Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Publicado en Excélsior, 12 de febrero de 2009;
Slim-gobierno: del apoyo al enfrentamiento
Los ecos del encontronazo entre el gobierno federal y el empresario Carlos Slim continuarán, porque el tema, en realidad, no es la crisis y sus consecuencias futuras. Leyendo completa la ponencia del principal accionista de Telmex, la misma es mucho más matizada que las frases que la hicieron famosa. No es que se hayan colocado fuera de contexto sus dichos, pero sí es verdad que ese contexto general era más amplio. Lo que llama la atención, en todo caso, fue que sólo muchas horas después de que se diera a conocer la versión del “catastrofismo” futuro, se comenzaron a presentar a un público más amplio las palabras íntegras del ingeniero. Un hombre como Slim sabe que sus declaraciones no son unas más en el mar de dichos cotidianos, y debe conocer el efecto devastador que las mismas, en o fuera de contexto, podrían tener. Además, hasta ahora no ha habido ninguna aclaración pública de Slim o de su oficina sobre el tema. En otras palabras se mantiene en lo dicho.
También la reacción gubernamental ha sido exageradamente dura, porque no sólo se debatió el futuro de la crisis (existían argumentos muy manejables sin necesidad de entrar en la confrontación directa, desde las cifras de decrecimiento económico de instituciones nacionales o internacionales, que en ningún caso van más allá de 1.8%, hasta la comparación con la crisis de 1995, que derrumbó el PIB más de 6%), sino que, además, en un punto clave de las declaraciones de Lozano, punto que parece estar en el centro del debate, se insistió en los beneficios que habría recibido Slim de la situación de mercado de la que se habría beneficiado.
Lo cierto es que algo, y muy grave, tiene que haber sucedido porque, hace apenas un mes, cuando se presentó el plan anticrisis, el propio Carlos Slim ofreció una entrevista en Palacio Nacional en donde fue muy entusiasta con el programa del gobierno, en el que, por cierto, sus opiniones tuvieron mucha influencia. Ese día se le preguntó sobre el programa anticrisis y el diagnóstico oficial y dijo que era un programa “muy bueno, muy bueno, excelente, necesario, y lo importante es que se aplique con oportunidad como se planteó”. ¿Le faltó algo a este programa emergente o está todo?, se le preguntó. “Nada es exhaustivo dijo entonces Slim—, si lo ven está muy completo, está incluyendo infraestructura, vivienda, las pymes, la eficiencia en el uso oportuno del gasto y la inversión pública, apoyo a las familias y sobre todo el apoyo al empleo”. Entonces, ¿no falta nada importante?, insistió el reportero. “No, algo importante no. Bueno aclaró Slim, ha faltado lo que se ha dicho muchas veces sobre que funcione el sistema financiero y se restablezca la normatividad de créditos... es muy importante que se normalicen de nuevo las operaciones de crédito a mediano y largo plazo”. En esa misma entrevista, el empresario dijo algo parecido a lo que sostuvo el lunes, aunque el énfasis y el tono fueron diferentes: “En esta crisis que está teniendo Estados Unidos, la recesión de Estados Unidos va a reducir nuestras exportaciones, va a reducir el precio del petróleo, va a reducir probablemente el turismo o las remesas y las manufacturas se van a ver afectadas, como todas las empresas que producen esos bienes” y destacó que, en ese sentido, lo más importante era la generación de empleos.
¿Qué tanto han cambiado las cosas desde el 7 de enero hasta ahora? No han mejorado, obviamente, pero tampoco se han transformado dramáticamente. Es verdad que distintas actividades relacionadas con el plan de reactivación (y sobre todo con el de infraestructura) no han logrado salir adelante, en especial en el ámbito de grandes obras. Y eso en parte es responsabilidad gubernamental, en parte legislativa y también es consecuencia directa de la crisis y la astringencia del financiamiento.
Pero lo que cambió significativamente es otra realidad. Ayer mismo se oficializó la nueva ley de interconexión de comunicaciones, llamada Plan Fundamental de Interconexión. Ello provoca que todas las empresas que deseen utilizar la red de conexión de Telmex, que controla más de 90% de ella, podrán hacerlo para prestar sus servicios, una demanda que era muy exigida por la industria del cable, que les permitirá a muchos tener el llamado triple play (imagen, voz, datos), donde se establecerán las mismas condiciones para los nuevos jugadores que para el propietario de la red, en un contexto en el que Telmex reclama su derecho de propiedad y tener acceso pleno al triple play, y en el que se dio el acuerdo con MVS, que no ha sido aprobado por las autoridades.
Las divergencias sobre el tema son profundas y según como se resuelvan se reconfigurará el estratégico sector de las telecomunicaciones en el país. Telmex y sus empresas asociadas reclaman ser los legítimos propietarios de esa red y además exigen participar en el nuevo modelo tecnológico, en el triple play. Sus competidores dicen que esa participación los dejaría fuera o sólo marginalmente en el mercado. En el gobierno parecen pensar que de esa manera se podría comenzar a romper lo que consideran (y Slim niega terminantemente) un monopolio estratégico. Y un sector con miles de millones de futuras inversiones. Por lo pronto, al aplicarse el Plan, Telmex anunció que sus inversiones en el sector se tendrían que ajustar, de 12 mil, a ocho mil millones de pesos. Por eso Lozano, un ex subsecretario de Telecomunicaciones y ex presidente de la Cofetel, habló del compromiso de no reducir inversiones, aunque no tuviera relación con el diagnóstico de la crisis. Por eso la reacción de Slim. Allí es donde se genera y se generará aún más, en el futuro, el choque de trenes. Se entrecruzan los intereses del gobierno federal, de los partidarios, de las mayores empresas de México y de una de ellas, que constituye casi 7% del PIB nacional.
