23 nov 2008

Calderón en La CEPAL

Conferencia Magistral del Presidente Calderón en la sede de la CEPAL
Viernes, 21 de Noviembre de 2008 Discurso
Santiago de Chile, República de Chile
Muchas gracias.
Muy estimada Alicia Bárcena, Directora de la CEPAL.
Coordinadora, amigas y amigos, muy buenas tardes.
Los saludo con aprecio y con respeto, además quiero decirles que me acompañan, además de los secretarios de Gabinete, la Secretaria de Relaciones Exteriores, el Secretario de Economía y el Secretario de Seguridad Pública, me acompaña el Presidente de la Cámara de Diputados de México, el coordinador del Grupo Parlamentario del PAN en el Congreso.
Distinguidos empresarios mexicanos con importantes inversiones en América Latina y, desde luego, nos acompaña también el espíritu de afecto y de solidaridad y de vinculación de todos los mexicanos.
Así que vengo bien acompañado.
Me da mucho gusto estar en la CEPAL nuevamente, nuevamente porque tuve oportunidad, hace ya muchos, muchos años de estar aquí y desde luego hacerlo en un momento tan importante para la vida de México y tan complejo, como es el que vivimos hoy.
Cualquier latinoamericano y más un jefe de Estado y de Gobierno viene a la CEPAL con una pregunta fundamental, como quien debiera dirigirse al oráculo y ante el entorno económico internacional uno le pregunta a la Comisión Económica para América Latina, bueno, comisión, pues ahora qué hacemos.
Y me parece que las circunstancias son verdaderamente inéditas. Bien decía Alicia Bárcena, a quien le agradezco mucho sus palabras, que esta es la crisis financiera, económica, más profunda, más importante desde la Gran Depresión, sólo que, una pequeña diferencia es que en la Gran Depresión pues no había economía global. Quién sabe el impacto en Chile cual sería. Probablemente las noticias llegaron tarde y no se supieron. Pero la verdad es que hoy hay una vinculación tan estrecha y tan indisoluble de mercados, de información, que verdaderamente ésta puede ser, es a mi juicio, la peor crisis económica del mundo moderno, o por lo menos de la época posterior a la propia Revolución Industrial.
Precisamente por la trascendencia del impacto que tiene en la economía global. Y yo quisiera platicar, entonces, la visión que tenemos desde México respecto de estos escenarios.
Platicar un poco, empiezo, por ejemplo, lo que comentamos hace algunos días en la Reunión del G-20, a la que asistimos por América Latina: Brasil, Argentina y México, y un poco revisar lo que en esa reunión se dijo, se acordó, incluso, por las naciones desarrolladas.
Tuvimos una discusión, por ejemplo, muy amplia acerca de las causas de la crisis. Una, por ejemplo, que no fue aceptada por todos los participantes, ustedes pueden ponerle nombre si quieren; a los actores, yo los omito.
Pero un tema fueron los desequilibrios globales que se generaron a lo largo de muchos años previos a este momento. Los desequilibrios globales que se generan, precisamente, tanto en las economías domésticas y mayores, como en la economía internacional.
Un desequilibrio global, no lo califico de bueno o malo, sino simplemente un desbalance, un balance si existía la palabra en el castellano, pues es, precisamente, los superávits comerciales constantes de algunas economías asiáticas, versus el déficit comercial constante y creciente de la propia economía de Estados Unidos.
Y la imposibilidad del mercado por sí sólo de corregir esos desequilibrios o desbalances, quizá por la intervención en los tipos de cambio, o en algún tipo de cambio que genera, precisamente, esta estructura.
Otro desbalance importante es, también, el que se refiere a las finanzas públicas. Generalmente la intuición elemental es que dado los parámetros que hemos heredado en términos económicos, los gobiernos republicanos en Estados Unidos, uno los asumiría como más conservadores, más ortodoxos, o si quiere en el lenguaje no tan crítico latinoamericano, más liberales o neoliberales, que implicarían que las finanzas públicas estuvieran más equilibradas, versus los gobiernos demócratas que implicarían que las finanzas estuvieran en mayor expansión.
La verdad es que, concretamente, quizá la experiencia no se acopla a esta intuición elemental, por ejemplo, un desequilibrio también importante se generó hace ya muchos años bajo la Presidencia de algún Gobierno Republicano, el ex Presidente Reagan, que fue muy buen gobernante, por cierto, en muchos aspectos, pero que generó una expansión de gasto muy, muy importante y un déficit importante de finanzas públicas orientado hacia la financiación del gasto militar.
Eran las épocas más complejas del gasto de defensa, de la propia Guerra Fría, quizá, incluso, mucho antes de su propio Gobierno, pero este desbalance tarde o temprano tuvo que financiarse y el financiamiento de este desequilibrio se dio, precisamente, a través de la emisión de deuda americana y cuando esta emisión de deuda no fue correspondida por las propias condiciones de mercado, la variable de ajuste fue necesariamente las tasas de interés.
Todos o casi todos los países latinoamericanos sabemos qué significó la corrección de este desajuste a través de tasas de interés y fue, precisamente, la deuda o la crisis de la deuda de principios de los años 80.
El aumento de las tasas de interés globales provocó que los grandes deudores que creo que lo éramos todos los países, simple y sencillamente fuéramos incapaces de hacer frente a estas obligaciones de deuda y se marcó una de las grandes crisis que, por cierto, motivaron largas horas, días, semanas, años, de estudio de la CEPAL y de los cepalinos, cualquiera que sea esta categorización, especie o alguna cosa, y dicho además con mucho afecto y con mucho respeto.
Curiosamente una de las grandes cosas que yo reconozco del ex Presidente Clinton, precisamente, es que el gran acierto que tuvo contra intuitivo de lo que he dicho fue cerrar el desequilibrio y poner en equilibrio las finanzas públicas americanas y llevar esa economía a una meta que parecía imposible, que fue el déficit cero.
Y curiosamente en esa casi década, ocho años, es cuando la economía norteamericana tuvo el mayor crecimiento y tuvo también, incluso, un superávit en importantes finanzas públicas.
Y, precisamente, las tasas de interés fueron convergiendo hacia abajo, a tasas de, digámoslo así, medio dígito o abajo del cinco por ciento; lo cual a su vez permitió una actividad económica importante.
Por qué menciono estas cosas.
Porque uno de los temas del G-20 fue precisamente los desequilibrios globales que se vivieron, si ponemos todo esto en conjunto tratamos de bosquejar qué fue lo que pasó.
