrentar al General Huerta no eran menores, la tesis que según Almada podría explicar el proceder del diplomático japonés es su formación como jurista, diplomático y su origen samurái.

"Sin caer en arquetipos, esto no es una película de Kurosawa ni una novela épica japonesa, son valores que se transmitieron por generaciones, los Horiguchi fueron samurái por nueve generaciones en el señorío feudal de Nagaoka".

"(Horiguchi) actuó con sentido del honor, de amistad y de justicia".

Carlos Almada


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