Columna Bajo la Lupa/Alfredo Jalife-Rahme
Publicado en La Jornada, 7 de diciembre de 2008;
El analista británico Ambrose Evans-Pritchard, vinculado a los intereses financieros de la City, advierte que la “estabilidad mundial pende de un hilo conforme las economías continúan su desplome” (The Daily Telegraph, 30/11/08) y comenta que en forma similar a las burbujas financieras, la “burbuja política está estallando”, y en forma análoga a los “diferenciales (spreads) financieros de riesgo” de la “sequía crediticia”, los “diferenciales de riesgo geoestratégico se han ampliado ahora en forma dramática”.
Concede enorme importancia a los Bonos del Tesoro de Estados Unidos de tres meses, que se han vuelto el “último refugio seguro” y que otorgan un rendimiento menor a cero después de descontar los costos, lo que demuestra que “ahora se paga a Washington por guardar el dinero de los ahorradores”, cuando se han desmoronado los valores del “RIC” (Rusia, India y China), que ha impulsado una fuga de capitales hacia el dólar.
Alega que la “atrocidad” de Bombay puede entronizar al partido nacionalista hindú Bharatiya Janata al poder (la tesis de Bajo la Lupa, 3/12/08), lo que derivaría en una “confrontación nuclear (¡super-sic!) entre India y Pakistán”.
Abulta las protestas del centro exportador de Guandong, debido al contagio del tsunami financiero que ha golpeado a China, que “recurriría a la carta nacionalista” mediante una incursión de sus submarinos en aguas japonesas, lo que desembocaría en “represalias de Estados Unidos”.
Extiende la descomposición financiera, económica y geopolítica a varias zonas de Europa, y en particular a Rusia: “secuestrada por los precios del petróleo, que en caso de descender debajo de 50 dólares el barril (nota: ahora se cotiza en 42 dólares) generaría un movimiento telúrico”.
Rememora antecedentes similares en la década de los 30 del siglo pasado cuando “nada era obvio” hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, y refiere que “hoy los excesos de deuda son mucho mayores”. Sugiere que los inversionistas deben apostar a los países con una “democracia profundamente arraigada, un fuerte sentido de solidaridad nacional, una probada (sic) aplicación de las leyes y portaviones nucleares (¡supersic!)”, es decir: “Estados Unidos y Gran Bretaña (GB)”.
¿Propició la banca israelí-anglosajona la carnicería de Bombay con el fin de repatriar los capitales a Estados Unidos y revaluar artificialmente el dólar? ¿Apuesta Ambrose Evans-Pritchard a una tercera guerra mundial para capitalizar los ahorros de los inversionistas en Estados Unidos y GB?
Ilya Kramnik, comentarista militar de Ria Novosti (2/12/08), y Bob Gates, secretario del Pentágono –que repite con Obama– (The Financial Times, 5/12/08), plantean guerras de diferente escala e intensidad, muy alejadas de la tesis apocalíptica de Ambrose Evans-Pritchard.
Ilya Kramnik sopesa las “posibles (sic) guerras de Obama”, que coloca en tres regiones: Afganistán, Irán y el Mar Negro. Considera que el “conflicto en Afganistán tiende a intensificarse” cuando “el Pentágono ha anunciado un plan para incrementar sus tropas a más de 50 mil soldados”, que puede llevar al empantanamiento de Estados Unidos, como sucedió con la URSS. Es evidente que la guerra en Afganistán sirve para descargar los inventarios del complejo militar-industrial de Estados Unidos.
Ilya Kramnik considera que “Irán permanecerá en la lista de las prioridades”, pero en las “presentes circunstancias Estados Unidos no se encuentra en condiciones de desencadenar una nueva guerra en la región” y optará por “ejercer presión en el interior mediante el apoyo a la oposición”.