Por una parte, el desequilibrio global, el excedente de superávit de algunos mercados, el propio excedente que al igual que en las épocas previa a la crisis de la deuda dejaron los petrodólares en muchas naciones, el esfuerzo y el valor especulativo de mercados financieros cada vez más complejos, dio a la economía o puso a la economía en un enorme predicamento.
Digámoslo así, que, por otra parte, los incentivos armados alrededor de los nuevos productos financieros que se fueron creando en la última década, merced a la gran revolución tecnológica, informática y financiera que se vivió, encontraron perfectamente los incentivos incorrectos para manejar bien el dinero.
Por una parte la baja en los réditos esperados de las inversiones más seguras generó una enorme presión para los administradores de fondos de pensiones o los administradores de inversiones, de buscar cada vez inversiones más riesgosas y más redituables.
Ante los estímulos generados en este tipo de administraciones que buscaban, precisamente, premiar a sus administradores en función del rédito, estos administradores fueron a la búsqueda de inversiones cada vez más riesgosas e inversiones cada vez más redituables.
Por otra parte, se generó, lo que yo comentaba esta mañana, un problema de incentivos incorrectos en la propia estructura del mercado financiero.
Tradicionalmente, por ejemplo, las inversiones más seguras conocidas por los inversionistas eran, evidentemente, las inversiones hipotecarias y las inversiones del Tesoro de los Estados Unidos.
Las inversiones hipotecarias, merced a la enorme evolución de los derivados financieros, permitieron acelerar la circulación de la inversión, la circulación del propio dinero de inversión.
Sin la posibilidad de que un banco pudiera empaquetar, como se dice, su propia cartera hipotecaria y venderla a un intermediario financiero, produjo una liquidez en ese banco, en esas instituciones financieras y produjo un efecto a velocidad del dinero.
La institución financiera, a su vez, tenía la posibilidad de colocar esa cartera en otro intermediario financiero y en otro, y en otro, y en otro, y en otro, y con enorme velocidad pudo, el crédito hipotecario de un migrante mexicano en Estados Unidos con un ingreso indeterminado, por lo menos, impreciso en la línea del tiempo, pudo generarle negocio y liquidez a muchas instituciones a la vez.
Yo comentaba esta mañana que eso generó un problema de incentivos perversos, un problema en cierto sentido de moral hazard.
Por qué razón.
Porque así como se genera moral hazard cuando hay la posibilidad de que el riesgo que se toma en una operación determinada no corra contra quien realiza la operación, sino corra contra un tercero, por ejemplo, el que se genera cuando uno hace operaciones riesgosas a sabiendas de que siempre va a estar el Gobierno rescatando mi empresa, y entonces hago cada vez operaciones más riesgosas, que al cabo si gano, gano yo, y si pierdo, pierde el Gobierno.
También en un mercado financiero tan complejo, el poder trasladarle el riesgo hipotecario de crédito que se otorgó por el banco a otro y a otro, implicaba el que a final de cuentas se fue perdiendo el cuidado de la calidad crediticia del acreditado.
Y esto no fue por el respaldo de los gobiernos, sino fue, precisamente, por la falta, a mi juicio, de regulación adecuada de los intermediarios financieros.
Probablemente, y esto lo especulo totalmente, si a cada intermediario financiero se le hiciera cargar con una parte de la responsabilidad o del riesgo del crédito otorgado o transferido a otro contra su propio capital, probablemente eso quizá hubiera generado por lo menos un mayor cuidado en el manejo de los productos que se estaban manejando.
Yo utilice esta mañana una metáfora que, precisamente, leí hace ya mucho tiempo de un chileno, por cierto, de Díaz Alejandro, cuando hablaba de las crisis del MERCOSUR en los 70 y los 80, la crisis bancaria, por cierto, registrada en Chile y Argentina, que, como fue el caso de México, por cierto, en los 90, también fue una crisis vinculada o una quiebra sistémica y una falta de posibilidades de pago de los acreditados bancarios.
Díaz Alejandro mencionaba esta metáfora: El negocio del banquero es un negocio que se denomina, como dicen los abogados, esta es interpretación mía, intiuito persona, uno escoge a su cliente, sea un abogado, o sea un médico, pues no por lo que ve en el anaquel, sino simplemente por la confianza que le genere.
El banquero también, de alguna manera escoge a su cliente en función de las calidades del acreditado. Si sabe que la persona es, primero tiene una experiencia de pago reconocida, es un buen pagador, si tiene un ingreso creíble que sea permanente, si tiene, también determinado entorno, si tiene una viabilidad de su empresa, entonces el banquero lo atiende personalmente y personalmente le otorga ese crédito.
El negocio del carnicero, en cambio, es totalmente distinto. El carnicero tiene que matar la vaca a las cuatro de la mañana, o las cinco, y el negocio es colocar hasta la última parte de la vaca a lo largo del día. Entonces empieza muy temprano, reserva los mejores cortes para los mejores clientes, si se quiere, o no sé, los filetes, y a mediado de la mañana va colocando la carne como puede, ya para un poco la tarde se va deshaciendo de las vísceras, a la gente más pobre, menos ingresos, las vende muy baratas, o las regala, y luego termina rematando, regalando los huesos para el perro, y finalmente en la tarde está limpiando totalmente la carnicería, y a la seis de la tarde, si el anaquel, si el refrigerador está limpio, el negocio fue exitoso.
El problema es cuando los banqueros, en lugar de tener criterio de banqueros, toman criterio de carniceros. Entonces, no se trata de escoger a sus clientes, sino precisamente de colocar toda su mercancía, a como dé lugar a lo largo del día.
Y entonces, en lugar de ver si el cliente tiene capacidad de pago, si tiene un empleo estable, si su empresa es viable, si no está excesivamente apalancada, etcétera, lo que quiere es colocar el crédito a como dé lugar.
Yo recuerdo en México antes de la crisis del 94, mucho antes, cuando empezó a distorsionarse. Recuerdo el comportamiento de los bancos, afuera de las estaciones de metro había gente dando solicitudes de tarjeta de crédito, algo que ha pasado, que llegan por correo, pues decenas de tarjetas de crédito a los acreditados. Muchos migrantes mexicanos, ese fue el caso, pudieron adquirir una casa, que evidentemente en el juicio de un buen acreditante, un buen banco, pues probablemente no tendría ni la certeza del ingreso futuro, ni la capacidad de pago.
