1 nov 2009

El Presidente Calderón en Miami

El Presidente Calderón en la Ceremonia de la 15ª Entrega de los Premios de Negocios BRAVO

Viernes, 30 de Octubre de 2009
Discurso
Miami, Florida, EUA
(Interpretación del inglés al español)
Buenas noches.
Es un gran honor estar aquí hoy, y me gustaría agradecer a Jane Bussey por este Premio.
Y, por supuesto yo quiero expresar mi gratitud a todas las personas que trabajan en esta gran revista, Latin Trade, porque el trabajo que todos ustedes han hecho en los últimos 16 años ha sido básico, ha sido fundamental para promover no solamente el comercio y la inversión en Latinoamérica.
Al final del día, sí creo que el comercio y la inversión son las expresiones de la libertad en nuestro Continente.
Por supuesto, esto no es un logro personal. Yo recibo el Premio en nombre del pueblo mexicano y lo recibo en reconocimiento de las personas de mi país, por el trabajo y el esfuerzo, que el pueblo ha hecho para sobreponerse a los retos que enfrentamos, particularmente en los últimos doce meses.
Me gustaría comentarles algunos de los aspectos y de los esfuerzos de la comunidad mexicana, no solamente los retos en sí, pero también las aspiraciones y los sueños del pueblo mexicano.
Permítanme ahora cambiar al español para hablar sobre eso.
(Discurso en español)
Un primer desafío, amigas y amigos, que los mexicanos hemos enfrentando, y hemos enfrentado con entereza, es la lucha contra el crimen organizado.
Y déjenme decirles que no se trata, como algunos han pensando, de una obsesión del Presidente de México contra las drogas en sí mismo; no se trata de una particular terquedad sobre este tema.
El primer desafío, pienso, para cualquier Nación que aspire a ser una Nación en pleno desarrollo es tener ley, y que la ley se cumpla.
Así que nuestra lucha, más allá de los poderosos cárteles de la droga mexicanos, los más poderosos del mundo ahora, nuestra lucha es por tener un país de libertades, libertades que sólo pueden construirse cuando la ley existe y hay Gobiernos que corren el riesgo de hacer cumplir la ley.
Nosotros nos hemos propuesto, en un país atrapado en una buena parte por la criminalidad, recuperar nuestra libertad. México y otros países de América Latina están por cumplir 200 años de independencia y de libertad.
Y para mí, no como Presidente, sino como mexicano que siempre ha creído en el futuro de nuestra gran Nación, la libertad no es algo que se pueda sacrificar y menos que se pueda sacrificar por la cobardía de los gobernantes.
Por supuesto que no ha sido algo fácil. Ha sido algo terriblemente complejo, pero que sabíamos que había que enfrentarlo.
Déjenme decirles que al principio de nuestra Administración pudimos observar un cambio dramático en lo que está ocurriendo en los países de América Latina, en particular en México.
Tradicionalmente, México, al igual que otros países, era simplemente un país de paso de la droga hacia el mayor consumidor del mundo que, por desgracia, sigue siendo los Estados Unidos.
Pero este cambio implicó que las grandes organizaciones criminales, quizá por el crecimiento del poder de consumo del país, después del NAFTA, que pasó de dos mil dólares a más de nueve mil dólares per cápita, o por otras razones, las organizaciones criminales buscaron no sólo exportar, si se me permite la expresión económica, droga hacia esta gran Nación de los Estados Unidos, sino también generar un mercado de consumo en nuestro país.
Y esta actividad criminal dejó de ser una actividad de bajo perfil que no se metía con la gente, a una actividad intrusiva en la vida de los ciudadanos, desafiante; una actividad particularmente violenta y despiadada.
De ser casi desapercibida por razones tácticas, pasó a ser desafiante y abierta, también por razones tácticas, porque para estos barones se trataba de dominar y de demostrar en las grandes ciudades o en los pueblos más pobres de la geografía nacional, que ellos mandaban y que ellos eran la autoridad.
