Habitantes DE Ario de Rosales, Michoacán, llevan peticiones a AMLO en un evento en el hospital de la comunidad. Foto: Jorge Ricardo
Nota de Jorge Ricardo
Reforma, Michoacán, México (14 julio 2019).- En dos días recorre tres estados: Nayarit, Jalisco, Michoacán. Su ejército de "Servidores de la Nación" con los colores de Morena en la ropa, los trabajadores del DIF y del IMSS retocan pisos y paredes, arman una carpa, colocan las sillas, montan pantallas gigantes, acarrean a la gente y Andrés Manuel López Obrador llega en un convoy de cinco camionetas.
Recorre el hospital rural en diez minutos, dice que así se entera de cómo están todas las cosas y antes de irse entre un tumulto de empujones, besos, peticiones de ayuda y bendiciones, receta un discurso de casi una hora con repeticiones de promesas, exposiciones de logros, datos históricos, chismes, calumnias y buenos deseos.
"Yo más que nada vine a ver si me quiere socorrer un apoyo", dice en Villamar, Michoacán, Aureliano Toro Manzo, de 64 años, quien tiene sus piernas amputadas y el vacío de los ojos, que perdió por un disparo de escopeta.
Entre su abrigo sucio trae un papelito doblado: "Señor Presidente me dirijo usted por medio de este escrito para solicitarle a usted una alluda económica ya que acudimos a nuestro municipio y senos niega...".
"A ver si le puede dar la beca de discapacitados", dice su hermano, que lo lleva en silla de ruedas. Le pide ayuda a los "Servidores de la Nación", quienes le responden que ahorita no están censando.
Desde que López Obrador ganó la elección presidencial, hace un año, lleva más de 150 viajes, aunque se ha negado a salir del País. Su oficina de prensa ya enumera 394 transcripciones de discursos. Su actual gira es por los 80 hospitales rurales del IMSS para conocer, afirma, las carencias del sistema de salud, aunque a la mayoría de sus seguidores les da lo mismo y creen que viene a repartir becas, pensiones, ayudas.
A los hospitales rurales, color beige y verde, edificios de una sola planta, López Obrador entra a veces por las entrada de urgencias para evitar el tumulto, lo recorre en unos diez minutos y ya en el templete reconoce que no quiere estar detrás del escritorio.
Un día antes estuvo en el calor de Nayarit y Guadalajara, ayer en el frío con lluvia de Michoacán. Acarrea a su Gabinete de Salud, el secretario de Salud, los directores del ISSSTE y del IMSS y hasta la Oficial Mayor, que ha operado todos los recortes presupuestales.
"Viene aquí todo el Gabinete de Salud, porque estamos tomando decisiones, nada de estar allá en la oficina", dice y comienza su ataque al pasado. Por la corrupción y el neoliberalismo y el mal Gobierno no había presupuesto, ni medicinas.
"¡Ni hay todavía! ¡Ni hay!", le gritan, lo interrumpen. "Sigue sin haber, desde luego, pero ¿saben que había presupuesto...?"
Antes de irse de Villamar lo obligan a hablar sobre la renuncia del delegado de Bienestar en Jalisco, Carlos Lomelí, cuyas empresas hicieron negocios con el Gobierno de la "Cuarta Transformación".
Cuando se le pregunta qué viene tras la renuncia -¿castigos? ¿cancelación de los contratos?- bromea: "A lo mejor el fin del mundo".
Para irse tiene que librarse del tumulto, mil en los tiempos de campaña. Cientos de manos que le piden algo. "Presidente: le encargo la beca de mi hija, todos han cobrado ya tres pagos y mi hija no ha cobrado nada", dice una mujer que se cuelga en la puerta de la camioneta.
Son las cuatro de la tarde y cae un aguacero en Paracho. Indígenas purépechas dicen que llegaron desde las once de la mañana, protegen con sus rebozos a sus niños de las goteras del enlodado.
"Venimos a ver lo del apoyo", afirma una mujer con huipil.
"Vine a decirle al Presidente que trabajaba en el hospital y hace dos meses me dijeron que por la austeridad del Presidente y porque ya no hacía falta y me despidieron", dice Juan Carlos González, con la correa de un morral bordado atravesado en el pecho.
"Allá en los Pueblos a los que atendía siguen bien enfermos".
"Está cantando el cielo y si lo acompañan unas guitarras de paracho se ha de oír muy bonito", dice el director del IMSS, Zoé Robledo.
El Gobernador Silvano Aureoles quiere presumir su Gobierno y es abucheado.
López Obrador desgrana paciente sus promesas. Lo que ya hizo, lo que hará, lo que apenas es un plan, lo que desea: un censo para evitar a los aviadores, ampliar el hospital, acabar con la corrupción: "eso es papita, la vamos a acabar".
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