Luego
de mi recorrido matutino por el Face y la nutrida lectura de mensajes
espirituales que envían mis contactos al ciberespacio, quedé más que
insatisfecho con una frase de Anthony Douglas Williams: “La espiritualidad no
viene de las religiones, viene de nuestra alma”. Según describen los
diccionarios especializados en materia de religiones, el alma, es el principio
o entidad inmaterial e invisible que poseen los seres vivos, los seres dotados
de movimiento (animados), por lo tanto a los seres humanos como a las plantas y
animales no se les debería negar su derecho intrínseco de poseer un alma.
Entonces ¿por qué hay quien niega la existencia de alma en las plantas y
animales? Profundicemos un poco más en el concepto del alma.
Antiguos
pueblos del mediterráneo como los hebreos, identificaban el concepto del alma
con la palabra Néfesch; y los griegos
con Psyké. Reconocían el alma como la principal cualidad identificadora del
movimiento en la materia viviente, por lo tanto, al faltar el alma había un ser
no-moviente, inerte, muerto. Aquella tradición hebrea-griega proclamaba que el
ser humano posee instintos, sentimientos, emociones, pensamientos, y decisiones
libres y de auto-conciencia gracias a que posee un alma. Así las cosas, para
hebreos y griegos herederos de la escuela de Aristóteles, Platón y otros
pensadores sólo existía el alma espiritual.
La religión cristiana introdujo un
cambio significativo al concepto aristotélico del alma espiritual. Entre otros
pensadores, Tomas de Aquino, sostuvo que el alma espiritual, el ser humano
podía ir más allá de su tiempo, de lo material y del espacio. Posteriormente,
la tradición cristiana comenzaría por identificar los tres elementos esenciales
del ser humano: el físico (el cuerpo); el emocional (alma); y el espiritual
(espíritu). Como el cristianismo reconoce y trata por separado los conceptos de
alma y espíritu, comienza a cuestionarse, con mayor rigor, que en el terreno espiritual, las plantas y
animales no tienen cabida.
Williams
parece ser un seguidor del antiguo concepto aristotélico al afirmar que la
espiritualidad proviene del alma, sin embargo, su definición no parece estar
fuera de la realidad de nuestro tiempo. Veamos porque.
Jesús,
durante su evangelio, a pesar de ser hebreo, no hizo referencia del alma
(Néfesh o Psyké), sino del espíritu del hombre. Los traductores bíblicos son
precisos; Jesús habló a sus discípulos con la palabra hebrea Ruaj que se
traduce propiamente como espíritu o hálito de vida. Así las cosas, con el paso
de los siglos, la religión cristiana fortalece la noción del soplo divino, del
espíritu como una parte esencial del ser humano. Es dogma de fe entre los
cristianos, hombres y mujeres, que no es el alma sino el espíritu lo que vuelve
a su creador, es eterno y asciende a los cielos. El alma, por tanto, se consume
con la muerte material pues está vinculada a las emociones, pensamientos y
sentimientos del ser humano.
El
concepto de espíritu es más moderno, cristiano y universal que el antiguo
concepto aristotélico del alma. Hegel afirmaba que el alma representaba el
autodesarrollo de la idea; Nietzche, la definió como una invención de los
poderosos para que el hombre dependa de Dios, mientras que Descartes reflexionaba;
“pienso, luego existo”.
Jesús, el mesías revolucionario de
su tiempo, al predicar su evangelio entre los hebreos utilizó la palabra Ruaj
(viento o hálito de vida), que introduce la comprensión de la vida espiritual
entre su pueblo. A diferencia de otras culturas que no reconocen la existencia
de “el más allá”, el cristianismo sí desarrolló una interpretación de la misión
terrenal de los seres humanos: hacer el bien sin mirar a quien y amar al
prójimo, y que arroje la primera piedra el libre de pecado; el deber de cuidar
el paraíso y hacerlo producir, y vivir mejor para heredarlo a las nuevas
generaciones.