Y se basaron para ello o cooptando y corrompiendo autoridades, en una larga, triste e inaceptable tradición de corrupción en México; o intimidándolas para lograr el control de las plazas y de los territorios por la vía de la violencia.
Esto, obviamente, sorprendió a unas estructuras debilitadas de la sociedad mexicana, a nivel municipal, a nivel estatal, incluso a nivel Federal, y rompió la paz y la seguridad que merecen los mexicanos.
Y, por esa razón, amigas y amigos, desde el primer día de mi Gobierno, y cumpliendo una promesa que hice a los mexicanos, no dudamos ni un solo instante en utilizar toda la fuerza del Estado, incluyendo la Policía Federal, el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, para recuperar la autoridad del Estado, y para que en aquellas zonas del país, donde el crimen organizado había pretendido apoderarse de la vida de las comunidades, intervenir decididamente y recuperar para los mexicanos la seguridad y la libertad.
Y en ese esfuerzo estamos empeñados. Y la verdad hemos avanzado, y sabiendo que ésta es una lucha muy larga, puedo decirles que estamos en la estrategia y en el camino correcto.
Jamás he pretendido engañar a los mexicanos. Yo dije el primer día de mi mandato que esto iba a ser una lucha larga, que tomaría tiempo, que tomaría recursos, que costaría muchas vidas humanas, pero que valía la pena.
Porque ni ese tiempo ni ese dinero ni esas vidas humanas, con todo el dolor que nos han causado, pueden ser comparables con un país de 105 millones dentro de su territorio, y quizá otros 15 fuera, que estuviera de rodillas y con las manos atadas ante los criminales. Y así ha sido.
Y, sin embargo, en estos tres años de Gobierno hemos registrado importantes avances.
Por ejemplo. Hemos golpeado a la criminalidad y la hemos golpeado con fuerza. Si yo les platico del número de armas que hemos decomisado, por ejemplo, quizá podrían armar al Ejército de alguna Nación mediana en nuestra América Latina.
Hemos decomisado 60 mil armas en estos tres años, desde escuadras hasta lanzamisiles. Casi tres mil granadas.
Hemos llevado a la justicia a aproximadamente 70 mil personas vinculadas a la delincuencia, 70 mil. Y, entre ellas, casi 200 líderes regionales de distintos cárteles en el país.
El primero desde el tercer día de diciembre en mi mandato, hasta el último, el día de ayer, El Lobo, un lugarteniente del Cártel del Pacífico, atrapado en Guadalajara.
Y si hemos de hablar de la droga que hemos decomisado, simplemente puedo decirles que la droga que ha decomisado mi Gobierno, sería suficiente para darle 80 dosis, 80 dosis a cada joven mexicana o cada joven mexicano entre los 15 y los 30 años de edad.
Pero no ha sido, insisto, el tema mismo de las drogas el objetivo, sino la seguridad.
Y hemos actuado en otros terrenos de esta lucha. Uno que ha afectado a la sociedad mexicana, es que por un efecto de imitación y de anarquía que se generó ante el vacío de la autoridad durante muchos años, se propagaron delitos que agraviaron poderosamente a la sociedad mexicana, como el secuestro.
Hoy, sin embargo, en este año, amigas y amigos, hemos trabajado en este tema a grado tal que hemos puesto en la cárcel, en tan sólo un año, a más de mil secuestradores en el país, y hemos liberado a otro tanto número de víctimas en México.
Y estamos decididos, absolutamente decididos a ver un día, no importa que mis ojos no lo vean, mientras haya ojos de mexicanas y mexicanos que puedan verlo, México un día será, espero que más pronto que tarde, un país seguro, un país cierto, donde los niños y las niñas, los jóvenes puedan salir a la calle con tranquilidad y que la gente pueda ir a trabajar o a estudiar con libertad.
Un segundo desafío que hemos enfrentado en los años recientes fue, evidentemente, la crisis económica que ha afectado a todos nuestros países.
Hace un año, un poco más de un año, cuando empezaron las cosas a agravarse en todas partes, creo que ninguno de nosotros, de los que estamos aquí, hubiésemos imaginado lo que iba a pasar a profundidad en la economía.
