- Los
atentados cuestionan la capacidad de los servicios de seguridad belgas
Las
críticas a Bélgica arrecian a medida que avanza la investigación sobre los
ataques terrorista.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan echó ayer sal en una herida con pocos visos de cicatrizar…
ANA
CARBAJOSA
El País, Bruselas
24 MAR 2016 - 04:49 CST
Sin titulo Detención de Abdeslam. Zouheir Ambar AP
Erdogan
acusó este miércoles a Bélgica de haber ignorado una información clave, que
podría incluso haber frustrado los atentados que el martes acabaron con la vida
de 31 personas e hirieron a unas 300 en Bruselas. Turquía, según Erdogan
advirtió de que Ibrahim El Bakraoui, uno de los presuntos suicidas trató de
entrar en Siria y habría sido deportado el año pasado. Bélgica se escuda en que
no puede detener a una persona sin tener pruebas de sus supuestos crímenes,
pero se ve obligada de nuevo a adoptar una actitud defensiva ante las
acusaciones más o menos veladas de que su seguridad no está a la altura de un
país de la UE, sobre todo si es el que alberga las instituciones europeas y sirve
de cuartel general a la OTAN. La información que va emergiendo en las últimas
horas apunta a la existencia de una extensa red de terroristas cuya base de
operaciones ha sido la capital belga.
La
sal turca cae apenas cinco días después de que la caza de Salah Abdeslam,
hombre clave en los atentados de París, se convirtiera en otro motivo de
sonrojo para las autoridades belgas. Abdeslam, uno de los autores de los
atentados de París llevaba cuatro meses fugado y el pasado viernes le
encontraron en la casa de la madre de un amigo en Molenbeek, el barrio en el
que creció el terrorista. El piso se encuentra a pocos metros del piso al que
Abdeslam acudió a su vuelta de París y a otros tantos de la casa de su familia,
en la plaza principal de Molenbeek, donde además de el Ayuntamiento se
encuentra la gran comisaría de policía.
"¿Para
qué vamos a colaborar denunciando lo que vemos si no va a servir para nada y si
ni siquiera nos garantizan la seguridad dentro de la comunidad?"
Ayer,
los vecinos del barrio explicaban que no daban crédito y consideraban que el
hecho de que a Abdeslam le cazaran precisamente en un lugar que debía estar
ultravigilado era solo una muestra más del despiste de la policía y los
servicios secretos, incapaces de ganarse la confianza y las confidencias de los
locales. “La policía no es efectiva. No les importa lo que pase aquí. ¿Para qué
vamos a colaborar denunciando lo que vemos si no va a servir para nada y si ni
siquiera nos garantizan la seguridad dentro de la comunidad?”, explicaba un
vecino de Molenbeek que pide preservar el anonimato. Aunque aquí casi todos se
conocen, aunque sea de vista, acostumbran a no preguntarse por cuestiones
delicadas para evitar saber demasiado.
La
policía de Molenbeek explicaba recientemente que tienen verdaderas dificultades
para reclutar agentes de origen magrebí que hablen árabe y que
irremediablemente esa carencia les desconecta de una población que tiende a
encerrarse en sí misma como reflejo en parte a la discriminación a la que se
enfrentan en la sociedad belga.
Carencias
y recortes
A
las deficiencias policiales se le añaden los recortes que dejaron en los huesos
-unos 600 agentes- a los servicios secretos en los últimos años de crisis y que
tras los atentados de París los belgas tratan de remediar con una partida de
400 millones de euros. Alain Winants, el que fuera jefe de los servicios secretos belgas hasta
2014 y durante los ocho últimos años, coincidiendo con el auge del yihadismo,
explicaba en una entrevista reciente con este diario que “se dejó de reclutar
agentes y a los que se jubilaban no se les remplazaba. Llegó un momento en que
era imposible cortar más. Vigilar a una persona 24 horas al día, requiere unas
15 o 20 personas por sospechoso. La seguridad tiene un precio”. Contaba también
que la modernización de los servicios secretos belgas tardó mucho en llegar,
que apenas en 2010 se legalizaron las escuchas telefónicas y hasta 1998
simplemente no hubo una ley que regulara las actividades del espionaje. Aún
así, el propio Winants reconocía que la seguridad no basta, que “hay que
trabajar en todos los niveles. Hay que atacar los problemas sociales, los
económicos, los educativos”.
Con
la sede de la OTAN y de la UE, Bruselas es un nido de espías de todo el mundo.
Nadie vio nada
La
conmoción tras los atentados de París en noviembre provocó la puesta de marcha
de medidas pendientes pero que aún siguen el curso legislativo correspondiente,
entre ellas permitir los registros de domicilios por la noche, los actos de
preparación para la comisión de actos terroristas como el alquiler de coches o
la compra de tarjetas prepago o la “incitación a desplazarse al extranjero con
fines terroristas”.
