7 sept 2009

La conclusión de EMM

Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Medina-Mora, lo suyo es la política
Publicado en Excélsior, 7 de septiembre de 200:
Si las versiones que se han manejado en los últimos días son ciertas, en las próximas horas Eduardo Medina-Mora dejará la Procuraduría General de la República y será propuesto como nuevo embajador de nuestro país en Gran Bretaña. Concluirá así su paso, en los últimos nueve años, por todas las áreas neurálgicas de la seguridad en el país: fue director del Cisen durante cuatro años, dos más secretario de Seguridad Pública y durante este sexenio pasó tres años en la Procuraduría. Es un ciclo muy largo, de muchas responsabilidades, sobre todo para un hombre que no proviene de las áreas de seguridad, sino de un perfil político muy marcado y de larga experiencia con sectores empresariales.
Por supuesto que en ese largo recorrido hubo aciertos y errores, pero estoy convencido de que han sido, en el caso de Medina-Mora, muchos más los primeros que los segundos, sobre todo porque comprendió que la seguridad es una cuestión, sin duda, eminentemente técnica, pero con un profundo sentido político cuando se ejerce desde la función pública. En el Cisen tuvo que luchar contra varias inercias y errores de concepción. El presidente Fox y algunos de sus colaboradores cercanos en el tema, por ejemplo, Adolfo Aguilar Zinser, llegaron a Los Pinos con mucha ignorancia sobre el verdadero Cisen, convencidos de que esa institución se dedicaba sobre todo al espionaje contra los opositores al PRI, y hubo presiones muy fuertes para desaparecerlo precisamente cuando se había convertido en un ente profesional que, por primera vez, se acercaba a los que debe ser un servicio de inteligencia del Estado. En aquellos años se pretendía pasar toda la labor de inteligencia a la entonces naciente Secretaría de Seguridad Pública. Medina-Mora defendió, en la medida de lo posible (tuvo reducción de presupuesto y personal, ya que mucho pasó a la SSP y a la AFI, también creada en ese momento), al Cisen y logró, si no convencer, por lo menos hacer comprender que una cosa es la inteligencia policial y otra la inteligencia y la seguridad del Estado. Los resultados no fueron los mejores porque nunca se terminó de definir el diseño de seguridad en el gobierno de Fox pero al menos se evitó la desaparición del Cisen y éste trabajó en forma muy aceptable, liberado ya de tareas operativas (algunas de las cuales, como cualquier servicio de inteligencia, en realidad tendría que haber continuado realizando).
En seguridad pública federal, Medina-Mora tuvo que tomar una Secretaría que venía de las gestiones de Alejandro Gertz Manero y de Ramón Martín Huerta, que había fallecido con parte de su equipo en aquel accidente en el Estado de México. La Secretaría, como le había ocurrido a Medina-Mora en el Cisen, vivía una crisis y, en los hechos, el eje de las tareas de seguridad estaba puesto en la PGR, sobre todo en la AFI que entonces dirigía Genaro García Luna, y en la SIEDO, encabezada entonces por José Luis Santiago Vasconcelos. La tarea de Medina-Mora en la Secretaría de Seguridad Pública fue, una vez más, conservar una institución que corría serios peligros de desdibujarse totalmente luego del accidente de Huerta y de hechos como los de Tláhuac. Tuvo incluso capacidad de reacción operando en Oaxaca y en Atenco, ya con Felipe Calderón como presidente electo.
En la PGR tampoco estuvo Medina-Mora en una situación cómoda: la posición por sí no lo es, pero si bien en este sexenio ha habido una mucho mayor definición del diseño del área de seguridad, las contradicciones y las diferencias entre la PGR y la SSP, y de ambas con las fuerzas militares, se dieron porque el diseño no estaba pensado para enfrentar un desafío tan grande como la virtual guerra que inició la administración de Calderón contra el narcotráfico. En el caso de la PGR, persistía el debate sobre la necesidad o no de contar con una policía investigadora propia y se tuvieron que sobrellevar las consecuencias de la llamada “operación limpieza”.
Aciertos y errores hubo muchos, pero quizás lo más importante es que Medina-Mora ha sobrellevado nueve años en esas áreas estratégicas, sin acusaciones de corrupción, deslealtad ni ineficiencia, nada mal para
un mundo político como el nuestro. Pero, además, con un perfil que se podría, en la anterior administración y en ésta, haber utilizado mucho más: Medina-Mora es un político muy talentoso para generar lazos, establecer contactos entre grupos incluso antagónicos, con muy buenas relaciones en la iniciativa privada, los medios, los dirigentes de los partidos políticos y los líderes sociales: un interlocutor privilegiado con muchos grupos de poder. Estoy convencido de que en tareas netamente políticas Medina-Mora le hubiera rendido mucho más al presidente Calderón que en la PGR. Por eso, en términos de seguridad, si bien Medina-Mora no es un operador en ese ámbito y no tiene la capacidad para ello que otros funcionarios, fue durante mucho tiempo quien mejor pudo explicar, poner en contexto, públicamente, de qué se trataba la llamada guerra contra el narcotráfico. Y lo pudo hacer porque la esencia de Medina-Mora en la labor pública no es necesariamente la seguridad, sino la política.
Si pudo librar, insistimos, con aciertos y errores, las gestiones en el Cisen, la SSP y la PGR, sin venir de una experiencia previa en seguridad, fue por talento político. Y, en ese sentido, con su salida, el presidente Calderón podrá reemplazar a un procurador, pero perderá un interlocutor político para su gobierno, mismos que no son precisamente los que sobran en esta administración.
Claro, todo esto si las versiones de que el día de mañana se darán a conocer los cambios en el gabinete son ciertas y si en ellas, como algunos vienen diciendo desde el día uno de esta administración, pero ahora con mucha mayor certidumbre, está incluido Medina-Mora.
Aciertos y errores hubo muchos, pero quizá lo más importante es que ha sobrellevado nueve años en áreas estratégicas, sin acusaciones de corrupción.

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