Todavía, hoy a estas horas se está discutiendo y espero que aprobando el Paquete Económico para el año 2010, pero todavía a estas horas, el año pasado, se preveía que la economía mexicana crecería más o menos entre uno y dos por ciento en el 2009.
Para no hacer la historia larga, la economía mexicana cayó en el primer semestre del año a tasas cercanas al 10 por ciento, la peor caída que haya registrado la economía mexicana, y además explicablemente.
Si el epicentro de la crisis mundial fue Estados Unidos, y la economía mexicana, como ninguna otra, depende en el 80 por ciento de sus exportaciones de este mercado, ustedes pueden imaginar el grado de afectación que íbamos a tener.
Sabíamos que no podíamos nosotros evitar una crisis de esta dimensión, amigas y amigos, pero también sabíamos que sí podíamos evitar los efectos que tendría en la vida de los mexicanos.
Y teníamos algunos parámetros, por ejemplo, en la crisis de 1995, la Crisis del Tequila; por cierto, es nada más el nombre, el tequila ha venido progresando desde entonces, no hay ningún problema.
La economía cayó menos, seis por ciento en el año en México y, sin embargo, se perdieron 11 por ciento de los empleos formales en el Seguro Social, más de uno de cada 10.
Qué hicimos este año para evitar una crisis semejante en el empleo
Pusimos en práctica todas las políticas contracíclicas que pudimos poner. Y, por ejemplo, creamos un Programa de Empleo Temporal, donde la gente más humilde podía limpiar carreteras, abrir brechas contrafuego, colaborar en la limpieza de zonas arqueológicas para su estudio o para el turismo, y creamos medio millón de empleos en seis meses, en Empleo Temporal.
Y como una gran cantidad de empresas exportadoras a Estados Unidos tenían que despedir a sus trabajadores, acordamos que si esas empresas llegaban a un acuerdo con sus sindicatos para que el trabajador pudiera ganar una tercera parte menos de su sueldo, nosotros pagaríamos la otra tercera parte y la empresa una tercera parte más. Y así evitamos que fueran despedidos 460 mil trabajadores en el país.
Y si se había infartado, contraído el crédito internacional en todo el mundo, y las empresas no tenían crédito, y menos las pequeñas y medianas empresas, pusimos un programa agresivo de apoyo de crédito a las PyMES.
Y de septiembre de 2008 a septiembre de 2009, el Gobierno otorgó, mediante garantías colaterales con la Banca Comercial, crédito para casi 100 mil pequeñas y medianas empresas en el país; es decir, protegimos, a través del crédito, la fuente de ingreso de casi otro millón y medio de mexicanos.
El resultado. Que mientras en el 95, con una crisis menor, el empleo formal cayó 11 por ciento; en el 2009, con una crisis mayor, el empleo formal cayó 1.6 por ciento, es decir, en lugar de uno de cada 10 trabajadores, sólo uno de cada 100 vio afectado su empleo.
Y hoy, gracias al esfuerzo que están haciendo los mexicanos, estamos viendo signos de recuperación. Por ejemplo, en los últimos cuatro meses, es decir, de junio, julio, agosto, septiembre, incluso octubre, México ha generado en el Seguro Social empleos netos; mientras la economía de Estados Unidos sigue registrando pérdidas de empleo de casi medio millón de americanos cada mes, en México, tan sólo entre septiembre y lo que va de octubre, en tres quincenas, en el Seguro Social, es decir empleos pagados y registrados, México ha generado en términos netos 120 mil nuevos empleos en sectores que habían sido afectados.
Las exportaciones están creciendo a tasas anualizadas de arriba del 18 por ciento anual en los últimos dos meses. Y yo estoy convencido, amigas y amigos, que todo el esfuerzo que hicimos y que todavía tenemos que hacer, porque tenemos que evitar un colapso en la estabilidad macroeconómica del país, en finanzas públicas, todo ese esfuerzo será recompensado con una nueva época de crecimiento, como lo hemos buscado y anhelado los mexicanos.
