15 ene 2017

Christopher Steele, el espía del MI6 detrás de Trump

Christopher Steele, el espía del MI6 detrás de Trump
Cable de la agencia EFE/Bruselas, Bélgica  | 14 Enero 2017
El Gobierno ruso cree que el exespía del MI6 que presuntamente elaboró un informe dañino sobre el presidente electo Donald Trump podría seguir trabajando para los servicios de inteligencia británicos, según dijo la embajada rusa en Londres a través de Twitter.
En un mensaje colgado en esta red social, la diplomacia del Kremlin recordó que los agentes británicos "nunca" dejan de trabajar para los servicios de inteligencia del Reino Unido, dejando entrever que el exespía está todavía activo.
El agente ha sido identificado por los medios en Estados Unidos y en el Reino Unido como Christopher Steele, de 52 años, uno de los fundadores de la compañía de  investigación Orbis Business Intelligence Ltd, con sede en la capital británica.
El diario "The Daily Telegraph" informó que Steele, que espió en Moscú para el MI6 en los pasados años noventa, preparó el documento que afirma que el Kremlin se relacionó con la campaña electoral de Trump y que los servicios secretos rusos tienen material sensible sobre el presidente electo que podría ser utilizado en su contra.

El "tuit" difundido por la embajada rusa consta de un texto escrito sobre una fotografía en blanco y negro de tres signos de interrogación: "La historia de Christopher Steele: los agentes del MI6 nunca son ex: informando en ambos sentidos - contra Rusia y el presidente de EEUU".
Antes de la publicación de ese mensaje, una portavoz de la primera ministra británica, la conservadora Theresa May, rechazó confirmar si el Gobierno ha prestado asistencia a Steele, quien abandonó el miércoles su casa en Surrey, sur de Londres, al darse cuenta de que su nombre iba a aparecer en los medios y ahora teme por su seguridad, según "The Daily Telegraph".
La portavoz solo confirmó que existe un "proceso estándar" para proteger a individuos que desempeñan o desempeñaron cargos especiales y cuyas identidades se han hecho públicas.
Según el citado medio, el trabajo de Steele fue financiado primero por los republicanos contrarios a Trump y después por los demócratas, durante la campaña para las elecciones estadounidenses de 2016.
Trump, que asumirá el cargo el próximo 20 de enero, calificó las acusaciones de falsas.
Durante varios meses, Steele contó a periodistas sobre lo que sabía de Trump de sus fuentes en Rusia, después de ser contratado por una compañía de Washington para recaudar información sobre los vínculos del hoy presidente electo con Moscú.
El expediente, de 35 folios, contiene varios informes elaborados durante un periodo de seis meses, al que periodistas en EE.UU. tuvieron acceso hace algunos meses, aunque recién se le dio crédito cuando las cadenas de ese país informaron de que Trump y el presidente estadounidense, Barack Obama, recibieron de los servicios de inteligencia un resumen de su contenido, recuerda el periódico británico. Después de dejar el MI6, Steele fundó Orbis Business Intelligence Ltd con su socio, Christopher Burrows, en 2009, dice el "Telegraph".
El documento:
En su página web, esa empresa afirma disponer de recursos de investigación sofisticados para empresas.
Trump admitió el miércoles que Rusia está detrás de los ciberataques en las elecciones, pero negó cualquier vínculo con ellos, al tiempo que arremetió contra algunos medios de comunicación que así lo publicaron y a los que calificó de "basura".
El exagente del servicio de inteligencia de Reino Unido MI-6, presunto autor del documento que revela supuestos vínculos entre el presidente electo de EE. UU, Donald Trump, y Rusia, también investigó a la exvicepresidenta de la CE Kristalina Georgieva informa en exclusiva el portal EurActiv.
Este medio europeo, socio de EFE, revela que Steele se puso en contacto en abril y mayo del año pasado con "ciudadanos búlgaros", en un intento por descubrir un presunto pasado turbio de la excomisaria, de esa misma nacionalidad.
El exagente del MI-6 pretendía descubrir nexos de Georgieva con el crimen organizado, según la información contenida en un intercambio de correos electrónicos a los que accedió el portal europeo.
Según EurActiv, el cliente que solicitó esos servicios de espionaje era el Gobierno de Estados Unidos. En ese momento, Georgieva era candidata a la secretaría general de la Organización de las Naciones Unidas.
En concreto, Steele investigó los presuntos vínculos de Georgieva con Multigroup, una empresa del periodo postcomunista dirigida por Iliya Pavlov, quien fue asesinado en Sofía en 2003, según los correos electrónicos a los que tuvo acceso el portal europeo.
Nunca se encontró a los responsables de ese crimen, agrega el medio.
En octubre pasado, Georgieva dimitió de su puesto en la Comisión Europea para ocupar una vacante en el Banco Mundi
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Desde Rusia sin amor
