Columna “Voltear la hoja”/ Sylvia Teresa Manríquez
Todas y todos podemos bailar.
Ellos dicen que bailar es cosa de niñas, que tomar clases de baile es de maricones. Para empezar, yo no lo creo. ¡Si bailar es padrísimo! ¿Por qué sólo podrían hacerlo las mujeres? Es como si dijéramos que las mujeres, aunque les guste mucho, no pueden correr en las carreras de autos, que los hombres no pueden cocinar, que las mujeres no pueden jugar beisbol.
Cuentos de Kipatla, Pedro y la Mora.
Inicio esta columna con un fragmento del cuento “Pedro y la Mora” de Nuria Gómez Benet, publicado en la colección Kipatla del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, CONAPRED, porque hoy se conmemora en todo el mundo el Día para la Cero Discriminación.
Cada vez que nos encontramos fechas así en el calendario reflexiono en lo poco que avanzamos como comunidad. Hacen faltan estos recordatorios para volver la vista hacia los males en este planeta que no hemos podido remediar.
Esta fecha nos señala que seguimos haciendo uso de prejuicios y estigmas en mayor o menor medida. Que seguimos pasando sobre los derechos de las minorías étnicas, de las personas que padecen algún tipo de discapacidad y de quienes tienen creencias religiosas diferentes a las nuestras.
Las diferencias deben brindarnos el espacio para vivir en entendimiento y armonía. Las diferencias de género, las condiciones de refugio, la situación socio económico nos hacen practicar la tolerancia, la compasión y la paz.
Sí, tolerancia, compasión y paz, valores que no terminan de entenderse con claridad cuando se vive en zonas de conflicto, cuando la ansiedad, el miedo, la inseguridad secuestran nuestros días y noches.
Cero discriminación significa inclusión, no rechazar a quienes padecen algunas condiciones de salud como VIH, quienes tienen apariencia física distinta a los modelos que nos han impuesto, a quienes tienen identidad de género o preferencia sexual distinta, o quienes son mayores o menores de edad.
Todos estos sectores de población están expuestos a la discriminación en grupos sociales, escuelas y trabajos.
Haga un ejercicio y recuerde cual fue su reacción la última vez que se encontró con alguien que usa silla de ruedas, tiene cicatrices por quemaduras, viste ropas humildes, habla una lengua indígena o profesa otra religión.
Por esto los discursos xenofóbicos que se han exacerbado en días recientes motivando a la discriminación, segregación y odio, son inaceptables. Pero caemos en la trampa y discriminamos a quienes, aunque nacieron en México, hablan otro
idioma y aprendieron otras costumbres por haber vivido en el país vecino del norte.
La mayoría de nosotros creemos que no discriminamos; sin embargo, no estamos seguros de aceptar que nuestros hijos vayan a la escuela junto con un niño de diferente color, diferentes capacidades o distinto estrato social, o de permitir que, por ejemplo, en el equipo de futbol de nuestro hijo juegue una niña; se dan en nuestro entorno estas y muchas más situaciones parecidas que nos causan inquietud.
El Día para la Cero Discriminación nos da la oportunidad de meditar sobre nuestras costumbres, que tan normalizada está la discriminación en nuestro estilo de vida y que podemos hacer para dejar de discriminar.
Ya tenemos bastantes situaciones difíciles diarias como para, además, discriminar por color, físico, raza o credo. Mejor es ocuparse en dar ejemplo de tolerancia hacia la diversidad porque al fin y al cabo todos somos diferentes y vivimos con personas diferentes.
Quien no es alto es bajo, quien no es delgado es grueso, quien no es moreno es rubio, quien no está sano está enfermo, quien no es menor de edad, es adulto mayor, entonces ¿por qué segregar?
La segregación y la discriminación nos llenan de prejuicios, genera maltrato y violencia. Nadie quiere que las oportunidades de sus hijos e hijas se vean restringidas por prejuicios que terminan afectando a toda la comunidad y a todo un país.
Se requiere que juntos luchemos contra los estigmas, necesitamos hablar de lo que está mal y apoyar a las personas que sufren discriminación por cualquier motivo.
Porque bailar no es solo cosa de niñas, las mujeres también pueden correr en las carreras de autos, los hombres pueden cocinar y las mujeres pueden jugar beisbol.
@SylviaT Correo: sylvia283@hotmail.com
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