Washington ejercería presiones sobre Moscú en la “región del Mar Negro”: el riesgo de otro conflicto entre Georgia y Rusia es “muy alto” e involucraría a Ucrania, cuando “Estados Unidos ha aumentado su flota”. Los movimientos de atracción de Ucrania y Estados Unidos servirían para facilitar la revancha de Georgia.
Los temores de Ilya Kramnik sobre un conflicto en la región del Mar Negro se confinan a los últimos días de Baby Bush ya que con Obama en la presidencia “un conflicto sería menos probable”.
Aduce que “con mayor probabilidad, Obama proseguirá el despliegue de los nuevos sistemas misilísticos de defensa en Europa del este” y asevera que “otras guerras no empezarán probablemente en otras partes del mundo”. ¡Gracias!
Sobre Venezuela afirma que Obama se limitará a apoyar a la oposición, y concluye que las “tensiones internacionales probablemente no serán menos intensas”, pero que la “crisis económica global, que apenas ha empezado (sic), y su subsecuente desarrollo, afectarían seriamente los planes políticos de las grandes potencias”. Si no entendemos mal: en un descuido se revientan las previsiones.
Más a tono con Ambrose Evans-Pritchard, Chatam House (19/11/08), uno de los más importantes centros de pensamiento de GB, abre conceptualmente un nuevo frente en el Cuerno de África, donde el caos en Yemen, debido al desplome de los precios del petróleo, se extendería a Kenia, Somalia (con todo y piratas) y hasta Arabia Saudita (¡supersic!).
A nuestro juicio, en el mundo israelí anglosajón colisionan dos escuelas de pensamiento: 1) la superbélica de los neoconservadores straussianos, vinculados a la dupla Bush-Cheney (aliada al israelí Bibi Netanyahu, candidato a primer ministro en las elecciones de febrero), pese a su crepúsculo, todavía pueden causar grave daño en los próximos 54 días antes de despedirse y legar un campo minado a Obama, que, a nuestro juicio, sembraron en Bombay; y 2) la “realista”, el nuevo eje de seguridad nacional (Scowcroft-Brzezinski-Jones-Gates) y la diplomacia clintoniana que prefieren resolver los contenciosos de Irán, Siria, Líbano y Palestina mediante negociaciones.
En un próximo ensayo en la influyente revista Foreign Affairs (bimestre enero-febrero 2009), cuyos extractos fueron publicados por The Financial Times, Bob Gates (vinculado al ex asesor de seguridad nacional Brent Scowcroft y a Daddy Bush más que a Baby Bush), se pronuncia en forma impactante en favor de un “mayor énfasis” para que “ Estados Unidos se prepare a la contrainsurgencia y a las operaciones de estabilidad (sic) en lugar de su tradicional preocupación con guerras largas y dispendiosos sistemas armamentistas”.
A reserva de profundizar sobre la nueva doctrina Gates, suena impresionante que invite al Congreso en forma poco usual a financiar generosamente al Departamento de Estado para promover la diplomacia de Estados Unidos y su softpower en el mundo. El concepto de softpower, es decir, que utiliza el formidable poderío de Estados Unidos en materia cultural, científica y diplomática, fue formulado por Joseph Nye, politólogo de Harvard.
En forma inteligente, Gates repele librar otra guerra al estilo Irak y se rehúsa a empantanarse en una nueva guerra fría ni, mucho menos, en una tercera guerra mundial. ¿Dejarán actuar a Gates los neoconservadores straussianos de EU e Israel?
El analista británico Ambrose Evans-Pritchard, vinculado a los intereses financieros de la City, advierte que la “estabilidad mundial pende de un hilo conforme las economías continúan su desplome” (The Daily Telegraph, 30/11/08) y comenta que en forma similar a las burbujas financieras, la “burbuja política está estallando”, y en forma análoga a los “diferenciales (spreads) financieros de riesgo” de la “sequía crediticia”, los “diferenciales de riesgo geoestratégico se han ampliado ahora en forma dramática”.
