Presidente Calderón en el Lanzamiento del Libro Historia de México
Discurso
Gracias.
Muy buenas tardes.
Amigas y amigos.
Jóvenes estudiantes.
Historiadoras, historiadores.
Diputada Kenia López, Presidenta de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados.
Doctora Gisela Von Wobeser, Directora de la Academia Mexicana de la Historia.
Doctor Enrique Krauze, miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia.
Maestro y doctor Miguel León Portilla, miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia.
Doctor Álvaro Matute, miembro de número de la Academia.
Doctor Manuel Ceballos Ramírez, miembro de número de la Academia Mexicana de Historia, también.
Estimados integrantes del presídium.
Apreciados integrantes de la Academia Mexicana de la Historia aquí presentes.
Querida Margarita.
Señoras y señores:
Este año tenemos la oportunidad inigualable de celebrar las dos fechas más importantes de nuestra historia, como se ha dicho aquí: el Bicentenario del inicio de la Independencia y el Centenario del inicio de la Revolución Mexicana. Cumplimos 200 años de ser orgullosamente mexicanos.
Es cierto, podemos. Por lo menos, mexicanos independientes, porque, como bien decía el maestro León Portilla, la primera pregunta que surge es, desde cuándo, efectivamente, existe México.
Y bien señalaba don Miguel, algo que él describe, precisamente, en el capítulo que él desarrolla, probablemente desde el desarrollo de una, de la primera, de una civilización originaria, desde donde inicia una cierta organización social y cultural que, por cierto, no depende de otros. Y nos aclara bien don Miguel, que con todo y el enorme legado que dejan, ni Grecia ni Roma son originarias en ese sentido, porque a final de cuentas aprenden de otras, verdaderamente originarias, como es, por ejemplo, la cultura egipcia o la civilización egipcia.
Y, entonces, nuestro Egipto pudiera ser, precisamente, la Cultura Olmeca, que se desarrolla originariamente entre Veracruz y Tabasco, y que irradia, precisamente, un principio de ser nacional, o quizá se remonta aún más, como él mismo lo señala al principio de su capítulo, a probablemente 25 mil años antes, cuando llegan los primeros moradores a nuestro territorio, según se estima.
Si los olmecas fueron nuestra cultura originaria, nuestra herencia, probablemente, fue Teotihuacán, que es la que congrega sabiduría, cultura, valores, deidades, conocimientos, por lo menos en el Altiplano, en la parte central de nuestro México.
Y por eso, me alegra, amigas y amigos, que hoy estemos presentando a los mexicanos este magnífico libro de Historia de México. Una publicación de la Academia Mexicana de la Historia que se enmarca en los festejos del Año de la Patria.
Y como bien lo ha señalado la Directora de la Academia, Gisela von Wobeser, esta obra pretende ser un medio para acercarnos a nuestro pasado, así como contribuir a entender el presente y a construir un mejor futuro. Asimismo, tiene la finalidad de ayudar a fortalecer nuestra identidad y unidad nacionales.
Este libro es producto de la pluma de 13 autores connotados, integrantes de la Academia Mexicana de la Historia; son 13 estudiosos de nuestro pasado con un punto fundamental en común: su amor a México, su amor por nuestras raíces.
Cuando uno siente este tipo de afecto, de admiración, de amor, finalmente. Incluso cuando uno se enamora de una persona, lo que quisiera saber es su historia, lo que quisiera saber, es cómo es y qué piensa, y qué es lo que ha pasado y lo que ocurre en su vida.
Y sé que somos millones y millones, la gran mayoría de mexicanos que estamos enamorados de México. Así me considero yo, un enamorado de México, y no puedo más que disfrutar, precisamente, de lo que estos 13 historiadores han escrito sobre nuestro país.
Los ensayos de grandes maestros, como Manuel Ceballos, aquí presente, al igual don Miguel León Portilla, José María Muriá, Gisela, Jorge Alberto Manrique, Virginia Guedea, Josefina Zoraida Vázquez, también citada ahora; Andrés Lira, Javier Garciadiego, además director de El Colegio de México; Álvaro Matute, Jean Meyer, Enrique Krauze. En fin.
Es verdaderamente una obra magnífica, una obra útil y una obra que nos permitirá a todos aprender de México y aprender de los mexicanos.
Yo quiero reconocer, en especial, el trabajo y la trayectoria de Ernesto de la Torre Villar, uno de los más grandes conocedores de nuestra historia, y en particular de la época novohispana.
Colaborador, desde luego, de esta obra, pero quien lamentablemente falleciera el año pasado.
Gracias a él, gracias a todos por aportar sus conocimientos y su talento para elaborar el libro de Historia de México.
