14 dic 2011

Reunión del Presidente calderón con la Armada de México

El Presidente Calderón en el desayuno de fin de año con el personal naval
Ciudad de México, 14 de diciembre del 2011
Muy buenos días.
Almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, Secretario de Marina.
General Guillermo Galván Galván, Secretario de la Defensa Nacional.
Senador Sebastián Calderón Centeno, Presidente de la Comisión de Marina del Senado de la República.
Muy apreciados almirantes, capitanes, oficiales, clases y marinería.
Muy estimados colaboradores del Gobierno Federal.
Distinguidos invitados especiales.
Señoras y señores:
Como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, es para mí motivo de gran satisfacción el poder participar nuevamente en este tradicional desayuno con integrantes de la Armada de México, una de las más honorables y respetadas instituciones del país.
Una Institución, como sabemos, formada por mexicanas y mexicanos ejemplares, forjados en los más altos valores, en los valores de disciplina, de lealtad, de honestidad y, sobre todo, de amor a la Patria.
Hoy, particularmente, he tenido la oportunidad de entregar los reconocimientos al personal destacado de las fuerzas, regiones y zonas navales, así como del Cuartel General del Alto Mando.
Se trata de 12 elementos que, con su trabajo y dedicación, han sabido responder al llamado que les ha hecho la Nación en muy diversas actividades.
Lamentablemente no se mencionaron los méritos y las razones en los primeros galardonados, pero, simplemente, les comparto que varios de los participantes, por ejemplo, han tenido una activa, innovadora, creativa participación en el diseño de estas aeronaves no tripuladas que, a mi juicio, son elementos de bajo costo, de muy bajo riesgo, de cero riesgo, y que con su evolución nos darán una gran operatividad a las instituciones mexicanas en todo tipo de operaciones.
Hay otros participantes que, como hemos escuchado, han participado en operaciones de salvamento de víctimas de alguna tragedia, de algún desastre natural, de algún naufragio; otros, desde luego, en labores encomendadas por la Marina.
Otros más, como la Teniente Pérez Rul, su también, destacada participación con la medalla de oro, si no me equivoco, en remo en los Panamericanos. En fin. Varios de ellos. Así que a todos los felicito.
Y, desde luego, yo encuentro en cada región, en cada Zona Naval, siempre personal eficiente, personal comprometido, personal entregado a la labor y al servicio de la Nación, que es, finalmente, el que nos honra.
Ese servicio, además, se expresa, sin distinción de rango en la propia Secretaría de Marina, desde los Comandantes de Zona y Región, el propio Secretario, hasta el más sencillo de los servidores públicos, el más sencillo de los trabajadores en la cocina o en las labores administrativas o de asistencia a todo el personal.
Hoy, quiero invitarles, desde luego, a todos ustedes y, en particular, a los galardonados, a que sigan siendo ejemplo para sus compañeras y compañeros; que nuestra sociedad, además, sostenga e incremente el enorme aprecio que tiene por las Fuerzas Armadas a partir del propio desempeño y comportamiento de los integrantes de las Fuerzas Armadas, a partir de ese compromiso con la sociedad y, también, con las instituciones del país, con su democracia y con el Estado de Derecho.
Ustedes, como mujeres y hombres de mar, saben muy bien lo que es la adversidad; saben muy bien que siempre, en alguna travesía, habrá tormentas que enfrentar. Y saben, también, que en esos mares de tormenta se vuelve fundamental actuar con decisión, elevar el espíritu y emplear a fondo todo nuestro conocimiento y toda nuestra entereza.
Hoy, México enfrenta, ha enfrentado en estos años, desde luego, qué duda cabe, mares de tormenta, pero, también, hemos salido adelante, gracias, precisamente, a la tenacidad, a la perseverancia, a la disciplina, a la lealtad y al patriotismo que han mostrado sobradamente las Fuerzas Armadas del país y, desde luego, la Marina Armada de México.
El navegante sabe que a pesar de que a su alrededor únicamente se vea el horizonte trazado por el propio mar, y sabe que, a pesar del oleaje o la bruma, o la tormenta, hay un destino, hay un puerto al que arribar. Y por negra que sea una noche, por cerrado que sea un mal tiempo, por alto que sea el oleaje, la clave del navegante es mantenerse con el rumbo firme, saber dominar, precisamente, con las artes aprendidas en la mar, ese mal tiempo.
Pero, precisamente, saber, confiar, conocer que, a través de sus instrumentos, a través de la misma lectura del espacio estelar, a través de los diversos conocimientos que se tiene, mientras se tenga conocimiento del rumbo, y éste se mantenga, se llegará a ese buen puerto.
En nuestro México, amigas y amigos, el buen puerto al que queremos arribar es al del México seguro, justo y próspero que queremos para los mexicanos. Y a nosotros, amigas y amigos de la Marina, a nosotros nos tocó emprender la parte más determinante de esta, desde luego, larga travesía.
Una travesía que ha implicado, desde luego, decisión, arrojo, determinación. Una travesía que no ha estado exenta de adversidad, pero una travesía que, desde luego, México debe recorrer.
El llegar allá es nuestra meta. El de llevar a nuestro pueblo a ese puerto seguro que merecen sus hijos, es nuestra misión. Y, precisamente, hacia allá hemos puesto nuestro rumbo.
Sabemos, además, que ese México seguro, justo y próspero depende, precisamente, de que sepamos enfrentar y derrotar a las fuerzas que se oponen, precisamente, a que nuestro México sea un país seguro.
Y nos tocó, desde luego, esta responsabilidad justo en el momento en que la expansión territorial de los grupos criminales en México, había tomado una velocidad y una virulencia inusitada. Y esa violencia de los criminales, además, afectaba ya sensiblemente a las familias mexicanas. No sólo eso, sino que amenazaba seriamente las instituciones democráticas y al Estado de Derecho.
