13 may 2020

El decreto que no sorprende | Alejandro Hope

El decreto que no sorprende | Alejandro Hope
Plata o Plomo
El Universal, 13 de mayo de 2020
Tenía planeado dedicar este espacio al futuro distópico que nos espera mientras no haya vacuna o tratamiento para el Covid-19. Pero se atravesó el decreto que legitima la participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública. Y eso obliga a hacer algunos comentarios rápidos sobre la decisión presidencial:
1. Este decreto estaba cantado desde la reforma constitucional de 2019 que dio origen a la Guardia Nacional. Allí se lee, en el artículo quinto transitorio del dictamen, que “durante los cinco años siguientes a la entrada en vigor del presente Decreto, en tanto la Guardia Nacional desarrolla su estructura, capacidades e implantación territorial, el Presidente de la República podrá disponer de la Fuerza Armada permanente en tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria.” En ese momento se cargó la pistola y solo faltaba que decidieran jalar el gatillo.
2. Esto tampoco sorprende cuando se observa lo que ha venido sucediendo con la Guardia Nacional. Excluyendo lo que heredó de la Policía Federal, ese cuerpo no tiene una sola plaza presupuestal. Aproximadamente 80% de sus integrantes tienen plaza y cobran sueldo en la Sedena o la Semar. Todo el reclutamiento es responsabilidad del Ejército o la Marina: la GN no ha reclutado por sí misma a un solo elemento. Prácticamente todo el equipo de la GN ha sido adquirido por las fuerzas armadas. Sus cuarteles han sido construidos por la Sedena, en predios donados a la Sedena, no a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC). En la práctica, la GN no es más que la sucursal del Ejército en otra dependencia. Era solo cuestión de tiempo para que se revelara la farsa, y empezarán a usar la casa matriz y no la filial.
3. En concreto, toda la reforma de 2019 se redujo a cambiarle el nombre a la Policía Federal, ponerla bajo control militar y ampliar su tamaño con personal comisionado del Ejército y la Marina. Nada de eso requería reforma constitucional: se podría haber hecho con cambios legales relativamente sencillos ¿Por qué entonces la insistencia del gobierno de López Obrador en modificar la Constitución? Por una razón sencilla: el objetivo central no era la creación de la GN, sino la institucionalización de la participación militar en tareas de seguridad pública. El corazón de la reforma era el artículo quinto transitorio. La GN no era más que disfraz de ese objetivo.
4. Los defensores de la reforma dirán que esto no es más que un momento de transición, que hay una fecha perentoria para que las fuerzas armadas dejen de participar en tareas de seguridad pública. Eso es formalmente correcto, pero políticamente ingenuo (o cínico). Como se lee en el propio artículo transitorio, el uso de las fuerzas armadas en tareas de policía está vinculado al desarrollo de capacidades de la GN. Pero lo segundo depende de lo que haga o deje de hacer la Sedena. Si esa dependencia no comisiona personal o transfiere recursos materiales, la GN no crece. Punto. Y ese apoyo puede ser suficientemente lento para que, en dos o tres años, las Fuerzas Armadas regresen al Congreso, aleguen que desgraciadamente no se pudo consolidar la GN y que eso no deja más que una alternativa: extender por varios años más la excepción establecida en el artículo transitorio.
Para concluir, no hay que llamarse a sorpresa: el uso abierto y directo de las Fuerzas Armadas en tareas de policía es lo que querían tanto el Presidente como los mandos militares desde el principio. No optaron por esta vía porque “fracasó” la GN: eso no ha sido más que una distracción. Este es el proyecto.
@ahope71
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