Manuel Ceballos, por cierto, que es el capítulo que abre el libro, describe una visión sugerente; es decir, más que un relato histórico, es precisamente un dimensionamiento de México, de El Espacio Mexicano, lo titula
Y además de describirnos cómo se integra nuestro país, sus regiones, dice algo bien interesante: Quizás los mexicanos conozcamos mucho a México, no tanto por haber tenido la oportunidad de ver un libro como estos, sino especialmente, como es obvio, por la vivencia que tenemos, cotidiana, de nuestra realidad y nuestra identidad.
Él cita, por ejemplo, que si varios historiadores, o personas que han escrito sobre México: Von Humboldt, Manuel Payno, Ángel Bassols. En fin, otros.
Si ellos nos han puesto en contacto con la versión académica del espacio y del pasado mexicanos, existe también una versión popular, consagrada en las múltiples canciones que dan cuenta de la conciencia de los mexicanos de su entorno geográfico; los corridos, entre otros, digamos: México lindo y querido, Guadalajara, Qué chula es Puebla, Tehuantepec, Monterrey tierra querida, Chulas fronteras, Yo soy del mero Chihuahua, Canción mixteca, Me he de comer esa tuna, Estos altos de Jalisco, Sonora querida, Veracruz, Caminante del Mayab, Chapala y Juan Colorado o El cuerudo, sí, es el último que cita, y qué bueno, su omisión hubiera demostrado la absoluta independencia de los autores de este libro.
ero, efectivamente, hay muchas maneras de que hemos ido conociendo a nuestro México y nuestra realidad.
Hay detalles que siempre se quieren conocer de lo que ha pasado en nuestra historia y sé que los vamos a encontrar aquí. Yo, por ejemplo, al revisar el libro me encontré con un detalle que es pocas veces citado.
Yo tengo una especial admiración por José María Morelos y Pavón. He dicho que, si bien es cierto, don Miguel Hidalgo es el Padre de la Patria y el que inicia la Independencia, y el que da el Grito de Independencia; Morelos, a final de cuentas, alumno, seguidor de él, es el primero que diseña la estructura institucional de lo que sería una nueva Nación; el primero que concibe, precisamente, cómo se organizaría la América Mexicana, sus Poderes: el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial e impulsa una nueva Constitución; organiza un Congreso Constituyente, promulga la Constitución de Apatzingán, un 22 de octubre de 1814.
Pero decía yo, un detalle que lo encuentro en el libro, además sorprendente, que Morelos fue literalmente en medio del fragor de la batalla, no sólo es un General con un genio militar inigualable, entonces no sólo está organizando un Congreso, sino además se dedica a organizar elecciones en los territorios dominados por él, algo formidable.
Pienso, amigas y amigos, que siempre habrá cosas nuevas y todas interesantes, no quizás todas gratificantes, pero a final de cuentas parte de nuestra historia, de la que tenemos, en su conjunto, que estar bien orgullosos.
Es cierto, como se ha dicho aquí también, en la historia, como en toda sociedad, no hay ni ángeles ni demonios. Hay, simple y sencillamente seres humanos, mujeres y hombres que tienen mayor o menor conciencia de su tiempo y de su responsabilidad con su Patria.
Esta primera edición que realiza el Fondo de Cultura Económica consta de un cuarto de millón de ejemplares, 250 mil ejemplares que van a estar a la venta en librerías, en puestos de periódicos, a un precio muy accesible. También, por si alguien se interesa en tener la primicia de este texto que, además, la verdad, es ampliamente recomendable, vamos a tener algunos ejemplares en la puerta, por si alguien lo desea tener desde ahora.
Y platicaba hace un momento con el Secretario de Educación, y a reserva de lo que opine la propia Academia, pero me parece que sería muy bueno, y lo vamos a hacer, si no tuvieran inconveniente, editar o reimprimir el libro cuantas veces sea necesario, para que llegue a todas y cada una de las escuelas de cualquier nivel en nuestro país y a todas y cada una de las bibliotecas de México. Y que, además, el contenido del libro sea, además, publicado en Internet, para que sea un libro accesible para cualquier persona en cualquier parte de México o del mundo.
A través de este libro queremos, amigos, que los mexicanos conozcamos, guiados por la experiencia y la sabiduría de los especialistas, la historia de nuestro país; la evolución de nuestra Nación, desde sus orígenes prehispánicos, hasta el México contemporáneo y el arribo de la democracia, pasando por la Conquista, por el Virreinato, la Independencia, la Reforma, la Revolución.
La obra contribuye a poner al alcance de todos y de una manera sencilla, incluso yo diría en una manera abreviada, porque siendo un libro importante y, vaya, de más de 200 páginas, casi 300, es un libro breve, atendiendo a la naturaleza y la riqueza de la historia de nuestro país.
El libro no se centra en personajes, sino que se centra en procesos históricos y eso, me parece, es un gran acierto.
Durante mucho tiempo hemos transmitido a nuestros hijos una historia de héroes y de villanos, de los buenos y los malos. Hoy sabemos que la realidad no es, precisamente, así.
