Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
Publicado en El Universal, Martes 28 de julio de 2009
¿Negociadores y la PGJDF se robaron el dinero?
¿Quién será el valiente en decir la verdad?
S i Marcelo Ebrard pudiera regalarse una mañana para revisar los expedientes en los que la PGR y la PFP sustentan las pesquisas del secuestro del niño Fernando Martí —que en su momento conoció la Procuraduría capitalina—, desde hace muchos días habría despedido a Miguel Mancera, titular de la PGJDF.
¿Y por qué debía despedirlo?
Porque el procurador Mancera no sólo fabricó culpables en el caso Martí, sino que insiste en su intentona de engaño colectivo a los ciudadanos del Distrito Federal —se aferra a la falsa teoría de que la banda de El Apá es responsable del crimen y secuestro del niño Martí—, y porque con ese montaje no sólo ensucia la credibilidad en la impartición de justicia del GDF, sino que estimula la impunidad criminal en la capital del país y arrastra la imagen del presidenciable que es su jefe, Marcelo Ebrard.
Pero también existe la posibilidad de que Mancera defienda con uñas y dientes su falsa teoría sobre el caso Martí —de que la banda de La Flor es la responsable—, no por tapar a sus “ineficaces subalternos”, sino porque la orden pudiera venir de arriba. Es decir, abundan los indicios en dirección a que salió de la oficina del propio Marcelo Ebrard la tesis de que El Apá es el secuestrador y criminal de Fernando Martí. Sólo así se entendería que Mancera siga en el cargo.
En todo caso, lo interesante son las evidencias que la PGR y la PFP tienen en su poder. Por lo pronto, resulta ilustrativo que cuando el escolta de la familia Martí —que sobrevivió al secuestro y a un intento de asesinato—, fue llevado a la casa de seguridad donde la banda de los Petriciolet mantuvo cautivo a Martí, lo primero que hizo luego de reconocer la casa a plenitud fue una elocuente exclamación, seguida de un gesto de pesadumbre: “¡Y ahora que voy a decir!”.
Cristian Salmones reconoció plenamente la casa de seguridad donde estuvo secuestrado Martí y entendió que esa nueva evidencia echaba por tierra todo el montaje preparado por la PGJDF. Algo parecido ocurrió con el propio Alejandro Martí —padre del niño asesinado—, quien incluso pudo comprobar que su hijo Fernando fue asesinado cuando se encontraba inconciente, luego de ser sedado.
Pero más aún, los expedientes en poder de la PGR y la PFP confirman que la banda de los Petriciolet actuó con el mismo modus operandi, con las mismas células, en la misma casa de seguridad, con el mismo negociador, los mismos miembros, y con la misma logística, no sólo una, dos o tres ocasiones posteriores al secuestro y crimen de Fernando Martí, sino luego de cinco secuestros y a lo largo de casi un año. En pocas palabras, que luego de secuestrar y asesinar a Fernando Martí y durante cinco secuestros más —hasta el del niño Antonio Equihua, en mayo de 2009—, la banda de los Petricciolet siguió actuando igual y de manera impune, mientras que el procurador Mancera y Marcelo Ebrard insistían en que los responsables del secuestro y crimen de Martí eran El Apá y su banda. ¿Qué más necesita Marcelo para darse cuenta del engaño?
Si hace falta más, otro dato. Según periciales de voz, el negociador del caso Martí es el mismo negociador de los cinco secuestros siguientes que cometió la banda. Pues resulta que ese negociador advirtió a la familia de la víctima del secuestro que siguió al de Martí —nombre de cuya familia nos reservamos el nombre por razones obvias—, lo siguiente: “Si me hacen lo que el caso anterior, que no me pagaron, también lo voy a matar”.
¿Qué revela lo anterior? Poca cosa, que al niño Fernando Martí lo mataron porque no se pagó el rescate. ¿Quién no pagó? El padre de Fernando, Alejandro Martí, asegura que entregó poco más de cinco millones de pesos a los negociadores —de la familia y la PGJDF—, que no fueron entregados a los secuestradores. ¿Quién se quedó con el dinero? Esa respuesta la tienen los negociadores de la familia y, por supuesto, la Procuraduría del Distrito Federal. Se presume que entre los negociadores de la familia y los policías de la PGJDF se habrían quedado con el dinero.
En resumen, que los encargados de negociar el rescate de Fernando Martí —designados por la familia del secuestrado y por la PGJDF— se habrían robado el dinero del rescate. Por esa razón habrían matado al niño Martí. ¿Por qué no investiga todo eso el jefe de Gobierno? No, es más fácil inventar culpables. Al tiempo.
EN EL CAMINO
Por cierto, en cualquier momento se podrían dar a conocer grabaciones de La Tuta, el jefe de La Familia michoacana, que muestran quién gobierna en Michoacán. Está cercana la caída de Godoy.
