San Juan de la Cruz fue el nombre religioso de Juan de Yepes Álvarez (1542-1591), una de las figuras más importantes de la literatura y la espiritualidad española; este 14 de diciembre se cumplen 434 años de su muerte..
Junto con Santa Teresa de Jesús, fue cofundador de la rama reformada de la Orden Carmelita, conocida como el Carmelo Descalzo.
Es universalmente reconocido como uno de los poetas más grandes de la lengua española. Sus obras más destacadas son el Cántico espiritual, la Noche oscura del alma, la Llama de amor viva y la Subida al Monte Carmelo, consideradas cimas de la poesía mística.
Es el patrono de los poetas en lengua española desde 1993, y su estilo lírico influenció a autores de la talla de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, T.S. Eliot, Federico García Lorca y Octavio Paz.
Fue canonizado en 1726 y proclamado Doctor de la Iglesia Universal en 1926, debido a la profundidad y trascendencia de su doctrina espiritual.
En resumen, fue un fraile, teólogo y escritor cuya obra fusiona la pasión de la lírica amorosa con una profunda experiencia de fe y misticismo.
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Vigencia y necesidad de Juan de la Cruz/ Carlos Aganzo es escritor y poeta.
ABC, Domingo, 14/Dic/2025
Este 14 de diciembre se cumplen 434 años de la muerte de Juan de Yepes Álvarez, Juan de la Cruz, que es el nombre de religión que él mismo eligió, al lado de Teresa de Jesús, para su extraordinaria aventura fundadora del carmelo descalzo, san Juan de la Cruz en el santoral católico y en la llama de amor viva de la mejor poesía de todos los tiempos. La misma fecha en la que se celebra, en su villa natal de Fontiveros, el LX Día de la Lengua Hispánica, que se conmemora desde 1966, si bien con mayor relevancia desde 1993, el año en el que el Papa Juan Pablo II proclamó al abulense, por medio del breve apostólico 'Inter praeclaros poëta', «patrono de los poetas en lengua española». Cada año, además, y siguiendo la tradición, ese mismo día la Academia de Juglares de San Juan de la Cruz acoge en su seno un nuevo miembro. El primero, Luis López Anglada, en 1980; la última, la mexicana Jeannette L. Clariond, este año. Un cónclave en el que han figurado y figuran algunos de los nombres más preclaros de nuestra lírica.
Fontiveros es solar y villa de la poesía, con sus calles y plazas que llevan el nombre de los poemas y escritos de su hijo Juan de Yepes. Algo más de setecientos habitantes en medio de la llanura de La Moraña, prolongación mística de los campos góticos de Castilla. La palma de la mano de Dios, en expresión unamuniana. Pampa literaria. Muy cerca de Madrigal de las Altas Torres, donde nació la Reina Isabel. O de Arévalo, cuna del periodista Emilio Romero, que también escribía poemas en secreto. O de Langa, donde vieron la luz por primera vez el poeta Jacinto Herrero y el maestro José Jiménez Lozano. Y por supuesto de Ávila, donde arrancan los actos que conmemorarán, desde este mes de diciembre y durante todo 2026, el Año Jubilar de San Juan de la Cruz: cuarto centenario de su canonización, decretada por Benedicto XIII en 1726, y primero como doctor de la Iglesia Universal, desde que así lo proclamó el Papa Pío XI en 1926. Todo, en Juan de la Cruz, con la debida cadencia.
Una efeméride de efemérides que se celebra en todo el mundo. Porque decir patrono de los poetas en lengua española es lo mismo que decir patrono de todos los poetas, como así lo reconocen, reverenciándolo, de Calcuta a Nueva York, de Segovia a la Patagonia rebelde. Poeta y patrono que dejó su huella indeleble en Rubén, en Juan Ramón, en Octavio Paz, en Eliot o en Valéry, por citar solo unos pocos, y que lo sigue haciendo en autores de todo el orbe, en nómina incalculable. Así lo reconoció entonces, 'urbi et orbi', el presidente de honor de la academia fontivereña, el poeta Wojtila, el autor de 'Presencia', el doctor en Teología que tituló su tesis 'La doctrina de la fe según san Juan de la Cruz'.