Hemos dado pasos importantes para superar una concepción maniquea de la historia y adentrarnos en interpretaciones que son producto de una investigación rigurosa y académica.
Y celebro, por otra parte, que presentemos la obra Historia de México, precisamente este día, el 23 abril, en el que también se conmemora el Día Mundial del Libro.
Y gracias a los libros, podemos enriquecer nuestro conocimiento y nuestra sensibilidad, así como ampliar la visión que tenemos del mundo.
El Día Mundial del Libro es una fecha que en cierta forma es un homenaje a dos de los mejores escritores de todos los tiempos: William Shakespeare y Miguel de Cervantes, quienes curiosamente fallecieran el día el mismo día, un día como hoy, 23 de abril, pero del año 1616, del 16-16.
Cervantes es, sin duda, el mayor escritor de la lengua española. Es el padre y maestro mágico de nuestra literatura, como dijera Mario Vargas Llosa; y, precisamente, el galardón más importante de las letras hispánicas, el Premio Cervantes, es concedido un día como hoy, el día de hoy, más bien, a un mexicano excepcional.
Y por eso, quiero felicitar, desde aquí, a este singular poeta, este gran narrador, José Emilio Pacheco, quien hoy mismo recibe el Premio Cervantes en Alcalá de Henares, en España, la cuna del creador del Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha.
José Emilio Pacheco ha enriquecido el acervo cultural del país. Es un motivo de orgullo para todos los mexicanos, y refrenda a México como una fuerza cultural del libro, de las letras, de la cultura en general.
Con la obra de Pacheco, la literatura mexicana muestra su liderazgo, muestra su creatividad, muestra su fuerza en el mundo, y reafirma una gran verdad, también reflejada en el libro Historia de México: México es cultura.
En este año del Bicentenario de la Independencia, el Gobierno Federal refrenda su compromiso no sólo con el libro y con los autores mexicanos, sino también el compromiso de difundir al máximo de nuestras capacidades el conocimiento y el aprendizaje de la historia de México.
Y me refiero al aprendizaje, no sólo al proceso mediante el cual es conocida la historia, sino me refiero al proceso mediante el cual todos los mexicanos y, desde luego, el Presidente de la República, podemos aprender las lecciones de nuestra propia historia.
De ahí la importancia de conocerla en su integridad, con un criterio científico y no político; de que podamos, precisamente, entender sus diferentes aristas, los diferentes puntos de vista, los aciertos y los errores de todos nuestros personajes y de todos nuestros pasajes.
Hace aproximadamente dos meses, amigas y amigos, celebrábamos aquí mismo, en este mismo espacio, los 50 años del Primer Libro de Texto Gratuito y destacaba que en lo va de esta Administración hemos producido ya más de 600 millones de libros, una cifra que, por ejemplo, es el triple de la población de Brasil o el doble de la población de Estados Unidos. 600 millones de libros, seis veces más que la población mexicana, incluso.
Hemos puesto en marcha, por cierto, otros medios de transmitir y difundir la historia. Una serie televisiva y radiofónica, por ejemplo, donde han participado varios integrantes de la Academia de Historia: el Programa Discutamos México, en el que participan alrededor de 500 especialistas de todas las ramas del conocimiento, en un diálogo plural, que se enmarca por la libertad y por la crítica. Aprendemos de México discutiendo o viendo y oyendo las discusiones que los historiadores tienen acerca de nuestro país.
También hemos tomado otra decisión, de regalar a cada familia mexicana, a las 24, ahora se está actualizando, casi 27 millones de familias mexicanas, el libro Viaje por la Historia de México, que escribiera don Luis González y González, y citado, por cierto, hoy aquí también.
Uno de los historiadores más reconocidos que ha tenido nuestro país, y estamos produciendo, además, 27 millones de ejemplares de esta obra, que es de fácil lectura, que es breve, y que será entregado, incluso, a cada familia, con el apoyo de Correos de México.
Queremos garantizar que los libros vayan de la imprenta al hogar de cada mexicana y de cada mexicano.
Este Año de la Patria es particularmente importante. Y por ello, es vital aprovecharlo para acercarnos a nuestro pasado. Y más que a nuestro pasado, al presente que vivimos, como bien aclaraba don Miguel. Porque la historia es presente, como bien señaló. Y estos libros son fundamentales.
El Libro de Historia de México, que hoy presentamos, y Viaje por la Historia de México, de Luis González y González, vamos a promoverlos, porque son fruto de la reflexión de grandes historiadores de nuestra Nación. Y estoy convencido, lo he reiterado, que la historia no la debe escribir el gobernante, la debe escribir el historiador.
De hecho, en estas celebraciones, una de las reflexiones que hago es que, cuando México celebró el Centenario de la Independencia Nacional, más que celebrar la historia, celebró a Porfirio Díaz.