Concede enorme importancia a los Bonos del Tesoro de Estados Unidos de tres meses, que se han vuelto el “último refugio seguro” y que otorgan un rendimiento menor a cero después de descontar los costos, lo que demuestra que “ahora se paga a Washington por guardar el dinero de los ahorradores”, cuando se han desmoronado los valores del “RIC” (Rusia, India y China), que ha impulsado una fuga de capitales hacia el dólar.
Alega que la “atrocidad” de Bombay puede entronizar al partido nacionalista hindú Bharatiya Janata al poder (la tesis de Bajo la Lupa, 3/12/08), lo que derivaría en una “confrontación nuclear (¡super-sic!) entre India y Pakistán”.
Abulta las protestas del centro exportador de Guandong, debido al contagio del tsunami financiero que ha golpeado a China, que “recurriría a la carta nacionalista” mediante una incursión de sus submarinos en aguas japonesas, lo que desembocaría en “represalias de Estados Unidos”.
Extiende la descomposición financiera, económica y geopolítica a varias zonas de Europa, y en particular a Rusia: “secuestrada por los precios del petróleo, que en caso de descender debajo de 50 dólares el barril (nota: ahora se cotiza en 42 dólares) generaría un movimiento telúrico”.
Rememora antecedentes similares en la década de los 30 del siglo pasado cuando “nada era obvio” hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, y refiere que “hoy los excesos de deuda son mucho mayores”. Sugiere que los inversionistas deben apostar a los países con una “democracia profundamente arraigada, un fuerte sentido de solidaridad nacional, una probada (sic) aplicación de las leyes y portaviones nucleares (¡supersic!)”, es decir: “Estados Unidos y Gran Bretaña (GB)”.
¿Propició la banca israelí-anglosajona la carnicería de Bombay con el fin de repatriar los capitales a Estados Unidos y revaluar artificialmente el dólar? ¿Apuesta Ambrose Evans-Pritchard a una tercera guerra mundial para capitalizar los ahorros de los inversionistas en Estados Unidos y GB?
Ilya Kramnik, comentarista militar de Ria Novosti (2/12/08), y Bob Gates, secretario del Pentágono –que repite con Obama– (The Financial Times, 5/12/08), plantean guerras de diferente escala e intensidad, muy alejadas de la tesis apocalíptica de Ambrose Evans-Pritchard.
Ilya Kramnik sopesa las “posibles (sic) guerras de Obama”, que coloca en tres regiones: Afganistán, Irán y el Mar Negro. Considera que el “conflicto en Afganistán tiende a intensificarse” cuando “el Pentágono ha anunciado un plan para incrementar sus tropas a más de 50 mil soldados”, que puede llevar al empantanamiento de Estados Unidos, como sucedió con la URSS. Es evidente que la guerra en Afganistán sirve para descargar los inventarios del complejo militar-industrial de Estados Unidos.
Ilya Kramnik considera que “Irán permanecerá en la lista de las prioridades”, pero en las “presentes circunstancias Estados Unidos no se encuentra en condiciones de desencadenar una nueva guerra en la región” y optará por “ejercer presión en el interior mediante el apoyo a la oposición”.
Washington ejercería presiones sobre Moscú en la “región del Mar Negro”: el riesgo de otro conflicto entre Georgia y Rusia es “muy alto” e involucraría a Ucrania, cuando “Estados Unidos ha aumentado su flota”. Los movimientos de atracción de Ucrania y Estados Unidos servirían para facilitar la revancha de Georgia.
Los temores de Ilya Kramnik sobre un conflicto en la región del Mar Negro se confinan a los últimos días de Baby Bush ya que con Obama en la presidencia “un conflicto sería menos probable”.
Aduce que “con mayor probabilidad, Obama proseguirá el despliegue de los nuevos sistemas misilísticos de defensa en Europa del este” y asevera que “otras guerras no empezarán probablemente en otras partes del mundo”. ¡Gracias!
