1 oct 2012

Adiós al Golfo/ Jorge Fernández Menéndez

Adiós al Golfo/ Jorge Fernández Menéndez
Código Topo # 49 de Excélsior, , 1 de octubre4 de 2012
La desarticulación de este grupo criminal demuestra el camino que puede seguirse para enfrentar el flagelo del crimen organizado: una ruta donde a la par de la captura de los grandes capos también se desmantelan las redes de protección que los cobijan

La caída de Eduardo Costilla, El Coss, jefe del cártel del Golfo, la de quien era su rival al interior del grupo, Mario Cárdenas Guillén y, meses atrás, la muerte de Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, apodado Tony Tormenta, sumados a los innumerables golpes que ha sufrido esa organización, impactos propinados por las autoridades y por su pleito con otros grupos criminales, permiten confirmar que el cártel del Golfo, como tal, ha sido desmantelado.
Quedan células y operadores, quedan grupos de sicarios operando en distintas regiones del país, pero, como ocurrió hace ya un par de años con los Arellano Félix, ese cártel como lo conocimos en los últimos años ha quedado descabezado y sin estructura.

Habrá que ver cómo se procesa ahora la herencia del cártel, cómo se administran sus restos, enmarcados también en la feroz disputa entre los que fueron los dos líderes de los Zetas, Miguel Treviño (que aparentemente está perdiendo la partida) y Heriberto Lazcano.
La ruptura de los Zetas reconfiguraría todo el escenario de los grupos criminales y todo indica que es eso lo que está ocurriendo, lo que se confirmaría con la caída de varios operadores importantes de organizaciones menores como la mayoría de los líderes del cártel Jalisco Nueva Generación y del jefe de sus enemigos, Ramiro Pozos González, apodado El Molca, del grupo criminal llamado La Resistencia.
La percepción es que en los hechos, están quedando dos grupos con capacidad operativa real en el gran mundo del narcotráfico: por una parte el cártel de El Chapo Guzmán, con sus diversos asociados, pero también con su jefe cada día más acosado (una situación que recuerda a los últimos meses de El Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes) y los grupos de los Zetas, sobre todo los que encabeza Heriberto Lazcano que no se sabe a ciencia cierta qué capacidad real tienen, luego de la lucha interna con la gente de Treviño Morales (Ver Código Topo Septiembre 2012).
Hay muchos otros grupos, entre ellos los Beltrán Leyva, pero lo cierto es que hoy pareciera que los dos únicos con capacidad operativa son esos dos.
Hay que diferenciar a los cárteles, por ciertos, de las bandas criminales que asociadas o no a ellos, secuestran, roban, extorsionan en distintas localidades, porque son fenómenos diferentes y que responden a lógicas también diferenciadas. Y esa diferenciación de fenómenos es fundamental de cara al futuro.
Osiel y su red de protección
Un lunes por la mañana, el narcotraficante Osiel Cárdenas, jefe del cártel del Golfo, decidió desafiar nuevamente a las autoridades y a los "usos y costumbres" de los capos del narcotráfico.
Era octubre de 2004, y una semanas atrás había sorprendido a la opinión pública al publicar un desplegado pagado en los periódicos, dirigido al presidente Vicente Fox, quejándose de sus derechos humanos y los de sus abogados y familiares en el penal de La Palma eran violados; posteriormente llamó directamente desde el penal donde estaba recluido al noticiario de Carlos Loret, en Televisa, donde el capo concedió una larga entrevista que fue transmitida de manera íntegra al aire sin ser molestado.
Antes, semanas atrás, junto con Benjamín Arellano Félix y Daniel Arizmendi, el famoso Mochaorejas, tomó las oficinas del director del reclusorio. En su camino, otros dos internos de La Palma, adversarios de este grupo, fueron asesinados.
La misma suerte había corrido un alto funcionario del penal y en las afueras del mismo, se dieron otros ajusticiamientos, particularmente de personajes ligados a distintos reclusos, entre ellos un par de abogados.