Eso fue la tonalidad y el sentido de las conmemoraciones o festejos, o los eventos que hubo en aquel 1910.
Hoy, gracias a la democracia, gracias a la pluralidad, gracias a los equilibrios de poderes, gracias a la libertad de opinión, gracias al peso y al contrapeso que se ejerce respecto del poder del Presidente, hoy, afortunadamente celebramos, como dijo Enrique Krauze, al verdadero protagonista de la historia, que es el pueblo anónimo de México, y no al Presidente.
Y a mí me alegra y me congratula ello, porque precisamente eso es lo que nos permitirá verdaderamente conocernos mejor.
Y por eso mismo, también Historia de México la escriben los historiadores. Y por eso hemos puesto al servicio de los profesionales de la historia los medios para que puedan difundir entre los mexicanos el resultado de sus investigaciones, de sus reflexiones y trabajo.
Como lo he dicho en otras ocasiones. Si queremos acercarnos al futuro y al futuro que queremos, un futuro de desarrollo humano sustentable, un futuro de prosperidad; un futuro de justicia, de libertad, de bienestar, de democracia; si queremos acercarnos al futuro que todos deseamos para México, es indispensable que hagamos una evaluación madura, que hagamos una evaluación responsable de lo mucho que hemos construido como Nación en 200 años de vida independiente.
Hacer un recuento de las cosas, hacer una valoración de lo que hemos logrado y de lo que falta por hacer. Sólo sobre lo que hemos construido, no es suficiente; necesitamos ver lo que tenemos que construir. Sería injusto no valorar los avances, pero sería irresponsable no reconocer la distancia que nos separa de la Patria justa y de la Patria próspera que anhelaron los Insurgentes y los Revolucionarios.
Señoras y señores.
Jóvenes estudiantes.
En un hermoso pasaje de otro libro, crucial para la historia del país, La Sucesión Presidencial en 1910, que escribió Francisco I. Madero, decía que la historia nos enseñará el derrotero que han seguido otros pueblos para salvarse, nos mostrará gloriosos ejemplos en qué inspirar nuestra conducta.
Reglas sabias para no dejar torcer nuestro criterio, y encontraremos en ella, ejemplos reconfortantes que harán renacer en nuestra alma el entusiasmo.
Yo estoy seguro que Historia de México contribuirá a que los mexicanos hagamos una reflexión más analítica, crítica y ponderada de nuestro pasado.
Así que, agradezco, a nombre de los mexicanos, a la Academia Mexicana de la Historia y a sus integrantes, a los 13 autores participantes en este libro; a la Secretaría de Educación Pública, al Fondo de Cultura Económica, que hayan hecho posible su realización, su publicación, y que hoy vea la luz este libro, que permitirá que los mexicanos conozcamos más acerca de nuestro amado país, y ese conocimiento nos sirva aún más para construir el México que queremos.
Enhorabuena y felicitaciones para todos.
-MODERADORA: Hace uso de la palabra la ciudadana doctora Gisela von Wobeser, Directora de la Academia Mexicana de la Historia.
-DRA. GISELA VON WOBESER: Señor Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa; señora Margarita Zavala; señor Secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio; señor Coordinador de la Comisión de los Festejos de los Centenarios, José Manuel Villalpando.
Señor Director del Fondo de Cultura Económica, Joaquín Díez-Canedo; señores miembros de la Academia Mexicana de la Historia; Miguel León Portilla y Enrique Krauze, colegas historiadores; señores y señoras:
En nombre de los miembros de la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid, quiero expresar la gran satisfacción que tenemos al dar a conocer hoy el Libro Historia de México, y contribuir así a los festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución.
Una de las preocupaciones fundamentales de nuestra Academia, que acaba de cumplir 90 años y ha agrupado a la mayoría de los historiadores más reconocidos del país, ha sido la de acercar la historia al pueblo de México.
Con tal finalidad, hemos sostenido un amplio programa de difusión orientado a la formación de alumnos y profesores de Historia, así como al público en general, y del cual forma parte la edición de esta Historia de México.
El libro fue escrito por 13 historiadores miembros de la mencionada Academia Mexicana de la Historia, todos ellos destacados profesionistas, especialistas en el periodo que abordan.
Quiero mencionar especialmente la participación del gran historiador Ernesto de la Torre, quien concluyó su capítulo una semana antes de morir, a los 89 años de edad.
Esta obra está dedicada a todos los mexicanos, y su intención es proporcionarles una síntesis de nuestra historia en un libro accesible y de fácil lectura.
Los hechos narrados y las interpretaciones del libro se basan en estudios específicos sobre los distintos temas realizados por los propios autores o por otros historiadores profesionales.
La obra pretende ser objetiva y veraz, pero como las interpretaciones dependen del criterio de cada uno de los autores y no existen verdades absolutas en materia historiográfica, sólo constituye una manera de abordar el pasado entre muchas otras posibles.
