13 ene 2019

Un país con sed de gasolina/LA REDACCIÓN

Un país con sed de gasolina/LA REDACCIÓN, Proceso # 2202, 13 de enero
Cuando el presidente López Obrador anunció su plan contra el huachicoleo no abordó la posibilidad de que sus consecuencias rebasaran lo previsto: de unas horas a unos días de relativa escasez en los surtidores y en zonas específicas. Sin embargo, la prolongación del desabasto en estados como Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Estado de México y la capital del país provocó pánico, compras descontroladas, paralización de actividades y servicios… Los corresponsales de Proceso ofrecen aquí un panorama sucinto de lo que observaron en esta semana de sequía.
La decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de cerrar los ductos de gasolina para así combatir el robo del combustible, medida con la cual –según dijo el pasado 7 de enero– se ahorrarían 2 mil 500 millones de pesos, provocó la escasez del combustible en algunas entidades federativas, con las consiguientes compras de pánico, largas filas en las gasolineras, así como multimillonarias pérdidas en la actividad comercial, empresarial y de servicios.


Aun cuando 62% de la población apoya la medida, según una encuesta del diario Reforma publicada el viernes 11, la Coparmex aseguró la semana pasada que el cierre de los ductos ya causó pérdidas económicas por mil 250 millones de pesos en Michoacán, Querétaro y Guanajuato. 
Esas entidades, lo mismo que Jalisco, el Estado de México y la Ciudad de México, vieron alteradas drásticamente sus actividades por la falta de suministro del combustible, y están viviendo escenas de desesperación que, a decir de algunos, sólo habían visto en “la Cuba comunista”.
El aditivo que no llegó
Guanajuato vive una pesadilla con el desabasto de gasolinas que estalló en la entidad el viernes 4 y semiparalizó principalmente las ciudades del corredor industrial.

Desde principios de diciembre la refinería de Salamanca suspendió su producción; los taques se quedaron repletos de combustible crudo que no pudo ser procesado y distribuido a través del ducto Salamanca-León por la falta de un aditivo que desde fines de noviembre no fue abastecido.

Extrañamente, el gobierno federal no mencionó esta grave circunstancia al dar su explicación sobre los motivos del desabasto; se limitó a decir que cambiaba la distribución de ductos a pipas.

Juan Carlos Chávez, presidente de la Alianza Nacional de Trabajadores Petroleros, A. C., explica a Proceso: “La refinería de Salamanca dejó de producir energéticos los primeros días de diciembre. Los dos trenes de gasolinas salieron de operación por falta del MTBE (siglas en inglés del Éter Metil Terbutírico), insumo importante que se requiere para subir el octanaje”.

 Indica que el aditivo es importado de Texas y, por cierto, se considera un fuerte contaminante del agua y del subsuelo. Y aunque Estados Unidos lo tiene prohibido en su territorio, lo vende a países como México y Venezuela.

Agrega Chávez: “Sin el aditivo, se completaron los inventarios de la refinería con gasolina amarga, pero ya no se pudo seguir procesando, se pararon las plantas y se les empezó a dar mantenimiento preventivo. Los estados que están teniendo problema son los que surte la refinería de Salamanca”.

Cuando ya se presentaba cierto desabasto en algunas gasolineras de Guanajuato, el diputado Ernesto Prieto, exdirigente estatal de Morena y oriundo de Salamanca, mencionó también que la refinería ya no estaba produciendo gasolinas.

El martes 8, en su conferencia de prensa, López Obrador sólo reveló que, al intervenir la refinería de Salamanca, el Ejército encontró una manguera conectada a uno de los tanques, misma por la que se “ordeñaba” combustible hasta un depósito que estaba a un costado de la refinería.

El miércoles 9, ya con la falta de 80% de combustible en los 636 expendios de Guanajuato, el gobernador Diego Sinhué Rodríguez Vallejo dijo que hasta ese día el director de Pemex, Octavio Romero, le informó formalmente sobre el paro total de operaciones en la citada refinería.

Ahora, en entrevista con Proceso, el mandatario estatal comenta que Guanajuato es el estado más afectado por el cierre de ductos, pues el paro en la planta de Salamanca agravó la situación.

“En otros estados el desabasto me lo reportaron en un 20 o 30%; aquí es de 80%. Pudimos haber implementado algunas estrategias para el abasto si hubiera habido esa comunicación, para ayudar. Todos estamos totalmente de acuerdo en que se combata este delito (del huachicoleo), pero si hubiera una muy buena planeación, se habría hecho sin causar el desabasto.”  