Y así fue la expansión del crédito americano, fue tal que cuando las tasas de interés estaban a uno y medio por ciento, a dos por ciento en la Reserva Federal, pues no había ningún problema, todo el mundo tomó su crédito, todo mundo compró su casa o con su casa sacó otra hipoteca para una segunda casa o para un viaje o para la universidad del hijo; todos los automóviles se compraron a crédito, todas las actividades eran a crédito, todas las tarjetas de crédito tenían un saldo muy significativo.
Qué pasa.
Curiosamente, con otro gobierno, ya no calificó el partido, pero el hecho es, otra vez a propósito del gasto de defensa, el que era un equilibrio financiero se convierte en un déficit enorme, que otra vez tiene que ser financiado a través de emisión de deuda y esa deuda en un mercado competido por réditos comienza a elevar sus tasas de interés, si por cuestiones inflacionarias, si por razones de mercado, lo que sea, y nuestro migrante mexicano y millones de acreditados en Estados Unidos ante una alza de las tasas de interés, que llegan a cifras, no recuerdo, de siete y medio, ocho por ciento, siete y medio en la reserva, finalmente ya no pueden pagar sus créditos y viene esta crisis brutal que ahora tenemos.
Pero con el problema de que si el problema estructural es que quiebra finalmente la capacidad de pago del sistema, éste se traslada a todo el castillo de naipes, cayendo la primera baraja, el primer naipe que es el acreditado, finalmente todo ese castillo de naipes, de instituciones financieras, se viene abajo.
Por qué hago esta reflexión que se discutió en la reunión de Washington del G-20.
Porque un tema que tenemos que corregir y esperar a que se corrija también son los desequilibrios estructurales que ha presentado la economía global en los últimos tiempos.
Otro desequilibrio fundamental fue el peso de los valores especulativos que vivió la economía global en el último año y medio, y que impulsó, por cierto, a consecuencias funestas.
Una vez que se corrige, una vez que explota este tema financiero, cuando la Reserva Federal comienza a bajar fuertemente las tasas, otra vez la enorme presión que hay o los estímulos incorrectos sobre los administradores de fondos en el mundo, van a buscar inversiones redituables, y las inversiones redituables, si ya no son las hipotecas, porque están quebrando y ya no son los bonos del Tesoro, porque están bajando, entonces las inversiones redituables están en el Mercado de Futuro.
Y, entonces, los derivados financieros comienzan a ser la guía de la especulación financiera mundial. Esas inversiones se alejan y abandonan estos títulos y se van, precisamente, a la compra de futuros, de commodities, por ejemplo.
Obviamente a países productores de petróleo nos preocupa mucho la enorme caída de petróleo que esta teniendo, ya no quiero saber cuánto bajó el día de hoy, finalmente yo estoy de trabajo en CEPAL. También advierto, advierto que no todos los derivados son malos, ahí el equipo de Agustín Carstens finalmente hace unos tres meses empezó a cascar algunos derivados financieros y logró cubrir toda la venta del petróleo, por lo menos los ingresos federales del petróleo mexicano para el año que entra a 70 dólares el barril.
Así que, por ese lado no hay tanta preocupación, pero evidentemente se va la especulación financiera a los commodities, entre ellos al petróleo, se ve que aumenta día con día y, evidentemente, eso lo vuelve una inversión mucho más redituable y lo mismo pasa con el maíz, independientemente de los efectos colaterales de la política de etanol del Gobierno de Estados Unidos, también los commodities comienzan a ser inversiones redituables que crecen en ganancias de muy corto plazo y la gran burbuja financiera va para allá, presiona los precios de los commodities en el mundo y eso genera una enorme inflación de precios de materias primas que están sufriendo muchas economías en el mundo.
Un ejemplo, la propia economía chilena, con toda la discusión política que fue el día de ayer el ajuste salarial de los empleados públicos, que tuvo que ser un ajuste concorde con una inflación de casi 10 por ciento, una inflación que no había visto Chile, yo creo que en muchísimos, muchísimos años. En fin.
Estas son las cosas que han ocurrido. Ahora qué acciones debemos de tomar.
Básicamente lo que nosotros comentamos y lo que puedo recoger de la reunión de Washington es: actuar en cuatro frentes fundamentales.
Primero. Es contener la crisis y sus efectos.
Esto qué significa.
Tiene que recuperarse, tiene que pararse la hemorragia lo antes posible.
Y esta hemorragia tiene que ver con un fenómeno fundamental que es el cataclismo o el fin del crédito mundial. Y el crédito, a final de cuentas, es finalmente eso, es credibilidad. El crédito significa eso, es la expresión económica de un fenómeno de confianza.
Por eso hace unos días que me reuní con los Banqueros de México les decía yo que la discusión no es si debemos recurrir a Friedman o a Keynes en esta circunstancia financiera, tenemos que recurrir en parte a Friedman, efectivamente, dejar que operen, mantener ciertos equilibrios financieros elementales y dejar que operen algunas variables de ajuste de mercado.
Tenemos que recurrir a Keynes también, precisamente, porque ciertamente en el corto plazo todos morimos; pero, además, si se trata de apelar a grandes luminarias en este caso concreto también vamos a tener que recurrir a Freud.
Porque resulta que la economía hoy más que nunca es una hermana de la psicología y lo que está viviendo el mundo es una terrible crisis de confianza y de pánico que ha desquebrajado totalmente los mercados.
Y lo que está ocurriendo hoy en las bolsas de valores no corresponde a la situación real de las empresas en muchas partes del mundo, en algunos casos sí, sino corresponde a una situación de pánico tal que ha estrangulado el crédito completo.
El día en que Wall Street, con la quiebra de Lehman, por ejemplo, uno de los grandes Bancos o de los grandes centros financieros miró a su vecino y dijo: la verdad tengo la duda de que tú no vayas a ser el próximo muerto aquí, en Wall Street. Ese día que se paralizó el crédito interbancario y financiero, ese día verdaderamente entró el mundo en su verdadera crisis y en su verdadera magnitud.
Cuándo podrá recuperar una institución financiera la confianza en otra.
Bueno, si cae alguien como Lehman Brothers, si instituciones que sobrevivieron a la crisis del 29 naufragaron y quebraron en la crisis del 2008, difícilmente podría recuperarse el crédito de una institución a otra.