Y ante una situación así, ningún Gobierno, me refiero a ningún Gobierno responsable, podía quedarse impasible y pretender ignorar esa realidad, y pretender decir que aquí no pasaba nada, pretender que la tormenta no existía o que simplemente ya estábamos en un puerto en el que no, definitivamente, no estábamos.
El México seguro, justo y próspero tiene que ser, precisamente, alcanzado con el esfuerzo de los mexicanos. Y la obligación de cualquier Gobierno, de cualquier gobernante, como es mi caso, de cualquier servidor público, como es el caso de todos nosotros, servidores de México a través, sea de las Fuerzas Armadas, sea de cargos gubernamentales, la obligación constitucional es clara y tajante, cumplir y hacer cumplir la ley, pero además, es una obligación ética, que obliga siempre a buscar el bien por encima de las circunstancias.
Esta obligación constitucional, ética, política, de actuar por el bien de México, claramente, ante una situación de adversidad como la que nos tocó enfrentar, implicaba defender a la población.
Por eso, afirmo y reitero que la defensa de las familias mexicanas es un imperativo categórico. Otros, quizá, podrán evadir ese imperativo. Nosotros no. Nosotros no, en la medida en que sabemos que es nuestra obligación y nuestro deber, y en la medida que hemos sido formados, ustedes, en la larga y honrosa carrera de las armas, en mí, en mi propia formación ética, personal, familiar y de servicio público, en que hemos sido formados, en el sentido del honor, del deber, de la honradez y del servicio a la Patria.
Y por eso, ante el clamor de ayuda, expresado muchas veces, expresado aún ahora por muchas poblaciones asoladas por la delincuencia en diversas regiones del país, ante la petición explícita de sus autoridades, que con sus propias capacidades habían sido rebasadas en insuficiencia por la virulencia criminal. El Gobierno de la República en cumplimiento de ese deber decidió actuar con firmeza y apoyar, precisamente, a esas comunidades afectadas, enfrentar a la delincuencia con estricto apego a la ley y a los derechos humanos.
No íbamos, y no lo haremos nunca, a abandonar a las familias mexicanas a su suerte.
Por eso, señores, estamos combatiendo a la delincuencia y luchando por la seguridad de los mexicanos con lo mejor que tiene México, y que son ustedes: Las Fuerzas Armadas, y los marinos de México.
Y la Patria, por eso, está en condiciones de alcanzar ese puerto de arribo seguro, la Patria se encamina más a su destino de seguridad, en la medida en que cada día miles de marinos valientes y comprometidos, y esforzados, cumplen con su misión, golpeando a la criminalidad, como hemos visto, con importantes arrestos, decomisos de drogas, de armas, de recursos económicos.
Ustedes son mujeres y hombres heroicos, porque sé que no han dudado un momento en estar en la línea de fuego para defender a un inocente. Y sea en el mar, por tierra, por aire, han estado ahí, con disciplina y lealtad a México para salvaguardar a la Patria y proteger a los mexicanos.
Con ese esfuerzo, con ese valor, con ese coraje, estamos debilitando las estructuras de los grupos criminales, llevando a la justicia a los principales delincuentes. Precisamente, hace dos días, elementos de la Armada capturaron a Raúl Lucio Hernández Lechuga, El Lucky, no sólo uno de los fundadores de este peligroso grupo criminal autodenominado Los Zetas, sino, también, un grupo y un cabecilla que había asolado dramáticamente el Estado de Veracruz, que estaba bajo su mando, y varios estados de la República que regionalmente, también, le subordinaban: el Estado de Tabasco, el Estado de Oaxaca, el Estado de Campeche, el Estado de Puebla, el Estado de Tlaxcala.
Este criminal y los malhechores a su mando, también afectaron sensiblemente la seguridad de muchas familias, incluyendo la integridad de muchos marinos y de muchas familias de marinos en el Puerto de Veracruz y en otras partes de la geografía nacional.
Y con su valiente y valerosa, y muy valiosa captura, suman ya 22 de los 37 criminales más buscados, desde el año 2009, que han sido arrestados o que han caído en enfrentamiento, sea con otros delincuentes o en la oposición a su captura.
Quiero desde aquí enviar mi mayor reconocimiento a los marinos que han participado en estos operativos para detener a criminales como éste. Y, también, desde luego, a los valientes elementos que han participado en los operativos de la Marina, que han neutralizado o capturado a líderes criminales, como Ezequiel Cárdenas Guillén, El Tony Tormenta; o Arturo Beltrán Leyva, El Barbas; o Sergio Villarreal Barragán, El Grande; o Ricardo Almanza Morales. En fin. Todos ellos, parte de la lista de los criminales más buscados de México y algunos de ellos en el mundo.
Y en general, mi reconocimiento a todos los marinos que con valor, con patriotismo, salen día tras día, arriesgando su vida por todos nosotros, por todas las familias mexicanas, porque con nuestro empeño pueda México, desde luego, arribar a ese puerto seguro al que aspiramos.
Quiero decirles, también, amigas y amigos, que, como me comprometí desde el 1 de diciembre de 2006, en el Campo Marte, a lo largo de mi Gobierno he velado por la tropa y he velado por la marinería, por el bienestar de sus familias.
Y, por eso, en lo que va de esta Administración, hemos incrementado los ingresos del personal militar, en particular los ingresos del personal de marinería, en casi 130 por ciento. Un incremento que no habían tenido las Fuerzas Armadas en muchas Administraciones, en mucho tiempo.
Hemos, también, aumentado el número de créditos que reciben para que puedan adquirir un hogar en el que sus familias puedan crecer y desarrollarse plenamente.
Hemos, desde luego, también, impulsado otros mecanismos que, precisamente, restituyan, en parte, lo mucho que sirven las Fuerzas Armadas al país, a todos los mexicanos. Por eso, impulsamos esta política orientada a la prosperidad de sus propias familias.

