El porro de Calderón
Difundido por la red de FB
miércoles, 11 de febrero de 2009
Javier Lozano es un secretario de Trabajo fallido. Su programa de empleo fracasó, y con él la principal promesa de campaña de Felipe Calderón, quien proclamó que sería “el presidente del empleo”. Hoy, en medio de una crisis económica mundial que agravó el deteriorado proceso de generación de trabajos, aquella frase es una broma de mal gusto. El año pasado se perdieron 37 mil empleos, reconocidos por el propio gobierno, y el arranque de 2009 viene peor. La economía se está deprimiendo y cientos de empresas pequeñas y medianas han cerrado. Pese a todo, se siente con alas para volar más alto –quizás la jefatura de gobierno del Distrito Federal-, y sus servicios al presidente Felipe Calderón, obviamente, no pasan por los méritos profesionales en su encargo.
Lozano es amigo de Calderón desde que ambos estudiaban derecho, pero durante la campaña estrechó la relación con el ex secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en cuyo entorno se estaba forjando el proyecto político calderonista para 2012. La muerte de él afectó sus posibilidades para escalar posiciones dentro del PAN, pero se ha venido reacomodando. Uno de los atributos que ha puesto Lozano sobre la mesa, dado que sus méritos profesionales para seguir escalando en la pirámide del poder serían escasos, es que permanentemente hace el servicio colateral a su jefe, el presidente Felipe Calderón, que todos temen hacer: el de porro.
En las últimas 48 horas lo demostró. Fue al foro parlamentario “México ante la crisis”, para echar en cara a los diputados que no puede haber una mejor estructura de empleo porque en 11 años no han sido aprobadas 264 iniciativas en el Congreso que construirían una nueva reforma laboral. Tiradas las lanzas a los legisladores, que vieron en su ponencia un mensaje ominoso de Calderón, comenzó a preparar la segunda escalada, por cierto la más violenta, en contra del empresario Carlos Slim, quien cometió el pecado de afirmar que el problema del empleo sería el más grave desde los 30s –lo mismo que calculan que sucederá en todo el mundo-, que cerrarán muchas empresas pequeñas y medianas-lo que ya sucede en México y en el mundo- y que caería el producto interno bruto –como ya anticipó el Banco de México-. Lozano se fue a un road show por noticieros de radio y televisión para responderle a Slim. No se volvió loco en su ataque contra él, pero se puso rabioso.
Con una muestra de poca tolerancia –algo muy característico en la administración calderonista, Lozano cuestionó fuertemente a Slim sugiriendo que era bueno para la crítica pero que él no aportaba mucho a México. No dijo que Carso que encabeza Slim, es el grupo que más impuestos paga, y que desde que se privatizó Telmex hace casi 20 años, no se ha despedido a ninguno de los casi 250 mil trabajadores. Es decir, entre los desempleados provocados por el fracaso de la política laboral del gobierno de Calderón, no se encuentran los telefonistas. Lozano se desvió de la parte que le toca, por responsabilidad en el gabinete, y mejor se comportó en las entrevistas dadas, como secretario de Comunicaciones y Transportes.
Ante un entrevistador soltó el golpe a Slim: “¿Cuál es la contribución de él y de sus empresas en materia de competencia, en materia de servicio residencial de bajo consumo de la telefonía es el más caro del mundo, la larga distancia internacional para los comercios también es el más caro del mundo?". Lozano reflejó el talante presidencial. Sin embargo, es un mentiroso. En un oficio dirigido al entonces director general de Telmex, Jaime Chico Pardo, el 4 de noviembre de 1998, Lozano, a la sazón presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, escribió: “… se estima que el promedio de las tarifas registradas por su representada, se encuentra al menos un 15 por ciento por debajo de los niveles que permitan una recuperación de precios razonable, para promover un desarrollo eficiente de las telecomunicaciones, así como para fomentar una sana competencia entre los diferentes prestadores del servicio, por lo que esta Comisión lo conmina a que, a partir del próximo 15 de noviembre, corrija la estructura tarifaria de Telmex”.
Ese oficio desmiente a Lozano con sus propias palabras. Según aquél documento, no sólo Telmex tenía tarifas por debajo del mercado, sino que al mantenerla en esos niveles, no fomentaba la competencia entre los prestadores del servicio. El tiempo le ha hecho olvidar cosas a Lozano, y otras simplemente las oculta, como la relación estrecha y los favores realizados a operadores políticos de Francisco Gil Díaz, quien dirige Telefónica, la empresa española que se bate con Telmex en todo el mercado hispano. Pero lo que bien sabe es el deseo del gobierno calderonista, vinculado estrechamente a Televisa –enemiga de Slim-, y a otros empresarios que son neobanqueros –adversarios de Slim-, es minarlo.