Fue Dámaso Alonso el que sugirió que el modo de escribir, tan singular, de Juan de la Cruz se produjo a través de un maravilloso encuentro entre los poemas de Garcilaso y las canciones populares españolas, por un lado, y las lecturas de la Biblia, por otro. Como fue Federico García Lorca, con sus 'Sonetos del amor oscuro', el que llevó más alto y más hondo que ninguno de los de su generación (a todos les tocó en algún momento) la música callada del autor del 'Cántico espiritual'. Ese cántico que de tan cerca sigue la palabra encendida del 'Cantar de los cantares', sobre el que la poeta e investigadora Elisa Martín Ortega nos recuerda que, en realidad, la obra atribuida a Salomón es sobre todo un compendio de viejas canciones judías de boda, escritas por mujeres o para mujeres. Un universo misterioso donde el amor se canta indistintamente desde lo masculino (el Amado) y desde lo femenino (el alma o la Amada), en un rasgo indiscutible de modernidad que bebe de lo más antiguo de la tradición. Alto amor que rompe todas las barreras de ayer, de hoy, y de mañana.
Y de la vigencia absoluta de ese amor, del que nos examinarán al atardecer de la vida, como decía el poeta, al vigor también, en este siglo XXI de preguntas sin respuesta, de su experiencia mística. «Entréme donde no supe», con proyección ecuménica desde el Centro Internacional Teresiano Sanjuanista de Ávila, hoy Universidad de la Mística, donde cada año acuden ascetas, místicos y espiritualistas de todo el mundo, pero principalmente de esas tres grandes religiones que tienen encuentro, a través de la Biblia, en la figura de san Juan: los místicos cristianos, con Teresa de Jesús al frente; los judíos, en la tradición de Moshé de León, cuyo 'Libro del esplendor' está tan cercano a la espiritualidad de los abulenses, o los sufíes musulmanes, como Yunus Emre, que comparten de manera tan enigmática como elocuente muchos de los grandes símbolos de la poesía sanjuanista: de la 'fonte' a la llama, pasando por la noche oscura del alma.
También de plena actualidad son los actos que, año tras año, siguen a zaga de su huella por los lugares por los que pasó o fundó, de Fontiveros a Úbeda, además de Arévalo, Medina del Campo, Salamanca, Valladolid, Ávila, Mancera de Abajo, Pastrana, Alcalá de Henares, Toledo, Almodóvar del Campo, la Peñuela, Beas de Segura, Baeza, Caravaca de la Cruz, Granada, Málaga, Córdoba, Sevilla, Bujalance, La Manchuela, Guadalcázar, Sabiote… Algunos de los cuales están integrados, desde 2022 y mirando hacia el futuro, en el proyecto Camino de San Juan de la Cruz.
Estando el vientre de la ballena de su cárcel toledana, muy cerca de donde nació Garcilaso (el poeta que escribió «nace en mi alma un fuego/ que arde y no se ve»), donde pasó nueve meses a causa de los malos oficios de los del paño, sobre el dolor y el martirio surgió el milagro del canto: el estallido primero, según se dice, del 'Cántico espiritual', y también el primer discurrir del poema 'La fonte':
Su origen no lo sé, pues no le tiene,
mas sé que todo origen de ella viene,
aunque es de noche…
Fuente que, desde entonces, no ha dejado de manar ni de correr. Corriente subterránea, sed de amor, palabra caudalosa que traspasa fuertes y fronteras y alcanza lo que solo la poesía puede: la voz del hombre más allá de la voz del hombre. Agua que necesitamos en mitad de la noche, en los tiempos de la incuria y del amor y la confidencia entre las máquinas, para sentir, «toda ciencia trascendiendo», que seguimos siendo humanos. Profundamente humanos.
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