¿Negociadores y la PGJDF se robaron el dinero?
¿Quién será el valiente en decir la verdad?
S i Marcelo Ebrard pudiera regalarse una mañana para revisar los expedientes en los que la PGR y la PFP sustentan las pesquisas del secuestro del niño Fernando Martí —que en su momento conoció la Procuraduría capitalina—, desde hace muchos días habría despedido a Miguel Mancera, titular de la PGJDF.
¿Y por qué debía despedirlo?
Porque el procurador Mancera no sólo fabricó culpables en el caso Martí, sino que insiste en su intentona de engaño colectivo a los ciudadanos del Distrito Federal —se aferra a la falsa teoría de que la banda de El Apá es responsable del crimen y secuestro del niño Martí—, y porque con ese montaje no sólo ensucia la credibilidad en la impartición de justicia del GDF, sino que estimula la impunidad criminal en la capital del país y arrastra la imagen del presidenciable que es su jefe, Marcelo Ebrard.
Pero también existe la posibilidad de que Mancera defienda con uñas y dientes su falsa teoría sobre el caso Martí —de que la banda de La Flor es la responsable—, no por tapar a sus “ineficaces subalternos”, sino porque la orden pudiera venir de arriba. Es decir, abundan los indicios en dirección a que salió de la oficina del propio Marcelo Ebrard la tesis de que El Apá es el secuestrador y criminal de Fernando Martí. Sólo así se entendería que Mancera siga en el cargo.
En todo caso, lo interesante son las evidencias que la PGR y la PFP tienen en su poder. Por lo pronto, resulta ilustrativo que cuando el escolta de la familia Martí —que sobrevivió al secuestro y a un intento de asesinato—, fue llevado a la casa de seguridad donde la banda de los Petriciolet mantuvo cautivo a Martí, lo primero que hizo luego de reconocer la casa a plenitud fue una elocuente exclamación, seguida de un gesto de pesadumbre: “¡Y ahora que voy a decir!”.
Cristian Salmones reconoció plenamente la casa de seguridad donde estuvo secuestrado Martí y entendió que esa nueva evidencia echaba por tierra todo el montaje preparado por la PGJDF. Algo parecido ocurrió con el propio Alejandro Martí —padre del niño asesinado—, quien incluso pudo comprobar que su hijo Fernando fue asesinado cuando se encontraba inconciente, luego de ser sedado.
Pero más aún, los expedientes en poder de la PGR y la PFP confirman que la banda de los Petriciolet actuó con el mismo modus operandi, con las mismas células, en la misma casa de seguridad, con el mismo negociador, los mismos miembros, y con la misma logística, no sólo una, dos o tres ocasiones posteriores al secuestro y crimen de Fernando Martí, sino luego de cinco secuestros y a lo largo de casi un año. En pocas palabras, que luego de secuestrar y asesinar a Fernando Martí y durante cinco secuestros más —hasta el del niño Antonio Equihua, en mayo de 2009—, la banda de los Petricciolet siguió actuando igual y de manera impune, mientras que el procurador Mancera y Marcelo Ebrard insistían en que los responsables del secuestro y crimen de Martí eran El Apá y su banda. ¿Qué más necesita Marcelo para darse cuenta del engaño?
Si hace falta más, otro dato. Según periciales de voz, el negociador del caso Martí es el mismo negociador de los cinco secuestros siguientes que cometió la banda. Pues resulta que ese negociador advirtió a la familia de la víctima del secuestro que siguió al de Martí —nombre de cuya familia nos reservamos el nombre por razones obvias—, lo siguiente: “Si me hacen lo que el caso anterior, que no me pagaron, también lo voy a matar”.
¿Qué revela lo anterior? Poca cosa, que al niño Fernando Martí lo mataron porque no se pagó el rescate. ¿Quién no pagó? El padre de Fernando, Alejandro Martí, asegura que entregó poco más de cinco millones de pesos a los negociadores —de la familia y la PGJDF—, que no fueron entregados a los secuestradores. ¿Quién se quedó con el dinero? Esa respuesta la tienen los negociadores de la familia y, por supuesto, la Procuraduría del Distrito Federal. Se presume que entre los negociadores de la familia y los policías de la PGJDF se habrían quedado con el dinero.
En resumen, que los encargados de negociar el rescate de Fernando Martí —designados por la familia del secuestrado y por la PGJDF— se habrían robado el dinero del rescate. Por esa razón habrían matado al niño Martí. ¿Por qué no investiga todo eso el jefe de Gobierno? No, es más fácil inventar culpables. Al tiempo.
EN EL CAMINO
Por cierto, en cualquier momento se podrían dar a conocer grabaciones de La Tuta, el jefe de La Familia michoacana, que muestran quién gobierna en Michoacán. Está cercana la caída de Godoy.
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