Sobre Venezuela afirma que Obama se limitará a apoyar a la oposición, y concluye que las “tensiones internacionales probablemente no serán menos intensas”, pero que la “crisis económica global, que apenas ha empezado (sic), y su subsecuente desarrollo, afectarían seriamente los planes políticos de las grandes potencias”. Si no entendemos mal: en un descuido se revientan las previsiones.
Más a tono con Ambrose Evans-Pritchard, Chatam House (19/11/08), uno de los más importantes centros de pensamiento de GB, abre conceptualmente un nuevo frente en el Cuerno de África, donde el caos en Yemen, debido al desplome de los precios del petróleo, se extendería a Kenia, Somalia (con todo y piratas) y hasta Arabia Saudita (¡supersic!).
A nuestro juicio, en el mundo israelí anglosajón colisionan dos escuelas de pensamiento: 1) la superbélica de los neoconservadores straussianos, vinculados a la dupla Bush-Cheney (aliada al israelí Bibi Netanyahu, candidato a primer ministro en las elecciones de febrero), pese a su crepúsculo, todavía pueden causar grave daño en los próximos 54 días antes de despedirse y legar un campo minado a Obama, que, a nuestro juicio, sembraron en Bombay; y 2) la “realista”, el nuevo eje de seguridad nacional (Scowcroft-Brzezinski-Jones-Gates) y la diplomacia clintoniana que prefieren resolver los contenciosos de Irán, Siria, Líbano y Palestina mediante negociaciones.
En un próximo ensayo en la influyente revista Foreign Affairs (bimestre enero-febrero 2009), cuyos extractos fueron publicados por The Financial Times, Bob Gates (vinculado al ex asesor de seguridad nacional Brent Scowcroft y a Daddy Bush más que a Baby Bush), se pronuncia en forma impactante en favor de un “mayor énfasis” para que “ Estados Unidos se prepare a la contrainsurgencia y a las operaciones de estabilidad (sic) en lugar de su tradicional preocupación con guerras largas y dispendiosos sistemas armamentistas”.
A reserva de profundizar sobre la nueva doctrina Gates, suena impresionante que invite al Congreso en forma poco usual a financiar generosamente al Departamento de Estado para promover la diplomacia de Estados Unidos y su softpower en el mundo. El concepto de softpower, es decir, que utiliza el formidable poderío de Estados Unidos en materia cultural, científica y diplomática, fue formulado por Joseph Nye, politólogo de Harvard.
En forma inteligente, Gates repele librar otra guerra al estilo Irak y se rehúsa a empantanarse en una nueva guerra fría ni, mucho menos, en una tercera guerra mundial. ¿Dejarán actuar a Gates los neoconservadores straussianos de EU e Israel?
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Columna Bajo la Lupa/Alfredo Jalife-Rahme
Pubicado en La Jornada, 15/12/2008;
El tsunami financiero de Estados Unidos, que arrastró al mundo en forma perversa, no representa una “crisis” –punto de inflexión cuando el paciente se muere o se salva, pese al médico tratante–, sino un cambio de paradigma (que adelantó nuestro libro Fin de una era), lo cual epitomiza el fin del radical modelo capitalista neoliberal y el renacimiento de las estructuras estatales.
El tsunami financiero alcanzó ya al Pentágono, obligado a realizar ajustes fiscales importantes, por lo que deberá optar por una “pausa estratégica” de un mínimo de dos años, como recomienda el Center for National Policy (CNP), think-tank vinculado al Partido Demócrata.
El reporte del CNP Agilidad a lo largo del espectro: un proyecto para la fuerza futura, de 70 páginas, se articula con el nuevo pensamiento sobre la naturaleza de las guerras del futuro que propone el secretario de Defensa Bob Gates (ver Bajo la Lupa, 7 y 10/12/08), propone una “estrategia para enfrentar las amenazas crecientes en tiempos de crisis fiscal”, y pone el dedo en la llaga del incontrolable dispendio bélico del Pentágono: “la presente crisis del sector financiero y el costo asociado a los contribuyentes hacen inimaginables (sic) aumentos de gran escala en el gasto militar en los próximos años”.