Castigar
a los reclutadores
Con
esta última medida se trata de castigar a los reclutadores, que durante años
han operado a la vista de quien los quisiera ver, como denuncian ahora las
familias de jóvenes que viajaron a Siria para engrosar las filas islamistas.
Durante los primeros años de la guerra de Siria, la marcha de combatientes
belgas no era un asunto de crucial importancia como ahora. Por un lado, las
autoridades sentían que era una manera de perder de vista a algunos tipos
problemáticos de barrio y por otro, se trataba al fin y al cabo de combatir el
régimen sanguinario de Bachar el Assad. A medida que el autoproclamado estado
islámico fue tomando forma, las autoridades se percataron del descomunal
problema que supone la presencia de retornados en Europa, como dejó claro el
caso de Abdelhamid Abaaoud, cerebro de los atentados de París. Bélgica es un
buen suministrador de efectivos al Estado Islámico y Jabat al Nusra. Hasta 562
han combatido en Siria o en Iraq, según los cálculos del investigador Pieter
van Ostaeyen. Esta cifra convierte a Bélgica en el país de la UE con más
yihadistas per capita, con 41,96 por cada millón de habitantes, según Van
Ostaeyen.
La
aprobación de algunas de estas medidas legislativas habría sido complicada hace
apenas un año, ya que el debate sobre el equilibrio entre las libertades y la
seguridad es especialmente intenso en Bélgica. Es previsible que los atentados
de esta semana hayan pulverizado cualquier resistencia al respecto por parte de
la opinión pública en Bélgica.
Cooperación
francesa
Los
fallos de los servicios de seguridad belgas han dado pie a no pocas críticas,
la última la del ministro de Finanzas francés, Michel Sapin, quien acusó a los
belgas de ser “naif” en su administración de comunidades con fuerte presencia
musulmana como la estigmatizada Molenbeek. El primer ministro francés, Manuel
Valls, de visita en Bélgica, anunció que la cooperación antiterrorista entre
Francia y Bélgica “va a intensificarse en las próximas semanas y en los
próximos meses para prevenir nuevos actos terroristas”.
Bélgica
se ha convertido en un nido de terroristas. También es uno de los países de la
UE que más yihadistas envía a Siria
Aunque
los belgas no están solos en su ceguera. Bruselas es un verdadero nido de
espías procedentes de medio mundo. El cuartel General de la OTAN y la Unión
Europea tienen sus sedes principales en la capital belga, donde se asientan
también las representaciones permanentes de los países. Los servicios secretos
de todo el mundo tienen agentes en Bruselas, a veces en forma de agregados
culturales, periodistas u hombres de negocios. Lo cierto es que esa nube de 007
ha permanecido ajena a lo que se cocía en Molenbeek, en Schaarbeek o en Forest,
todos barrios situados a escasos kilómetros del barrio europeo.
El
comisario de interior europeo, Dimitris Avramópulos, hizo ayer mención a otro
de los grandes asuntos pendientes en la lucha antiterrorista europea y que
también trasciende a las autoridades belgas. Avramópulos dijo que “los Estados
tienen que confiar unos en otros”. “Necesitamos más coordinación y compartir
más información”, añadió. El coordinador antiterrorista de la UE, Gilles de
Kerchove indicó que desearía que “los servicios de información alimenten más
las plataformas europeas […], porque cruzando todas las informaciones
llegaremos a establecer más vínculos” entre sospechosos, dijo a la radio
francesa Europe 1. Fuentes comunitarias explican sin embargo, que a pesar de
que existe una base de datos de Schengen, donde los países deben introducir
información sobre sospechosos, coches robados o pasaportes para que salten las
alertas, lo cierto es que no siempre se hace porque los servicios secretos de
los países quieren proteger sus fuentes y son reticentes a compartir con países
de los que no acaban de fiarse.
El
especialista en seguridad, Daniel Keohane, apunta a la renacionalización de las
políticas de defensa como una de las causas de la menor efectividad en materia
de seguridad, informa Álvaro Sánchez. “Aunque a veces actúan integrados en la
OTAN o la UE, casi todos los Gobiernos prefieren otro tipo de alianzas, ya sean
regionales, bilaterales o coaliciones ad hoc”, afirma Keohane. Una de esas
alianzas es precisamente la que los belgas mantienen con los franceses, que
incluyen a agentes sobre el terreno que
han participado en registros como el del barrio de Forest, donde fue herido una
policía gala y abatido un supuesto terrorista.
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