Cabe aclarar que para lograr un libro de formato pequeño se dejaron fuera muchos temas que hubieran podido ser de interés para los lectores.
Deseamos que esta obra sea un estímulo para que otros historiadores, especialmente, los pertenecientes a las nuevas generaciones que emprendan empresas similares.
Entre las aportaciones de esta Historia de México, quisiera señalar que en ella se revaloran muchos personajes y épocas históricas que habían sido malentendidas por la historiografía tradicional, ya que no eran el resultado de un análisis objetivo de los hechos pasados, sino obedecían a posturas ideológicas surgidas durante los periodos de confrontación política y militar: La Conquista, la Independencia, la Reforma y la Revolución.
Así, en ella, se resalta el papel fundamental desempeñado por las culturas indígenas en la formación de nuestro país.
El periodo novohispano, que coincide como una etapa fundamental en la construcción de nuestra Nación y se destacan los valores culturales que nos han legado, muchos de los cuales persisten hasta hoy día.
Los Imperios de Iturbide y Maximiliano ya no son vistos como meros accidentes que ocurrieron a México, sino como etapas de transición por las que fue necesario pasar.
Otro periodo abordado en uno de los capítulos, es el Porfiriato, cuyo conocimiento es necesario para entender el México Contemporáneo, ya que en él se encuentran los cimientos de muchas de nuestras instituciones.
Para concluir. Quiero agradecer a la Secretaría de Educación Pública y a la Presidencia de la República la confianza que depositaron en la Academia Mexicana de la Historia, al encargarle este libro y resaltar el absoluto respeto que tuvieron hacia las ideas expresadas en el mismo.
Finalmente, quiero destacar el trato amable que recibimos del Fondo de Cultura Económica y el profesionalismo con el que se editó el libro.
Muchas gracias.
-MODERADORA: Tiene la palabra el ciudadano doctor Enrique Krauze Kleinbort, historiador.
-DR. ENRIQUE KRAUZE KLEINBORT: Señor Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa; señora Margarita Zavala; señor Secretario de Educación, Alonso Lujambio Irazábal; miembros del presídium, colegas, amigos todos.
El Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución nos han sumido en la perplejidad, debemos festejar, celebrar o únicamente conmemorar.
Las tres son voces latinas. Festejar, la más pagana de las tres, es celebrar pero con bombo y platillo; celebrar, que incluye la acepción religiosa, por ejemplo, en la misa, es un acto solemne y público de reverencia o veneración; conmemorar es una acción casi neutra, hacer memoria o recordación.
Los porfiristas en 1910 no necesitaron consultar el diccionario. Conmemoraron, celebraron, festejaron todo de manera apoteósica. México cumplía 100 años, Porfirio Díaz 80, y en homenaje a ambas historias entreveradas, el régimen decidió echar la casa por la ventana con un mes ininterrumpido de discursos, develaciones, comidas, cenas, inauguraciones, desfiles, veladas, conferencias, conciertos, concursos y más discursos.
Don Porfirio entregaba cuentas desiguales a la historia, progresos sin justicia, orden sin libertad política, paz sin democracia.
Los gobernantes en 1960 tampoco necesitaron consultar el diccionario. Volvieron a echar las campanas a vuelo. Llevaron a cabo ediciones meritorias y hasta discurrieron la nacionalización de la industria eléctrica como un áncora de los buenos tiempos de la Revolución.
También el régimen de entonces entregaba cuentas desiguales a la historia. Progreso con cierta justicia social, orden con una alguna libertad, paz sin democracia.
Nosotros en 2010 no podemos ponernos de acuerdo. Nadie duda que debemos conmemorar, pero hay muchos que rechazan la idea de celebrar, no digamos la de festejar; no hay apoteosis posible en 2010, pero hay algo mucho más preciado y civilizado, hay pluralidad.
En el marco de la pluralidad el Bicentenario recordará no sólo dos fechas emblemáticas con todo y los grandes personajes que lo representan, sino también, aquello que los mexicanos hemos construido a lo largo de 200 años.
Un Bicentenario plural recordará también que México, en un sentido cultural, no nació estrictamente en 1810, sino mucho antes. En el universo del Toltecáyotl, como sugiere Miguel León Portilla; en la unidad del Barroco, como creía Luis González; en el Siglo de las Luces. Ojalá el mexicano tenga, al culminar este año, una idea de la profundidad y la complejidad de esos pasados que integran a México.
Lograremos esa visión.
La pluralidad en el Bicentenario implica que habrá muchos bicentenarios y muchos centenarios. Y qué bueno que así sea. El Congreso, la Judicatura, el Gobierno Federal, los gobiernos estatales y municipales, la Academia, la industria editorial, la Conferencia del Episcopado, los periódicos, los medios, han comenzando, algunos desde hace tiempo, a expresar su interpretación del 2010.