Y el crédito es la base de la economía, no sólo es, es el hecho mismo de creer que el papel que trae uno en la bolsa vale 200 pesos o 200 dólares, lo que ustedes quieran, eso se requiere mucha fe, una fe que estamos habituados a creerlo; pero cuando esto lo traducimos al orden mundial y cuando lo que tenemos es una falta de confianza y de credibilidad institucional en la capacidad del orden económico, mientras no se restaure esa credibilidad de soporte del sistema financiero internacional, mientras no se restaure el crédito, no podremos pensar en una solución de la crisis financiera.
Entonces, lo primero que hay que hacer es contener la hemorragia, contener la crisis y restablecer el crédito y por eso se requiere y es fundamental que la Reserva Federal, los bancos centrales de Europa, de Japón, de muchas partes, sean capaces de restablecer el crédito y no sólo aplicar técnicamente las reservas o la compra de capital, que coincido, creo que esa es la vía correcta en todo caso y no simplemente la compra de activos o de cartera, en México hay muchas experiencias discutibles al respecto, sino la compra y la capitalización verdadera.
Es decir, que cuando las vacas flacas terminen y vengan las vacas gordas, el Fisco pueda recuperar la parte que invirtió. Y que eso genere una solución técnica, pero no sólo es la parte técnica, sino la capacidad de liderazgo que las naciones sean capaces de enfrentar para contener la crisis psicológica y de desconfianza que hay.
Yo recordaba alguna anécdota de Manuel Gómez Morin, un gran mexicano al que he admirado mucho, que fue fundador o redactor del Banco Central, siendo él muy joven, y luego ya como abogado independiente, alguna vez que había acompañado a Vasconcelos, por cierto, en su campaña de oposición y estuvo un poco en el exilio, en fin.
Ya vuelto a la Ciudad de México como abogado independiente, le volvieron a requerir sus servicios por parte del Gobierno.
Y le urgían a que diera una sugerencia, alguna solución al Gobierno mexicano por la crisis enorme que se había generado a principios de los 30, después de la crisis del 29.
Y la crisis era una deflación tal, que ni siquiera había dinero suficiente para pagar las cosechas, y entonces los precios se habían venido abajo. Qué era lo que estaba ocurriendo. México después de la Revolución tenía como moneda el circulante mexicano era moneda de valor intrínseco, es decir, eran monedas de oro y de plata, de cobre, y lo que ocurre es que era tal la deflación en Estados Unidos y la pérdida de credibilidad en el sistema, la pérdida de crédito, que los inversionistas americanos estaban recogiendo monedas mexicanas para realizar su valor intrínseco, es decir, para venderlas como oro o como plata para conservarlas, y eso estaba provocando una terrible deflación de la economía mexicana, que estaba mandando a la economía mexicana a pique.
Entonces, Gómez Morín propuso esa tarde noche dos tipos de soluciones. La primera solución, la técnica, cuál era, pues la que finalmente hizo, proponer y redactar, y finalmente el Ejecutivo aprobar, en uso de facultades extraordinarias, una modificación a la Ley Monetaria que eliminó, o más bien que estableció el papel moneda y una regulación amplia que permitiera precisamente sustituir y rápidamente la moneda de valor intrínseco, esa era la solución técnica.
Pero no iba a ser suficiente, la otra solución que sugirió fue la siguiente. Puestos los ahorradores en largas filas en los bancos del centro de la Ciudad de México, largas filas para retirar sus depósitos, porque había corrido la versión de que el Gobierno no tenía dinero y que iba a congelar o a retirar las cuentas bancarias.
Desde muy temprano, comenzaron a llegar camiones del Ejército cargados con costales de monedas, entonces se paraban enfrente de la puerta del banco, en la calle 5 de Mayo y bueno, pues tiraban los costales y otros soldados medio los cargaba y de repente se le caía a uno el costal y se veían ahí las monedas, y las recogían, bueno, entraban al banco.
Entonces, los primeros clientes de la fila fueron atendidos perfectamente. Y el siguiente cliente que tenía, fue también mediando su riesgo y tal vez empezó a retirar, no todo lo que tenía, pero sí la mitad.
Y, finalmente, la gente empezó a ver, bueno, caray, si están pagando, si no es cierto que iban a cerrar los bancos y no es cierto que nos iban a quitar los depósitos, la gente se empezó a tranquilizar.
Lo que no veía la gente es que del otro lado de la cuadra otro camión del Ejército recogía los mismos costales y los estaba llevando a otro banco.
Y, finalmente, ese día aciago hubo una solución técnica, económica, monetaria y también hubo una solución adaptativa, digamos, soluciones que tienen que ver con la credibilidad de la economía.
Yo utilizo este ejemplo porque me parece que lo que está haciendo falta en el mundo y en nuestras economías, son soluciones adaptativas y no sólo técnicas.
Es decir, quién va a parar la sangría de las bolsas de valores.
Me parece que no habrá capacidad de contener la caída de los mercados mientras no haya la credibilidad y el liderazgo suficiente a nivel mundial de que este tema se va a resolver, de que se van a respaldar los depósitos, de que la actividad económica va a seguir.
Y yo pregunto: va a seguir o no la actividad económica de los países y de las naciones, de las empresas y de las personas.
Va a seguir. Porque la economía es tan vieja como el ser humano, porque es indispensable el crecimiento económico y la relación económica.
Porque se necesitan los bienes y servicios ahora y desde la historia de la humanidad. El asunto es cómo podemos traducir, los líderes políticos, nuestras acciones, nuestros programas y nuestras visiones en credibilidad que, precisamente, pare el torrente, pare la hemorragia que está sufriendo la economía mundial.
Y esto nos corresponde a todos, efectivamente, pero particularmente corresponde a las grandes naciones.
Ojalá que el cambio de Gobierno que se dé en los Estados Unidos sea una oportunidad que se aproveche, precisamente, para que ese liderazgo se haga valer y genere una perspectiva distinta de futuro.
También nosotros en nuestro ámbito latinoamericano tenemos que tomar acciones y medidas que generen credibilidad y confianza en el futuro y aunque parezca obvio, vale la pena decirlo, y no tomar acciones o medidas que lo que generan es temor y a veces terror acerca de lo que va a pasar en determinadas economías.
La verdad es que la política de expropiaciones, los golpes sobre la mesa o medidas que pueden considerarse arbitrarias o realmente generadoras de incertidumbres sobre derechos de personas o empresas, son medidas que lo único que contribuyen es a generar o exacerbar este pánico o esa incertidumbre.
Tampoco doy nombres ni referencias, simplemente son hipótesis.
La segunda medida que hay que hacer es adoptar medidas contracíclicas de manera coordinada.