Fustiga que el gasto militar aumentó 86 por ciento en los pasados ocho años con resultados poco claros y urge a la entrante administración de Obama a enfocarse en ganar (sic) las guerras en Irak y Afganistán, reconstruir las fuerzas militares terrestres, incrementar el tamaño de los marines, suprimir la utilización de los contratistas privados en seguridad para 2014, y establecer un comando conjunto en ciberseguridad.
¿Se desprivatiza el ejército de Estados Unidos? Esta sí que es noticia, ya que el nuevo pensamiento militar parece asimilar la desglobalización y la restatización de los asuntos humanos después de la debacle neoliberal que infectó hasta el espíritu del cuerpo militar.
En forma paralela a la revaluación de los nuevos tipos de guerra que librará el Pentágono y sus ineludibles recortes fiscales, el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés; 8/12/08) –donde, por cierto, figuran los geoestrategas Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski, y que planificó la captura de los hidrocarburos mexicanos hace siete años, en colusión con los neoliberales salinistas y zedillistas– refiere que la ciberseguridad representa uno de los principales problemas de seguridad nacional de Estados Unidos, sin descuidar la privacidad y las libertades civiles.
Cabe señalar que, en los tiempos de hambruna y desempleo global, el gasto militar de Estados Unidos es intolerable para los pacifistas samaritanos: 547 mil millones de dólares, es decir, 45 por ciento del total mundial, frente a China, con 5 por ciento, y Rusia, 3 por ciento (SIPRI, 08).
En realidad, el dispendio militar de Estados Unidos sería doblemente mayor ya que oculta gastos bajo la asignatura benigna de investigación y desarrollo (I&D) de las universidades.
Las principales “recomendaciones” de CNP son: 1) “La pausa estratégica”: diferir los compromisos en los próximos dos años para nuevos y experimentales sistemas de armas; 2) “Reconstruir y reajustar”: expandir el ejército terrestre en 65 mil y a los marines en 27 mil; 3) “Mayor proyección, mayor extensión”: mejorar la habilidad de proyectar el poderío a todo el mundo, con un objetivo de 325 navíos, mediante la construcción de más submarinos, y plataformas de menor costo, así como la creación de “vehículos de combate aéreo sin piloto” (UCAV, por sus siglas en inglés).
Los objetivos esbozados dotarían a los militares con la “agilidad necesaria para combatir, ganar o prevenir conflictos que van desde la contrainsurgencia hasta la guerra convencional”. Los marines regresarían a sus “raíces expedicionarias”, mientras el omnipotente sector de la fuerza aérea, que deglute una parte sustancial del pantagruélico presupuesto, sería “más enfocado” y “avanzado”.
Se desprende que las guerras Nintendo del Pentágono, en las que la fuerza aérea juega un papel destructivo preponderante, quedan desacreditadas ya que, pese a su colosal demolición, no consiguen ganar las guerras en el terreno de acción y ocupación, cuya tarea es ahora asignada al ejército terrestre y a los marines.
En similitud a Bob Gates, el secretario de Defensa reformista, el reporte CNP no critica explícitamente el RAM (Revolución de Asuntos Militares), el espejismo alucinatorio de la dupla Cheney-Rumsfeld y sus aliados neoconservadores straussianos.
De Defensa (10/12/08), centro de pensamiento estratégico europeo, concede enorme importancia al reporte CNP, que denota un “empuje reformista del Pentágono”, pregonado por la “corriente moderada”. Refiere que el reporte fue divulgado el mismo 8 de diciembre por Reuters (agencia británica de noticias) y el rotativo The Guardian, y festeja el “hallazgo feliz”, desde el punto de vista mediático, de la “pausa estratégica”, cuando el gasto del Pentágono se encuentra “fuera de control” y “en estado de ruptura”.