Qué hay que pedirles a todos.
Mesura, honestidad, conocimiento. No echar la casa por la ventana, sino convocar a una sucesión de actos y obras, cuyo contenido deje una huella permanente en el mexicano; una huella de orgullo, sí, pero también de curiosidad, de reflexión y de crítica.
Las instituciones de educación superior organizarán diversas conferencias, editarán libros, transmitirán programas. Ver a los académicos preocuparse por el público es una buena señal. Un físico debe conformarse con lo que lo leen o le leían sus pares, pero un historiador no puede hacerlo, a menos que opte por el solipsismo.
El Libro Historia de México que hemos compilado en la Academia Mexicana de la Historia, responde justamente a ese imperativo que está en la mejor tradición de Justo Sierra y Vasconcelos: Llevar la cultura y el conocimiento al público.
No es una obra definitiva, ninguna lo es, pero aspira a la claridad y a la concreción. Ojalá que el pueblo de México, que es el héroe colectivo y anónimo de nuestra historia, salga enriquecido de su Bicentenario.
Me pregunto si los historiadores estaremos a la altura de los tiempos. No lo sé, sólo sé que por fortuna, ese juicio no lo tendrá ya don Porfirio, ni el Porfirio en turno, lo tendrá quien debe tenerlo en una democracia, lo tendrá el público y lo tendrá la crítica.
Muchas gracias.
-MODERADOR: A continuación hace uso de la palabra el ciudadano doctor Miguel León Portilla, Historiador.
-DR. MIGUEL LEÓN PORTILLA: Maestro Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de México; señora Margarita Zavala; Maestro Alonso Lujambio, Secretario de Educación Pública; miembros del presídium; señoras, señores, niñas, niños.
Comenzaré con una afirmación que probablemente les parecerá paradójica o extraña. La historia sólo existe en un presente, en el presente en que ocurrió el acontecimiento o en el presente en que investigamos acerca de ella o leemos acerca de ella y le damos fuerza en nuestro pensamiento. Entonces reexiste, por así decirlo.
La historia sólo interesa en un presente en el que ocurrió o en aquel en el cual nos acercamos a eso que ocurrió.
El pasado para el pasado, la verdad, sólo interesa a los muertos. Y como los que estamos aquí no estamos todavía muertitos, yo diría que por eso nos debe interesar.
Pero eso explica también que, como el presente está cambiando, hoy no es ayer, no todavía es mañana, naturalmente que los acercamientos a los hechos del pasado en nuestros diversos presentes van cambiando. Y por eso, la historia se piensa y se repiensa muchas veces.
Alguien dice: No pero si ya tenemos magnificas obras, México a Través los Siglos, tantas obras de historia lo decían. Sí, pero el presente nuevo vuelve a repensarla.
Como lo decía aquí ya Gisela Von Wobeser, se vuelve a enriquecer, tal vez nuevos documentos nos ilustran, o nuevos criterios nos encaminan. Eso explica por qué la Academia Mexicana de la Historia ha acometido esta tarea.
Hay un punto que yo quiero tocar. Es un poquitín escabroso, pero quiero que nos curemos en salud.
Agradecemos mucho a la Secretaría de Educación que le haya confiado a la Academia la preparación de esta obra.
Agradecemos al señor Presidente que haya incluido en ella una presentación. Pero aquí viene el punto:
Alguno podrá decir: Ah, han preparado una obra por encargo. Otra vez volvemos a la historia oficial. Quiero decirles, y me curo en salud; y estoy seguro que todos coincidimos en esto, que hemos obrado con entera libertad, con absoluta libertad.
Hace ya un buen número de años que los historiadores que laboramos en la UNAM y en otras instituciones sabemos que tenemos la enorme responsabilidad de investigar y de expresar realmente lo que creemos, lo que pensamos, después de ponderarlo.
Si nos equivocamos, que nos corrijan. Yo estoy seguro que la intención del señor Presidente, al haber hecho esta presentación es afirmar su interés por la historia, y así lo tomamos.
Finalmente quiero concluir con esto último. En esta obra, también lo ha dicho ya Enrique Krauze, partimos de la etapa prehispánica. A veces se preguntan cuándo comenzó la historia de México. Empezó con Hernán Cortés, empezó con la Independencia o con la Consumación de la Independencia.
Cuándo empezó.
Mi respuesta, así lo digo en el libro, es cuando ocurrieron en el territorio de lo que hoy es de México, aconteceres que son una antecedente obvio de nuestro ser actual.
Finalmente, todos nosotros, absolutamente todos, tenemos mucho de indígenas, aunque me digan pero si yo nací lejísimos de aquí; si, pero tienes mucho de indígena.
Por qué.
