El Congreso considera la posibilidad de obligar a comparecer a Petraeus
El general podría comparecer ante la cámara Baja en calidad de ciudadano privado
ANTONIO CAÑO Washington
El Pais, 12 NOV 2012;
Mientras se van conociendo nuevos datos que apuntan hacia la existencia de una segunda mujer en el entorno amoroso del general David Petraeus, se van acumulando también presiones para que el exdirector de la CIA declare esta semana ante el Congreso sobre el ataque de Bengasi, incluso después de haber renunciado a su cargo tras confesar una relación extramatrimonial.
Congresistas de ambos partidos están considerando la posibilidad de citar a declarar a Petraeus como ciudadano privado en posesión de información relevante para el esclarecimiento del caso que se investiga en el Capitolio: qué sucedió exactamente el 11 de septiembre pasado y en qué circunstancias murieron cuatro norteamericanos, incluido el embajador en Libia, Christopher Stevens. Sobre este asunto, que al principio parecía una espontánea oleada de furia por el vídeo contra Mahoma y que después se interpretó como un ataque planificado, se ha ido extendiendo un manto de confusión que empieza a ser sospechoso.
Varios republicanos de menor influencia en la Cámara de Representantes se habían pronunciado ya en los últimos días a favor de la comparecencia de Petraeus, que no está obligado legalmente a testificar una vez cedidas sus responsabilidades en la CIA. Ayer, un senador de peso en la oposición, Tom Coburn, se sumó a esa posición, entendiendo que lo que el laureado general conoce puede no saberlo nadie más. Y, aún más importante, un destacado senador del Partido Demócrata, Charles Schumer, admitió la posibilidad de convocar a Petraeus si la declaración que la persona que le ha sustituido provisionalmente, Michael Morell, no resulta suficientemente aclaratoria. “Escuchemos a Morell y a partir de ahí decidiremos”, manifestó Schumer en el programa Meet the Press, de NBC.
Obligar a Petraeus a comparecer ante el Congreso no es fácil ni constituiría un gran beneficio para el prestigio de quien era considerado el mejor general en varias generaciones
Morell era el número dos de la CIA con Petraeus. Es un funcionario de larga experiencia en la agencia y algunos lo consideraban el que, en realidad, la dirigía por detrás del famoso jefe. Su testimonio, sin embargo, puede verse devaluado por el hecho de que siempre podrá refugiarse en la realidad de que era otro, un superior, quien tomaba las decisiones.
Obligar a Petraeus a comparecer ante el Congreso no es fácil ni constituiría un gran beneficio para el prestigio de quien era considerado el mejor general en varias generaciones. Aparte de las consecuencias políticas que pueda tener este caso, esa es una de las mayores preocupaciones en este momento: preservar la honorabilidad de Petraeus.
No va a ser fácil. Precisamente, EE UU celebra este domingo el día de los Veteranos de guerra, fiesta nacional en este país. Es una tradición de esta democracia cuidar el nombre y el legado de quienes la han representado o defendido en las más altas posiciones. La memoria de los presidentes y de los generales, ya sean Richard Nixon o George Patton, se va limpiando con el paso del tiempo hasta dejarla por encima de la controversia cotidiana.
Petraeus, que colgó el uniforme el año pasado con cuatro estrellas sobre sus hombros y a un paso de la gloria eterna, tendrá ahora que atravesar muchos obstáculos hasta esa meta. La investigación del FBI que descubrió que Paula Broadwell, la mujer que había escrito su biografía, era también su amante, está mostrando otra imagen del idolatrado militar.
La investigación del FBI que descubrió que Paula Broadwell, la mujer que había escrito su biografía, era también su amante, está mostrando otra imagen del idolatrado militar
El FBI ha comprobado que Broadwell había utilizado el correo personal de Petraeus, el de su cuenta en Gmail, no el oficial de la CIA, para enviar mensajes amenazantes a otra mujer cuya identidad no se ha revelado pero que no es la mujer del general, Holly. En esos mensajes, Broadwell insistía a su destinataria en que se mantuviera lejos de Petraeus, quizá con amenazas incluidas si se resistía a hacerlo. Aunque no hay más detalles, se supone que esa otra mujer era alguien que en algún momento también había tenido alguna vinculación sentimental con el exdirector de la CIA.
En la caída de cualquiera, siempre hay algunas manos dispuestas ayudar, pero muchas listas para empujar. Petraeus no es una excepción. Es ahora cuando surgen los comentarios de algunos de sus compañeros de filas, envidiosos de su éxito, que se acuerdan de que siempre tuvo fama de mujeriego. Es ahora cuando cobran importancia las acusaciones que Bob Woodward hacía en su libro, Obama's Wars, de que Petraeus era extremadamente vanidoso. Este es el clima adecuado para todos los excesos, incluido el del exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, quien ya vaticina que estamos ante un nuevo Watergate.