Sabemos que el Estado mexicano tiene limitaciones. Pero, también sé, y el pueblo de México debe saber, que atrás de cada soldado, atrás de cada marino, hay una familia, hay unos hijos.

Y que, por condiciones económicas o sociales, muchas veces por las propias insuficiencias del país, en la vida del soldado y su propia familia hacia arriba, nunca, o probablemente muy pocas veces, se tuvieron oportunidades de estudiar, de superarse, y de tener acceso a una vida más confortable, o una vida más desahogada y más digna, precisamente, por la falta de oportunidades de estudio.

Y por esa precisa razón, hemos hecho este esfuerzo para que, como todo padre de familia lo desea, el marino pueda, desde luego, tener la tranquilidad de que cualquier cosa que quiera estudiar su hijo o su hija, está y será garantizada por el Estado.

Y no sólo en escuelas públicas, como tradicionalmente se ha hecho. Por primera vez en México, el Gobierno de la República, y yo diría, cualquier Gobierno, está financiando integralmente, con becas completas, los estudios de los hijos de soldados y marinos en cualquier universidad privada, también, del país.

Lo que queremos, es que esos muchachos no sólo tengan un honroso recuerdo de su padre, o de su madre, sino que, también, tengan la oportunidad de acceder, precisamente, a mejores condiciones de vida, a partir de su propio esfuerzo.

Ustedes están defendiendo la libertad, la seguridad y la dignidad de las familias mexicanas. Y por eso, son un orgullo para México. Y por eso, también, todos los mexicanos nos sentimos profundamente agradecidos hacia nuestros marinos porque, se dice fácil, pero ustedes y los soldados, las Fuerzas Armadas, en general, están salvando a la Patria.