Es decir, yo soy partidario absoluto de que se requiere disciplina en las finanzas públicas. Sí creo, definitivamente, que hay que evitar que el sobreendeudamiento de las economías, los déficit generen, precisamente, lo que hemos sufrido varias generaciones de latinoamericanos, que es pérdida de futuro, porque los de antes se quedaron con todo lo que era nuestro, a medida de gastos excesivos y se tradujeron en deudas a futuro.
Pero con la fortaleza y la solidez de economías en orden, cuando una economía está en un ciclo recesivo, tan claramente como el que estamos viendo ahora, es fundamental poner en práctica políticas anticíclicas, políticas expansivas, de gasto corriente, de gasto del Gobierno, particularmente, perdón, gasto de inversión, gasto de infraestructura y me atrevo a decir, también, políticas expansivas de carácter monetario.
En el caso de México las políticas monetarias son competencia absoluta y para algunos indiscutible del Banco Central, yo simplemente apunto que se requieren políticas contracíclicas verdaderamente audaces en este momento. En lo que a mí toca diré nada más de carácter fiscal y ojalá también haya alguna comprensión respecto de las de carácter monetario.
Y esas políticas fiscales deben de ser, además, coordinadas; es decir, se requieren acciones de gasto público, orientadas, precisamente, en el caso de México las estamos orientando a la infraestructura, a la capacidad de convertir a México en algo que decía Alicia Bárcenas, bueno, es de alguien la cita esta de la pirámide que decías o es de inspiración andina.
Pero el caso de México, bañado por dos mares y cubierto con dos fronteras, una hacia la economía más poderosa del mundo y otra hacia nuestra América Latina, México tiene un enorme potencial logístico, yo diría un potencial envidiable. Miren ustedes, Chile tiene gran ventaja de que tiene costa al Océano Pacífico y la ha aprovechado muy bien; pero nosotros tenemos costa hacia el Océano Pacífico y tenemos costa hacia el Atlántico.
Es decir, podemos beneficiarnos con todas las ventajas de Chile hacia la Cuenca del Pacífico y con todas las ventajas que tiene Brasil hacia la cuenca del Atlántico, pero además tenemos tres mil kilómetros de frontera con la que, con crisis o no, sigue siendo la economía más grande del mundo.
Alguna vez que discutía yo con un compañero de Singapur en la universidad, y bueno, muy en la tradición mexicana de lamentar nuestra cercanía con Estados Unidos, el refrán que se le atribuye a Porfirio Díaz de: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.
Y una vez que hice mi alegado me dice este compañero, bueno, y cuántos kilómetros de frontera dices que tienen con Estados Unidos.
Tres mil kilómetros de frontera, son tres mil kilómetros de resistencia, le decía yo.
Y él decía: ojalá nosotros tuviéramos 300 kilómetros de frontera. Y la verdad es que es una gran oportunidad.
En una economía global, con productores asiáticos que quieren colocar en la costa este de Estados Unidos; o los productores europeos que quieren colocar en la costa oeste de Estados Unidos, o países latinoamericanos que quieren colocar en la costa este, en la oeste y en Asia y en Europa, en una economía global, México puede ser un eslabón multidireccional en ese mundo multipolar, y lo vamos a ser, y para eso estamos lanzando un proyecto muy ambicioso de infraestructura que quiere, precisamente hacer ejes transversales y longitudinales en México, y quiere rehabilitar la estructura portuaria del país.
Acabamos, por ejemplo, de iniciar un proyecto muy ambicioso, que es el proyecto de Punta Colonet, un proyecto que va a generar un puerto en la Península de Baja California, que va a tener cuatro veces la superficie de Long Beach, por ejemplo, que va a ser un puerto con mayor superficie que la que todos los puertos mexicanos existentes disponen ahora.
Estamos haciendo carreteras muy importantes que conectarán al Pacífico con el Golfo, a la frontera norte con la sur, en fin. Y vamos, ante la crisis, no sólo no vamos a dejar de invertir en infraestructura, sino vamos a invertir mucho más en infraestructura.
Y si todos los países tuviéramos la posibilidad, por tener finanzas públicas en orden, claramente es el caso de Chile, de poner políticas contracíclicas en curso, la inercia que generaríamos de la capacidad de gasto del Gobierno, en algo ayudaría, precisamente al desempeño de las economías.
Tercero, hay que emprender una reforma de los sistemas financieros nacionales e internacionales, está muy de moda el debate de si necesitamos más regulación, o mejor regulación, y la verdad es que necesitamos mejor regulación donde la hay y donde no la hay, y claramente falló el mercado, necesitamos también más regulación.
Y pienso que, si algo quedó claro es que la mano invisible falló, y se requiere una mano clara, firme y reguladora del Estado para, precisamente, corregir lo que el mercado por sí mismo fue incapaz de hacerlo.
O probablemente esa insuficiencia regulatoria, que yo creo que debe ser examinada, tiene que ser diseccionada con toda claridad y entender, precisamente de ese análisis si lo que se requiere es más o mejor, todos coincidimos en que se requiere mejor regulación.
Yo pienso que hubo omisiones, que la innovación generó, y qué bueno que la innovación la genere, que el mercado no pudo regular, o la autoridad no pudo regular, y eso nos llevó al fracaso.
También se requiere rediseñar el sistema financiero mundial, por ejemplo, yo pienso que el Fondo Monetario está diseñado para vigilar, supervisar y corregir las crisis tradicionales.
Y cuáles son las crisis tradicionales.
Pues por tradición se entiende que las crisis las generamos las economías emergentes, la crisis del tequila y la crisis de Brasil y la del tango, en fin. Pero, la verdad es que esta crisis no la generamos las economías emergentes.
Y la verdad es que el Fondo Monetario o la institución que me digan, el Banco Mundial, ahora sí que ni las manos metió. Todavía no, por lo menos, y yo, no digo que tenga la capacidad económica para hacerlo, simple y sencillamente que los organismos financieros internacionales fueron incapaces de responder a una situación de coyuntura que evidentemente requería algo.
Y tenemos que construir una estructura financiera mundial capaz de entender el nuevo contexto económico en el que estamos viviendo y de intervenir.
Bueno, en este rediseño de las estructuras tiene que haber una mayor participación de las economías emergentes, concretamente, por ejemplo, en el Foro de Estabilidad Económica o en el propio Banco Mundial, se requiere una, hoy nuestro Banco Interamericano de Desarrollo, por ejemplo, se requiere una estructura y un rediseño corporativo que tenga mayor participación de economías emergentes y también procesos mucho más ágiles para toma de decisiones.
