Entrevista con un fraile capuchino, del cementerio romano de El Verano, sobre la cremación/Por H. Sergio Mora
ROMA, jueves 1 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Con motivo del Día de los Difuntos, que se celebra mañana 2 de noviembre, y de la entrada en vigor en Italia del nuevo reglamento de la Conferencia Episcopal de dicho país sobre la incineración, el responsable eclesial del cementerio de "El Verano" de Roma aclara algunas normas sobre el trato a los restos de los difuntos.
ZENIT les ofrece a sus lectores la entrevista que hoy realizó al fraile capuchino Luca Casalicchio, responsable de la Iglesia del cementerio principal de Roma: “El Verano”.
-La Iglesia no aceptaba la cremación, si bien ahora sí, ¿por qué?
-Fray Luca: Hoy en día la cremación ha perdido la caracterización ideológica que tenía años atrás como contraposición a la idea de la resurrección y de la dimensión religiosa del hombre. Por otro lado existe una necesidad práctica: por ejemplo aquí en este cementerio de El Verano, sólo es posible ser ubicado si uno tiene una antigua tumba, pero a veces no se sabe cuánto espacio hay. Y la urna funeraria es una solución pues siempre encuentra una colocación.
La cremación antes del funeral se proporciona solamente en situaciones particularísimas, como en los casos de muerte en el extranjero, pues el transporte del cuerpo es compleja y también significa una dificultad económica. Mientras que el transporte de las cenizas es muy sencillo tanto desde el punto de vista económico, como desde el punto de vista burocrático.
¿Hay entretanto algunas sugerencias concretas?
-Fray Luca: La Iglesia recomienda una cosa: La cremación debe tener lugar solo después del funeral. Hacerla antes del funeral debe ser una excepción, como en los casos que acabo de mencionar. Y al igual que el ataúd, las cenizas deben ser acompañadas al cementerio por un ministro ordenado, con plegarias y una oración cuando se realiza la deposición de la urna en la tumba.
¿Es una obligación o una recomendación?
-Fray Luca: El Estado permite que uno pueda llevarlas a su casa, o que las cenizas sean esparcidas, etc. La Iglesia en cambio pide respeto por el cuerpo del difunto, e incluso si se reduce a ceniza debe mantenerse en el cementerio. Para la Iglesia, no es correcto llevarse a casa la urna con las cenizas.
En el caso del rito funerario cuando el difunto ya es ceniza en la urna, la Iglesia no proporciona ni el incienso ni la aspersión, a diferencia de lo que hacer con el ataúd, para así enfatizar la diferencia entre el cuerpo y las cenizas.
¿Las nuevas normas, cuando se han publicado?
-Fray Luca: La Conferencia Episcopal Italiana presentó en 2007 un pequeño libro titulado: "Anunciamos tu Resurrección", donde se disponían todas las normas sobre la cremación, las cuales en Italia entran en vigor este viernes.
¿Qué problemas existen en los cementerios de las grandes ciudades?
-Fray Luca: En los grandes cementerios urbanos, respecto a los cementerios de las ciudades pequeñas, está el componente de la despersonalización. Si bien por parte de la gente está la fe, las raíces, el lugar del dolor, las personas vienen a adornar las tumbas, a llevarle flores, a visitarlas, a pesar de la dificultad de la distancia.
¿Hoy en día en los cementerios se encuentra lugar para un entierro, digamos tradicional?
-Fray Luca: Sí, pero aquí en El Verano, solamente la familia que tiene una tumba, en cambio en otros cementerios hay lugar, sea de entierro o en nichos.
¿Su experiencia que le dice sobre la cremación?
-Fray Luca: Una cosa que me llamó particularmente la atención es que muchas personas se sienten culpables por haber hecho cremar a sus seres queridos, porque tienen la impresión de que ha habido violencia sobre su cuerpo, aunque la cremación acelera un proceso natural que dura entre 15 y 20 años y a veces más.
Porque después de dejar el cuerpo de un ser querido encuentran sus cenizas dentro de un recipiente, y a veces esto crea un fuerte trauma en las personas que acentúa eventualmente el sentido de culpa. Mi experiencia indica que muchas veces las palabras de consuelo tienen que ser dichas a los vivos para consolarles delante de esto que han experimentado. Incluso cuando existe la voluntad del difunto para ser incinerado, los vivos advierten la experiencia como un disgusto, mismo entendiendo que es una necesidad.
¿En las homilías que hay que decir?
-Fray Luca: Sin duda hay que infundir esperanza de la resurrección, y en el elemento de la retribución. Creo que sobre la dimensión del Juicio sea una buena clave de lectura la que presenta el papa Benedicto XVI en su encíclica Spes Salvi, que muestra el Juicio, como una lugar de esperanza.
¿La devoción popular en el culto a los muertos?
-Fray Luca: Hay un fuerte vínculo porque los cementerios son el lugar de las raíces. Es bonito ver especialmente el sábado, a familias enteras que llegan con niños para visitar a sus seres queridos.
Es también el sitio del dolor, donde enjugar las lágrimas de lo inconsolable, sobre todo en los casos de niños que han muerto.
Casos que son particularmente dolorosos
-Fray Luca: La parte nueva del cementerio en donde se encuentran las tumbas de los niños es la más dolorosa, donde hay juguetes, donde se ve a estas parejas jóvenes que se vienen todos los días, hay madres que vienen desde hace treinta años para llorar a sus hijos, a veces poniendo en riesgo su propia seguridad ya que en invierno oscurece temprano y los caminos secundarios no siempre son seguros. También es un lugar de esperanza. Y en este cementerio en particular , un lugar de arte, de belleza y de historia.
También hay recorridos dentro de este cementerio, ¿no?
-Fray Luca: Tenemos recorridos con los próceres de Italia, toda una historia de nuestro país. Hay artistas, se puede hacer un recorrido de las grandes figuras religiosas del siglo XX que están enterrados aquí, o porque después fueron canonizados.
Por lo tanto, es una ciudad de los muertos, y también de los vivos, donde se pueden encontrar estas dos dimensiones en la espera de la resurrección.
¿Existe un sentimiento de vida eterna en la gente?
-Fray Luca: Hay un anhelo de algo que va más allá de esta vida, de que los afectos no se rompen y no terminan así, seguramente ese sentimiento está en el corazón. Sentimiento que debe ser purificado, educado, etc. Tal vez sea más difícil el concepto de la resurrección de la carne, que es fundamental para nosotros. Pero el sentido de vida eterna existe.
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