A pesar de que el jefe del cártel del Golfo fue arrestado en marzo de 2003, Cárdenas demostraba en los hechos que seguía al mando de la organización criminal y que contaba con poderosos aliados en el exterior.
No sólo pagaba desplegados y ofrecía entrevistas en televisión, también conglomeró a los abogados de los recluidos en el penal en una organización “democrática” de litigantes para luchar por sus derechos humanos y les ofreció defensores a quienes no los tenían, como Arizmendi, y financió desde prisión algunas campañas negativas contra los funcionarios que más lo incomodaron, en primer lugar, el entonces subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos (qepd).
Cárdenas y sus asociados no sólo lograron tener control sobre el penal, también demostraron tener instinto e intereses políticos que iban más allá de lo que algunos suponen muestran los narcotraficantes tradicionales.
El eje de la llamada que hizo el capo al noticiario giró en torno a asegurar que Santiago Vasconcelos le había cambiado su posible extradición a Estados Unidos por el involucramiento en estas actividades del gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington.
Irónicamente, siete años después de aquella llamada, el resultado sería el mismo: Osiel extraditado y Yarrington prófugo de la justicia.
Lo cierto es que con esta serie de episodios, el líder del cártel del Golfo demostraba que tenía la capacidad de generar disputas políticas internas, presentándose como víctima y no como victimario y demostraba también el control que Osiel tuvo sobre su propia organización, el cual ejerció desde el interior del penal mexicano en el que estuvo recluido y que tuvo a su servicio alianzas que hoy, muchos años después de su captura, fueron reveladas.
El capo y el prófugo
Desde finales del año pasado, se sabía que el ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, estaba siendo investigado por las autoridades estadunidenses por supuestas relaciones con el crimen organizado y que más temprano que tarde esas acusaciones se convertirían en una acusación formal.
Con todo, nunca dejó de llamar la atención la magnitud de los movimientos y la impunidad con que se realizaron.
El ex gobernador tamaulipeco, en cuanto concluyó su mandato, compró una propiedad por seis millones 600 mil dólares en San Antonio, Texas.
Antes de ser gobernador, o sea cuando era presidente municipal de Matamoros y Osiel Cárdenas, nacido como Yarrington, en esa ciudad, era el que controlaba el narco en la entidad, recibió de un contratista del gobierno un departamento de medio millón de dólares en la Isla del Padre, también en Texas.
Según las autoridades estadunidenses, se estarían embargando o congelando cuentas de Yarrington por millones de dólares en Estados Unidos y se están investigando, también, los movimientos realizados por Alejandro Cano Martínez, un operador financiero de Osiel que manejaba los recursos que el capo hacía llegar a autoridades políticas y de seguridad y que eran depositados, en bienes o cuentas en la Unión Americana.
Pero una de las acusaciones más graves en torno a Yarrington es la que lo relaciona con el asesinato de Rodolfo Torre Cantú, el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al gobierno del estado ejecutado una semana antes de las elecciones.
Según la DEA, Antonio Peña Argüelles, ex colaborador de Yarrington, recibió el 29 de noviembre de 2011 un mensaje de uno de los líderes de los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales, el Z-40, que le advertía que “su hermano (Alfonso) ha estado diciendo que usted y Yarrington, junto con (Jorge Eduardo) Costilla (líder del cártel del Golfo y enemigos de los Zetas), asesinaron al candidato a gobernador Rodolfo Torre Cantú porque afectaba al negocio de la construcción y estaba (Peña Argüelles) patrocinado/ protegido”.
Los restos de Alfonso Peña, el hermano de Antonio, fueron encontrados ese mismo 29 de noviembre en Nuevo Laredo. Junto al cuerpo había un mensaje de los Zetas en el que acusaban a Antonio de robarle cinco millones de dólares.