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David Petraeus fue un condecorado militar antes de ocupar la dirección de la CIA
El director de la CIA dimite por una relación extramatrimonial
DAVID ALANDETE Washington 9 NOV 2012 - 22:46 CET5
A David Petraeus se le recordará como el general que salvó dos guerras para Estados Unidos. Cuando el conflicto en Irak parecía destinado a encarnizarse repitiendo la grave humillación de Vietnam, diseñó un refuerzo militar que George W. Bush aceptó, y que marcó un cambio de rumbo en el conflicto, que permitió culminar la retirada en 2011.
Sus prescripciones, mandar más soldados a zonas insurgentes y confiar en tácticas contrainsurgentes, se aplicaron a también a Afganistán, con el mismo éxito. Sobrevivió a un cáncer de próstata y pasó a la vida civil asumiendo la dirección de la CIA, para acabar saliendo por la puerta de atrás este viernes, tras admitir ante el presidente una aventura extramarital.
Petraeus es una leyenda viviente dentro del Ejército norteamericano. Nacido en 1952 en Nueva York, dio 37 años de su vida al Ejército. Se licenció en West Point and 1974 y se doctoró posteriormente en Relaciones Internacionales por la prestigiosa universidad de Princeton.
Su primera misión de combate le llegó en 2003, como comandante de la División Aérea 101 durante la invasión de Irak. Con sus hombres tomó Mosul de forma exitosa. En 2005 fue ascendido a comandante general de la base de Fuerte Leavenworth y de su centro de educación de líderes militares. Desde ese puesto, reescribió el manual de operaciones contrainsurgentes de las fuerzas armadas norteamericanas, que se convertiría en una biblia militar en las dos guerras abiertas.
Cuando a Bush le quedaba algo más de un año para abandonar la Casa Blanca decidió renovar íntegramente su estrategia militar en Irak. Para ello ascendió de nuevo a Petraeus, para ofrecerle el mando de la Fuerza Multinacional en Irak. Así nació el rearme de 2007.
Petraeus propuso un incremento de 20.000 soldados a dos bastiones insurgentes: Bagdad y la provincia de Anbar. Esas tropas pacificarían el país a la vez que entrenaban a las fuerzas armadas iraquíes, para protagonizar una transferencia de soberanía escalonada. Con la llamada ‘doctrina Petraeus’ desaparecían las operaciones de infantería tradicionales en Irak.
La Casa Blanca consideró la operación un éxito. Tanto, que ascendió a Petraeus a un puesto del que parecía que ya no se marcharía: el mando del Comando Central, la división del Pentágono que coordina las fuerzas norteamericanas en Oriente Próximo, el Cuerno de África y Asia Central. Al comandante Petraeus le correspondía la labor de supervisar las dos guerras que EE UU tenía abiertas.
El nuevo presidente, Barack Obama, eligió a otro soldado, Stanley McCrhystal, para que aplicara la doctrina Petraeus en Afganistán. Su primera orden: un refuerzo de 30.000 tropas con idéntica distribución y funciones que el que Bush había ordenado para Irak. Sin embargo, el general McChrystal, comandante de la Fuerza de Asistencia a la Seguridad de la OTAN y de las fuerzas de EE UU en Afganistán, acabó protagonizando un acto de insubordinación que obligó a Petraeus a volver a tomar las riendas de una guerra.
En una entrevista con la revista Rolling Stone, McChrystal ridiculizó al presidente y al vicepresidente Joe Biden. Obama pidió su dimisión, y Petraeus le sustituyó en Afganistán en junio de 2010. Estuvo en el puesto aproximadamente un año, y lo abandonó para retirarse del ejército, justo en un contexto en el que Obama ordenaba la retirada escalonada de las tropas norteamericanas de Afganistán.
A Petraeus Se le condecoró con la Medalla por Servicio Distinguido del Ejército. En la ceremonia correspondiente se le comparó a los mayores generales de la historia del país, como George Marshall o Dwight Eisenhower.
Mucho se elucubró sobre la marcha de Petraeus en la época. Había sufrido un cáncer de próstata en 2009, pero aquello no le apartó de sus funciones. Recibió un tratamiento exitoso en el hospital militar de Walter Reed. En junio de 2010 se desmayó ante las cámaras en una comparecencia en el Capitolio, aunque aquello quedó en una simple deshidratación, sin más complicaciones.
Lo cierto es que Petraeus era un militar muy protagonista en un mundo, como es el castrense, donde no gustan las estridencias o las salidas de tono. No encajaba con la disciplinada y silenciosa cultura del Pentágono.
Finalmente, Obama envió al general retirado a la dirección de la CIA, un puesto que ocupó un año y dos meses. Bajo su mando, la agencia de inteligencia incrementó notablemente los ataques con drones, o aviones no tripulados, controlados de forma remota. Su dimisión, el 9 de noviembre, sólo tres días después de las elecciones presidenciales, llegó de forma inesperada. El motivo aducido, una relación extramatrimonial, era algo que casi nadie esperaba, en un general que se había cubierto previamente de todos los honores posibles.
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