Peña
Nieto concretó el “programa histórico” del PAN/ÁLVARO
DELGADO
Revista Proceso # 1974, 30 de agosto de 2014
Restaurar
la institucionalidad, aplicar una política ciudadana e impulsar liderazgos con
valores: estos tres puntos son la propuesta central de Luis Felipe Bravo Mena
para rescatar al PAN, según su libro Acción Nacional ayer y hoy, de reciente
aparición. En entrevista, aplaude las reformas de Enrique Peña Nieto, y las
presume al asegurar que significan el triunfo del programa histórico de su
partido, en especial, aquella que aniquila la gesta expropiatoria de Lázaro
Cárdenas.
A
75 años de su fundación el PAN vive una paradoja: Se parece cada vez más al PRI
en sus prácticas políticas, que tienen moribundo al panismo, pero el presidente
priista Enrique Peña Nieto fue el encargado de materializar su “programa
histórico” de gobierno.
“Podemos
decirnos satisfechos porque realizamos nuestro programa histórico”, se ufana
Luis Felipe Bravo Mena, ideólogo de la Confederación Patronal de la República
Mexicana que llegó a presidir al PAN en 2000, cuando Vicente Fox ganó la
Presidencia de la República.
En
entrevista con Proceso, el jueves 28, el exsecretario particular de Felipe
Calderón y exembajador en El Vaticano aplaude la “victoria cultural” del PAN
por las reformas impulsadas por Peña –quien este 1 de septiembre rendirá su
Segundo Informe de Gobierno–, sobre todo la que revierte la expropiación
petrolera, que inspiró la fundación de ese partido.
“(El
PRI) rectificó y retomó el programa del PAN. Diría Manuel Clouthier: Salinas me
robó mi programa de gobierno”, evoca Bravo Mena al excandidato presidencial
panista en 1988, de quien fue asesor.
–¿Entonces
Peña también le robó al PAN su programa de gobierno?
–Tomó
el programa de gobierno del PAN.
–Peña
y el PAN reclaman las reformas para sí y actuaron como unidad. ¿Es el PRIAN?
–No.
El PAN ha sido congruente y consistente en su programa. El que ha cambiado es
el PRI.
–Si
no hay los beneficios prometidos con las reformas, ¿las consecuencias serán no
sólo para Peña, sino también para el PAN?
–Habrá
que ver cómo se aplican, porque los principios por los que el partido ha
luchado en su programa histórico en las reformas constitucionales están bien
recogido, pero en las secundarias ya tuvieron un cierto recorte.
Aclara:
“Ahora viene la parte de la instrumentación y en todo caso vamos en absoluta y
completa vigilancia para pasar a la clara oposición a las medidas que no
respondan a la esencia de esa reformas. Y el ciudadano podrá hacer la
distinción de en qué cambios constitucionales y algunos legales el PAN es
cooperador y coautor. No tenemos por qué avergonzarnos de ello”.
Ahora
el PAN debe impulsar otras reformas como la social, en la cual se inscribe la
consulta popular por un salario digno, pero también –adelanta– debe combatir a
Peña y al PRI.
“Hay
momentos de colaboración, de competencia y de combate. El PAN va en esa línea.
¡Fueron dos años, la tercera parte del sexenio, de cooperar! Hay que plantear
nuevas banderas. El programa histórico del PAN no era sólo electoral, no sólo
reformas económicas, tiene una dimensión social que se nos ha quedado
pendiente. ¿Por qué? ¡Primero era la democracia!”
El
PAN, comparsa
Pero
el júbilo por la materialización del “programa histórico” del PAN en el
gobierno de Peña, estéril en los sexenios de Fox y Calderón –en los cuales
Bravo Mena fue protagonista privilegiado–, llega cuando este partido padece la
peor crisis de su historia, que lo tiene moribundo.
Ese
tema lo aborda ampliamente Bravo Mena en Acción Nacional ayer y hoy. Una
esencia en busca de futuro, un libro que representa, dice, “una voz de alerta”
sobre la sustitución del “panismo”, que él define como la cultura política
democrática de sus militantes, por prácticas clientelares y corruptas que lo
hacen parecerse cada vez más al PRI.
En
efecto, en su libro de más de 500 páginas, editado por Grijalbo, Bravo Mena
advierte que el panismo vive horas cruciales: “No creo exagerar cuando afirmo
que está en riesgo la supervivencia de esa peculiar cultura política, y que podría
fenecer aun si continuara existiendo una organización política con las siglas
del PAN”.
Admite
que ese partido podría seguir apareciendo en las boletas electorales, pero ya
no representaría los principios que animaron mucho tiempo a sus seguidores: “El
PAN podría tener legisladores y gobernantes sin la menor idea de lo que
significa la victoria cultural del panismo. Nada de eso es inverosímil, porque
ya vive entre nosotros”.
Y
agrega: “Sin panismo, el PAN será un partido comparsa de los gobiernos en
turno, una simple maquinaria electoral para operar en lodazales o una
organización-franquicia en manos de vivales para lucrar económicamente desde
las posiciones gobernativas, una más entre tantas que ya tenemos en la política
mexicana”.
–¿No
es ya todo eso el PAN?
–Por
eso planteo que esto no es algo impensable ni inverosímil –admite–. Ya está
entre nosotros en muchos lados y por eso es la voz de alerta.
