Proceso, # 1778, 28 de noviembre de 2010
BERLÍN.- México está envuelto en una confrontación violenta definida como “guerra” por el Barómetro de conflictos 2010, que a mediados del próximo diciembre publicará la Universidad de Heidelberg, Alemania.
De acuerdo con el estudio del Instituto de Investigación de Conflictos Internacionales de esa universidad, en la guerra mexicana los contendientes son el Estado y los cárteles de la droga, mientras el objeto de la disputa lo constituyen el “predominio regional” y los “recursos”.
Es la primera vez que el Barómetro de conflictos, publicado desde 1991, otorga al conflicto vinculado al narcotráfico en México el grado de intensidad 5, “guerra”, máxima categoría dentro de la escala de su metodología. En su edición de 2009 le asignó el grado 4: “crisis severa”.
El instituto clasifica los conflictos en el mundo según su grado de intensidad:
El primero es un “conflicto latente”, una diferencia de opinión entre dos o más partes sobre asuntos de interés nacional. El grado 2 atañe al “conflicto manifiesto”, con ejercicio de presión expresa o amenazas de violencia o de castigos económicos.
A partir del tercer grado, “crisis”, el conflicto asume un carácter violento, al menos de parte de uno de los contendientes. El cuarto, “crisis severa”, refleja el uso de violencia de manera repetida y organizada. El grado 5, “guerra”, implica un uso sistemático, continuo y organizado de acciones violentas, de un nivel acorde con las posibilidades máximas de los contendientes y que provoca una destrucción duradera.
Violencia
La decisión del instituto germano de ubicar al conflicto mexicano en el grado 5 no estuvo exenta de deliberaciones. “Discutimos si se trata de un conflicto de alto nivel de violencia, una ‘crisis severa’, o si lo definíamos como ‘guerra’. Al final nos inclinamos por considerar que se trata de una ‘guerra adulta’”, dice a Proceso el investigador Friedemann Schirrmeister, a cargo del capítulo mexicano del estudio.
Agrega: “El empleo sistemático y masivo de violencia, especialmente en el norte de México, las numerosas víctimas fatales –criterio que en sí mismo no es exclusivo para hablar de guerra– y la destrucción duradera nos han llevado a optar por el grado de intensidad 5. También influye el uso de armamento pesado, aunque en la mayoría de las acciones se utilizan armas ligeras”.
–En 2009, el Barómetro definió este conflicto con el grado 4 ¿Hubo desde entonces una escalada? –se le pregunta.
–El conflicto escaló a partir de diciembre de 2009 y desde entonces se ve un aumento enorme en la confrontación entre las fuerzas de seguridad y los cárteles de la droga.
“La violencia entre cárteles sigue igual de fuerte, pero nosotros nos enfocamos a la confrontación entre el Estado y esas organizaciones delictivas, que al final de cuentas deriva en conflicto político. Subimos en un punto el grado de intensidad, ya que los enfrentamientos en amplias zonas del norte del país han alcanzado una dimensión que se puede definir muy bien con la palabra guerra”, plantea el especialista.
El instituto germano define como conflicto la confrontación en la que se encuentran en juego intereses concernientes a valores de alcance nacional: territorio, descolonización, secesión, autonomía, sistema político o ideología, poder nacional, predominio regional, poder internacional y recursos.
“En el caso de México, los objetos del conflicto son el predominio regional y los recursos”, apunta Schirrmeister y aclara que “si bien el narcotráfico se relaciona con crimen y éste, en sentido amplio, no es visto como conflicto político, decidimos considerarlo así debido al poder de los cárteles y porque el gobierno de Felipe Calderón dijo públicamente que esas organizaciones amenazan de manera directa la democracia en México”.
En esta confrontación, añade el investigador, el dominio del Estado sobre su territorio ha sido puesto en duda por los cárteles. La otra parte del conflicto, abunda, se relaciona con los recursos; es decir, con las drogas, pese a que el Estado no les da este carácter, ya que están prohibidas.
–¿En qué sentido se considera a la droga como un recurso?
