8 dic 2013

Misiva de Corripio Ahumada al papa Juan Pablo II


Publicada en el # 1936 de la revista Proceso. 
México, D.F., diciembre 15 de 1993.
 Beatísimo Padre:
 Ernesto Card. Corripio, Arzobispo Primado de México, con toda humildad y movido por un deber de conciencia, se permite exponer a Vuestra Santidad lo siguiente:
 1) Nunca habría podido pensar que antes de llegar a la edad de mi renuncia habría quedado vacante, y en forma dramática la segunda vez, la Arquidiócesis de Guadalajara.

 2) Por otra parte en el espacio de 15 meses llegarán a estar vacantes otras 5 arquidiócesis de la Iglesia en México, y un servidor llegará a los 75 años de edad.
 Esta situación significa el reajuste y la orientación de toda nuestra Iglesia en México.
 3) Todo esto sucederá en un contexto más general de fragilidad debido a la agresividad organizada de grupos clericales radicalizados e intransigentes, a la difusión dilagante de sectas fundamentalistas y a un secularismo consumístico y ateizante propiciado por grupos laicos masónicos.
 4) Por otro lado el actual nuncio apostólico, mons. Jerónimo Prigione se encuentra en México desde hace 13 años, complicados a causa de compromisos adquiridos por él con grupos de poder y de dinero, en medio de muchas vicisitudes y vulnerabilidades, con polémicas no siempre edificantes trascendidas a la prensa y con actitudes arrogantes y prepotentes con sres. Obispos, mezcladas con el gusto de hacerse unos propios clientes dentro del Episcopado Mexicano.
 5) De esta situación relativa a S.E. Mons. Prigione me ha tocado conversar en la Santa Sede, también a nombre de otros señores obispos, desde el tiempo en que era Substituto de la Secretaría de Estado, S.E. Mons. Martínez Somalo.
 En esa ocasión S.E. Mons. Martínez Somalo me aseguró un pronto cambio de representante pontificio, lo cual probablemente se tuvo que posponer hasta la conclusión de las tratativas entre el gobierno de México y la Santa Sede y el cambio de las leyes constitucionales.

 Por todo lo cual, me permito señalar humildemente como deber de conciencia sometiéndolo directamente a la benévola atención de Su Santidad que:
 a) El actual nuncio apostólico S.E. Mons. Jerónimo Prigione sea sustituido por otra figura de representante pontificio más ponderado y aceptable.
b) Que la provisión de las 6 arquidiócesis y de las diócesis vacantes en la actualidad se suspenda hasta que el nuevo nuncio, con calma y serenidad pueda haber tomado conocimiento de la situación, para no perjudicar a nuestra Iglesia con nombramientos apresurados.
Con sentimientos de profundo respeto y afecto beso devotamente la mano de Vuestra Santidad.
Ernesto Card. Corripio
Arzobispo Primado de México.
 La misiva trae la firma del cardenal y el escudo del arzobispado de México.
**

La disputa por el registro número UNO.
En 993 la Arquidiócesis Primada de México había sida la primera en cumplir los requisitos y solicitar el registro correspondiente en la Secretaría de Gobernación. De hecho ese asunto genero un conflicto interno, que incluso obligó a todos los obispos de la CEM a que se adhirieran a la solicitud del Nuncio. (Hay cartas de adhesión, incluso de la eparquía greco Melquita).
Pero el cardenal Corripio no cedió y se mantuvo en esa posición, al grado de que se retrasó el registro de varias Iglesias. Ante ello tuvo que intervenir el Secretario de Estado el sr. Cardenal Ángelo Sodano, quien quería ser papa; y Corripio tuvo que ceder..
Semanas después, concretamente el 25 de noviembre, don Ernesto Corripio dirigía una misiva enviada a don Fernando Gutiérrez Barrios, entonces secretario de Gobernación; que dice:
“”Señor Secretario de Gobernación. 
Por medio de estas letras deseo manifestar mi adhesión a la solicitud presentada por el Sr. Arzobispo Jerónimo Prigione, Nuncio Apostólico en México, por Indicaciones de la Santa Sede, el 25 de noviembre del presente año.”
Firmado: Ernesto Card. Corripio Ahumada.
¡Por indicaciones de la Santa Sede así dice el texto histórico!
Prigione quería tener el registro número Uno y de ahí que se derivaran todas las diócesis, prelaturas, y congregaciones masculinas y femeninas.
Quería tener bajo su control a toda la Conferencia del Episcopado. No pudo, Corripio y el entonces apoderado legal de la arquidiócesis Primada, don Antonio Roqueñí ganaron esa batalla, cediendo el registro número UNO; gracias a ello se pudo salvar la situación para beneficios de todas las iglesias católicas particulares.
Por fortuna hoy todas tienen registro principal.
El registro # UNO no tiene razón de ser. Pero existe!

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