La carencia de gasolina en esta entidad hizo crisis para el lunes 7, día del regreso a clases y a las actividades laborales luego de las vacaciones decembrinas: una semiparálisis cayó sobre las principales ciudades. Desde la capital hacia el corredor industrial las gasolineras fueron agotando sus reservas y cerrando una a una.

En la capital de Guanajuato, en uno de los expendios que mantuvo la venta la fila de automóviles se extendió por kilómetros durante toda la semana. Cientos de personas pasaban horas –algunas todo el día o toda la noche– en espera de poderse abastecer. La escena se repitió en las surtidoras abiertas de Silao, León, Celaya, Salamanca, Irapuato, San Francisco del Rincón…

El llamado a evitar la reventa y las compras de pánico fue ignorado por la población. Muchas personas formaron sus autos y llevaron a familiares y amigos a formarse con bidones, garrafones y otros envases de plástico de todos tamaños.

En León, la ciudad más grande del estado, durante toda la semana no llegaban a 30 las gasolineras –de las 200 instaladas– que vendieron combustible diariamente.

Los dirigentes del Consejo Coordinador Empresarial de León estaban furiosos. Si bien elogiaron el combate al robo de combustible, criticaron al gobierno federal por no prever las consecuencias de “una estrategia mal planeada”.

Racionamiento

En Jalisco, que requiere 15 millones de litros diarios de combustible, comenzó a disminuir el abasto desde los últimos días de diciembre, a raíz de que López Obrador anunció su Plan de Atención de Instalaciones Estratégicas de Pemex.

Ya el viernes 4, el alcalde de Zapopan, Pablo Lemus Navarro, se quejó de que 50% de las 537 patrullas de la Comisaría dejaron de hacer sus rondines por falta de combustible. En los días siguientes, la falta de dísel también puso fuera de circulación a 20% de los camiones de basura del municipio.

 En una entrevista radiofónica el 7 de enero, Lemus ya comparaba a la zona metropolitana de Guadalajara con la “Cuba comunista” de Fidel Castro, ya que no había hidrocarburos en algunas estaciones de servicio, mientras que en otras se racionaba la venta a 10 litros por automóvil o sólo se les vendía a los “socios”, mientras que los automovilistas hacían filas kilométricas.

En Jalisco hay mil expendios, la mitad en la zona metropolitana. En los primeros días de desabasto las estaciones más afectadas por la falta de combustible estaban en Zapopan y Guadalajara; pronto la escasez se extendió a Tlajomulco y al oriente de la capital del estado.

El lunes 7 el gobernador Enrique Alfaro dijo que se había reunido con el director de Pemex, Octavio Romero, para pedirle que se surtiera las terminales de Zapopan y de El Salto. Romero –agregó– se comprometió a enviarle, a partir del día siguiente, 94 mil barriles diarios, es decir la cantidad que se consume en la zona metropolitana, pero sólo llegaron 37 mil barriles y al día siguiente 45 mil, menos de la mitad del suministro diario prometido.

El jueves 10, el coordinador estratégico de Crecimiento y Desarrollo Económico estatal, Alejandro Guzmán, informó que el desabasto era de 40% en las estaciones del área metropolitana de Guadalajara. A su vez, el presidente de la Unión de Comerciantes del Mercado de Abastos (UCMA), Salvador Hernández Navarro, afirmó que la asistencia de compradores locales a dicho mercado se redujo 30%, aunque se mantuvo el flujo de clientes de estados vecinos.

El coordinador del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco (CCIJ), Daniel Curiel Rodríguez, advirtió que de no regularizarse el abasto de hidrocarburo se complicará el reparto de las mercancías, pues 80% de los productos de la zona metropolitana dependen de él.

Mientras tanto, largas filas de automovilistas esperaban cargar combustible en expendios de la zona metropolitana; algunos de éstos condicionaron la venta a 500 pesos por vehículo, otros llegan a vender sólo 10 litros por auto.

“Conatos de violencia”

El martes 8 el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, afirmó que sólo había gasolina en 40% de su estado y el desabasto ya tiene consecuencias: “La gente está durmiendo formada en las filas para cargar gasolina… Pero también está habiendo ya conatos de violencia, de desesperación, y empiezan las compras de pánico.