Yo tuve la oportunidad de ser Director de BANOBRAS en México, estaba yo muy entusiasmado con la posibilidad de tener interacción con el Banco Interamericano de Desarrollo y a final de cuentas me di cuenta que para, yo sabía que el Banco, BANOBRAS, era muy lento en su toma de decisiones, por decir alguna cosa, y tomaba varios meses poder otorgar un crédito porque había que pasar con el asesor y había que pasar con el auditor y había que pasar con la Comisión Nacional Bancaria, y luego había que pasar con la Función Pública, y luego había que pasar, pobre acreditado no va a saber en qué gastar su dinero, vamos a asesorarlo, entonces, venía un asesor, y bueno.
Vamos a hacerlo más rápido, vámonos con el BID, bueno, me di cuenta de que el BID tardaba más tiempo que BANOBRAS en otorgar un crédito y dije no, esto anda definitivamente mal.
Entonces, tiene que haber mecanismos mucho más ágiles. El crédito se ha contraído en todo el mundo, se ha contraído en las economías desarrolladas y se ha contraído en las economías en desarrollo y se va a contraer más.
Se requiere, urge, la intervención de organismos internacionales debidamente capitalizados para substituir la contracción de crédito que se está generando en las economías en desarrollo, quizá menos en el caso de México, pero en el caso de muchos países latinoamericanos que evidentemente sufrirán esta contracción de créditos; si no hay una fuente de crédito oportuno va a haber verdaderamente un efecto irreversible en las economías reales de estos países.
Y cuarto, finalmente. Es medular evitar el resurgimiento del proteccionismo y me parece que un debate elemental que tiene que darse en la CEPAL y en toda América Latina, en el mundo, es precisamente el rol del comercio y del mercado y partir de las premisas elementales del comercio, el mercado y la inversión.
Qué premisas elementales.
Premisas elementales, tan sencillas, pienso yo, como el de afirmar que el mercado y el comercio genera, en primer lugar, productos más baratos y productos de mejor calidad para todos los consumidores; que el comercio global genera mercados más amplios y más equilibrados para todos los productores; que genera también insumos más baratos y de mejor calidad para todos los aparatos productivos; que el mercado global compensa, además, las deficiencias estructurales que se generan por efectos regionales.
Por ejemplo, vean el caso de México, a mí me parece evidente de que si estamos dependiendo en más de un 80 por ciento en nuestras exportaciones de la economía americana y eso que las hemos reducido; si seguimos nosotros dependiendo unívocamente de una sola economía, que además va a estar estancada probablemente, un año o dos, sino es que más, evidentemente estamos perdiendo oportunidades.
Y en este panorama, si vemos que hay una economía latinoamericana que creció las tasas más grandes en los últimos años, cinco por ciento hace un par de años, un poco más el año pasado; y aunque la CEPAL tenga un pronóstico de 3, si lo reduce ligeramente desde ahorita se lo compro a Alicia, al que sea, me dice dos y medio se lo compro.
Entonces, evidentemente tenemos una oportunidad que estamos perdiendo, mientras sigamos cerrando nuestros mercados en las economías latinoamericanas.
Es una oportunidad global. Y lo que pasa es que los gobiernos, los políticos, los discursos de los políticos; no cabe duda que el vecindario se ha vuelto muy complicado.
Y también, no sólo los políticos, también los productores han asumido, en muchos partes, un discurso eminentemente proteccionista. Y la verdad es que en una economía global levantar barreras al comercio y a la inversión lo único que va a generar es una exacerbación de la recesión.
La lección del 29 además está ahí. Precisamente, las leyes americanas que fueron expedidas después de la crisis del 29, que fueron proteccionistas, lo único que hicieron fue retrasar la rehabilitación de la economía americana y de sus mercados.
Yo tengo una enorme preocupación de que eso pueda ocurrir en América Latina. Por razones ideológicas, por ejemplo, a mí me preocupa, me alarma que los procesos de integración latinoamericana, simple y sencillamente se detuvieron.
Que muchos países han, incluso, dado pasos hacia atrás en sus compromisos ya adquiridos de liberación comercial o de libre comercio.
Me preocupa que las proclamas de unidad latinoamericana son cada vez más políticas y cada vez menos económicas.
Mucho más adjetivas en términos de discursos y mucho menos concretas en términos de aranceles. Y eso, precisamente, está impidiendo que una de las regiones económicas, que con todo este panorama ha registrado crecimiento en los últimos años a final de cuentas, Asia, en primer lugar, y América Latina, en segundo, son las economías que están creciendo, el nuevo proteccionismo haga perder oportunidades de salida de esta crisis a los pueblos latinoamericanos, desde México hasta Chile.
Y me parece medular volver a enfocar el discurso de crecimiento de la economía por la vía de la competitividad y la productividad, que en una economía global, especialmente, sólo puede provenir de entornos mucho más abiertos de competencia y productividad, que a su vez sólo pueden darla los mercados abiertos. Esa es la verdad.
Ya no digamos del proteccionismo de las naciones desarrolladas, imaginen ustedes el caso de México, si verdaderamente se hacen o se cumplen los augurios, promesas o profecías, como les quieran llamar, de levantar nuevas barreras al comercio con América Latina y con México; simple y sencillamente es condenar al estancamiento.
No digo sólo o principalmente de México, al propio estancamiento de la economía norteamericana que está perdiendo claramente la carrera de la competitividad frente a Asia e incluso frente a Europa.
La clave, la clave que está dando la competitividad en el mundo es la capacidad de articulación de mercados completos y la capacidad de integrar factores de producción tremendamente disímiles, desde luego la mano de obra, pero no el único, en mercados como el de Asia o como el de Europa.
Sí, es muy importante el salario o el bajo salario, desgraciadamente, que se paga en China o en Asia, en India. Pero también es fundamental la calidad educativa que están recibiendo los ingenieros hindúes, por ejemplo, o chinos, para prosperar en industrias que tienen un enorme potencial de futuro en la economía global; por ejemplo, en electrónica. Esa carrera, la carrera de la competitividad global, esa sí la puede perder América Latina.
Por eso el llamado que se hizo en el G-20, de que se evite la enorme tentación de hacer del proteccionismo una falsa salida de la crisis actual, me parece vital a ser retomada por las economías y los gobiernos de América Latina, y yo urgiría, respetuosamente, a que fuera analizada y debatida por la CEPAL.
Finalmente, un tema que lo ha mencionado Alicia y yo no lo puedo dejar de mencionar que es el tema ambiental.
