Acerca de Pederastia
encubierta por Norberto Rivera y solapada por la PGJDF
Proceso No. 2005, 4 de abril de 2015
De Hugo Valdemar Romero
Señor director:
Me refiero al artículo
titulado Pederastia encubierta por Norberto Rivera y solapada por la PGJDF, el
cual se publicó en Proceso 2004 el 29 de marzo bajo la firma del reportero
Rodrigo Vera. Se trata de una nota llena de contradicciones y de medias
verdades que es imprescindible aclarar.
No es posible afirmar que el
arzobispo de México, cardenal Norberto Rivera, haya encubierto al exsacerdote
Carlos López, cuando en el mismo epígrafe del texto se reconoce que una vez que
la víctima, Jesús Romero Colín, “lo denunció ante la Procuraduría del DF y el
Tribunal Eclesiástico, este órgano lo declaró culpable y el Vaticano lo
inhabilitó para seguir oficiando”.
Efectivamente, tan pronto el
entonces sacerdote Carlos López fue denunciado ante el obispo auxiliar Jonás
Guerrero por la señora Esperanza Colín, el 22 de marzo de 2007, se inició una
investigación canónica, el acusado fue retirado de su oficio de párroco, y en
septiembre del mismo año se le suspendió de su ministerio sacerdotal, en espera
de que, luego de ser enviada la documentación a Roma, llegara la sentencia
definitiva, lo cual aconteció en 2011.
del Arzobispado de México
Respuesta del reportero
El vocero Hugo Valdemar señala
que al sacerdote pederasta Carlos López se le abrió juicio canónico en 2007 y
se le inhabilitó formalmente cuatro años después, en 2011. Con este hecho
–dice– quedó demostrada la “cero tolerancia” del cardenal Rivera y de sus
entonces obispos auxiliares Jonás Guerrero y Marcelino Hernández.
Es muy distinta la versión de
la víctima, Jesús Romero Colín, quien en su entrevista con Proceso asegura que
esa inhabilitación quedó en el puro papel y esconde un acto de encubrimiento,
pues Carlos López continuó oficiando misas en la arquidiócesis durante todo su
proceso, y ahora lo sigue haciendo en el estado de Morelos.
Asevera igualmente que desde
tres años antes de la denuncia contra el sacerdote ante el Tribunal
Eclesiástico, el obispo Jonás Guerreo ya sabía de los actos delictivos del
pederasta y prefirió encubrirlo, tal vez con el consentimiento del propio
cardenal Rivera, cosa que deben aclarar los tribunales civiles.
Actualmente, destaca la
víctima, el cardenal se niega a colaborar en el proceso que se le sigue a su
exsacerdote en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal
(PGJDF). Percibe un contubernio entre las autoridades eclesiásticas y civiles,
lo cual ha provocado que el pederasta siga libre y quizá abusando de menores de
edad. Los detalles están publicados en el reportaje.
En efecto, este reportero no
buscó al cardenal Rivera para una entrevista, porque de antemano sabía que le
sería negada, como ha ocurrido en otras ocasiones.
Atentamente
Rodrigo Vera
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