Al
comprender mejor el Ruaj, el evangelio de la vida después de la vida adquiere
mayor sentido; el creyente visualiza la vida eterna como alternativa ante la
terrible apariencia del no-moviente, del ser inerte y de su muerte material. La
tradición hebrea y griega del alma sostenida por Aristóteles y sus discípulos y
que hoy proclama Williams, es antecesora de la enseñanza cristiana del
espíritu, parte esencial del ser humano.
Hoy
las personas están más preocupadas en alimentar su alma (la vida terrenal) y menosprecian
el alimento de su espíritu (la vida eterna). Para la gente resulta más sencillo
identificarse con el alma a través de sus pensamientos, sentimientos y
emociones terrenales, que cultivarse en el concepto de la vida eterna.
Precisamente allí radica una de las mayores dificultades que enfrentan los
grupos cristianos, ortodoxos o puritanos, para enseñar con mayor éxito la
complicada concepción del espíritu que Jesús enseñó a los hombres y mujeres de
su tiempo. El dogma bíblico define a la fe como la convicción de lo que no se
ve y la certeza de lo que se espera.
Luego
de escuchar los reportajes que transmitió la cadena de televisión TELEMUNDO con
la opinión del analista de religiones, Fred Álvarez Palafox; la proclamación de
las alcaldesas de los municipios de Monterrey; de Guadalupe; y del Alcalde de
Benito Juárez en el Estado de Nuevo León; las oraciones del cuerpo de policía
militarizada del municipio de Guadalupe, Nuevo León, y del estado de Hidalgo,
realizadas poco antes de salir a combatir a los delincuentes que tienen
secuestrado aquellos territorios de nuestro país; y las arengas del Presidente
Municipal de Ensenada, Baja California, ya nadie duda de que los paradigmas en
materia religiosa (espiritual) están siendo borrados, materialmente, en algunas
regiones de México.
Por
si lo anterior fuera poco, hay que atestiguar la participación del Gobernador
de Chihuahua y su propia proclamación ante los sacerdotes de la diócesis
demostrando su fe católica y arengando al pueblo para que se acerque a Dios, lo
que demuestra que la fe entre la clase política es diversa y que la libertad de
expresión del pensamiento en México comienza a ser una realidad.
Fue
el Presidente Vicente Fox quien comenzó a romper los paradigmas de la clase
gobernante que no teme confesar públicamente y en actos oficiales de gobierno
su vida religiosa o convicción espiritual. Fox, al colocar un crucifijo a los
pies del Altar a la Patria durante el acto de su Toma de Protesta crucificó
materialmente el tradicional concepto de laicidad de la república. El poder
presidencial en México llegó a tal extremo que en aquél evento republicano
ningún político, por más tradicionalista, revolucionario, jacobino, o
come-curas que fuese, se atrevió a argumentar lo que dice la Constitución al respecto,
y pedir una sanción al Presidente Electo. Desde entonces, México es otro país.
No
es un secreto que la iglesia preponderante en México mantiene una enorme
influencia espiritual sobre la generalidad de los gobernantes. Esa es un
resultado de los años de existencia de una religión preponderante que entre sus
principales prioridades se encuentra la de garantizar fidelidades de los
gobernantes en turno. Sin embargo, en su afán por acrecentar su poder terrenal,
los dirigentes de la religión popular han sido omisos en el cuidado espiritual
de millones de hombres y mujeres.
La
historia del mundo registra la existencia poderosas corrientes religiosas que
hoy por fortuna se encuentran desaparecidas. Tarde o temprano cumplieron el
ciclo natural de la vida, nacer, crecer, reproducirse y morir. Todas las
religiones en el mundo irremediablemente van a desaparecer porque su objeto
consiste en encadenar temporalmente el alma de las personas, sin embargo, jamás
podrán aprisionar la espiritualidad de los hombres y mujeres que al liberarse
tienen oportunidad de encontrar a su Dios.
davidperezcalleja@yahoo.com.mx;
Twitter: davidperezcall1
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