25 feb 2023

Unirnos por Ucrania es unirnos por la paz y la justicia

Unirnos por Ucrania es unirnos por la paz y la justicia/ Ban Ki-moon, Deputy Chair of The Elders, is a former secretary-general of the United Nations and a former South Korean foreign minister. Juan Manuel Santos, a Nobel Peace Prize laureate, is a former president of Colombia (2010-18) and a member of The Elders. Traducción al español por Ant-Translation.

Project Syndicate

La invasión ilegal de Rusia a Ucrania —un desfachatado intento para destruir a un estado independiente y soberano que vivía en paz con fronteras reconocidas— generó profundas preguntas sobre el mundo en el que deseamos vivir y la forma en que se deben gestionar las relaciones internacionales en el futuro. Un año después la búsqueda de respuestas es aún más urgente, y tanto los países más próximos a la guerra como los más alejados de ella deben involucrarse.

Si no defendemos los principios centrales de la soberanía y la independencia dondequiera que estén en riesgo, nos arriesgamos a abrirle la puerta a los regímenes autocráticos y agresivos por doquier. Para vivir en un mundo donde las disputas entre estados se resuelvan mediante negociaciones en vez de por la fuerza, debemos reconocer que el desafío de la guerra al orden internacional posterior a 1945 afecta a todos los países, independientemente de sus sistemas políticos o alianzas. De hecho, los países más pequeños y menos poderosos son los que más sufrirán si el mundo se divide en bloques enfrentados, como ocurrió durante la Guerra Fría.

Como ex secretario general de las Naciones Unidas y expresidente de Colombia, no vemos a la guerra de Ucrania desde una perspectiva europea u occidental. Cuando visitamos Kiev en agosto de 2022 por invitación del presidente ucraniano Volodímir Zelenski, lo hicimos como miembros de The Elders (Los Mayores), el grupo de líderes independientes que fundó Nelson Mandela para defender la paz, la justicia, los derechos humanos y un futuro sostenible en este planeta. Como miembros de The Elders, nos interesa poner fin a las guerras, no ganarlas, y creemos que nunca es demasiado pronto para preparar un diálogo futuro que permita alcanzar una paz justa y sostenible, en línea con la Carta de las Naciones Unidas.

Vemos a esta guerra terrible y sus consecuencias con una mirada global. Entendemos que para los países que sufren inflación y pobreza debido al colapso del suministro de granos y la disparada de los precios de la energía, defender las normas internacionales y hacer rendir cuentas a Rusia son cuestiones menos urgentes que la crisis de seguridad alimentaria que amenaza a millones de personas vulnerables.

De manera similar, entendemos los motivos que, cuando la dinámica del poder geopolítico se tornó menos predecible, llevaron a algunos países a tratar de equilibrar sus intereses políticos y económicos en formas que, para ellos, los ayudarán a proteger su seguridad y prosperidad en el futuro. Para muchos países africanos, asiáticos y latinoamericanos, las afirmaciones occidentales sobre el respeto de los valores de la «comunidad internacional» suenan huecas, dado que los países ricos no distribuyeron equitativamente las vacunas durante la pandemia de la COVID-19 ni entregaron los fondos prometidos tanto tiempo atrás para hacer frente a la crisis climática.

De todas formas, la respuesta de Asia, Latinoamérica y otras partes del mundo más allá de Europa y Norteamérica no debe ser alejarse del derecho internacional y los derechos universales, ni tomar una postura neutral frente a lo que ocurre en Ucrania. A diferencia de lo que algunos sugieren, la neutralidad no mejora la perspectiva de paz, solo envalentona al presidente ruso Vladímir Putin para seguir adelante con su objetivo de destruir a Ucrania, y puede alentar actos de agresión y expansión territorial similares en otros sitios.

Pasaron ya 80 años desde la Declaración de Moscú, cuando los aliados en la guerra se comprometieron con «un organismo internacional de carácter general basado en los principios de soberana igualdad de todo estado amante de la libertad». Hoy necesitamos el compromiso renovado de todos los estados miembros de la ONU de hacer lo que les corresponde para revigorizar un orden equitativo basado en normas, que proteja a todos y funcione para todos, incluso para los menos poderosos.

Para conseguir y mantener un orden internacional revitalizado es necesario aplicar sistemas de gobernanza mundial más justos y una mayor coherencia en la implementación de las normas. Las potencias regionales en ascenso tienen un papel fundamental —e importantes decisiones que tomar— al respecto. La cumbre del G20 en Bali el año pasado demostró que las potencias regionales como Indonesia pueden ayudar a superar las divisiones. Los líderes políticos reafirmaron la centralidad de la Carta de las Naciones Unidas y garantizaron que los intereses del Sur Global quedaran reflejados en los debates y compromisos finales, como los relacionados con la seguridad alimentaria y energética.

Ahora, las presidencias india, brasileña y sudafricana del G20 ofrecen la oportunidad de aprovechar durante los próximos tres años los logros de Indonesia. No debemos permitir que los puntos de tensión actuales oculten la meta fundamental que todos compartimos: un mundo en que las disputas se resuelvan de manera pacífica, acorde al derecho internacional y las obligaciones que imponen los derechos humanos.

Para recuperar la credibilidad del sistema multilateral no alcanza con el liderazgo ético y la coherencia moral, además son necesarias ambiciosas reformas de la arquitectura mundial para la paz y la seguridad, una tarea que debe incluir la espinosa cuestión de reformar el Consejo de Seguridad de la ONU.

Necesitamos un sistema más justo, representativo y capaz de implementar acciones decisivas frente a las violaciones graves a la Carta de la ONU. Mientras nos acercamos a la cumbre del futuro que planeó para el año que viene el Secretario General de la ONU António Guterres debemos —no solo por el pueblo ucraniano, sino por la humanidad toda— rechazar la agresión y poner fin a la impunidad de los agresores. Así podremos estar a la altura de la promesa de la Carta de la ONU de un mundo libre del flagelo de la guerra.

Ban Ki-moon, Deputy Chair of The Elders, is a former secretary-general of the United Nations and a former South Korean foreign minister. Juan Manuel Santos, a Nobel Peace Prize laureate, is a former president of Colombia (2010-18) and a member of The Elders. Traducción al español por Ant-Translation.

Este artículo se publicó originalmente en Project Syndicate.

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