Político
que ha estado en la cumbre –presidía el PAN cuando Fox ganó la Presidencia– y
en el abismo –se desplomó al tercer lugar como candidato a gobernador en el
Estado de México en 2011–, Bravo Mena niega que el PAN sea “comparsa” de Peña,
como afirman los enemigos de Madero.
“Yo
no comparto ese punto de vista, aunque existe ese riesgo”, dice el guanajuatense.
“Hay algunas cosas que, en algún momento, preocupan y que pudiera darse esta
situación.”
–¿Cuáles
por ejemplo?
–En
algunas leyes secundarias que no correspondían exactamente al espíritu de la
reforma constitucional debimos haber tenido mayor fortaleza y endurecer la
pierna.
Exdiputado
y ex senador, afirma en su libro que el PAN enfrenta una disyuntiva:
“Reencontrarse con su alma panista ciudadana o ser una mala réplica de lo peor
del PRI. Lo primero lo condujo al triunfo. El extravío por lo segundo lo
demolerá hasta sus cimientos”.
Y
añade: “Ser una copia defectuosa de lo que siempre combatió lo convertirá más
pronto que tarde en una pieza desechable de una restauración autoritaria, venga
de donde viniere y sea del color que fuere”.
–El
gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, es militante panista, pero ¿es
emblema del panismo?
–Aquí
funciona muy bien lo que es la tesis y el hilo conductor en el libro: Se puede
ser militante del PAN sin ser panista. Tenemos un militante del PAN que
gobierna Puebla, pero creo que la cultura panista, que se llama panismo, no
está ahí.
–¿Moreno
Valle puede ser el candidato presidencial del PAN?
–No
quiero especular, falta todavía para que esta posibilidad pueda consolidarse,
pero es una reflexión que tenemos que hacer en los próximos meses y años: El
tipo de abanderado que debemos llevar a la Presidencia de la República y esta
idea de simplemente competir por competir o realmente llevar un abanderado que
refleje la esencia del PAN.
Consciente
de que los ciudadanos y aun los panistas no distinguen entre el PAN y el
“panismo”, Bravo Mena explica que el primero es la institución y el segundo es
la encarnación de los principios de la misma.
“La
institución está en el papel. Pero lo que hace que la institución tenga vida
real y haga cosas son sus agentes y éstos son sus militantes, siempre y cuando
estén en congruencia con la causa de la institución”, expone.
Y
ejemplifica: “Si yo traigo mis causas personales, totalmente ajenas a los fines
de la institución, la institución sigue en el papel, los que estoy realizando
son actos a nombre del PAN, pero no soy panista”.
Eso
se está generalizando en el PAN, como lo sucedido tras la derrota en 2012: Los
intentos por una regeneración por parte del panismo sucumbieron a las “tribus”.
“Los
impulsos provenientes del panismo que se resiste a morir no lograron vencer la
avaricia del poder ni la disputa entre grupos y tribus que ya se preparan para
el asalto del 2018.”
–Esto
parece ya una fatalidad.
–Se
preparan, pero el panismo no ha muerto –aclara Bravo Mena–. El panismo está ahí
y sigue teniendo una vida y una posibilidad de influir en el futuro del
partido.
Impunidad
arraigada
Aunque
durante y después de los sexenios de Fox y Calderón se han acumulado escándalos
de corrupción y de impunidad en el gobierno y en el PAN, Bravo Mena omite estos
problemas en su libro.
Lo
reconoce pero aclara: “Cuando al interior de los órganos del partido se han
planteado casos, siempre se ha puesto por delante la presunción de inocencia. Y
ésta, en un partido con una cultura jurista muy fuerte, ha dejado que muchos
casos se desvanezcan y finalmente nos quedamos con esa mala conciencia de que
algo pudo haber pasado, pero que no lo clarificamos”.
“Para
abril de 2014 los miembros del PAN ya habían ascendido de nueva cuenta a 558
mil 261, lo que significa que la lista nominal de 217 mil 593 militantes con
derecho a votar el 18 de mayo se formó con 38.9% de la militancia; el resto,
340 mil 714 (61.1%) son afiliados con menos de un año de ingreso”. Al respecto
dice saber que Madero está preocupado por ese tema y por eso designó a María
del Carmen Segura encargada del padrón.
“¿Es
vitalidad o es corporativismo, clientelismo, que en un año se haya doblado otra
vez la militancia? Vale la pena hacernos la pregunta, porque ahí está fincado
el futuro, porque son los votantes de los procesos internos de mañana.”
En
su libro, Bravo Mena muestra su desprecio por Fox, cuyo gobierno no tuvo
“visión histórica” y en 2012 “fue fichado para el coro cantor de la segunda
victoria del ‘nuevo y democrático’ PRI”, pero se muestra en extremo
condescendiente con Calderón.
Llama
“negociación confusa y equívoca” al pacto de no alianzas en el Estado de México
en 2011, gobernado aún por Peña Nieto, firmado por el entonces presidente del
PAN, César Nava, y la priista Beatriz Paredes, con el secretario de
Gobernación, Fernando Gómez-Mont, como testigo.
Alega
que Calderón nunca supo de ese acuerdo y revela que el PRI quería que no
hubiera alianzas del PAN con el PRD en todo el país a cambio de aumentar
impuestos. “Era una condición muy abusiva del PRI. Sacar adelante un programa
económico dificilísimo y necesario por la crisis económica a cambio de que el
PAN no hiciera alianzas”.
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