Y una tercera historia de lo que ha pasado tan sólo este año; la aparición del virus A/H1N1, el virus de la influenza. Hay una discusión enorme, que si empezó o no empezó en México, o en otra parte; eso no es el tema, no es un asunto de culpas, no es un asunto de pena, es un asunto de pandemia; independientemente que el virus se llame Swine Flu H1N1 California 09, porque ese es su nombre técnico, porque ahí se descubrió, no quiero entrar en esa discusión. El hecho es que impactó severamente a México e impactó a la ciudad más grande del mundo.
Un jueves por la tarde, habiendo estado yo muy preocupado por el reporte que me dan del número de casos de enfermedades respiratorias crónicas en los hospitales de México, le había pedido al Secretario de Salud que me investigara a fondo qué estaba ocurriendo; ya estábamos en pleno abril.
Y, finalmente, vino el reporte, no del CDC de Estados Unidos, sino de los laboratorios canadienses, y el reporte era que se trataba de un nuevo virus, cuya mortalidad era desconocida, pero era cierta; es decir, nosotros sabíamos en México que teníamos víctimas fatales, enfermos de padecimientos respiratorios, que no tenía explicación su fallecimiento, y que había que actuar, y que había que actuar rápido, y que la tasa de mortalidad pudiera llegar a ser, como fue en el caso del virus de influenza aviar, hasta del 70 por ciento de los afectados.
En una ciudad como la ciudad de México de 22 millones de habitantes, donde estaba el epicentro del problema, había que actuar rápido.
Convoqué a los mexicanos; esa misma noche, estábamos suspendiendo las clases en todas las escuelas del área metropolitana de la ciudad de México.
Y a medida que seguían creciendo los casos de contagio y de muertes, en la semana siguiente no dudamos también en suspender todas las clases en el país, e incluso la actividad económica.
Y con eso, amigas y amigos, logramos detener la tasa de propagación del virus que se fue rápidamente hacia abajo.
Y con ello evitamos también un colapso del sistema sanitario, porque hubiera sido imposible atender todos los casos de contagiados en el país.
Distribuimos el medicamento, el Tamiflu, y fuimos transparentes en la información mundial. Debo decirles que hubo en el propio Gobierno voces muy importantes para mí que me recomendaron guardar discreción y evitar compartir la información del virus.
Y a mí me parecía, en primer lugar, imposible, porque los muertos estaban ahí y, en segundo lugar, irresponsable. Y la orden que di fue: compartir hasta el último detalle de información con la gente.
El Secretario de Salud tenía instrucciones de informar cada cuatro horas de la evolución de la enfermedad en conferencia de prensa. Y cuando él me preguntaba: Presidente, es que tenemos estos fallecimientos y la verdad es que no sabemos si son del virus o de otra enfermedad; yo le decía: Secretario, usted infórmele a la gente, tenemos estos fallecimientos y no sabemos si son del virus o de esta enfermedad.
Y aunque fue duro para México, y aunque se ahuyentó el turismo esos días, y aunque perdimos producción, pudimos ganar la confianza y la credibilidad de la gente. Y sin usar la fuerza pública logramos parar las actividades en la ciudad más grande del mundo.
Y logramos evitar una tasa de propagación. Y no sólo eso, compartimos con las autoridades del mundo toda la información disponible en México.
Hoy a la fecha, un caso, además, insólito. Por orden del Gobierno Federal se lleva un monitoreo puntual de todos los casos de A/H1N1, que se hayan registrado no sólo muestral, censal. Y tenemos registrada, también, puntualmente, la tasa de mortalidad, que hoy sabemos que es 0.68. Es decir, una tasa parecida a la de la influenza estacional.
Hoy, gracias a la responsabilidad de médicos, de enfermeras y de la gente, hoy México está preparado para enfrentar esta pandemia.
Estamos ya con la certeza de contar con la vacuna para la primera estacionalidad, en el mes de noviembre. Ya recibimos la primera dosis de vacunas y podremos enfrentar con certeza este mal.
Amigas y amigos:
Me he extendido en estas tres historias sobre crimen, sobre la adversidad económica y sobre la influenza. Habría que agregarle ahí, quizá, el hecho de que en México este año fue la peor sequía que se haya registrado, la segunda peor en 60 años en el país, por el cambio climático.