“De continuar la falta de combustible en el estado, comenzaremos a tener problemas en las operaciones sustantivas del gobierno, principalmente en las áreas de seguridad, salud y protección civil”. Por lo pronto, la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría de Justicia del estado tienen paradas 400 unidades automotrices.

El presidente de la Comisión Reguladora del Transporte, José Trinidad Martínez Pasalagua, informó que entre 25 y 30% de las unidades de transporte público han tenido que suspender sus labores. Detalló que, tan sólo en Morelia, han parado 2 mil 400 unidades.

El secretario de Desarrollo Económico estatal, Jesús Melgoza Velázquez, vaticinó pérdidas millonarias en la movilidad de productos perecederos si no se normaliza el suministro: “En primera instancia, afectaría rotundamente para trasladar esos productos de las diferentes zonas del estado a los centros de acopio, refrigeración y distribución”.

Agregó que los sectores productivo y mercantil pueden ver afectado el transporte de los contenedores que pasan por el puerto de Lázaro Cárdenas.  

La semana pasada podían observarse hileras de automóviles hasta de un kilómetro en algunas zonas de Morelia, donde 80% de los expendios llegaron a carecer de combustible. Otros municipios michoacanos donde se registró de forma acentuada fueron Pátzcuaro, Indaparapeo, Tarímbaro y Charo.

Compras de pánico

En el Valle de Toluca el corte en el suministro de los ductos de Pemex provocó el cierre de al menos 120 de las 193 gasolineras ubicadas en 14 municipios, entre ellos la capital mexiquense.

Jorge Luis Pedraza, presidente de la Asociación de Distribuidores de Gasolina y Lubricantes (Adigal), afirmó que la escasez representó para los empresarios del ramo en esa región pérdidas por 30 millones de pesos diarios, mientras que el Consejo Coordinador Empresarial del Estado de México calculó en mil 502 millones de pesos los daños en la entidad.

El desabasto provocó compras de pánico. La gente llegaba a las estaciones no sólo en sus autos, sino también con garrafones, bidones y botes para esperar durante horas el producto. Finalmente, la venta del combustible llegó a racionarse a entre 10 y 15 litros por cliente.

El alcalde de Toluca, Juan Rodolfo Sánchez, ofreció solventar los gastos de traslado a las 78 gasolineras de su municipio, que así podrían surtir al área metropolitana.

En conferencia de prensa realizada el 9 de enero, el alcalde estimó que el transporte le implicaría al ayuntamiento una erogación de 970 mil pesos diarios. Lo importante, destacó, es que esa ciudad industrial no detuviera su marcha.

Metrópoli seca

El jueves 17 y el viernes 18, López Obrador declaró que el desabasto en la Ciudad de México se debió al sabotaje que “la delincuencia” hizo al ducto que va de Tuxpan-Veracruz a Azcapotzalco-CDMX, el cual –dijo– fue reparado, pero nuevamente lo atacaron.

Estos “sabotajes” denunciados por López Obrador provocaron, igual que en las otras entidades, enormes filas de automovilistas para surtirse de gasolina, por lo que la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, señaló el viernes 11 que ya habló con empresarios para que ayuden a Pemex a distribuir el combustible.

Desde que comenzó la crisis en la Ciudad de México, el martes 8, Sheinbaum insistió en que no es un problema de desabasto –pues gasolina hay– sino de
distribución.

Por su lado, la Secretaría de Seguridad Ciudadana ordenó desplegar mil 500 policías de tránsito a los expendios para apoyar en labores de vialidad, debido a las grandes hileras que se forman. Es común observar en las gasolineras capitalinas filas de autos por un lado, y por el otro de personas con bidones y garrafas. Llegan las pipas de Pemex a surtir y la gasolina se acaba rápidamente. A fin de que ésta rinda para un mayor número de personas se suele vender un máximo de 300 pesos.

Alain Rivas, un taxista de 26 años, cuenta que el pasado miércoles hizo fila durante seis horas en una gasolinería de Mixcoac: “Cuando iba a llegar a que me sirvieran, se acabó la gasolina. Estuve ahí desde la tarde hasta la noche… Y nada… Ya no pude trabajar”. (Redacción: Rodrigo Vera. Con información de Verónica Espinosa, Gloria Reza, Francisco Castellanos, Veneranda Mendoza y Sara Pantoja.)

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