Los ecos del encontronazo entre el gobierno federal y el empresario Carlos Slim continuarán, porque el tema, en realidad, no es la crisis y sus consecuencias futuras. Leyendo completa la ponencia del principal accionista de Telmex, la misma es mucho más matizada que las frases que la hicieron famosa. No es que se hayan colocado fuera de contexto sus dichos, pero sí es verdad que ese contexto general era más amplio. Lo que llama la atención, en todo caso, fue que sólo muchas horas después de que se diera a conocer la versión del “catastrofismo” futuro, se comenzaron a presentar a un público más amplio las palabras íntegras del ingeniero. Un hombre como Slim sabe que sus declaraciones no son unas más en el mar de dichos cotidianos, y debe conocer el efecto devastador que las mismas, en o fuera de contexto, podrían tener. Además, hasta ahora no ha habido ninguna aclaración pública de Slim o de su oficina sobre el tema. En otras palabras se mantiene en lo dicho.
También la reacción gubernamental ha sido exageradamente dura, porque no sólo se debatió el futuro de la crisis (existían argumentos muy manejables sin necesidad de entrar en la confrontación directa, desde las cifras de decrecimiento económico de instituciones nacionales o internacionales, que en ningún caso van más allá de 1.8%, hasta la comparación con la crisis de 1995, que derrumbó el PIB más de 6%), sino que, además, en un punto clave de las declaraciones de Lozano, punto que parece estar en el centro del debate, se insistió en los beneficios que habría recibido Slim de la situación de mercado de la que se habría beneficiado.
Lo cierto es que algo, y muy grave, tiene que haber sucedido porque, hace apenas un mes, cuando se presentó el plan anticrisis, el propio Carlos Slim ofreció una entrevista en Palacio Nacional en donde fue muy entusiasta con el programa del gobierno, en el que, por cierto, sus opiniones tuvieron mucha influencia. Ese día se le preguntó sobre el programa anticrisis y el diagnóstico oficial y dijo que era un programa “muy bueno, muy bueno, excelente, necesario, y lo importante es que se aplique con oportunidad como se planteó”. ¿Le faltó algo a este programa emergente o está todo?, se le preguntó. “Nada es exhaustivo dijo entonces Slim—, si lo ven está muy completo, está incluyendo infraestructura, vivienda, las pymes, la eficiencia en el uso oportuno del gasto y la inversión pública, apoyo a las familias y sobre todo el apoyo al empleo”. Entonces, ¿no falta nada importante?, insistió el reportero. “No, algo importante no. Bueno aclaró Slim, ha faltado lo que se ha dicho muchas veces sobre que funcione el sistema financiero y se restablezca la normatividad de créditos... es muy importante que se normalicen de nuevo las operaciones de crédito a mediano y largo plazo”. En esa misma entrevista, el empresario dijo algo parecido a lo que sostuvo el lunes, aunque el énfasis y el tono fueron diferentes: “En esta crisis que está teniendo Estados Unidos, la recesión de Estados Unidos va a reducir nuestras exportaciones, va a reducir el precio del petróleo, va a reducir probablemente el turismo o las remesas y las manufacturas se van a ver afectadas, como todas las empresas que producen esos bienes” y destacó que, en ese sentido, lo más importante era la generación de empleos.
¿Qué tanto han cambiado las cosas desde el 7 de enero hasta ahora? No han mejorado, obviamente, pero tampoco se han transformado dramáticamente. Es verdad que distintas actividades relacionadas con el plan de reactivación (y sobre todo con el de infraestructura) no han logrado salir adelante, en especial en el ámbito de grandes obras. Y eso en parte es responsabilidad gubernamental, en parte legislativa y también es consecuencia directa de la crisis y la astringencia del financiamiento.
Pero lo que cambió significativamente es otra realidad. Ayer mismo se oficializó la nueva ley de interconexión de comunicaciones, llamada Plan Fundamental de Interconexión. Ello provoca que todas las empresas que deseen utilizar la red de conexión de Telmex, que controla más de 90% de ella, podrán hacerlo para prestar sus servicios, una demanda que era muy exigida por la industria del cable, que les permitirá a muchos tener el llamado triple play (imagen, voz, datos), donde se establecerán las mismas condiciones para los nuevos jugadores que para el propietario de la red, en un contexto en el que Telmex reclama su derecho de propiedad y tener acceso pleno al triple play, y en el que se dio el acuerdo con MVS, que no ha sido aprobado por las autoridades.
Las divergencias sobre el tema son profundas y según como se resuelvan se reconfigurará el estratégico sector de las telecomunicaciones en el país. Telmex y sus empresas asociadas reclaman ser los legítimos propietarios de esa red y además exigen participar en el nuevo modelo tecnológico, en el triple play. Sus competidores dicen que esa participación los dejaría fuera o sólo marginalmente en el mercado. En el gobierno parecen pensar que de esa manera se podría comenzar a romper lo que consideran (y Slim niega terminantemente) un monopolio estratégico. Y un sector con miles de millones de futuras inversiones. Por lo pronto, al aplicarse el Plan, Telmex anunció que sus inversiones en el sector se tendrían que ajustar, de 12 mil, a ocho mil millones de pesos. Por eso Lozano, un ex subsecretario de Telecomunicaciones y ex presidente de la Cofetel, habló del compromiso de no reducir inversiones, aunque no tuviera relación con el diagnóstico de la crisis. Por eso la reacción de Slim. Allí es donde se genera y se generará aún más, en el futuro, el choque de trenes. Se entrecruzan los intereses del gobierno federal, de los partidarios, de las mayores empresas de México y de una de ellas, que constituye casi 7% del PIB nacional.
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