Según la DEA, Antonio Peña se reunió en 2008 con Yarrington en una casa que este rentó en San Antonio para analizar el conflicto financiero que existía con Treviño Morales y que terminó con el asesinato de Alfonso.
El hecho es que Antonio Peña Argüelles fue arrestado en Texas y se ha convertido en la principal fuente de acusaciones contra su ex jefe, Yarrington.
En sus declaraciones reconoce que estaba encargado de lavar el dinero del ex gobernador en relación con esos grupos criminales.
Recordemos que Zetas y el Golfo pertenecían a una misma organización criminal: cuando se dio la ruptura en 2006-07, quienes habían colaborado con ambos quedaron, literalmente, como habría ocurrido con Peña Argüelles y Yarrington, en medio de la refriega entre los dos grupos criminales.

La DEA sostiene que obtuvo los libros contables de Peña y de su hermano Alfonso de 2004 a 2006, en los cuales se comprueba que recibieron millones de dólares del narcotráfico destinados a Yarrington y otros colaboradores.
Según esta tesis, el asesinato de Rodolfo Torre se generó porque quien sería el nuevo gobernador de Tamaulipas no tenía buena relación con Yarrington y no garantizaba los acuerdos con los grupos criminales en distintos ámbitos, incluido el de las construcciones. La conjura por la cual ocurrió el asesinato de Torre tiene una lógica que parece implacable.
Los deslindes
En enero de 2012 se hizo del dominio público que la PGR investigaba a los ex gobernadores de Tamaulipas Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández.
En realidad desde tiempo atrás había versiones, fidedignas o no, que hablaban de una presunta relación de los ex gobernadores con grupos criminales.
Más allá de los resultados de estas pesquisas, lo cierto es que los tres ex mandatarios tuvieron responsabilidad en el crecimiento del narco durante sus respectivas administraciones: hay datos objetivos.
Durante el gobierno de Cavazos Lerma floreció y nadie molestó, mucho menos en el gobierno estatal, el imperio de Juan García Abrego.
En el sexenio de Yarrington surgió su reemplazante, Osiel Cárdenas, y comenzó la ola de violencia que desde entonces azota al estado. Además, Yarrington y Osiel crearon su base de poder desde Matamoros, uno en la presidencia municipal, el otro en el narco.
En el gobierno de Hernández, los Zetas se convirtieron en un poder e iniciaron su guerra contra el cártel del Golfo Políticamente, los tres ex gobernadores son responsables de lo ocurrido, pero, ¿son responsables también en el ámbito penal? ¿Son responsables por haberse coludido con los criminales, como fue el caso en su momento de Mario Villanueva en Quintana Roo o simplemente decidieron mirar para otra parte, tener un gobierno “que se quedaba calladito”?
Como ha ocurrido en otros casos, como el Michoacanazo o la detención del alcalde de Cancún, Greg Sánchez, a las presunciones y en ocasiones hasta pruebas documentales, como grabaciones, que no siempre se pueden presentar ante tribunales, se deben adjuntar elementos contundentes, para evitar la politización de procesos que deben ser vistos sólo bajo la óptica judicial.
El tema de los ex gobernadores de Tamaulipas adquirió otra dimensión porque uno de ellos, Manuel Cavazos Lerma, fue designado por el CEN priista candidato a senador; porque Enrique Peña Nieto fue a hacer una defensa pública del ex gobernador tamaulipeco (y de los otros dos mandatarios involucrados en las investigaciones de la PGR y de la DEA) al propio estado; porque no es ninguna novedad de que Yarrington esté señalado (que sea verdad o no es algo que tendrá que esclarecer la justicia) como relacionado con el cártel del Golfo, tampoco que existan señalamientos que lo involucran, a él o a gente suya cercana, en el asesinato de Rodolfo Torre Cantú.
Se olvida un pequeño detalle en todo esto: Osiel Cárdenas fue extraditado a Estados Unidos en enero de 2007.