Como porro, Lozano es altamente eficiente. Arrebatado y atrabancado, Calderón tiene pocos funcionarios que estén prestos a batirse por él en público. El Presidente no tiene muchos defensores, por timoratos o pusilánimes, y siempre se requiere de alguien como Lozano, dispuesto a agotar cualquier capital político que tenga ante el público, si puede aumentarlo con aquél que pueda definir su futuro.
r_rivapalacio@yahoo.com
Javier Lozano es un secretario de Trabajo fallido. Su programa de empleo fracasó, y con él la principal promesa de campaña de Felipe Calderón, quien proclamó que sería “el presidente del empleo”. Hoy, en medio de una crisis económica mundial que agravó el deteriorado proceso de generación de trabajos, aquella frase es una broma de mal gusto. El año pasado se perdieron 37 mil empleos, reconocidos por el propio gobierno, y el arranque de 2009 viene peor. La economía se está deprimiendo y cientos de empresas pequeñas y medianas han cerrado. Pese a todo, se siente con alas para volar más alto –quizás la jefatura de gobierno del Distrito Federal-, y sus servicios al presidente Felipe Calderón, obviamente, no pasan por los méritos profesionales en su encargo.
Lozano es amigo de Calderón desde que ambos estudiaban derecho, pero durante la campaña estrechó la relación con el ex secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en cuyo entorno se estaba forjando el proyecto político calderonista para 2012. La muerte de él afectó sus posibilidades para escalar posiciones dentro del PAN, pero se ha venido reacomodando. Uno de los atributos que ha puesto Lozano sobre la mesa, dado que sus méritos profesionales para seguir escalando en la pirámide del poder serían escasos, es que permanentemente hace el servicio colateral a su jefe, el presidente Felipe Calderón, que todos temen hacer: el de porro.
En las últimas 48 horas lo demostró. Fue al foro parlamentario “México ante la crisis”, para echar en cara a los diputados que no puede haber una mejor estructura de empleo porque en 11 años no han sido aprobadas 264 iniciativas en el Congreso que construirían una nueva reforma laboral. Tiradas las lanzas a los legisladores, que vieron en su ponencia un mensaje ominoso de Calderón, comenzó a preparar la segunda escalada, por cierto la más violenta, en contra del empresario Carlos Slim, quien cometió el pecado de afirmar que el problema del empleo sería el más grave desde los 30s –lo mismo que calculan que sucederá en todo el mundo-, que cerrarán muchas empresas pequeñas y medianas-lo que ya sucede en México y en el mundo- y que caería el producto interno bruto –como ya anticipó el Banco de México-. Lozano se fue a un road show por noticieros de radio y televisión para responderle a Slim. No se volvió loco en su ataque contra él, pero se puso rabioso.
Con una muestra de poca tolerancia –algo muy característico en la administración calderonista, Lozano cuestionó fuertemente a Slim sugiriendo que era bueno para la crítica pero que él no aportaba mucho a México. No dijo que Carso que encabeza Slim, es el grupo que más impuestos paga, y que desde que se privatizó Telmex hace casi 20 años, no se ha despedido a ninguno de los casi 250 mil trabajadores. Es decir, entre los desempleados provocados por el fracaso de la política laboral del gobierno de Calderón, no se encuentran los telefonistas. Lozano se desvió de la parte que le toca, por responsabilidad en el gabinete, y mejor se comportó en las entrevistas dadas, como secretario de Comunicaciones y Transportes.
Ante un entrevistador soltó el golpe a Slim: “¿Cuál es la contribución de él y de sus empresas en materia de competencia, en materia de servicio residencial de bajo consumo de la telefonía es el más caro del mundo, la larga distancia internacional para los comercios también es el más caro del mundo?". Lozano reflejó el talante presidencial. Sin embargo, es un mentiroso. En un oficio dirigido al entonces director general de Telmex, Jaime Chico Pardo, el 4 de noviembre de 1998, Lozano, a la sazón presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, escribió: “… se estima que el promedio de las tarifas registradas por su representada, se encuentra al menos un 15 por ciento por debajo de los niveles que permitan una recuperación de precios razonable, para promover un desarrollo eficiente de las telecomunicaciones, así como para fomentar una sana competencia entre los diferentes prestadores del servicio, por lo que esta Comisión lo conmina a que, a partir del próximo 15 de noviembre, corrija la estructura tarifaria de Telmex”.
Ese oficio desmiente a Lozano con sus propias palabras. Según aquél documento, no sólo Telmex tenía tarifas por debajo del mercado, sino que al mantenerla en esos niveles, no fomentaba la competencia entre los prestadores del servicio. El tiempo le ha hecho olvidar cosas a Lozano, y otras simplemente las oculta, como la relación estrecha y los favores realizados a operadores políticos de Francisco Gil Díaz, quien dirige Telefónica, la empresa española que se bate con Telmex en todo el mercado hispano. Pero lo que bien sabe es el deseo del gobierno calderonista, vinculado estrechamente a Televisa –enemiga de Slim-, y a otros empresarios que son neobanqueros –adversarios de Slim-, es minarlo.
Como porro, Lozano es altamente eficiente. Arrebatado y atrabancado, Calderón tiene pocos funcionarios que estén prestos a batirse por él en público. El Presidente no tiene muchos defensores, por timoratos o pusilánimes, y siempre se requiere de alguien como Lozano, dispuesto a agotar cualquier capital político que tenga ante el público, si puede aumentarlo con aquél que pueda definir su futuro.
r_rivapalacio@yahoo.com
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