Exagentes británicos señalan que las alegaciones contra Trump son consecuentes con el modus operandi de los servicios de inteligencia rusos
JOHN CARLIN/ El País, 
Londres 13 ENE 2017 - 05:01 CST
El misterioso exespía británico que ha puesto al mundo frente a la escalofriante posibilidad de que Rusia posea información lo suficientemente escandalosa como para poder chantajear al futuro presidente de Estados Unidos no es ningún James Bond.
Christopher Steele, hoy por hoy en paradero desconocido, es el nombre del exagente del MI6 que compuso el controvertido dossier hecho público esta semana en Estados Unidos sobre los supuestos excesos de Donald Trump con los rusos (y las rusas).
Según otro exespía británico del MI6, consultado este jueves en Londres por EL PAÍS, "Chris" operó en "la estación Moscú" en los años 90 y cuando regresó a Londres su principal función consistió en analizar la información secreta obtenida sobre Rusia por sus sucesores. Respetado más por sus compañeros por sus dotes como analista que como agente sobre el terreno, Steele no fue, como han publicado algunos medios, el jefe de la sección Rusia del servicio británico de espionaje exterior.
La cuestión que obsesiona a medio mundo hoy es si las alegaciones contra Trump, que han sido estudiadas con seria atención por la CIA y el FBI desde hace meses, son verídicas o si, como insiste el propio Trump, se trata de otro caso con el que el presidente electo está muy familiarizado: "noticias falsas". El que sí sabe la respuesta a la pregunta es Vladímir Putin, el presidente ruso y exagente de la KGB. En Estados Unidos y el resto del mundo solo existe, por ahora, la especulación.
El exespía que habló con EL PAÍS ha dicho que no duda de que la información conseguida por Steele sobre cierta supuesta actividad sexual de Trump durante sus varias visitas a Moscú y, más serio, de sus supuestos vínculos clandestinos con el Kremlin habría sido obtenida de "fuentes buenas". Lo cual no significa que sea verdad, o siquiera en parte verdad. El Estado ruso que preside Putin miente por naturaleza; miente incluso a los suyos, como observó el exespía.
"Pero lo que sí es verdad", agregó, "es que el contenido de las alegaciones contra Trump es consecuente con el modus operandi de los servicios de inteligencia rusos". 
Para el Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa (FSB), sucesor de la KGB, es cuestión de "rutina" espiar a figuras estadounidenses de alto perfil como Trump y acumular información sobre ellos en un dossier. La idea es que tal dossier quizá se pueda utilizar en determinado momento para presionarles a que adopten posturas favorables a los intereses del Kremlin. "De lo que no cabe duda es que Trump habría estado entre los objetivos del FSB", dijo el exespía. "Lo cual podría llegar a tener consecuencias terroríficas ya que en unos días Trump tendrá su dedo en el botón nuclear".
También forma parte de la rutina del FSB filmar a visitantes importantes a Moscú en la aparente privacidad de sus habitaciones de hotel. "El hotel de lujo en el que se hospedó Trump es un estudio de televisión", dijo, solo medio en broma, el exespía.
Un segundo exagente del MI6 consultado esta semana por EL PAÍS confirmó la absoluta centralidad e impunidad de los servicios secretos en el aparato de Estado que administra Putin, y que han administrado todos los líderes rusos desde tiempos de los zares. "No hay ley que imponga límites a sus actividades. Todo vale", dijo. "Para Putin", agregó, "la Guerra Fría nunca terminó".
La ingenuidad de Trump es lo que llama la atención; su fe en las buenas intenciones de su "amigo" Putin, en el que confía más, según ha señalado en múltiples declaraciones, que en los propios servicios de inteligencia de Estados Unidos. O que en casi cualquier otra institución. Como señaló esta semana el disidente ruso y campeón ajedrecista Garry Kaspárov, "Trump ha criticado a los republicanos, los demócratas, el Papa, las elecciones de Estados Unidos, la CIA, el FBI, la OTAN, Meryl Streep. Trump no ha criticado a Vladímir Putin".

La persona a la que más ha criticado ha sido Hillary Clinton, su rival en las elecciones presidenciales. Durante la campaña electoral Trump pidió explícitamente a los rusos que hackearan los emails de Clinton; pidió también que se investigue si violó la ley en su uso de los emails, amenazándola con la cárcel. Lo lógico sería que él pidiese ahora una investigación pública de las alegaciones que se han filtrado esta semana sobre sus relaciones rusas. No lo hará pero quizá el Congreso estadounidense sí. En cual caso no le quedaría más remedio al hoy desaparecido Christopher Steele, el hombre más buscado del mundo por los medios de comunicación, que presentarse ante el mundo a revelar todo lo que sabe sobre una historia tan extraordinaria que, de ser verdad, dejaría en la sombra al famoso episodio Watergate que hace 42 años acabó con la presidencia de Richard Nixon.

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