Allí estableció un acuerdo con la justicia local que le permitió tener una condena relativamente benigna de 25 años de cárcel y una multa de 50 millones de dólares (¿alguien se preguntó de donde los sacó Osiel?).
Pero esos acuerdos no se deben haber establecido sin una larga plática de por medio con el ex capo, que tiene que haber hablado, y mucho, de un tema que es el que más le interesa a la justicia estadunidense: las relaciones del narcotráfico con los políticos norteamericanos.
Existen, según la información pública, cuatro testigos protegidos que involucran a Yarrington con Osiel Cárdenas y con la muerte de Torre Cantú.
¿Qué pasará cuando aparezca el propio Osiel confirmando esos hechos?
Cárteles debilitados
Los grandes cárteles están debilitados por los golpes recibidos y por los años de confrontación, con el Estado y con sus propios rivales.
Es cierto que continuarán recurriendo a la violencia, pero será, por su propia situación, una violencia mucho más medida.
Justo ahora el Estado está en condiciones de establecer sus reglas del juego ante ellos. El problema que se presentará en el futuro es el de las bandas y pandillas, que en muchas ocasiones presentándose como parte de organizaciones criminales mayores, están asolando a ciudades y municipios.
Son de esas bandas y pandillas de donde proviene la mayor parte de la violencia que sufrimos; sin embargo, la capacidad operativa de estos grupos es relativamente menor.
Es cierto que estas bandas, gracias al patrocinio de los cárteles mayores, tienen poder de fuego y la capacidad de obtener recursos económicos a través de la extorsión y el cobro de piso, pero conforme van cayendo los cabecillas principales, sus capacidades criminales se ven disminuidas: tener proveedores confiables de drogas y armas de fuego no es sencillo, como tampoco es el reclutar sicarios en un ambiente francamente adverso para los grupos criminales, de ahí que veamos esfuerzos desesperados de cárteles como los Zetas de realizar literalmente “levas” patrocinando fugas de penales estatales (la más reciente ocurrida en Piedras Negras Coahuila, donde literalmente 132 reos “escaparon” por la puerta del penal).
El descabezamiento y desarticulación del cártel del Golfo (incluyendo por lo que hemos visto en los últimos meses de parte de su esquema de protección política y lavado de dinero) es la demostración de que la estrategia de seguridad en sí no es lo que está fallando.
Hoy, el Golfo está descabezado, los Arellano Félix también, La Familia, como tal, es un grupo menor y su lugar intentan ocuparlo los llamados Caballeros Templarios, los Zetas están divididos, el cártel de Juárez ha perdido a la mayoría de sus principales operadores y a sus sicarios de La Línea.
Es verdad que la organización del Chapo, mucho más horizontal que las otras, mantiene buena parte de su capacidad de operación, aunque el círculo se esté cerrando en torno a su principal líder.
El problema es la política, es definir cómo se operará con los estados y municipios para combatir la otra violencia, la cotidiana, la que más afecta a la ciudadanía, la que secuestra, roba, extorsiona y mata.
Y se debe hacer buscando mecanismos que permitan una renovación y participación de las fuerzas locales en esa lucha, menos espectacular y más sorda, pero también más cotidiana.
Por lo pronto la detención del Coss y la desarticulación del cártel del Golfo es una muy buena noticia. Hay que ver, quién se quedará con sus restos.
El descabezamiento de los principales grupos criminales durante la presente administración (cártel Arellano Félix, cártel del Golfo, cártel Beltrán Leyva y Familia Michoacana) centrará los esfuerzos del gobierno en poner fin a una dicotomía claramente establecida (Sinaloa-Zetas).
En este escenario, comprender la historia del cártel del Golfo y cómo es que fue neutralizado por las autoridades resulta de carácter primordial para comprender la ruta crítica con la que se pondría alto definitivo al control que ejerce el crimen organizado en todo nuestro país: desmantelar también las redes de protección política y económica que los cobijan.

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