Yo estoy absolutamente convencido de que esta generación tiene que resolver el dilema del medio ambiente.
Yo la primera vez que oí hablar del medio ambiente fue a mi padre que citaba al Club de Roma, allá en la década de los 70.
Mi padre era un hombre muy estimado entre sus amigos, sus colegas, un hombre de partido, de la época de las catacumbas, digo yo, cuando había que hacer reuniones clandestinas, en que el Gobierno no se diera cuenta.
Y un día en una convención se paró y empezó a hablar cosas verdaderamente inverosímiles. Empezó a hablar de la lluvia ácida, y habló algo así de que se iban a derretir los polos y de que se iba a acabar el agua y de que se iban a alterar las estaciones.
Y, entonces, los amigos de mi papá así de plano dijeron: Bueno, al pobre de don Luis ahora sí ya le pegó la edad.
Y, efectivamente, citaba el documento Nuestro Destino Común, que es un documento medular, donde habla, precisamente, de dos brechas que dividen a la humanidad: la brecha entre el hombre y la naturaleza, y la brecha entre el norte y el sur; entre ricos y pobres, llámese países, llámese personas, llámese ciudades.
La brecha entre el norte y el sur, y la brecha entre el hombre y la naturaleza son, efectivamente, las dos brechas que sí ponen en riesgo de existencia a la civilización actual.
Y la verdad es que siendo la nuestra una civilización que ha logrado desenterrar a tantas civilizaciones antiguas, en nuestro caso a la maya, a la azteca, a la purépecha, que vale la pena hacer el paréntesis, jamás fue dom
inada por los aztecas, eso está claro, es una parte de la pirámide que no alcance yo a ubicarme bien.
O la propia cultura egipcia, en fin. Es increíble que esta civilización nuestra no haya reparado, verdaderamente, en la posibilidad de su propia mortandad.
Yo no sé si sea una ilusión óptica mía o estoy muy prejuiciado o de plano vine en el día incorrecto, pero por ejemplo, el tema del deshielo glacial de las cordilleras, que es un tema que yo pensaba pasaba sólo en Popocatéptl y en el Iztaccíhuatl, y me parece que está aquí también muy cerca de Santiago.
No es lo que yo vi hace muchos, muchos años, cuando vine por primera vez y con mucha ilusión a esta gran ciudad.
Lo que sí es cierto, amigos, es que sé que si esta generación no es capaz de resolver el tema, no va a haber futuro para ninguna otra. Y lo vinculo con el tema económico porque, contra lo que se piensa, necesitamos mecanismos que nos ayuden a resolver el tema ambiental y al mismo tiempo a cerrar la brecha entre ricos y pobres.
Y creo que la clave se llama Pago por Servicios Ambientales; es decir, tenemos que colocar recursos públicos y privados provenientes de externalidades nocivas contra el medio ambiente, para precisamente cerrar la brecha.
Y tenemos que hacerlo a partir de ayudar a gente que vive en la miseria, en el caso de México, comunidades indígenas y campesinas que están en zonas selváticas y boscosas, y que lo han hecho durante décadas y quizá siglos es comerse los bosques; es decir, talarlos, porque no tienen otra alternativa, sembrar ahí maíz o simplemente dejárselos al talamontes a que los explote.
Y lo que queremos hacer es hacer un formidable esfuerzo de pago de servicios ambientales, darle dinero a ese indígena, a ese campesino, para que pueda preservar el bosque o para que pueda iniciar una plantación forestal y eso nos permita a todos sobrevivir en términos ambientales, pero a su vez a él le dé un ingreso a su familia y a sus hijos.
Y esto yo lo vinculo con una propuesta que estamos haciendo a nivel global, que es el Fondo Verde.
El Fondo Verde qué es.
Es un poco el mecanismo que pensó el Protocolo de Kyoto, de financiar o compensar las emisiones de carbono, pero con la diferencia de que los ingresos no se constituyen con empresas de países desarrollados, que casi de buena fe se obligan a conseguir a alguien que les compense sus emisiones.
Sino que el Fondo Verde se integraría con recursos de todas las naciones; así como se financia esta institución, yo creo que perfectamente podremos financiar un Fondo Verde.
Es decir, determinar ingresos por país con base al ingreso per cápita, con base a las emisiones per cápita, con base a las emisiones globales, con base al PIB absoluto o con base a una combinación de otros factores, para determinar cuotas de cada pueblo, y que cada Nación también pudiera girar contra ese Fondo Verde.
Y girar en qué sentido.
Poner parámetros que tengan que ver con el medio ambiente. Por ejemplo, pongámosle precio a cada tonelada de carbono que se deja de emitir, o a cada tonelada de carbono que se secuestre o que se capture, en el entendido de que países más pobres retiran más contra el Fondo Verde que países desarrollados, o países desarrollados parablemente no retiren o retiren poco.
El Fondo Verde permitiría verdaderamente tener acciones afirmativas o activas, con políticas de gasto rehabilitante de la de la economía, y especialmente enfocadas a construir red social y a hacer flujo de ingreso hacia los ingresos más pobres de la sociedad, que a la vez nos permitan cerrar la brecha entre el hombre y la naturaleza y el medio ambiente.
Lo menciono porque aquí en la nota de mi Canciller me hicieron que, bueno, lo menciono con mucho gusto, pero creo firmemente en eso.
Qué tenemos amigas y amigos, ya para concluir.
Primero. Si estamos ante una de las peores crisis que se tienen en esta civilización. Sí, sí lo es. Pero cualquiera que sea la dimensión de la tormenta, la clave es mantener el rumbo claro y firme hacia donde se quiera llegar.
Para mí no es el tema con mis propios colaboradores de Gabinete, hacer elucubraciones de qué tan profundo será el efecto recesivo y el impacto en la población, sino cualquiera que sea el efecto y el impacto recesivo internacional, qué cosas están en nuestras manos hacer para atenuar ese impacto y para construir futuro para México.
Y lo que está en nuestras manos hacer es de corto plazo y es de largo plazo. De corto plazo, es revisar integralmente el sistema financiero. Es precisamente evitar un colapso de las instituciones financieras, y afortunadamente tenemos el entramado financiero que nos permite evitar, precisamente, una quiebra del crédito como ocurrió en el propio Estados Unidos; bastante nos costó la crisis bancaria de hace 10 años como para no estar pertrechados ahora; afortunadamente ahora lo estamos.