Porque tú en primer lugar tienes ya otra manera de ver la vida, otra manera de tratar a la gente. Yo he estudiado muchos textos en náhuatl, en el Huehuetlatolli, los consejos de los ancianos; y ahí dicen, por ejemplo, cómo está usted, descanse, repose, cómo está su madre, cómo están sus hijos, así hablamos los mexicanos hoy.
Otros pueblos no hablan así, cómo está así y ya. Nosotros y su mamacita, y su abuelita, y sus hijitos, así somos, y luego, piensen ustedes en tantas cosas, por ejemplo, yo ahí pongo en el trabajo que he hecho al final, una especie de consideración de la cantidad de vocablos, de lenguas indígenas que usamos en el español de México.
Y esos vocablos están mostrándonos cuántas realidades en los diversos órdenes de la vida viven entre nosotros de origen prehispánico.
Esta mañana yo me tomé un tamalito con mi chocolatito, y eso es prehispánico. Entonces, por eso comenzamos con lo prehispánico.
Mi amigo Enrique Krauze tuvo el valor, el cierto valor, de traer la historia hasta el presente.
La verdad es que uno se pregunta: hasta cuándo termina; porque ya la historia ha estado, puede ser hasta esta palabra que estoy diciendo. Él lo hace como ponderadamente muy bien, creo yo, con sentido crítico, ahí pueden enterarse mucho de lo que un historiador prestigiado y la Academia le da el respaldo al publicarlo, y la SEP también, puesto que ella patrocinó esto, dejándonos entera libertad; qué pensamos o qué piensa él acerca de las etapas más recientes, de los gobiernos más cercanos, aquellos que hemos visto.
Yo coincido con San Agustín que dice: Todos los tiempos en que he existido me parecen claros y luminosos, y en los que no existía me parecen oscuros.
Ustedes, jóvenes, tienen todavía pocos tiempos luminosos, ya tendrán muchos. Pero quiero decir que hay una cierta necesidad de reflexionar para encontrar el punto en que cierra el libro. Eso es lo que yo quería reflexionar, ojalá que el libro sea de su interés y muchas gracias.
-MODERADORA: Toma la palabra el ciudadano maestro Alonso Lujambio Irazábal, Secretario de Educación Pública.
-SECRETARIO ALONSO LUJAMBIO IRAZÁBAL: Gracias.
Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.
Maestro Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; licenciada Margarita Zavala. Gracias por estar con nosotros licenciada. Doctora Gisela Von Wobeser, Directora de la Academia Mexicana de Historia; doctores Enrique Krauze, Miguel León Portilla, Álvaro Matute, Manuel Ceballos, todos miembros del número de la Academia Mexicana de la Historia; maestro Joaquín Díez Canedo, Director General del Fondo de Cultura Económica; licenciado José Manuel Villalpando César, Coordinador Ejecutivo de la Comisión Organizadora de las Conmemoraciones 2010.
Diputada Kenia López Rabadán, Presidenta de la Comisión de Cultura de la Honorable Cámara de Diputados; niñas, niños, jóvenes estudiantes, gracias por estar con nosotros el día de hoy.
Amigas, amigos:
Estoy convencido de que este es uno de los momentos más importantes de este año histórico para todos los mexicanos y quiero explicar por qué.
El Presidente de la República ha dicho, ciertamente, que en el año 2010 nos merecemos una celebración. Ya hacia una reflexión Enrique Krauze al respecto. Sí, nos merecemos un festejo una celebración, porque es nuestro cumpleaños, es el cumpleaños de México como insistentemente el propio Enrique Krauze ha dicho.
Pero también ha dicho el Presidente que es un momento para pensar, para pensarnos y para repensarnos
El Presidente de la República promovió amigas, amigos, sí, hace aproximadamente dos años, que la Academia Mexicana de la Historia escribiese, por supuesto, con toda libertad un pequeño Libro de Historia de México para ser distribuido de forma masiva con motivo del Bicentenario de nuestra Independencia y del Centenario de la Revolución.
Se trataba de contar con un libro dirigido a todos los mexicanos que difundiese la historia de nuestro país.
La idea era que un libro breve expresara, esto es muy importante. De algún modo lo ha dicho Gisela, pero quiero subrayarlo, que expresara los avances de la revisión histórica de los últimos años que nos arrojara nueva luz lejos de cualquier versión oficial de la historia, de esa historia de bronce, de esa historia de monumentos como la llamara nuestro maestro Luis González y González hace algunos años.
La Academia Mexicana de la Historia acogió con entusiasmo el proyecto y lo acometió con gran rigor intelectual, claridad expositiva y una apreciable brevedad.
Este libro, amigas y amigos, por lo tanto, Historia de México, es fruto del trabajo comprometido de 13 historiadores de distintas instituciones de investigación y de educación, todos ellos miembros reconocidos de la Academia Mexicana de la Historia.