Destaca que CNP, con sede en Washington, sea dirigido por Tim Roemer, anterior representante demócrata de Indiana, miembro del Comité del 11/9, y favorito a descolgar un alto puesto en los servicios de espionaje de Obama.
Scott Bates, coautor del reporte, en una entrevista a Reuters comentó que los “recursos se encuentran muy limitados y que no existe margen para otro error”, mientras confiesa que, en el marco del empeoramiento de la crisis financiera global, “hemos estado operando de manera urgente en los pasados siete años”. Bates argumenta persuasivamente que la “pausa estratégica” es idónea en la coyuntura presente ya que las “armas de Estados Unidos se encuentran una generación adelante de otros países enemigos posibles (sic)”.
A De Defensa no se le escapa que el “argumento principal coyuntural” del reporte “se centra en la crisis financiera y económica”, misma entonación de una fuente relevante como Defense Business Board (25/11/08), así como del connotado reformista militar Winslow Wheeler.
Los poderosos contratistas militares afectados (Lockheed Martin Corp., Boeing Co, SAIC Inc, etcétera), sus cabilderos en el Congreso y sus palafreneros en los multimedia, han reaccionado exasperadamente. La Asociación de Industrias Aeronáuticas, en una página pagada en The Washington Post, arguye que su sector otorga 2 millones de empleos de clase media y es el principal exportador de bienes manufacturados de Estados Unidos.
Con tal argumento de corte sofista y fascista, la “industria del narcotráfico” pudiera publicitar lo mismo, olvidándose del axioma axiológico de que el fin no justifica los medios, ni los miedos bélicos.
El tsunami financiero alcanzó ya al Pentágono, obligado a realizar ajustes fiscales importantes, por lo que deberá optar por una “pausa estratégica” de un mínimo de dos años, como recomienda el Center for National Policy (CNP), think-tank vinculado al Partido Demócrata.
El reporte del CNP Agilidad a lo largo del espectro: un proyecto para la fuerza futura, de 70 páginas, se articula con el nuevo pensamiento sobre la naturaleza de las guerras del futuro que propone el secretario de Defensa Bob Gates (ver Bajo la Lupa, 7 y 10/12/08), propone una “estrategia para enfrentar las amenazas crecientes en tiempos de crisis fiscal”, y pone el dedo en la llaga del incontrolable dispendio bélico del Pentágono: “la presente crisis del sector financiero y el costo asociado a los contribuyentes hacen inimaginables (sic) aumentos de gran escala en el gasto militar en los próximos años”.
Fustiga que el gasto militar aumentó 86 por ciento en los pasados ocho años con resultados poco claros y urge a la entrante administración de Obama a enfocarse en ganar (sic) las guerras en Irak y Afganistán, reconstruir las fuerzas militares terrestres, incrementar el tamaño de los marines, suprimir la utilización de los contratistas privados en seguridad para 2014, y establecer un comando conjunto en ciberseguridad.
¿Se desprivatiza el ejército de Estados Unidos? Esta sí que es noticia, ya que el nuevo pensamiento militar parece asimilar la desglobalización y la restatización de los asuntos humanos después de la debacle neoliberal que infectó hasta el espíritu del cuerpo militar.
En forma paralela a la revaluación de los nuevos tipos de guerra que librará el Pentágono y sus ineludibles recortes fiscales, el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés; 8/12/08) –donde, por cierto, figuran los geoestrategas Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski, y que planificó la captura de los hidrocarburos mexicanos hace siete años, en colusión con los neoliberales salinistas y zedillistas– refiere que la ciberseguridad representa uno de los principales problemas de seguridad nacional de Estados Unidos, sin descuidar la privacidad y las libertades civiles.
Cabe señalar que, en los tiempos de hambruna y desempleo global, el gasto militar de Estados Unidos es intolerable para los pacifistas samaritanos: 547 mil millones de dólares, es decir, 45 por ciento del total mundial, frente a China, con 5 por ciento, y Rusia, 3 por ciento (SIPRI, 08).