Necesitamos en el corto plazo una política contracíclica clara, audaz, en infraestructura, en una construcción de red social; nosotros estamos ampliando el gasto social, el gasto en oportunidades, el gasto en salud, el gasto en educación, el gasto en seguridad.
Necesitamos también no sólo las grandes obras y el Punta Colonet, el puerto que les he platicado, o las carreteras, sino obras pequeñas.
Y lo que vamos a hacer el año que entra, por ejemplo, es que las 30 mil escuelas básicas más pobres del país, que sabemos que tienen problemas de infraestructura, es decir que no tienen baño para niñas, por ejemplo, no tienen baño para nadie en muchas de ellas, o que no tienen techo, o que no tienen pizarrón, vamos a acelerar un programa para arreglar todas, las 30 mil escuelas el próximo año, por lo menos las 10 mil en mayor deterior en el primer semestre.
Y qué vamos a hacer. Vamos a hacer precisamente el programa de caminos rurales y rectificación y modernización, mantenimiento de carretas, más ambicioso, y vamos a elevar nuestras propias metas para llevar agua potable a la mayor población posible.
Vamos a hacer un gran esfuerzo de gasto público contracíclico, orientado a la infraestructura o al pago de servicios ambientales para, precisamente, detener o mitigar o neutralizar efectos de corto plazo de la economía.
Los efectos de largo plazo cuáles son, o más bien la meta de largo plazo cuál es. Es tener una economía competitiva, capaz de producir más a mejor precio y en condiciones mejores que nuestros competidores en cualquier parte del mundo.
Capaz de reducir costos para los productores, capaz de reducir costos para los consumidores, capaz de tener mercados claros y Estado que, precisamente, no estorbe esa actividad productiva.
Hemos lanzado, por ejemplo, una iniciativa en la que convocamos a un concurso nacional, el concurso se llama: el trámite más inútil del Gobierno. Entonces hemos convocado a los ciudadanos, que nos digan cuál es el trámite más inútil y engorroso del Gobierno. Empezamos con el Gobierno Federal, y ya tenemos también sugerencias para todos los gobiernos locales y municipales. Espero que no nos meta en problemas políticos eso, no.
Pero la idea es, precisamente eso, tener una economía competitiva y moderna que pueda salir adelante en el mediano plazo. Y eso sólo se hace si retomamos el camino de reformas estructurales.
Hace dos años que vine a Chile para hablar, cuando era Presidente Electo, todavía no tomaba posesión. Y como dije esta mañana, no faltaba quien apostara a qué no tomaría posesión.
Hablé de que México tenía que hacer varias reformas, y hoy, la verdad, tengo el gusto de decirles no de las reformas que pensamos hacer, sino de las que ya hemos hecho.
Hablé, por ejemplo, del problema de pensiones que tienen muchas naciones del mundo, del sistema tradicional, solidario, el pay as you go, contra las cuentas individuales. Nosotros lo cambiamos el sistema de pensiones de los servidores públicos, y eso implicó para las finanzas públicas nacionales que pudiéramos evitar su colapso y su quiebra, y un ahorro del 25 por ciento del PIB a valor presente neto.
Sabemos que dependemos mucho del petróleo, seguimos dependiendo, pero ya hicimos una Reforma Hacendaria que nos permite ingresos no petroleros para el Estado de dos por ciento del PIB por año.
Hicimos una Reforma en Materia de Justicia que nos va a permitir pasar del sistema inquisitorial a un sistema mucho más transparente adversarial y de juicios orales.
Se hizo una reforma electoral, muy polémica si se quiere, sí, pero que pudo reconstruir el consenso básico entre todos los partidos políticos y los actores relevantes, justo ante un año muy complejo de elecciones que tendrá un entorno económico, social y político muy complejo.
Pudimos sacar, además, una reforma en materia de transparencia para estados y municipios; sacamos una reforma educativa, no legislativa, ciertamente, pero un gran acuerdo con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el más de millón de maestros que hay en México, que nos permite evaluar a los profesores, que nos permite asignar las plazas por concurso, que nos permite recuperar la calidad educativa en las escuelas poco a poco.
Hicimos una Reforma en materia Energética, algo que hubiera sido casi un pecado capital en los viejos modelos críticos de política tradicional, y hoy PEMEX es una empresa que va a tener mucho mayor vigilancia corporativa, un nuevo modelo de Gobierno corporativo y además posibilidades de inversión tecnológica y de exploración y producción de petróleo y gas natural, que va a revertir la caída de la producción petrolera y de gas de Petróleos Mexicanos.
En fin, estamos haciendo que las cosas cambien en México de fondo. Reformas estructurales que sé que harán de México una economía mucho más competitiva; reformas de fondo también en infraestructura nacional que harán de México esta plataforma logística que les he comentado, de manera tal que México sea uno de los mejores lugares para invertir en el mundo, y eso es lo que nos estamos proponiendo.
Habrá problemas en el corto plazo. Sí, sí los va a haber.
Pero lo que estamos haciendo es pertrecharnos para la tormenta, y una vez pasada la coyuntura de este ciclo recesivo, porque esa coyuntura pasará, ustedes lo saben bien; la economía tiene ciclos claros y marcados, y ninguna bonanza es para siempre y ninguna recesión es para siempre.
Una vez pasada esta coyuntura, este ciclo recesivo; una vez neutralizado, además, el efecto con todo lo que está a nuestro alcance de neutralizarlo, sabemos que la economía mexicana, con las decisiones que estamos tomando, con los cambios que hemos hecho, con los que seguiremos haciendo, la economía mexicana crecerá más, generará más empleo y la vez tendrá mayores oportunidades de vida digna, de educación, de salud y de servicios para las mexicanas y los mexicanos del futuro.
Así que mi llamado es, amigas y amigos, a que nos centremos, verdaderamente, en lo mucho que América Latina puede dar y hacer para enfrentar este entorno adverso; que trabajemos fuerte para enfrentar las circunstancias económicas de esta coyuntura global. Pero sobre todo mi convocatoria es a que los pueblos y gobiernos de América Latina volvamos no sólo pensar con esperanza en el futuro, sino a trabajar firme y decididamente para darle rumbo a nuestra América Latina, que tiene en esta coyuntura una gran oportunidad.
Desde México estamos trabajando de manera decidida, de manera fuerte, de manera firme, seguros de ese futuro promisorio que vendrá y que será mejor de lo que ahora tenemos, en beneficio de los mexicanos que vienen detrás de nosotros.
Muchísimas gracias a todos ustedes.

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