El esfuerzo que ustedes realizan por fortalecer al Estado mexicano, combatiendo a la criminalidad, es fundamental para alcanzar un México de paz con justicia duradera, pero sólo es el primer paso, porque estamos trabajando en varios aspectos centrales para la seguridad.

El esfuerzo que el Estado realiza con todo su poder no es un fin en sí mismo, es un instrumento para darle a las autoridades civiles, fundamentalmente, estatales y municipales, la oportunidad, en tiempo y fuerza, de reconstruir sus propias instituciones civiles de seguridad y justicia, que nos queda muy claro que estaban muy lejos de contar con la capacidad y con la confiabilidad que México necesita para enfrentar situaciones como las que hemos conocido.

Esta estrategia es medular. La depuración y el fortalecimiento de las policías y de los Ministerios Públicos del país, así como de las autoridades judiciales, es fundamental para lograr el México de paz, el México de justicia, el México de seguridad al que aspiramos.

En particular, la depuración y profesionalización de los elementos de las policías municipales, estatales y las propias Federales, es crucial para lograr ese objetivo. Y, también, la fuerza del Estado está abriendo a las autoridades civiles el margen de oportunidad, de tiempo y de fuerza necesario, para poder avocarse a la reconstrucción del tejido social.

Esto es, en la generación de mayores oportunidades de desarrollo a los mexicanos, con más educación, porque también, en estos cinco años que ahora se cumplen, en este Gobierno hemos construido desde cero casi 100 nuevas universidades públicas y gratuitas, y hemos construido otras tantas en campus adicionales en 50 más, y a nivel bachillerato, estamos por cumplir la meta de más de mil bachilleratos en todo el país.

Un esfuerzo sin precedentes en educación superior y media superior, sin dejar de señalar que en educación primaria hemos, también, alcanzado la meta de Cobertura Universal de Salud. Hoy, todo niño en edad escolar tiene un lugar en la primaria en el país.

Y estamos generado, también, oportunidades de salud. Más de mil hospitales o clínicas nuevas y la remodelación de otras dos mil en el país, con lo cual, México está llegando a una meta que no han alcanzado, ya ni digo sólo los países en desarrollo como México, sino, incluso, muchos países desarrollados y ricos, como el propio Estados Unidos, no ha podido alcanzar.

Hoy, médico, medicinas, tratamiento y hospital para quien lo necesite, es un derecho que está realizándose ya en cada mexicano.

Reconstruir el tejido social, implica abrir espacios públicos, más de cuatro mil canchas, parques, espacios donde la criminalidad se reunía, y que estamos recuperando para la sociedad.

Reconstruir el tejido social significa construir espacios comunitarios para que la gente pueda, verdaderamente, volver a inculcar en sus hijos, precisamente, los valores de respeto, de dignidad, de honestidad y de que sólo puede superarse una persona, una familia o una Nación, mediante el trabajo.

Estamos trabajando para construir ese México. Y yo sé, amigas y amigos, que la travesía es larga, y como toda larga travesía, y ustedes lo saben bien, no está exenta de incomodidades. Por el contrario, las travesías largas, éstas, las singladuras que son varios días, y de semanas, y de meses, en nuestro caso, de años, toman, desde luego, enormes elementos de complejidad y de dificultad.

Pero hacia allá vamos, hacia un México seguro, justo, próspero, democrático, libre, un México limpio. Vamos hacia el México que queremos para nuestros hijos. Por eso, yo estoy enormemente agradecido con los marinos de México, porque han sabido ocupar su lugar en la tarea que le corresponde, y gracias a ustedes, saldremos adelante en esta larga travesía.

Muchas veces he pensado que lo que nosotros estamos haciendo, mayormente sus frutos, los verán las generaciones que vienen. Y aunque, desde luego, tenemos el legítimo anhelo de disfrutarlo nosotros, también, a final de cuentas, qué bueno que sea así.

A nosotros nos tocó, marinos de México, impulsar un cambio, y el cambio que estamos impulsando es estructural; el cambio que estamos impulsando es fundamental para el futuro de México. Les digo, en verdad, que lo que estamos haciendo es sembrando una semilla, la semilla de un México nuevo, la semilla de un futuro mejor.