En realidad, el dispendio militar de Estados Unidos sería doblemente mayor ya que oculta gastos bajo la asignatura benigna de investigación y desarrollo (I&D) de las universidades.
Las principales “recomendaciones” de CNP son: 1) “La pausa estratégica”: diferir los compromisos en los próximos dos años para nuevos y experimentales sistemas de armas; 2) “Reconstruir y reajustar”: expandir el ejército terrestre en 65 mil y a los marines en 27 mil; 3) “Mayor proyección, mayor extensión”: mejorar la habilidad de proyectar el poderío a todo el mundo, con un objetivo de 325 navíos, mediante la construcción de más submarinos, y plataformas de menor costo, así como la creación de “vehículos de combate aéreo sin piloto” (UCAV, por sus siglas en inglés).
Los objetivos esbozados dotarían a los militares con la “agilidad necesaria para combatir, ganar o prevenir conflictos que van desde la contrainsurgencia hasta la guerra convencional”. Los marines regresarían a sus “raíces expedicionarias”, mientras el omnipotente sector de la fuerza aérea, que deglute una parte sustancial del pantagruélico presupuesto, sería “más enfocado” y “avanzado”.
Se desprende que las guerras Nintendo del Pentágono, en las que la fuerza aérea juega un papel destructivo preponderante, quedan desacreditadas ya que, pese a su colosal demolición, no consiguen ganar las guerras en el terreno de acción y ocupación, cuya tarea es ahora asignada al ejército terrestre y a los marines.
En similitud a Bob Gates, el secretario de Defensa reformista, el reporte CNP no critica explícitamente el RAM (Revolución de Asuntos Militares), el espejismo alucinatorio de la dupla Cheney-Rumsfeld y sus aliados neoconservadores straussianos.
De Defensa (10/12/08), centro de pensamiento estratégico europeo, concede enorme importancia al reporte CNP, que denota un “empuje reformista del Pentágono”, pregonado por la “corriente moderada”. Refiere que el reporte fue divulgado el mismo 8 de diciembre por Reuters (agencia británica de noticias) y el rotativo The Guardian, y festeja el “hallazgo feliz”, desde el punto de vista mediático, de la “pausa estratégica”, cuando el gasto del Pentágono se encuentra “fuera de control” y “en estado de ruptura”.
Destaca que CNP, con sede en Washington, sea dirigido por Tim Roemer, anterior representante demócrata de Indiana, miembro del Comité del 11/9, y favorito a descolgar un alto puesto en los servicios de espionaje de Obama.
Scott Bates, coautor del reporte, en una entrevista a Reuters comentó que los “recursos se encuentran muy limitados y que no existe margen para otro error”, mientras confiesa que, en el marco del empeoramiento de la crisis financiera global, “hemos estado operando de manera urgente en los pasados siete años”. Bates argumenta persuasivamente que la “pausa estratégica” es idónea en la coyuntura presente ya que las “armas de Estados Unidos se encuentran una generación adelante de otros países enemigos posibles (sic)”.
A De Defensa no se le escapa que el “argumento principal coyuntural” del reporte “se centra en la crisis financiera y económica”, misma entonación de una fuente relevante como Defense Business Board (25/11/08), así como del connotado reformista militar Winslow Wheeler.
Los poderosos contratistas militares afectados (Lockheed Martin Corp., Boeing Co, SAIC Inc, etcétera), sus cabilderos en el Congreso y sus palafreneros en los multimedia, han reaccionado exasperadamente. La Asociación de Industrias Aeronáuticas, en una página pagada en The Washington Post, arguye que su sector otorga 2 millones de empleos de clase media y es el principal exportador de bienes manufacturados de Estados Unidos.
Con tal argumento de corte sofista y fascista, la “industria del narcotráfico” pudiera publicitar lo mismo, olvidándose del axioma axiológico de que el fin no justifica los medios, ni los miedos bélicos.
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