–No es un recurso natural como el petróleo o el gas, pero es un medio que los cárteles utilizan para obtener dinero en grandes cantidades.
“El gobierno niega que quiera hacerse de ese recurso, pero debe evitar que los cárteles lo posean ya que los hace muy poderosos. Se le considera recurso, pues como fuente de financiamiento conduce a que el conflicto escale, como ocurre en la actualidad.”
El especialista asegura que los enfrentamientos más violentos, con 90% de casos fatales, se dan entre los cárteles. “Lo que ocurre entre los cárteles y en su interior lo vemos esencialmente como criminalidad y por consiguiente no lo consideramos conflicto político. Sin embargo, las luchas que se dan en esas organizaciones criminales también desempeñan un papel que concierne al Estado, ya que ocurren en territorios sobre los que éste en gran medida no tiene control”.
Precisa que el involucramiento de miembros del Ejército y de la policía en el negocio del narcotráfico es un problema grave. “Tenemos gran cantidad de ejemplos que demuestran la participación de actores políticos, militares y policiales en los cárteles de la droga. En muchas ocasiones éstos no sólo se dedican al negocio de la droga, sino que cuentan con otras fuentes de ingresos. Se trata de un problema creciente”, indica Schirrmeister.
Sostiene que, pese a todo, al encuadrar el conflicto el estudio se aparta de tesis más radicales, como la que el periodista estadunidense Charles Bowden plantea en su libro Murder city (2010). En opinión de éste, el motivo de la “guerra contra el narcotráfico” es la lucha por el control de este negocio fabuloso. La policía y el Ejército luchan por su tajada, no hay una línea divisoria entre el gobierno y el mundo de la droga.
“Eso habla del tamaño de la corrupción”, apunta Schirrmeister. “Según expertos 50% de la administración pública local está infiltrada por el narcotráfico. Nosotros vemos al Estado, por motivos metodológicos, como actor unitario. Tenemos la confrontación entre las fuerzas militares y los cárteles del narcotráfico. Allí existe una clara línea de confrontación. Éstos contra aquéllos. Somos conscientes del hecho de que una parte de la policía, el Ejército y los políticos se beneficia a dos puntas. Pero para nosotros, desde la metodología, no hay diferencia si el soldado que combate a los cárteles al mismo tiempo es pagado por ellos.
Caso único
El Instituto de Investigación de Conflictos Internacionales de la Universidad de Heidelberg elabora su informe anual desde 1991. A escala global y a largo plazo comprueba una tendencia decreciente de los enfrentamientos violentos entre Estados: hoy, la mayor parte se da dentro de los mismos.
“Es una observación empírica que mediante nuestra metodología podemos comprobar”, dice el investigador. Y argumenta: “En Latinoamérica es más evidente que en otros lugares, ya que durante años no ha habido conflictos violentos importantes entre los Estados”.
Para el investigador siempre es complicado hacer comparaciones entre objetos de conflicto. “En Colombia también tenemos cárteles de la droga, pero la dimensión del conflicto en México no es comparable ni con el de los países de la región ni tampoco con los de otras. El de México es un caso único y muy especial”, dice.
“También observamos tendencias en Centroamérica, en El Salvador u Honduras, con bandas criminales como Los Maras. Algunas presentan desarrollos dramáticos, pero no alcanzan a tener una dimensión de conflicto político, ya que, de acuerdo con nuestra impresión, se mantienen dentro de ámbitos vinculados con la criminalidad.”
El Barómetro de conflictos 2010 reclasificó otros dos conflictos en México. El primero es el que enfrenta a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca con el gobierno, que pasó del grado de intensidad 2 (conflicto manifiesto) al 3 (crisis). El segundo corresponde al Ejército Popular Revolucionario en Guerrero, que del grado 3 (crisis) se movió al 1 (conflicto latente).
Sin modificaciones se presentan el enfrentamiento entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas con el gobierno (grado 3, “crisis”) y el que libran el gobierno y la oposición en el país (grado 1), con punto de partida en las elecciones de 2006, denunciadas como fraudulentas por la oposición. l
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