Todos sabemos que la historia y la nuestra no es la excepción, está sujeta a múltiples interpretaciones. Por ello, cada generación está obligada a releer la historia, lo decía hace un momento nuestro querido Maestro Miguel León Portilla, a reinterpretar sus episodios, a revalorar momentos, a releer procesos políticos, sociales, culturales, a la luz de nuevas evidencias y de nuevos momentos históricos, de nuevas preocupaciones del presente. Es cierto.
Usted lo ha señalado, señor Presidente, hemos vivido bajo la idea, durante muchos años en México, de una historia Monolítica, donde los seres son semidioses, y los villanos figuras demoniacas.
Y esto, niños y niñas, jóvenes, no es así. Este tipo de interpretación no explica nada, y tampoco los ayuda la comprensión del desarrollo real de nuestra Patria. No ayuda a comprendernos, ni a unirnos en nuestra diversidad que hoy tanto celebramos y defendemos.
Quiero poner tres ejemplos presentes en este libro de lo que estoy diciendo.
Primero. Durante muchos años en México ha habido dos versiones de la Independencia.
Una. La versión oficialista que pone el acento en 1810, el arranque del movimiento. Y otra, que pone el acento en lo que hemos llamado, o se llamado la Consumación de la Independencia, once años después, en 1821, como momento clave.
Durante muchos años, diversas ideologías entraron a esta disputa, y cada una se identificaba con una corriente del pensamiento.
Virginia Guedea, prestigiada historiadora de la UNAM, una de las grandes autoras del revisionismo de la Independencia, de la revisión, de la interpretación de la Independencia, nos plantea en este libro el papel relevante que los dos momentos jugaron en un proceso muy complejo, que además, cabe señalar, no se reduce únicamente a esos dos momentos.
Otro ejemplo. El texto de Josefina Zoraida Vázquez sobre los primeros 27 años de nuestra vida independiente. Una época complejísima, desordenada, oscura, por lo tanto, es iluminada con gran elocuencia y claridad por Josefina Zoraida Vázquez, prestigiada profesora de El Colegio de México.
Ella piensa que, concluida la guerra con Estados Unidos, en 1848, donde perdemos más de la mitad de nuestro territorio, se coagulan, finalmente ya, los partidos Liberal y Conservador, que van a dar luchas complejísimas, dolorosas para el país en los años por venir.
Las Presidencias de Herrera, de Arista, van a ser preludio de la última dictadura de Santa Anna.
En fin. Es la era de Santa Anna y aquí hay una exploración también muy inteligente de esta etapa, insisto, compleja, difícil de entender para muchos mexicanos porque, precisamente, es especialmente abigarrada y terriblemente inestable.
Un último ejemplo. El modo complejo en el que Enrique Krauze acomete la historia del México contemporáneo en los últimos 20 años. Los historiadores creo, a veces, prefieren remontarse a un pasado remoto, lejano, porque ya los personajes centrales de los hechos que van a narrar ya no están vivos.
Por lo tanto, el pasado reciente, sin embargo, también es materia de análisis del historiador, que quiere, sin embargo, ver el tiempo de larga duración, como decía Fernando Raudel.
Se trata de una aproximación cuidadosa de Enrique, porque escribir sobre la historia reciente es entrar en un terreno plagado de polémica y él estuvo dispuesto, ya lo dijo Miguel León Portilla, con valor a entrar a ese análisis de los últimos años de nuestra historia.
Es así como desde la Academia se ha ido construyendo una nueva interpretación de la historia. La riqueza de nuestro pasado, la diversidad de sus personajes y de sus actores, y sobre todo, la complejidad de los procesos en los que participaron, permite una variedad de interpretaciones que, sin duda, son tanto novedosas como originales.
Yo creo que este libro enriquece, sin duda, nuestra cultura.
Quiero agradecer al Fondo de Cultura Económica por su contribución para la realización de esta estimulante y luminosa versión de nuestro pasado inmediato y remoto, porque es la institución editorial del Estado mexicano, reflejo de su pluralidad actual y libertad de pensamiento que priva entre nosotros.
Amigas, amigos:
El México de hoy requiere de una nueva versión de la historia nacional, de unas revisiones constantes, aquí se ha dicho. Son necesarias, y este libro es una aportación fundamental en este momento histórico tan relevante para nosotros.
Se trata de una contribución valiosa para que los estudiantes, los padres de familia, los ciudadanos en general, tengan a su disposición la interpretación moderna, fresca, novedosa, plural de 13 distinguidos historiadores mexicanos.
Señor Presidente.
El libro que aquí usted hoy presenta, se suma a la pluralidad de interpretaciones que existen sobre nuestra historia y enriquecen nuestra comprensión del México Contemporáneo e invito a todos a adquirir este libro, por lo demás tan económico y leerlo todos en familia.
Muchas gracias por su atención.
-MODERADORA: A continuación el ciudadano Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, llevará a cabo la entrega del Libro Historia de México a alumnos de Primaria a Bachillerato.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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