Habría que agregarle ahí también otros problemas. Pero como yo dije a los mexicanos: una sola de estas adversidades o la ferocidad del crimen organizado; o la influenza, el surgimiento de un virus como este, o la crisis económica que vivimos o la sequía; una de ellas aisladamente hubiera sido suficiente para vulnerar y destruir la institucionalidad de un país débil.
Hace un año, también aquí, en los Estados Unidos, salió una publicación que dijo que México era, precisamente, un Estado o podría ser un Estado fallido, porque su institucionalidad no sería capaz de soportar adversidades significativas.
Y no sólo enfrentamos una, sino cuatro o cinco adversidades al mismo tiempo. Y yo puedo decirles, amigas y amigos, que no sólo las superó México, sino que está más fuerte que nunca.
Termino comentándoles, hablándoles del México al que aspiramos. Yo creo que en parte ha sido también nuestro problema, no sólo el enfrentar la realidad, sino también a veces no la hemos sabido compartir.
A final de cuentas, por ejemplo, tan sólo hablando del tema de violencia, aunque la ferocidad de los cárteles mexicanos hace que en esta sociedad del espectáculo, como la llamaba Octavio Paz, la nota sea, verdaderamente espectacular y haga pensar que nuestro país es simplemente una debacle en términos de violencia. La verdad es que también es un asunto de percepción.
La tasa de mortalidad, por ejemplo, en México es de 12 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Es alta, sí, pero la percepción no se compadece de que esta tasa, comparada con otros países en América Latina, resulta relativamente moderada; porque en Ecuador la tasa es de 17 homicidios, en Brasil es de 24 homicidios de cada 100 mil, es decir, el doble que en México; en Colombia de 36 homicidios, en Venezuela de 47 y en El Salvador de 56.
O si lo comparan, para no ir muy lejos, con algunas ciudades de Estados Unidos. La tasa de homicidios por cada 100 mil en México es 12, insisto, en Detroit es 33, en Baltimore es 37, en San Luis Missouri es 47 y en Nueva Orleans es 64 homicidios por cada 100 mil. Y, sin embargo, la percepción hace que mi país, precisamente, se vea de distinta manera.
Yo quiero decirles, amigas y amigos, que en México estamos trabajando a pesar de la adversidad por el país que soñamos: un México libre, comprometido con los principios en los que creemos de libertad, de democracia, de mercado, de justicia, de respeto al medio ambiente.
Un México más seguro para nuestros hijos y por ello, no obstante los riesgos personales, familiares y sociales que se corren cuando el Gobierno cumple su deber de cumplir la ley, estamos decididos a que un día nuestro país respire la libertad que merece.
Un México justo, donde podamos erradicar la pobreza extrema en la que viven casi 20 millones de mexicanos. Y por eso, a pesar de la adversidad económica y de finanzas públicas, estoy proponiendo al Congreso de la Unión, no sólo no cancelar, sino aumentar el Gasto Público orientado a combatir la pobreza extrema, a través de educación, a través de salud, a través de transferencias condicionadas para la gente más pobre.
Un México comprometido con el medio ambiente. Y a pesar de México ser un país en desarrollo, pobre, México sabe que revertir el cambio climático y terminar con esa amenaza que pone en peligro la viabilidad de la humanidad, que es el calentamiento global, implica un esfuerzo, no sólo de los ricos, como países, sino de todos. Que podemos hacer en nuestras acciones, todos los días, un mundo más habitable.
En suma, amigas y amigos, hoy yo recibo este reconocimiento, inmerecido para mi persona, pero sí merecido para un país que, en medio de la incomprensión, lucha por ser un México diferente y mejor.
Y estoy seguro que al paso de los años, con el carácter y la determinación de los mexicanos, México será ese país que hemos soñado para nuestros hijos.
(Interpretación de inglés al español)
Gracias por este premio.
Gracias a Latin Trade
Y gracias a todo el mundo.
Y los esperamos en México.
Muchas gracias.

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