Y a todos nos consta, que para que esa semilla se convierta en plántula, requiere de cuidados y, sobre todo, requiere de tiempo y de tesón. Y para que esa planta luego pueda ser puesta en la tierra, se requiere esfuerzo, y para que esa planta se vuelva luego un árbol y dé frutos, tendrá que pasar un largo tiempo.

Sin embargo, al final del día, habrá un México cubierto por la fronda del árbol generoso que esta generación de valientes está sembrando en estos años. Esta semilla del México mejor al que aspiramos, ha sido sembrada por miles y miles de mexicanos y entre ellos, destacadamente, por los marinos de México.

Y esa semilla, les puedo asegurar, que está cayendo en tierra buena y que rendirá fruto. Y el día de mañana, cuando México goce de esas instituciones renovadas; el día de mañana, cuando finalmente llegue nuestro país, si es que continúa este esfuerzo, a la meta de que no haya ningún joven desprovisto de la oportunidad de estudiar, de tener esparcimiento, de tener oportunidades de realizarse con dignidad, ese día, si se mira acá, yo estoy seguro, que si se ve a los marinos de este tiempo, se verá en ellos a los sembradores de esa semilla.

Se verá, en ustedes, a las mexicanas y a los mexicanos que sí supieron decir sí y dar un paso adelante a la demanda más sentida de la Patria, la más urgente y la más dolorosa que era, precisamente, el rescate de la seguridad de sus familias.

Y se verá a esta generación, como la que tuvo el valor de enfrentar un problema que, por mucho que quisiera ocultarse, era ya evidente e insostenible.
Y puedo asegúrales, amigos, que actuamos a tiempo. Como quien entra a una casa desconocida, a una casa nueva y alcanza a ver ahí cucarachas corriendo por un rincón, y metiéndose a un agujero en la pared. Y, al levantar el tapiz o la duela de esa pared, lo que se encuentra es que está infectado de esos animales y de esas plagas.

Y lo que queda no es volver a tapar ese agujero. No es volver a pegar el tapiz o a poner, nuevamente, la duela. Lo que hay que hacer es limpiar, reconstruir, sanear, verdaderamente, poner nuevamente la casa en orden.

Yo así veo la tarea que nos ha tocado hacer. Y veo, también, con satisfacción, que lo que hemos hecho, con aciertos y con errores, dejará, después de nosotros, una casa mucho más limpia, una casa mucho más segura, y una casa que será digna de ser habitada por los mexicanos.

Y eso será un esfuerzo que, desde luego, se debe, y no podía hacerse sin ustedes, y sin las Fuerzas Armadas.

Termino diciendo que, independientemente del juicio que merezca para este tiempo las generaciones venideras, por lo que a mí respecta y, estoy seguro, que por lo que toca a cada una y a cada uno de ustedes, lo que hay también, es una conciencia absolutamente cierta de haber obrado en busca de bien, en busca del bien de los demás, y en busca del bien de México que, a final de cuentas, esa es, precisamente, la única acción posible en la conciencia de cualquiera patriota: Actuar pensando en el bien de México.

Y en lo que venga, también, para cada una de sus familias, ustedes lo saben bien. Que cuando se sirve a México, más allá del jornal que se reciba, lo que importa es el honor con que se haga.

Y el honor, será un patrimonio intangible, pero mucho más valioso, que ustedes podrán legar a sus hijos, particularmente, habiendo sido marinos en estos tiempos de tormenta y de prueba y, también, de éxito para el país.

El honor y su buen nombre será lo que leguen a sus hijos. Y no hay nada, nada que pueda sustituir. Y no hay dinero que alcance, para sustituir ese buen nombre.

Yo quiero desearles, marinos de México, que en estos días de trabajo, desde luego, pero también, de reflexión como decía el Almirante Secretario, tengamos todos la oportunidad de ponderar con justeza lo mucho que se ha hecho, y de tener plena conciencia de lo que falta por hacer.

Que esta tarea de limpiar a México, que esta tarea de sembrar el futuro del país, que esta travesía tiene que seguir adelante por el bien de México.

Y, también, que no pierdan ustedes la oportunidad de estar con todos los suyos, de manifestarles lo mucho que les interesan e importan a ustedes y lo mucho que quieren a su familia.

Y que, desde luego, estas fiestas sean motivo de felicidad, de regocijo, de alegría, de realización plena de todos ustedes y que el año próximo, como estoy seguro, será, sea un año de ventura, de buen viento y de buena mar para todos ustedes.

Muchísimas felicidades, y muchas gracias por su atención.

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