"El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Adelaide (Australia), presentada por S.E. Mons. Philip Edward Wilson".
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El Papa acepta la renuncia de Philip Wilson declarado culpable en mayo por el Tribunal australiano de Newcastle de no haber denunciado los abusos de un sacerdote sobre menores. Condenado a 12 meses de reclusión, el 14 de agosto se decidirá si podrá obtener el arresto domiciliario
Philip Wilson, arzobispo de Adelaide
Vatican Insider, 30/07/2018
SALVATORE CERNUZIO
CIUDAD DEL VATICANO
Había anunciado que no habría dimitido antes del final del proceso de apelo contra la sentencia que lo condenaba a 12 meses por haber encubierto abusos sexuales a menores. En cambio, Philip Wilson, arzobispo de la diócesis australiana de Adelaide, ha presentado su dimisión hoy.
El Papa ha aceptado la renuncia del arzobispo, como informa una nota de la Santa Sede que llega una semana después de la explícita solicitud al Papa Francisco avanzada al unísono por el premier conservador australiano, Malcolm Turnbull, el jefe de la oposición laborista, Bill Shorten, y del National Council of Priests of Australia de “despedir” el prelado de 67 años “por el bien de la Iglesia australiana”, ya gravemente sacudida en las últimas décadas por casos de pederastia dentro del clero. En especial los sacerdotes definían “irritante” el rechazo de dejar el propio cargo del arzobispo, que hoy es el más alto pelado católico en el mundo condenado por este asunto.
“A pesar de que mi dimisión no había sido solicitada, he tomado esta decisión porque estoy preocupado por el aumento del nivel de sufrimiento que mi reciente condena ha causado en el interior de la comunidad”, explica el mismo arzobispo en una carta publicada en el sitio de la diócesis. “Esperaba atrasar esta decisión hasta el final del proceso de apelación. Sin embargo hay demasiada angustia en el mantenimiento de mi papel de arzobispo de Adelaide, sobre todo por las víctimas”. “Debo poner fin a todo esto y por eso considero que mi dimisión es el único paso apropiado en esta situación”.
Wilson –enfermo de Alzheimer en sus primeras fases-- había sido sentenciado a doce meses de prisión por la corte de Newcastle, al norte de Sydney, el 22 de mayo. Estaba acusado de haber encubierto los crímenes de un sacerdote, Jim Fletcher, en detrimento de dos monaguillos menores. La violencia habría ocurrido en los año 70 en la región de Hunter. Fletcher –cuyo nombre aparecía en diversas páginas del extenso informe de 17 volúmenes de la ’Royal Commission’ (La comisión nacional de investigación sobre la respuesta de las instituciones a los abusos sexuales a menores), murió en prisión en 2006 con 65 años, un año después de ser condenado por haber violado un monaguillo de 13 años entre 1989 y 1991. El sacerdote habría violado también a cuatro “altar boys” que servían la diócesis de Maitland, donde Wilson desarrollaba su ministerio sacerdotal antes que Juan Pablo II lo nombrase obispo de Wollongong en 1996 y, cinco años después, en 2001, pastor de Adelaide.
El proceso comenzó después de las acusaciones de dos ministrantes que afirmaban haber informado al prelado de las violaciones sufridas; monseñor Philippe Wilson ha afirmado siempre –incluso bajo juramento en el Tribunal-- no recordar tales conversaciones y ha negado las acusaciones. Continuando a afirmar siempre, incluso después de la condena, su inocencia, el prelado se había auto suspendido pero nunca había presentado su dimisión como arzobispo de Adelaide; es más, había anunciado un recurso. En caso de no obtener un éxito favorable, había dicho, “presentaré mi renuncia inmediatamente a la Santa Sede”.
Ahora podrá evitar la cárcel después de que el mismo tribunal de Newcastle ordenó que se valore si es idóneo para cumplir la condena en arresto domiciliario. Una solicitud avanzada a los jueces por el abogado defensor Ian Tempy que, anteriormente, había intentado cuatro veces evitar un proceso haciendo hincapié en las precarias condiciones de salud del prelado. Subrayando que Wilson nunca había sido condenado por delitos sexuales ni había indicaciones que hubiera estado relacionado en alguno de los delitos cometidos por Fletcher, el abogado advertía del riesgo de “ser visto en la población carcelaria como pederasta y por tanto expuesto a agresiones por parte de los otros detenidos”. Temby había presentado además informes médicos con detalles de las condiciones de salud del obispo en los que, además del Alzheimer, diabetes y problemas de corazón, se afirmaba que la cárcel pondría en riesgo su salud.
La decisión al respecto se dará a conocer el 14 de agosto. Wilson podrá obtener la libertad condicional después de cumplir seis meses. Podría permanecer en casa de su hermana en Newcastle.
La diócesis de Adelaide está dirigida mientras tanto por el jesuita Gregory O’Kelly, 76 años, obispo de Port Pirie, nombrado por el Papa el pasado 3 de junio –menos de dos semanas después del veredicto de culpabilidad-- administrador apostólico a “sede plena”.
Sobre el suceso la Conferencia episcopal australiana, en medio del proceso a cargo del cardenal George Pell, acusado de abusos y de encubrimiento, parecía en un primer momento haber tomado distancias. En estas últimas horas ha difundido una nota firmada por el presidente Mark Coleridge, arzobispo de Brisbane, en la que se lee que la renuncia de Wilson, que tiene lugar “mientras el proceso judicial continua” es “un nuevo capítulo de la historia angustiosa de personas que han sufrido abusos sexuales por parte de Jim Fletcher, cuyas vidas han sido cambiadas para siempre”. “Esta decisión puede brindarles un poco de consuelo, a pesar del dolor que siguen soportando”, escriben los obispos, recordando cómo en el pasado Wilson fue “alabado por muchos por su trabajo en apoyo de víctimas y supervivientes de abuso sexual como obispo de Wollongong, arzobispo de Adelaida y presidente de la Conferencia Episcopal”; sin embargo, decidió renunciar al encargo de pastor porque esto “seguiría causando dolor y angustia a muchas personas, especialmente a los supervivientes” y a toda la Iglesia australiana.
Iglesia sobre cuyos hombros pesa el hecho de tener el 7% de sus ministros culpables de haber cometido abuso sexual en más de 4500 niños y adolescentes desde 1950 hasta hoy, y que se prepara para vivir un Consejo plenario particular en 2020 durante el cual el tema de los abusos será uno de los primeros asuntos que se abordarán.
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